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Mensajes del libro «Estudio-Vida de 1 Crónicas»
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Mensaje 4

LA CUMBRE DEL EVANGELIO DE DIOS

  Lectura Bíblica: 1 Ti. 1:4; Gn. 1:26; Jn. 12:24; 1 Co. 10:17; Col. 3:11

  En este mensaje, siento la carga de hablar de la cumbre del evangelio de Dios, a saber, que Dios se hizo hombre para que el hombre llegue a ser Dios en vida y naturaleza, mas sin ser objeto de adoración.

EL GENERO DIVINO Y EL GENERO HUMANO

  En la eternidad, el Dios eterno tuvo un “sueño”, el cual manifiesta Su deseo. A fin de realizarlo, diseño un plan, que el Nuevo Testamento llama la economía de Dios (1 Ti. 1:4; Ef. 1:10; 3:9). Posteriormente, Dios creó el universo, cuyo centro era Adán, quien satisfacía el deseo de Dios. Dios se deleitaba en Adán porque éste pertenecía a Su propia especie (Gn. 1:26), y porque él se multiplicaría y llenaría la tierra (v. 28).

  Dios hizo al hombre conforme a Su propia especie. Esto significa que antes de la caída del hombre, no existía el género humano; sólo el divino. A diferencia de las definiciones de los diccionarios, desde la perspectiva de Dios, la expresión género humano es negativa, pues no debería existir dicho género, sino un hombre creado por Dios según Su especie. Sin embargo, una vez que el hombre cayó y se apartó de Dios, se originó el género humano. Satanás se aprovechó de la caída del hombre y provocó un caos total en el mundo.

  De este mundo caótico y confuso Dios escogió a Abraham, cuyos descendientes formaron la nación de Israel. No debemos pensar que esta nación es una nación más, pues aunque figura entre las naciones, originalmente no era parte de ellas. La nación de Israel era un pueblo apartado, santo, santificado para Dios. Al elegir al pueblo de Israel, Dios daba a entender, en tipología, que El obtendría un pueblo para Sí en el futuro, escogiéndolo de entre todo el género humano caído.

DIOS SE HACE HOMBRE PARA PRODUCIR EL GENERO DIVINO-HUMANO

  Dos mil años después de llamar a Abraham, Dios se hizo hombre, un Dios-hombre, el cual, mediante Su muerte y Su resurrección, se multiplicó en serie. Originalmente El era el único grano, y se multiplicó en muchos granos (Jn. 12:24). Ahora, los muchos granos, al ser molidos y convertirse en harina fina, se mezclan para formar un solo pan (1 Co. 10:17). El Señor Jesús, el Hijo unigénito de Dios, era el único grano, pero posteriormente El hizo de nosotros los muchos granos, Sus “gemelos”, Sus muchos hermanos (Ro. 8:29), los cuales se mezclan para formar un solo pan, un solo Cuerpo. Así que, entre nosotros no existe ninguna diferencia de nacionalidad, raza ni clase social (Col. 3:11). Somos una nueva especie, “la especie de los Dios-hombres”.

  Así como se acuñan nuevas palabras para describir los nuevos avances de la cultura humana, también nosotros necesitamos crear nuevas palabras y expresiones para describir las verdades de nuestra cultura espiritual. El género divino-humano constituye una de dichas expresiones. En Cristo, Dios y el hombre han llegado a formar una sola entidad: el Dios-hombre. En la creación no existía el género humano, sólo estaba el hombre creado según la especie divina. El género humano llegó a existir a consecuencia de la caída del hombre. Un día, Dios se hizo hombre con el fin de multiplicarse en serie y producir así una nueva especie. Esta especie no es ni el género divino, ni el género humano, sino la especie de los Dios-hombres. Ahora nosotros, los creyentes en Cristo, somos el género divino-humano; somos los Dios-hombres.

DIOS PROPICIA QUE LAS NACIONES DE LA TIERRA SE MEZCLEN, CON EL FIN DE QUE NOSOTROS, LOS DIOS-HOMBRES, NOS COMPENETREMOS CON MIRAS A INTEGRAR EL UNICO CUERPO

  Nuestra genealogía muestra que anteriormente estábamos alejados los unos de los otros. ¿Cómo podríamos así compenetrarnos para integrar el único Cuerpo? Pero ahora esto es posible debido al gran desarrollo que se ha suscitado en la tierra durante los últimos cincuenta años. Los modernos medios de transporte y telecomunicaciones han hecho posible que los pueblos de la tierra se compenetren fácilmente. A nuestros entrenamientos semi-anuales asisten santos de por lo menos cincuenta países. El mundo actual se ha vuelto pequeño, lo cual me permite comunicar la Palabra santa a personas de muchos países.

