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Mensajes del libro «Estudio-Vida de Lucas»
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Mensaje 49

EL SALVADOR-HOMBRE SE ENTREGA A LA MUERTE PARA EFECTUAR LA REDENCION

(6)

  Lectura bíblica: Lc. 22:1-23

  En este mensaje estudiaremos 22:1-23. Pero antes de entrar en ella, quisiera elaborar un poco más 21:5-36.

LOS ASPECTOS DE LA PROFECIA DEL SALVADOR-HOMBRE

  En 21:34 y 35 el Señor dice: “Mirad también por vosotros mismos, no sea que vuestros corazones se carguen de disipación y embriaguez y de los afanes de esta vida, y venga de repente sobre vosotros aquel día como un lazo. Porque vendrá sobre todos los que habitan sobre la faz de toda la tierra”. Aquí el lazo no se refiere al día de la venida del Señor, sino a la gran tribulación, la hora de la prueba que ha de venir sobre toda la tierra habitada (Ap. 3:10). Así, la gran tribulación vendrá como un lazo sobre todos los que habitan sobre la faz de toda la tierra.

  En el versículo 24 el Señor Jesús habla de los tiempos de los gentiles: “Y caerán a filo de espada, y serán llevados cautivos a todas las naciones; y Jerusalén será hollada por los gentiles, hasta que los tiempos de los gentiles se cumplan”. Los tiempos de los gentiles aquí no se refiere al período de la gracia, el cual es el tiempo en que los gentiles serían salvos, como lo indica Romanos 11:25. En Lucas 21:24 los tiempos de los gentiles representan el tiempo cuando los gentiles controlarán la nación de Israel. Dicho control comenzó con Nebucodonosor y concluirá cuando al anticristo sea destruido en la batalla de Armagedón, mencionada en Apocalipsis 19.

  El versículo 24 es difícil para los expositores. La dificultad se debe a que en la Biblia ciertas profecías referentes a la destrucción de Jerusalén mezclan dos o tres asuntos juntos. Se profanó dos veces el templo y será profanado una vez más en el futuro. Fue profanado primero por Antíoco Epífanes, representado por el cuerno pequeño mencionado en Daniel 8:8-9. Antíoco tipificaba a Tito, el príncipe romano que profanó el templo por segunda vez en el año 70 d. de C. Por lo tanto, la profecía mencionada en Daniel 8 mezcla la profanación del templo por Antíoco Epífanes y la de Tito. Además, la profecía con respecto a Tito, al final de Daniel 9, mezcla el anticristo con Antíoco Epífanes. Por lo tanto, las profecías mencionadas en Daniel en cuanto a la destrucción de Jerusalén implican la destrucción llevada a cabo por Antíoco Epífanes, Tito y el anticristo.

  Al leer Lucas 21:24, es posible que pensemos que dicho versículo describe la destrucción de Jerusalén por Tito. Sin embargo, si examinamos el contexto, veremos que no se refiere a la destrucción de Jerusalén por Tito, ya que el versículo 25 dice: “Entonces habrá señales en el sol, en la luna y en las estrellas, y en la tierra angustia de las naciones, confundidas a causa del bramido del mar y de las olas”. Conforme a la historia, estas cosas no ocurrieron cuando Tito destruyó a Jerusalén. Además, los versículos 26 y 27 dicen: “Desfalleciendo los hombres por el temor y la expectación de las cosas que sobrevendrán en la tierra habitada; porque las potencias de los cielos serán conmovidas. Entonces verán al Hijo del Hombre viniendo en una nube con poder y gran gloria”. Ciertamente no ocurrieron estas cosas después de que Tito destruyó a Jerusalén. Por lo tanto, estos versículos indican que la destrucción mencionada en el versículo 24 debe referirse a una destrucción futura, la destrucción venidera de Jerusalén a manos del anticristo.

  Hoy Jerusalén está libre. Pero cuando el anticristo se levante contra Dios, la capturará y la destruirá. Lucas 21:24 habla de la destrucción venidera.

