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Mensajes del libro «Estudio-Vida de 1 Crónicas»
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Mensaje 7

APEGARSE FIELMENTE A LA VERDAD Y ANDAR CONFORME AL ESPIRITU QUE LO ES TODO

  Lectura bíblica: 2 Cr. 11:5, 13-14; Ro. 8:4; Gá. 5:16, 25

  En este mensaje, quisiera hablar sobre la necesidad de apegarnos fielmente a la verdad y de llevar una vida conforme al Espíritu compuesto, vivificante, que lo es todo.

MANTENERSE EN LA BASE DE UNIDAD APROPIADA Y CEÑIRSE A LA FE FUNDAMENTAL

  Le doy gracias a Dios por el relato de 1 y 2 Crónicas, que muestra los detalles de cómo Dios disciplinó a Su pueblo. Esta disciplina en la vida diaria del pueblo de Dios tenía como fin que ellos disfrutaran de la buena tierra (Cristo) de una manera apropiada. Los reyes que querían disfrutar de la buena tierra, debían permanecer en la base de unidad correcta y apegarse a la verdad guardando la fe que Dios había dado por medio de Moisés.

  Pasa lo mismo con nosotros ahora. Honrar la base de unidad de la iglesia es vital, y ceñirnos a la fe también es de vital importancia. Los cristianos contemporáneos pretenden apegarse a la verdad, pero lo hacen parcialmente; ellos no aceptan todas las verdades. Al paso de los años hemos hecho todo lo que hemos podido (por la misericordia y la gracia de Dios) por apegarnos fielmente a la verdad, es decir, adoptar la verdad de manera íntegra y no sólo parcialmente.

LA VERDAD EN CUANTO A LA SEGURIDAD DE LA SALVACION Y EN CUANTO A CRISTO COMO VIDA

  El hermano Watchman Nee, a quien el Señor levantó hace más de setenta años, leyó toda la Biblia muchas veces. Los centenares de misioneros que llegaron a China provenientes de Europa y Estados Unidos eran fieles en cierta medida, pero no enseñaron claramente a los cristianos chinos la verdad básica en cuanto a la seguridad de la salvación. Estos misioneros tradujeron la Biblia, y predicaron y enseñaron acerca de ella, pero no puntualizaron que los creyentes podían y debían tener la seguridad de su salvación. Después de que el hermano Nee fue levantado por el Señor, él predicó y enseñó la verdad en cuanto a la seguridad de la salvación, y yo me le uní en esto. Adondequiera que íbamos, preguntábamos a los creyentes si eran salvos. Cuando hacíamos esta pregunta, los pastores y predicadores se mofaban de nosotros y nos acusaban de orgullosos, porque afirmábamos que estábamos seguros de ser salvos. Así fue cómo el hermano Nee peleó la batalla por la verdad en cuanto a la seguridad de la salvación. En la actualidad, millones de cristianos chinos por doquier tienen la certeza de su salvación. Saben que, por el hecho de creer en el Señor Jesús, son salvos y pueden tener la certeza de ello. La situación actual es muy diferente de la que prevalecía cuando el hermano Nee empezó a luchar por esta verdad fundamental.

  Nuestro hermano Nee siguió luchando por la verdad, y más tarde, presentó la verdad acerca de que Cristo es nuestra vida y que debemos experimentarlo como tal. Esta fue otra verdad que los misioneros jamás expusieron ante los creyentes de China. Una vez que los creyentes tenían la certeza de ser salvos, debían darse cuenta de que Cristo estaba en ellos como vida y que por ende, debían tomarlo como tal y vivir por El.

LA VERDAD ACERCA DE LA NUEVA JERUSALEN

  Durante los pasados setenta y dos años, el Señor ha avanzado en Su recobro y ha recobrado muchas otras verdades, específicamente, la verdad en cuanto a la Nueva Jerusalén presentada en Apocalipsis 21 y 22. Muchos expositores de la Biblia no entienden lo que es la Nueva Jerusalén. Además, son pocos los maestros bíblicos que han escrito algo sobre su significado espiritual. Entre éstos figura un maestro alemán que vivió hace muchos años, cuyo nombre era Tersteegen, y otro fue nuestro querido amigo T. Austin Sparks, a quien considero el último de los maestros que siguieron la línea de la vida interior. Al igual que Tersteegen, T. Austin Sparks vio que la Nueva Jerusalén no era una ciudad física, sino una señal con un gran significado espiritual. El hermano Sparks señaló que las cosas espirituales que tienen que ver con Dios, Cristo y la iglesia, son misteriosas, y que Dios usa señales para revelar la verdad que ellas encierran. Nosotros adoptamos esta revelación dada por medio de él, y seguimos sosteniéndola.

  En el primer versículo del libro de Apocalipsis encontramos la palabra, señales: “La revelación de Jesucristo, que Dios le dio, para mostrar a Sus esclavos las cosas que deben suceder pronto; y la declaró en señales enviándola por medio de Su ángel a Su esclavo Juan”. Esto indica que la revelación de este libro se compone de señales, es decir, de símbolos que poseen significado espiritual, como los siete candeleros, que representan las siete iglesias, y el Cordero, que representa a Cristo el Redentor como el único sacrificio que efectúa la obra redentora eterna de Dios. Incluso la Nueva Jerusalén es una señal, la última y máxima señal de la Biblia, que representa la consumación final de la economía de Dios. En los pasados cincuenta años, la verdad en cuanto a la Nueva Jerusalén se nos ha revelado más y más. Esto se ve reflejado en nuestro himnario, el cual contiene muchos himnos sobre la Nueva Jerusalén.

