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Capítulos de libros «La Epístola de Pablo a Los Filipenses»
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  • En el cap. 1 Pablo, habiendo experimentado ricamente a Cristo, presentó a los creyentes un relato de su experiencia. Ahora en este capítulo pide a los creyentes que tengan comunión con él. Tal comunión entre los creyentes y el apóstol es necesaria para experimentar a Cristo.

  • O, exhortación, aliento.

  • Lit., entrañas. Es decir, cariño interno. La misma palabra que se encuentra en Fil. 1:8.

  • En los vs. 1-2 el apóstol apeló a la consolación y consuelo de parte de los filipenses. Les rogó que completaran su gozo si tenían alguna consolación en Cristo, algún consuelo de amor, alguna comunión de espíritu, algún afecto entrañable y alguna compasión para con él.

  • Puesto que este libro habla de experimentar y disfrutar a Cristo, lo cual resulta en gozo, éste es un libro lleno de gozo y de regocijo (Fil. 1:4, 18, 25; 2:17-18, 28-29; 3:1; 4:1, 4).

  • Entre los filipenses había disensión en su modo de pensar (Fil. 4:2), lo cual preocupaba al apóstol. Por tanto, Pablo les pidió que tuvieran todos el mismo pensamiento, este único pensamiento, para que completaran su gozo.

  • Esto indica que debido a la disensión en su modo de pensar, los creyentes de Filipos tenían diferentes niveles de amor. Ellos no tenían el mismo amor para con todos los santos a fin de guardar la unidad.

  • Esto indica que la disensión entre los filipenses se debía a que no estaban unidos en el alma, a que no tenían este único pensamiento en su mente, la parte principal del alma. El problema de los filipenses no radicaba en su espíritu, sino en su alma, mejor dicho, en su mente. Tenían a Cristo en su espíritu por medio de la regeneración, pero no tenían a Cristo en su alma, lo cual se obtiene por medio de la transformación. Sólo si toda su alma era saturada de Cristo y ocupada por Él podrían ellos llegar a ser uno en el alma.

  • Según el contexto de este libro, este único pensamiento debe referirse al conocimiento subjetivo y la experiencia de Cristo (Fil. 1:20-21; 2:5; 3:7-9; 4:13). Cristo, y únicamente Cristo, debe ser la centralidad y universalidad de todo nuestro ser. Nuestro modo de pensar debe centrarse en la excelencia del conocimiento y experiencia de Cristo. Centrarnos en cualquier otra cosa nos lleva a pensar de otra manera, causando así disensiones entre nosotros.

  • Esto puede indicar que los filipenses que estaban en disensión actuaban por ambición egoísta o por vanagloria; ambas causan disensiones entre los creyentes.

  • Véase la nota Fil. 1:171.

  • Esto indica una vez más que el problema de disensión entre los filipenses se relacionaba con su mente no transformada. Ellos necesitaban tener el mismo sentir que hubo en Cristo (véase el v. 5).

  • La humildad está en contraste con la ambición egoísta y la vanagloria. Esto no debe ser nuestra humildad natural, sino la humildad de Cristo, como se muestra en los vs. 7-8.

  • Lit., cosas; se refiere a virtudes y cualidades. No debemos considerar solamente nuestras propias virtudes y cualidades, sino también las de los demás.

  • Lit., Pensad, pues, esto en vosotros. Esta manera de pensar se refiere a estimando en el v. 3 y a considerando en el v. 4. Este modo de pensar estaba también en Cristo cuando se despojó a Sí mismo, tomando forma de esclavo, y se humilló a Sí mismo, siendo hallado en Su porte exterior como hombre (vs. 7-8). Para tener esta manera de pensar se requiere que seamos uno con Cristo en Sus partes internas (Fil. 1:8). A fin de experimentar a Cristo es necesario que seamos uno con Él hasta este grado, es decir, al grado de ser uno con Él en Sus tiernos y entrañables sentimientos internos y en Su modo de pensar.

  • En el cap. 1 el punto central es magnificar a Cristo, vivir a Cristo (vs. 20-21); en el cap. 2 es tomar a Cristo como nuestro patrón, nuestro modelo. Este modelo es la norma de nuestra salvación (v. 12). En los vs. 5-16 hay cuatro elementos básicos: Cristo (v. 5), la salvación (v. 12), Dios (v. 13), y la palabra de vida (v. 16). La palabra de vida produce el modelo por medio del Dios que opera en nosotros para aplicar la salvación a nuestro vivir diario. De esta manera disfrutamos a Cristo y lo vivimos al tomarle como nuestro modelo.

  • Del significado de la palabra griega se podría leer existiendo desde el principio, lo cual implica la preexistencia eterna del Señor.

