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Mensaje 92

El candelero

(1)

  Lectura bíblica: Éx. 25:31-40

  En este mensaje llegamos al candelero. El candelero de oro puede ser considerado como lo más misterioso de todo el mobiliario del tabernáculo.

I. LA EXPRESION DEL DIOS TRIUNO

  El candelero representa la expresión del Dios Triuno. Esto basta para que seamos impresionados de cuan misterioso es el candelero. Nada en el universo es más misterioso que el Dios Triuno. Además, este es el elemento más enigmático de la revelación divina en la Biblia. A través de los siglos, la revelación del Dios Triuno ha confundido a los lectores de la Biblia. Aún en la actualidad no tenemos un entendimiento preciso del Dios Triuno. Por esta razón es muy útil que veamos que el candelero es la expresión del Dios Triuno.

  Por muchos siglos los judíos han atesorado el candelero. Sin embargo, ningún rabino diría que el candelero representa la expresión del Dios Triuno. Ni siquiera conozco cristianos que tengan tal entendimiento. En realidad, este entendimiento del candelero es una verdad que ha sido restaurada por el Señor en Su recobro. Muchos años atrás, no decíamos que el candelero representa la expresión del Dios Triuno. No obstante, hace unos años comenzamos a ver que en la Biblia el candelero es una expresión del Dios Triuno.

  Al examinar este asunto del candelero de oro, debemos recordar que la Biblia es una entidad completa. Por lo tanto, no podemos separar el capítulo veinticinco de Exodo, versículos 31-40 del resto de la Palabra e ignorar todo lo demás. El candelero no sólo se menciona en Exodo, sino también en1 Reyes, Zacarías, y Apocalipsis. Según el capítulo uno de Apocalipsis, el candelero es la iglesia. Además, las siete lámparas son el Espíritu. ¡Cuán misterioso es esto! Al final, en la consumación de la revelación divina, el candelero en Exodo 25 llega a ser la iglesia, y las siete lámparas llegan a ser el Espíritu de Dios. A raíz de esto vemos que el candelero abarca mucho más, ya que el candelero se relaciona tanto con la iglesia como con el Espíritu de Dios. El libro de Apocalipsis pone énfasis en la iglesia y el Espíritu. En Apocalipsis 22:17 se mencionan las palabras: “El Espíritu y la novia dicen...” Aquí vemos que el Espíritu y la iglesia han llegado a ser uno en su hablar.

  Algunos maestros del siglo pasado pusieron énfasis en el significado de los tipos en el Antiguo Testamento. Dijeron que el candelero es un tipo de Cristo como la luz del mundo. Esto está bien y es válido; pero no es preciso. Ellos no vieron que el candelero es una expresión del Dios Triuno, que en su consumación llega a ser la iglesia, y que sus siete lámparas son los siete Espíritus de Dios.

A. La substancia

  Al estudiar la substancia, la base y las lámparas del candelero, vemos que el candelero es realmente la expresión del Dios Triuno. Según 25:31 el candelero era de oro puro. Por lo tanto, el oro es la substancia, el elemento del candelero en su totalidad. En tipología el oro representa la naturaleza divina de Dios el Padre. Si examinamos esta substancia, este elemento del candelero, veremos que representa la naturaleza divina. Por tanto, podemos ver a Dios el Padre, cuya naturaleza es la substancia del candelero. La esencia del candelero de oro es la naturaleza de Dios el Padre.

B. La base

  Dios el Padre es invisible y abstracto. Dios el Hijo es la corporificación de este Dios invisible. La base del candelero es una forma sólida que representa a Dios el Hijo como corporificación de Dios el Padre. En su forma sólida, el candelero corporifica al oro. Según el Nuevo Testamento, Dios el Padre está corporificado en Dios el Hijo. El candelero tiene la substancia que representa al Padre y la forma sólida que representa al Hijo.

C. Las lámparas

  Exodo 25:37 dice: “Y le harás siete lamparas”. Estas siete lámparas representan a Dios el Espíritu como los siete Espíritus de Dios para Su expresión (Ap. 4:5; 5:6). El brillo de las lámparas indica una expresión. De tal modo, que las siete lámparas expresan a Dios el Hijo quien corporifica a Dios el Padre. En el libro de Apocalipsis vemos que las siete lámparas son el Espíritu de Dios.

