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Mensajes del libro «Estudio-Vida de Marcos»
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Mensaje 43

LA PREPARACION DEL SALVADOR-ESCLAVO PARA SU SERVICIO REDENTOR

(10)

  Lectura bíblica: Mr. 14:12-26

EL REEMPLAZO DE LA PASCUA

  El Señor Jesús, después de disfrutar del banquete en Betania, participó de la fiesta de la Pascua y posteriormente la reemplazó al instituir Su cena (14:12-26). El Señor mandó a dos de Sus discípulos a hacer los preparativos necesarios para la fiesta de la Pascua (vs. 12-16). Esta Pascua fue la última en la historia de la economía de Dios, pues de ahí en adelante fue reemplazada por la mesa del Señor, lo cual indica que la vieja dispensación había sido reemplazada por una nueva. Así que, nosotros hoy no celebramos la fiesta de la Pascua, sino la mesa del Señor, Su cena.

  Como veremos, el Señor instituyó Su cena usando un pan y una copa, lo cual alude a Su muerte, Su resurrección, a El mismo y a Su agrandamiento, es decir, Su Cuerpo. Al final, el Señor, Su muerte, Su resurrección y Su agrandamiento producirán el reino de Dios.

  Marcos 14:12 dice: “El primer día de la fiesta de los panes sin levadura, cuando se sacrificaba la pascua, Sus discípulos le dijeron: ¿Dónde quieres que vayamos a preparar para que comas la pascua?” En el calendario judío, que concordaba con las Escrituras que tenían hasta ese entonces, el día comenzaba en la tarde (Gn. 1:5). En la noche, cuando comenzó el día en que se celebraría la última Pascua, el Salvador-Esclavo primero comió la pascua con Sus discípulos y luego instituyó Su cena para ellos (vs. 12-25). Posteriormente, fue con los discípulos al huerto de Getsemaní en el monte de los Olivos (vs. 26-42), donde fue arrestado, llevado al sumo sacerdote y juzgado por el sanedrín bien avanzada la noche (vs. 43-72). En la mañana del mismo día, fue entregado a Pilato para ser juzgado por él, y se le condenó a muerte (15:1-15). Luego, lo llevaron al Gólgota y allí fue crucificado a las nueve de la mañana y permaneció en la cruz hasta las tres de la tarde (15:16-41) para que se cumpliera la tipología de la pascua (Ex. 12:6-11).

  Según 14:13-16, el Señor envió a dos de Sus discípulos diciéndoles que fueran a la ciudad, donde les saldría al encuentro un hombre que llevaba un cántaro de agua. Ellos debían seguirle, y donde entrara debían decirle al dueño de casa: “El Maestro dice: ¿Dónde está Mi aposento donde pueda comer la pascua con Mis discípulos?” Entonces él les mostraría un gran aposento en el piso de arriba, dispuesto, en el cual los discípulos debían hacer los preparativos necesarios. “Salieron los discípulos y entraron en la ciudad, y hallaron como les había dicho; y prepararon la pascua” (v. 16).

  El relato de la preparación para la Pascua es misterioso. Nos recuerda lo que el Señor dijo a dos de Sus discípulos en cuanto al pollino sobre el cual montó al entrar a Jerusalén (11:1-6). ¿Quién proveyó y dispuso el gran aposento? La respuesta a esta pregunta no se encuentra en ningún versículo de la Biblia. Esto puede indicar que la disposición de la cena por parte del Salvador-Esclavo fue algo misterioso.

JUDAS ISCARIOTE

  Marcos 14:18 dice: “Y mientras estaban reclinados a la mesa y comían, dijo Jesús: De cierto os digo que uno de vosotros me va a traicionar, uno que está comiendo conmigo”. Lo que comían ahí era la pascua (v. 16), y no la cena del Salvador-Esclavo, que se menciona en los versículos 22-24. El que entregó al Señor Jesús fue Judas Iscariote.