  • Se refiere a la expresión del ser de Dios, y no a Su porte exterior (He. 1:3); la forma se identifica con la esencia y la naturaleza de la persona de Dios y, por tanto, las expresa. Esto se refiere a la deidad de Cristo.

  • Aunque el Señor era igual a Dios, no estimó que ser igual a Dios fuera un tesoro al que aferrarse y el cual retener; más bien, dejó la forma de Dios (no la naturaleza de Dios) y se despojó a Sí mismo, tomando forma de esclavo.

  • Es decir, hizo a un lado lo que poseía, lo cual era la forma de Dios.

  • La misma palabra que se encuentra en el v. 6. En Su encarnación el Señor no cambió Su naturaleza divina; cambió solamente Su expresión externa, dejando la forma de Dios, la forma más elevada, y tomando la de un esclavo, la forma más baja. Esto no fue un cambio de esencia, sino de condición.

  • Es decir, entrando en una nueva condición.

  • El tener forma de Dios implica la realidad interna de la deidad de Cristo; el hacerse semejante a los hombres denota la apariencia externa de Su humanidad. Exteriormente como hombre tenía la apariencia de un hombre; interiormente como Dios tenía la realidad de la deidad.

  • Cuando Cristo se hizo semejante a los hombres, al entrar en la condición humana, fue hallado en Su porte exterior como hombre.

  • Es decir, la apariencia exterior, la semblanza. Ésta es una repetición específica de la noción de semejanza que se encuentra en el v. 7. La apariencia de Cristo en Su humanidad, lo que los hombres veían, era Su porte exterior de hombre.

  • Humillarse fue un paso adicional al hecho de despojarse a Sí mismo. La autohumillación de Cristo manifestó que se despojó a Sí mismo.

  • La muerte de cruz es el punto culminante de la humillación de Cristo. Para los judíos era una maldición (Dt. 21:22-23). Para los gentiles era una sentencia de muerte impuesta sobre malhechores y esclavos (Mt. 27:16-17, 20-23). Por esto, era vergonzoso morir así (He. 12:2).

    La humillación del Señor abarca siete pasos:
    1) despojarse a Sí mismo;
    2) tomar forma de esclavo;
    3) hacerse semejante a los hombres;
    4) humillarse;
    5) hacerse obediente;
    6) ser obediente hasta la muerte
    7) ser obediente hasta la muerte de cruz.

  • El Señor se humilló a Sí mismo a lo sumo, pero Dios lo exaltó hasta la cumbre más alta.

  • Lit., le concedió, es decir, le dio gratuitamente.

  • Es decir, el nombre de Jesús, mencionado en el versículo siguiente. Véase Hch. 9:5. Desde la ascensión del Señor, no ha habido sobre la tierra otro nombre que esté por encima del nombre de Jesús.

  • El nombre es la expresión de la suma total de lo que es el Señor Jesús en Su persona y obra. La expresión en el nombre de Jesús significa en la esfera y elemento de todo lo que es el Señor. Es de esta manera que nosotros oramos y adoramos al Señor.

  • Los que están en los cielos son los ángeles.

  • Los que están en la tierra son los hombres.

  • Los que están debajo de la tierra son los muertos.

  • Esto significa invocar al Señor o invocar el nombre del Señor (Ro. 10:9-10, 12-13).

  • Al Señor Jesús como hombre, Dios le hizo Señor en Su ascensión (Hch. 2:36). Por consiguiente, toda lengua debe confesar que Él es el Señor.

  • Es decir, dando por resultado. Confesar que Jesús es el Señor da por resultado que Dios el Padre sea glorificado. Ésta es la culminación de todo lo que Cristo es y ha hecho, en Su persona y obra (1 Co. 15:24-28).

  • Es decir, como consecuencia de tomar a Cristo como un patrón o modelo de obediencia según los versículos anteriores.

  • Esto corresponde a hacerse obediente en el v. 8.

  • Es decir, llevad a la conclusión final. Nosotros hemos recibido la salvación de Dios, cuyo punto culminante es que seamos exaltados por Dios en gloria así como lo fue el Señor Jesús (v. 9). Es necesario llevar a cabo esta salvación, o sea, llevarla a su conclusión final, al obedecer constante y absolutamente, con temor y temblor. Hemos recibido esta salvación por fe; ahora tenemos que llevarla a cabo por medio de la obediencia, lo cual incluye tener la unidad genuina en nuestras almas (v. 2). Se recibe esta salvación por fe una sola vez y se lleva a cabo por toda la vida.

