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Mensajes del libro «Acerca de las reuniones en casa»
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CAPÍTULO DOS

EL CONTENIDO DE LAS REUNIONES DE HOGAR

(1)

  Lectura bíblica: Hch. 2:22-24, 32-33, 36-38, 41-42; 5:42; 1 Co. 2:2; 14:23a, 26; 1 Ti. 1:3-4

PERSEVERAR EN LA ENSEÑANZA DE LOS APÓSTOLES

  En este mensaje continuaremos hablando acerca de las reuniones de hogar. De entre las seis obras espirituales, este asunto es el más difícil de llevar a cabo. Cuando Pedro inició las reuniones de la iglesia, esto se efectuó bajo la obra directa de Dios. Lo que Dios lleva a cabo es lo más elevado. La norma más elevada consistía en tener diariamente reuniones grandes en el templo y reuniones pequeñas en los hogares. Bajo el liderazgo de Pedro, al comienzo de Hechos 2 y 5, las reuniones de la iglesia constaban de reuniones grandes como también de reuniones pequeñas. Las reuniones grandes se efectuaban en el templo, mientras que las reuniones pequeñas se llevaban a cabo de casa en casa. ¿Creen ustedes que aquello de lo cual se hablaba y enseñaba en las reuniones grandes no se hablaba o se modificaba en las reuniones pequeñas? Por supuesto que no. Aquello de lo cual se hablaba en las reuniones pequeñas era una continuación de lo que se hablaba en las reuniones grandes.

  En la traducción china, el significado de Hechos 2:42: “Con perseverancia guardaban la enseñanza de los apóstoles, la comunicación unos con otros, el partimiento del pan y las oraciones” es modificado completamente porque en el original, el verbo principal es “continuar” pero conlleva el sentido de “firmemente”, así sería mejor traducido “perseveraban”. Este versículo está estrechamente relacionado con las reuniones de hogar y con todos los asuntos relacionados con las reuniones. Por ahora, me parece que lo mejor es traducir este versículo: “Y perseveraban en la enseñanza y en la comunión de los apóstoles, en el partimiento del pan y en las oraciones”. Bajo el ministerio de Pedro, las reuniones de la iglesia empezaron y permanecieron firmemente en la enseñanza y en la comunión de los apóstoles, en el partimiento del pan y en las oraciones. Éste era el contenido típico de las primeras reuniones de la iglesia.

HABLAR ÚNICAMENTE CRISTO CONSTITUYE EL FUNDAMENTO DEL CONTENIDO DE LAS REUNIONES DE LA IGLESIA

  Hechos 5:42 dice: “Y todos los días, en el templo y de casa en casa, no cesaban de enseñar...” ¿Qué era lo que enseñaban? Hechos 2:42 dice: “Y perseveraban en la enseñanza [...] de los apóstoles”. Por consiguiente, la enseñanza de ellos debe de haber sido la enseñanza de los apóstoles. Después de leer Hechos 2:22-24, 32-33 y 36-38 ustedes comprenderán que lo que ellos predicaban era el primer mensaje dado por Pedro, un mensaje en el que Pedro habló únicamente de Cristo. Este mensaje puso el fundamento del contenido de las reuniones de la iglesia. Cuando la iglesia fue establecida por primera vez, los creyentes predicaron únicamente acerca de la encarnación de Cristo, de Su vivir humano en la tierra, de la manera en que fue perseguido, de cómo fue crucificado y de cómo entró en el sufrimiento de la muerte y cómo Dios lo levantó de los muertos, exaltándolo a los cielos y haciéndolo Señor y Cristo, desde donde Él derramó el Espíritu todo-inclusivo. Éste es el contenido de las reuniones de la iglesia y el principio básico de las reuniones de la iglesia, que es simplemente Cristo.

  Después de escuchar este primer mensaje, la multitud se compungió de corazón, y le preguntaron a Pedro y a los demás apóstoles, diciendo: “Hermanos, ¿qué haremos?”. Pedro les respondió: “Arrepentíos, y bautícese cada uno de vosotros en el nombre de Jesucristo”. Todos los que escucharon creyeron, se arrepintieron y fueron bautizados. Los tres mil creyentes entonces perseveraron en la enseñanza que habían escuchado cuando fueron salvos. Por generaciones los judíos habían estado predicando Moisés, los Diez Mandamientos, las ofrendas, los dones, la adoración a Dios en el templo y la práctica de quemar el incienso. Ahora, repentinamente, después de oír a Pedro decir: “Varones israelitas, oíd estas palabras: Jesucristo, varón aprobado por Dios entre vosotros con los obras poderosas, prodigios y señales, vosotros matasteis clavándole en una cruz. Pero Dios le levantó, sueltos los dolores de la muerte, lo exaltó a Su diestra, lo hizo Señor y Cristo, e hizo que derramara el Espíritu todo-inclusivo”, ellos sencillamente recibieron esta enseñanza. Ellos fueron salvos y perseveraron en esta enseñanza. Esta enseñanza llegó a ser el contenido de las reuniones de la iglesia.

