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Mensajes del libro «Estudio-Vida de Filipenses»
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Mensaje 57

UNA VIDA DE COMPRENSION Y SIN AFANES

(2)

  Lectura bíblica: Fil. 4:1, 4-5, 11-13; 1 Ti. 3:3; Tit. 3:2; Jac. 3:17

  En Filipenses 4:5 Pablo dice: “Sea conocido de todos los hombres lo comprensivos que sois”. Aunque estamos acostumbrados a escuchar la palabra comprensivos, es difícil definirla adecuadamente. Muchos dirían que es lo mismo que ser pacientes. No obstante, esta palabra aparece al final de un libro que presenta la manera de experimentar a Cristo. La epístola de Filipenses no gira en torno a la moralidad, el comportamiento, el carácter o la ética, sino en torno a la experiencia que tenemos de Cristo. Por consiguiente, los cuatro capítulos de este libro tienen que ver con nuestra experiencia de Cristo.

DAR A CONOCER A CRISTO

  Al leer los primeros versículos del capítulo cuatro, tal vez pensemos que éstos no guardan relación con el tema de experimentar a Cristo. Sin embargo, el versículo 13 declara: “Todo lo puedo en Aquel que me reviste de poder”. La palabra “todo” ciertamente incluye la virtud de ser comprensivos que consta en el versículo 5. Pablo exhortó a los creyentes a ser comprensivos. No hay duda de que su vida exhibía esta virtud; de otra manera, habría sido hipocresía que el apóstol exhortara a los demás a ser comprensivos, cuando él mismo no lo era. Las palabras de Pablo en 4:5 sin duda se basaban en su propio vivir, experiencia y práctica. Por lo tanto, aquí el ser comprensivos ciertamente representa una experiencia que tienen los creyentes de Cristo. Además, la declaración de Pablo, de poder hacerlo todo en Aquel que lo reviste de poder, indica que la virtud de ser comprensivos es Cristo mismo.

  En Filipenses 1:20 y 21 el apóstol habla de magnificar y vivir a Cristo. Luego, en el capítulo dos, presenta a Cristo como nuestro único modelo y después habla de enarbolar la palabra de vida. Enarbolar la palabra de vida equivale a expresar a Cristo. Más adelante, en el capítulo tres, vemos que Cristo debe ser nuestra meta y nuestro premio, y que debemos proseguir a la meta para alcanzar el premio del llamamiento a lo alto que Dios hace en Cristo Jesús (3:14). Todos los creyentes, tanto jóvenes como adultos, debemos seguir en pos de Cristo. Este era el pensamiento de Pablo cuando dijo en 3:16: “Sin embargo, en aquello a que hemos llegado, andemos conforme a la misma regla”. Todos debemos vivir a Cristo, magnificarlo, expresarlo y buscarlo. Finalmente, en el capítulo cuatro, el apóstol habla de estar firmes en el Señor, de regocijarnos en El y de dar a conocer a todos los hombres lo comprensivos que somos. Si vemos que el tema de Filipenses es experimentar a Cristo, nos daremos cuenta de que dar a conocer lo comprensivos que somos, en realidad significa dar a conocer a Cristo. Creo que sin duda éste era el pensamiento de Pablo.

  La mejor manera de entender la Biblia es entender el pensamiento del autor y captar los asuntos principales sobre los cuales se basó al escribir su libro. Al estudiar los cuatro capítulos de Filipenses, vemos claramente que el pensamiento fundamental de Pablo era Cristo como su vivir, su modelo, su meta, su premio y su poder. En ellos él declara que debemos vivir a Cristo, tomarlo como nuestro modelo, proseguir hacia El como nuestra meta y experimentarlo como nuestro poder. Todo esto debe producir un modo particular de vivir, un vivir que exprese a Cristo.

UNA VIDA QUE EXPRESA A CRISTO

  ¿Qué palabra podríamos usar para describir una vida que expresa a Cristo? ¿Usaríamos adjetivos, tales como amable, sumiso, paciente, humilde y amoroso? Ciertamente ninguno de ellos es completamente adecuado. Por supuesto, una vida que expresa a Cristo es amable, sumisa, paciente, humilde y amorosa; sin embargo, implica mucho más que eso. Es muy significativo que en 4:5 Pablo no usara ninguna de estas palabras, sino que en lugar de ello, hubiera usado la palabra “comprensivo”. El no nos exhortó a que diéramos a conocer nuestro amor o paciencia, sino lo comprensivos que somos.

