Mostrar cabecera
Ocultar сabecera
+
!
NT
-
Navega rápidamente por los libros de vida del Nuevo Testamento
AT
-
Navega rápidamente por los libros de vida del Antiguo Testamento
С
-
Mensajes del libro «Estudio-Vida de Marcos»
Чтения
Marcadores
Mis lecturas


Mensaje 65

UNA VIDA QUE CONCUERDA CON LA ECONOMIA NEOTESTAMENTARIA DE DIOS Y QUE LA CUMPLE

(14)

  Lectura bíblica: Mr. 1:14-18; 4:26; 9:1-8; 10:23-25; Ro. 14:17

  En el mensaje anterior examinamos el contexto histórico que existía cuando el Señor comenzó Su ministerio en el Evangelio de Marcos. Además, vimos que el Señor, con Su bautismo, le puso fin a la religión y a la cultura, y que más adelante en Su ministerio se sembró como semilla del reino en los escogidos de Dios. Esta semilla se desarrolla y llega a ser el reino de Dios, el cual, por una parte, cumple el propósito eterno de Dios, y por otra, nos llena de satisfacción. Estudiemos ahora cómo es que los escogidos son la tierra en la cual Cristo como semilla del reino se siembra y se desarrolla hasta ser el reino de Dios.

LA TIERRA EN LA CUAL CRISTO ES CULTIVADO Y SE CONVIERTE EN EL REINO DE DIOS

  Los escogidos de Dios son la tierra que cultiva a Cristo hasta que se convierte en el reino de Dios. No obstante, ellos cayeron, y según el cuadro que presentan los casos narrados en Marcos están enfermos, contaminados, paralizados, corruptos, sordos, mudos e incluso muertos espiritualmente.

  Dios había destinado a Sus escogidos para que fueran la tierra en la cual Cristo se sembraría y crecería con miras al desarrollo del reino de Dios. Pero esta tierra se enfermó, se contaminó y se paralizó. Se volvió corrupta, ciega, sorda, muda e incluso fue poseída por demonios. Antes de ser salvos, todos nosotros éramos esa tierra.

  En el capítulo uno del Evangelio de Marcos el Señor Jesús comenzó a reunir la tierra. En 1:14-15 vemos que El vino a Galilea, proclamando el evangelio de Dios, y diciendo: “El tiempo se ha cumplido, y el reino de Dios se ha acercado; arrepentíos y creed en el evangelio”. Inmediatamente después se narra que el Señor llama a cuatro de Sus discípulos: Simón, Andrés, Jacobo y Juan (1:16-20). En el mensaje anterior hicimos notar que el Señor proclamó el evangelio sembrándose en las personas. En 1:16-20 vemos a cuatro de los que El reunió para que fueran la tierra en la cual sembrarse como semilla del reino de Dios.

IR EN POS DEL SEÑOR

  Cuando el Señor reunió a los discípulos en 1:16-20, ¿qué quería que ellos hicieran? El versículo 16 dice que Simón y Andrés estaban “echando la red en el mar; porque eran pescadores”, y Jesús les dijo: “Venid en pos de Mí, y haré que seáis pescadores de hombres” (v. 17). Y dejando ellos al instante las redes, le siguieron (v. 18). Un poco más tarde, el Señor Jesús vio a Jacobo y a Juan quienes estaban en una barca remendando sus redes, y los llamó, y ellos “dejando a su padre Zebedeo en la barca con los jornaleros, se fueron en pos de El” (v. 20). Así vemos que los cuatro discípulos dejaron sus redes, sus barcas, a su padre e incluso el mar por seguir a Jesús. Lo dejaron todo para seguirlo a El.

  Cuando de joven leí los evangelios me preguntaba lo que significaba seguir a Jesús, pues me encantaban las palabras que dijo: “Venid en pos de Mí”. Más tarde se me enseñó que seguir a Jesús implicaba hacer todo lo que El hizo. Por ejemplo, Jesús amó a las personas, y de igual manera nosotros también debíamos amarlas. El era dócil y benévolo, y nosotros también debíamos serlo. Al principio acepté esta definición de lo que era seguir al Señor Jesús. Pero con el tiempo me di cuenta que seguirle de esta manera era semejante a enseñar a un mono a comportarse como humano. El mono podrá ser adiestrado a sentarse, ponerse de pie y andar como un hombre, pero eso no es más que una simple imitación. No obstante, muchos cristianos intentan seguir a Cristo imitándole. Este concepto es erróneo y debemos repudiarlo. Pero esto aún nos deja con la pregunta de qué significa seguir al Señor Jesús.