  Pedro pronunció esta enseñanza en el templo, a una congregación grande. Luego, los tres mil recién convertidos perseveraron en esta enseñanza, no en las reuniones grandes sino de casa en casa. Lo que se hablaba en las reuniones grandes se continuaba hablando en las reuniones pequeñas. Ésta era la práctica. Lo que Pedro había hablado en las reuniones grandes era repetido una y otra vez en las pequeñas reuniones de casa en casa, donde ellos diariamente hablaban de Jesucristo. De los tres mil que fueron bautizados, debe de haber habido al menos quinientos hogares. Si únicamente Pedro fuera con su Biblia a hablar de casa en casa, aun si se agotara por completo, no habría logrado visitar todas las casas. La práctica en ese entonces fue que lo que Pedro habló el primer día, todo el mundo se lo llevó y al día siguiente lo repitió de casa en casa. Tal vez parezca que esto no era posible; sin embargo, esto fue escrito claramente en la Biblia.

PABLO PREDICABA ÚNICAMENTE A JESUCRISTO Y A ÉSTE CRUCIFICADO

  Al final de enero de 1985 yo tomé un vuelo de Taipéi a los Estados Unidos. Tan pronto como despegó el avión, supe que las reuniones de hogar se desarrollarían a la etapa presente. Al comienzo las reuniones de hogar lograron recobrar a algunos que no habían estado reuniéndose por un buen tiempo. Algunos que habían dejado de reunirse por veinte o treinta años regresaron a las reuniones. Cuán precioso fue cuando todos ellos se reunieron, y cuán dulce fue cantar:

  “Benditos son los lazos que unen     Nuestros corazones en amor cristiano... Y el amor y la unidad en perfección reinan     Por toda la eternidad”.

  Hymns, #860

  Si una hermana que había dejado de reunirse por veinte años cantara esta canción, ciertamente habría prorrumpido en llanto, y todos también con ella. Sin embargo, las flores hermosas se marchitan, la luna va menguando y lo bueno no perdura. La reunión fue buena la primera vez, la segunda y la tercera, pero para la cuarta vez ya había perdido su sabor. Y para la quinta vez ya habían empezado a surgir los mitos profanos y de viejas.

  Cuando la iglesia empezó a reunirse, la manera de reunirse empezado por Pedro la continuó Pablo. ¿Cómo sabemos esto? En 1 Corintios 2:1-2 Pablo dice: “Y yo, hermanos, cuando fui a vosotros [...] me propuse no saber entre vosotros cosa alguna sino a Jesucristo, y a éste crucificado”. Esto nos muestra que Pablo predicó un solo tema en la iglesia en Corinto, a saber, Jesucristo y éste crucificado. Él no habló de ética, moralidad o filosofía ni de la ley ni de doctrinas del Antiguo Testamento. Aquello de lo cual hablaba y predicaba era Jesucristo y éste crucificado.

EL PROPÓSITO DE LAS REUNIONES GRANDES ES EXHIBIR A CRISTO Y CADA UNO TIENE ALGO QUE TRAER

  En el capítulo 14 de la misma epístola Pablo habla de las reuniones cristianas. Él primero habla de las reuniones grandes cuando dice que toda la iglesia se reúne en un solo lugar. ¿Qué debe hacerse en las reuniones grandes? En el versículo 26 Pablo dice: “Cuando os reunís, cada uno de vosotros tiene salmo, tiene enseñanza, tiene revelación...”. La palabra tiene en este versículo no está en futuro, sino en presente. Esto significa que cuando usted viene a una reunión, antes de salir de su casa ya tiene un salmo o una revelación; por lo tanto, usted trae estas cosas a la reunión. Antes que empiece la reunión usted ya tiene algo. No significa que antes de empezar la reunión usted no tiene nada, pero al menos trae su Biblia y viene con las manos vacías, pensando que debido a que tuvo una terrible semana, no tiene nada, pero que está seguro de que en la reunión recibirá gracia. Así pues, usted se sienta y espera a que le ministren gracia. Cuando la reunión empieza o el Espíritu Santo se mueve en su interior, usted entonces se siente inspirado y pide un himno. No es así; más bien, antes de salir para la reunión, usted ya “tiene”, como indica el himno: “Llenos de Cristo en la reunión [...] Cristo exhibido es” (Himnos, #391). Este himno fue escrito según los tipos de las fiestas del Antiguo Testamento. Cada año los israelitas traían el producto de la tierra a las fiestas. Ellos traían el ganado, las ovejas, el grano y vino nuevo. Traían el producto de la buena tierra y luego exhibían todas estas riquezas. Todo este producto tipifica a Cristo. Las riquezas del producto que ellos traían a la fiesta tipifican al Cristo que traemos nosotros a las reuniones neotestamentarias. Nuestras reuniones deben ser una exhibición de Cristo.