  • No la salvación eterna que nos libra de la condenación de Dios y del lago de fuego, sino la salvación diaria, la cual es una Persona viviente. Esta salvación diaria resulta de tomar al Cristo que vivimos, experimentamos y disfrutamos como nuestro modelo interno y externo. Los elementos principales de esta salvación son Cristo como la vida crucificada (vs. 5-8) y Cristo en Su exaltación (vs. 9-11). Cuando este modelo se convierte en la vida interior de los creyentes, llega a ser su salvación. Solamente esto hará que el gozo del apóstol sea completo.

    En el cap. 1 la salvación viene a través de la abundante suministración del Espíritu de Jesucristo, pero aquí la salvación viene del Dios que opera en nosotros. Este Dios es en realidad el Espíritu de Jesucristo. En ambos casos la salvación es una salvación práctica y diaria que se produce momento a momento. La salvación constante de Fil. 1:19 se refiere a que un creyente en una situación en particular sea salvo de un conflicto específico, mientras que la salvación constante de Fil. 2:12 se refiere a que un creyente cualquiera sea salvo de cosas ordinarias en situaciones comunes en su vida cotidiana.

  • El temor es el motivo interno; el temblor es la actitud externa.

  • Porque introduce la razón por la cual necesitamos obedecer siempre. La razón es que Dios opera en nosotros. En la economía de Dios, tenemos al Señor Jesús como nuestro modelo (vs. 6-11), como la norma de nuestra salvación (v. 12), y también tenemos a Dios produciendo en nosotros así el querer como el hacer para que nuestra salvación sea llevada a cabo, llevada a su conclusión final. No es que nosotros mismos la llevemos a cabo, sino que Dios opera en nosotros para realizarla. Lo único que tenemos que hacer es obedecer al Dios que opera dentro de nosotros.

  • El Dios que opera en nosotros es el Dios Triuno: el Padre, el Hijo y el Espíritu; el mismo Dios que es Cristo en nosotros (2 Co. 13:3, 5) y el Espíritu en nosotros (Ro. 8:11). Los tres —el Espíritu, Dios y Cristo— son uno.

  • O, da energía.

  • El querer es interno, el hacer es externo. El querer tiene lugar en nuestra voluntad, lo cual indica que la operación de Dios empieza en nuestro espíritu (cfr. Fil. 4:23) y se extiende a nuestra mente, a nuestra parte emotiva y a nuestra voluntad. Esto corresponde a Ro. 8, donde vemos que Dios opera desde nuestro espíritu (Ro. 8:4), a través de nuestra mente (Ro. 8:6) y finalmente se extiende a nuestro cuerpo físico (Ro. 8:11).

  • O, actuar. La misma palabra griega se traduce realiza en este versículo.

  • Es decir, el beneplácito de Su voluntad (Ef. 1:5). El beneplácito de Dios es que nosotros lleguemos al punto culminante de Su salvación suprema.

  • Las murmuraciones tienen que ver con nuestra parte emotiva y vienen principalmente de las hermanas; los argumentos o razonamientos están relacionados con nuestra mente y vienen principalmente de los hermanos. Ambos impiden que llevemos a cabo nuestra salvación completamente y que experimentemos y disfrutemos a Cristo a lo sumo. El contexto aquí indica que las murmuraciones y los razonamientos se deben a la desobediencia para con Dios. Obedecer a Dios elimina todas las murmuraciones y argumentos.

  • O, simples, ingenuos (no diplomáticos), inocentes (Mt. 10:16). La raíz en el griego significa sin mezcla. Irreprensibles describe nuestro comportamiento externo, y sencillos nuestro carácter interno.

  • Como hijos de Dios, tenemos la vida de Dios y la naturaleza divina (2 P. 1:4).

  • No tener mancha es la cualidad de ser tanto irreprensibles como sencillos.

  • Lit., deforme.

  • La palabra griega se refiere a los luminares que reflejan la luz del sol. Como tales, los creyentes resplandecen en el mundo. Ellos no poseen luz en sí mismos, pero sí tienen la capacidad celestial de reflejar la luz de Cristo. Cristo es el sol, la iglesia es la luna y los creyentes son los planetas que lo reflejan enarbolando la palabra de vida (v. 16).

  • El mundo oscuro y corrupto, que Satanás ha usurpado (1 Jn. 5:19; 2:15-17). En el mundo puede traducirse en el universo.

  • Lit., aplicando, presentando, ofreciendo. Enarbolar la palabra de vida es aplicarla, presentarla y ofrecerla al mundo al vivir y expresar a Cristo.

  • Diferente de la doctrina de letra muerta. La palabra de vida es el aliento viviente de Dios (2 Ti. 3:16), el Espíritu que da vida (Jn. 6:63). El Señor Jesús es nuestro modelo (vs. 6-11); Dios opera en nosotros (v. 13); nosotros somos hijos de Dios, que poseen la vida de Dios y la naturaleza divina (v. 15); somos luminares aptos para reflejar la luz divina de Cristo (v. 15) y tenemos la palabra de vida que podemos enarbolar y presentar a otros. ¡Qué rica y divina provisión! Por medio de esta provisión podemos llevar la obra salvadora de Dios a su punto culminante.