  En 21:5-36 vemos la profecía del Salvador-Hombre en cuanto a las cosas venideras. Primero, revela a Sus discípulos la destrucción del templo (vs. 5-6). Luego habla de las plagas que sobrevendrán entre Su ascensión y la gran tribulación (vs. 7-11). En este mismo período, entre Su ascensión y la gran tribulación, los seguidores de Cristo serán perseguidos. El Señor habla de esta persecución en los versículos del 12 al 19. Por ende, vemos en 21:7-19 que ocurrirán dos cosas al mismo tiempo: las plagas y la persecución.

  En los versículos del 20 al 27 el Señor habla de la gran tribulación y de Su venida, y en los versículos del 28 al 36, de la redención de los discípulos y del arrebatamiento de los vencedores. Antes de la prueba, o sea, antes de la gran tribulación, tenemos que velar, y en todo tiempo rogar para lograr escapar de “todas estas cosas que van a suceder, y estar en pie delante del Hijo del Hombre” (v. 36). Esto equivale a ser arrebatado antes de la gran tribulación, es decir, ser llevado al trono que está en los cielos. Mientras que las plagas y la persecución continúan, nosotros esperamos ser arrebatados. Pero si queremos ser arrebatados antes de la gran tribulación, tenemos que velar y cuidarnos, no sea que en cualquier momento nuestros corazones se carguen de disipación, embriaguez y de los afanes de esta vida, y venga de repente sobre nosotros aquel día como un lazo (v. 34). Tenemos que velar para que nuestros corazones no se carguen de disipación, de embriaguez ni de los afanes de la vida actual.

  En Lucas 21:5—22:46 el Salvador-Hombre prepara a los discípulos para Su muerte. El Señor lleva esto a cabo de dos maneras: primero, habla a los discípulos de las cosas venideras (21:5-36); segundo, instituye Su cena para que los discípulos participen de Su muerte (22:7-23). Incluso al instituir Su cena, la cual también se llama la mesa del Señor, el Salvador-Hombre preparaba a los discípulos para Su muerte redentora.

LAS ACTIVIDADES DE DIOS, DE SATANAS Y DE LOS OPOSITORES

  Mientras el Señor estaba preparándose a Sí mismo y a Sus discípulos para Su muerte, los opositores, o sea, los líderes de la comunidad judía, estaban ocupados buscando una oportunidad para arrestarle y darle muerte. Aquí el Señor ejerció Su soberanía, ya que ese año el Mesías sería inmolado, es decir, en ese año se le había de quitar la vida al que anteriormente había sido designado Salvador. Además, el mes y el día exactos fueron profetizados en el Antiguo Testamento. Era crucial, por lo tanto, que el Salvador fuese inmolado en día exacto profetizado y tipificado en el Antiguo Testamento.

  No era fácil que todas las cosas fueran dispuestas para que el Salvador-Hombre fuera inmolado a la hora y en el lugar específicos. Esto requería indudablemente que el Dios Triuno usara Su soberanía. El Hijo se preparó para la muerte. El Espíritu y el Padre también obraban para preparar la situación de manera que el Hijo muriera en la cruz, exactamente conforme a lo profetizado y tipificado en el Antiguo Testamento.

  En Lucas 22 vemos que mientras que el Salvador-Hombre se preparaba para morir, los opositores estaban ocupados con sus intrigas, o sea, su conspiración. También Satanás, el enemigo de Dios, estaba ocupado. Cada vez que Dios está ocupado, Satanás también lo está. Por lo tanto, en el capítulo veintidós, tanto el Dios Triuno como Satanás estaban ocupados. En particular, Satanás estaba activamente manipulando a Judas Iscariote, uno de los doce apóstoles designados por el Salvador-Hombre. Satanás instigó a Judas traicionar al Señor Jesús infundiendo en Judas la idea de buscar el momento oportuno para entregar al Señor en manos de los que querían matarle. Por lo tanto, en este capítulo vemos tanto la instigación de los opositores como la obra de Satanás. Por un lado, “los principales sacerdotes y los escribas buscaban cómo matarle” (v. 2). Por otro, “entró Satanás en Judas, llamado Iscariote, el cual era uno del número de los doce; y éste fue y habló con los principales sacerdotes, y los oficiales, de cómo se lo entregaría” (vs. 3-4).

