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Mensajes del libro «Estudio-Vida de Marcos»
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Mensaje 11

HECHOS SUPLEMENTARIOS QUE REALIZO EL SALVADOR-ESCLAVO EN SU SERVICIO EVANGELICO

(1)

  Lectura bíblica: Mr. 3:7-35

  Ya vimos que en el capítulo uno del Evangelio de Marcos figuran cinco asuntos que integran el servicio evangélico del Salvador-Esclavo: proclamar el evangelio (Mr. 1:14-20), enseñar la verdad (Mr. 1:21-22), echar fuera demonios (Mr. 1:23-28), sanar a los enfermos (Mr. 1:29-39) y limpiar al leproso (Mr. 1:40-45). En 2:1—3:6 vimos cinco maneras en las que el Salvador-Esclavo realizó dicho servicio: perdonó los pecados de los enfermos (Mr. 2:1-12), cenó con los pecadores (Mr. 2:13-17), hizo que Sus seguidores se alegraran y no ayunaran (Mr. 2:18-22), se preocupó por el hambre de Sus seguidores y no por las ordenanzas de la religión (Mr. 2:23-28) y se ocupó de aliviar al que sufría y no de los ritos religiosos (Mr. 3:1-6). En 3:7-35 consta otro grupo de cinco eventos que constituyen hechos suplementarios del servicio evangélico: evita la opresión de la multitud (Mr. 3:7-12), designa a los apóstoles para que prediquen (Mr. 3:13-19), no come por causa de las necesidades urgentes (Mr. 3:20-21), ata a Satanás y saquea su casa mediante el Espíritu Santo (Mr. 3:22-30), y no permanece en la relación de la vida natural, sino en la de la vida espiritual (Mr. 3:31-35). En todas las actividades contenidas en cada uno de los tres grupos se ve la excelencia del Señor Jesús. En este mensaje y en el siguiente, estudiaremos los hechos suplementarios que el Salvador-Esclavo realizó en Su servicio evangélico.

EVITA LA OPRESION DE LA MULTITUD

  Al llevar a cabo el ministerio que Dios nos encomienda, encontraremos problemas, oposición y obstáculos. Algunos problemas son provocados por lo que otros hacen de modo natural con la intención de ayudarnos. El Señor se enfrentó con esta clase de problema en Su ministerio. Al llevar a cabo Su servicio evangélico, confrontó muchas situaciones.

  En Mr. 3:7-12 vemos que la multitud oprimía al Señor, lo cual constituía un problema. El versículo 7 dice que una gran multitud le seguía a El y a Sus discípulos, y en el versículo 8 vemos que “oyendo las cosas que hacía, una gran multitud vino a El”. La multitud, al oír lo que el Señor hacía, se congregó alrededor de El. Esta multitud fue una frustración al ministerio del Señor.

  A muchos de los predicadores y evangelistas de hoy les gusta tener grandes congregaciones. No obstante, una multitud no contribuye en nada al verdadero ministerio de vida. A lo más, es probable que una multitud nos ayude a formar un movimiento, pero no nos ayuda a llevar a cabo el ministerio en vida.

Oprimir y tocar

  En 3:7-12 se emplean dos palabras significativas con respecto a la multitud: oprimir (vs. 9-10) y tocar (v. 10). El versículo 9 dice: “Y dijo a Sus discípulos que tuviesen lista cerca de El una pequeña barca, a causa de la multitud, para que no le oprimiesen”. El Señor quería entrar en la barca con el propósito de evitar la opresión de la multitud. Esa opresión fue un obstáculo que impidió que los que eran sinceros vinieran al Señor y le tocaran directamente. Si estamos entre los que simplemente oprimen al Señor, no recibiremos nada de parte de El. Para recibir algo, necesitamos tocarle. Por tanto, en esta porción del Evangelio de Marcos la palabra oprimiesen tiene un sentido negativo, mientras que la palabra tocarle tiene un significado positivo.

  Según consta en los evangelios, fueron varias las ocasiones en las que la gente oprimió al Señor. Pero sólo los que lograron tocarle recibieron algún beneficio. Por medio del contacto directo que tenemos con el Señor, Su vida es impartida a nuestro ser. A esta impartición de vida le llamamos transmisión o infusión. Otro término es impartición. En lo que concierne a recibir la impartición divina, oprimir al Señor no logra nada. Experimentamos la impartición divina sólo cuando tocamos al Señor directamente. El Señor, sabiendo esto, quiso apartarse de la multitud, y se retiró con Sus discípulos al mar.

