6.
Sana la lepra
5:1-27
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aNaamán, capitán del ejército del rey de Siria, era un gran hombre ante los ojos de su amo, quien lo tenía en alta estima, porque por medio de él había dado Jehová liberación a Siria. Era este hombre fuerte y valiente, pero leproso.
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Y los sirios habían salido en bandas y habían llevado cautiva de la tierra de Israel a una muchacha, la cual servía a la mujer de Naamán.
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Ésta dijo a su señora: Si tan sólo mi amo
se presentase ante el profeta que está en Samaria, él lo sanaría de su lepra.
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Y 1Naamán entró y se lo contó a su amo, diciendo: Así y así ha dicho la muchacha que es de la tierra de Israel.
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Entonces dijo el rey de Siria: Anda, pues, y yo enviaré una carta al rey de Israel. Y él fue, llevando consigo
adiez talentos de plata, seis mil
siclos de oro y diez mudas de ropa.
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Tomó también la carta al rey de Israel que decía: Y ahora, cuando llegue a ti esta carta,
sabrás por ella que te envío a mi siervo Naamán para que lo sanes de su lepra.
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5:7
Luego que el rey de Israel leyó la carta, rasgó sus vestidos y dijo: ¿Acaso soy yo Dios, que haga morir y
ahaga vivir, para que este varón me mande a decir que yo sane a un hombre de su lepra? Por tanto, considerad y ved cómo busca ocasión contra mí.
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5:8
Y cuando Eliseo, el
avarón de Dios, oyó que el rey de Israel había rasgado sus vestidos, envió a decir al rey: ¿Por qué has rasgado tus vestidos? Que venga él a mí, y sabrá que hay profeta en Israel.
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Y llegó Naamán con sus caballos y con su carro, y se paró a la entrada de la casa de Eliseo.
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Eliseo le envió un mensajero, diciendo: Ve y
alávate siete veces en el Jordán, y tu carne será restaurada; y serás
blimpio.
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5:11
Pero Naamán se enfadó y se fue, y dijo: Yo pensé: Ciertamente saldrá a
recibirme, y puesto en pie invocará el nombre de Jehová su Dios, agitará su mano sobre el lugar y sanará la lepra.
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1Abana y Farpar, ríos de Damasco, ¿no son mejores que todas las aguas de Israel? ¿No podría haberme lavado en ellas y ser limpio? Entonces se volvió, y se fue muy enojado.
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Se acercaron sus siervos y le hablaron, diciendo: Padre mío, si el profeta te hubiera dicho que hicieras algo grande, ¿no lo habrías hecho? ¿Cuánto más, entonces, si te ha dicho: Lávate y sé limpio?
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5:14
Él descendió, pues, y se sumergió en el Jordán siete veces, conforme a la palabra del varón de Dios. Y su carne fue
1restaurada volviéndose como la
acarne de un niño, y quedó
blimpio.
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5:15
Luego regresó al varón de Dios, él y toda su compañía, y cuando llegó, se puso delante de él y le dijo: Ahora conozco que no hay
aDios en toda la tierra, sino en Israel. Y ahora, te ruego que recibas un presente de tu siervo.
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Mas él dijo: Vive Jehová, delante de quien estoy, que yo no
arecibiré nada. Y
Naamán le instaba a que lo aceptara, pero él lo rehusó.
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Y Naamán dijo: Pues si no, te ruego que sea dada a tu siervo de esta tierra la carga de dos mulas, porque tu siervo ya no ofrecerá holocaustos ni sacrificios a otros dioses, sino sólo a Jehová.
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5:18
En este asunto perdone Jehová a tu siervo: que cuando mi señor entre en la casa de Rimón para postrarse allí y se apoye sobre mi brazo, y yo me postre en la casa de Rimón, cuando lo haga, Jehová perdone en este asunto a tu siervo.
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Y él le dijo: Ve en paz. Y cuando se había alejado un poco,
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Giezi, ayudante de Eliseo, el varón de Dios, dijo: Ahora mi amo ha dejado marchar a este sirio Naamán al no tomar de su mano las cosas que había traído. Vive Jehová, que correré tras él y tomaré de él alguna cosa.
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Entonces siguió Giezi a Naamán. Y cuando Naamán vio que venía corriendo tras él, se bajó del carro a encontrarle y dijo: ¿Va todo bien?
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Y él dijo: Todo está bien. Mi amo me ha enviado, diciendo: He aquí, en este momento han venido a mí de la región montañosa de Efraín dos jóvenes de los hijos de los profetas; te ruego que les des un talento de plata y dos mudas de ropa.
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Dijo Naamán: Te ruego que tomes dos talentos. Y le insistió, y ató dos talentos de plata en dos bolsas, con dos mudas de ropa, y se los dio a dos de sus ayudantes, para que los llevaran delante de él.
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Cuando llegó a la colina, lo tomó de manos de ellos y lo guardó en la casa. Y despidió a los hombres, y se fueron.
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Entonces él entró y se puso delante de su amo. Y Eliseo le dijo: ¿De dónde vienes, Giezi? Y respondió: Tu siervo no ha ido a ninguna parte.
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Y él le dijo: ¿No iba
contigo mi corazón cuando el varón se volvió de su carro para encontrarte? ¿Es tiempo de tomar plata, y de tomar vestidos, olivares, viñas, ovejas, bueyes, siervos y siervas?
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Por tanto, la lepra de Naamán se te pegará a ti y a tu descendencia para siempre. Y salió de su presencia
aleproso,
blanco como la nieve.