  Los versículos 19-20 dicen: “Entonces ellos comenzaron a entristecerse y a decirle uno por uno: ¿Acaso soy yo? El les dijo: Es uno de los doce, el que moja conmigo en el plato”. Judas, después de verse expuesto, se fue (Jn. 13:21-30) antes de la cena del Salvador-Esclavo (Mt. 26:20-26). No participó de Su cuerpo ni de Su sangre porque no era un verdadero creyente, sino un hijo de perdición (Jn. 17:12), a quien el Salvador-Esclavo consideraba un diablo (Jn. 6:70-71). Lucas 22:21-23 parece indicar que Judas se fue después de la cena del Señor, de la cual se habla en los versículos anteriores (Lc. 22:19-20). No obstante, el relato de Marcos y el de Mateo muestran que el Salvador-Esclavo, antes de instituir Su cena (14:22-24), declaró que Judas era el traidor (vs. 18-21). El relato de Marcos sigue el orden cronológico, mientras que el orden de Lucas corresponde con la moralidad. El orden en el relato de Mateo corresponde al de Marcos.

HACER MEMORIA DEL SALVADOR-ESCLAVO

  Marcos 14:22 dice: “Y mientras comían, Jesús tomó pan y bendijo, y lo partió y les dio, y dijo: Tomad, esto es Mi cuerpo”. En esta ocasión, lo que comían era la cena del Salvador-Esclavo después de que El y Sus seguidores habían comido la pascua, como se menciona en los versículos 16-18. El inició esta fiesta nueva, la cual tenía como fin que los creyentes hicieran memoria de El, con el propósito de reemplazar la Pascua, la fiesta del Antiguo Testamento que se celebraba para que los elegidos recordaran la obra salvadora de Jehová (Ex. 12:14; 13:3).

  La nueva fiesta del nuevo pacto se celebra para recordar al Salvador-Esclavo al comer el pan, que representa Su cuerpo dado por Sus creyentes (1 Co. 11:24), y al beber la copa, que representa la sangre que derramó por los pecados de ellos (Mt. 26:28). El pan denota vida (Jn. 6:35), la vida de Dios, la vida eterna, y la copa denota bendición (1 Co. 10:16), que es Dios mismo, la porción de los creyentes (Sal. 16:5). Como pecadores que eran, la porción que merecían era la copa de la ira de Dios (Ap. 14:10). Pero el Salvador-Esclavo bebió esa copa por ellos (Jn. 18:11), y la salvación que El efectuó llegó a ser la porción de ellos, la copa de salvación (Sal. 116:13), la copa que rebosa (Sal. 23:5), cuyo contenido es Dios como la bendición de los creyentes, una bendición que lo incluye todo. El pan y la copa son los constituyentes de la cena del Salvador-Esclavo, la cual es una mesa (1 Co. 10:21), un banquete que El estableció para que Sus creyentes lo recuerden disfrutándolo como dicha fiesta. De esta manera, al recordarlo, exhiben la muerte que los redimió (la sangre separada del cuerpo alude a Su muerte) y les imparte vida (1 Co. 11:26), y dan testimonio a todo el universo de la salvación rica y maravillosa que El les brinda.

LA SANGRE DEL PACTO

  Los versículos 23-24 dicen: “Y tomando la copa, y habiendo dado gracias, les dio; y bebieron de ella todos. Y les dijo: Esto es Mi sangre del pacto, que por muchos es derramada”. En Exodo 24:3-8 Dios hizo un pacto con el Israel redimido (He. 9:18-21). Este pacto llegó a ser el antiguo testamento, y fue la base sobre la cual Dios se relacionaba con Su pueblo redimido en la dispensación de la ley. El Salvador-Esclavo vino a efectuar la redención eterna por medio de Su muerte en beneficio del pueblo escogido de Dios, conforme a la voluntad de Dios (He. 10:7, 9-10), y con Su sangre instituyó un nuevo pacto, un mejor pacto (He. 8:6-13), el cual, después de Su resurrección, llegó a ser el nuevo testamento (He. 9:16-17). El nuevo pacto es la base sobre la cual Dios puede ser uno con Su pueblo redimido y regenerado en la dispensación de la gracia. Este pacto reemplazó el antiguo y al mismo tiempo eliminó la vieja dispensación e introdujo una nueva. El Salvador-Esclavo quería que Sus seguidores supieran esto y que después de que El resucitara llevaran una vida basada en este hecho y en conformidad con él.

