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Mensajes del libro «Acerca de las reuniones en casa»
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CAPÍTULO TRES

UNA COMPARACIÓN DE GANANCIA Y PÉRDIDA ENTRE LAS REUNIONES DE HOGAR Y LAS REUNIONES GRANDES

  Lectura bíblica: Hch 2:46; 5:42; 1 Co. 14:23b, 26

  Originalmente tenía pensado usar sólo las primeras dos noches para hablar acerca de las reuniones de hogar, pero cuanto más hablo de este asunto más carga siento. Así que, esta noche voy a hablar un poco más acerca de la comparación de ganancia y pérdida entre las reuniones de hogar y las reuniones grandes. Siento que debemos consultar los métodos usados por otros y también reconsiderar nuestras experiencias en los pasados treinta y seis años aquí en Taipéi. Estoy seguro que al comparar estas dos clases de reuniones seremos muy beneficiados.

EL NÚMERO DE LOS QUE HABLAN LA PALABRA SE PROPAGA DE UNO A TODOS

  Tengo que reconocer que la sabiduría de Dios está por encima de toda sabiduría. Las obras de Dios son creadas por Él y llevadas a cabo por Él y no necesitan ser mejoradas. El día de Pentecostés el Espíritu Santo fue derramado, y como resultado tres mil personas fueron salvas. Inmediatamente después la iglesia fue establecida y los creyentes empezaron a reunirse.

  Hechos 2:46 dice: “Perseverando unánimes cada día en el templo, y partiendo el pan de casa en casa”. Además, vemos en el versículo 42 que ellos perseveraban en la enseñanza de los apóstoles. Aquí vemos un cuadro muy claro de que las reuniones de la iglesia incluyen, por un lado, las reuniones grandes y, por otro, las reuniones pequeñas. Las reuniones grandes se llevaban a cabo en el templo y las reuniones pequeñas se efectuaban de casa en casa. Sin lugar a dudas, en las reuniones grandes que tenían lugar en el templo, Pedro hablaba la palabra y los demás lo escuchaban. Con relación a las reuniones de casa en casa, es muy probable que un buen número de personas compartía lo que había escuchado en el templo.

  El versículo 42 dice que “...perseveraban en la enseñanza [...] de los apóstoles”, y el versículo 46 dice que ellos iban “partiendo el pan de casa en casa”. Estos dos versículos son dos pequeñas ventanas que nos permiten ver el contenido interior. Ellos se reunían de casa en casa y todos hablaban y participaban; no hablaban de sus propias cosas, sino que perseveraban en la enseñanza de los apóstoles y hablaban acerca de todo lo que Pedro había hablado. En cuestión de uno o dos días, un solo orador, Pedro, se propagó a través de cientos de hermanos y hermanas que hablaban la palabra.

LA NECESIDAD DE ESPARCIRNOS A FIN DE CRECER APROPIADAMENTE

  Nadie puede negar que las reuniones de hogar han recobrado a algunas personas; sin embargo, también existe un peligro con relación a estas reuniones. El peligro es que mientras que los hermanos que son competentes se abstienen de hablar, los que hablan tonterías empezarán a participar en las reuniones. El resultado de esto es que nadie disfrutará de las reuniones. En cierto lugar en mi jardín el césped había envejecido y ya no estaba creciendo. Así que, los hermanos vinieron para ayudarme a reemplazarlo, y pusieron pedazos de césped aquí y allá. Después de dos o tres meses, estos pedazos de césped crecieron extendiéndose y hubo hierba verde en todo el jardín. En unos años la hierba ya no tendrá lugar donde crecer, y entonces se apiñará y envejecerá. Esto me enseñó algo, pues pude ver que la iglesia es así. En Taipéi, al comienzo “echamos pedazos de césped”, pero no teníamos la certeza, por ejemplo, que la pequeña reunión en Mu Zha era una iglesia. No nos atrevíamos a decir que la reunión en Shi Lin era una iglesia ni tampoco la reunión de Pei Tao, temiendo que todos esos hermanos serían esparcidos al lanzarlos aquí y allá de este modo. Sin embargo, la historia nos confirma que el pedazo de césped que lanzamos a Mu Zha llegó a ser una iglesia, así como también el que lanzamos a Shi Lin y el que lanzamos a Pei Tao. Al principio estábamos muy preocupados por el pequeño número de santos que se reunían en Yong Ho y por ello invertimos un gran esfuerzo allí. Para nuestra sorpresa, hoy en día Yong Ho es más grande que el salón uno de Taipéi. Les digo hermanos y hermanas que se reúnen en Yong Ho que si no se siguen esparciendo más, envejecerán.