  Las reuniones grandes de las que Pablo habla son aquellas a las cuales cada uno trae a Cristo. Sin embargo, nuestras reuniones grandes no son así. Somos en cierto modo igual que el cristianismo, donde un solo hombre habla y los demás simplemente escuchan. En el ministerio de Pablo no solamente había reuniones grandes, sino también reuniones de hogar. Sabemos esto porque en sus epístolas él hace mención, al menos cuatro veces, de la iglesia que se reunía en el hogar de cierto hermano (Ro. 16:5; 1 Co. 16:19; Col. 4:15; Flm. 2). Si la iglesia se reunía en el hogar de cierto hermano, dicha reunión ciertamente debe de haber sido una reunión de hogar. Esto nos permite ver que había reuniones grandes y reuniones de hogar bajo los ministerios de Pedro y de Pablo.

LAS REUNIONES DE HOGAR SON COMO EL ARCA DE DIOS, PUES REQUIEREN QUE TODOS PONGAN SU HOMBRO

  Las reuniones grandes permiten que la gente fácilmente llegue, pero poco después así mismo se van. ¿Por qué las reuniones grandes no son adecuadas para retener a las personas en la vida de iglesia? Porque carecen del nivel fundamental de las reuniones de hogar, el cual las retiene. Espero que ustedes, hermanos y hermanas que aman al Señor, puedan ver esto. De otro modo, el Señor no podrá seguir adelante. Si sólo hacemos hincapié en las reuniones grandes y descuidamos las reuniones de hogar, defraudaremos al Señor. Pero nosotros los que amamos al Señor no debemos hacer tal cosa. Les ruego que no decidan el futuro de las reuniones de hogar basándose en la condición actual. Es precisamente debido a esta carga que vine a Taiwán tres veces en menos de tres meses. Sé cuál es la necesidad, y también sé en qué estriba la dificultad. Espero que todos ustedes, hermanos y hermanas, tomen parte en esta carga. La reunión de hogar es como el Arca de Dios, pues requiere que ustedes pongan su hombro para llevarla. Si tienen el deseo de hacerlo, les pido que acepten esta carga y participen en las reuniones de hogar para enriquecerlas. Cuando asistan a una reunión de hogar, no fortalezcan la reunión conforme a su concepto natural, sino más bien fortalézcanla y enriquézcanla según los tipos del Antiguo Testamento y según la clara visión del Nuevo Testamento, a fin de que cada reunión de hogar prospere cada día.

LA NECESIDAD DE LABORAR EN CRISTO CADA DÍA

  ¿Cuáles son los tipos del Antiguo Testamento de los cuales hablamos? ¿Y cuál es la revelación del Nuevo Testamento? Estos tipos y esta revelación nos son dados para que tengamos comunión con el Señor diariamente y también para que le disfrutemos y experimentemos diariamente. Éste es un asunto diario, y no algo para un solo día. En el caso de los israelitas, una vez que a cada familia se le asignaba una porción de la tierra, ellos primero tenían que desherbar, cortar los árboles y quitar las piedras. Además de esto, necesitaban nivelar el terreno y labrarlo para sembrar la semilla, y después tenían que crear un sistema de irrigación. Luego era necesario desherbar más, echar el fertilizante, lo cual los mantenía ocupados todos los días por tres o cuatro meses. Finalmente, los campos se llenaban de granos dorados. Entonces tenían que segar la cosecha y secar los granos en el campo antes de almacenarlos en los graneros. Sin embargo, estos granos aún eran muy gruesos para ser llevados a la fiesta, por lo que los israelitas tenían que molerlos hasta convertirlos en harina y luego con la harina hacer tortas para su propio disfrute y también como ofrenda para Dios para el disfrute de Dios. Los que cuidaban el ganado tenían que hacer lo mismo. Cada mañana tenían que sacar el ganado, y cada noche tenían que traerlo al redil. Luego, cuando llegaba el gran día de la fiesta, podían traer una manada de ganado o un rebaño de ovejas al monte de Jehová para ofrecer cada uno de estos animales al Señor. Por consiguiente, Dios le dijo al pueblo que ellos debían venir a adorarlo tres veces al año, pero que no debían presentarse delante de Él con las manos vacías (Dt. 16:16). Esto indica que nosotros debemos reunirnos en los tiempos señalados trayendo a Cristo; no debemos venir con las manos vacías.

