Mostrar cabecera
Ocultar сabecera
+
!
NT
-
Navega rápidamente por los libros de vida del Nuevo Testamento
AT
-
Navega rápidamente por los libros de vida del Antiguo Testamento
С
-
Mensajes del libro «Estudio-Vida de 2 Tesalonicenses»
1 2 3 4 5 6 7
Чтения
Marcadores
Mis lecturas


Mensaje 3

PALABRAS DE CORRECCIÓN EN CUANTO AL CONCEPTO EQUÍVOCO QUE TENÍAN LOS CREYENTES ACERCA DEL DÍA DE LA VENIDA DEL SEÑOR

(2)

  Lectura bíblica: 2 Ts. 2:1-12; Dn. 9:24-27

  En el mensaje anterior examinamos las tres principales escuelas doctrinales respecto de la venida del Señor Jesús, Su parousía, y de nuestro encuentro, nuestro arrebatamiento, con Él. Éstas son las escuelas de la pretribulación, postribulación y la escuela que examina toda la parousía en detalle. También vimos que en 2 Tesalonicenses 2:1-12 Pablo da unas palabras de corrección respecto del concepto equívoco que tenían los creyentes acerca del día de la venida del Señor.

  En 2:1 Pablo habla de la venida de nuestro Señor Jesucristo y de nuestro encuentro con Él. En 2:2 y 3 Pablo les dice a los creyentes que no se dejen mover fácilmente en su modo de pensar, ni se conturben, ni por espíritu, ni por palabra, ni por carta como si fuera de los apóstoles, que les dijera que el día del Señor ya había llegado. Asimismo, les encarga que no permitan que nadie los engañe. Después de esto, Pablo les dice que el día del Señor no vendrá sin que antes venga la apostasía y se manifieste el hombre de iniquidad, el anticristo. En la actualidad, aunque el misterio de la iniquidad ya está operando, hay un factor que lo restringe; sin embargo, un día será quitado. Entonces se manifestará el inicuo. No obstante, el Señor Jesús lo matará con el aliento de Su boca, y lo destruirá con la manifestación de Su venida (parousía, v. 8). La venida del inicuo será conforme a la obra de Satanás, con todo poder, señales y prodigios de mentiras, y con todo engaño de injusticia entre los que perecen, por cuanto no recibieron el amor a la verdad para ser salvos. Por esto, Dios les enviará una fuerza de error, para que crean la mentira.

LAS SETENTA SEMANAS

  En el mensaje anterior hicimos notar que el hombre de iniquidad, el anticristo, se manifestará en la mitad de la última de las setenta semanas mencionadas en Daniel 9. Ahora, en este mensaje, quisiera decir algo más acerca de las setenta semanas de Daniel 9 en relación con las palabras de corrección que Pablo da en 2 Tesalonicenses 2:1-12.

Setenta semanas están divididas por el bien de Israel y de Jerusalén

  Daniel 9:24 dice: “Setenta semanas están divididas por el bien de tu pueblo y de tu santa ciudad, para terminar la transgresión, y poner fin al pecado, y hacer propiciación por la iniquidad, para traer la justicia eterna, y sellar la visión y al profeta, y ungir al santísimo”. En este versículo, una semana equivale a siete años. Por lo tanto, setenta semanas equivalen a setenta veces siete años, es decir, a cuatrocientos noventa años. A Daniel se le dijo que estas setenta semanas estaban divididas por el bien de “tu pueblo y de tu santa ciudad”. Eso significa que las setenta semanas están relacionadas con el pueblo de Daniel, los hijos de Israel, y con la santa ciudad, Jerusalén. Este versículo también habla de terminar la transgresión, de poner fin al pecado, de hacer propiciación por la iniquidad, de traer justicia eterna, de sellar la visión y al profeta, y de ungir al Santísimo. Si leemos este versículo con detenimiento, veremos que se refiere al fin de esta era. El traer justicia eterna se refiere al milenio, al reino de los mil años, cuando habrá justicia en la tierra. Por lo tanto, este versículo indica que las setenta semanas se extenderán hasta el fin de esta era y traerán el reino de los mil años.