  ¿Por qué nos exhorta Pablo en 4:5 a dar a conocer a todos los hombres lo comprensivos que somos? ¿Por qué no mencionó otra virtud, como la santidad o la justicia? ¿Qué palabra hubiera usado usted si fuera el escritor de esta epístola? Quizás algunos hubieran escogido palabras tales como fidelidad, obediencia o unidad. No obstante, ninguna de estas palabras cabe aquí. No parece muy adecuado decir: “Sea conocida vuestra fidelidad”, o “Sea conocida vuestra unidad”. Por más que intentemos, no encontramos un sustituto tan adecuado para la palabra comprensivo. Así, aunque no somos capaces de definir ni explicar plenamente su significado, sí tenemos la sensación que ésta es la única palabra que encaja en este versículo.

  Cuando Pablo nos pide que demos a conocer a todos los hombres lo comprensivos que somos, él se refiere a la plenitud de esta virtud. Si somos comprensivos de una manera limitada o parcial, es imposible que esta virtud sea conocida de todos los hombres; por tanto, la exhortación de Pablo debe referirse al hecho de ser comprensivos de una forma plena y absoluta.

  Si queremos entender lo que significa ser comprensivos, en lugar de recurrir a libros de filosofía y ética, debemos más bien ir a la Biblia y dejar que ella misma nos enseñe el significado de la palabra “comprensivo”, la cual consta en 4:5. Como ya vimos, ésta es una de las formas en que Cristo es expresado. En primer lugar, Pablo nos exhorta a que demos a conocer a todos los hombres lo comprensivos que somos. Sin embargo, consciente de que no podemos ser comprensivos por nosotros mismos, luego agregó: “Todo lo puedo en Aquel que me reviste de poder”. Esto indica que ser comprensivos es una forma de expresar a Cristo.

  Ser comprensivos y expresar a Cristo son dos ideas que están relacionadas entre sí. Esto se hace aun más claro cuando examinamos 4:5 a la luz de toda la epístola de Filipenses. En 1:20 y 21 Pablo habla de magnificar a Cristo y vivirlo. Ciertamente, el dar a conocer lo comprensivos que somos comunica la noción de vivir y magnificar a Cristo. Por consiguiente, la virtud de la comprensión debe ser el propio Cristo que vivimos y magnificamos. No debemos separar el capítulo cuatro del resto del libro. En el capítulo uno, Pablo habla de magnificar a Cristo y luego, al final de la epístola, nos exhorta a dar a conocer lo comprensivos que somos. Esta virtud que damos a conocer debe ser el mismo Cristo que magnificamos.

  En el capítulo dos, Pablo presenta a Cristo como nuestro único modelo. Ciertamente, la virtud de ser comprensivos debe estar relacionada con Cristo como nuestro modelo; en otras palabras, debe incluir la noción de expresar a Cristo, quien es el modelo revelado en el capítulo dos.

  Como mencionamos anteriormente, en el capítulo tres tenemos a Cristo como nuestra meta. Al igual que Pablo, todos nosotros debemos proseguir hacia esta meta. Cristo como nuestra meta tiene que ver con el hecho de ser comprensivos. De otro modo, ¿cómo podría Pablo animarnos a ir en pos de Cristo en el capítulo tres y luego exhortarnos en 4:5 a dar a conocer a todos los hombres algo que no es Cristo mismo? Esto no sería lógico. Ya que Pablo es consistente en lo que escribe, lo que él nos exhorta a dar a conocer en 4:5 debe ser la misma meta a la cual nos anima a seguir en el capítulo tres. Y puesto que Pablo nos anima a ir en pos de Cristo, no es posible que en 4:5 nos esté pidiendo que demos a conocer a los hombres algo que no es Cristo mismo. Además, puesto que él tiene tanto que decir de Cristo en los primeros tres capítulos de la epístola, lo que él dice en el capítulo cuatro, debe estar también relacionado con Cristo. Es por eso que afirmamos que la virtud mencionada en 4:5, que consiste en ser comprensivos, es Cristo mismo.

  Si existe alguna otra palabra con que podamos reemplazar la palabra comprensivo de 4:5, ésta debe ser Cristo. Así, en lugar de decir: “Sea conocido de todos los hombres lo comprensivos que sois”, leeríamos: “Vuestro Cristo sea conocido de todos los hombres”, lo cual significa dar a conocer a todos los hombres al Cristo que vivimos y magnificamos, al cual también tomamos como nuestro modelo y como nuestra meta.