  • El día de la segunda venida del Señor, la cual se llama “el día del Señor” (1 Ts. 5:2; 2 Ts. 2:2; 1 Co. 1:8; 2 Co. 1:14) y “aquel día” (2 Ti. 1:18; 4:8). En aquel día todos los creyentes comparecerán ante el tribunal de Cristo para recibir la recompensa que cada uno merezca (2 Co. 5:10; Mt. 25:19-30).

  • Los creyentes completan el gozo del apóstol (v. 2) al vivir una vida en la cual toman a Cristo como su modelo, y en la cual la obra salvadora de Dios es llevada a cabo en toda su extensión, para que el apóstol pueda jactarse, gloriarse y regocijarse de los creyentes en el día de Cristo.

  • La libación era añadida a las ofrendas básicas reveladas en los capítulos 1 al 6 de Levítico (Nm. 15:1-10; 28:7-10), las cuales tipifican varios aspectos de Cristo. La libación tipifica al Cristo disfrutado por el oferente. Cristo, el vino celestial, llena al oferente al grado de convertirlo en vino para Dios. El apóstol Pablo llegó a ser tal libación (2 Ti. 4:6) al disfrutar a Cristo de esta manera al grado que pudo ser derramado sobre la fe de los creyentes en libación a Dios al derramar su propia sangre.

  • El sacrificio y servicio de vuestra fe significa que la fe de los creyentes de Filipos era un sacrificio ofrecido a Dios, y también llegó a ser su servicio a Dios.

  • Como el servicio sacerdotal. Cfr. nota Fil. 2:253.

  • La fe aquí es todo-inclusiva e incluye mucho más que la acción de creer. Es la constitución y expresión total de todo lo que los creyentes han recibido, experimentado y disfrutado de Cristo, incluyendo a Cristo mismo como las ofrendas básicas. El ministerio de Pablo produjo como resultado la fe todo-inclusiva de los creyentes. Tal fe fue ofrecida como sacrificio a Dios por los creyentes, y Pablo se regocijó en ser derramado en libación sobre tal sacrificio.

  • Esto significa que el apóstol se regocijaba en que su sangre fuera derramada en libación sobre el sacrificio de la fe de los creyentes.

  • Regocijarse juntamente con alguien significa compartir nuestro gozo con esa persona. El apóstol compartió con los filipenses su gozo al ser mártir por la fe de ellos. Así que, esta frase implica que los felicitaba.

  • El apóstol esperaba que los filipenses compartieran con él el gozo que ellos tenían al felicitarlo por ser mártir por causa de la fe de ellos.

  • O, esté alegre, sea confortado.

  • Este libro presta mucha atención al alma de los creyentes: debemos combatir unánimes junto con la fe personificada del evangelio (Fil. 1:27); tenemos que estar unidos en el alma, teniendo el mismo pensamiento (v. 2); y tenemos que ser del mismo estado de ánimo, sinceramente interesados por lo que es de Cristo Jesús (vs. 20-21). En la obra del evangelio, en la comunión entre los creyentes, y en el avance de los intereses del Señor, nuestra alma siempre causa problemas. Por esto, tiene que ser transformada, especialmente en su parte principal, la mente (Ro. 12:2), para que podamos ser unánimes, estar unidos en el alma y ser del mismo ánimo en la vida del Cuerpo.

  • Según el contexto de este libro, lo que es de Cristo Jesús equivale a lo relacionado con la iglesia y todos los santos.

  • Es decir, mérito aprobado, indicio de haber sido puesto a prueba.

  • Lit., servido como esclavo.

  • Primero un hermano, luego un colaborador, y más adelante un compañero de milicia.

  • Uno que es enviado con una comisión.

  • Derivada de la misma palabra griega que se traduce servicio en el v. 17 se refiere a un ministro cuyo ministerio es semejante al de un sacerdote. Todos los creyentes neotestamentarios son sacerdotes para Dios (1 P. 2:9; Ap. 1:6). Por esto, nuestro ministerio al Señor, en todo aspecto, es un servicio sacerdotal (vs. 17, 30).

  • Aventurando, imprudentemente exponiendo su vida, como un jugador que lo arriesga todo.

  • Lit., alma. Epafrodito estaba dispuesto a arriesgar la vida por el bien de las iglesias y de los santos.

  • Véase la nota Fil. 2:173; cfr. la nota Fil. 2:253 de este capítulo y la nota Fil. 3:32.

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