LA CENA DEL SEÑOR REEMPLAZA LA PASCUA

  En 22:7:23 el Salvador-Hombre instituyó Su cena como reemplazo de la Pascua del Antiguo Testamento. En el Antiguo Testamento la Pascua era un gran evento, que puede considerarse igual a la creación. En el Antiguo Testamento tenemos primero el relato de la creación. Luego, vemos que el hombre creado por Dios cayó y más adelante, descendió a Egipto. Cuando Dios estaba a punto de salvar a Su pueblo del cautiverio de Egipto, El ordenó la fiesta de la Pascua. En la Pascua el pueblo de Dios fue salvo y llevado de regreso a los derechos que ellos habían perdido. La observancia de la Pascua duró más de mil quinientos años, comenzando desde Exodo 12 hasta la noche en que el Salvador-Hombre la celebró por última vez con Sus discípulos.

  Lucas 22:7-23 es una sección crucial de la Palabra, pues marca la clausura de la Pascua del Antiguo Testamento. Aquí vemos que el Salvador-Hombre instituyó Su cena, o sea, la mesa del Señor, que reemplazó la Pascua del Antiguo Testamento. De aquí vemos que la noche en que el Señor instituyó Su cena era un período de transición. Era la transición de la Pascua del Antiguo Testamento a la cena del Señor del Nuevo Testamento. Esto es un evento de gran importancia.

  En Lucas 22 tenemos que ver la distinción entre la Pascua y la mesa del Señor. En los versículos del 7 al 18 se trata de la Pascua, y en los versículos del 19 al 20, de la cena del Señor. El versículo 7 dice: “Llegó el día de los panes sin levadura, en el cual era necesario sacrificar la pascua”. La fiesta de los panes sin levadura es una fiesta que dura siete días (Lv. 23:6) y se llama también la Pascua (Mr. 14:1). En realidad, la fiesta de la Pascua era el primer día de la fiesta de los panes sin levadura (Ex. 12:15-20).

  Lucas 22:7 habla del día en el cual la pascua era sacrificada. En el calendario sagrado judío que tenían hasta entonces, el día comenzaba en la tarde (Gn. 1:5). En el anochecer del último día de la Pascua, el Salvador-Hombre primero comió la pascua con Sus discípulos y luego, instituyó Su cena. Después fue con los discípulos al huerto de Getsemaní en el monte de los Olivos. Allí fue arrestado y llevado ante el sumo sacerdote, donde fue juzgado por el sanedrín bien avanzada la noche. En la mañana del mismo día, fue entregado a Pilato para ser juzgado, y fue condenado a muerte. Luego fue llevado al Gólgota y allí fue crucificado en la hora tercera (las nueve de la mañana), y permaneció en la cruz hasta la hora novena (las tres de la tarde) (Mr. 15:16-41), para que se cumpliera el tipo de la Pascua (Ex. 12:6-11).

  En Lucas 22:15 el Señor dijo a los discípulos: “¡Ardientemente he deseado comer con vosotros esta pascua antes que padezca!” La frase griega traducida ardientemente he deseado literalmente dice con deseo he deseado. El Señor deseaba comer la pascua con Sus discípulos antes de sufrir, es decir, antes de ir a la cruz. En 21:15-18 comer y beber fueron parte de la observancia de la última fiesta de la Pascua antes de que se instituyera la cena del Señor en los versículos 19 y 20.

UNA FIESTA DE TRES ETAPAS

  En el versículo 16 el Señor añade: “Porque os digo que de ninguna manera la comeré, hasta que se cumpla en el reino de Dios”. El pronombre la se refiere a la pascua, mencionada en el versículo 15, la cual se cumplirá plenamente en el reino venidero de Dios cuando el Salvador festeje con los santos que hayan vencido (v. 30; 13:28-29).

