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Entonces dieron aviso a Joab: El rey ahora llora y hace duelo por Absalón.
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Y se volvió aquel día la victoria en duelo para todo el pueblo, porque oyó decir el pueblo aquel día que el rey estaba afligido por su hijo.
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Y entró el pueblo aquel día escondidamente en la ciudad, como suele huir el pueblo avergonzado en la batalla.
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El rey cubrió su rostro, y a gran voz el rey llamó: ¡Oh mi hijo Absalón! ¡Oh Absalón, hijo mío, hijo mío!
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Entonces Joab vino al rey en su casa, y dijo: Hoy has avergonzado los rostros de todos tus siervos, que hoy salvaron tu vida, la vida de tus hijos y de tus hijas, la vida de tus mujeres y la vida de tus concubinas,
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amando a los que te odian y odiando a los que te aman; pues hoy has demostrado que los príncipes y los siervos no son nada para ti. Pero entiendo hoy que si viviera Absalón y todos nosotros hubiéramos muerto hoy, te habría parecido bien.
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Levántate, pues, ahora; sal y consuela los corazones de tus siervos. Pues juro por Jehová que si no sales, no quedará ni un hombre contigo esta noche; y esto será peor para ti que todo el mal que te ha sobrevenido desde tu juventud hasta ahora.
j.
Los acuerdos pacíficos en el reino de David después de la sublevación suscitada por Absalón
19:8-43
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Entonces se levantó el rey y se sentó a la puerta.
Y fue dado aviso a todo el pueblo, diciendo: El rey está ahoro sentado a la puerta. Y vino todo el pueblo delante del rey. Mientas tanto, Israel había huido, cada homdre a su tienda.
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Y todo el pueblo disputaba en todas las tribus de Israel, diciendo: El rey nos libró de manos de nuestros enemigos y nos salvó de manos de los
afilisteos; y ahora ha huido del país por causa de Absalón.
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Pero Absalón, a quien habíamos ungido
como rey sobre nosotros, ha muerto en la batalla. Ahora, pues, ¿por qué permanecéis callados respecto de hacer volver al rey?
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Entonces el rey David envió
a decir a los sacerdotes
aSadoc y Abiatar, diciendo: Hablad a los ancianos de Judá, diciendo: ¿Por qué sois los últimos en hacer volver al rey a su casa, viendo que la palabra de todo Israel ha venido al rey
1?
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Vosotros sois mis hermanos; mi hueso y mi carne sois. ¿Por qué, pues, sois los últimos en hacer volver al rey?
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Y diréis a
aAmasa: ¿No eres tú hueso mío y carne mía? Así me haga Dios, y aun me añada, si no llegas a ser capitán del ejército delante de mí continuamente, en lugar de
bJoab.
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Entonces inclinó el corazón de todos los varones de Judá, como el de un solo hombre, y enviaron
a decir al rey: Vuelve, tú y todos tus siervos.
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Volvió, pues, el rey, y llegó hasta el Jordán, y Judá vino a Gilgal para ir al encuentro del rey, para hacerle pasar el Jordán.
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También aSimei, hijo de Gera, el benjamita que era de Bahurim, se dio prisa y descendió con los hombres de Judá al encuentro del rey David.
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Con él venían mil hombres de Benjamín; asimismo
aSiba, ayudante de la casa de Saúl, y sus quince hijos y sus veinte siervos con él. Y se apresuraron a bajar al Jordán delante del rey.
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E iban cruzando el vado para ayudar a pasar a la familia del rey y hacer lo que bien le pareciera. Y Simei, hijo de Gera, se postró delante del rey cuando éste iba a cruzar el Jordán.
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Y dijo al rey: No me considere culpable, mi señor, ni te acuerdes del mal que hizo tu siervo el día en que mi señor, el rey, salió de Jerusalén, para que no lo guarde el rey en su corazón.
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Porque yo tu siervo sé que he pecado; y vine hoy, el primero de toda la casa de José, para bajar al encuentro de mi señor, el rey.
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Entonces respondió Abisai, hijo de Sarvia, y dijo: ¿No se le dará muerte a Simei por esto, pues maldijo al ungido de Jehová?