  Ya subrayamos que cuando el Señor Jesús llamó a los discípulos, los reunió para que fueran la tierra en la cual se sembraría. Así que, podemos decir que seguir a Jesús es ser puestos en Su bolsillo con el propósito de que El se siembre en nosotros.

LA SANIDAD DE LA TIERRA

Escogida por Dios

  Acabamos de decir que en Marcos el Señor Jesús reunió la tierra y la puso en Su “bolsillo” a fin de sembrarse en ella. Pero según los casos narrados en dicho evangelio, la tierra se hallaba en una condición deplorable. ¿Cómo podía el Señor emplear una tierra enferma, contaminada y corrupta? Algunos pensarán que El debió desechar una tierra infructuosa como esa. Pero el Señor no puede desechar a los que el Padre escogió y predestinó antes de la fundación del mundo. En realidad, el Señor Jesús no tuvo otra alternativa. Los discípulos ya habían sido marcados, predestinados. ¿Cómo podía rechazarlos? El Padre los había escogido antes de la fundación del mundo, y el Señor había venido a hacer la voluntad de Dios el Padre. Así que, no podía desecharlos, pese a que como tierra se encontraban en una condición pésima. ¿Qué entonces podía hacer el Señor con esa tierra? Como lo indica el Evangelio de Marcos, fue necesario que El la sanara y la convirtiera en buena tierra.

Pasa por la muerte y la resurrección

  Según el Evangelio de Marcos, la tierra se hallaba en una condición deplorable. ¿Cómo podía ser sanada? Se requería que pasara por un proceso de muerte y resurrección. En principio, ésta es la manera en que nuestros cuerpos físicos experimentan la sanidad. Agradecemos al Señor que al crear el cuerpo humano estableció tal principio. De otro modo, una vez que una persona se enfermase, no podría recuperarse. Pero en nuestros cuerpos existe el principio de la muerte y la resurrección, el principio que da muerte a lo viejo y resucita lo nuevo. Las enfermedades son sanadas en el cuerpo humano por medio de este principio básico de la vida.

  Si entendemos este principio veremos cómo el Señor Jesús sana la tierra en la cual se siembra como semilla del reino. La tierra humana que Dios había escogido se contaminó y se volvió infructuosa. Pero ya que Dios el Padre la había escogido, el Señor Jesús no podía desecharla. La tierra incluso había sido predestinada, marcada, por el Padre, y el Señor tenía que encontrar la manera de sanarla.

  Como vimos, seguir al Señor es ser puestos en Su “bolsillo”. Pero ¿cómo sana el Señor la tierra que está allí? La sana llevándola a la cruz para hacerla morir e introduciéndola en la resurrección. En la muerte del Señor fenecemos, es decir, morimos. Luego, en Su resurrección, somos resucitados. Así que, morimos en la muerte del Señor y nos levantamos en Su resurrección. De esta manera es sanada la tierra.

  En Marcos 1 el Señor Jesús llamó a Pedro, a Andrés, a Jacobo y a Juan, y éstos comenzaron a seguirle. En efecto, le siguieron ciegamente, sin saber a donde iban ni lo que hacían. El hecho de que Pedro hiciera tantos disparates muestra que no sabía lo que acontecía. No obstante, el Señor Jesús sabía lo que se proponía hacer con los discípulos.

  Una vez que hubo reunido a los discípulos, quienes eran la tierra, el Señor se presentó a ellos como un ejemplo. Por más de tres años Pedro y los otros discípulos observaron lo que el Señor dijo e hizo. Posteriormente, el Señor Jesús llevó a la cruz a los discípulos y a todos los que Dios había escogido. Después de pasar por la muerte y entrar en la resurrección, ellos fueron sanados. Por esta razón afirmamos que en la muerte y la resurrección de Cristo, los seguidores del Señor, la tierra escogida por Dios, fue sanada. Todos los casos de sanidad contenidos en el Evangelio de Marcos son señales que hacen referencia a esa sanidad; la sanidad que ocurre por medio de la muerte y la resurrección de Cristo.

Los discípulos llegan a ser buena tierra

  Cuando llegamos al capítulo uno de Hechos vemos que Pedro, Andrés, Juan y Jacobo, junto con el resto de los cientos veinte, ya no estaban enfermos. No tenían fiebre, no estaban contaminados, paralizados, ciegos, sordos ni mudos. Todos habían sido sanados por medio de la muerte y la resurrección del Señor.

  En el mensaje anterior y en éste hemos abarcado cuatro asuntos: el contexto histórico en que ministró el Señor, el Señor es el Sembrador que se siembra como semilla, los discípulos son la tierra escogida por Dios, y la sanidad de la tierra. Como resultado de ser sanados por medio de la muerte y la resurrección de Cristo, los escogidos de Dios fueron restaurados y llegaron a ser buena tierra. Fueron hechos la buena tierra de la que se habla en Marcos 4:8 y 20.