  Debido a que el elemento de oro del candelero, que representa a Dios el Padre, la base que representa a Dios el Hijo, y las siete lámparas que representan a Dios el Espíritu, podemos decir que el candelero es la expresión del Dios Triuno.

  Dijimos que al final del libro de Apocalipsis el candelero llega a ser la iglesia. Si comprendemos esto, veremos la iglesiade manera más profunda y rica. De hecho, la iglesia es la expresión de Dios. En ella vemos la naturaleza del Padre, la corporificación del Hijo, y la expresión del Espíritu. En una vida de iglesia apropiada, Dios el Padre es la substancia, Dios el Hijo es la corporificación y Dios el Espíritu es la expresión. En Exodo 25 el candelero representa a Cristo, pero en Apocalipsis 1 representa a las iglesias. Esto muestra que Cristo se reprodujo, que el candelero ha llegado a ser siete candeleros. En Exodo 25 tenemos la obra maestra, pero en Apocalipsis 1 ésta se ha reproducido y multiplicado. ¡Alabado sea el Señor por el candelero en Exodo 25 y por los siete candeleros en Apocalipsis 1! Primero sólo Cristo expresaba a Dios como el candelero. Ahora éste se ha reproducido en las iglesias como los muchos candeleros de oro. Esto nos muestra que Cristo se reprodujo. De hecho, la iglesia es la reproducción de Cristo. Cristo y la iglesia son la expresión del Dios Triuno. En la vida de iglesia tenemos la naturaleza del Padre, la corporificación del Hijo y la expresión del Espíritu. ¡Qué maravilloso!

II. DENTRO DE LA MORADA DE DIOS

  El candelero no estaba en el atrio; estaba en el Lugar Santo, esto es, dentro de la morada de Dios.

  En su experiencia, muchos cristianos todavía no han entrado al Lugar Santo. Por el contrario, ellos pasan la mayor parte del tiempo en el altar, la cruz, en el atrio. Necesitamos dejar la cruz y entrar al Lugar Santo. ¿Dónde está usted en su experiencia, en el altar o en el Lugar Santo? Es posible que muchos de nosotros todavía estemos en la cruz.

  Vimos que el tabernáculo, el cual es la morada de Dios, representa a los santos que han sido edificados para ser la casa de Dios. Todos debemos preguntarnos si en realidad estamos en la morada de Dios. Debemos preguntarnos si hemos sido o no edificados en la iglesia como la casa de Dios. En la actualidad no muchos cristianos tienen la experiencia del candelero, ya que aún se encuentran en la cruz y no han sido edificados con otros. Ya que no existe la morada de Dios, ni la edificación de los santos, ¿cómo podría existir el candelero? Esto es imposible. El candelero no está cerca de la cruz en el atrio sino en la morada de Dios, esto es, entre los santos que han sido edificados para constituir la casa de Dios.

  Ante los ojos de Dios, cada iglesia local es un candelero. Dios considera a cada iglesia como una casa edificada donde El puede morar. Si queremos ver el candelero, debemos estar en la casa de Dios, la iglesia.

III. DESPUES DE LA MESA DEL PAN DE LA PRESENCIA

  En la secuencia de la revelación divina, el candelero viene después de la mesa del pan de la presencia. Esta mesa representa a Cristo como el suministro de vida; es una figura que nos muestra a Cristo como la fuente del suministro de vida. El candelero representa a Cristo como la luz de la vida (Jn. 8:12). Por tanto, la mesa es el suministro de vida, y el candelero es la luz de la vida.

  El Evangelio de Juan habla acerca de Cristo como la luz de la vida. Juan 1:4 dice: “En El estaba la vida, y la vida era la luz de los hombres”. Según Juan 8:12 el Señor Jesús dijo: “Yo soy la luz del mundo; el que me sigue, jamás andará en tinieblas, sino que tendrá la luz de la vida”.

