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Mensajes del libro «Estudio-Vida de Filipenses»
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Mensaje 4

LOS DISTINTOS MOTIVOS POR LOS QUE SE PREDICA A CRISTO

  Lectura bíblica: Fil. 1:15-21

  En Filipenses 1:7-11, Pablo menciona varias expresiones importantes. El habla de la defensa y la confirmación del evangelio, del pleno conocimiento, de todo discernimiento, de poner a prueba y aprobar las cosas que difieren por su excelencia, y del fruto de la justicia. En el versículo 8, incluso hace referencia al “entrañable amor de Cristo”. La clave para entender estos versículos y todas las palabras y expresiones que estos contienen es nuestra experiencia de Cristo. De hecho, esta es la llave que nos abre la epístola de Filipenses. Es correcto afirmar que la defensa del evangelio, la confirmación del evangelio, el conocimiento, el discernimiento, el poner a prueba y aprobar las cosas que difieren por su excelencia, la pureza y el fruto de la justicia, son simplemente Cristo. Sí, la defensa del evangelio es Cristo mismo, pues sin El no podemos defender el evangelio. Cristo es quien nos capacita para defenderlo, no nuestra elocuencia. Podemos predicar el evangelio y aun mencionar muchas veces el nombre de Cristo, sin que El sea la realidad de nuestras palabras. Esta clase de predicación no ministra Cristo a los demás. La única manera de defender el evangelio es ministrar a Cristo. Del mismo modo, Cristo es también la confirmación del evangelio, puesto que El es el centro del evangelio. Aparte de El, tampoco podemos confirmar el evangelio.

  Por otra parte, el conocimiento y el discernimiento verdaderos también son Cristo. Si experimentamos a Cristo día tras día, seremos llenos de conocimiento y discernimiento. No discerniremos las cosas según nuestra habilidad natural, sino por medio del Cristo que vive en nosotros. Nuestra experiencia de Cristo nos hará personas sabias y muy perceptivas. El Cristo que mora en nosotros llegará a ser nuestra percepción de las cosas. Cuando era joven, buscaba al Señor con toda sinceridad. Sin embargo, no sabía que Cristo podía ser mi discernimiento y mi percepción. Pero con el tiempo me he dado cuenta de que El es la capacidad que me permite distinguir la verdadera naturaleza de las cosas. El Cristo que vive en mí es mi percepción.

  Cuando leamos Filipenses, no debemos perder de vista que el tema y el énfasis de este libro es experimentar a Cristo. Este debe ser el factor que gobierne nuestro entendimiento de esta epístola. Cada aspecto de este libro está regido por este tema. Es por eso que decimos que nuestra experiencia de Cristo es la llave que nos abre la epístola de Filipenses. Si usamos esta llave para entender cada versículo y cada frase, descubriremos que lo único que a Pablo le interesaba cuando escribió esta carta era hablar acerca de la experiencia de Cristo. Por ejemplo, al sufrir por el evangelio, podemos disfrutar de la gracia, y disfrutar de la gracia es experimentar a Cristo. Filipenses 3 no menciona la gracia, sino el poder de la resurrección de Cristo. Sin embargo, el poder de la resurrección mencionado en el capítulo tres corresponde a la gracia en el capítulo uno. Además, la comunión de los padecimientos de Cristo es sufrir por el evangelio. Esto indica que debemos experimentar a Cristo aun mientras sufrimos por el evangelio. Así que, aunque Pablo usa diferentes expresiones en este libro, todas se relacionan con el mismo tema: experimentar a Cristo. Por consiguiente, si deseamos entender esta epístola, debemos leerla a la luz de su tema principal.

  En este mensaje hablaremos de los diferentes motivos por los que se predica a Cristo. De acuerdo con 1:15-17, algunos predicaban a Cristo por envidia y contienda, movidos por la ambición; mientras que otros lo hacían por amor, con una motivación pura y genuina. En este respecto, la situación actual es exactamente la misma que la que afrontó Pablo en el primer siglo. En la época en que él escribió la epístola a los filipenses, algunos predicaban a Cristo con distintos motivos. Lo mismo sucede hoy en día.

