Mostrar cabecera
Ocultar сabecera
+
!
NT
-
Navega rápidamente por los libros de vida del Nuevo Testamento
AT
-
Navega rápidamente por los libros de vida del Antiguo Testamento
С
-
Mensajes del libro «Estudio-Vida de Romanos»
Чтения
Marcadores
Mis lecturas


Mensaje 62

LA VIDA DEL DIOS TRIUNO IMPARTIDA EN EL HOMBRE TRIPARTITO

  Lectura bíblica: Ro. 8:2, 6, 10, 11; Jn. 3:36

  Antes de abordar el tema de la vida del Dios Triuno impartida en el hombre tripartito, debemos decir algo más acerca de la impartición del Dios Triuno, la cual se lleva a cabo en conformidad con Su justicia, por medio de Su santidad y para Su gloria. Hemos visto que la justicia es el procedimiento de Dios, la santidad es la naturaleza de Dios y la gloria es la expresión de Dios. Por lo tanto, la impartición de Dios se lleva a cabo en conformidad con el procedimiento justo de Dios, por medio de Su naturaleza santa y con el fin de expresar a Dios mismo. La expresión de Dios se halla principalmente en la iglesia. Así que, la meta de la impartición del Dios Triuno es que Dios sea expresado en la iglesia.

LA JUSTICIA SUPREMA

  En el mensaje anterior hicimos notar que la justicia de Dios se relaciona con la muerte de Cristo, la cual dio fin a todas las cosas negativas. Por causa de la caída del hombre, todas las cosas de la creación se volvieron injustas. Por ejemplo, es injusto que los mosquitos nos molesten. Además, existe injusticia en cada aspecto de la sociedad. Dado que Adán era la cabeza de la antigua creación, cuando él cayó, todo lo que estaba bajo Su autoridad como cabeza se volvió injusto a los ojos de Dios. La muerte de Cristo puso fin a todas esas cosas injustas y cumplió con los requisitos de la justicia de Dios. Por lo tanto, la muerte de Cristo es la justicia suprema.

  Cuando Cristo murió en la cruz, nosotros también morimos, pues morimos en Él. Fuimos identificados con Cristo en Su muerte. Esto significa que no solamente la muerte de Cristo es justa, sino también nuestra muerte en Cristo es justa a los ojos de Dios.

LA SANTIDAD EN ACCIÓN

  Sin embargo, la muerte de Cristo no fue el final, pues ésta abrió paso para la resurrección mediante la cual Dios nos hace germinar y nos genera. Además, junto con la resurrección de Cristo se halla la función de la santificación, la cual incluye la transformación y la conformación. Finalmente, mediante el proceso de la santificación somos conformados a la imagen del Hijo de Dios, lo cual constituye la experiencia subjetiva de la santificación. La santificación es la actividad subjetiva realizada por la santidad; es la santidad misma en acción. La santificación es en realidad el Cristo resucitado que forja en nuestro ser la naturaleza santa de Dios. Esto es completamente distinto al concepto de santidad que existe entre aquellos del llamado Movimiento de santidad.

LA GLORIFICACIÓN: EL RESULTADO DE LA SANTIFICACIÓN

  El fruto de la santificación es la glorificación, es decir, la expresión de Dios. Así que, la impartición del Dios Triuno tiene como objetivo la gloria de Dios. El resultado final de esta santificación es la glorificación.

  La glorificación empezó en el día de Pentecostés. La iglesia no nació el día de Pentecostés, sino que nació el día de la resurrección de Cristo. En 1 Pedro 1:3 se nos dice que fuimos regenerados cuando Cristo resucitó. Cuando Él resucitó, el único grano de trigo llegó a ser los muchos granos que conforman el único pan, la iglesia (Jn. 12:24; 1 Co. 10:17). Por consiguiente, la iglesia fue producida el día de la resurrección. ¿Qué fue entonces lo que sucedió en el día de Pentecostés? En aquel día la iglesia fue glorificada. Si nosotros hubiésemos estado en la reunión de la iglesia el día de Pentecostés, habríamos exclamado: “¡Qué gloria es ésta!”. Ciertamente no habríamos hablado acerca de la justicia ni de la santificación, porque nos habría invadido una profunda sensación de gloria.

