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Capítulos de libros «La Epístola de Jacobo (Santiago)»
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  • O, fe en nuestro Señor…; cfr. nota Ro. 3:221. Indica que esta epístola, especialmente este capítulo, fue dirigida a los que creían en el Señor Jesucristo, el Señor de gloria.

  • La palabra griega se compone de juntos y traer; por lo tanto, significa juntarse, reunirse o congregarse; por consiguiente, denota el lugar de reunión. Se usa en el Nuevo Testamento para denotar la congregación de los judíos (Hch. 13:43; 9:2; Lc. 12:11), y su lugar de reunión (Lc. 7:5), donde buscaban el conocimiento de Dios estudiando las Santas Escrituras (Lc. 4:16-17; Hch. 13:14-15). En Jerusalén había muchas sinagogas las cuales pertenecían a varios grupos de judíos (Hch. 6:9). La forma en que Jacobo usa aquí esta palabra tal vez indique que los creyentes judíos consideraban que su asamblea y su lugar de reunión era otra de las sinagogas de los judíos. De ser así, esto conlleva, igual que toda la epístola, un carácter judío, y quizás indique que los cristianos judíos consideraban que seguían siendo parte del pueblo judío, el pueblo escogido de Dios según el Antiguo Testamento, y que carecían de una visión clara con respecto a la diferencia entre el pueblo escogido de Dios en el Antiguo Testamento, y los creyentes de Cristo en el Nuevo Testamento. Véase la nota Jac. 1:13.

  • Las distinciones que existían entre ricos y pobres en la fraternidad cristiana y que redundaban en discriminación, traían vergüenza al Señor y a la salvación de Su vida divina.

  • O, en.

  • O, para; es decir, según la estima del mundo.

  • Aquí el reino de Dios también es el reino de Cristo, el cual los creyentes vencedores heredarán en la época venidera (Ef. 5:5; Gá. 5:21; 1 Co. 6:10; Ap. 20:4, 6). La realidad de este reino (véase la nota Mt. 5:34b) no debía ser practicada en la sinagoga judía, sino en la iglesia cristiana, la cual es el Cuerpo de Cristo (Ro. 14:17).

  • Creemos en el Señor para ser salvos (Hch. 16:31); amamos a Dios (1 Jn. 2:5, 15) para vencer, a fin de recibir como galardón el reino prometido (véase la nota He. 12:281a y la nota He. 10:351b).

  • O, las cortes.

  • U, honorable; el nombre de Jesucristo.

  • Lit., que es invocado sobre vosotros. Véase Hch. 15:17 y la nota.

  • La ley real se refiere al mandamiento: “Amarás a tu prójimo como a ti mismo”. Esta ley reina sobre todas las leyes, y las abarca y las cumple (Gá. 5:14; Ro. 13:8-10).

  • Amar a Dios (v. 5) y amar a nuestro prójimo son los mayores requisitos de la ley. Toda la ley se basa en esos requisitos (Mt. 22:36-40).

  • O, estéril. Algunos mss. dicen: muerta.

  • Lit., conforme a.

  • La fe proviene de la vida; es viva y opera por medio del amor (Gá. 5:6). De otro modo, es una fe muerta, que no es genuina (vs. 20, 26).

  • Es vergonzoso que no se atienda a las necesidades de los santos pobres en la vida de iglesia. Sin embargo, lo que Jacobo dice aquí, con la intención de fortalecer su punto de vista de la perfección cristiana práctica, tiene el matiz de la preocupación por los necesitados, una característica del Antiguo Testamento (Dt. 15:7-8).

  • Lit., Apartaos.

  • El verbo indica que han estado en esa condición por un tiempo considerable.

  • Según el contexto, esto se refiere a ser salvo del juicio que se efectuará ante el tribunal de Cristo, el cual será ejecutado sin misericordia (v. 13). Es necesario que hagamos obras de misericordia y de amor para con los creyentes. Sólo entonces podremos ser salvos del juicio que se efectuará sin misericordia.

  • O, se gloría sobre, se gloría contra.

  • Los vs. 8-11, que hablan acerca de guardar la ley de letras, sirven de base para afirmar que la ley de la libertad aquí y en Jac. 1:25 se refieren a la misma ley, esto es, la ley de Moisés. Según el contexto, la ley real (v. 8), la ley mosaica y la ley de la libertad son la misma ley. Por tanto, Jacobo enseñaba a los creyentes judíos a guardar la ley del Antiguo Testamento (Jac. 4:11; cfr. Hch. 15:21; 21:20-25). Sin embargo, de acuerdo con la economía neotestamentaria de Dios, los creyentes deben hablar y actuar conforme a la ley de la vida divina, la cual trasciende la letra de la ley. Ellos deben vivir conforme a la ley de la vida. Este modo de vivir sobrepasa el guardar la ley de letras. Los incrédulos serán juzgados por la ley de letras, que es la ley de Moisés, en el gran trono blanco (Ap. 20:11-15); los creyentes serán juzgados en el tribunal de Cristo (2 Co. 5:10) por la ley de la vida, que es la ley de Cristo.

  • Así se refiere a lo que sigue, no a lo anterior.

  • Los vs. 8-11 indican que los creyentes judíos contemporáneos a Jacobo, seguían guardando la ley del Antiguo Testamento. Esto corresponde a lo que Jacobo y los ancianos de Jerusalén le dijeron a Pablo en Hch. 21:20. Jacobo, los ancianos de Jerusalén, y miríadas de creyentes judíos aún permanecían en una mixtura de fe cristiana y ley mosaica. Incluso le aconsejaron a Pablo que practicara tal mixtura judaica (Hch. 21:17-26). Ignoraban que la dispensación de la ley había terminado definitivamente y que la dispensación de la gracia debería ser totalmente honrada, y que hacer caso omiso de la distinción entre estas dos dispensaciones sería contrario a la administración dispensacional de Dios, y dañaría en gran manera el plan de Dios en Su economía con respecto a la edificación de la iglesia como la expresión de Cristo. Por lo tanto, esta epístola fue escrita bajo la nube de una mixtura judaica, un trasfondo difuso. Muchos de los que practican una religión conforme a su concepto natural pasan por alto el trasfondo visto en este libro.

  • Lit., obráis.

  • La justificación por la fe tiene como fin que uno reciba la vida divina (Ro. 5:18); la justificación por las obras se consigue al vivir la vida divina. Puesto que el vivir proviene de la vida, la justificación por las obras proviene de la justificación por la fe. Abraham ofreció a Isaac, y Rahab recibió a los mensajeros y los envió; ambas son obras que resultaron de la fe viva de ellos. Un árbol vivo sin duda produce fruto. Ser justificado por las obras no contradice el ser justificado por la fe. Esto último es la causa, que produce lo primero; y lo primero es el efecto, el resultado y la prueba de lo segundo.

    Este capítulo comienza con el asunto de no hacer acepción de personas (vs. 1-13), y llega al cuidado práctico de las necesidades de los santos pobres, lo cual constituye la obra justificadora de la fe (vs. 14-26). Estas virtudes, conforme al punto de vista de Jacobo, pueden ser consideradas características de la perfección cristiana práctica.

  • Lit., los echó.

  • El espíritu da vida al cuerpo (Gn. 2:7); las obras indican y expresan la vida que está en la fe.

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