I. ALGUNOS PREDICABAN A CRISTO CON UN MOTIVO IMPURO

  En 1:15, Pablo declara: “Algunos predican a Cristo por envidia y contienda”. La palabra “algunos” se refiere a los cristianos que se oponían a Pablo y a su ministerio (2 Co. 10:7; 11:22-23). Aun en el tiempo de Pablo había ciertas personas que envidiaban la influencia que ejercía Pablo y, debido a esto, predicaban el evangelio, tratando de competir con él. Como lo indica la palabra griega traducida “contienda”, estas personas predicaban a Cristo con un espíritu divisivo y por partidismo. En 1:17, Pablo añade que estas personas anunciaban a Cristo “por ambición egoísta, no con intenciones puras, pensando añadir aflicción a mis prisiones”. La palabra griega traducida ambición egoísta denota la búsqueda de un interés propio, rivalidad y sectarismo; y la palabra aflicción también puede traducirse opresión. Los que anunciaban a Cristo por ambición, hacían que las prisiones de Pablo lo presionaran aún más, depreciándolo a él y a su ministerio, mientras que él se encontraba privado del ejercicio de su predicación.

  Pablo pasaba por aflicciones y se hallaba en cadenas no por predicar el evangelio, sino por defenderlo. Debido a que los judaizantes habían mezclado el evangelio con la ley y la circuncisión, Pablo tuvo que defenderlo. Esto fue precisamente lo que provocó el tumulto que lo puso en cadenas (Hch. 21:27-36).

II. OTROS PREDICABAN A CRISTO CON UNA INTENCION PURA

  En 1:15, Pablo declara que algunos predicaban a Cristo de buena voluntad. Estos tenían comunión con el apóstol, participaban con él en la predicación del evangelio y también colaboraban con él en la defensa de dicho evangelio. Tales personas predicaban a Cristo por amor.

  En la actualidad, entre los cristianos existe el concepto de que, mientras creamos que Cristo es nuestro Salvador, adoremos al mismo Dios, enseñemos la Biblia y prediquemos el evangelio, todo estará bien. Pero aunque todos los cristianos crean en el mismo Señor, adoren al mismo Dios, enseñen la misma Biblia y prediquen el evangelio, es posible que todavía existan distintos motivos para predicar a Cristo. Las palabras de Pablo en 1:15-17 muestran claramente que, incluso en el primer siglo, no todos los cristianos predicaban a Cristo de una manera genuina. Pablo predicaba a Cristo y los creyentes judaizantes también lo hacían, pero la manera y los motivos eran muy distintos.

  Debido a que existen diferentes maneras de predicar a Cristo, necesitamos conocimiento y discernimiento. Es por eso que Pablo oró para que el amor de los filipenses “abundara aun más y más en pleno conocimiento y en todo discernimiento” (1:9). Debemos discernir los diferentes motivos por los que la gente predica. Los cristianos predican a Cristo en el mundo entero, pero no debemos pensar que por el hecho de que prediquen a Cristo, todo está bien. Debemos percibir que existen diferentes motivos para predicar a Cristo, y tener la capacidad de discernir cada uno de ellos. Por lo tanto, en este mensaje, hablaremos de los diferentes motivos por los que se predica a Cristo.

  En relación con el evangelio, Pablo usa en este libro varias expresiones que son muy significativas, por ejemplo: la “comunión en el progreso del evangelio” (1:5), “la defensa y confirmación del evangelio” (1:7), “el avance del evangelio” (1:12) y “la fe del evangelio” (1:27). Debemos conocer el significado de estos aspectos del evangelio y no pasarlos por alto. Siempre que leamos dichas expresiones en Filipenses, ellas deben producir una respuesta genuina en nosotros.

