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Mensajes del libro «Estudio-Vida de Lucas»
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Mensaje 28

EL SALVADOR-HOMBRE LLEVA A CABO SU MINISTERIO EN SUS VIRTUDES HUMANAS CON SUS ATRIBUTOS DIVINOS DE GALILEA A JERUSALEN

(6)

  Lectura bíblica: Lc. 11:1-54

  Lucas 11:1-54 abarca cuatro asuntos: El Salvador-Hombre enseña en cuanto a la oración (vs. 1-13); El es rechazado por la generación maligna (vs. 14-32); les advierte que no se queden en las tinieblas (vs. 33-36); y reprende a los fariseos y a los intérpretes de la ley (vs. 37-54). En el mensaje anterior estudiamos la primera sección. En este mensaje abarcaremos las otras tres secciones.

RECHAZADO POR LA GENERACION MALIGNA

  Vemos en 11:14-32 que el Salvador-Hombre fue rechazado por la generación maligna. Esta sección empieza con el relato de la expulsión de un demonio: “Estaba Jesús echando fuera un demonio, que era mudo; y aconteció que salido el demonio, el mudo habló; y las multitudes se maravillaron”. La mudez causada por la posesión demoníaca representa la incapacidad del hombre de hablar por Dios (Is. 56:10) y de alabar a Dios (Is. 35:6) que es producto de rendir culto a los ídolos mudos (1 Co. 12:2). El hecho de que el mudo hable muestra que recobra la habilidad de hablar y de alabar a Dios, al ser lleno del Señor en el espíritu (Ef. 5:18-19).

  En 11:15 algunos dicen: “Por Beelzebú, príncipe de los demonios, echa fuera los demonios”. El nombre Beelzebú significa “el señor de las moscas”, que era el nombre del dios de los ecronitas (2 R. 1:2). Los judíos le cambiaron el nombre por Beelzebul, nombre despectivo que significa señor del muladar y se usaba para referirse al príncipe de los demonios (Mt. 12:24, 27; Mr. 3:22). En Lucas 11:15 injuriaron al Salvador-Hombre diciéndole que El echaba los demonios por el príncipe de los demonios. Al usar este nombre sumamente blasfemo, expresaron su mayor menosprecio y rechazo.

ECHA FUERA LOS DEMONIOS POR EL DEDO DE DIOS

  En los versículos 17 y 18 el Señor respondió a los que le acusaban de echar fuera los demonios por Beelzebú: “Todo reino dividido contra sí mismo, es asolado; y una casa dividida contra sí misma, cae. Y si también Satanás está dividido contra sí mismo, ¿cómo quedará en pie su reino? Porque decís que por Beelzebú echo Yo fuera los demonios”. Esto indica que Satanás tiene un reino. El es el príncipe de este mundo (Jn. 12:31) y el príncipe de la potestad del aire (Ef. 2:2). Tiene su autoridad (Hch. 26:18) y sus ángeles (Mt. 25:41), los cuales son sus subordinados, los principados, potestades y gobernadores de las tinieblas de este mundo (Ef. 6:12). Así que, él tiene su reino, el cual es la potestad de las tinieblas (Col. 1:13).

  En Lucas 11:19 y 20 dice: “Pero si Yo echo fuera los demonios por Beelzebú, ¿vuestros hijos por quién los echan? Por tanto, ellos serán vuestros jueces. Mas si por el dedo de Dios echo Yo fuera los demonios, entonces el reino de Dios ha llegado a vosotros”. El dedo de Dios es una expresión hebrea. El dedo (v. 46) es más pequeño que la mano y que el brazo. Para echar fuera a los demonios no se necesita ni la mano ni el brazo de Dios (Jn. 10:28-29; Is. 53:1); el dedo de Dios es suficientemente poderoso para hacerlo. Aún así, se hace por el Espíritu de Dios (Mt. 12:28).

  En los versículos 21 y 22 el Señor añade: “Cuando el hombre fuerte, bien armado, guarda su hacienda, en paz está lo que posee. Pero cuando viene otro más fuerte que él y le vence, le quita todas sus armas en que confiaba, y reparte el botín”. Aquí el hombre fuerte es Satanás, el maligno, y la hacienda representa el reino de Satanás. Pero Cristo, el Hijo de Dios, es mucho más fuerte que Satanás.