  Hoy en la iglesia en Taipéi se amontona mucha hierba envejecida. En 1949 nos reunimos por primera vez en el salón uno, y al año siguiente se construyeron otros salones de reunión. Inmediatamente después de la subdivisión se establecieron los grupos pequeños, un grupo tras otro. Todos estos “pedazos de césped” fueron esparcidos y crecieron muy rápidamente. Después de algún tiempo nos distrajimos, y un grupo de jóvenes fue afectado. Empezaron a tener opiniones disidentes. En estas circunstancias el Señor me guió a venir a los Estados Unidos. Desde que llegué a Estados Unidos en 1960, se han levantado trescientas cincuenta iglesias en Norte y Suramérica, Europa, África y Australia. Sin embargo, aquí en Asia nos hemos degradado al reunirnos a la manera del cristianismo, donde el énfasis son las reuniones grandes. Las reuniones en los hogares y los grupos pequeños fueron desechadas o ignoradas. Esperábamos que las reuniones grandes fueran atractivas y que el número de los que asistían a las reuniones grandes aumentara. Por eso dimos un mensaje tras otro, con la expectativa de que se levantaran oradores competentes. Pero esto no atrajo a muchos y aún menos se quedaron. Después de veintisiete años de labor el verdadero número de los que asisten a las reuniones es menor que hace más de veinte años. Ésta es la verdadera historia. En estos veintisiete años muchos fueron bautizados pero no permanecieron.

UNA PERSONA ES CAPAZ DE HABLAR LA PALABRA EN CUANTO ES SALVA

  Examinando el pasado, en los años de 1949 a 1957 había muchos grupos pequeños, los cuales retenían a las personas. Una vez que empezamos a practicar los grupos pequeños las personas fueron añadidas. Por otro lado, debido a que no había muchos oradores elocuentes, los mensajes no se daban de una manera tan poderosa. Éste es el punto débil de las reuniones de hogar. Comparemos ahora las ganancias y las pérdidas. Las ventajas de las reuniones de hogar es que es fácil traer a las personas y retenerlas. Pero si el contenido de las reuniones es deficiente, esta debilidad puede ser remediada. En los Estados Unidos hay muchas escuelas con miles de estudiantes y muchos maestros. Si ustedes esperan que cada maestro sea como Billy Graham, entonces las escuelas no tendrían forma de seguir adelante. No importa cuán competente sea Billy Graham; él no puede compararse con miles de maestros que enseñan cada uno a veinticinco estudiantes. Esto es más que suficiente. Este sistema de educación será exitoso.

  La sabiduría del Señor es muy grande. Desde el comienzo había reuniones grandes en el templo y pequeñas reuniones de grupo en los hogares. Éste fue un buen comienzo que desarrolló un buen hábito y puso un buen fundamento. El día de Pentecostés, en cuanto una persona era salva, de inmediato empezaba a hablar la palabra. Sin embargo, ése no es nuestro concepto, pues nos preguntamos cómo una persona que apenas ha sido salva el día de ayer puede hoy empezar a predicar. No podemos creer que esto sea posible. Esta clase de perspectiva y atmósfera anula a las personas. ¿Quién no sabe hablar? Aun la persona más tonta puede aprender un idioma. Después que aprende, naturalmente habla. Desde la perspectiva espiritual, una vez que somos salvos, tenemos al Espíritu del Señor, oramos, leemos la Biblia, asistimos a las reuniones y escuchamos tantos mensajes. Sin embargo, cuando nos toca hablar a nosotros, decimos que no sabemos hacerlo. Esto nos muestra cómo la costumbre de tener reuniones grandes ha perjudicado a las personas. Las reuniones grandes han anulado todas las funciones de los santos y ha privado a las personas de sus derechos.