  Dios tiene un plan completo para redimir a Su pueblo a fin de que entre en Su jubileo. La fiesta de la Pascua es una señal de la plena revelación de Dios, la cual consiste en introducir al pueblo escogido de Dios en el pleno disfrute de El mismo. Dicho disfrute es el jubileo abarcado en el Evangelio de Lucas como cumplimiento de la profecía mencionada en Isaías y del tipo mencionado en Levítico 25. Este jubileo en realidad equivale a disfrutar a Dios por medio de Su obra redentora. La fiesta que representa el jubileo era primero la fiesta de la Pascua del Antiguo Testamento y luego, la mesa del Señor del Nuevo Testamento.

  La fiesta de la Pascua no se cumplió por completo en el Antiguo Testamento. La mesa del Señor, la cual también es una fiesta, reemplaza y continúa la fiesta de la Pascua. Sin embargo, dicha fiesta tampoco se ha cumplido por completo en el Nuevo Testamento, pero se cumplirá completamente en el reino venidero.

  Si leemos la Biblia con detenimiento, veremos que tanto en el Antiguo Testamento como en el Nuevo se habla de una fiesta. Esta fiesta comenzó en Exodo 12, y continuó por más de quince siglos hasta la noche en que el Señor la reemplazó con Su mesa. Hoy en la vida de iglesia el pueblo de Dios asiste a esta fiesta neotestamentaria. Sin embargo, ésta se cumplirá completamente en la fiesta que se celebrará en el reino venidero, lo cual significa que la fiesta del reino será el cumplimiento de la fiesta de la Pascua y de la fiesta de la mesa del Señor.

  Aparentemente existen tres fiestas: la fiesta de la Pascua, la fiesta de la mesa del Señor y la fiesta del reino. En realidad, es una sola fiesta de tres etapas. Dios estableció una fiesta por medio de Su redención para que disfrutemos del jubileo en tres etapas, las cuales son la etapa del Antiguo Testamento, del Nuevo Testamento y del reino.

  Podemos decir que la Pascua era el jubileo del Antiguo Testamento. Cuando la Pascua se estableció, los israelitas oprimidos fueron liberados de la esclavitud en Egipto y de la tiranía del faraón. Eran cautivos que se hallaban en esclavitud. Por un lado, la Pascua los liberó de la esclavitud, pero por otro, les introdujo en una fiesta para que disfrutarán el cordero, el cual era un símbolo de Cristo como corporificación de Dios. En aquel día los hijos de Israel fueron conducidos a disfrutar a Dios; disfrutaron del cordero y de la pascua. Más tarde, en el desierto, disfrutaron del maná. Después de entrar en la buena tierra, disfrutaron de las riquezas de la tierra, que tipifican al Cristo que lo es todo. Ahora podemos ver que la Pascua liberó a los israelitas de la esclavitud y les introdujo en el disfrute de Dios. Sin embargo, con el tiempo perdieron este disfrute y recayeron en la esclavitud.

  En Lucas 4 el Salvador-Hombre proclamó una etapa más avanzada del jubileo: el jubileo del Nuevo Testamento. Este jubileo también tiene un símbolo, una señal, que es la mesa del Señor. Así pues, la mesa del Señor es una señal del jubileo que nos libra del cautiverio y nos introduce en el pleno disfrute del Dios Triuno. La mesa del Señor no es solamente un reemplazo de la fiesta de la Pascua en el Antiguo Testamento, sino también su continuación.

  La fiesta venidera del reino reemplazará la fiesta neotestamentaria de la mesa del Señor y será su continuación. La fiesta del reino será la fiesta en la tercera etapa. Esta fiesta futura, la cual reemplazará y continuará la mesa del Señor, también será un símbolo del jubileo. Para entonces, el pueblo escogido y redimido de Dios será liberado de toda ocupación, cautiverio y esclavitud y será introducido en el disfrute del Dios Triuno en la era del reino.

LA COPA DE LA PASCUA

  En Lucas 22:17 y 18 dice: “Y habiendo tomado la copa, dio gracias, y dijo: Tomad esto, y repartidlo entre vosotros; porque os digo que desde ahora no beberé del fruto de la vid, hasta que el reino de Dios venga”. Cuando algunos leen este capítulo tal vez piensen que esta es la copa de la mesa del Señor. Sin embargo, ésta es la copa de la Pascua, no de la mesa del Señor. En el versículo 16 el Señor y Sus discípulos comieron la pascua, y en el versículo 17 bebieron la copa de aquella fiesta. Los versículos 19 y 20 hablan de la mesa del Señor. Tenemos que distinguir claramente las dos fiestas mencionadas en 22:7-23. Tal vez nos ayudaría si marcamos nuestra Biblia para indicar que la Pascua termina en el versículo 18 y que la cena del Señor comienza en el versículo 19.

