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Mensaje 19

EL REINADO DE OSEAS SOBRE ISRAEL

  Lectura bíblica: 2 R. 17

  En este mensaje estudiaremos el reinado de Oseas sobre Judá y hablaremos del cumplimiento de la economía de Dios según la tipología de los libros históricos del Antiguo Testamento.

I. REINA NUEVE AÑOS

  El relato del reinado de Oseas sobre Israel se halla en 2 Reyes 17. Oseas empezó a reinar en el año doce de Acaz rey de Judá, y reinó en Samaria nueve años (v. 1).

II. HACE LO MALO ANTE JEHOVA

  Oseas hizo lo malo delante de Jehová, aunque no como los reyes de Israel que lo habían precedido (v. 2).

III. EL REY DE ASIRIA SUBE CONTRA OSEAS

  El rey de Asiria subió a atacar a Oseas, lo hizo su siervo y le cobró tributo (v. 3).

IV. CONSPIRA CONTRA EL REY DE ASIRIA

  Oseas conspiró contra el rey de Asiria, enviando mensajeros al rey de Egipto, mas no enviando ningún presente al propio rey de Asiria. Este detuvo a Oseas y le puso en prisión (v. 4).

V. EL PUEBLO DE ISRAEL ES LLEVADO CAUTIVO A ASIRIA

  El rey de Asiria invadió todo el país, sitió a Samaria, estuvo sobre ella tres años, la tomó en el año nueve de Oseas, y llevó al pueblo cautivo a Asiria. Todo esto sucedió por causa de los pecados del pueblo de Israel (vs. 5-41).

A. Abandona al Dios que los sacó de Egipto

  El pueblo de Israel abandonó a Jehová su Dios, quien lo sacó de Egipto, y temió a dioses ajenos (v. 7).

B. Andan en los estatutos de las naciones

  Los hijos de Israel anduvieron en los estatutos de las naciones y en los que practicaron los reyes de Israel, haciendo secretamente iniquidades contra Jehová su Dios (vs. 8-9a).

C. Cometen iniquidades y sirven a los ídolos

  Los hijos de Israel edificaron lugares altos en todas sus ciudades. Levantaron estatuas e ídolos en todo collado alto y debajo de todo árbol frondoso; allí quemaron incienso y sirvieron a los ídolos, provocando la ira de Jehová (vs. 9b-12).

D. No escuchan a los profetas que Jehová les envió

  Movido por el amor hacia ellos, Dios envió profetas al pueblo de Israel para que les amonestaran, por causa de sus maldades, pecados e iniquidades, y para que les ayudaran a volverse a Dios; pero ellos no quisieron escucharlos. En lugar de escuchar a los profetas, el pueblo endureció su cerviz (vs. 13-14).

E. Desechan los estatutos de Dios y Su pacto

  El pueblo desechó los estatutos de Dios y Su pacto, y siguieron su vanidad adorando ídolos (vs. 15-17).

F. Jehová los echa del país

  El pueblo provocó a Jehová de tal manera que El echó a Israel y a Judá de sus tierras, y los llevó al mundo pagano (vs. 18-23). La maldad del pueblo fue tal, que Dios ya no pudo soportarla, y los abandonó, permitiendo que fueran llevados cautivos a Asiria.

G. El rey de Asiria trae gente de Babilonia y de otras ciudades paganas y los ubica en las ciudades de Samaria

  Según los versículos 24-41, el rey de Asiria trajo gente de Babilonia y de otras ciudades paganas a las ciudades de Samaria. Esta gente no temieron a Jehová, por lo cual Jehová los castigó, enviándoles leones. Entonces, el rey de Asiria usó a un sacerdote judío para que enseñara a los paganos las costumbres de Israel y la ley de Dios. Finalmente, estos paganos se casaron con los judíos que permanecieron en Israel, y como resultado de ello se produjo un culto mezclado, al cual se alude en el caso de la mujer samaritana en Juan 4:20. Tal confusión y mezcla tipifican la clase de culto que vemos hoy particularmente en el catolicismo, que es un culto dedicado a Dios, pero mezclado con prácticas paganas y adoración de ídolos.

  A estas alturas me gustaría decir algo acerca de la economía de Dios. La encarnación y la redención de Cristo constituyen la primera parte del cumplimiento de la economía de Dios, conforme a lo tipificado en los libros históricos del Antiguo Testamento. En su profecía, Isaías menciona la encarnación de Cristo (7:14; 9:6) y la redención que El efectúa (cap. 53). Cristo vino como Dios hecho hombre, un Dios-hombre con dos naturalezas: la divina y la humana. Después de pasar por la muerte, entró en resurrección, y en ella, obtuvo muchos logros. Primero, introdujo Su humanidad en la divinidad, siendo designado Hijo primogénito de Dios en Su humanidad (Ro. 1:4). Después, en Su resurrección, los escogidos de Dios fueron regenerados juntamente con Cristo y en Cristo (1 P. 1:3).

