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Capítulos de libros «El Evangelio de Mateo»
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  • Lo que dijo Juan el Bautista aquí no significa que tenía dudas con respecto a Cristo. Hizo tal pregunta a Cristo para provocarlo para ver si así lo libraba. Él sabía que Cristo era Aquel que había de venir, y lo había recomendado confiadamente al pueblo (Jn. 1:26-36). Después, Juan fue encarcelado (Mt. 4:12), y allí estaba a la expectativa de que Cristo hiciera algo para librarlo. Sin embargo, Cristo no hizo nada por él, aunque sí hacía mucho para ayudar a otros. Cuando Juan oyó de esto, tal vez estuvo a punto de tropezar (v. 6). Así que, envió a sus discípulos con esa pregunta para provocar a Cristo.

  • La palabra griega significa uno diferente.

  • El Señor mencionó primero que los ciegos recibieron la vista, porque en el Antiguo Testamento nunca se había hecho tal milagro. Al decir esto, le dio a Juan la evidencia clara de que nadie más que el Mesías habría podido hacer tal milagro (Is. 35:5). Además, en el sentido espiritual, primero los ciegos reciben la vista. En la salvación del Señor, primero Él abre nuestros ojos (Hch. 26:18); entonces, podemos recibirlo y andar en pos de Él.

  • Cuando Cristo y Juan el Bautista predicaron el evangelio del reino “tocaron la flauta”, pero los judíos fanáticos no “bailaron” por el gozo de la salvación; cuando Juan y Cristo predicaron el arrepentimiento “endecharon”, pero los judíos religiosos no lamentaron por el pesar de haber pecado. La justicia de Dios exigía que se arrepintieran, pero no quisieron obedecer; la gracia de Dios les trajo la salvación, pero no quisieron recibirla.

  • Juan, quien vino para llevar a los hombres al arrepentimiento (Mr. 1:4) y para hacer que se lamenten por haber pecado, no tenía interés en la comida ni en la bebida (Lc. 1:15-17), mientras que Cristo, quien vino para traer salvación a los pecadores y hacer que se regocijaran en ella, tenía el gozo de comer y beber con ellos (Mt. 9:10-11). Los ciudadanos del reino, que no están bajo ninguna regulación, siguen la sabiduría divina, centrados en el Cristo que mora en ellos y que es su sabiduría (1 Co. 1:30), y no en el modo exterior de vivir.

  • Los opositores decían: “Demonio tiene”, o sea que Juan el Bautista estaba poseído por un demonio, puesto que vivía de una manera extraña y peculiar, sin comer y beber conforme al modo común.

  • Véase la nota Mt. Mt. 11:18*1.

  • Cristo no sólo es el Salvador, sino también el Amigo de los pecadores, Aquel que se compadece de sus problemas y siente su pena.

  • La sabiduría es Cristo (1 Co. 1:24, 30). Todo lo que Cristo hizo fue hecho por la sabiduría de Dios, la cual es Cristo mismo. Esta sabiduría fue justificada, vindicada, por Sus obras sabias, Sus actos sabios.

  • En Mal. 4:5 se profetiza que Elías vendrá. Cuando Juan el Bautista fue concebido, se dijo que iría delante del Señor en el espíritu y el poder de Elías (Lc. 1:17). Así que, en cierto sentido, Juan puede ser considerado como “Elías, el que había de venir” (cfr. Mt. 17:10-13). Sin embargo, la profecía de Mal. 4:5 se cumplirá en realidad durante la gran tribulación, cuando el Elías verdadero, uno de los dos testigos, vendrá a fortalecer al pueblo de Dios (Ap. 11:3-12).

  • Esto prueba que la venida de Juan puso fin a la dispensación del Antiguo Testamento.

  • Desde los días de Juan el Bautista hasta aquel momento, los fariseos impedían con violencia que el pueblo entrara en el reino de los cielos. Así que, los que deseaban entrar tenían que hacerlo “con violencia”.

  • Esto indica que en aquel entonces el reino de los cielos no había venido y que Juan el Bautista no estaba en el reino.

  • Véase la nota Mt. 10:151. Así también en el v. 24.