  Una persona anciana se enfermará si deja de caminar sólo unos cuantos días; pero todas sus enfermedades desaparecerán si practica el caminar varios miles de pasos cada día. Si un anciano puede recuperarse con el ejercicio, ¡cuánto mayor beneficio recibirán los jóvenes! La razón por la que usted no es capaz de hablar es que no habla. Las reuniones grandes han privado a las personas de su oportunidad de ejercitarse. La razón por la cual no hablamos todos es que no sabemos hablar. Pero, como dice un proverbio chino: “Mejor es tener tres zapateros apestosos que un general muy listo”. Si dependemos de los oradores, nadie querrá hablar en las reuniones. No creo que nadie se tomaría la molestia de preparar algo antes de las reuniones. Todos vendrían a las reuniones esperando que alguien les ponga alimento en la boca. Si un padre no les da a sus hijos la oportunidad de hablar mientras que son pequeños, y más tarde los culpa por no saber hablar, la raíz del problema es que el padre habla demasiado. Cada vez que él abre la boca les da un discurso. Esto hace que los hijos se vuelvan mudos. Yo prefiero que el padre hable menos y deje a los hijos hablar más. Muchas veces las supuestas “personas dotadas y capaces” anulan los dones de muchas otras personas.

EL INCREMENTO NUMÉRICO ES UN INDICIO DEL BIENESTAR DE LA IGLESIA

  Ahora debemos examinar la situación actual con una mente serena y un espíritu sosegado. Me preocupa muchísimo que en los pasados veintisiete años la asistencia en la iglesia en Taipéi no haya aumentado, sino más bien disminuido. La iglesia en Taipéi es estable en todo aspecto, y no hay ninguna excusa para que no haya habido ningún incremento. En Taiwán la civilización es muy desarrollada, la educación se ha extendido a todo lugar, la economía es próspera y hay una buena seguridad pública. La situación reúne todos los requisitos; sin embargo, no ha habido un incremento. Esto debe indicar que nos hemos desviado de la meta. Soy como un hombre de negocios que desea ver si ha habido ganancias después del cierre. No importa qué tan bien hayan trabajado; una pérdida indica que algo no está bien. Las personas que abren fábricas y tiendas cuentan dinero, pero nosotros en la iglesia contamos personas. En el mundo de los negocios ganar dinero no es necesariamente un indicio de que todo está bien, pero en la iglesia el número de personas lo dice todo. Si la predicación del evangelio en la iglesia no es adecuada, no habrá un incremento numérico; si el pastoreo no es apropiado, la iglesia no podrá retener a las personas; y si la edificación no es la adecuada, el número aún no aumentará. Sabemos que la iglesia está bien en todos los aspectos sólo cuando el número de asistencia aumenta. Pero si el número disminuye, no importa cuánto se afirme que cierto aspecto u otro esté bien, no estará bien. Si una persona es saludable, pero no puede dar a luz un hijo, esa clase de salud no es verdadera salud. Las estadísticas de la iglesia son absolutamente las estadísticas del número de personas.

UNA CANCHA DONDE TODOS PUEDEN PRACTICAR

  No estamos deshaciéndonos de las reuniones grandes. Las reuniones grandes en el templo y las reuniones pequeñas de casa en casa son igual de importantes. Cuando recién empecé las reuniones de hogar, les mencioné que en un local de reunión estaban reuniéndose trescientas personas. Eso es como poner trescientos jugadores en una sola cancha, por lo cual la mayoría de ellos no puede participar en el juego. Ahora las reuniones de hogar han empezado, y ahora los que se reunían en un solo lugar han sido distribuidos en más de veinte lugares. Si cada cancha tiene de ocho a diez jugadores, todos a la vez pueden jugar en el partido. A la larga, la práctica de reunirse todos en una sola cancha a jugar hace que todos pierdan su utilidad. En este momento hay veinte canchas; incluso los que no saben jugar tendrán una cancha donde practicar. Todos necesitan practicar el juego. La práctica es lo que hace al maestro.