  En 14:25 el Señor añadió: “De cierto os digo que ya no beberé del fruto de la vid, hasta aquel día en que lo beba nuevo en el reino de Dios”. El Señor hablaba de la manifestación del reino, en el cual beberá el fruto de la vida con nosotros después de Su regreso.

  El versículo 26 concluye la sección que trata de la institución de la cena: “Y cuando hubieron cantado un himno, salieron al monte de los Olivos”. Esta fue una alabanza que el Señor cantó al Padre junto con los discípulos después de participar de la mesa del Señor.

LLEGAMOS A SER EL CUERPO MISTICO DE CRISTO

  Ya vimos que mientras comían, el Señor tomó pan, lo bendijo, lo partió y lo dio a Sus discípulos, diciendo: “Tomad, esto es Mi cuerpo” (v. 22). Primero, el Señor y los discípulos comieron la pascua. Luego, El estableció Su mesa con el pan y la copa para reemplazar la fiesta de la Pascua. El hizo esto porque muy pronto cumpliría el tipo y se convertiría en la verdadera Pascua para nosotros (1 Co. 5:7). Ahora guardamos la verdadera fiesta de los panes sin levadura (1 Co. 5:8).

  El pan de la mesa del Señor es un símbolo que representa el cuerpo del Señor, mismo que fue quebrantado por nosotros en la cruz a fin de que se liberara la vida del Señor para que participáramos de ella. Al participar de esta vida, llegamos a ser el Cuerpo místico de Cristo (1 Co. 12:27), el cual también es representado por el pan de la mesa (1 Co. 10:17). Por consiguiente, al participar de este pan tenemos la comunión del Cuerpo de Cristo (1 Co. 10:16).

  El Señor fue quebrantado en la cruz a fin de liberar Su vida. Esta liberación se dio cuando resucitó. Así que, el quebrantamiento tiene que ver con la muerte, y la liberación con la resurrección. Al ser quebrantado en la cruz, el Señor pudo liberar la vida divina que estaba en El, para que nosotros pudiéramos participar de ella. Al recibir la vida divina del Señor, llegamos a ser el Cuerpo místico de Cristo, Su agrandamiento. Quiere decir que al disfrutar el pan llegamos a ser el Cuerpo místico de Cristo.

  El Cuerpo místico de Cristo, Su agrandamiento, también es tipificado por el pan que está sobre la mesa, como lo indica 1 Corintios 10:17. Así que, al participar de este pan disfrutamos de la comunión del Cuerpo de Cristo.

LA SANGRE, EL PACTO Y LA COPA

  La sangre del Señor nos redimió de nuestra condición caída y nos devolvió a Dios, a la herencia que perdimos por motivo de la caída, y a la plena bendición que El nos brinda. Con respecto a la mesa del Señor (1 Co. 10:21), el pan representa nuestra participación de la vida, y la copa, el disfrute que tenemos de la bendición de Dios. Así que, a la copa se le llama la copa de bendición (1 Co. 10:16). Esta copa contiene todas las bendiciones de Dios, e incluso al propio Dios como nuestra porción (Sal. 16:5). En Adán, nuestra porción era la copa de la ira de Dios (Ap. 14:10). Pero Cristo bebió esa copa por nosotros (Jn. 18:11), y Su sangre constituye la copa de salvación para nosotros (Sal. 116:13), la copa que rebosa (Sal. 23:5). Al participar de esta copa tenemos la comunión de la sangre de Cristo (1 Co. 10:16).

  Marcos 14:25 habla del fruto de la vid. El fruto de la vid contenido en la copa de la mesa del Señor también es un símbolo de la sangre que el Señor derramó en la cruz por nuestros pecados. La justicia de Dios requería que la sangre del Señor fuese derramada para el perdón de nuestros pecados (He. 9:22).

  Marcos 14:24 dice que la sangre del Señor es la sangre del pacto. Habiendo satisfecho la justicia de Dios, la sangre estableció el nuevo pacto, en el cual Dios nos da perdón, vida, salvación y todas las bendiciones espirituales, celestiales y divinas. Cuando el nuevo pacto nos es dado, es una copa (Lc. 22:20), una porción para nosotros. El Señor derramó Su sangre, Dios estableció el pacto y nosotros disfrutamos la copa, en la cual Dios y todo lo Suyo son nuestra porción. La sangre es el precio que Cristo pagó por nosotros, el pacto es el título de propiedad que Dios nos trasmitió y la copa es la porción que recibimos de Dios.