  • El Hades, equivalente al Seol del Antiguo Testamento (Gn. 37:35; Sal. 6:5), es el lugar donde están las almas y los espíritus de los muertos (Lc. 16:22-23; Hch. 2:27).

  • Mientras el Señor reprendía a las ciudades, tenía comunión con el Padre. En tal momento, respondiendo al Padre, Él le enalteció en los vs. 25-26.

  • Lit., reconozco con alabanzas. El Señor reconoció con alabanzas el camino que el Padre había escogido para llevar a cabo Su economía. A pesar que la gente le calumnió (vs. 16-19) en vez de responder a Su ministerio, y pese a que las ciudades principales le rechazaron (vs. 20-24), El enalteció al Padre, reconociendo Su voluntad. No buscó prosperar en Su obra sino que buscó la voluntad del Padre; Su satisfacción y Su descanso no radicaban en que el hombre le comprendiera y le acogiera, sino en que el Padre lo conociera (vs. 26-27).

  • Lit., menor. Todos los profetas anteriores a Juan sólo profetizaron que Cristo vendría, pero Juan testificó que Cristo ya había venido. Los profetas anhelaban la venida de Cristo, pero Juan lo vio. Por consiguiente, Juan era mayor que todos los profetas. Aunque Juan vio al Cristo encarnado y lo presentó al pueblo, el Cristo resucitado no moraba en él. Cristo mora en el pueblo del reino. Juan sólo pudo decir: “Aquí está Cristo”, pero el pueblo del reino puede decir: “Para mí el vivir es Cristo” (Fil. 1:21). Así que, el menor en el reino de los cielos es mayor que él. Ser mayor o menor depende de la relación que uno tenga con Cristo. Cristo es el factor determinante. Cuanto más cercano a Él esté uno, mayor es uno.

  • El Señor testificó que Juan era mucho más que profeta.

  • En el desierto, mientras testificaba de Cristo con denuedo, Juan el Bautista no era una persona débil cubierta de vestiduras delicadas. El Señor testificó que Juan no era una caña sacudida por el viento ni tampoco un hombre cubierto de vestiduras delicadas.

  • La palabra griega significa percibir. Así también en el versículo siguiente.

  • Una caña representa a una persona débil y frágil (Mt. 12:20; 1 R. 14:15). Al testificar por Cristo en el desierto, Juan el Bautista no era una persona así.

  • La palabra griega significa mirar atentamente.

  • La respuesta que el Señor le dio a Juan indicaba implícitamente el error de éste. No obstante, las palabras del Señor a las multitudes con respecto a Juan testificaban explícitamente en su favor.

  • Esta palabra implica que tal vez Juan el Bautista haya tropezado a causa del Señor, porque el Señor no actuó en beneficio de él según la manera que Juan esperaba. Aquí el Señor le exhortó a que tomara el camino que había designado para él, a fin de que fuera bendecido. Esta bendición está estrechamente relacionada con la participación en el reino de los cielos.

  • Los pobres representan a todos los que están sin Cristo, sin Dios, y que no tienen esperanza en el mundo (Ef. 2:12). Al recibir el evangelio, son hechos ricos en Cristo (2 Co. 8:9; Ef. 3:8).

  • Los muertos representan a los que están muertos en pecados (Ef. 2:1, 5), incapaces de tener contacto con Dios. Después de ser regenerados, pueden tener comunión con Dios por medio de su espíritu regenerado.

  • Los sordos representan a los que no pueden oír a Dios. Después de ser salvos, pueden oír la voz del Señor (Jn. 10:27).

  • Véase la nota Mt. 8:21b.

  • Los cojos representan a los que no pueden andar en el camino de Dios. Después de ser salvos, pueden andar por medio de una vida nueva (Mt. 9:5-6; Jn. 5:8-9).

  • Algunos mss. antiguos dicen: hijos (véase Lc. 7:35). Los ciudadanos del reino son hijos de la sabiduría; justifican a Cristo y Sus actos, y lo siguen, tomándole como su sabiduría.

  • El yugo del Señor es la voluntad del Padre, y Su carga es la obra de llevar a cabo la voluntad del Padre. Tal yugo es fácil, no gravoso, y tal carga es ligera, no pesada.

