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Capítulos de libros «La Epístola de Pablo a Los Efesios»
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  • Los caps. 1 y 2 tienen como tema la revelación de la iglesia, y este capítulo explica cómo es constituida la iglesia. Después de revelar en los caps. 1 y 2 las bendiciones dadas por Dios a la iglesia, lo que es la iglesia y cómo ella es producida, el apóstol comenzó, a partir de este capítulo, a rogar a los santos que anduvieran conforme a su revelación de una manera digna del llamamiento de Dios. Para que la iglesia sea constituida y hecha real de manera práctica en nuestra experiencia, Pablo se presentó a sí mismo como mayordomo (v. 2), como uno que había recibido gracia (v. 2) y revelación (vs. 3, 5) y que había sido hecho ministro del evangelio elevado para anunciar las riquezas de Cristo como evangelio a fin de producir la iglesia.

  • Lit., insondables.

  • El apóstol no anunciaba doctrinas sino las riquezas de Cristo. Las riquezas de Cristo son lo que Cristo es para nosotros, como por ejemplo: luz, vida, justicia y santidad, lo que Él tiene para nosotros, y lo que ha realizado, logrado y obtenido para nosotros. Las riquezas de Cristo son inescrutables e insondables.

  • El misterio de Dios es Su propósito escondido, el cual consiste en impartirse en Su pueblo escogido. Para esto existe la economía del misterio de Dios. Este misterio estaba escondido en Dios durante todos los siglos pero ahora los creyentes neotestamentarios, habiendo sido iluminados, lo pueden ver.

  • El cap. 1 habla del poder de Dios (Ef. 1:19-20), el cap. 2, de la gracia de Dios (Ef. 2:5-8), y este capítulo, de la sabiduría de Dios.

  • Esto indica que todos los santos pueden recibir la misma gracia que fue dada al apóstol Pablo. En cuanto a su persona, Pablo era el más pequeño de los apóstoles (1 Co. 15:9); pero en cuanto a su ministerio, no era inferior a los superapóstoles (2 Co. 11:5; 12:11). No obstante, con respecto a la gracia que recibió, era menos que el más pequeño de todos los santos. Esto implica que todos los santos pueden recibir la gracia que él recibió. Esto es parecido al hecho de que todos los miembros de nuestro cuerpo físico, por muy pequeños que sean, reciben la misma sangre. Pero la capacidad (el don) que resulta de la sangre difiere entre los miembros. Todos los miembros del Cuerpo de Cristo pueden tener la misma gracia de vida que tenía Pablo, pero los dones de ellos no son los mismos que los de él.

  • El poder de la vida de resurrección (Fil. 3:10), el cual operó en el apóstol y también opera en todos los creyentes (Ef. 1:19; 3:20). Por medio de este poder de vida que opera interiormente, el don de la gracia fue dado al apóstol, es decir, fue producido en él.

  • La gracia de Dios es Dios mismo, especialmente como vida, y de Él participamos y a Él le disfrutamos; el don de la gracia es la capacidad y función producida al disfrutar de la gracia de Dios. La gracia implica vida, y el don es la capacidad que proviene de la vida.

  • Un ministro es uno que sirve. Un ministro del evangelio sirve el evangelio a la gente.

  • Los creyentes gentiles y los creyentes judíos son copartícipes de la promesa que Dios dio en el Antiguo Testamento con respecto a todas las bendiciones de la economía neotestamentaria de Dios.

    El ser coherederos está relacionado con la bendición de la familia de Dios; el ser miembros del mismo Cuerpo, con la bendición del Cuerpo de Cristo; y el ser copartícipes de la promesa, con la bendición de la promesa de Dios, como se ve en Gn. 3:15; 12:3; 22:18; 28:14 y Is. 9:6. Tanto la bendición de la familia de Dios como la bendición del Cuerpo de Cristo son bendiciones específicas, mientras que la bendición de la promesa de Dios es general y todo-inclusiva.