  El Señor Jesús empezó Su oración en Juan 17 con las palabras: “Padre, la hora ha llegado; glorifica a Tu Hijo, para que Tu Hijo te glorifique a Ti” (v. 1). ¿Cómo glorifica el Hijo al Padre? Él lo glorifica por medio de la unidad. La unidad mencionada en Juan 17 es la iglesia. La unidad de los santos es la vida apropiada de iglesia. Cuando la unidad se hace realidad de manera cabal, el Hijo glorifica al Padre en la iglesia. Esto indica que dondequiera que hay una vida de iglesia apropiada, el Padre es glorificado, porque la vida de iglesia expresa al Padre. Por lo tanto, si nos reunimos como iglesia de una manera normal, percibiremos la gloria que llena nuestras reuniones. La vida de iglesia está estrechamente relacionada con el asunto de la glorificación. La iglesia es la meta de Dios, y no solamente el procedimiento de Dios ni el medio que Él utiliza para lograr Su objetivo. La intención de Dios es ser glorificado en Su iglesia.

CUANTO MÁS SANTIFICACIÓN HAYA, MÁS GLORIA SE MANIFESTARÁ

  La glorificación de la iglesia que empezó en el día de Pentecostés, aún no ha alcanzado su culminación; por el contrario, el proceso de glorificación sigue llevándose a cabo hoy en día. Dada la condición de la iglesia, puede haber más gloria en ciertos momentos que en otros. El grado de gloria que se manifieste en la iglesia dependerá del grado al que hayamos sido santificados. Por ejemplo, los espectadores del juego del baloncesto podrán tener mucho entusiasmo; sin embargo, con ellos no se percibe la gloria, solamente emoción, puesto que no se halla santificación en ellos. A medida que Cristo nos satura de Su naturaleza santa, más santificados somos y, como resultado, más expresaremos a Dios cuando nos reunimos como iglesia.

  La santificación se lleva a cabo, en su mayor parte, al nivel individual, mientras que la glorificación se realiza principalmente al nivel corporativo. Supongamos que un día me enfado con mi esposa. Actuar así afecta mi experiencia personal de la santificación. Aunque me confiese ante el Señor y reciba Su limpieza, puede ser que esa noche durante la reunión no sienta que la gloria esté presente, aunque todos los demás puedan percibirla. Debido a que mi experiencia de la santificación es deficiente, no puedo percibir la gloria que otros sí perciben. El grado de santificación que experimento en mi vida personal no es lo suficiente como para permitirme percibir la gloria en aquella reunión. Sin embargo, supongamos que permanezco en comunión con el Señor todo el día, aun cuando mi esposa me ocasione algún problema. En este caso todo lo que suceda durante el día solamente facilitará el proceso de santificación. Por lo tanto, seré capaz de percibir la gloria en las reuniones. Esto ejemplifica el hecho de que, cuanto más experimentemos la santificación, más participaremos de la glorificación.

  La gloria, la expresión de Dios en la iglesia, es la meta que Dios tiene al impartirse en nosotros. Sin embargo, la santificación es el proceso, y la justicia es la base que sirve de fundamento. Por consiguiente, la impartición del Dios Triuno se realiza en conformidad con la justicia de Dios, por medio de Su santidad y para Su gloria.

LA VIDA DEL DIOS TRIUNO IMPARTIDA EN NUESTRO SER

  Ahora llegamos al asunto más precioso, a saber: la vida del Dios Triuno impartida en el hombre tripartito. ¡Cuán maravilloso es que Dios sea triuno y que nosotros seamos tripartitos!

  Romanos 8:2 habla acerca de la vida del Dios Triuno. El versículo 10 revela que esta vida ha sido impartida en nuestro espíritu y ha causado que éste llegue a ser vida. Además, de acuerdo con el versículo 6, esta vida puede ser impartida a nuestra mente y es capaz de hacer que también nuestra mente llegue a ser vida. Finalmente, según lo revela el versículo 11, la vida divina puede incluso ser impartida a nuestro cuerpo mortal. En estos versículos podemos ver las tres partes del hombre: el espíritu, el alma (representada por la mente) y el cuerpo. El espíritu es el centro, el cuerpo es la circunferencia, y la mente se encuentra en medio de éstos. Desde el centro hacia la circunferencia, incluyendo la parte intermedia, la vida del Dios Triuno es impartida a cada parte de nuestro ser.

