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Mensajes del libro «Administración de la iglesia y el ministerio de la palabra, La»
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La administración de la iglesia y el ministerio de la palabra

PREFACIO

  Este libro se compone de mensajes dados por el hermano Witness Lee durante las reuniones de servicio celebradas en Taipéi en septiembre de 1957. Contiene catorce capítulos que tratan sobre la importancia de la administración de la iglesia y el ministerio de la palabra y los problemas que surgen al respecto, y sobre la importancia de la edificación de la iglesia y de la práctica relacionada con el recobro del terreno de la iglesia. Estos mensajes han sido traducidos del idioma chino.

LA EDIFICACIÓN EN EL NUEVO TESTAMENTO

  Quiera el Señor concedernos a todos los que servimos juntos un profundo sentir de que Él necesita un recobro fuerte. Él necesita un recobro de la edificación. Edificar va más allá que educar o instruir. Nuestra obra no consiste simplemente en edificar a los santos de manera individual, en forma general; más bien, consiste en edificar el Cuerpo como una casa espiritual. Efesios 4:11-12 declara: “Él mismo dio a unos como apóstoles, a otros como profetas, a otros como evangelistas, a otros como pastores y maestros, a fin de perfeccionar a los santos para la obra del ministerio, para la edificación del Cuerpo de Cristo”. Las personas dotadas fueron dadas con el fin de edificar el Cuerpo de Cristo.

  En Mateo 16:18 el Señor afirma: “Edificaré Mi iglesia”. En Efesios 2:22 leemos que en Cristo los judíos y los gentiles son “juntamente edificados para morada de Dios en el espíritu”. Además, 1 Pedro 2:5 dice que nosotros “como piedras vivas”, somos “edificados como casa espiritual”. En 1 Corintios 3:10 leemos que Pablo, como sabio arquitecto, puso el fundamento y que nosotros debemos tener cuidado de cómo edificamos sobre dicho fundamento. Debemos edificar con oro, plata y piedras preciosas (v. 12). El capítulo 14 hace un marcado énfasis en que debemos anhelar los dones espirituales por causa de la edificación (vs. 1, 3-5, 12). Esto significa que todos los dones deben ser para la edificación de la iglesia.

  De acuerdo con los versículos anteriores, el deseo de Dios en esta era es edificar la iglesia, la cual es Su casa, el Cuerpo de Cristo. El hombre habita en un cuerpo físico y también en una casa; ambos son el lugar donde éste mora. Cuando una persona parte de este mundo, es despojada de la vestidura de su cuerpo. Esto significa que abandona su cuerpo, el lugar de su morada en la tierra. La obra de Dios en esta era consiste en edificar una morada para Sí mismo.

LA EDIFICACIÓN DE LA IGLESIA ES LA EDIFICACIÓN DE LA NUEVA JERUSALÉN

  Hebreos 11:10 dice que Abraham “esperaba con anhelo la ciudad que tiene fundamentos, cuyo Arquitecto y Constructor es Dios”. La ciudad que tiene fundamentos se refiere a la Nueva Jerusalén venidera. La Nueva Jerusalén es el tabernáculo de Dios con los hombres (Ap. 21:3). En otras palabras, la Nueva Jerusalén es la morada de Dios. Esto no quiere decir que Dios tenga dos diferentes edificios en esta era. Él no tiene por edificio la iglesia en la tierra y además la santa ciudad, la Nueva Jerusalén, en los cielos. Dios no está morando temporalmente en la iglesia hoy en día con la intención de pronto abandonarla y mudarse a la Nueva Jerusalén en el futuro. La iglesia y la Nueva Jerusalén son una.

  Cuando Dios edifica Su iglesia, Él está edificando la Nueva Jerusalén. Éstos son dos aspectos de una misma obra. La iglesia es el templo de Dios, la casa de Dios; pero en la Nueva Jerusalén no veremos un templo (v. 22), porque el templo será agrandado hasta llegar a ser una ciudad. La edificación del templo y la edificación de la ciudad no son obras distintas. La Nueva Jerusalén venidera es la consumación de la iglesia. El templo es agrandado para llegar a ser una ciudad.