TRAER A LA REUNIÓN LO QUE “CADA UNO TIENE” COMO RESULTADO DE SU LABOR DIARIA

  Recuerdo muy claramente que en 1933, cuando por primera vez fui a Shanghái, el hermano Nee convocó a los hermanos y les dijo que hasta ese día la manera en que nos reuníamos no era libre de la influencia del cristianismo caído. En otras palabras, aún no habíamos regresado a lo descrito en 1 Corintios 14:26: “Cuando os reunís, cada uno de vosotros tiene salmo, tiene enseñanza, tiene revelación...”. Dijo que la palabra tiene en griego no significa que vamos a tener algo o que lo tendremos, sino que ya lo tenemos en nuestras manos. También dijo que esta palabra tiene significa que cuando uno tiene comunión con el Señor cada día y lee la Palabra del Señor en su casa, uno tiene el conocimiento. Luego, al venir a la reunión ciertamente tiene algo que decir.

  Más tarde entendí lo que el hermano Nee había dicho acerca de este punto. Esto es simplemente como la fiesta que celebraban los hijos de Israel. Ellos traían el producto de la tierra y los toros y las ovejas de sus ganados y sus rebaños. Ellos laboraban todo el año y eran capaces de traer algo de sus ganados, sus rebaños y sus campos para la fiesta. Unos traían sus toros, otros sus ovejas, otros su vino nuevo y otros el producto de sus cosechas. Todos traían algo. Ésta es la situación normal. Las reuniones entre nosotros aún no han llegado a este punto. Por lo tanto, necesitamos seguir esforzándonos.

  En aquel tiempo el hermano Nee mencionó que necesitábamos poner una escalera para que la manera en que nos reuníamos pudiera pasar del cristianismo degradado a lo presentado en 1 Corintios 14:26. Él empezó una reunión para los hermanos y otra reunión para las hermanas. En la reunión de hermanos no había un presidente ni un predicador, sino que todos practicaban juntos 1 Corintios 14:26. Uno tenía esto, otro aquello, y todos traían lo que tenían. Pero permítanme decirles, que desde ese comienzo hasta 1949, cuando tuvimos la reunión de hermanos en Taiwán, esa reunión nunca fue exitosa. Ciertamente los hermanos venían, pero todos venían con las manos vacías y se sentaban. Es cierto que ninguna persona dirigía la reunión, pero lo único que hacíamos era mirarnos la cara el uno al otro. Nadie tenía nada que decir. Más tarde alguien sugirió que diéramos testimonios. Al comienzo hubo unos cuantos testimonios, pero poco a poco todos los testimonios se acabaron, y todos continuaron sentados mirándose la cara el uno al otro. ¿Qué clase de reunión es ésa?

  No pudiendo superar el problema en la reunión de hermanos en Taiwán, descubrimos cuál era la causa: nunca habíamos desarrollado el hábito de hablar en las reuniones. Un hábito es una acumulación de experiencias diarias. Lo que ha sido trasmitido por años es este hábito de que una sola persona habla y las demás escuchan. A través de muchos años y meses hemos desarrollado esta costumbre de escuchar a alguien predicar, y entre nosotros no tenemos la costumbre de hablar. Cuando empezaron las reuniones de hogar, no estábamos acostumbrados a hablar. Esto permitió que se levantaran esos habladores para hablar tonterías.

NO QUEDARNOS OBSERVANDO LAS REUNIONES DE HOGAR COMO SIMPLES ESPECTADORES

  Hoy en día debemos, por la gracia del Señor, estudiar cómo elevar la norma de las reuniones de hogar. Espero que los que son capaces de brindar un suministro a otros ya no se queden observando silenciosamente ni permanezcan callados. Espero que entiendan que ésta es su reunión, su cancha donde deben jugar, y el lugar donde deben ejercer su función y ministrar. Espero que dejen de observar de forma objetiva como un espectador y lleven la carga de la reunión. Si hacen esto, el contenido de las reuniones de hogar será fortalecido.