  ¿Cómo podría usted no venir con las manos vacías? Todo depende de cómo usted labora en la buena tierra, es decir, de cuánto usted ha laborado. ¿Tiene usted comunión con Él cada mañana, lo adora, ora a Él, lee Su Palabra y espera en Su presencia? Si no puede hacer esto por media hora, espero que pueda hacerlo al menos por quince minutos. Si usted labora diariamente, a su debido tiempo y de manera espontánea podrá recoger la cosecha. Además, la cosecha no es para su propio disfrute, sino para que la ofrezca a Dios y la comparta con los demás miembros en la presencia de Dios. En esto consiste la reunión cristiana.

EN UN NIVEL FUNDAMENTAL, NO ES NECESARIO DEPENDER DE LAS REUNIONES GRANDES

  Cuando los israelitas se reunían, también se encontraban allí los sacerdotes, quienes les hablaban. Sin embargo, el nivel fundamental no se edificaba sobre la enseñanza que daban los sacerdotes de las Escrituras, sino sobre los hogares. Cada hogar traía las riquezas que había acumulado durante todo un año; éste era el fundamento de las reuniones grandes. Hoy el fundamento de nuestras reuniones grandes debe ser el que los hermanos y hermanas experimenten a Cristo diariamente y, por ende, posean las riquezas de Cristo, y que todos ellos traigan estas riquezas cuando vengan a la reunión. La iglesia es edificada sobre este nivel fundamental.

  En el presente la iglesia también tiene necesidad urgente de algunos hermanos dotados que hayan recibido la revelación de parte del Señor para dar algunos mensajes. Por lo tanto, debemos ver que hay dos lados. En el caso de los israelitas de la antigüedad, supongamos que cada familia trajera el rico producto a las fiestas. De este modo, aun si la mayoría de los sacerdotes hubiera muerto, esto no habría afectado mucho sus fiestas porque ellos ya tenían el nivel fundamental, el cual no podía ser conmovido. Si hoy en las reuniones de la iglesia todos han experimentado a Cristo y todos han traído a Cristo a las reuniones, entonces aun si entre nosotros no hubiera nadie que pudiera dar mensajes, esto no afectaría el fundamento de nuestras reuniones.

  Hoy nuestra situación es como si los israelitas vinieran con las manos vacías. Usted viene con las manos vacías, y yo también. Usted se queda mirándome a mí, y yo lo miro a usted. Sencillamente no tenemos nada. ¿Qué estamos haciendo aquí? Todos los que tienen elocuencia se han ido. El nivel fundamental ha desaparecido. Permítame repetirle esto: el método de depender de un evangelista famoso no funciona. Las personas se aglomeran para escuchar el sermón, pero cuando el evangelista se va, las multitudes también se van. Así como las golondrinas vuelan hacia el sur, también regresan al norte. Cuando vine esta vez, sentí muy claramente que no debía realizar grandes conferencias. Estoy aquí únicamente para hablarles de la condición de la iglesia y para cambiarles el concepto a todos. Después que nuestro concepto cambie, debemos retornar a las reuniones de hogar.

SOLAMENTE LAS REUNIONES DE HOGAR PUEDEN LLEVARNOS A ALCANZAR LA META DE DIOS

  Esto no significa que una vez que retornemos a las reuniones de hogar dejaremos del todo las reuniones grandes. Incluso los aviones de hoy no pueden violar la ley que Dios estableció en la creación; es por ello que necesitan depender de dos alas para volar. Las reuniones grandes son un ala y las reuniones de hogar son la otra ala. Ambas son necesarias. Sin embargo, al largo plazo las reuniones pequeñas son más confiables que las reuniones grandes.

