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Capítulos de libros «La Epístola de Jacobo (Santiago)»
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  • La misma palabra griega es usada en el v. 3. Aquí se refiere a los deseos de placeres que tiene la carne (los miembros), mientras que en el v. 3 se refiere a los deleites que satisfacen dichos deseos.

  • O, codiciáis.

  • Dios y Cristo son nuestro Marido (Is. 54:5; 2 Co. 11:2). Nosotros debemos ser puros y amarlo sólo a Él con todo nuestro ser (Mr. 12:30). Si nuestro corazón está dividido por amar al mundo, somos adúlteros.

  • Es decir, el amor que el mundo tiene por los placeres de la carne (vs. 1, 4).

  • El sistema satánico, el cual es enemistad con Dios. Véase la nota 1 Jn. 2:152a.

  • Amar al mundo convierte al que amaba a Dios en enemigo de Él.

  • Cuando Dios nos adquirió para que fuéramos Su esposa, Él puso Su Espíritu en nosotros para hacernos uno con Él (16-17, 1 Co. 6:19). Él es un Dios celoso (Éx. 20:5), y Su Espíritu nos cela con celo de Dios (2 Co. 11:2), anhelando, deseando celosamente, que no hagamos amistad con Su enemigo y al mismo tiempo tratemos de amarle. Ésta es la única vez que Jacobo menciona el Espíritu de Dios que mora en nosotros, y tuvo que ver con algo negativo, la abolición de la amistad del mundo, y no con algo positivo, la edificación del Cuerpo de Cristo.

  • O, hace Su hogar. El Espíritu que mora en nosotros hace Su hogar en nosotros a fin de poder ocupar todo nuestro ser para Dios (cfr. Ef. 3:17), haciendo que nos entreguemos totalmente a nuestro Marido.

  • Se refiere a la Escritura, mencionada en el v. 5.

  • Una cita de Pr. 3:34 tomada de la Septuaginta.

  • Según el contexto, se refiere a ser orgullosos ante Dios, lo cual causa que Él nos resista. Ser humildes también es una actitud ante Dios, y hace que Él nos dé gracia, lo cual es Su deseo.

  • Es decir, sed humildes ante Dios (v. 10; 1 P. 5:6).

  • Ser orgulloso ante Dios es aliarse con el enemigo de Dios, el diablo; ser humilde ante Dios, es decir, someterse a Dios, es resistir o estar en contra del diablo. Ésta es la mejor estrategia para luchar contra el enemigo de Dios, la cual siempre le hace huir de nosotros.

  • La carne a la cual alude el v. 1, el mundo mencionado en el v. 4, y el diablo aquí mencionado, son los tres mayores enemigos de los creyentes. Están relacionados entre sí: la carne está contra el Espíritu (Gá. 5:17), el mundo está contra Dios (1 Jn. 2:15), y el diablo está contra Cristo (1 Jn. 3:8). La carne se complace en los placeres amando al mundo, y el mundo usurpa nuestro ser para el diablo. Esto aniquila en nosotros el propósito eterno de Dios.

  • Es decir, con doblez (véase la nota Jac. 1:81a), con el corazón dividido entre dos partidos: Dios y el mundo. Esto hace que las personas sean adúlteras (v. 4) y pecadoras, seres que necesitan que sus corazones sean purificados y sus manos lavadas para poder acercarse a Dios y para que luego Dios pueda acercarse a ellas.

  • Este versículo es una solemne advertencia a la esposa adúltera de Dios, la cual, bajo la usurpación del diablo, se entrega a los placeres carnales amando al mundo.

  • Lo dicho aquí, como conclusión de esta sección (vs. 1-10), es una exhortación contra los conflictos y las pasiones mencionados en los vs. 1-3.

  • Las palabras de Jacobo aquí y en Jac. 1:25 y en Jac. 2:8-12, con respecto a la ley del Antiguo Testamento, indican que, según su perspectiva, los creyentes neotestamentarios deben guardar la ley del Antiguo Testamento a fin de que sean perfectos conforme a la ley. Sin embargo, conforme a la revelación divina de todo el Nuevo Testamento, existe una clara y definida diferencia entre guardar la ley y vivir por la ley interior de vida. Guardar la ley del Antiguo Testamento simplemente nos pone en buenas relaciones con Dios y con los hombres para ser justificados por la ley. Pero vivir por la ley interior de vida (He. 8:10-11; Ro. 8:2) es vivir y magnificar a Cristo (Fil. 1:20-21) para la edificación de Su Cuerpo a fin de expresarle (Ef. 1:22-23), y para la edificación de la casa de Dios a fin de satisfacerle (1 Ti. 3:15). Esto tiene como fin el cumplimiento de la meta eterna de Dios conforme a Su economía neotestamentaria. Aunque lleguemos a ser perfectos guardando la ley del Antiguo Testamento, todavía no habremos llegado a la meta eterna de Dios. Solamente el vivir por la ley interior de vida sirve para esto. Tal vivir espontánea y automáticamente satisface más de lo que se requiere bajo la ley del Antiguo Testamento (Ro. 8:4); incluso satisface la norma de la constitución del reino, como se revela en Mt. caps. 5 — 7.

  • Luchar por satisfacer los deleites carnales (v. 1), hacer amistad con el mundo (v. 4), hablar mal de un hermano, es decir, juzgar la ley (v. 11), ir a negociar conforme a la propia voluntad de uno, y jactarse en la soberbia (v. 16), son señales de la confianza impía y presuntuosa de una persona que se olvida de Dios. Jacobo enseñó todo esto basándose, probablemente, en su punto de vista tocante a la perfección cristiana práctica.

  • El tono de lo que dice Jacobo aquí tiene el tono del Antiguo Testamento (cfr. Sal. 90:3-10). En cualquier caso, sus palabras despiertan temor a la voluntad de uno, e infunden confianza en Dios, como lo expresa el v. 15. Palabras como éstas siempre salen de la boca de una persona que teme a Dios.

  • O, pretensión, vanagloria.

  • Una conclusión a todas las exhortaciones de los versículos precedentes. Dice que si los destinatarios de esta epístola reciben ayuda de lo escrito por Jacobo, y aun así no obran conforme a lo que él escribió, les será pecado.

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