  • No Dios, sino el Padre. El título Padre se usa aquí en un sentido amplio, y denota no sólo al Padre de la familia de la fe (Gá. 6:10), sino también al Padre de toda familia en los cielos y en la tierra (v. 15). El Padre es el origen, no sólo de nosotros, los creyentes regenerados, sino también de la humanidad creada por Dios (Lc. 3:38), del Israel que Él creó (Is. 63:16; 64:8), y de los ángeles que Él también creó (Job 1:6). El concepto de los judíos era que Dios era solamente Padre de ellos. Así que, el apóstol, en conformidad con su revelación, oró al Padre de todas las familias de los cielos y de la tierra. En contraste, los judíos, según el concepto judío, sólo oraban al Padre de Israel.

  • Los gentiles salvos y los judíos salvos son miembros del único Cuerpo de Cristo como Su expresión.

  • En la economía neotestamentaria de Dios, los gentiles escogidos, redimidos y regenerados, y los judíos creyentes, son coherederos de Dios, aquellos que heredan a Dios.

  • El espíritu humano de los apóstoles y profetas, el espíritu regenerado y habitado por el Espíritu Santo de Dios. Puede considerarse el espíritu mezclado, o sea, el espíritu humano mezclado con el Espíritu de Dios. Tal espíritu mezclado es el medio por el cual se revela a los apóstoles y profetas la revelación neotestamentaria acerca de Cristo y la iglesia. Necesitamos la misma clase de espíritu para ver tal revelación.

  • La palabra griega que se traduce apóstoles significa enviados. Los apóstoles son los que han sido enviados por Cristo, quienes lo representan para llevar a cabo Su comisión en la economía neotestamentaria de Dios. Los profetas son los portavoces de Dios, quienes principalmente no predicen el futuro, sino que hablan por Dios y proclaman a Dios en la revelación de la economía eterna de Dios.

  • El misterio de Cristo, la iglesia, en otras generaciones estaba escondido, pero ha sido revelado en la era del Nuevo Testamento.

  • El misterio de Dios en Col. 2:2 es Cristo; aquí vemos que el misterio de Cristo es la iglesia. Dios es un misterio, y Cristo, por ser la corporificación de Dios que lo expresa, es el misterio de Dios. Cristo también es un misterio, y la iglesia, al ser el Cuerpo de Cristo que lo expresa, es el misterio de Cristo. Este misterio es la economía de Dios, la cual consiste en impartir a Cristo, la corporificación de Dios, en el pueblo escogido de Dios para producir un Cuerpo que sea el aumento de la corporificación de Dios en Cristo, a fin de que Dios obtenga una expresión corporativa.

  • El propósito escondido de Dios es el misterio, y quitar el velo de este misterio es la revelación. El ministerio que tenía el apóstol consistía en llevar a cabo esta revelación para que fuera producida la iglesia.

  • La gracia se refiere a las riquezas de Cristo (v. 8) que Dios nos ha dado en Cristo para que las poseamos y disfrutemos. El ministerio de Pablo impartía las riquezas de Cristo como gracia a los creyentes para que las disfrutaran.

  • En el griego, la misma palabra es traducida economía en el v. 9 y en Ef. 1:10. Con relación a Dios, esta palabra denota la economía de Dios, la administración de Dios; en cuanto al apóstol, denota la mayordomía (la palabra mayordomía también se usa en 1 Co. 9:17). La mayordomía de la gracia tiene como fin impartir la gracia de Dios a Su pueblo escogido para producir la iglesia y edificarla. De esta mayordomía proviene el ministerio del apóstol, quien es un mayordomo en la casa de Dios, uno que ministra a Cristo como la gracia de Dios a la familia de Dios.

  • Los vs. 2-21 son un paréntesis, y Ef. 4:1 es la continuación de Ef. 3:1. En la súplica contenida en este pasaje parentético, el apóstol describe a los creyentes gentiles su ministerio para con ellos, un ministerio que él había recibido en la mayordomía de la gracia por medio de la revelación del misterio de Cristo. Además, en este paréntesis, él oró pidiendo que la iglesia experimentara a Cristo al máximo.

  • El apóstol Pablo se consideraba un prisionero de Cristo. En apariencia, estaba confinado en la cárcel; en realidad, estaba encarcelado en Cristo. Pablo, basándose en esta condición, en la cual vivía realmente, les rogaba a los santos. Al presentar la revelación del misterio de Dios en los caps. 1 y 2 con respecto a la iglesia, él asumió su posición de apóstol de Cristo por la voluntad de Dios. Tal posición fue la base de la autoridad de su revelación acerca de la iglesia. Al rogar a los santos que anduvieran como es digno del llamamiento de Dios, se basó en su condición de prisionero del Señor. Su posición como apóstol de Cristo lo capacitó para presentar la revelación de Dios, mientras que su condición de prisionero del Señor declaró su andar en el Señor, por el cual podía inspirar y rogar a los santos a que anduvieran en el Señor como él lo hacía. Si disfrutamos a Cristo como nuestra cárcel, nosotros también andaremos en el Señor para que la iglesia sea constituida.