EL SEÑOR COMPLETA LA SIEMBRA

  El Señor Jesús, por medio de Su muerte y Su resurrección, no sólo sanó la tierra, sino que también liberó la vida de Dios y la impartió en dicha tierra. Por medio de Su muerte, liberó la vida divina que estaba en El y mediante Su resurrección la impartió en dicha tierra. Así que, la muerte y la resurrección del Señor completaron la siembra de Sí mismo en Sus discípulos.

  La siembra empezó en Marcos 1 y continuó hasta que fue completada en el capítulo dieciséis. El Señor Jesús se sembraba en los discípulos capítulo tras capítulo. Esto se revela claramente en el capítulo cuatro donde vemos que El, como Sembrador, se sembraba como semilla del reino de Dios. Cuando el Señor Jesús resucitó se completó la siembra. Para entonces los discípulos habían llegado a ser otra clase de tierra, la buena tierra, y comenzaron a cultivar a Cristo en ellos. En los primeros capítulos del libro de Hechos vemos que los discípulos eran la buena tierra que producía a Cristo.

LA CIZAÑA VUELVE A APARECER

  Sin embargo, el hecho de que los discípulos llegaran a ser buena tierra y empezaran a cultivar a Cristo no significa que la cizaña no pudiera volver a retoñar en ellos. En Gálatas 2 vemos que ésta había comenzado a retoñar en Pedro. Esto se debía a que él aún permanecía bajo la influencia de la antigua religión.

  En efecto, dicha cizaña ya daba señales de crecimiento en Hechos 10. Según este capítulo, Pedro tuvo una visión celestial, una visión relacionada con la siembra de la semilla en los gentiles. Dios pretendía usar a Pedro para que sembrara la semilla del reino en otro tipo de tierra, la tierra gentil. Al principio éste rehusó obedecer la visión, lo cual indicaba que en lugar de trigo algo más crecía en él; eran los elementos de la antigua religión, esto es, la cizaña.

  En Hechos 21 vemos que Pedro estaba bajo la influencia de Jacobo. Al estudiar ese capítulo junto con Gálatas 2 vemos que la cizaña que crecía en Pedro era mucha.

  Debemos examinarnos para ver cuánta cizaña crece en nosotros. ¿A qué nos referimos al hablar de la cizaña? La cizaña es cualquier cosa que crece en nosotros y que reemplaza a Cristo. En nuestra experiencia, la cizaña tal vez sea el intento por cultivar la cultura, la religión, la ética, la moralidad, la filosofía, el carácter, la espiritualidad, la ortodoxia, la santidad y la victoria.

  Muchos santos que han estado bajo este ministerio por muchos años aún siguen bajo la influencia de su pasado cultural y religioso, debido a lo cual no les ha sido esclarecida la visión de la economía neotestamentaria de Dios. Esta influencia y la falta de claridad retrasan el regreso del Señor, pues impiden que se desarrolle el reino dentro de nosotros.

NECESITAMOS UNA CLARA VISION DEL REINO DE DIOS

  Debemos preguntarnos una vez más: ¿qué es el reino de Dios? Contrario al entendimiento tradicional, el reino no es simplemente una esfera donde Dios gobierna a la gente y a la cual entramos para disfrutar de la vida eterna. Muchos cristianos ni siquiera tienen el debido entendimiento de lo que es la vida eterna. Piensan que es una especie de bendición perdurable. Necesitamos recibir del Nuevo Testamento una clara visión acerca del reino de Dios.

  El reino de Dios no se refiere a una esfera material en la que Dios ejerce Su autoridad para llevar a cabo Su administración gubernamental e introducirnos en dicha esfera a fin de que disfrutemos bendiciones eternas. Este no es el concepto que presenta el Nuevo Testamento acerca del reino y debemos olvidarnos de él. Lo que ahí se revela es que el reino es una persona, y no una esfera material. Esta persona, el Señor Jesús, el Hijo de Dios, es la corporificación del Dios Triuno, quien como tal, vino para ser el reino. En Marcos 4 El dijo que el reino era semejante a un sembrador que salió a sembrar. Tanto el Sembrador como la semilla son el propio Señor, pues El vino para sembrarse en los escogidos de Dios como semilla del reino. En Su ministerio, ésta es la única semilla que El sembró.

Biblia aplicación de android
Reproducir audio
Búsqueda del alfabeto
Rellena el formulario
Rápida transición
a los libros y capítulos de la Biblia
Haga clic en los enlaces o haga clic en ellos
Los enlaces se pueden ocultar en Configuración