EL PAN Y LA COPA DE LA MESA DEL SEÑOR

  Lucas 22:19 dice: “Y tomó el pan y dio gracias, y lo partió y les dio, diciendo: Esto es Mi cuerpo, que por vosotros es dado; haced esto en memoria de Mí”. El pan mencionado en el versículo 19 no es el pan de la Pascua, sino el pan de la mesa del Señor. Además, en dicho versículo el Señor dice: “Haced esto en memoria de Mí”. Así que, no era en memoria de lo que sucedió en Exodo 12. Se toma el pan de la mesa del Señor en memoria del Salvador-Hombre.

  El versículo 20 dice: “De igual manera, después que hubo cenado, tomó la copa, diciendo: Esta copa es el nuevo pacto en Mi sangre, que por vosotros se derrama”. Una vez más, esta no es la copa de la Pascua, sino la copa del nuevo pacto en la sangre del Señor.

  En Exodo 24:3-8 Dios hizo un pacto con el Israel redimido (He. 9:18-21), que llegó a ser el antiguo testamento, y fue una base sobre la cual El podía relacionarse con Su pueblo redimido en la dispensación de la ley. El Salvador-Hombre vino a efectuar la redención eterna por medio de Su muerte, para el pueblo escogido, conforme a la voluntad de Dios (He. 10:7, 9-10), y con Su sangre instituyó un nuevo pacto, un mejor pacto (He. 8:6-13), el cual, después de Su resurrección, llegó a ser el nuevo testamento (Heb. 9:16-17). El nuevo pacto es la base sobre la cual Dios puede ser uno con Su pueblo redimido y regenerado en la dispensación de la gracia. Este nuevo pacto reemplazó el antiguo y simultáneamente cambió la dispensación, de la antigua a la nueva. El Salvador-Hombre quería que Sus elegidos supieran esto y que, después de Su resurrección, vivieran una vida basada en este hecho y en conformidad con el mismo.

EN MEMORIA DEL SALVADOR-HOMBRE

  Ya dijimos que el Salvador-Hombre instituyó Su cena, o sea, la mesa del Señor, después de que El y los discípulos comieron la pascua. El estableció Su cena, la cual tenía como fin que los creyentes hicieran memoria de El, con el propósito de continuar y reemplazar la Pascua, la práctica del Antiguo Testamento que se celebraba para que los elegidos recordaran que el Señor los había salvado (Ex. 12:14; 13:3). Esta nueva práctica, en el nuevo testamento, se celebra para recordar al Salvador-Hombre al comer el pan, que representa Su cuerpo, dado por Sus creyentes (1 Co. 11:24), y al beber la copa, que representa la sangre que El derramó por los pecados de ellos (Mt. 26:28). El pan denota vida (Jn. 6:35), la vida de Dios, la vida eterna, y la copa denota bendición (1 Co. 10:16), que es Dios mismo, la porción de los creyentes (Sal. 16:5). Por ser pecadores, ellos merecían como porción la copa de ira de Dios (Ap. 14:10). Pero el Salvador-Hombre bebió esa copa por ellos (Jn. 18:11), y la salvación que El efectuó llegó a ser la porción de ellos, la copa de salvación (Sal. 116:13) que rebosa (Sal. 23:5), cuyo contenido es Dios, como bendición toda-inclusiva de los creyentes. Este pan y esta copa son los constituyentes de la cena del Salvador-Hombre, la cual es la mesa (1 Co. 10:21), el banquete, que El estableció para que Sus creyentes lo recuerden, disfrutándolo como tal fiesta. Así que, ellos dan testimonio a todo el universo de Su salvación rica y maravillosa, y exhiben la muerte que los redime y les imparte vida (1 Co. 11:16).

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