Una pequeña barca

  A pesar de que el Señor dejó la multitud, ésta continuó siguiéndole. A causa de esto, aun mientras estaba a la orilla del mar, la multitud intentaba oprimirle. Así que, el Señor dijo a Sus discípulos que tuvieran lista cerca de El una pequeña barca; no quería que la multitud le oprimiera. La barca servía como un medio que separaba al Señor Jesús de la multitud.

  En figura, la pequeña barca que el Señor quería que se tuviese lista cerca de El representa la iglesia. La barca que se menciona en Mateo 13 tiene el mismo significado. La iglesia es diferente de la nación de Israel, representada por la tierra. La iglesia también es diferente del mundo gentil, representado por el agua. La iglesia está separada de la tierra y está sobre el agua. Así que, no está ni en la tierra ni en el agua. Aunque la iglesia, como “barca”, está sobre el agua, no está dentro del agua, ni el agua dentro de ella. Por tanto, la tierra representa la nación de Israel, el mar representa el mundo gentil, y la barca, que está separada tanto de la tierra como del mar, representa a la iglesia. Con esto vemos que la iglesia está separada tanto de la nación de Israel como del mundo gentil. Este concepto concuerda con lo dicho por Pablo en 1 Corintios 10:32, respecto a los judíos, los griegos (los gentiles) y la iglesia de Dios.

  Hoy el Señor ministra Su vida a los que están en la iglesia, y desde ésta, la ministra a los demás. Esto es lo que da a entender la barca. Si vemos el significado de esta figura, comprenderemos que si estamos fuera de la iglesia y tratamos de ministrar a la gente, es posible que suframos la opresión de la multitud. Hoy hay muchos ministerios que sirven sin barca a las multitudes. Pero el ministerio apropiado es aquel que se lleva a cabo en la barca, un ministerio que imparte el suministro de vida, no a los que oprimen al Señor, sino a los que sinceramente desean tocarle.

  Lo que el Señor hizo respecto a la multitud debe servirnos de ejemplo; debemos seguir Sus pisadas. Sin embargo, la mayoría de los predicadores y los evangelistas de hoy aprecian las multitudes. Cuanto más grandes sean éstas, más se alegran ellos. Pero los hechos históricos indican que las grandes multitudes, en lugar de beneficiar al auténtico ministerio de vida, le traen pérdida.

  La manera que el Señor opera es diferente a la del hombre. En lugar de apreciar la multitud, El procuró evitarla. Cuando ésta le siguió, pidió que se preparara una pequeña barca para alejarse de la multitud que le oprimía.

Recibir el ministerio de vida

  Aunque el Señor procuró evitar la multitud, El quería que pudieran tocarle los que sinceramente le buscaban. Si sólo somos parte de la multitud, no recibiremos nada de parte del Señor. Debemos apartarnos de la multitud y tocar al Señor directa y sinceramente. Si hacemos esto, recibiremos el ministerio de vida.

  El primer hecho suplementario que realizó el Salvador-Esclavo en Su servicio evangélico fue evitar la opresión de la multitud. En esto debemos aprender del Señor. A menudo los predicadores se dejan engañar por la multitud. Cuando una multitud nos rodee, tengamos cuidado; puede ser un engaño, e incluso un obstáculo. Por consiguiente, debemos evitar la multitud. Esto no quiere decir que debemos abandonar a las personas. No, al evitar la multitud, debemos permitir que otros se relacionen y tengan contacto directo con nosotros para que reciban el auténtico ministerio de vida.

Los espíritus inmundos

  Marcos 3:11-12 dice: “Y los espíritus inmundos, al verle, caían delante de El, y gritaban, diciendo: ¡Tú eres el Hijo de Dios! Mas El les mandaba mucho que no le descubriesen”. Los gritos de los demonios frente al Salvador-Esclavo presentaron otro obstáculo para Su servicio evangélico. Por tanto, les mandó que no le descubriesen.

