Mostrar cabecera
Ocultar сabecera
+
!
NT
-
Navega rápidamente por los libros de vida del Nuevo Testamento
AT
-
Navega rápidamente por los libros de vida del Antiguo Testamento
С
-
Mensajes del libro «Estudio-Vida de Filipenses»
Чтения
Marcadores
Mis lecturas


Mensaje 51

SER HALLADOS EN CRISTO TENIENDO LA JUSTICIA DE DIOS POR MEDIO DE LA FE

  Lectura bíblica: Fil. 3:7-9; Gá. 2:19-20

  Filipenses 3:9 dice: “Y ser hallado en El, no teniendo mi propia justicia, que es por la ley, sino la que es por medio de la fe en Cristo, la justicia procedente de Dios basada en la fe”. Este versículo muestra que la justicia de Pablo estaba íntimamente relacionada con la ley. Si queremos ser hallados en Cristo, hay un requisito que debemos cumplir: no tener nuestra propia justicia que es por la ley, sino la que es por medio de la fe en Cristo, es decir, la justicia procedente de Dios basada en la fe. Por lo tanto, el título de este mensaje es: “Ser hallados en Cristo teniendo la justicia de Dios por medio de la fe”. Podemos ser hallados en Cristo cuando tenemos la justicia de Dios, y esta justicia es por medio de la fe de Cristo.

LA EXCELENCIA DEL CONOCIMIENTO DE CRISTO

  En Filipenses 3:8 Pablo habla de “la excelencia del conocimiento de Cristo Jesús”. Esta expresión ciertamente no se refiere al conocimiento que Cristo tiene, sino a nuestro conocimiento de El, es decir, al conocimiento que nos permite conocer lo maravilloso que Cristo es. Dicho conocimiento tiene su excelencia.

  Pablo obtuvo la excelencia del conocimiento de Cristo por revelación. Mientras estuvo en el judaísmo, él se hallaba bajo la ley. La ley ocupaba su visión y sus pensamientos. El buscaba el conocimiento de la ley con toda sinceridad. Para él, dicho conocimiento era tan excelente, que estaba dispuesto a sacrificarlo todo para obtenerlo. Sin embargo, un día, mientras iba camino a Damasco, el Señor le abrió los ojos para que viera la economía de Dios con respecto a Cristo. Desde aquel momento, Pablo se volvió de la excelencia del conocimiento de la ley, a la excelencia del conocimiento de Cristo.

  Las epístolas de Gálatas, Efesios, Filipenses y Colosenses revelan que Cristo no solamente lo es todo, sino que también lo abarca todo. Cristo es la anchura, la longitud, la altura y la profundidad. Como tal, Sus dimensiones son inmensurables. ¿Quién puede medir Su altura o Su profundidad? Pedro recibió la revelación de que Cristo era el Hijo del Dios viviente que edifica la iglesia, pero no tuvo una visión tan clara de Cristo como la de Pablo. La revelación que Pablo recibió, resultó en el excelente conocimiento de lo vasto que Cristo es.

  Pablo estaba dispuesto a perderlo todo y a estimar todas las cosas como basura por la excelencia de este conocimiento. Una vez que él recibió la revelación acerca de Cristo, todo lo demás llegó a ser basura, desperdicios y escoria para él. Espontáneamente, él comprendió que no sólo la religión era basura, comida de perros, sino también la cultura. ¿Por qué Pablo estimaba todas las cosas como pérdida? Por causa de la excelencia del conocimiento del Cristo, quien lo es todo y lo abarca todo. Asimismo, él estuvo dispuesto a estimar todas las cosas como pérdida para ganar a Cristo.