  La única obra que Dios está efectuando en esta era es la edificación. Aunque Su obra de edificación ocurre en la tierra, es una obra celestial. Aunque Dios está edificando la iglesia en el tiempo, este edificio es eterno. Aunque Dios está edificando la iglesia en la tierra, este edificio está en el ámbito celestial. Aunque Dios está edificando la iglesia dentro del tiempo, dicho edificio es eterno. La Nueva Jerusalén es celestial; está llena de la naturaleza y el sabor celestiales.

  El objetivo final de la obra que Dios efectúa en esta era es edificar una morada para Sí mismo. En la etapa inicial, es una casa; pero en su etapa de madurez, será una ciudad, la cual es el tabernáculo de Dios con los hombres. En el Antiguo Testamento el tabernáculo de Dios es el templo de Dios. En el Nuevo Testamento la iglesia es el tabernáculo de Dios y el templo de Dios. La Nueva Jerusalén será el tabernáculo de Dios con los hombres. En la Nueva Jerusalén no habrá templo porque allí todo habrá alcanzado la etapa de madurez. La ciudad es un tabernáculo, así como también es el templo agrandado.

LA OBRA CENTRAL DE DIOS ES LA EDIFICACIÓN

  La obra central de Dios es la edificación. La edificación no consiste en entender la doctrina ni en salvar pecadores, ni siquiera en edificar o instruir a los santos. Aunque el Nuevo Testamento sí menciona que los santos deben ser edificados de modo individual, su enfoque está en la edificación de la casa de Dios. A menudo sentimos una gran carga por salvar pecadores y edificar a los santos, pero no tenemos ningún sentir para edificar la casa de Dios. Esto no significa que no debemos atender a la salvación de los pecadores o la edificación de los santos de modo individual, pero es necesario que veamos cuál es la meta final de la obra de Dios en esta era.

  Debido a la visión tan clara que Pablo poseía en cuanto a la edificación, él dijo: “Yo como sabio arquitecto puse el fundamento, y otro edifica encima; pero cada uno mire cómo sobreedifica” (1 Co. 3:10). Debemos ser muy cuidadosos en cuanto a la manera en que edificamos, los materiales con los que edificamos y al resultado de nuestra edificación. Espero que los hermanos y hermanas puedan entender que tanto la obra de salvar a los pecadores como la de edificar a los santos de modo individual guarda estrecha relación con la meta central de Dios, la cual consiste en edificar Su casa. Si estamos atentos a tal obra central, nuestra predicación del evangelio para salvar pecadores se volverá más eficaz y nuestra obra de edificar a los santos de modo individual no ocasionará problemas. Por ejemplo, nuestra carencia en la edificación de la casa de Dios es la razón básica por la cual los hermanos y hermanas en Taipéi parecen no tener fuerzas para predicar el evangelio. La clave es la edificación de la casa de Dios. Si la casa de Dios, el Cuerpo de Cristo, puede ser edificada, nuestra tarea de salvar pecadores y edificar a los santos de modo individual será una tarea muy fácil.

LA CLAVE PARA LA EDIFICACIÓN DE LA IGLESIA ES LA ADMINISTRACIÓN DE LA IGLESIA Y EL MINISTERIO DE LA PALABRA

  Los dos asuntos más importantes en la edificación de la iglesia, la casa de Dios, son la administración de la iglesia y el ministerio de la palabra. Si la administración de una iglesia local es pobre, no habrá mucha edificación en esa iglesia. De igual modo, si el ministerio de la palabra es pobre en una iglesia local, tampoco habrá mucha edificación allí. Durante muchos años hemos usado la palabra edificación en el sentido de instruir a los santos con miras a fomentar el crecimiento espiritual del individuo, pero de ahora en adelante deberíamos utilizarla en el sentido de la edificación de una casa espiritual. Los santos individualmente necesitan la edificación, la instrucción, que les ayuda crecer personalmente; no obstante, la iglesia como una entidad corporativa, como el Cuerpo de Cristo y casa de Dios, necesita ser edificada. La edificación de la iglesia depende de la administración de la iglesia y del ministerio de la palabra.