  ¿Cuál es el significado de la expresión “la luz de la vida”? Aunque esto es bastante difícil de explicar, es fácil de ilustrar. La vida es luz, pero la muerte es tinieblas. Debido a que estamos vivos, podemos ver. Pero si estuviésemos muertos, ya no podríamos ver nada. La muerte produce tinieblas. En la Biblia la ceguera equivale a la muerte. Todas las personas mundanas están ciegas y andan en tinieblas. Debido a que están muertos, también están ciegos. Cuando recibimos el suministro de la vida divina, obtenemos visión espiritual, y ésta es la luz. Por tanto, es la luz de la vida. Cristo como la luz de la vida se obtiene del suministro de vida. Esta es la razón por la cual debemos tener primero la mesa y luego el candelero.

  Aún en nuestra vida física existe una relación entre el suministro de vida y la visión. Por ejemplo, si una persona pasa largo tiempo sin comer, su visión comenzará a fallar. Pero si ingiere comida nutritiva, su visión mejorará. Esto indica que la falta del suministro de vida puede causar pérdida de la visión. También indica que el suministro de vida da la visión, o sea, la luz.

  Si queremos tener la luz de la vida, debemos ir a la mesa antes de ir al candelero. La razón por la cual necesitamos el avivamiento matutino cada día es porque necesitamos ser nutridos con el suministro de vida que está sobre la mesa. Entonces tendremos la experiencia del candelero. Siempre que recibimos el alimento, el suministro de vida, la luz del candelero brilla sobre nosotros. Por ejemplo, es posible que un hermano piense que tiene la razón en cierto asunto y que su esposa está equivocada. Sin embargo, despues de disfrutar a Cristo como el suministro de vida en la mesa, su visión es aclarada, y es alumbrado en relación con ese asunto. Entonces se da cuenta de que él estaba equivocado. Esto prueba el hecho de que al recibir el suministro de vida, automáticamente recibimos la luz de la vida.

IV. DE ORO PURO

  En el versículo 31 vemos que el candelero era de oro puro. El oro puro representa la naturaleza divina y pura. Como la corporificación del Padre para Su expresión, Cristo es puramente divino. Esto también es cierto en cuanto a la iglesia como el candelero. Vemos en Apocalipsis que las siete iglesias son siete candeleros de oro (1:20). En la vida de iglesia necesitamos una humanidad fuerte, elevada y apropiada. Pero la realidad de la iglesia no depende en nada de la humanidad. Por el contrario, depende de la divinidad. La cantidad de naturaleza divina que ha sido impartida en nosotros determina hasta que grado somos la iglesia en realidad.

  Algunos cristianos nos han dicho: “¿Por qué ustedes se llaman a sí mismos la iglesia? ¿Acaso no somos nosotros la iglesia tanto como ustedes?” La divinidad es el criterio que Dios utiliza para medir la iglesia. ¿Cuánto de Dios tenemos en nosotros? ¿Cuánto del elemento divino tiene la iglesia en nuestra localidad? Si sólo tenemos una cantidad muy limitada del elemento divino, entonces la iglesia en nuestra localidad es limitada, pequeña e inmadura. Sin embargo, si tenemos más divinidad, la realidad de la iglesia aumentará.

  Cuando Cristo estaba en la tierra, El tenía tanto humanidad como divinidad. No obstante, no era por Su humanidad que la luz brillaba, sino por Su divinidad. Es por esto que en Mateo, Marcos o Lucas no se menciona a Cristo como la luz de la vida. Mateo se refiere a Cristo como una luz (4:16), pero no de la manera en que Juan lo hace. Juan dice explícitamente que Cristo es la luz de la vida, ya que su evangelio revela la divinidad de Cristo. Este comienza con las palabras: “En el principio era el Verbo, y el Verbo estaba con Dios, y el Verbo era Dios... en El estaba la vida, y la vida era la luz de los hombres” (Jn. 1:1, 4). El que Cristo sea la luz de la vida está estrechamente relacionado con Su divinidad. Si sólo fuese un buen hombre sin la divinidad, El no podría ser la luz de la vida. Reiteramos que la luz de la vida se deriva de la divinidad de Cristo. Este es el significado de que el candelero sea de oro puro.

  Tal como Cristo brilla debido a Su naturaleza divina, así también nosotros brillamos por el elemento divino que se nos ha infundido. La intensidad con que brillamos depende de cuanto tenemos del elemento divino. Si usted es noble, agradable, humilde y amoroso de una manera natural sin divinidad, no tendrá nada de luz. Otros no verán la luz en usted. Sin embargo, si usted vive a Cristo con Su divinidad y expresa a Dios, la luz se manifestará. En 1 Juan 1:5 dice: “Dios es luz”. La luz viene de la divinidad, no de la humanidad.