GANAR A CRISTO Y SER HALLADOS EN EL

  El hecho de que hayamos recibido la revelación de Cristo, no implica que ya lo hayamos obtenido. De hecho, después de que Pablo recibió la revelación de Cristo, aún necesitaba proseguir para ganarlo. De la misma manera, es posible que nosotros poseamos la excelencia del conocimiento de Cristo, pero no poseamos a Cristo en nuestra experiencia. Por consiguiente, debemos buscar a Cristo a fin de ganarlo, tal como lo hizo Pablo.

  Al final del versículo 8 Pablo habla de ganar a Cristo, y en el versículo 9, expresa el deseo de ser hallado en El. Estos son dos aspectos de una misma experiencia. Pablo deseaba ganar a Cristo y ser hallado en El. Una cosa es tener la excelencia del conocimiento de Cristo, y otra es ganarlo y ser hallado en El. Es posible recibir la revelación de que Cristo lo es todo y lo abarca todo, y aun así, ser hallados en la ética, en la cultura o en nuestra buena conducta, en vez de ser hallados en Cristo. Si alguien va a visitarlo a su casa, ¿lo hallará en Cristo? Quizás usted declare: “¡Aleluya, estoy en Cristo! He sido trasladado de Adán a Cristo”. Sin embargo, esta puede ser una simple declaración, y no la realidad de su experiencia.

  En 2:14 Pablo declara: “Haced todo sin murmuraciones y argumentos”. Tal vez seamos hallados en murmuraciones y argumentos en vez de ser hallados en Cristo. Por ejemplo, supongamos que una esposa murmura de su marido y que éste reacciona con argumentos. En tal caso, ni la esposa ni el marido son hallados en Cristo.

  Hemos dicho en repetidas ocasiones que Cristo es contrario a la religión, a la cultura y a la filosofía. No obstante, la mayor parte del tiempo somos hallados en nuestra propia cultura, en la religión que nosotros mismos nos imponemos y en la filosofía creada por nosotros mismos. Puede ser que establezcamos ciertas normas para nuestra vida matrimonial o para nuestra vida de iglesia, y que, debido a ello, no seamos hallados en Cristo, sino en dichas normas. Las normas que establecemos pueden ser el origen de nuestras murmuraciones, argumentos y críticas; incluso podemos usarlas como una regla para medir a los demás. ¡Oh, es crucial que una vez que tengamos la excelencia del conocimiento de Cristo, procuremos ganar a Cristo y ser hallados en El!

UN REQUISITO INDISPENSABLE

  Ya dijimos que si deseamos ser hallados en Cristo tenemos que cumplir un requisito, a saber, no tener nuestra propia justicia que es por la ley, sino la justicia procedente de Dios basada en la fe. A veces pensamos que tenemos la experiencia de ser hallados en Cristo. Pero a menos que cumplamos con el requisito antes mencionado, no tendremos la realidad de dicha experiencia. Repetimos que para ser hallados en Cristo es imprescindible tener la justicia de Dios que es por medio de la fe de Cristo. La expresión “teniendo la justicia de Dios” que aparece en el título de este mensaje, alude a la condición necesaria para ser hallados en Cristo de forma práctica. Por consiguiente, lo más crucial aquí es la justicia de Dios.

LA JUSTICIA DE DIOS Y NUESTRA PROPIA JUSTICIA

  A estas alturas, quisiera presentar una nueva definición o interpretación de la justicia mencionada en 3:9. En este versículo, la palabra justicia se refiere al hecho de ser justos con Dios y con los hombres, en nuestra vida diaria. En 3:6 Pablo habla de su pasado, donde declara que llegó a ser irreprensible “en cuanto a la justicia que es en la ley”. Antes de ser trasladado a Cristo, Pablo había sido un fariseo irreprensible en cuanto a la ley, y pensaba que en su vida diaria se comportaba rectamente con los hombres y con Dios. Pero en realidad, él no era justo con Dios bajo ningún punto de vista. La única justicia que puede resultar en una conducta verdaderamente justa para con Dios y con los hombres, debe ser una justicia que proceda de Dios. La expresión “la justicia de Dios” no sólo significa que la justicia pertenece a Dios, sino que ésta es Dios mismo. Lo mismo sucede con expresiones tales como “la vida de Dios”, “la luz de Dios” y “el amor de Dios”, las cuales no sólo implican que la vida, la luz y el amor pertenecen a Dios. La vida de Dios es Dios mismo. Lo mismo podemos decir en cuanto a la luz y el amor; Dios mismo es la luz y el amor. Este mismo principio se aplica a la justicia de Dios. Así como la vida y la luz de Dios son Dios mismo, la justicia de Dios también es Dios mismo. Por consiguiente, sólo podemos llevar una vida justa con Dios y con los hombres cuando Dios se expresa en nuestra vida diaria.