  Desde el día en que fui salvo, le expresé al Señor que de allí en adelante viajaría por todos las aldeas de China para predicar la Biblia y hablar de Jesucristo. Mi intención era hablarle solamente a mis compatriotas, y nunca soñé que estaría en los Estados Unidos, ni mucho menos que hablaría ante santos de cincuenta naciones. En esto vemos que Dios ha acercado los pueblos con el fin de que podamos compenetrarnos y formemos un solo Cuerpo.

  En 1938, recibí una carta de una hermana de Pekín, en la cual enviaba dos cheques. La hermana me decía en su carta, que ella tenía el sentir que Dios me iba a enviar a los Estados Unidos, y que uno de los cheques estaba destinado para cubrir los gastos de mi viaje de ida y vuelta, y el otro, para suplir las necesidades de mi familia mientras yo estuviera fuera. Le respondí diciéndole que yo no sentía ninguna carga por ir a Estados Unidos, pero ella insistió que guardara los cheques, ya que tarde o temprano el Señor me enviaría allí. Veinte años después visité este país, y más tarde, me naturalicé. Esto fue obra del Señor. Hechos 5:31 revela que el Señor Jesús, en Su ascensión, es el Líder, el Salvador y el Señor de todos los reyes de la tierra (Ap. 1:5), y fue El quien me envió.

  Dios creó la tierra e hizo al hombre según Su especie. Pero el hombre cayó y se convirtió en el género humano, y de este género caído, Dios escogió a Abraham para que fuese el padre de otro linaje. Dos mil años más tarde, Dios se hizo hombre y vivió en la tierra como Dios-hombre. Estoy contento de haberme hecho ciudadano americano, pero estoy aún más contento de ser un Dios-hombre. Soy norteamericano por naturalización, pero la regeneración me ha constituido un Dios-hombre.

  ¿Sabe lo que Dios desea hoy? Es correcto afirmar que Su deseo es que haya muchos cristianos, que muchas personas crean en Cristo; pero la realidad es que El desea algo más, desea obtener un grupo numeroso de Dios-hombres. Estoy seguro de que nuestro Dios, quien está sentado en los cielos, se pone feliz cada vez que presencia una reunión de Dios-hombres, sobre todo cuando se reúnen Dios-hombres de cincuenta naciones. En este tipo de reuniones se puede ver la expresión de los Dios-hombres.

  Ahora quisiera que examinásemos el himno 93:

  1. En el seno del Dios Padre
    Antes de la creación,
    Tú estabas en Su gloria,
    Unigénito de Dios.
    Fuiste dado por el Padre
    Como un hombre al mundo, Tú
    En Espíritu nos muestras
    De Dios Su gran plenitud.
  2. Por Tu muerte inclusiva
    Y por Tu resurrección
    Tú naciste como el Hijo
    Primogénito de Dios.
    Impartiste así Tu vida
    Por la regeneración,
    Nos hiciste Tus hermanos,
    Muchos hijos para Dios.
  3. Eras Tú un solo grano
    Que en la tierra se cayó,
    Al morir, resucitando
    Tu vida se duplicó.
    Somos hoy los muchos granos,
    Amasados en un pan,
    A Tu plenitud llegamos
    Para Tu expresión mostrar.
  4. Somos Tu expresión, Tu Cuerpo,
    Plenitud y habitación,
    Tu excedente y Tu Novia,
    Tu total reproducción.
    Como aumento de Tu vida
    Somos Tu propagación;
    Eres Tú nuestra Cabeza
    Somos Tu continuación.

  Este himno declara que hubo un tiempo en el que Cristo, el Hijo unigénito, era el único grano, y que por medio de Su muerte y resurrección, El nos hizo los muchos granos. Como tales, somos los muchos hijos de Dios (He. 2:10), los muchos hermanos de Cristo, Sus muchos “gemelos”. Ahora estos granos se han mezclado en un solo pan, que es el Cuerpo de Cristo, Su reproducción.