LA VIDA QUE ES IMPARTIDA EN NOSOTROS

  La vida que ha de ser impartida en las tres partes del hombre es la vida del Dios Triuno. En Romanos 8:2 Pablo habla acerca del Espíritu de vida en Cristo Jesús. En esta frase está implícito el Dios Triuno. Tanto el Espíritu como Cristo el Hijo son mencionados explícitamente, mientras que Dios el Padre se revela de forma implícita en el hecho de que el Espíritu es el Espíritu de Dios. Por lo tanto, aquí tenemos a Dios, a Cristo y al Espíritu. Sin embargo, lo principal no es el Dios Triuno, sino la vida. Hablar del Espíritu de vida es en realidad decir que el Espíritu es vida. La vida aquí denota la vida misma del Dios Triuno.

  Cuando fuimos regenerados, recibimos otra vida, una vida adicional a nuestra vida natural. Existen varias clases de vida: la vida vegetal, la vida animal, la vida humana y la vida divina. Como seres humanos, todos tenemos una vida física y una vida psicológica. Las palabras griegas bíos y psujé indican, respectivamente, la vida física y la vida psicológica. Sin embargo, cuando Pablo habla de la vida en Romanos 8, él usa otra palabra griega, la palabra zoé. En la Biblia zoé denota la vida de Dios, esto es, la vida divina, la cual es infinita, increada y eterna. Ésta es la vida que recibimos al creer en el Señor Jesús. Como se nos dice en Juan 3:36: “El que cree en el Hijo tiene vida eterna”. En los versículos 2, 6, 10 y 11 de Romanos 8, Pablo usa esta palabra griega traducida “vida” para dar a entender que la impartición de Dios consiste en impartir la vida zoé a nuestro ser. En otras palabras, Dios desea impartirse a Sí mismo como zoé a las tres partes del hombre.

  La impartición de la vida divina zoé en nuestro ser empezó en el momento en que fuimos regenerados. De acuerdo con Romanos 8:2, esta vida es el Espíritu y se encuentra en Cristo Jesús. Pero ahora, por medio de la impartición de Dios, esto también está relacionado con nosotros. Sin esta vida, estaríamos destinados a perecer. ¡Alabado sea el Señor porque cuando fuimos regenerados, la vida zoé fue impartida a nuestro espíritu!

UN LARGO PROCESO

  Con el fin de que la vida divina sea impartida en nuestro ser, esta vida primero tuvo que pasar por un largo proceso, el cual incluye la encarnación, el vivir humano, la crucifixión, la sepultura, la resurrección, la ascensión y el descenso. La vida que nos es impartida es realmente el Dios Triuno procesado. En Génesis 1:1 dicha vida no podía ser impartida en el hombre, porque aún no había pasado por las etapas necesarias; pero en la actualidad es completamente posible que esta vida tan maravillosa sea impartida en nuestro ser. Ahora esta vida se halla presente y disponible, y podemos recibirla simplemente al invocar el nombre del Señor Jesús.

NUESTRO ESPÍRITU ES VIDA

  Romanos 8:10 dice: “Pero si Cristo está en vosotros, aunque el cuerpo está muerto a causa del pecado, el espíritu es vida a causa de la justicia”. Aquí Pablo pone en contraste el cuerpo con el espíritu para demostrar que en este versículo el espíritu no se refiere al Espíritu Santo. Pablo afirma que el cuerpo está muerto, mientras que el espíritu es vida. No nos parecería extraño que él dijera que el espíritu vive; no obstante, aquí dice que el espíritu es vida, esto es, la vida zoé. Cuando invocamos el nombre del Señor Jesús, zoé entra en nuestro espíritu y efectúa un cambio: hace que nuestro espíritu sea zoé. Ahora no solamente el Dios Triuno es vida, sino que nuestro espíritu también es vida.