  Conforme al Nuevo Testamento, todo lo que hablemos debe centrarse en la edificación de la iglesia. En 1 Corintios 14:12 Pablo declara: “Puesto que estáis ávidos de espíritus, procurad sobresalir en la edificación de la iglesia”. El versículo 1 dice: “Seguid el amor; y anhelad los dones espirituales, pero sobre todo que profeticéis”. El don más sobresaliente en la edificación de la iglesia es el profetizar, porque el profetizar tiene que ver con el ministerio de la palabra. En 1 y 2 Timoteo, cuando la iglesia se hallaba en un estado de desolación, se hizo necesaria cierta administración de la iglesia además del ministerio de la palabra. La responsabilidad de administrar la iglesia recae en los ancianos. Después que la iglesia cayó en desolación, el apóstol habló en cuanto a la administración de la iglesia, en los libros de 1 y 2 Timoteo y en Tito. La administración de la iglesia viene a ser un asunto sumamente crucial cuando la iglesia se halla en una condición desolada y confusa.

  El libro de Romanos no habla de la administración de la iglesia ni de asuntos relacionados con los ancianos. En cambio, los libros de 1 y 2 Timoteo y el libro de Tito sí hablan claramente de la administración que realizan los ancianos, puesto que la iglesia en ese tiempo había caído en un estado de desolación. Si conocemos los principios de la Biblia, entenderemos lo que el Espíritu Santo nos quiere decir. En la etapa inicial de la iglesia, Dios dirigió y edificó Su iglesia a través del ministerio de la palabra. No obstante, llegó cierto momento en que el ministerio de la palabra no fue suficiente; por lo que era necesaria la administración de la iglesia. Por consiguiente, en los libros de 1 y 2 Timoteo encontramos ambos asuntos: la administración de la iglesia y el ministerio de la palabra. Pablo dice: “Lo que has oído de mí mediante muchos testigos, esto confía a hombres fieles que sean idóneos para enseñar también a otros” (2 Ti. 2:2). Aquí vemos tanto el ministerio de la palabra como la administración de la iglesia.

  Después de cierto tiempo en que la iglesia había sido establecida, se necesitó la administración de la iglesia así como el ministerio de la palabra. Ambas cosas son necesarias en la edificación de la iglesia. Si la administración de una iglesia local y el ministerio de la palabra son pobres, la iglesia no podrá ser edificada. Cuando la administración de la iglesia y el ministerio de la palabra sean fuertes, tal iglesia podrá ser edificada. Que el Señor abra nuestros ojos para que veamos que en esta era la obra central de Dios es Su edificación; Él desea edificar Su casa, la cual es el Cuerpo de Cristo, la iglesia. Ya que nosotros tenemos parte en esta edificación, es imprescindible que conozcamos la administración de la iglesia y el ministerio de la palabra. El ministerio de la palabra se relaciona con el don, y la administración de la iglesia se relaciona con el cargo. Ambos aspectos son necesarios en la edificación de la iglesia. Nuestro hablar como profetas sirve al ministerio de la palabra y se relaciona con dones. El servicio de los ancianos tiene como fin la administración de la iglesia y se relaciona con el cargo.