LA DEIFICACION DEL HOMBRE

  Entre el segundo y quinto siglos, los padres de la iglesia encontraron tres misterios profundos en la Biblia: el Dios Triuno o Trinidad divina, el misterio más profundo; la persona de Cristo; y la deificación del hombre, esto es, que el hombre llega a ser Dios en vida y naturaleza, mas sin ser objeto de adoración. Sin embargo, después del quinto siglo, la verdad acerca de este último misterio se fue perdiendo gradualmente. El cristianismo actual, apoyándose en el credo de Nicea, afirma los dos primeros misterios: el misterio de la Trinidad divina y el de la persona de Cristo. Sin embargo, los cristianos en su mayoría no ven ni aceptan el tercer misterio, a saber, que Dios se hizo hombre para que el hombre llegue a ser Dios en vida y naturaleza. Esta enseñanza no existe entre los cristianos contemporáneos, pero creo firmemente que el Señor la va a recobrar. En cuanto a esta verdad se refiere, bien podría ser la última verdad que el Señor necesita recobrar.

DARNOS CUENTA DE QUE SOMOS DIOS-HOMBRES NOS CAMBIA RADICALMENTE

  Tener presente que somos Dios-hombres, tener esta comprensión, cambia radicalmente nuestra vida. Por ejemplo, digamos que un hermano se enoja con su mujer y se acuerda que es un Dios-hombre. Su actitud cambiará radicalmente y de inmediato querrá vivir como Dios-hombre.

  Debemos entender que ser parte del género humano es algo negativo. Ante Dios, el género humano es una expresión negativa que alude al hombre caído. Nosotros, como creyentes de Cristo e hijos de Dios, no pertenecemos al género humano, sino al género divino-humano. Darnos cuenta de esto, nos cambia radicalmente. Cuando comprendamos que hemos llegado a ser Dios-hombres, declararemos: “Señor, Tú eres el primer Dios-hombre, y nosotros somos los muchos Dios-hombres que te siguen. Tú llevaste una vida humana, no viviendo por Tu propia humanidad, sino por la vida de Dios, con el fin de expresarle. Los atributos de El se convirtieron en Tus virtudes. Viviste en la tierra muriendo diariamente; fuiste crucificado para vivir. Señor, Tú eres mi vida y mi persona, mi propio ser. Por tanto, yo también debo morir; debo ser configurado a Tu muerte; debo ser crucificado y morir diariamente a fin de expresar la vida de un Dios-hombre, es decir, una vida humana que se niegue a sí misma y que viva por la vida divina, una vida en la que Tu vida y Tu naturaleza sean mi constitución, con miras a expresarte y manifestar Tus atributos divinos, los cuales se expresan en mis virtudes humanas”. Esto no sólo nos constituye cristianos o creyentes de Cristo, sino también Dios-hombres, de la misma especie de Dios. Esta es la verdad cumbre del evangelio de Dios.

PREGONAR LA VERDAD DE QUE DIOS SE HIZO HOMBRE PARA QUE EL HOMBRE SE HAGA DIOS EN VIDA Y NATURALEZA Y VIVIR COMO DIOS-HOMBRES CON MIRAS A PRODUCIR EL NUEVO AVIVAMIENTO Y CONCLUIR ESTA ERA

  El evangelio revela que nosotros caímos, y que Cristo murió por nosotros. Al creer en El y recibirlo, obtenemos vida eterna y llegamos a ser hijos de Dios. Los cristianos reconocen que todos los que creen en Cristo son hijos de Dios, pero no se atreven a reconocer que los creyentes son Dios. Al final de esta era, enseñamos y predicamos la verdad de que Dios se hizo hombre para que el hombre llegue a ser Dios, iguales a El en vida y naturaleza, mas sin ser objeto de adoración. Es una gran bendición oír esta verdad.

  Después de escuchar que Dios desea tener un grupo de Dios-hombres, ¿qué otra cosa podría satisfacernos?, ¿qué otra cosa nos gustaría ser? ¿Le gustaría seguir siendo un chino o un norteamericano típicos? ¿Se conformaría con ser simplemente un cristiano o creyente de Cristo? Debemos declarar que nuestro mayor deseo es vivir como Dios-hombres. Finalmente, los Dios-hombres saldrán victoriosos; ellos serán los vencedores, el Sión que está en Jerusalén. Esto producirá un nuevo avivamiento sin precedente en la historia de la humanidad, y llevará esta era a su conclusión.

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