  • Como lo revela el v. 8, la iglesia se produce de las inescrutables riquezas de Cristo. Cuando los escogidos de Dios participan de las riquezas de Cristo y las disfrutan, son constituidos de esas riquezas para ser la iglesia, mediante la cual se da a conocer la multiforme sabiduría de Dios a los principados y autoridades angélicos en los lugares celestiales. Por lo tanto, la iglesia es la sabia exhibición que Dios hace de todo lo que Cristo es.

  • Los principados y autoridades angélicos, tanto buenos como malos. Este pasaje se refiere particularmente a los malignos, es decir, a Satanás y sus ángeles.

  • Lit., el propósito de los siglos. El propósito eterno es el plan eterno que Dios hizo en la eternidad pasada.

  • O, llevó a cabo, cumplió, realizó.

  • Lit., el Cristo, nuestro Señor Jesús. Con respecto a la expresión el Cristo, véase la nota Ef. 1:103.

  • En Cristo tenemos acceso, entrada, no sólo para acercarnos a Dios, sino también para participar de Su economía neotestamentaria. Por medio de la fe en Cristo tenemos tal acceso, con confianza y seguridad, para disfrutar a Dios y Su plan eterno (Su economía).

  • O, la fe de Él. Véase la nota Ro. 3:221.

  • Para aprehender las dimensiones de Cristo, necesitamos a todos los santos, no individualmente sino corporativamente.

  • La anchura, la longitud, la altura y la profundidad son las dimensiones de Cristo. En la experiencia que tenemos de Cristo, primero experimentamos la anchura de lo que Él es y después la longitud. Esto es horizontal. Cuando avanzamos en Cristo, experimentamos la altura y la profundidad de Sus riquezas. Esto es vertical. Nuestra experiencia de Cristo no debe ser unidimensional, como una línea, sino tridimensional, como un cubo. En la experiencia que tenemos de Cristo debemos ir a la derecha y a la izquierda, subir y bajar, de manera que con el tiempo tal experiencia sea un “cubo” sólido. Cuando ésta es nuestra experiencia, no es posible caer ni quebrarse.

  • El amor de Cristo es Cristo mismo. Así como Cristo es inmensurable, así también lo es Su amor; por lo cual es un amor que excede a todo conocimiento. No obstante, podemos conocer este amor experimentándolo.

  • Cuando Cristo haga Su hogar en nuestros corazones, y cuando seamos plenamente capaces de aprehender con todos los santos las dimensiones de Cristo y de conocer por experiencia Su amor que excede a todo conocimiento, seremos llenos hasta la medida de toda la plenitud de Dios, la cual es la iglesia, la expresión corporativa de Dios que cumple Su propósito.

    La expresión la plenitud de Dios implica que las riquezas de todo lo que Dios es han llegado a ser Su expresión. Cuando las riquezas de Dios están en Dios mismo, son Sus riquezas, pero cuando son expresadas, vienen a ser Su plenitud (Jn. 1:16). Toda la plenitud de Dios mora en Cristo (Col. 1:19; 2:9). Al morar en nosotros, Cristo imparte la plenitud de Dios en nuestro ser de manera que seamos llenos hasta la medida de la plenitud de Dios a fin de ser la manifestación práctica de la iglesia, donde Dios puede ser glorificado en Su expresión (v. 21).

  • En el Nuevo Testamento la plenitud es la expresión producida por la totalidad de las riquezas. Ésta es la razón por la cual en el v. 8 Pablo habla de las inescrutables riquezas de Cristo, y en Ef. 1:23 y Ef. 4:13 habla de la plenitud de Cristo. Las riquezas de Cristo son todo lo que Cristo es y tiene, y todo lo que Él ha realizado, logrado y obtenido. La plenitud de Cristo es el resultado y el fruto de nuestro disfrute de estas riquezas. Cuando las riquezas de Cristo son asimiladas metabólicamente en nuestro ser, nos constituyen la plenitud de Cristo, el Cuerpo de Cristo, la iglesia, como Su expresión. Primero, en Ef. 1:23 esta expresión es la plenitud de Cristo, y luego en este versículo es la plenitud de Dios; pues la plenitud de Cristo, la corporificación de Dios, es la plenitud misma del Dios Triuno.