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Dijo David: ¿
aQué tengo yo que ver con vosotros, oh hijos de Sarvia, para que hoy me seáis adversarios? ¿Se le dará muerte hoy a alguno en Israel? ¿Acaso no sé yo que hoy soy rey sobre Israel?
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Y dijo el rey a Simei: No morirás. Y el rey se lo juró.
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Luego aMefiboset, hijo de Saúl, descendió al encuentro del rey. Él no se había cuidado los pies, ni había cortado su barba ni tampoco había lavado sus vestidos desde el día en que el rey salió hasta el día en que regresó en paz.
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Y cuando vino
de Jerusalén al encuentro del rey, éste le dijo: ¿Por qué no fuiste conmigo, Mefiboset?
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Él respondió: Oh señor mío, el rey, mi siervo me engañó; pues tu siervo había dicho: Me ensillaré un asno para montar en él e ir con el rey. Porque tu siervo es
acojo.
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Y Siba calumnió a tu siervo delante de mi señor, el rey. Pero mi señor, el rey, es como un
aángel de Dios; por tanto, haz lo que bien te parezca.
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Porque todos
los de la casa de mi padre eran hombres dignos de muerte delante de mi señor, el rey, pero tú pusiste a tu siervo entre los que
acomen a tu mesa. ¿Qué derecho, pues, tengo aún para clamar más al rey?
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El rey le dijo: ¿Por qué hablar más de tus asuntos? Yo digo que tú y Siba os dividáis las tierras.
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Y Mefiboset dijo al rey: Deja que él lo tome todo, puesto que mi señor, el rey, ha llegado en paz a su casa.
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Entonces aBarzilai, el galaadita, descendió de Rogelim y cruzó el Jordán con el rey, para atravesar con el rey el Jordán.
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Era Barzilai muy anciano, de ochenta años; y él había provisto alimento al rey mientras estaba en Mahanaim, pues era hombre muy principal.
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Y el rey dijo a Barzilai: Cruza conmigo, y yo te sustentaré a mi lado en Jerusalén.
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Pero Barzilai dijo al rey: ¿Cuántos son los días de los años de mi vida, para que yo suba con el rey a Jerusalén?
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Tengo aochenta años hoy. ¿Podré discernir entre el bien y el mal? ¿Podrá tu siervo gustar de lo que coma y beba? ¿Podré todavía oír la voz de los cantores y de las cantoras? ¿Por qué, entonces, ha de ser tu siervo otra carga más para mi señor el rey?
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Tu siervo ha de pasar un poco más allá del Jordán con el rey. ¿Por qué, entonces, me ha de dar el rey tal recompensa?
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Deja volver a tu siervo para que muera yo en mi ciudad cerca del sepulcro de mi padre y de mi madre. Mas he aquí tu siervo
aQuimam; deja que él pase con mi señor, el rey; y haz con él lo que bien te parezca.
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Y el rey dijo: Quimam cruzará conmigo, y yo haré con él como bien te parezca; y todo lo que quieras que yo haga, lo haré por ti.
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Todo el pueblo cruzó el Jordán. El rey también cruzó y, después de besar a Barzilai, lo bendijo, y él se volvió a su propio lugar.
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El rey entonces pasó a Gilgal, y con él pasó Quimam. Y todo el pueblo de Judá, y también la mitad del pueblo de Israel, hicieron pasar al rey.
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Luego todos los hombres de Israel vinieron al rey y dijeron al rey: ¿Por qué nuestros hermanos, los varones de Judá, te han secuestrado, y han hecho pasar el Jordán al rey y a su familia, junto con todos los hombres de David?
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Todos los hombres de Judá respondieron a los hombres de Israel: Porque el rey es nuestro pariente cercano. ¿Por qué entonces os enojáis vosotros acerca de esto? ¿Hemos comido nosotros algo a costa del rey? ¿O nos dio él algún regalo?
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Y los hombres de Israel respondieron a los hombres de Judá y dijeron: Tenemos
adiez partes en el rey, y en David también tenemos más que vosotros. ¿Por qué, pues, nos menospreciasteis? ¿No fuimos nosotros los primeros que hablamos de hacer volver a nuestro rey? Pero las palabras de los hombres de Judá prevalecieron sobre las palabras de los hombres de Israel.
