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Mensajes del libro «Estudio-Vida de Job»
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Mensaje 33

EL PUNTO CENTRAL RESPECTO A LA APARICIÓN DE DIOS A JOB

  Lectura bíblica: Job 42:1-6; 40:10-14; Col. 2:2b; Ef. 3:4

  Al estudiar el libro de Job, debemos percatarnos de que para entender este libro se requiere de toda la Biblia. Por tanto, en este estudio-vida de Job, me he regido por el principio de estudiar Job en relación con la revelación divina hallada en toda la Biblia. No debemos olvidar esto al considerar en este mensaje el punto central respecto a la aparición de Dios a Job.

JOB DESCONOCÍA QUE DIOS ES ILIMITADO E INESCRUTABLE Y NO ENTENDÍA TODO CUANTO DIOS PODÍA SER PARA ÉL

  Después de todo lo dicho por Job, sus tres amigos y Eliú, Dios se aparece a Job trayéndole revelaciones divinas (38:4—41:34). Esto es seguido por palabras referentes al hecho de que Job gana a Dios en su experiencia personal y se aborrece a sí mismo (42:1-6). Me preocupa que, al prestar atención a muchos otros asuntos, no logren captar cuál era el punto central respecto a la aparición de Dios a Job. Este punto central está vinculado con lo que Dios se había propuesto realizar en Job al aparecérsele.

  Dios se apareció a Job a fin de ayudarle a comprender que Dios es ilimitado, inescrutable e insondable. Dios le planteó a Job muchas preguntas acerca del universo y de los animales a fin de que Job fuese impresionado con el hecho de que Él es ilimitado. Era como si Dios le dijese a Job: “Job, en realidad no me conoces. No comprendes que Yo soy ilimitado. Además, tampoco te imaginas lo que me he propuesto darte. Job, me he propuesto darte a Mí mismo, para que me disfrutes a fin de que puedas llegar a formar parte de Mí. No me satisface que tú poseas tu propia integridad, perfección y rectitud. Lo que Yo deseo es que tú me poseas a Mí. Es mi intención no darte nada menos que a Mí mismo”.

LA REVELACIÓN DIVINA EN EL NUEVO TESTAMENTO REVELA LO QUE ESTABA EN EL CORAZÓN DE DIOS CUANDO ÉL SE LE APARECIÓ A JOB

  Si hemos de entender cuál era la intención de Dios al aparecérsele a Job, debemos recurrir a la Biblia en su totalidad, especialmente al Nuevo Testamento. Que Dios pudiera darse a Job no era nada sencillo. Esto involucraba un largo proceso, el cual se inició con la encarnación de Cristo e incluía Su vivir humano, Su muerte todo-inclusiva en la cruz, Su resurrección y Su ascensión. Debido a que Job estaba en la etapa incipiente de la revelación divina, Dios no podía hablarle de todas estas cosas. Hubiese sido imposible que Job las entendiera. Todas estas cosas fueron claramente definidas y relatadas en el Nuevo Testamento dos mil años después. Incluso hoy en día, muchos creyentes todavía no tienen el entendimiento apropiado de estas cosas.

  A manera de ilustración respecto a nuestra dificultad en entender las cosas divinas, consideremos el caso de Nicodemo en Juan 3. El Señor Jesús le dijo: “De cierto, de cierto te digo: El que no nace de nuevo, no puede ver el reino de Dios” (v. 3). Al no entender esto, Nicodemo le replicó: “¿Cómo puede un hombre nacer siendo viejo? ¿Puede acaso entrar por segunda vez en el vientre de su madre, y nacer?” (v. 4). ¡Qué terrible incomprensión! El Señor Jesús prosiguió hablándole a Nicodemo sobre nacer del agua y del Espíritu, y le dijo que “lo que es nacido del Espíritu, espíritu es” (v. 6). Nicodemo entonces le preguntó: “¿Cómo puede hacerse esto?” (v. 9). Después, el Señor Jesús le dijo: “Si os he dicho las cosas que están en la tierra, y no creéis, ¿cómo creeréis si os digo las que están en el cielo?” (v. 12). La regeneración, el nuevo nacimiento, se relaciona con la vida divina, pero es algo que ocurre en la tierra. Si Nicodemo no podía entender algo que ocurre aquí en la tierra, ¿cómo podría entender las cosas que ocurren en el cielo?

  El capítulo 3 de Juan no solamente nos habla sobre la regeneración, sino también sobre el aumento de Cristo (v. 30). Todo aquel que ha sido regenerado llegará a formar parte del aumento de Cristo, y el aumento de Cristo es Su novia (v. 29). En Juan 3, dos palabras cruciales son “novia” y “crezca”. Debemos ver que, como cristianos, nosotros somos el aumento de Cristo. Sin embargo, muchos de los creyentes de hoy no tienen entendimiento alguno con respecto a esto.