  La primera sección de Lucas 11, los versículos de 1 al 13, es maravillosa, pues ahí vemos que entramos en Dios por medio de la oración y permanecemos en El para recibir el suministro de vida, o sea las riquezas del Espíritu Santo. En la segunda sección vemos a los demonios, al príncipe de los demonios y al hombre fuerte. Esto indica que cuando estamos en Dios recibiendo Sus riquezas, necesitamos recordar que dondequiera que estemos, los demonios están alrededor nuestro, y allí hay espíritus malignos en el aire. Por lo tanto, estamos constantemente en guerra. Así que, el Salvador-Hombre no sólo nos enseña a que entremos en Dios orando y a que permanezcamos en El para recibir Su Espíritu como las riquezas del suministro de vida, sino que también nos revela que El actúa a fin de echar fuera los demonios.

  Si profundizamos en Lucas 11, veremos que cuando disfrutamos las riquezas de Dios al permanecer en El, nos damos cuenta de que estamos rodeados de demonios. Por lo tanto, no debemos esperar que hoy pueda estar el cielo en la tierra. Sin duda, hay muchos demonios y obstáculos que están en contra del jubileo neotestamentario. En el jubileo las personas son liberadas de posesión y opresión de demonios. No obstante, los demonios siguen presentes, y mucha gente colabora con ellos. Los que cooperan con los demonios son utilizados por Satanás para perjudicar el jubileo neotestamentario. Pero el Salvador-Hombre está aquí para echarlos.

  Ya vimos que el diablo es representado por el hombre fuerte. Pero el Salvador-Hombre es más fuerte que él. El Señor es tan fuerte que para echar fuera los demonios no necesita usar ni Su brazo ni Su mano, pues un dedo le basta. El Salvador-Hombre puede echar fuera con un solo dedo a los demonios.

  Si entramos en Dios por medio de la oración y permanecemos en El para recibir el suministro de vida, seremos uno con el Salvador-Hombre. Ya que El es más poderoso que el hombre fuerte, y puesto que somos uno con El, también seremos más poderosos que el hombre fuerte y podremos derrotar a los espíritus inmundos y echarlos fuera.

LLENO DEL ESPIRITU Y DE LUZ

  Del 11:24 al 26 el Señor dice: “Cuando el espíritu inmundo sale del hombre, anda por lugares secos, buscando reposo; y no hallándolo, dice: Volveré a mi casa de donde salí. Y cuando llega, la halla barrida y adornada. Entonces va, y toma consigo otros siete espíritus peores que él; y entrados, moran allí; y el postrer estado de aquel hombre viene a ser peor que el primero”. Necesitamos entender el significado espiritual de estas palabras. Aquí el significado es que después de que somos limpios de la posesión de demonios, es posible que aún estamos vacíos, que carezcamos del suministro de vida del Espíritu. En otras palabras, internamente no estamos ocupados por Dios, ni tenemos a Dios.

  Si estudiamos estos versículos dentro del capítulo, vemos que siempre debemos entrar en Dios orando y permanecer en El para recibir las riquezas del Espíritu Santo. Cuando estamos llenos de estas riquezas, no habrá espacio en nosotros para que entre cosa alguna. Cuando estamos llenos del Espíritu Santo, quien nos trae las riquezas del Dios Triuno, no hay espacio en nosotros para que otras cosas entren y nos ocupen.

  Además, si entramos en Dios orando y permanecemos en El a fin de llenarnos de las riquezas del Espíritu Santo, estaremos en la luz (11:33-36) y llenos de luz. Tendremos luz en nosotros y alrededor de nosotros.

  Esta interpretación de estos versículos concuerda con nuestra experiencia espiritual. Sin este entendimiento, no sabríamos por qué estas secciones del capítulo once están juntas. Por experiencia sabemos que cuando permanecemos en Dios para recibir las riquezas del suministro del Espíritu, no dejamos ningún espacio para los demonios ni para las tinieblas. Entramos completamente en la luz. Por lo tanto, nos llenamos de luz y de las riquezas del Espíritu.