  • El Padre (v. 14) contesta y cumple la oración del apóstol por medio del Espíritu (v. 16), para que Cristo, el Hijo (v. 17), haga Su hogar en nuestros corazones. De esta manera somos llenos hasta la medida de la plenitud de Dios, el Dios Triuno. Éste es el resultado de la impartición del Dios Triuno en todo nuestro ser.

  • Puesto que Dios es el origen de la familia angélica de los cielos y de todas las familias humanas de la tierra, de Él toma nombre toda familia, tal como los productores dan nombres a sus productos y los padres dan nombres a sus hijos.

  • La palabra griega significa la descendencia de un padre, lo cual implica una familia.

  • En los vs. 16-19 la expresión para que o a fin de que se usa cuatro veces en la oración del apóstol: el apóstol oró pidiendo que el Padre nos concediera el ser fortalecidos; el resultado de ser fortalecidos por el Padre es que Cristo haga Su hogar en nuestros corazones; a su vez, el resultado de esto es que seamos plenamente fortalecidos para aprehender las dimensiones de Cristo —la anchura, la longitud, la altura y la profundidad— y para conocer el amor de Cristo que excede a todo conocimiento; y el resultado de tal aprehensión y conocimiento es que seamos llenos hasta toda la plenitud de Dios. Estas etapas forman un proceso metabólico mediante el cual el Cuerpo de Cristo se constituye de las riquezas de Cristo al disfrutar nosotros estas riquezas.

  • La gloria es la expresión de Dios. Todas las familias de los cielos y de la tierra, hasta cierto punto, expresan a Dios. En sus expresiones de Dios, se ven las riquezas de la gloria de Dios. El apóstol oró para que los creyentes gentiles experimentaran la plenitud de Dios conforme a las riquezas de la gloria de Dios, a fin de que así Él fuera expresado.

  • En su oración en Ef. 1:15-23 el apóstol pide que los santos reciban revelación acerca de la iglesia. Aquí en los vs. 14-21 él pide que los santos experimenten a Cristo con miras a la iglesia. Esto requiere que seamos fortalecidos en nuestro espíritu.

  • El poder mencionado en Ef. 1:19-22 y que resucitó a Cristo de los muertos, lo sentó a la diestra de Dios en los lugares celestiales, sometió todas las cosas bajo los pies de Cristo y lo dio por Cabeza sobre todas las cosas a la iglesia. Tal poder opera en nosotros (v. 20), y con dicho poder Dios nos fortalece para beneficio de la iglesia.

  • El hombre interior es nuestro espíritu regenerado, cuya vida es la vida de Dios. Para experimentar a Cristo hasta la medida de toda la plenitud de Dios, necesitamos ser fortalecidos en nuestro hombre interior. Esto implica que necesitamos ser fortalecidos en nuestro espíritu por medio del Espíritu Santo.

    También véase la nota acerca de la preposición griega εις, que en este versículo se traduce “en”.

  • El Padre nos fortalece desde nuestro interior por medio del Espíritu que mora en nosotros, quien ha estado con nosotros y en nosotros desde nuestra regeneración.

  • Nuestro corazón está compuesto de todas las partes de nuestra alma —la mente, la parte emotiva y la voluntad— y también de nuestra conciencia, la parte principal de nuestro espíritu. Estas partes son las partes internas de nuestro ser. Por medio de la regeneración Cristo entró en nuestro espíritu (2 Ti. 4:22). Después de esto, debemos permitirle que se extienda a cada parte de nuestro corazón. Puesto que nuestro corazón es la totalidad de todas nuestras partes internas y el centro de nuestro ser, cuando Cristo hace Su hogar en nuestro corazón, Él controla todo nuestro ser abasteciéndolo y fortaleciéndolo consigo mismo.