Hasta el Mesías Príncipe

  Daniel 9:25 dice: “Sabe, pues, y entiende, que desde la salida de la orden para restaurar y edificar a Jerusalén hasta el Mesías Príncipe, habrá siete semanas, y sesenta y dos semanas; se volverá a edificar, con calle y foso, en tiempos angustiosos”. Las siete semanas de este versículo denotan cuarenta y nueve años. Si estudiamos los libros de Esdras y Nehemías, veremos que desde el tiempo en que el rey de Persia dio la orden de volver a edificar Jerusalén hasta que terminó la reedificación pasaron cuarenta y nueve años. El versículo 25 también habla de un período de sesenta y dos semanas. Esto equivale a cuatrocientos treinta y cuatro años. Las primeras siete semanas y las sesenta y dos semanas suman cuatrocientos ochenta y tres años. Esto nos deja la última semana, un período de siete años, para el futuro. Los primeros cuarenta y nueve años se empiezan a contar desde la orden de reedificar a Jerusalén hasta la culminación de dicha reedificación. Los cuatrocientos treinta y cuatro años se empiezan a contar a partir de la edificación de Jerusalén hasta el Mesías Príncipe. La última parte del versículo 25 dice que “se volverá a edificar, con calle y foso, en tiempos angustiosos”. Esto se refiere a la edificación que se llevó a cabo durante las primeras siete semanas, es decir, durante el primer período que se compone de cuarenta y nueve años.

El príncipe que ha de venir

  El versículo 26 dice: “Y después de las sesenta y dos semanas se quitará la vida al Mesías, y no tendrá nada; y el pueblo de un príncipe que ha de venir destruirá la ciudad y el santuario; y su fin será con inundación, y hasta el fin habrá guerra; las desolaciones están determinadas”. Las palabras “se quitará la vida” se refieren a la crucifixión de Cristo, el Mesías. Cristo murió, no por sí mismo, sino por nosotros. Él fue crucificado por nosotros.

  El “pueblo de un príncipe que ha de venir” se refiere al pueblo de Tito, un príncipe del Imperio Romano. En el año 70 d. de C. el ejército romano, bajo el liderazgo de Tito, destruyó por completo a Jerusalén y el templo, el santuario. La historia escrita por Josefo describe esta terrible destrucción.

  El versículo 27 dice: “Y él hará un pacto firme con muchos por una semana; a la mitad de la semana hará cesar el sacrificio y la oblación y los reemplazará con las abominaciones del desolador, hasta que una destrucción completa, la que está determinada, se derrame sobre el desolador”. El pronombre “él”, que aparece al comienzo de este versículo, es el “príncipe” mencionado en el versículo 26. No obstante, aquí en realidad se está refiriendo al anticristo venidero. En tipología, Tito prefigura al anticristo. Lo que él hizo en el año 70 d. de C., lo repetirá el anticristo en el futuro. Es por eso que la profecía de Daniel 9 considera a los dos como uno solo: el primero, Tito, es la figura anticipada, y el segundo, el anticristo, será el cumplimiento.

  El anticristo, quien es tipificado o prefigurado por Tito, según el versículo 27, “hará un pacto firme con muchos por una semana”. Este pacto será un acuerdo que se hará por un período de siete años. Estos siete años serán la última de las setenta semanas mencionadas en Daniel 9:24. A la mitad de la última semana, o sea, de los últimos siete años, el anticristo hará “cesar el sacrificio y la oblación”. Esto significa que impedirá que los judíos sigan ofreciendo sacrificios sobre el altar en el templo, y empezará a perseguir toda índole de religión.

La era de la iglesia considerada como un paréntesis

  Desde la salida de la orden para reedificar la ciudad de Jerusalén hasta la culminación de la reedificación pasaron cuarenta y nueve años, o sea, siete semanas. Luego, desde que se terminó la reedificación hasta la crucifixión de Cristo pasaron sesenta y dos semanas, o sea, cuatrocientos treinta y cuatro años. Después de la crucifixión de Cristo, hay una pausa en el cumplimiento de las setenta semanas. Esta pausa terminará al comienzo de los últimos siete años de esta era.