DAR A CONOCER LO COMPRENSIVOS QUE SOMOS

  La virtud de ser comprensivos es el mismo Cristo que vivimos, quien llega a ser la comprensión que ejercitamos y damos a conocer. Si vemos esto, nos daremos cuenta de que esta virtud conlleva un significado muy profundo, y que de ninguna manera se trata de una virtud aislada en nuestra vida cristiana. Antes bien, dicha virtud es en realidad un sinónimo de Cristo en nuestro vivir cristiano. Por un lado, podemos afirmar que nuestra vida cristiana es Cristo mismo; y por otro, podemos declarar que la vida cristiana se resume en el hecho de ser comprensivos. Por tanto, dar a conocer lo comprensivos que somos es dar a conocer a nuestro Cristo.

  Si no damos a conocer lo comprensivos que somos, tendremos a Cristo solamente en doctrina y en terminología, pero no en nuestra experiencia. Jóvenes, sus padres quizás sepan que Cristo está en ustedes; sin embargo, ustedes deben darles a conocer a Cristo, mostrándoles lo comprensivos que son para con ellos. Debemos dar a conocer a Cristo a todos aquellos con quienes nos relacionamos todos los días. Esto es lo que significa dar a conocer a todos los hombres lo comprensivos que somos.

  Quisiera recalcar el hecho de que ser comprensivos no es otra cosa que Cristo mismo. En cuanto a la doctrina, podemos hablar de Cristo, pero en cuanto a la práctica, debemos ser comprensivos. Dar a conocer lo comprensivos que somos consiste en dar a conocer a los demás al Cristo que experimentamos, vivimos y magnificamos. Este es el entendimiento apropiado de Filipenses 4:5 a la luz de la experiencia cristiana.

  Cada capítulo de Filipenses revela a Cristo. Sin embargo, en el capítulo cuatro se usa una expresión especial para denotar a Cristo en nuestra experiencia, la palabra “comprensivos”. No piensen que el capítulo cuatro de Filipenses está en un nivel inferior al de los tres capítulos anteriores. No, más bien, en el capítulo cuatro vemos al Cristo que hemos experimentado, expresado en nuestra comprensión hacia los demás. Por una parte, podemos decir que el enfoque central de nuestra vida cristiana es Cristo; estoy plenamente de acuerdo con esta declaración, sin embargo, desde el plano de la experiencia, el enfoque central de la vida cristiana es la virtud de ser comprensivos. Dicha virtud cristiana es universal, pues incluye el amor, la paciencia, la bondad, la humildad, la compasión, la amabilidad y la sumisión. Si poseemos tal virtud, tendremos también la justicia y la santidad.

  La vida cristiana es una vida de comprensión y sin afanes. Sólo cuando somos comprensivos, podemos vivir sin ansiedad. Si todo nuestro ser está lleno de esta virtud, no habrá cabida para la ansiedad.

AJUSTADO Y APROPIADO

  La palabra griega que aquí se traduce “comprensivos”, se ha traducido de diferentes maneras. Algunas versiones la traducen “docilidad”. En la versión china se tradujo: “ceder humildemente”. Aunque todas estas traducciones son válidas, son muy superficiales. Otros traductores dicen que la palabra griega significa razonable, comedido, apropiado y ajustado. Una persona comprensiva se ajusta siempre a los demás y siempre muestra un comportamiento apropiado.

  Algunos son muy buenos hermanos, pero no son capaces de ajustarse a los demás. Nunca se muestran contentos en ningún lugar, no importa adónde se muden. Esto se debe a que no son comprensivos. Una persona que es comprensiva con los demás siempre se ajusta y siempre manifiesta un comportamiento apropiado, en cualquier circunstancia o entorno en que se encuentre.

  Ser comprensivos incluye también la serenidad, la apacibilidad y la mansedumbre. Si usted es razonable, comedido y ajustado, sin lugar a dudas será amable, apacible y pacífico. También será manso y mesurado, lleno de compasión hacia los demás. Como mencionamos en el mensaje anterior, lo contrario de ser comprensivos es ser justos de una manera severa. Una persona que no es comprensiva, es áspera y exigente con los demás, pero una persona que es comprensiva, estará satisfecha con menos de lo que merece. Alford comenta que la palabra griega traducida “comprensivos” significa no ser estrictos en cuanto a nuestros derechos legítimos. En otras palabras, aunque cierta cosa nos pertenezca, no reclamamos nuestro derecho legítimo sobre ella. En esto consiste ser comprensivos.

