“Y dijo Dios: Hagamos al hombre a Nuestra imagen,conforme a Nuestra semejanza”
¿Se ha preguntado usted alguna vez por qué vive en este mundo y cuál es el propósito de su vida? Existen seis claves que le ayudarán a descubrir este misterio.
A fin de lograr Su plan, Dios hizo al hombre como un vaso (Ro. 9:21-24). Así pues, el hombre es un vaso que consta de tres partes: cuerpo, alma y espíritu (1 Ts. 5:23). Con el cuerpo podemos tener contacto con las cosas de la esfera física y recibirlas. Con el alma, la facultad mental, podemos percibir las cosas de la esfera psicológica y recibirlas.Y con el espíritu humano,la parte más profunda de nuestro ser, podemos tener contacto con Dios mismo y recibirle (Jn. 4:24). El hombre no fue creado meramente para recibir comida en su estómago ni para acumular conocimiento en su mente,sino para contener a Dios en su espíritu (Ef. 5:18).
No obstante,antes de que el hombre recibiese a Dios como vida en su espíritu, el pecado entró en él (Ro. 5:12). El pecado puso al espíritu del hombre en una condición de muerte (Ef. 2:1), hizo que el hombre llegara a ser enemigo de Dios en su mente (Col. 1:21), y trasmutó su cuerpo convirtiéndolo en la carne pecaminosa (Gn. 6:3; Ro. 6:12). Así que, el pecado arruinó las tres partes del hombre y le alejó de Dios. En tal condición, el hombre no podía recibir a Dios.
A pesar de la caída del hombre, Dios no desistió de Su plan original. Así que, a fin de realizar Su plan, Dios primero se hizo hombre, el hombre llamado Jesucristo (Jn. 1:1, 14). Luego, Cristo murió en la cruz para redimir a los hombres (Ef. 1:7), y así librarlos del pecado y traerlos de regreso a Dios (Jn 1:29; Ef. 2:13). Finalmente, en resurrección, Cristo fue hecho Espíritu vivificante, a fin de impartir Su vida, que es inescrutablemente rica, en el espíritu del hombre (1 Co. 15:45b; Jn. 20:22; 3:6).
Arrepentimiento y fe introducen a Dios
Debido a que Cristo fue hecho Espíritu vivificante, ahora el hombre puede recibir la vida de Dios en su espíritu. Esto es lo que la Biblia llama la regeneración (1 P. 1:3; Jn. 3:3). Para recibir esta vida, el hombre debe arrepentirse delante de Dios y creer en el Señor Jesucristo (Hch. 20:21; 16:31).
Si usted desea ser regenerado, simplemente acérquese al Señor con un corazón abierto y sincero, y dígale:
Señor Jesús, soy un pecador.
Te necesito.
Gracias por haber muerto por mí.
Señor Jesús, perdóname y
límpiame de todos mis pecados.
Creo que Tú resucitaste de los muertos, y
te recibo ahora mismo como mi Salvador y mi vida.
¡Entra en mí! ¡Lléname de Tu vida!
Señor Jesús, me entrego a Ti por causa de Tu propósito.
Después que un creyente es regenerado, necesita ser bautizado (Mr. 16:16). Luego,Dios empezará un largo proceso,que dura toda la vida,en el que poco a poco Él se irá extendiendo como vida desde el espíritu del creyente a su alma (Ef. 3:17). Este proceso, llamado transformación (Ro. 12:2), requiere de la cooperación humana (Fil. 2:12). El creyente coopera al permitir que el Señor se extienda a su alma hasta que todos sus deseos,pensamientos y decisiones lleguen a ser uno con los de Cristo. Finalmente, cuando Cristo regrese a la tierra, Dios saturará por completo el cuerpo del creyente con Su vida. A esto se le llama la glorificación (Fil. 3:21). Así, el hombre que anteriormente estaba vacío y dañado en las tres partes de su ser,ahora se encuentra lleno y saturado de la vida de Dios.¡Ésta es la salvación completa que Dios efectúa! Dicho hombre expresa a Dios y cumple el plan de Dios.