  • La fe da sustantividad a lo que no se ve (He. 11:1). El hecho de que Cristo more en nosotros es algo misterioso y abstracto. No lo comprendemos por nuestros sentidos físicos sino por el sentido de la fe.

  • Nosotros somos la labranza de Dios y el edificio de Dios (1 Co. 3:9). Como labranza de Dios necesitamos ser arraigados para crecer, y como edificio de Dios necesitamos ser cimentados para ser edificados.

  • Para experimentar a Cristo necesitamos fe y amor (1 Ti. 1:14). La fe nos capacita para conocer a Cristo, y el amor nos capacita para disfrutarlo. Ni la fe ni el amor son nuestros; son de Él. Su fe viene a ser la fe por la cual creemos en Él, y Su amor viene a ser el amor por el cual le amamos. Cuando estamos arraigados y cimentados en Su amor, crecemos y somos edificados en Su vida.

  • O, asir, echar mano con toda la fuerza.

  • Estrictamente hablando, las palabras pedimos o pensamos aquí se refieren a los asuntos espirituales relacionados con la iglesia y no a las cosas materiales. Es acerca de estos asuntos espirituales que debemos tanto pensar como pedir. Tal vez pensemos más de lo que pidamos; no obstante, Dios no sólo cumple lo que pedimos para la iglesia, sino también lo que pensamos con respecto a ella, y Dios es poderoso para hacer mucho más abundantemente de lo que pedimos o pensamos, según el poder que actúa en nosotros.

  • El poder interior que se menciona en Ef. 1:19-20 , el cual es el poder de resurrección de Dios, no Su poder creador. El poder creador de Dios produce las cosas materiales que están a nuestro alrededor (Ro. 8:28), mientras que Su poder de resurrección realiza dentro de nuestro ser las cosas espirituales para la iglesia.

  • Véase la nota Ef. 1:62b. Somos fortalecidos en nuestro hombre interior conforme a las riquezas de la gloria de Dios (v. 16). Esta gloria llega a nosotros con Dios y, después de ser forjada en nosotros, regresará a Dios con nosotros. Por medio de este tráfico de doble sentido, la iglesia, como las primicias del universo (Jac. 1:18), es la primera en dar gloria a Dios. Todas las otras familias en el cielo y en la tierra seguirán a la iglesia al glorificarlo a Él.

  • La gloria de Dios es forjada en la iglesia, y Él es expresado en la iglesia. Así que, a Dios es la gloria en la iglesia; es decir, Dios es glorificado en la iglesia.

  • Dios no sólo es glorificado en la iglesia sino también en Cristo. La palabra y se usa aquí para dar énfasis a este punto.

  • Los vs. 16-19 son la oración del apóstol. La expresión ahora bien indica que los vs. 20-21 son una doxología. En esta oración el apóstol pidió que el Padre fortaleciera a los santos conforme a las riquezas de Su gloria. Esto implica que la gloria de Dios puede ser forjada en los santos. En la doxología él dice: “A Él sea gloria” (v. 21), lo cual implica que la gloria de Dios, que ha sido forjada en los santos, vuelve a Dios. Primero, la gloria de Dios se forja en nosotros; luego vuelve a Dios para Su glorificación. La riqueza de Isaac fue dada primero a Rebeca para embellecerla; luego toda la riqueza volvió a Isaac con Rebeca, para la glorificación de él (Gn. 24:47, 53, 61-67). El apóstol oró pidiendo que Dios fortaleciera a los santos conforme a Su gloria. Ahora bien, la gloria de Dios, después de ser forjada en ellos, vuelve a Él junto con los santos fortalecidos. Ésta es la manera en que Dios es glorificado en la iglesia.

  • En la iglesia la esfera de la glorificación de Dios es estrecha, pues está limitada a la familia de la fe. Pero en Cristo la esfera es mucho más amplia porque Cristo es la Cabeza de todas las familias de los cielos y de la tierra (Ef. 1:22; 3:15). Así que, la glorificación de Dios en Cristo está en la esfera de todas las familias creadas por Dios, no sólo en la tierra sino también en los cielos. Esto está en conformidad con la frase en todas las generaciones por los siglos de los siglos, lo cual significa por la eternidad.

  • Todas las generaciones por los siglos de los siglos constituyen la eternidad. Dios es glorificado en la iglesia principalmente en esta era, y es glorificado en Cristo por la eternidad.

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