LA COMPRENSION DE CRISTO HACIA LOS DEMAS

  La vida del Señor Jesús es la mejor definición de lo que es ser comprensivos. Considere cómo El se dirigió a los dos discípulos camino a Emaús. Lucas 24:15 declara que mientras estos discípulos “hablaban y discutían entre sí, Jesús mismo se acercó, y caminaba con ellos”. Luego el Señor les preguntó: “¿Qué pláticas son éstas que tenéis entre vosotros mientras camináis?” (v. 17). En un tono de reproche, uno de los discípulos le contestó: “¿Eres Tú el único forastero en Jerusalén que no has sabido las cosas que en ella han acontecido en estos días?” (v. 18). Aparentando ignorar estas cosas, el Señor les preguntó: “¿Qué cosas?” (v. 19). Entonces ellos le refirieron todo en cuanto a Jesús nazareno, a quien describieron como un “Profeta, poderoso en obra y en palabra delante de Dios y de todo el pueblo”. Luego le contaron cómo los principales sacerdotes y gobernantes le entregaron a sentencia de muerte y le crucificaron. ¡Cuán comprensivo se mostró el Señor con los discípulos, al escucharlos hablar de cosas que El conocía aún mucho mejor! Más adelante leemos que después de caminar con ellos por algún tiempo, “se acercaron a la aldea adonde iban, y El hizo como que iba más lejos” (v. 28). Entonces ellos le obligaron a quedarse, diciendo: “Quédate con nosotros, porque se hace tarde, y el día ya ha declinado. Entró, pues a quedarse con ellos” (v. 29). Leemos que incluso el Señor se sentó a cenar con ellos. Luego, cuando El tomó el pan y lo bendijo, lo partió, y empezó a dárselos, “entonces les fueron abiertos los ojos, y le reconocieron” (v. 31). En todo este relato apreciamos cuán comprensivo fue el Señor.

  Aparte del Señor Jesús, ningún otro ser humano se ha ejercitado tanto en esta virtud. Si estudiamos las biografías de personalidades famosas, descubriremos que ninguna de ellas fue absolutamente comprensiva. Sin embargo, si leemos los cuatro evangelios, observaremos que el Señor Jesús, durante todo Su vivir humano, se mostró muy comprensivo con todos los hombres, y particularmente con sus discípulos. ¿Puede encontrar algún caso en que el Señor Jesús hubiera “despedido” a alguno de ellos? El incluso fue comprensivo con Judas.

CRISTO COMO NUESTRA COMPRENSION

  Debemos ser comprensivos en la vida de iglesia, especialmente cuando servimos juntos. Supongamos que cierta hermana está sirviendo deficientemente. Otra hermana que sirve con ella tiene por lo menos cuatro opciones: retirarse, servir de la misma forma, llamarle la atención o tratar de ayudarla para que mejore. Sin embargo, en ninguna de estas opciones vemos la virtud de ser comprensivos. Si esta hermana es comprensiva, no abandonará a la primera, sino que estará dispuesta a seguir sirviendo con ella. Luego, ejercitará sabiduría para discernir la condición de dicha hermana y determinará si puede darle alguna exhortación en amor que la corrija y la ayude a mejorar. Si ella ve que la otra hermana no es capaz de recibir su consejo, entonces esperará el momento adecuado para hacerlo. Más adelante, encontrará un momento oportuno para hablarle, no según su propia intención, sino conforme a la dirección del Espíritu. Esto es ser comprensivos. Si todos practicáramos esto, la iglesia sería edificada de una manera sorprendente.

  Ser comprensivos es una virtud universal, la cual incluye el amor, la bondad, la misericordia, la cualidad de ser razonable, la capacidad de adaptarse a cualquier situación y muchas otras virtudes. Ahora podemos entender por qué Pablo usó la palabra “comprensivo” al final de un libro tan profundo tocante a la experiencia que tienen los creyentes de Cristo. La exhortación que nos hace Pablo, acerca de dar a conocer a todos los hombres lo comprensivos que somos, encierra un significado profundo. Ningún ser humano puede cumplir este requisito mediante su vida natural. Por muy bueno que fuera Confucio, seguía siendo un pecador con una naturaleza caída. Unicamente el Señor Jesús llevó una vida de comprensión; por consiguiente, solamente Cristo puede ser nuestra absoluta comprensión. Ser comprensivos es el mejor término que puede usarse para resumir todas las virtudes humanas de Cristo. Dar a conocer lo comprensivos que somos consiste en llevar una vida que exprese a Cristo, lo cual equivale a expresar al mismo Cristo por el cual vivimos. Una vida así, es Cristo mismo, quien en realidad es la totalidad de las virtudes humanas. En esto consiste el hecho de que Cristo sea nuestra comprensión.

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