V. LABRADO A MARTILLO

  Exodo 25:31 dice: “Labrado a martillo se hará el candelero”. El versículo 36 dice: “Sus manzanas y sus brazos serán de una pieza, todo ello una pieza labrada a martillo, de oro puro”. La frase labrado a martillo denota los sufrimientos. Ser labrado es sufrir. Cuando Cristo, como Dios corporificado, estaba en la tierra, El experimentó mucho sufrimiento, mucho labrar.

  El oro del arca fue labrado a fin de expresar la gloria de Dios. Los dos querubines estaban hechos de oro labrado. Los mismos denotan que la gloria de Dios es el resultado de Sus sufrimientos que se expresan en Cristo.

  El oro del candelero fue labrado a fin de que brillara la luz de Dios. Esta luz es igual a la gloria de Dios. Esto quiere decir que la luz del candelero equivale a la gloria que estaba sobre el arca. Ambas son el resultado del oro labrado. Esto indica que a través de Sus sufrimientos Cristo expresa la gloria de Dios.

  Si estamos cortos de sufrimientos, nuestra luz no brillará con intensidad. Aunque no debemos buscar los sufrimientos, no debemos despreciarlos, ya que estos son útiles. Si nunca enfrentamos ninguna dificultad, si el oro no es labrado, no podremos brillar. Por ejemplo, si su esposo o esposa o sus hijos son buenos con usted siempre, esto impedirá que brille. Pero si enfrenta dificultades en su vida familiar, estas dificultades le ayudarán a brillar. Los hijos son como martillitos que labran el oro en sus padres y los ayudan a brillar.

VI. SIN MEDIDA

  No sabemos cuales eran las medidas del candelero. No hay datos de las dimensiones de los querubines o del candelero. Nadie sabe cuan alto era el candelero. Sabemos que el peso del candelero junto con todos los utensilios era un talento, pero no sabemos el peso exacto del candelero en sí.

  Lo que la Biblia no dice con frecuencia es tan importante como lo que sí dice. El significado de que el candelero no tenga medida es que la divinidad de Cristo y Su luz son inmensurables (Jn. 3:34). La intensidad de las lámparas que usamos en la actualidad se puede medir, pero el brillo de Cristo es inmensurable. Su divinidad y luz van más allá de la medida.

VII. LA BASE Y LA CAÑA

  El versículo 31 habla de la base y de la caña del candelero. La base da estabilidad, y la caña refuerza. Los cuatro evangelios revelan que el Señor Jesús siempre fue estable y fuerte. El siempre tuvo una base estable, y sin importar la situación en que se encontraba, El se mantuvo como una fuerte caña.

VIII. LAS COPAS CON LAS MANZANAS Y LOS CAPULLOS EN FLOR

  Hemos llegado a un aspecto del candelero que es difícil de entender. El versículo 31 dice acerca del candelero: “Sus copas, sus manzanas y sus flores, serán de lo mismo”. ¿Qué son estas copas, y por qué están sobre los brazos y la caña? La expresión “capullos en flor” en realidad quiere decir flores, aunque esta es la traducción literal del hebreo. ¿Cuál es el significado de estas flores? Cuando yo era joven, tenía mucha dificultad en entender este asunto. Yo pensaba que en cada brazo había una manzana sobre la copa y una flor sobre la manzana. De hecho, la copa, la manzana y el capullo en flor son partes de la flor.

  Por ejemplo, una flor de almendro tiene varias capas. La capa inferior puede ser verde, como una hoja verde. La palabra apropiada para describir esta capa inferior es cáliz. La palabra manzana en el versículo 31 denota el cáliz de una flor, la capa verdosa externa de una flor. El cáliz contiene el capullo en flor. La punta de la flor, el capullo en flor, es en realidad la flor misma. En el versículo 31 la palabra copa describe la flor entera, incluyendo el cáliz y el capullo en flor. Por lo tanto, la copa es igual a la flor entera. Esta copa incluye al cáliz de abajo y los capullos en la punta. Cuando los capullos florecen, se produce una flor.