APRENDER LOS PRINCIPIOS PARA ADMINISTRAR LA IGLESIA Y MINISTRAR LA PALABRA

  No todos tenemos la capacidad para hablar y dar cumplimiento al ministerio de la palabra como profetas, ni todos podemos ser ancianos que administran la iglesia. No obstante, entre nosotros debe haber buenos ancianos y aquellos que puedan ministrar la palabra de manera sólida. En principio, aquellos que toman parte en la obra de Dios deben aprender a administrar la iglesia y a ministrar la palabra. Si bien las hermanas, conservando la posición de mantener sus cabezas cubiertas, no pueden ser ancianos, en principio ellas deben aprender a administrar como lo hacen los ancianos. Todo aquel que tenga parte en la obra de edificación que Dios efectúa debe aprender a administrar la iglesia y a ministrar la palabra. Todo el que sirve debe conocer la administración de la iglesia y el ministerio de la palabra. Si no manejamos estos dos asuntos, no somos diestros con respecto a la obra de Dios. La administración de la iglesia y el ministerio de la palabra son dos lecciones que tenemos que aprender, debido a que la edificación de la iglesia depende de ambos.

  El progreso de la iglesia en primer lugar requiere la administración de la iglesia y después requiere el ministerio de la palabra. Sin embargo, la secuencia que hallamos en la Biblia primero presenta el ministerio de la palabra y después la administración de la iglesia. Cuando la condición de la iglesia es normal, la administración de la iglesia no es muy crucial. Pero cuando la iglesia cae en un estado de desolación y desorden, es muy necesaria la administración de la iglesia y el ministerio de la palabra. El ministerio de la palabra y la administración de la iglesia siempre van juntos; es difícil decir cuál viene primero y cuál después. Por consiguiente, los hermanos, especialmente los que ministran la palabra y los que sirven como ancianos, deben estar conscientes de la responsabilidad que llevan sobre sus hombros. La condición en que se encuentre el edificio de Dios, esto es, si una iglesia local sea fuerte o débil, depende de la administración de los ancianos y de la palabra que emana del ministerio. Los ancianos y los que ministran la palabra son obreros diestros. Y a ellos los asisten otros hermanos que no son tan diestros. Esto puede compararse a la construcción de una casa realizada por obreros expertos y por otros que no son muy expertos. Cuando los obreros diestros son débiles, tanto la administración de la iglesia como el ministerio de la palabra en esa iglesia serán débiles, y los obreros que no son muy diestros caerán en confusión y no sabrán qué hacer. Pero cuando los obreros diestros son fuertes al llevar a cabo la obra, es fácil que los otros obreros colaboren con ellos.

  Ésta es la condición de la iglesia local. Siempre que el ministerio de la palabra y la administración de la iglesia son fuertes, los hermanos y hermanas que aún no son muy diestros podrán tener una hermosa coordinación. Sin embargo, cuando la administración efectuada por los ancianos y el ministerio de la palabra son débiles, la iglesia estará en desorden, aun si los hermanos y hermanas están ocupados, predicando celosamente el evangelio y edificando a los santos. En tal situación, la edificación no podrá avanzar, porque cuanto más ellos “edifiquen”, más demolerán. La edificación de la iglesia depende de la administración de la iglesia y del ministerio de la palabra. Aquellos que toman parte en la obra deben conocer el principio de la administración de la iglesia y el ministerio de la palabra.

LA CONDICIÓN DE LA ADMINISTRACIÓN DE LA IGLESIA Y EL MINISTERIO DE LA PALABRA DEPENDE DE NUESTRA PERSONA

  La condición de la administración de la iglesia y el ministerio de la palabra depende de nuestra persona. Nuestra persona es determinante para la condición que prevalezca en la administración de la iglesia y en el ministerio de la palabra. La obra central que Dios realiza es Su edificación, la cual depende de la administración de la iglesia y del ministerio de la palabra. La clase de persona que uno es determina la manera en que uno administra la iglesia y ministra la palabra. Es imposible separar la administración de la iglesia y el ministerio de la palabra, de la persona misma. Esto se puede comparar con el hecho de que las casas que son construidas por personas del occidente tienen una apariencia occidental y que aquellas que son edificadas por chinos exhiben una apariencia china. Edificamos de acuerdo con nuestra persona. Y esto es verdad principalmente en asuntos espirituales. Debido a esto, resulta inadecuado que uno simplemente estudie la manera de administrar la iglesia y ministrar la palabra; más bien, debemos darnos cuenta de que la manera de hacerlo es nuestra persona. La manera de administrar la iglesia está relacionada con la persona que administra. La clase de persona que somos determina como administramos. Es inadecuado aprender algún método externo; lo que tenemos que hacer es resolver los problemas de nuestra propia persona.