LA VERDAD EN CUANTO A LA DEIFICACION, A SABER, QUE DIOS SE HIZO HOMBRE PARA QUE EL HOMBRE LLEGUE A SER DIOS EN VIDA Y NATURALEZA MAS SIN SER OBJETO DE ADORACION

  Si hemos de ceñirnos a la fe, debemos aceptar toda la verdad. Entre las verdades que constituyen nuestra fe, figuran tres grandes misterios que los padres de la iglesia descubrieron en el segundo siglo: el misterio de la Trinidad Divina, el misterio de la persona de Cristo y el misterio de la deificación del hombre; esto es, que Dios se hizo hombre para que el hombre llegue a ser Dios en vida y naturaleza, mas no como objeto de adoración. Los cristianos han aceptado la verdad en cuanto al Dios Triuno y en cuanto a la persona de Cristo, pero alrededor del quinto siglo, empezó a perderse la verdad sobre la deificación. En febrero del presente año, sentí la carga de dar mensajes sobre esta verdad.

  Poco después de que empecé a enseñar que Dios se hizo hombre para que el hombre llegue a ser Dios en vida y naturaleza, me enteré de que la Iglesia Católica también comenzaba a prestarle atención a la verdad de la deificación. Hace poco, un hermano me mostró que el Catecismo de la Iglesia Católica, de reciente publicación, presenta lo siguiente:

  ARTICULO 3

  “JESUCRISTO FUE CONCEBIDO POR OBRA Y GRACIA DEL ESPIRITU SANTO Y NACIO DE MARIA VIRGEN”

  Párrafo 1. El Hijo de Dios se hizo hombre

  I. Por qué el Verbo se hizo carne

  460 El Verbo se encarnó para hacernos “partícipes de la naturaleza divina” (2 P 1, 4): porque tal es la razón por la que el Verbo se hizo hombre, y el Hijo de Dios, Hijo del hombre: para que el hombre al entrar en comunión con el Verbo, y al recibir así la filiación divina, se convirtiera en hijo de Dios (S. Ireneo, haer., 3, 19, 1). “Porque el Hijo de Dios se hizo hombre para hacernos Dios” (S. Atanasio, inc., 54, 3) ... (“El Hijo Unigénito de Dios, queriendo hacernos partícipes de su divinidad, asumió nuestra naturaleza, para que, habiéndose hecho hombre, hiciera dioses a los hombres”) (S. Tomás de A., opusc. 57 in festo Corp. Chr., 1). (Catecismo de la Iglesia Católica, págs. 155-156).

  Así vemos que la Iglesia Católica enseña que los creyentes de Cristo pueden llegar a ser Dios. Además, otro hermano me habló de un libro que escribió un sacerdote católico en el idioma árabe, el cual declara lo mismo, que el hombre puede llegar a ser Dios. Si hemos de aceptar la fe completa, debemos entender claramente esta gran verdad, la verdad de que Dios se hizo hombre para que el hombre llegue a ser Dios en vida y naturaleza, mas no en ser objeto de adoración.

UNA CONDUCTA CONFORME AL ESPIRITU

  Sin embargo, no es suficiente honrar la base de unidad y apegarse a la fe fundamental; también nuestra forma de vivir y de comportarnos reviste mucha importancia. El pueblo de Dios en el Antiguo Testamento recibió la ley de Dios por conducto de Moisés, para que se rigieran por ella. Pero hoy Dios no se relaciona con nosotros conforme a esa ley, sino conforme al Espíritu compuesto, vivificante, consumado, que mora en nuestro ser. En la época del Antiguo Testamento, el pueblo de Dios debía conducirse de acuerdo con la ley. Pero hoy, el Nuevo Testamento demanda que nos comportemos conforme al Espíritu compuesto, vivificante, que lo es todo (Ro. 8:4).

  Dios disciplinó a todos los reyes buenos de Judá conforme a la ley de Moisés en cada detalle contenido en ella. Todo aquel que actuaba en contra de la ley, aunque fuera en algo mínimo, perdía gran parte del disfrute de la buena tierra. Esto significa que hoy debemos conducirnos conforme a la ley espiritual, y esta ley es el Espíritu mismo, el Espíritu compuesto.

  Debemos ser cuidadosos en cada detalle de nuestra vida. Por ejemplo, cuando hablamos con nuestro cónyuge, debemos hacerlo conforme al espíritu. En todos las cosas debemos andar conforme al espíritu (Ro. 8:4). Debemos estar alertas en todo lo que decimos, hacemos, expresamos, en nuestra actitud, nuestro espíritu y nuestras intenciones. Todo debe ser purificado por el Espíritu vivificante, compuesto, que lo es todo. De lo contrario, perderemos en gran parte el disfrute que tenemos de Cristo, nuestra buena tierra actual.

  Al estudiar los libros históricos del Antiguo Testamento, debemos aprender las lecciones de todos los detalles narrados en ellos. Consideremos el caso de Asa. El fue un rey bueno e hizo muchas cosas positivas. Sin embargo, ofendió a Dios al formar una alianza con Ben-adad rey de Siria (2 Cr. 16:1-6). Además, se enojó con el vidente que lo reprendió por confiar en el rey de Siria en lugar de confiar en Jehová. Es posible que esta ofensa haya sido el motivo por el que Asa se enfermara de sus pies, y muriera a causa de ello (vs. 7-10, 12-13).

  Los casos narrados en los libros históricos muestran que Dios no sólo es amoroso, sino también temible. Por ende, como lo declara Pablo en Filipenses 2:12, debemos aprender a ocuparnos de nuestra salvación con temor y temblor.

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