  Si vemos esto, tendremos toda confianza para declarar al universo entero y especialmente a Satanás, que nuestro espíritu es vida. Proclamaremos que al menos una parte de nuestro ser, nuestro espíritu, es zoé. ¡Oh, cuánto necesitamos esta revelación! Espero que veamos que no solamente somos salvos y regenerados, sino además, que la parte más profunda de nuestro ser ha llegado a ser vida.

  Saber que nuestro espíritu es zoé nos será de gran ayuda en nuestra vida diaria. Cuando usted sea tentado a enojarse, no reprima su ira; simplemente declare: “¡Mi espíritu es zoé!” De igual modo, si su cónyuge le causa molestia, no tiene por qué discutir, simplemente dígale al que le causa dicha molestia que su espíritu es zoé. Declarar esto nos capacita para resistir las tentaciones de Satanás. ¡Alabado sea el Señor porque nuestro espíritu es zoé!

  La razón por la cual soy tan viviente y lleno de energía es porque mi espíritu es zoé. Sin embargo, permanecí por años en el cristianismo organizado, y nadie me dijo que mi espíritu era zoé. Fui instruido en diversas prácticas religiosas, y jamás se me dijo que mi espíritu fuera vida. Pero ahora sé que la vida divina zoé ha sido impartida en mi espíritu, en el mismo centro de mi ser. ¡Ahora sé que mi espíritu ha llegado a ser zoé!

NO SE TRATA DE UNA VIRTUD BRILLANTE, SINO DEL DIOS TRIUNO QUE ESTÁ EN NOSOTROS COMO VIDA

  Confucio fue un gran filósofo ético que enseñó a sus discípulos a desarrollar lo que él llamó “la virtud luminosa interior”. Lo que él denominó “la virtud luminosa interior” es en realidad la conciencia. Los discípulos de Confucio pueden haber tenido una brillante virtud, pero nosotros tenemos la vida divina. De hecho, el mismo Ser divino ha entrado en nosotros para ser nuestra vida. No existe comparación entre esta virtud brillante y el Dios Triuno, quien es la vida divina.

  Debido a que nosotros nos dimos cuenta de que nuestro espíritu era vida, pudimos convencer a un gran número de maestros filósofos en la China, para que creyeran en el Señor Jesús. Ellos se jactaban de conocer la manera de desarrollar la virtud luminosa interior; pero después de escucharlos por un rato, les decíamos que lo que ellos poseían no tenía comparación alguna con lo que nosotros poseíamos. Algunos de ellos se sorprendían mucho y nos preguntaban sinceramente acerca de esto. Entonces nosotros les explicábamos que como creyentes que éramos, nosotros teníamos al Dios Triuno en nuestro interior como nuestra vida. Les decíamos que lo que ellos tenían podía ser una gran virtud, algo creado por Dios, pero que lo que nosotros teníamos era al propio Creado, quien creó esta brillante virtud. Les ayudamos a ver que este Creador había pasado por el proceso de encarnación, vivir humano, crucifixión y resurrección, y que ahora Él estaba en ascensión y al mismo tiempo estaba disponible para entrar en todo aquel que invocara Su nombre. Como resultado de este testimonio, muchos de aquellos filósofos abrieron su ser al Señor, invocaron Su nombre y lo recibieron dentro de ellos como su vida. Entonces ellos mismos testificaban de la diferencia entre la virtud luminosa y la vida divina. Al predicar el evangelio en esta forma tan elevada, logramos conducir al Señor un buen número de profesores, médicos, enfermeras y abogados.

NUESTRA MENTE LLEGA A SER VIDA

  Hemos subrayado el hecho de que nuestro espíritu ha llegado a ser vida debido a que Cristo mora dentro de nosotros. Pero ¿qué diremos acerca de nuestra alma y nuestro cuerpo? Examinemos el versículo 6: “Porque la mente puesta en la carne es muerte, pero la mente puesta en el espíritu es vida y paz”. Aquí vemos que nuestra mente también puede ser zoé. Cuando ponemos la mente en el espíritu, nuestra mente, la cual representa a nuestra alma, llega a ser zoé. No es necesario que sigamos los pasos de Confucio en el sentido de cultivar una virtud brillante; antes bien, debemos simplemente poner nuestra mente en el espíritu, y ésta llegará a ser vida. En esto consiste la impartición de la vida divina en nuestra alma.