  Lucas 11:33 dice: “Nadie, cuando enciende una lámpara, la pone en un sótano, ni debajo del almud, sino en el candelero, para que los que entran vean la luz”. El ministerio del Salvador-Hombre nos trae luz. Así, dicho ministerio hace que los creyentes sean luminares (Fil. 2:15) y que las iglesias sean candeleros (Ap. 1:20), resplandezcan como testimonio de Cristo en esta edad de tinieblas y llegue a su consumación en la Nueva Jerusalén, las cuales se caracterizan por la vida y la luz (Ap. 22:1-2; 21:11, 23, 24).

  Un almud es una medida para granos. Una lámpara encendida puesta debajo de un almud, no puede emitir la luz. Los creyentes como lámparas encendidas no deben estar cubiertos por un almud, algo relacionado con comer y con la ansiedad que esto conlleva (Mt. 6:25).

  En 11:34-36 el Señor añade: “La lámpara del cuerpo es el ojo; cuando tu ojo es sencillo, también todo tu cuerpo está lleno de luz; pero cuando es maligno, también tu cuerpo está en tinieblas. Mira pues, no suceda que la luz que en ti hay, sea tinieblas. Así que, si todo tu cuerpo está lleno de luz, no teniendo parte alguna de tinieblas, será todo luminoso, como cuando una lámpara te alumbra con su resplandor”. La expresión griega traducida lleno de luz en el versículo 34 también puede traducirse “resplandeciente”. El Señor dice que cuando nuestro ojo es sencillo, todo nuestro cuerpo estará lleno de luz.

  Nuestros ojos no pueden enfocar más de un objeto a la vez. Si tratamos de ver dos cosas a la vez, nuestra visión será borrosa. Si fijamos nuestros ojos en una sola cosa, nuestra visión será definida, y todo nuestro cuerpo estará lleno de luz.

  En el versículo 35 el Señor habla de “la luz que en ti hay”. La luz que hay en nosotros, con la cual el ojo ilumina (vs. 34), es la luz que hay en nuestro corazón, que debe ser guardada pura para Dios (Mt. 5:8).

REPRENDE A LOS FARISEOS Y A LOS INTERPRETES DE LA LEY

  En 11:37-54 tenemos el relato del Salvador-Hombre que reprende a los fariseos y a los intérpretes de la ley. El versículo 37 dice: “Mientras hablaba, le invitó un fariseo a que comiese con él; y entrando Jesús en la casa, se reclinó a la mesa”. El versículo 38 dice: “El fariseo, cuando lo vio, se extrañó de que no se hubiese lavado primero antes de la comida”. Literalmente, la palabra griega traducida lavado significa “bautizado”, lo cual demuestra un lavamiento ceremonial. La reacción del fariseo le proporcionó al Señor una oportunidad para revelar algo a los fariseos e intérpretes de la ley, quienes estaban llenos de hipocresía.

  En los versículos 39 y 40 el Señor les dijo: “Ahora bien, vosotros los fariseos limpiáis lo de fuera del vaso y del plato, pero por dentro estáis llenos de rapiña y de maldad. Necios, ¿el que hizo lo de fuera, no hizo también lo de adentro?” Aquí el Señor parece que está diciendo: “Vosotros os laváis las manos, pero ¿qué de vuestros corazones? Tal vez vuestras manos estén limpias, pero vuestros corazones están llenos de avaricia y de robo. Necesitáis limpiar tanto lo de adentro como lo de afuera”.

  En el versículo 41 el Señor dice: “Pero dad limosna de lo que está dentro, y he aquí todo os será limpio”. La palabra dentro se refiere al contenido del vaso y del plato (v. 39), lo cual representa lo que hay en los corazones de los fariseos. Ellos tenían codicia en sus corazones; por eso, por dentro estaban llenos de robo y de maldades. Por lo tanto, el Señor les mandó dar como limosnas lo que codiciaban en su corazón, para que todas las cosas les fueran limpias.

  En el versículo 42 el Señor añade: “Mas ¡ay de vosotros, fariseos! porque diezmáis la menta, y la ruda, y toda hortaliza, y pasáis por alto la justicia y el amor a Dios. Esto os era necesario hacer, sin pasar por alto aquello”. La justicia se refiere al juicio, y el amor a Dios, al amor que el hombre tiene por Dios.

  En los versículos siguientes el Señor sigue reprendiendo a los fariseos y a los intérpretes de la ley. Les dice a aquéllos que son como sepulcros que no se ven, y reprende a éstos porque forzaban a los hombres a llevar cargas difíciles, pero que ellos mismos no las tocaban ni con sus dedos.