  En cuanto a la mesa del Señor, tenemos la sangre, el pacto y la copa. Cuando venimos a participar de la cena del Señor, vemos la copa sobre la mesa. Esta copa es un pacto y también está relacionada con la sangre. Así que, la sangre, el pacto, y la copa son uno. La sangre es el precio pagado por Cristo, el pacto es el título de propiedad de nuestra herencia y la copa es la porción que recibimos y disfrutamos. Cristo pagó el precio, Dios estableció el pacto y nosotros disfrutamos la porción.

LOS DISCIPULOS PARTICIPAN DE LA MUERTE Y LA RESURRECCION DEL SEÑOR, DEL SEÑOR MISMO Y DE SU CUERPO MISTICO

  El Señor Jesús, al instituir Su mesa, daba a entender a Sus seguidores que ellos entrarían en Su muerte y Su resurrección. El no sólo les sirvió Su cuerpo y Su sangre, sino también Su muerte, Su resurrección, El mismo y Su agrandamiento, Su Cuerpo místico. En Su mesa, les ofreció a Sus discípulos Su propia persona, Su muerte, Su resurrección y Su Cuerpo místico, Su agrandamiento. Esto quiere decir que los discípulos deben disfrutar Su muerte, Su resurrección, al propio Señor y Su agrandamiento.

  Dudo que los discípulos entendieran claramente el significado de la cena del Señor en el momento en que El la instituía. Oyeron las palabras que el Señor habló, pero probablemente no las entendieron. Según lo que el Señor Jesús profetizó en el Evangelio de Juan, cuando el Espíritu de realidad viniera, El los guiaría a toda la realidad (Jn. 16:13), incluyendo la realidad de la cena instituida por el Señor. Cuando esto aconteció, los discípulos seguramente recordaron las palabras del Señor. Tal vez dijeron: “En la noche que el Señor fue arrestado, instituyó la mesa con el pan y la copa. En aquel entonces no comprendimos lo que esto significaba. Pero ahora sabemos que lo que El quería era llevarnos a una comprensión plena de Su muerte que le pone fin a todo, de Su maravillosa resurrección, de Sí mismo y de Su Cuerpo místico, Su agrandamiento.

LA PRODUCCION DEL NUEVO HOMBRE

  La muerte del Señor, Su resurrección, el Señor mismo y Su agrandamiento tienen como fin producir el nuevo hombre. El nuevo hombre es el desarrollo de la semilla del reino del capítulo cuatro. El desarrollo pleno del nuevo hombre será el reino de Dios. En lugar de leer la Biblia de manera superficial, necesitamos ser alumbrados para tener esta visión.

  Hoy el Señor Jesús continúa introduciéndonos en la realidad de Su mesa. Antes de entrar en la muerte, El instituyó la mesa con Su muerte, Su resurrección, El mismo y Su agrandamiento, los cuales son representados por el pan y por la copa. El pan representa Su Cuerpo místico, y la sangre del Señor ha llegado a ser una copa, la porción dada a nosotros por el pacto que Dios hizo y el precio que Cristo pagó. Cada semana repasamos esta historia en la mesa del Señor.

  Al venir a la mesa del Señor, no celebramos una comunión religiosa ni llevamos a cabo la llamada misa. Lo que tenemos en ella es una revelación de la muerte del Señor, de Su resurrección, del Señor mismo y de Su Cuerpo místico, Su agrandamiento. Al participar de Su muerte y Su resurrección, al tomarlo como nuestro reemplazo que todo lo incluye, El llega a ser el todo para nosotros, lo cual tiene como fin que se produzca el nuevo hombre. Al final, el nuevo hombre será el reino de Dios. Cuando se cumpla este proceso, el Señor Jesús regresará para recibir al nuevo hombre y establecer el reino. ¡Quiera el Señor que todos recibamos esta maravillosa visión!

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