  En Juan 14, el Señor Jesús, la noche en que iba a ser traicionado, aprovechó para hablarle a Sus discípulos con respecto a la Trinidad Divina, la cual habría de producir la novia como aumento de Cristo. En Juan 16, el Señor Jesús le dijo a Sus discípulos que aún tenía muchas cosas que decirles, pero en ese momento ellos no podrían sobrellevarlas (v. 12). Después, una vez que Cristo pasó por la muerte y entró en resurrección para llegar a ser el Hijo primogénito de Dios y el Espíritu vivificante, el Espíritu de realidad habría de guiar a los discípulos a toda la realidad (v. 13). La noche del día en que resucitó, el Señor Jesús se apareció a Sus discípulos y “sopló en ellos, y les dijo: Recibid el Espíritu Santo” (20:22). Sin embargo, ni aun en ese momento la revelación divina había sido dada en toda su plenitud. Todavía era necesario que Cristo ascendiera y se derramase como el Espíritu sobre Sus discípulos para hacer de ellos la iglesia, tal como se relata en la primera sección de Hechos. Pero ni aun entonces fue dada la revelación completa. Después, Dios hizo que surgiera Pablo y le dio la revelación completa con respecto al misterio de Dios, que es Cristo (Col. 2:2b), y al misterio de Cristo, que es la iglesia (Ef. 3:4). La iglesia procede del propio Dios Triuno a fin de ser el organismo del Dios Triuno. Este organismo es el Cuerpo de Cristo, y el Cuerpo de Cristo es el nuevo hombre. Finalmente, todo ello alcanzará su consumación en la Nueva Jerusalén, la cual es la expresión corporativa del Dios Triuno por la eternidad en el cielo nuevo y la tierra nueva. Todo esto —que comienza con la encarnación del Dios Triuno y alcanza su consumación en la Nueva Jerusalén— estaba en el corazón de Dios cuando Él se apareció a Job.

DIOS REDUJO A JOB A NADA Y CONSERVÓ SU EXISTENCIA A FIN DE IMPARTIRSE EN ÉL

  En lugar de hablarle a Job con respecto a estas cosas que Él guardaba en Su corazón, Dios le preguntó acerca de otras cosas e, incluso, acerca de sí mismo. Por ejemplo, en 40:10-14 Dios le dijo: “Adórnate ahora de majestad y de excelencia, / y vístete de honra y de esplendor. / Derrama los torrentes de tu ira, / mira a todo altivo y abátelo; / mira a todo soberbio y humíllalo, / y pisotea a los malvados donde están. / Encúbrelos juntos en el polvo, / encierra sus rostros en el lugar oculto. / Entonces Yo también te alabaré, / porque tu propia mano derecha te puede salvar”. Aquí, Dios le preguntó a Job si él tenía algún trazo de majestad, excelencia, honor y esplendor. La intención de Dios era hacer que Job se diera cuenta de que él no tenía nada ni era nada.

  Job desconocía el propósito que tenía Dios al tratar con él, y Dios no podía hablarle al respecto. Puesto que él desconocía acerca de los concilios que se celebraron en los cielos con respecto a él, Job simplemente disfrutaba de su vida en la tierra. De repente, él perdió sus propiedades y sus hijos. Fue así como él fue despojado de lo que poseía. Enseguida, Job sufrió un ataque en su cuerpo, y esto hizo que, mediante sus diarios sufrimientos, Job mismo fuese consumido gradualmente. Al leer el relato en este libro, podemos ver que capa tras capa fue pelada desprendiéndose de Job. Este pelar fue el consumir. Job se fue consumiendo hasta que no quedó de él sino piel y huesos.

  Job no sabía qué estaba pasando. Él interrogaba a Dios, pero no recibía respuesta alguna. Finalmente, Dios se le presentó en persona a Job. Al aparecérsele, era como si Dios le estuviera diciendo a Job: “Heme aquí Job. Tienes que comprender que Yo soy ilimitado, inescrutable e insondable. Mírame: Yo soy el que posee majestad, excelencia, honor y esplendor. ¿Piensas que tu mente estrecha podría escudriñarme o escrutarme? ¿Todavía quieres litigar conmigo, llevarme ante los tribunales? Desconoces lo que me he propuesto hacer contigo. No sabes lo que te voy a dar. Job, me he propuesto reducirte a nada, pero conservaré tu existencia a fin de tener tiempo para impartirme en ti. Job, Mi intención es darme a ti”.

  En esto consistía el punto central respecto a la aparición de Dios a Job, pero Job no lo entendió. Sin embargo, creo que Job estará con nosotros en la Nueva Jerusalén. También creo que cuando lo veamos, él y nosotros nos regocijaremos. Entonces, quizás él nos diga: “Hermanos, ahora entiendo tan claramente como ustedes cuál es la intención de Dios. Tengamos paz y ¡alabemos al Señor!”.

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