  En los cuatro Evangelios el Señor Jesús dijo que a causa de Su crucifixión, Dios abandonaría a los hijos de Israel. Por lo tanto, la historia de ellos quedó interrumpida a partir de la cruz, y de ahí en adelante Dios los ha tenido abandonados, aunque, en realidad, Dios sólo los ha desechado temporalmente. A partir de entonces la historia divina empezó a llevarse a cabo con la iglesia. Eso significa que la historia de la iglesia es el período comprendido entre el final de la semana sexagésima nona y el comienzo de la semana septuagésima. En otras palabras, la era de la iglesia corresponde al período durante el cual se suspende el cumplimiento de las setenta semanas. También podemos decir que la era de la iglesia, es decir, la historia de la iglesia representa, de principio a fin, un paréntesis en la historia de los hijos de Israel.

  Este entendimiento concuerda perfectamente con lo revelado en algunas de las parábolas que refirió el Señor Jesús en el Evangelio de Mateo. Por ejemplo, la parábola de Mateo 21:33-46 habla de la transferencia del reino de Dios. En esta parábola, la viña es la ciudad de Jerusalén, y los viñadores son los líderes de los israelitas. En Mateo 21:41 dice: “Le dijeron: A esos malvados los destruirá miserablemente, y arrendará la viña a otros viñadores que le paguen el fruto a su tiempo”. Esto se cumplió cuando el príncipe romano, Tito, y su ejército destruyeron a Jerusalén en el año 70 d. de C.

  En la parábola de la fiesta de bodas el Señor Jesús dice: “El rey, entonces, se enojó; y enviando sus tropas, destruyó a aquellos homicidas, y quemó su ciudad” (Mt. 22:7). Éstas fueron las tropas romanas que, bajo el liderazgo de Tito, destruyeron a Jerusalén. Mateo 22:9 indica que la predicación del Nuevo Testamento se ha vuelto a los gentiles: “Id, pues, a las encrucijadas de los caminos, y llamad a las bodas a cuantos halléis”.

La septuagésima semana, el milenio y la eternidad

  Estas parábolas indican que, después de la crucifixión del Señor Jesús, Dios abandonó a los hijos de Israel y centró Su atención en la iglesia. Por lo tanto, a partir de la crucifixión de Cristo, se da una pausa en la historia de los hijos de Israel. Esta pausa se extenderá hasta el final de la era de la iglesia, cuando Dios una vez más visitará a los hijos de Israel. Entonces tendrá inicio la última de las setenta semanas de Daniel. Después de la septuagésima semana, vendrá el milenio, el reinado de Cristo, donde Cristo reinará en la tierra por mil años. Después del milenio vendrá el cielo nuevo y la tierra nueva con la Nueva Jerusalén. Esto será la eternidad.

El quebrantamiento del pacto

  El anticristo será extraordinariamente poderoso. Por esta razón, los judíos le temerán y se verán obligados a hacer un acuerdo, un pacto, con él, pacto que supuestamente duraría siete años. Según dicho pacto, el anticristo les prometerá a los judíos que no se opondrá a su religión. Sin embargo, en la mitad de la última semana, los últimos siete años, el anticristo quebrantará este pacto y obligará a los judíos a cesar los sacrificios. Asimismo, se sentará en el templo de Dios y se proclamará Dios. Refiriéndose al anticristo, el hombre de iniquidad, 2 Tesalonicenses 2:4 dice: “El cual se opone y se exalta sobre todo lo que se llama Dios o es objeto de culto; tanto que se sienta en el templo de Dios, proclamándose Dios”.

