14.
Las mujeres le ministran
8:1-3
Lc 8
:1
8:1
Aconteció poco después, que
Jesús iba de ciudad en ciudad y de
aaldea en aldea,
1predicando y
2banunciando el evangelio del reino de Dios, y los doce iban con Él,
Lc 8
:2
8:2
y algunas
1amujeres que habían sido sanadas de espíritus malignos y de enfermedades: María, que se llamaba Magdalena, de la que habían salido
bsiete demonios,
Lc 8
:3
8:3
aJuana, mujer de Chuza intendente de Herodes, y Susana, y otras muchas que
1les ministraban de sus bienes.
15.
Enseña en parábolas
8:4-18
Lc 8
:4
8:4
Juntándose una gran multitud, y los que de cada ciudad venían a Él, les dijo por
aparábola:
Lc 8
:5
8:5
El 1sembrador salió a sembrar su semilla; y mientras sembraba, una parte cayó junto al camino, y fue hollada, y las aves del cielo se la comieron.
Lc 8
:6
8:6
Otra parte cayó sobre la piedra; y después de brotar, se secó, porque no tenía humedad.
Lc 8
:7
8:7
Otra parte cayó entre los
aespinos, y creciendo con ella los espinos, la ahogaron.
Lc 8
:8
8:8
Y otra
parte cayó en buena tierra, y creciendo llevó fruto a
aciento por uno. Hablando estas cosas, decía a gran voz: El que tiene oídos para oír,
boiga.
Lc 8
:9
8:9
Y Sus discípulos le preguntaron qué significaba esta parábola.
Lc 8
:10
8:10
Y Él dijo: A vosotros os ha sido dado conocer los
amisterios del
1reino de Dios; pero a los otros
las cosas están en parábolas, para que
bviendo no vean, y oyendo no entiendan.
Lc 8
:11
8:11
Ésta es, pues, la
aparábola: La semilla es la
bpalabra de Dios.
Lc 8
:12
8:12
Y los de junto al camino son los que oyen, y luego viene el diablo y quita de su corazón la palabra, para que no crean y se
asalven.
Lc 8
:13
8:13
Los de sobre la piedra son los que cuando oyen, reciben la palabra con
agozo; pero éstos no tienen raíces; creen por algún tiempo, y en el tiempo de la
bprueba se retiran.
Lc 8
:14
8:14
La que cayó entre los espinos, éstos son los que oyeron, pero yéndose, son ahogados por los
aafanes y las
briquezas y los
cplaceres de la
1vida, y no llevan a madurez
su fruto.
Lc 8
:15
8:15
Mas la que está en la buena tierra, éstos son los que con corazón
anoble y bueno retienen la palabra oída, y
bdan fruto con
cperseverancia.
Lc 8
:16
8:16
aNadie que enciende una
1blámpara la cubre con una vasija, ni la pone debajo de una cama, sino que la pone en un candelero para que los que entran vean la luz.
Lc 8
:17
8:17
Porque nada hay
aoculto, que no haya de ser manifestado; ni escondido, que no haya de ser conocido, y de salir a luz.
Lc 8
:18
8:18
aMirad, pues, cómo
boís; porque al que
ctiene, se le dará; y al que no tiene, aun lo que cree tener se le quitará.
16.
Identifica a Sus verdaderos parientes
8:19-21
Lc 8
:19
8:19
Entonces Su
1madre y Sus
ahermanos bvinieron a Él; pero no podían llegar hasta Él por causa de la multitud.
Lc 8
:20
8:20
Y se le avisó,
diciendo: Tu madre y Tus hermanos están fuera y quieren verte.
Lc 8
:21
8:21
Él entonces respondiendo, les dijo: Mi madre y Mis hermanos son éstos que
aoyen la palabra de Dios, y la hacen.
17.
Calma la tempestad
8:22-25
Lc 8
:22
8:22
Aconteció en uno de aquellos días, que Él y Sus discípulos
1entraron en una
abarca, y Él les dijo: Pasemos al
botro lado del
clago. Y partieron.
Lc 8
:23
8:23
Y mientras navegaban, Él se durmió. Y cayó sobre el lago una tempestad de viento; y se anegaban y peligraban.
Lc 8
:24
8:24
Y se le acercaron y le despertaron, diciendo: ¡
1Maestro, Maestro, que perecemos! Despertando Él,
areprendió al viento y al oleaje del agua; y
bcesaron, y sobrevino la
ccalma.
Lc 8
:25
8:25
Y les dijo: ¿Dónde está vuestra fe? Y
aatemorizados, se maravillaban, y se decían unos a otros: ¿Quién es éste, que aun a los vientos y a las aguas manda, y le obedecen?
18.
Echa fuera una legión de demonios
8:26-39
Lc 8
:26
8:26
Y 1navegaron hacia la tierra de los
agerasenos, que está en la ribera opuesta a Galilea.
Lc 8
:27
8:27
Al saltar Él a tierra, vino a
Su encuentro un hombre de la ciudad, endemoniado, que por mucho tiempo no había vestido ropa alguna, ni moraba en casa, sino entre los sepulcros.