  Debemos edificar las reuniones de hogar de modo que lleguen a ser el fundamento de las reuniones de la iglesia. El pulso vital de la iglesia depende de las reuniones de hogar. El destino de la iglesia también depende de las reuniones de hogar. Si la reunión de hogar es exitosa, la iglesia será fuerte. Es como un proverbio chino que dice que a fin de tener una sociedad fuerte y una nación fuerte, los hogares primeramente deben ser mantenidos en buen orden. Es necesario mantener nuestro hogar en buen orden antes de gobernar la nación y traer paz al mundo. Lo mismo se aplica a la iglesia. Es imposible tener reuniones de iglesia que sean fuertes si las reuniones de hogar de los santos no son fuertes. Esto nos llevará a depender de los gigantes espirituales. Cuando Gedeón viene, la iglesia es fuerte; y cuando Gedeón se va, la iglesia se debilita. Luego viene Sansón, y la iglesia experimenta un avivamiento; pero cuando Sansón se va, la iglesia decae nuevamente. Ésa era la situación anormal de la época de los jueces. No debiera ser así entre nosotros. No debemos seguir el camino de depender solamente de que los gigantes espirituales dirijan la reunión. Debemos fortalecer las reuniones de hogar en cada casa. Todos debemos concentrar nuestros esfuerzos para elevar la condición de las reuniones de hogar. No hablen a menos que estén seguros que su hablar proviene del espíritu o suministrará a Cristo a los demás. Que no hablen los que no deben hablar, y que hablen todos los que pueden brindar un suministro y asumir la responsabilidad. De este modo, ya no habrá más invitados ni espectadores ni habrá quienes rehúsan asumir responsabilidad en la reunión. De este modo, las reuniones de hogar ciertamente serán fuertes.

LA NECESIDAD DE ESTAR ATENTOS Y BUSCAR UNA SALIDA

  Permítanme presentarles un verdadero caso. La Iglesia Bautista del Sur es una de las denominaciones más grandes de los Estados Unidos. Recientemente vimos una estadística en una de sus publicaciones. En su lista de miembros figuran catorce millones de personas, y la asistencia en las reuniones es de doce millones. La razón por la que pueden retener a las personas es que su escuela dominical es la mejor. Ellos emplean el principio de tener clases con pocas personas en su escuela dominical. Además, no se reúnen primero todos juntos en un solo lugar, sino que se dividen por clases, cada una con un número aproximado de treinta a cincuenta personas. Tienen más de mil personas que escriben el material para su escuela dominical, el cual ha mejorado notablemente, pues hablan acerca de un solo Cuerpo y dicen que una persona salva posee dos naturalezas. Cada día del Señor se reúnen en clases pequeñas que utilizan el mismo material.

  En una de las ciudades de Texas hay dos Iglesias Bautistas del Sur. Ambas tenían una misma atmósfera, y ambas empezaron a celebrar reuniones al mismo tiempo; no obstante, debido a que una recalcaba las reuniones grandes, o sea, reuniones en las que una sola persona habla y las demás escuchan, y la otra recalcaba las clases de la escuela dominical, al cabo de cierto tiempo la asistencia de los que practicaban las reuniones grandes era de mil, mientras que la de los que hacían hincapié en las clases era de más de diez mil. En la misma ciudad, dos grupos con estas dos líneas de reuniones grandes y reuniones pequeñas empezaron a reunirse al mismo tiempo, pero produjeron dos resultados diferentes. Si en los pasados quince años nosotros hubiéramos prestado atención a las reuniones de hogar y no hubiéramos recalcado tanto las reuniones grandes, y si hubiéramos comparado la ganancia y pérdida que vemos hoy, creo firmemente que por lo menos nos habríamos doblado en número. Quiera el Señor tener misericordia de nosotros. Debemos orar por este asunto a fin de corregir el hábito que tenemos de depender de los hermanos dotados. Cada uno debe ejercer su función y exhibir a Cristo a fin de que las reuniones de hogar no tengan una condición baja ni estén carentes de contenido. El año de 1985 es nuestro año para experimentar. Vamos todos al laboratorio a trabajar; yo también me uniré a esta labor. Tengo la certeza de que encontraremos un camino para proseguir. No podemos depender de nuestra historia de treinta y dos años, conservando las cosas viejas, rehusándonos a avanzar. Si no estamos creciendo en número, debemos despertar y buscar una salida, como lo hace un hombre de negocios cuando su negocio no le genera ingresos. Les ruego que oremos por esto juntos.

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