EL JONAS Y EL SALOMON DE HOY

  Si juntamos estas cuatro secciones de Lucas 11, vemos un retrato del Salvador-Hombre en el nivel supremo de moralidad. Vemos a una Persona que entra en Dios orando y permanece en El para recibir el Espíritu Santo como suministro de vida. Puesto que El está lleno del Dios Triuno, no hay en El espacio alguno para las cosas del enemigo. Además, El está lleno de luz, y es genuino y limpio tanto interna como externamente. Por consiguiente, El es el Jonás de hoy, el que pasó por la muerte y entró en resurrección, y es el Salomón de hoy, Aquel que declara la sabiduría de Dios, la cual incluye los misterios de lo más recóndito de Dios.

  En 11:29-32 el Señor se refiere a Sí mismo como mayor que Salomón y que Jonás: “Esta generación es una generación malvada; busca señal, y señal no le será dada, sino la señal de Jonás. Porque así como Jonás vino a ser señal a los ninivitas, también lo será el Hijo del Hombre a esta generación. La reina del sur levantará en el juicio con los hombres de esta generación, y los condenará; porque ella vino de los fines de la tierra para oír la sabiduría de Salomón, y he aquí más que Salomón en este lugar. Los hombres de Nínive se levantarán en el juicio con esta generación, y la condenarán; porque a la predicación de Jonás se arrepintieron, y he aquí más que Jonás en este lugar”. Cristo como el profeta enviado por Dios a Su pueblo (Dt. 18:5, 18) es más grande que el profeta Jonás. Jonás fue un profeta que se volvió de Israel a los gentiles y que estuvo en el vientre de un gran pez tres días, después de lo cual salió y llegó a ser una señal para que aquella generación se arrepintiera (Jon. 1:2, 17; 3:2-10). Esta tipificaba que Cristo, quien fue sepultado en el corazón de la tierra tres días y luego resucitó, sería una señal para que esta generación recibiera la salvación.

  Cristo, como Hijo de David y Rey, también es más mayor que el rey Salomón. Salomón, a quien visitó una reina gentil (1 R. 6:2; 10:1-8), edificó el templo de Dios y habló palabras de sabiduría. El también tipifica a Cristo, quien edifica la iglesia y la hace el templo de Dios y quien habla palabras de sabiduría.

  Podemos decir que “la sabiduría de Salomón” mencionada en Lucas 11:31 se refiere a los misterios revelados en las catorce Epístolas de Pablo. El Señor, quien era mayor que Jonás, pasó por la muerte y entró en resurrección. El, siendo mayor que Salomón, declaró la sabiduría de Dios. Hoy el Cristo que resucitó por el Espíritu declara la sabiduría de Dios. Como ya lo indicamos, esta sabiduría se revela en las Epístolas de Pablo. La sabiduría de Dios consta de las cosas escondidas de Dios, Sus misterios escondidos, los cuales Pablo nos revela. En particular, esta sabiduría se relaciona con la economía neotestamentaria de Dios, con respecto a Cristo y la iglesia.

  El capítulo once incluye varios aspectos del nivel supremo de moralidad del Salvador-Hombre. En dicho capítulo nos damos cuenta de que Cristo, por medio de la muerte y en resurrección, lleva a cabo la economía neotestamentaria de Dios, la cual es el verdadero jubileo.

  En este mensaje y en el anterior, he presentado algunas claves referentes a la debida interpretación de este capítulo. Aquí vemos la esencia divina del Salvador mezclada con Su esencia humana, y Su naturaleza divina y Sus atributos divinos mezclados con Su naturaleza humana y Sus virtudes divinas para producir el más alto nivel de moralidad. Esto nos permite entrar en Aquel que resucitó y escuchar Su sabiduría para poder participar en la economía neotestamentaria de Dios, la cual es el verdadero jubileo. Para entender Lucas 11 necesitamos entender debidamente los elementos intrínsecos del Evangelio de Lucas, los cuales incluyen la mezcla de los atributos divinos y las virtudes humanas que se hallan en el Salvador-Hombre, que son el más alto nivel de moralidad y la proclamación del jubileo neotestamentario.

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