  Los cristianos hablan mucho acerca de la predicación del evangelio, pero muy poco de la comunión en el progreso del evangelio. Para muchos de nosotros, esta no es una expresión familiar y tal vez ni siquiera la usemos. Es posible que incluso nos suene como una expresión tomada de otro idioma. El hecho de que el vocabulario de Pablo no nos sea familiar, indica que aún seguimos bajo la influencia de nuestro trasfondo religioso. Aprendamos a usar las mismas expresiones que usó Pablo con relación al evangelio. Hablemos de la comunión en el progreso del evangelio, de la defensa del evangelio, de la confirmación del evangelio, del avance del evangelio, y de la fe del evangelio.

  En la actualidad muchos cristianos predican el evangelio, pero lo hacen fuera de la comunión en el progreso evangelio. Tampoco participan en su defensa ni hacen nada por confirmarlo. Es posible que dicha predicación no contribuya al avance del evangelio, y que ellos mismos no sepan lo que es la fe del evangelio. Como resultado, se presentan distintas maneras de predicar a Cristo. Cuando Pablo predicaba a Cristo, dicha predicación incluía la comunión, la defensa, la confirmación, el avance y la fe. Los creyentes judaizantes, por su parte, predicaban a Cristo de una manera totalmente distinta. Ellos, en lugar de predicar a Cristo siguiendo el camino de la comunión, predicaban a Cristo por envidia; y en lugar de predicar a Cristo buscando defender el evangelio, lo predicaban con un espíritu de contienda. Sin duda alguna, ellos predicaban a Cristo, pero su predicación no contribuía a la confirmación del evangelio. Por el contrario, predicaban a Cristo por rivalidad, con un espíritu divisivo y por ambición. En dicha predicación no se hallaban los aspectos positivos del evangelio, sino únicamente envidias, contiendas y rivalidades. Tal predicación no contribuía al avance del evangelio.

  En principio, la situación actual es similar a la de los tiempos del apóstol Pablo. Actualmente muchos predican a Cristo, pero en su predicación podemos discernir que hay envidias, contiendas y rivalidad, que es lo contrario de la comunión, la defensa, la confirmación, el avance y la fe del evangelio. Por lo tanto, debemos adoptar el vocabulario de Pablo y, de una manera apropiada, con humildad y amor, compartir esto con todos los creyentes que estén dispuestos a escucharnos. Tal vez el Señor propicie que muchos jóvenes tengan la oportunidad de compartir con sus padres lo que Pablo quería decir cuando habló de la comunión en el progreso del evangelio, y de la defensa y la confirmación del evangelio.

  La Biblia es muy profunda, y no debemos conformarnos con entenderla superficialmente. Al estudiarla, lo único que debe preocuparnos es la Palabra pura, y no las tradiciones preservadas por siglos ni las opiniones emitidas durante los concilios de la iglesia. Debemos aprender a sumergirnos en las profundidades de la Palabra, indagando el verdadero significado de las diferentes palabras, términos y expresiones. Luego, debemos usar la terminología de la Biblia en nuestras conversaciones. No nos interesan las tradiciones ni la teología sistemática. Lo único que nos interesa es la Palabra santa de Dios.

  Al familiarizarnos con los términos usados por Pablo en relación con el evangelio, nos daremos cuenta de que muchas de las enseñanzas de hoy en cuanto al evangelio son muy superficiales. Han existido predicadores y maestros de la Biblia que han descubierto algunos tesoros en la Palabra. Sin embargo, entre los que los siguieron, muchos descuidaron estas riquezas, valorando más el trasfondo teológico tradicional que el verdadero entendimiento de la Palabra. Pero nosotros, en el recobro del Señor, no debemos conformarnos con una predicación superficial del evangelio; más bien debemos regresar a la Biblia y cavar en las riquezas que ella contiene. Por la misericordia del Señor, los que estamos en el recobro, disfrutamos de estas riquezas. ¡Cuánto le agradecemos al Señor por ello!