  En nuestra vida diaria debemos volver nuestra mente continuamente a nuestro espíritu. ¿Se encuentra usted a punto de chismear? Vuelva su mente al espíritu. ¿Está a punto de enojarse? Torne su mente al espíritu. Abandonemos las enseñanzas éticas y religiosas y regresemos a la Palabra viviente de Dios, la cual revela que la vida del Dios Triuno se ha impartido en nuestro espíritu para transformarlo en vida, y que la mente puesta en el espíritu también es vida. Tenemos algo más elevado que la virtud luminosa, la ética y la moralidad; tenemos al Dios Triuno mismo, quien se ha impartido en nosotros. ¿Qué puede compararse con esto? Esto no es filosofía ni enseñanza religiosa, sino la vida zoé que ha sido impartida a nuestro espíritu y a nuestra mente.

LA VIDA ES IMPARTIDA AUN A NUESTRO CUERPO MORTAL

  El versículo 11 revela aún más de la impartición de Dios. Aquí Pablo dice: “Y si el Espíritu de aquel que levantó de los muertos a Jesús mora en vosotros, el que levantó de los muertos a Cristo vivificará también vuestros cuerpos mortales por Su Espíritu que mora en vosotros”. Me maravillo ante el estilo indirecto de este versículo. Este versículo revela que, por el Espíritu, la vida zoé puede ser impartida a nuestro cuerpo mortal. Por lo tanto, no únicamente nuestro espíritu y nuestra mente pueden ser zoé, sino también nuestro cuerpo.

RECIBIR ESTA VISIÓN

  Todos necesitamos recibir la visión de que la vida del Dios Triuno está siendo impartida a las tres partes de nuestro ser. Si vemos esta divina visión, nuestro concepto natural de ética y moralidad será hecho añicos. Necesitamos decir al Señor: “Señor, te doy gracias porque desde que Tú entraste en mi ser, mi espíritu ha llegado a ser vida. Ahora, al poner mi mente en mi espíritu, ésta también llega a ser vida. ¡Oh, Señor, cuánto te alabo! Mediante Tu Espíritu que mora en mí, Tu vida zoé puede ser impartida a mi cuerpo mortal! Señor, te adoro por esto, lo disfruto, y soy uno contigo en tal impartición. En esto consiste la impartición de la vida del Dios Triuno en el hombre tripartito. Mediante tal impartición el Dios Triuno llega a ser uno con el hombre tripartito, y el hombre tripartito llega a ser uno con el Dios Triuno. Es por medio de esta impartición de la vida divina que nosotros llegamos a ser hijos de Dios. Además, es por esta impartición que somos transformados y conformados a la imagen de Cristo. En esto consiste la vida cristiana y la vida de iglesia.

HOMBRES DE VIDA

  Debemos abandonar las enseñanzas religiosas éticas y filosóficas, y regresar a la simple pero profunda revelación que encontramos en la Palabra santa con respecto a la economía de Dios. Nuestro Dios es el Dios Triuno que pasó por el proceso de encarnación, crucifixión, resurrección y ascensión. Ahora, Él es el Espíritu todo-inclusivo y, como tal, se nos da en calidad de la vida divina zoé para que participemos de ella, la experimentemos y la disfrutemos. Primero, Él se imparte en nuestro espíritu, esto es, en la parte más profunda de nuestro ser. Luego, desde ahí Él se extiende a nuestra mente y la satura de zoé. Después, Él se extiende más, alcanzando nuestro cuerpo mortal y logrando así que todo nuestro ser llegue a ser zoé. De esta manera, nos convertimos en hombres de zoé. ¡Aleluya, no somos personas de religión, moralidad ni ética; somos hombres de vida!

Biblia aplicación de android
Reproducir audio
Búsqueda del alfabeto
Rellena el formulario
Rápida transición
a los libros y capítulos de la Biblia
Haga clic en los enlaces o haga clic en ellos
Los enlaces se pueden ocultar en Configuración