DESIGNA A LOS APOSTOLES PARA QUE PREDIQUEN

  Ya vimos que el Salvador-Esclavo primero necesitó el mar y luego una pequeña barca para evitar la opresión de la multitud. Esto indica que dicha opresión le era un obstáculo a Su servicio evangélico. Para alejarse de la multitud, el Señor se retiró al mar. El fue de un mar a un monte.

  Las acciones que el Señor tomó son muy interesantes. Para evitar la opresión de la multitud, se retiró al mar, desde el cual ministró a los que le buscaban con sinceridad, los cuales le tocaron de manera directa. Finalmente, después de que éstos recibieron Su ministerio de vida, subió al monte.

  Marcos 3:13-15 nos dice por qué subió el Señor al monte: “Después subió al monte, y llamó a Sí a los que El quiso; y vinieron a El. Y designó a doce, a quienes también llamó apóstoles, para que estuviesen con El, y para enviarlos a predicar, y que tuviesen autoridad para echar fuera los demonios”. El objetivo del Señor al subir al monte fue llamar a algunos para constituirlos Sus apóstoles. Esta designación tenía como fin la propagación del servicio evangélico.

  Según los versículos 14-15, los doce que el Señor designó debían predicar y echar fuera demonios. Predicar el evangelio es ministrar a Dios a las personas, mientras que echar fuera demonios es hacer que Satanás se separe de ellas. Esto constituye el propósito principal del servicio evangélico del Salvador-Esclavo.

Conforme a la voluntad del Padre

  El Evangelio de Lucas dice que el Señor Jesús oró antes de designar a los doce apóstoles: “En aquellos días El fue al monte a orar, y pasó toda la noche orando a Dios. Y cuando era de día, llamó a Sus discípulos, y escogió a doce de entre ellos, a los cuales también llamó apóstoles” (Lc. 6:12-13). Muchas personas habían recibido el ministerio de vida de parte del Señor. Esto indica que El había otorgado vida en abundancia a los que le buscaban con sinceridad y le tocaban directamente. Ellos recibieron el suministro de vida. Luego, el Señor sintió el deseo de elegir a algunos de ellos y designarlos para que le ayudaran en el ministerio del evangelio. Por esta razón subió al monte y oró. Según el Evangelio de Lucas, el Señor oró toda la noche. Sin duda, debe de haber orado respecto a los doce apóstoles que debía elegir de entre los muchos que habían recibido Su ministerio de vida.

  Sabemos que uno de los doce que el Señor eligió era Judas Iscariote, el que le traicionó (Mr. 3:19). Sin duda el Señor Jesús sabía que Judas le traicionaría. Estoy seguro de que antes de hacer Su elección, el Señor consultó con el Padre en oración. No designó a los doce conforme a Su propia voluntad, sino que al hacerlo llevaba a cabo la voluntad de Dios el Padre. El Padre le mandó escoger ciertas personas, incluyendo a Judas. El Señor llevó a cabo Su elección conforme a la voluntad del Padre.

Aprender a perfeccionar a otros

  Necesitamos aprender del Señor a no llevar a cabo nuestro ministerio por nosotros mismos. Ni siquiera El lo realizó por Sí solo. Primero, eligió a los doce, y más tarde, a los setenta. Con esto vemos que tanto en el ministerio como en la vida de iglesia debemos aprender a ser diligentes y fieles y también a establecer a otras personas para que nos ayuden.

  Llevar a cabo nuestro ministerio por nosotros mismos no es muy difícil. De hecho, los maestros y los predicadores tienden a hacerlo todo por sí mismos. Hoy entre los cristianos no es común compartir el ministerio con otros, ni enseñar, designar ni perfeccionar a otros para que cumplan el mismo ministerio. Pero según lo dicho por Pablo en Efesios 4, el ministerio de los apóstoles, los profetas, los evangelistas y los pastores y maestros consiste en perfeccionar a los santos para que ellos lleven a cabo la obra del ministerio. El ministerio del Señor tenía como fin perfeccionar a los apóstoles, y el de los apóstoles consistía en perfeccionar a los santos. Con esto vemos que el mover de Dios en la tierra no se lleva a cabo mediante un individuo, sino que lo realizan grupos de personas.