  En Su resurrección, Cristo también fue hecho el Espíritu vivificante (1 Co. 15:45b), quien es la consumación del Dios Triuno. El Espíritu divino que lo es todo entra y regenera nuestro espíritu y se mezcla con él, logrando que Dios y el hombre, el hombre y Dios, sean uno en este espíritu mezclado. Los dos espíritus se mezclan como una sola entidad (1 Co. 6:17; Ro. 8:16). Este espíritu mezclado es el inicio del Cuerpo de Cristo y tendrá su consumación en la Nueva Jerusalén. Debemos darle importancia al espíritu mezclado. Si no tenemos claridad en cuanto a esto y le damos más importancia a lo externo, como lo hace el judaismo y el cristianismo, seremos distraídos e incluso engañados y desviados de la centralidad de la economía de Dios.

  Hoy Cristo es el Sumo Sacerdote celestial (He. 4:14), el Ministro que sirve en los cielos (8:1-2), el Mediador de un nuevo pacto (9:15) y el Ejecutor del nuevo testamento (9:16-17). Como tal, El no sólo opera en los cielos, sino también en nuestro espíritu regenerado, trayendo el cielo a nosotros y uniéndonos a nosotros a él. La manera de seguir a Cristo es permanecer, vivir, andar y centrar nuestro ser en el espíritu mezclado. Espontáneamente, esto propiciará que vivamos a Cristo, le magnifiquemos y seamos uno con El (Fil. 1:20-21). Una vida así, produce el Cuerpo de Cristo, la iglesia.

  Todas nuestras actividades, grandes o pequeñas, debemos realizarlas en el espíritu mezclado y conforme a él; todo debe concordar con las regulaciones bíblicas. La enseñanza bíblica nos exhorta y nos inspira a vivir y andar en el espíritu, y a hacerlo todo según el espíritu. Por ejemplo, la manera de peinarnos y la manera de hablar con nuestro cónyuge o con nuestros hijos, debe corresponder al espíritu. Cuando vamos a predicar el evangelio, no debemos relacionarnos con las personas según nuestro yo, sino conforme al espíritu mezclado. Además, en las reuniones de la iglesia, nuestros cánticos, oraciones, alabanzas y profecías, deben hacerse en el espíritu y conforme a él.

  Los cristianos de hoy saben del Espíritu Santo, pero muy pocos conocen al maravilloso Espíritu vivificante. En cuanto al Espíritu compuesto que lo es todo, hay cinco pasajes en la Palabra santa que son cruciales. Desgraciadamente, muchos cristianos no les dan importancia.

  El primer pasaje es Juan 7:39, que declara: “aún no había el Espíritu, porque Jesús no había sido aún glorificado”. El Espíritu estaba presente en la eternidad, y se menciona en Génesis 1:2, pero en Juan 7:39, este Espíritu aún no había sido consumado, porque Jesús no había sido aún glorificado. Cristo fue glorificado por medio de la muerte y la resurrección, (Lc. 24:26) y fue hecho el Espíritu vivificante.

  El segundo pasaje se halla en 1 Corintios 15:45, que dice: “Fue hecho ... el postrer Adán, Espíritu vivificante”. Contrario al concepto tradicional que algunos tienen acerca de la Trinidad, este versículo revela que, en resurrección, Cristo llegó a ser el Espíritu vivificante. El Espíritu vivificante es el Espíritu divino que da vida (Jn. 6:63a).

  El tercer pasaje, 2 Corintios 3:17, dice: “El Señor es el Espíritu”. El contexto de este capítulo muestra que el Señor mencionado en este versículo es el Cristo crucificado y resucitado, quien en Su resurrección fue hecho el Espíritu. Cuando lo miramos a El, somos transformados a Su imagen por el Señor Espíritu (v. 18), el Espíritu vivificante que es el Cristo resucitado.

  El cuarto pasaje se halla en el libro de Apocalipsis, que habla de los “siete Espíritus” (1:4; 3:1; 4:5; 5:6). El Espíritu vivificante, que es el Cristo pneumático, la consumación del Dios Triuno, se intensifica para ser los siete Espíritus.

  El quinto pasaje se encuentra en Exodo 30:23-25, que habla del aceite de la unción santa, que está compuesto de aceite de oliva, el cual representa al Espíritu de Dios, mezclado con cuatro especias: mirra, canela, cálamo y casia, que a su vez representan respectivamente la muerte de Cristo y la eficacia de ésta, Su resurrección y el poder de la misma. El aceite de la unción representa al Espíritu compuesto que nos unge (1 Jn. 2:20, 27).

  En el recobro del Señor debemos poner toda nuestra atención en el espíritu mezclado, el Espíritu mezclado con nuestro espíritu, y vivir y andar conforme a él.

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