  Podemos ver esto claramente cuando examinamos lo que es nuestra propia justicia. Nuestra propia justicia es la expresión de lo que somos, o sea, la expresión de nuestro yo. Mi justicia no es otra cosa que mi yo expresado, mientras que la justicia de Dios es Dios expresado por medio nuestro; Dios mismo es expresado en nuestra vida, cotidiana. Así, el amor con que amamos a otros es Dios mismo expresado. Del mismo modo, nuestra humildad ya no estará más basada en la ética, sino que será una humildad divina, Dios mismo expresado a través de nosotros. Por lo tanto, si deseamos ser hallados en Cristo, es imprescindible que El sea expresado por medio de nosotros, y que incluso llegue a ser nuestro vivir diario.

  Cuando era joven, pensaba que la justicia mencionada en el versículo 9 se refería a la justicia que Dios nos otorga mediante la justificación. Sin embargo, en lo profundo de mi ser sentía que éste no era el significado correcto de la justicia mencionada en este versículo. Pero años después, pude ver que la justicia mencionada en 3:9 era en realidad Dios mismo expresado en nuestro diario vivir. Si aspiramos a esta justicia, debemos llevar una vida que exprese a Dios. Este es el requisito que debemos cumplir si verdaderamente hemos de ser hallados en Cristo.

LA FE DE CRISTO

  Ahora debemos preguntarnos: ¿Cómo puede la justicia convertirse en nuestro vivir diario? Esto sólo puede efectuarse por medio de la fe de Cristo. Así como la justicia de Dios es Dios mismo, la fe de Cristo es Cristo mismo. La fe de Cristo no es simplemente algo que pertenece a Cristo, sino que en realidad es Cristo mismo. Dicha fe sólo llega ser nuestra cuando oímos la Palabra. Al recibir la Palabra, el elemento de Cristo se infunde en nosotros. Al mismo tiempo, experimentamos la función del Espíritu. El resultado de esta infusión y de esta función es la fe, la cual establece una unión orgánica entre nosotros y el Dios Triuno. Esta fe, que es en realidad Cristo mismo, nos une orgánicamente con Dios. En dicha unión, nosotros y Dios somos hechos un solo espíritu. De este modo, nosotros vivimos, y Dios vive en nosotros; Dios vive, y nosotros vivimos en El.

  No pensemos que solamente nosotros estamos en Dios y que El no está en nosotros, ni tampoco que solamente Dios está en nosotros y que nosotros no estamos en El. Antes bien, debemos darnos cuenta de que existe una relación entre nosotros y Dios, que nosotros estamos en Dios y El está en nosotros. Esta es la razón por la cual el Señor Jesús dijo: “Permaneced en Mí, y Yo en vosotros” (Jn. 15:4).

  Tenemos la justicia de Dios mediante la unión orgánica con el Dios Triuno, la cual nos lleva a ser un solo espíritu con El. Ciertamente, la justicia de Dios no tiene nada que ver con la ley, sino únicamente con la fe. En esta unión orgánica que se produce por medio de la fe, nosotros podemos vivir a Dios, y El puede expresarse desde nuestro interior, llegando a ser nuestra justicia. Una vez que tenemos esta justicia, nuestra condición es propicia para ser hallados en Cristo. Este es un pensamiento muy profundo, pero si logramos entenderlo, experimentaremos el aspecto más elevado de la salvación de Dios y seremos rescatados de todo lo demás. Espero que todos anhelemos ganar a Cristo y ser hallados en El en tal condición.