Lc 8
:28
8:28
Éste, al ver a Jesús,
alanzó un gran grito, y postrándose a Sus pies exclamó a gran voz: ¿Qué tengo que ver contigo, Jesús, Hijo del
bDios Altísimo? Te ruego que no me atormentes.
Lc 8
:29
8:29
Porque mandaba al espíritu
ainmundo que saliese del hombre, pues se había apoderado de él muchas veces; y le ataban con cadenas y grillos, teniéndolo bajo custodia, pero rompía las ataduras y era impelido por el demonio a los desiertos.
Lc 8
:30
8:30
Y le preguntó Jesús: ¿Cómo te llamas? Y él dijo: Legión. Porque muchos demonios habían entrado en él.
Lc 8
:31
8:31
Y le rogaban que no los mandase ir al
aabismo.
Lc 8
:32
8:32
Había una piara de muchos
acerdos que pacían allí en el monte; y le rogaron que los dejase entrar en ellos; y les dio permiso.
Lc 8
:33
8:33
Y los demonios, salidos del hombre, entraron en los cerdos; y la piara se precipitó por un despeñadero al
alago, y se ahogó.
Lc 8
:34
8:34
Y los que apacentaban
los cerdos, cuando vieron lo que había acontecido, huyeron y lo contaron en la ciudad y por los campos.
Lc 8
:35
8:35
Y salieron a ver lo que había sucedido; y vinieron a Jesús, y hallaron al hombre de quien habían salido los demonios,
asentado a los pies de Jesús, vestido, y en su cabal juicio; y tuvieron miedo.
Lc 8
:36
8:36
Y los que lo habían visto, les contaron cómo había sido
1sanado el endemoniado.
Lc 8
:37
8:37
Entonces toda la multitud de la región alrededor de los gerasenos le rogó que se
amarchase de ellos, pues estaban poseídos por gran
btemor. Y
Jesús, entrando en la barca, se volvió.
Lc 8
:38
8:38
Y el hombre de quien habían salido los demonios le rogaba que le dejase estar con Él; pero
Jesús le despidió, diciendo:
Lc 8
:39
8:39
Vuélvete a tu casa, y refiere cuán grandes cosas ha hecho Dios por ti. Y él se fue, proclamando por toda la ciudad cuán grandes cosas había hecho Jesús por él.
19.
Sana a una mujer que tenía flujo de sangre y resucita a una niña
8:40-56
Lc 8
:40
8:40
Al 1avolver Jesús, la multitud le recibió con gozo; porque todos le esperaban.
Lc 8
:41
8:41
Y he aquí, llegó un
1varón llamado Jairo, que era
aprincipal de la sinagoga, y postrándose a los pies de Jesús, le rogaba que entrase en su casa;
Lc 8
:42
8:42
porque tenía una hija
aúnica, como de doce años, que se estaba muriendo. Y mientras iba, las multitudes le
1oprimían.
Lc 8
:43
8:43
Y una mujer que tenía
aflujo de sangre desde hacía doce años,
y que
1había gastado en médicos todo cuanto tenía, y por ninguno había podido ser curada,
Lc 8
:44
8:44
se le acercó por detrás y tocó los
aflecos de Su manto; y al instante se detuvo el flujo de su sangre.
Lc 8
:45
8:45
Entonces Jesús dijo: ¿Quién es el que me ha tocado? Y negando todos, dijo Pedro
1: Maestro, las multitudes te aprietan y estrujan.
Lc 8
:46
8:46
Pero Jesús dijo: Alguien me ha tocado; porque Yo he sentido que ha salido
apoder de Mí.
Lc 8
:47
8:47
Entonces, cuando la mujer vio que no había pasado inadvertida, vino temblando, y postrándose ante Él, le declaró delante de todo el pueblo por qué causa le había tocado, y cómo al instante había sido sanada.
Lc 8
:48
8:48
Y Él le dijo: Hija, tu
afe te ha
1sanado; ve
2en paz.
Lc 8
:49
8:49
Mientras Él aún hablaba, vino uno
de casa del principal de la sinagoga a decirle: Tu hija ha muerto;
ano molestes más al
bMaestro.
Lc 8
:50
8:50
Oyéndolo Jesús, le respondió: No temas; cree solamente, y será sanada.
Lc 8
:51
8:51
Al llegar a la casa, no dejó entrar a nadie consigo, sino a
aPedro, a
1Juan, a Jacobo, y al padre de la niña y a la madre.
Lc 8
:52
8:52
Y lloraban todos y hacían lamentación por ella. Pero Él dijo:
aNo lloréis; no ha muerto, sino que
bduerme.
Lc 8
:53
8:53
Y se burlaban de Él, sabiendo que estaba muerta.
Lc 8
:54
8:54
Mas Él,
atomándola de la mano, clamó diciendo: Muchacha,
blevántate.
Lc 8
:55
8:55
Entonces su
aespíritu volvió, e inmediatamente se levantó; y Él mandó que se le diese de comer.
Lc 8
:56
8:56
Y sus padres estaban atónitos; pero
Jesús les mandó que a
anadie dijesen lo que había sucedido.