  Después de un largo período de intranquilidad, Dios me dio el sentir interior de que Él está llevando a cabo una obra de edificación en esta era. En Manila compartí más de quince mensajes relacionados con la edificación. Cuando fui a Hong Kong, los hermanos me pidieron que los perfeccionara en ciertos asuntos. Les dije a los servidores que el simple hecho de estar ocupados no es suficiente. Es menester ver que Dios desea un edificio. Durante este tiempo que he estado en Taipéi, he sentido una gran preocupación en cuanto al edificio de Dios y los servidores. Al ver estas dos cosas juntas, siento un dolor profundo y una carga interior debido a que nuestra condición está muy lejos del edificio de Dios.

EL EDIFICIO DE DIOS SERÁ COMPLETADO CUANDO RESOLVAMOS LOS PROBLEMAS DE NUESTRA PERSONA

  Dios desea tomar el camino de la edificación, pero se encuentra con el problema de nuestra persona. Nosotros somos el problema. Aquellos que administran la iglesia y ministran la palabra se hallan llenos de problemas. Nuestro camino y nuestra doctrina no son el problema; más bien, el problema es nuestra condición tan deficiente. Hemos llegado a una coyuntura crítica en nuestro servicio. La iglesia en Taipéi ha estado aquí durante ocho años, desde 1949 hasta 1957. Si continuamos de la misma manera, nuestra obra no tendrá ningún resultado. Sólo tendremos problemas sin fin, y habrá una pérdida continua; no veremos aumento de bendición. En tanto que los servidores continúen laborando en la forma tradicional, nuestra obra no tendrá ningún futuro. Que el Señor nos conceda misericordia, por causa del edificio de Dios y el futuro de la obra, para darnos cuenta de que el problema no reside en nuestra doctrina ni en nuestras prácticas, sino en nuestra persona.

  Necesitamos considerar ante el Señor cuál es la condición de nuestra obra y cuál es nuestra situación actual. Esto no quiere decir que debamos volvernos introspectivos. Tenemos que ser iluminados y ayudados por esta comunión. Debemos permanecer calmados delante del Señor y permitir que Él resplandezca sobre nosotros, que nos hable, nos toque y trate con nuestra persona. A menos que hayamos pasado por la mano de disciplina del Señor, muchas de nuestras actividades externas serán vanas y sin sentido.

  Si Dios no trata con nosotros de una manera cabal, Su edificio no será completado, no importa qué métodos usemos. A fin de que el edificio de Dios sea completado de una manera apropiada, Él necesita tratar con nosotros de forma fuerte en relación a los asuntos de la administración de la iglesia y del ministerio de la palabra. En cuanto a la administración de la iglesia, es necesario que los hermanos que sirven como ancianos pasen dicho trato disciplinario. Los que hablan de parte de Dios también deben pasar por esos tratos. De otro modo, tanto nuestra administración de la iglesia como nuestro hablar no redundarán en la realidad de la edificación. Que todos poseamos un corazón que teme al Señor para ver que la edificación de la iglesia depende de la clase de persona que son los que administran la iglesia y los que ministran la palabra. Si permitimos que Dios trate con nosotros, nuestra obra tendrá el impacto, aun si nuestro método es inferior. De otra manera, nuestra obra sólo derribará el edificio, no importa cuál método usemos.

  Hoy en día lo que a Dios le interesa es Su edificio. Y la edificación depende de la condición de nuestra persona. Esperamos que todos podamos estar en calma delante del Señor y permitirle que nos ilumine y nos hable.

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