  • La palabra griega significa adecuado para su uso, y por ende, bueno, benévolo, benigno, suave, fácil, placentero, en contraste con duro, tosco, severo, gravoso.

  • En las alabanzas ofrecidas por el Señor, “Padre” se refiere a la relación que Dios Padre tiene con Él, el Hijo, mientras que “Señor del cielo y de la tierra” se refiere a la relación que Dios tiene con el universo. Cuando el pueblo de Dios era derrotado por Su enemigo, Dios era llamado “el Dios de los cielos” (Esd. 5:11-12; Dn. 2:18, 37). Pero cuando había un hombre en la tierra entregado a los intereses del Señor, Dios era llamado “Dueño de los cielos y de la tierra” (Gn. 14:19, 22). Aquí el Señor como Hijo del Hombre llamó al Padre “Señor del cielo y de la tierra”, lo cual indica que el Señor estaba en la tierra cuidando de los intereses de Dios.

  • Las cosas relacionadas con el conocimiento del Hijo y del Padre (v. 27).

  • Sabios y entendidos se refiere a los habitantes de las tres ciudades condenadas en los vs. 20-24, quienes eran sabios y entendidos según su propio parecer. Era la voluntad del Padre esconder de tales personas el conocimiento del Hijo y del Padre.

  • Niños se refiere a los discípulos, quienes eran hijos de la sabiduría (véase la nota Mt. 11:194). Al Padre le agradó revelarles tanto el Hijo como el Padre.

  • Lit., fue agradable delante de Ti.

  • Todas las cosas se refiere al remanente del pueblo que el Padre dio al Hijo (Jn. 3:27; 6:37, 44, 65; 18:9). Esto implica que los sabios y entendidos rechazaron al Hijo porque al Padre no le agradó darlos al Hijo.

  • Conocimiento cabal, y no simplemente familiaridad objetiva. Con respecto al Hijo, sólo el Padre tiene tal conocimiento, y con respecto al Padre, sólo el Hijo y aquel a quien el Hijo lo revela tienen tal conocimiento. Así que, para conocer al Hijo se requiere que el Padre lo revele (Mt. 16:17), y para conocer al Padre se requiere que el Hijo lo revele (Jn. 17:6, 26).

  • Se refiere no sólo al arduo esfuerzo por guardar los mandamientos de la ley y los preceptos religiosos, sino también al arduo esfuerzo por tener éxito en cualquier obra. Todo aquel que labore así, está siempre agobiado. El Señor, después de ensalzar al Padre, reconociendo el camino que el Padre había escogido y declarando la economía divina, llamó a tales personas a que vinieran a Él para descansar.

  • No sólo se refiere a ser librado de la ardua labor y carga agobiante que se tiene al estar bajo la ley o la religión o bajo cualquier clase de trabajo o responsabilidad, sino también a tener perfecta paz y plena satisfacción.

  • Lit., Levantad.

  • Tomar el yugo del Señor es aceptar la voluntad del Padre. No consiste en ser regulado ni controlado por alguna obligación de la ley o de la religión, ni tampoco en ser esclavizado por alguna obra, sino en ser constreñido por la voluntad del Padre. El Señor vivió tal vida, sin ocuparse de otra cosa que no fuese la voluntad de Su Padre (Jn. 4:34; 5:30; 6:38). Se sometió plenamente a la voluntad del Padre (Mt. 26:39, 42). Por lo tanto, nos pide que aprendamos de Él.

  • Ser manso, o dócil, significa no ofrecer resistencia, y ser humilde significa no tener amor propio. Durante toda la oposición, el Señor fue manso, y durante todo el rechazo, Él fue humilde de corazón. Se sometió completamente a la voluntad de Su Padre, sin desear hacer nada para Su propio bien y sin esperar ganar algo para Sí. Así que, no importa cuál fuera la situación, Él tenía descanso en Su corazón y estaba plenamente satisfecho con la voluntad de Su Padre.

  • El descanso que encontramos al tomar el yugo del Señor y aprender de Él, es descanso para nuestras almas. Es un descanso interior; no es algo meramente exterior en naturaleza.

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