EL ESPIRITU Y LA PALABRA

  Si queremos entender apropiadamente Filipenses 3:9, debemos examinar este versículo dentro del contexto de toda la epístola. En 1:19, Pablo habla de la abundante suministración del Espíritu de Jesucristo. Dicha suministración no es simplemente algo que pertenece al Espíritu; en realidad es el Espíritu mismo. Bajo este mismo principio, la frase “el Espíritu de Jesucristo” no quiere decir simplemente que el Espíritu pertenece a Cristo, sino que el Espíritu es el propio Cristo. Así como el Hijo de Dios es Dios mismo, el Espíritu de Cristo es Cristo mismo. Cristo es el Espíritu y el Espíritu es la suministración abundante.

  En Filipenses 2:16 Pablo continúa hablando de la palabra de vida. Recordemos que la palabra de vida no es simplemente algo que pertenece a la vida, sino que de hecho, es la vida misma. En el lenguaje del Nuevo Testamento, la palabra de vida denota la vida misma. En 1 Juan 1:1 se menciona la Palabra de vida, y en Juan 6:63, el Señor Jesús declara que Sus propias palabras son vida. En Filipenses, por un lado, tenemos al Espíritu de Jesucristo como el suministro, y por otro, a la palabra de vida como el medio.

  Debemos considerar los primeros tres capítulos de Filipenses en conjunto y ver la relación que existe entre la suministración del Espíritu, la palabra de vida y la justicia procedente de Dios basada en la fe. Cuando en nuestra experiencia tenemos el Espíritu, la palabra y la fe, Dios mismo se infunde en nosotros. De esta manera, el Dios que se infunde en nosotros llega a ser nuestro diario vivir, a lo cual Pablo llamó: la justicia de Dios.

DIOS MISMO SE INFUNDE EN NOSOTROS

  Cuando tenemos la suministración del Espíritu, la palabra de vida y la justicia de Dios que es por medio de la fe, Dios mismo se infunde en nosotros, y de esta manera, El puede expresarse en nuestro diario vivir. Esta clase de vivir puede denominarse la justicia de Dios, lo cual no consiste simplemente en ganar a Cristo, sino en experimentarlo y disfrutarlo de una manera muy práctica. Esto es lo que significa ser hallados en Cristo. Somos hallados en El cuando disfrutamos la infusión de Dios, la cual nos capacita para expresarlo mediante la suministración del Espíritu, la palabra de vida y la justicia de Dios que es por medio de la fe. No me cabe ninguna duda de que éste era el pensamiento de Pablo cuando escribió la epístola de Filipenses.

  Pablo ciertamente tenía mucha experiencia en este asunto. El había obtenido su fe de la palabra de vida y mediante la suministración del Espíritu, y dicha fe le infundió a Dios. Es por eso que podía expresar a Dios en su vida diaria y ser hallado en Cristo, teniendo la justicia de Dios. Pablo anhelaba sinceramente ser hallado en Cristo en tal condición. No sólo deseaba ganar a Cristo, sino también ser hallado en El, en una condición tal que las personas pudieran ver en él a un hombre que expresaba a Dios. Como tal, el apóstol no era un hombre absorbido por la cultura, la religión, la filosofía, la ética ni la moralidad, sino un hombre que se hallaba plenamente sumergido en Cristo y que expresaba a Dios en su vida diaria.

Biblia aplicación de android
Reproducir audio
Búsqueda del alfabeto
Rellena el formulario
Rápida transición
a los libros y capítulos de la Biblia
Haga clic en los enlaces o haga clic en ellos
Los enlaces se pueden ocultar en Configuración