  En la actualidad, la predicación en su mayoría no es sana. Le ofrece algo a las personas, pero no es un alimento saludable. Se trata más bien de un alimento “endulzado”, agradable al paladar, pero sin valor nutritivo. Por tanto, debemos ser capaces de discernir entre esta predicación y la predicación de Cristo que es conforme a la economía de Dios.

III. NO OBSTANTE, EL APOSTOL SE GOZABA DE QUE CRISTO FUERA ANUNCIADO

  En 1:18, Pablo declara: “¿Qué, pues? Que no obstante, de todas maneras, o por pretexto o con veracidad, Cristo es anunciado; y en esto me gozo; sí, me gozaré aún”. El corazón de Pablo estaba tan ensanchado por la gracia, que aun se regocijaba de que sus opositores predicaran a Cristo por pretexto. ¡Cuán recto era su espíritu! Este era el resultado de la operación de la vida, naturaleza y mente de Cristo, quien vivía en el apóstol. La experiencia que él tenía de Cristo era su disfrute. Tal vida le permitía regocijarse sin importar cuáles fueran las circunstancias.

IV. AMBAS MANERAS DE PREDICAR A CRISTO RESULTARON EN SU SALVACION

  En 1:19 Pablo añade: “Porque sé que por vuestra petición y la abundante suministración del Espíritu de Jesucristo, esto resultará en mi salvación”. Pablo sabía que ambas maneras de predicar a Cristo resultarían en su salvación. En este versículo, la salvación se refiere a ser sustentado y fortalecido para vivir a Cristo y magnificarlo. Pablo se encontraba en una circunstancia que le obligaba a experimentar a Cristo y a disfrutar de El más intensamente por medio de la abundante suministración del Espíritu de Jesucristo. El experimentó la salvación de Dios en el nivel más elevado. La experiencia de esta salvación está totalmente relacionada con el disfrute y la experiencia de Cristo.

  Las circunstancias en que se encontraba Pablo lo motivaban a vivir y a magnificar a Cristo. El aprovechaba las situaciones producidas por las diferentes clases de predicación del evangelio para experimentar a Cristo, vivirlo y magnificarlo. Hoy en día, nosotros nos encontramos en la misma situación. Por un lado, no aprobamos ciertas formas de predicar a Cristo; pero por otro, debemos aprender a regocijarnos por el hecho de que Cristo sea anunciado. Si tenemos tal actitud, la situación anormal producida por las diferentes clases de predicación de Cristo, nos estimulará a disfrutar a Cristo, a vivirlo y magnificarlo, de la misma manera que lo hizo Pablo.

  Si participamos en comunión en el progreso del evangelio, y si nos preocupamos por defenderlo y confirmarlo buscando el avance de dicho evangelio, nuestra predicación será sana. Estos aspectos salvaguardan la verdadera predicación del evangelio. Las iglesias que fueron levantadas en Suramérica ejemplifican este principio. En 1959, algunos hermanos se mudaron a Brasil con la carga de extender el recobro del Señor en este país. Durante los primeros diez años, estos hermanos pasaron por muchas aflicciones. Pero en los siguientes once años, más de cincuenta iglesias fueron establecidas en diferentes países de Suramérica. Uno de los hermanos que tomaron la delantera en este asunto no es un buen orador. Sin embargo, debido a que su predicación fue llevada a cabo en la comunión del evangelio, y para el avance, defensa y confirmación del evangelio, el Señor lo usó para establecer estas iglesias. ¡Alabamos al Señor por lo que El ha hecho en Suramérica por medio de dicha predicación apropiada y sana! Espero que aprendamos a discernir las distintas maneras en que se predica a Cristo, y en especial, que podamos distinguir cuál es la predicación sana y genuina, y la que no lo es.

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