  En el candelero la copa tiene la forma de una flor de almendro, a la cual se le llama una copa. Los almendros florecen temprano en la primavera, antes que otros árboles. Cada florecita de almendro es una copa. Debajo de la copa hay una parte verdosa llamada el cáliz, la cual forma un envase para sostener los capullos en flor. Finalmente, estos capullos llegan a ser flores.

A. Las copas en forma de flores de almendro

  Las copas en forma de flores de almendro representan la vida de resurrección que florece. Según Números 17:8, la vara de Aarón reverdeció y produjo almendras. Este es un cuadro de la vida de resurrección que brota de la muerte. La vara de Aarón estaba muerta pero, a través de la resurrección produjo almendras. Por lo tanto, las flores de almendro representan la vida de resurrección que florece.

  Dijimos que un árbol de almendro florece temprano en la primavera. Por lo tanto, la flor de almendro representa a las primicias de la resurrección.

  Jeremías 1:11 y 12 dicen: “La palabra de Jehová vino a mí, diciendo: ¿Qué ves tú, Jeremías? Y dije: Veo una vara de almendro. Y me dijo Jehová: Bien has visto; porque yo apresuro mi palabra para ponerla por obra”. En hebreo las palabras almendro y apresuro tienen la misma raíz, la cual denota vigilar, estar alerta. El significado espiritual de esto es muy importante. La resurrección indica una vigilancia, estar alerta, apresurar. La resurrección apresura los asuntos. Según Jeremías 1:12, la intención del Señor era apresurar Su palabra para ponerla por obra; esto es, El se apresuraría para cumplir Su palabra.

  Dijimos que Cristo es la luz de la vida y esto es un asunto de la divinidad. Ahora vemos que también es un asunto de la resurrección. Sin la vida de resurrección, no puede haber luz. Sólo en Su divinidad y resurrección Cristo puede ser la luz de la vida. Por lo tanto, la divinidad y la resurrección son los pre-requisitos para que Cristo sea la luz de la vida. Esto también es cierto en cuanto a nuestra experiencia. No podemos brillar por nuestra vida natural ni humanidad. Si queremos que en nosotros brille la luz de la vida, necesitamos tener la divinidad y estar en resurrección. La resurrección es la base para que la luz divina brille.

B. Las manzanas, los cálices, las partes externas verdosas de las flores, las cuales contienen los capullos en flor

  Las manzanas, los cálices, las partes externas verdosas de las flores, las cuales contienen los capullos en flor, representan al poder que apoya y sostiene de la vida de resurrección. Sólo por medio de nuestra experiencia con el Señor se puede comprender esto. Brillar con la luz divina es florecer. Sin embargo, este florecer requiere de un envase que lo apoye y sostenga. La experiencia nos dice que a fin de brillar con la luz divina, necesitamos que la vida de resurrección sea una manzana, un cáliz, como el envase que apoya y sostiene nuestro brillo. Si no tenemos la vida de resurrección como tal envase, nuestra flor se marchitará. Esto significa que el brillar de la luz divina en nosotros cesará. Sin las manzanas, o sea, los cálices, los capullos que florecieran se caerían. De igual manera, sin la vida de resurrección, no tenemos nada que levante, apoye y sostenga el brillo de la luz divina en nosotros.

  Suponga que en su vida familiar usted está brillando con la luz divina. Pero de repente, usted se vuelve a su vida natural y comienza a hablar y a comportarse de una manera natural, especialmente en sus relaciones con los miembros de su familia. Inmediatamente, sus capullos en flor se caerán y usted dejará de brillar. Debido a que ha perdido los cálices como apoyo de los capullos que están floreciendo, no hay más brillo. Cuando usted permanece en resurrección, está floreciendo, brillando. Sin embargo, cuando usted se aleja de la resurrección y regresa a su vida natural, inmediatamente deja de brillar. Tal vez usted estaba brillando hace unos minutos atrás, pero luego de perder el apoyo de la vida de resurrección ya no brilla más. Siempre que se quita el cáliz, lo que sostiene el capullo en flor, la flor se marchita y se cae. Así que, si no florecemos, no podemos brillar. El brillo de la luz divina se mantiene por la vida de resurrección.