  En la Biblia, la última de las setenta semanas se divide en dos secciones. Lo que divide esta semana en dos secciones es el hecho de que el anticristo quebranta el pacto con los judíos, les prohíbe seguir ofreciendo sacrificios y se sienta en el templo. La Biblia no dice mucho acerca de la primera mitad de la septuagésima semana; no obstante, describe muy detalladamente la segunda mitad. A esta segunda mitad se le llama “tiempo, y tiempos, y la mitad de un tiempo”, esto es, tres años y medio; también se le describe como cuarenta y dos meses, o mil doscientos sesenta días (Ap. 11:2-3; 13:5).

EL DESCENSO DEL SEÑOR DEL TRONO AL AIRE

  Mientras el anticristo actúa en la tierra, el Señor Jesús empezará a desplazarse de los cielos al aire. No se nos dice claramente en qué momento el Señor lo hará. Como resultado de un esmerado estudio, yo diría que empezará a suceder muy poco antes de la mitad de los últimos siete años. Apocalipsis 12 nos muestra que el hijo varón será arrebatado al trono de Dios. El libro de Apocalipsis también nos muestra que los últimos tres años y medio comenzarán después que el hijo varón sea arrebatado. Cuando el hijo varón sea arrebatado, el Señor Jesús aún estará en el trono en el cielo.

  Además, los ciento cuarenta y cuatro mil, las primicias para Dios y para el Cordero, mencionados en Apocalipsis 14, también serán arrebatados al trono de Dios. Estas ciento cuarenta y cuatro mil primicias no serán llevadas al aire, sino a los cielos, al monte Sion celestial. El arrebatamiento de las primicias a los cielos es tipificado por las primicias de Éxodo 23:19, las cuales eran llevadas a la casa de Jehová para Su disfrute: “Las primicias de los primeros frutos de tu tierra traerás a la casa de Jehová tu Dios”. Según Apocalipsis 14, la cosecha, la mayoría de los creyentes, será dejada en la tierra para que pase por la segunda mitad de los últimos siete años, período conocido como la gran tribulación. Poco después de que el hijo varón y las primicias sean arrebatados al trono, el Señor Jesús probablemente empezará Su descenso del trono a los aires, escondido dentro de una nube.

LA SIEGA DE LA COSECHA

  ¿En qué lugar de este cuadro encaja 1 Tesalonicenses 4? El arrebatamiento mencionado en 1 Tesalonicenses 4 debe de corresponder a la siega de la cosecha de Apocalipsis 14. Esta cosecha será segada, arrebatada, probablemente al final de los últimos tres años y medio. Eso significa que la cosecha será segada justamente al final de la gran tribulación.

  En 2 Tesalonicenses 2:3 Pablo dice: “Nadie os engañe en ninguna manera; porque no vendrá [el día del Señor] sin que antes venga la apostasía, y se manifieste el hombre de iniquidad, el hijo de perdición”. Después de la apostasía y de que se manifieste el hombre de iniquidad, ocurrirá la manifestación de la parousía del Señor. La manifestación del anticristo se llevará a cabo durante los últimos siete años. La manifestación del anticristo tiene que ocurrir primero, y después tendrá lugar la manifestación de la parousía del Señor.

  En el versículo 8 Pablo dice: “Y entonces se manifestará aquel inicuo, a quien el Señor Jesús matará con el aliento de Su boca, y destruirá con la manifestación de Su venida”. Esto indica que la venida (parousía) del Señor se efectuará de manera oculta antes de que se manifieste abiertamente. También indica que la venida del Señor durará cierto tiempo. Se mantendrá en secreto por algún tiempo y después se manifestará públicamente. La parousía del Señor ocurrirá en secreto durante los últimos tres años y medio; luego, cuando el Señor Jesús dé muerte al anticristo, Su parousía se manifestará. De manera que, la parousía del Señor comenzará cuando Él descienda de los cielos al aire, y culminará cuando Él se manifieste públicamente.

Biblia aplicación de android
Reproducir audio
Búsqueda del alfabeto
Rellena el formulario
Rápida transición
a los libros y capítulos de la Biblia
Haga clic en los enlaces o haga clic en ellos
Los enlaces se pueden ocultar en Configuración