  En los evangelios, primero encontramos un grupo de doce, y más tarde, uno de setenta. El Señor designó a los apóstoles para que predicaran, lo cual constituye un hecho suplementario importante en Su servicio evangélico. Todos debemos aprender de El. Los ancianos de una iglesia local deben aprender cómo perfeccionar a otras personas. Después de algún tiempo, no deben ser los únicos que cuidan la iglesia; deben establecer a otros que les ayuden en esta responsabilidad.

No la perspectiva natural sino la que concuerda con la percepción espiritual

  El Señor eligió a los doce en la primera parte de Su ministerio. Sin duda alguna, ellos no tenían mucha madurez. Dos de ellos, Jacobo hijo de Zebedeo y Juan hermano de Jacobo, fueron llamados Boanerges, que significa “hijos del trueno”. La palabra griega se deriva del arameo. A ellos se les dio ese sobrenombre debido a su impetuosidad (véase Lc. 9:54-55; Mr. 9:38). En el capítulo nueve de Marcos encontramos un ejemplo de los “truenos” de Juan. Pero cuando éste escribió su evangelio, sus epístolas y el Apocalipsis dicho trueno había perdido su estruendo.

  Otro de entre los doce que el Señor Jesús eligió fue Simón el cananista (Mr. 3:18). La palabra cananista viene de la palabra hebrea canná, la cual significa “celoso”. No se refiere a la tierra de Canaán (Lc. 6:15; Hch. 1:13), sino a una secta de galileos que se conocía como los Zelotes. Ellos eran excesivamente celosos de su nación y amaban las tradiciones y las prácticas judías. El Señor escogió a uno de los Zelotes para que fuera un apóstol.

  Uno de los doce, Mateo, era recaudador de impuestos. Al enumerar a los doce apóstoles en su evangelio, deliberadamente se describió como recaudador de impuestos (Mt. 10:3). Esto tal vez indique que recordaba con gratitud su salvación. Hasta un recaudador de impuestos menospreciado y pecaminoso llegó a ser apóstol del Salvador-Esclavo.

  El último de los doce que menciona Marcos es Judas Iscariote. La palabra griega Iscariote probablemente tiene origen hebreo y significa hombre de Queriot, ciudad que estaba en Judea (Jos. 15:25). Judas fue el único apóstol que era de Judea; todos los demás eran galileos.

  Al pensar acerca de cuáles hermanos pueden llevar responsabilidad en el cuerpo de ancianos de una iglesia local, quizás nos parezca que nadie es apto. Por ejemplo, tal vez digamos: “Este hermano es muy prominente y ama mucho al Señor, pero ¿qué de su pasado?” Si el Señor Jesús hubiese pensado de esta manera en cuanto a los doce, ¿a quién hubiera elegido? Mateo seguramente habría sido excluido. ¿Cómo es posible que el Señor hubiese escogido a un recaudador de impuestos para que fuera uno de los doce apóstoles? Tal vez nos parezca que El debió haber escogido un escriba. No obstante, uno de los que eligió era en efecto un recaudador de impuestos.

  Necesitamos aprender del Señor que la perspectiva natural es diferente de la que concuerda con la percepción espiritual. El Señor hizo Su elección conforme a Su percepción espiritual y no según la perspectiva natural del hombre. Jacobo y Juan tenían un genio terrible, un genio que hacía estruendos. Nosotros nunca les habríamos elegido como apóstoles, pero el Señor sí lo hizo. Desde la perspectiva natural, nadie sería apto para ser apóstol del Señor Jesús. Ni Jacobo, ni Juan, ni Simón el zelote, ni Mateo el recaudador de impuestos serían aptos. ¡Alabado sea el Señor que El no hizo Su elección conforme al punto de vista natural!

  Si nuestra perspectiva acerca de los santos que están en la vida de iglesia es natural, quizás pensemos que nosotros somos los únicos aptos para realizar ciertas cosas. Por ejemplo, es posible que en cierta localidad haya sólo un anciano. Quizás él diga que se necesitan por lo menos dos más. No obstante, tal vez añada: “Sí, el hermano fulano es apto en cierta manera, pero no lo suficiente”. Finalmente, conforme a la perspectiva natural, sólo él será apto. Los años pasarán y él permanecerá como el único aparentemente competente para llevar la responsabilidad. No hay “doce” mucho menos “setenta” que le ayuden. El es el único en su localidad apto para ser anciano.