C. Los capullos en flor

  Los capullos en flor, los pétalos, representan la expresión de la vida de resurrección. La vida de resurrección es tanto el envase como la flor, tanto el soporte como la expresión.

IX. TRES BRAZOS A CADA LADO

  Exodo 25:32 dice: “Y saldrán seis brazos de sus lados; tres brazos del candelero a un lado, y tres brazos al otro lado”. Hay tres brazos a cada lado del candelero ordenados en capas. Aquí el número tres denota tanto la resurrección como el Dios Triuno. En realidad, la resurrección es el Dios Triuno. Según 1 Corintios 15, el Espíritu vivificante es la máxima expresión del Dios Triuno y el alcance máximo del Dios Triuno al hombre. Por lo tanto, el Espíritu vivificante es la máxima consumación del Dios Triuno. Cristo, el postrer Adán, llegó a ser el Espíritu vivificante por medio de la resurrección, en ella y con ella misma. Este Espíritu vivificante es el Dios Triuno procesado. La resurrección es nada menos que el mismo Dios Triuno. La resurrección es el Espíritu de Cristo, y el Espíritu de Cristo es Cristo mismo. Este entendimiento de la resurrección corresponde a la palabra del Señor: “Yo soy la resurrección” (Jn. 11:25).

  Por un lado, en la Biblia el número tres se refiere al Dios Triuno; por otro, se refiere a la resurrección. La resurrección es el Dios Triuno. En el candelero la resurrección es representada por las flores de almendro y por los tres brazos a cada lado de éste.

  Además, los brazos representan la extensión de la vida de resurrección de Cristo. Los seis brazos divididos en dos grupos de tres representan el testimonio de la luz de la vida. Dos es el número de testimonio. Por esta razón, el Señor Jesús envió a los discípulos de dos en dos. Así mismo los dos grupos de brazos a cada lado del candelero representan el testimonio de la luz de la vida.

X. LAS TRES COPAS EN FORMA DE FLORES DE ALMENDRO SOBRE CADA BRAZO CON LA MANZANA Y EL CAPULLO EN FLOR

  Las tres copas en forma de flores de almendro sobre cada brazo con la manzana y el capullo en flor representan la vida de resurrección que florece en sí misma y consigo misma. Dijimos que habían tres flores sobre cada brazo. Esto indica resurrección con resurrección, y resurrección en resurrección. El candelero está lleno de flores de almendro. Esto revela que el pensamiento divino aquí se enfoca en la resurrección.

  Necesitamos un espíritu de sabiduría y revelación (Ef. 1:17) para entender el significado del candelero. En el candelero de oro tenemos la divinidad, la resurrección y la luz de la vida. El brillo es la expresión de la vida divina en resurrección. Aunque somos humanos y naturales, a través de la regeneración hemos recibido la vida divina con la naturaleza divina (2 P. 1:4). Esto significa que como creyentes en Cristo, tenemos la sustancia divina, el elemento divino, esto es, la divinidad. Ahora tenemos que vivir a Cristo, vivir la divinidad, al poner en práctica el ser un solo espíritu con el Señor. La gran mayoría de los cristianos descuida este asunto. Sencillamente enseñan a otros a mejorar su humanidad natural. No obstante, en nuestro hombre natural no existe la divinidad, ni la resurrección, ni la luz. No debemos permanecer en nuestra vida natural, sino entrar en la resurrección. Para esto, debemos pasar por la cruz. Entonces estaremos en resurrección, y con el elemento divino en resurrección tendremos el florecer, el brillo.

  Quiero recalcar que el florecer y el brillar son la misma cosa. Cuando florecemos, brillamos. En el candelero tenemos la divinidad y la resurrección. No obstante, esta resurrección debe florecer. Siempre que florezca, brillará, es decir, expresará la vida de Dios. Esta expresión, este florecer, es el brillar.

  Animo a todos los santos a estudiar el cuadro del candelero de oro y a orar en cuanto a éste. Esto nos ayudará a ver cómo Cristo hoy está brillando sobre nosotros y cómo podemos ser los miembros brillantes de Cristo por medio de la naturaleza divina y que florece en resurrección. Esto es el brillar de la luz divina. Cuanto más brillemos de esta manera, más seremos la iglesia con los siete Espíritus.

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