  Queridos hermanos, ciertamente desde mi espíritu les pido —de hecho les ruego— que reciban la dirección que el Señor nos está dando hoy. Si no creen mis palabras, esperen y vean. Si no podemos seguir al Señor, entonces Él tendrá que buscar a otros, así como al principio nos buscó a nosotros. Si volvemos a repetir la historia del cristianismo, entonces el Señor dirá: “Ya he esperado lo suficiente. Tendré que ir en busca de otros”. Las reuniones grandes definitivamente no pueden alcanzar la meta de Dios. Si hemos de alcanzar la meta de Dios, debemos depender de las reuniones de grupos pequeños.

  Hoy vivimos en una era científica. En todo estamos acostumbrados a la especialización. Cuando nos enfermamos, vamos al médico; cuando tenemos un litigio, acudimos a un abogado; y cuando necesitamos oraciones, buscamos un pastor. Esto se debe a que sólo los médicos saben de medicina, sólo los abogados saben de leyes, y sólo los pastores saben orar. Conceptos como éstos son naturales. El veneno del cristianismo se ha propagado entre nosotros. Subconscientemente, también quisiéramos tener un especialista que nos predique a todos nosotros. Sin embargo, incluso desde hace sesenta años yo vi que el Señor nos llamó a salir para avanzar por este camino, a fin de ser Su testimonio. Este testimonio es diferente de esta era, y es completamente diferente del cristianismo actual. El recobro del Señor de ninguna manera es otra obra del cristianismo.

  Sin embargo, en Taipéi, el lugar donde nació el recobro del Señor en Taiwán, durante los pasados veintiséis o veintisiete años los hermanos han fielmente “guardado la propiedad familiar”, que consiste en recalcar las reuniones grandes sin tener reuniones pequeñas. Aunque todos se han esforzado por testificar por el Señor, inconscientemente hemos estado yéndonos cuesta abajo en una carretera que pareciera ser plana. La decadencia en los pasados veinte años ha producido un cambio significativo. Ahora les suplico a todos que cambien su concepto, a que presten atención a las reuniones pequeñas en vez de las reuniones grandes. Hagan lo posible por hacer esto. Queridos hermanos y hermanas, no hay otro camino. Si nos apartamos de esto, nos iremos cuesta abajo y estaremos en la misma corriente que el cristianismo. De este modo, no podremos guardar el testimonio actual del Señor.

DEBEMOS HACER TODO LO POSIBLE POR EDIFICAR LAS REUNIONES DE HOGAR

  Si somos fieles en guardar el testimonio actual del Señor, debemos hacer todo lo posible por edificar las reuniones de hogar. No pensemos que las reuniones de hogar no pueden conducir a las personas a la salvación. Permítanme decirles, en los once años después que nos mudamos a Anaheim, tuvimos un incremento numérico en los primeros tres años, pero en los últimos ocho años, debido a que surgieron ciertos difamadores, no pudimos ganar a casi ninguna persona de habla inglesa. Luego, después que empezaron las reuniones de hogar en enero de 1985, en tres meses cuarenta o cincuenta personas se añadieron. Todas ellas fueron añadidas, no por medio de las reuniones grandes, sino por medio de las reuniones de hogar. Otro descubrimiento que hicimos es que las personas que son ganadas por medio de las reuniones de hogar llegan a ser fruto que permanece. Las personas que vienen fácilmente por medio de las reuniones grandes, también se van fácilmente cuando las reuniones grandes terminan. Por lo tanto, en comparación, el esfuerzo invertido en salvar personas en las reuniones de hogar es más confiable que el esfuerzo invertido en las reuniones grandes.

  No pensamos eliminar las reuniones grandes. En el día del Señor, cuando todos tienen el día libre, debemos tener reuniones grandes para predicar la verdad, predicar el evangelio y aprovechar la oportunidad para propagar la obra del Señor. Sin embargo, si dependemos totalmente de las reuniones grandes como lo hicimos en el pasado, estaremos privando al recobro del Señor de su futuro.

  De ahora en adelante todos debemos prestar atención a las reuniones de hogar. Éste es el nivel fundamental de las reuniones de la iglesia. Sobre este fundamento sólido podremos crecer. Las reuniones grandes son útiles pero no muy confiables, mientras que las reuniones de hogar sí lo son. Espero que esta comunión quede grabada en ustedes. Les suplico que reciban esta visión y revelación. No escatimemos ningún esfuerzo, sino que más bien, con un solo corazón, laboremos en coordinación a fin de fortalecer y enriquecer las reuniones de hogar. Sólo así el Señor podrá tener un camino por donde avanzar. Estoy seguro de que si el Señor habla estas palabras en usted, en su ser, entonces la bendición estará sobre nosotros y el horizonte será glorioso y muy prometedor.

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