  El Señor Jesús, al contrario, eligió como Sus apóstoles a los que no eran aptos. Al igual que los doce, nosotros no somos aptos. No obstante, en el mover del Señor se necesitan ayudantes. Así que, uno de los hechos suplementarios que el Señor efectuó al llevar a cabo Su ministerio fue elegir a ciertas personas no aptas para que fueran Sus apóstoles.

  Finalmente, lo que aconteció en el día de Pentecostés confirmó a Pedro. Yo no creo que él tuviera un alto nivel de educación. No obstante, poco después que el Señor Jesús fuera crucificado y resucitara, Pedro pudo ponerse de pie en el día de Pentecostés, tomando así la iniciativa entre los apóstoles. La Iglesia Romana considera a Pedro el primer papa. Pero ese “papa” era un pescador elegido por el Señor y luego confirmado por El en el día de Pentecostés.

  Es muy importante que aprendamos a no ver el ministerio del Señor ni la iglesia según el concepto natural. El Señor no eligió a Nicodemo como uno de los doce. Tampoco escogió a ninguna persona docta. Al contrario, los que escogió parecían peculiares. Vimos que Jacobo y Juan fueron llamados “hijos del trueno”. A menudo cuando hablaban eran como estruendos. Si nosotros hubiésemos estado allí, nuestra actitud habría sido: “Hagan a un lado a éstos hasta que dejen de hacer estruendos. Una vez que cambien y que sus truenos dejen de rugir, entonces podemos usarlos en el ministerio”. Este es nuestro concepto natural, pero no es la perspectiva del Señor Jesús. ¿Es usted capaz de hacer que en su localidad los hijos del trueno sean útiles en el servicio de la iglesia? Necesitamos aprender del Señor y utilizar a personas como éstas en el servicio evangélico.

  Ya vimos que el Señor Jesús se apartó de la multitud y pidió que se le tuviese lista una pequeña barca. El no hizo esto de manera natural. Lo hizo todo en el espíritu. Igualmente, tampoco designó a los doce de manera natural; al hacerlo estaba totalmente en el espíritu. Aunque sabía que Judas le traicionaría, de todos modos lo designó como uno de los doce. Naturalmente, nadie designaría a alguien como Judas. Pero el Señor Jesús, quien obraba conforme al espíritu, escogió aun a Judas.

NO COME POR CAUSA DE LAS NECESIDADES URGENTES

  Marcos 3:20-21 dice: “Y entró en una casa. Y se juntó de nuevo una multitud, de modo que ellos ni siquiera podían comer pan. Cuando oyeron esto Sus parientes, vinieron para prenderle; porque decían: Está fuera de Sí”. Esto indica cuán ocupado, diligente y fiel era el Salvador-Esclavo como Esclavo de Dios en Su servicio evangélico.

  No es fácil analizar ni sistematizar las acciones del Señor. La forma en que evitó la multitud en 3:7-12 parece contradecir lo que hizo en 3:20-21. Primero evitó la multitud, pero al juntarse ésta en la casa donde El se encontraba, no intentó alejarse de ella. Por lo que hizo en 3:7-12, esperaríamos que se mantendría alejado de la multitud para poder terminar de comer. Esperaríamos que dijera: “Estoy comiendo ahora y no tengo tiempo de estar con ustedes”. Pero El actuó de manera diferente; dejó de comer y se ocupó de las urgentes necesidades de los que estaban en la multitud.

  Cuando se enteraron de esto los parientes del Señor, vinieron para prenderle y decían que estaba fuera de Sí. Esta exclamación expresó la preocupación natural de los familiares del Salvador-Esclavo. Como veremos en el siguiente mensaje, esto dio lugar para que los escribas blasfemaran contra El (v. 22).

  Los parientes del Señor, posiblemente Sus hermanos en la carne, pensaron que El estaba fuera de Sí. Estaban preocupados de que El se ocupara sólo de la multitud y no de tomar Sus alimentos.

  No debemos intentar analizar de manera natural lo que aparenta ser el factor de contradicción en el comportamiento del Señor. Cuando la multitud le oprimía, el Señor procuró evitarla. Pero cuando la multitud le ofrecía la oportunidad de ministrar vida a la gente, no se preocupaba ni siquiera de comer. Necesitamos ver la diferencia que existe entre la opresión de la multitud y la oportunidad de ministrar vida.

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