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Mensajes del libro «Administración de la iglesia y el ministerio de la palabra, La»
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CAPÍTULO ONCE

LA IMPORTANCIA Y LA COMISIÓN DEL MINISTERIO DE LA PALABRA

EN CUANTO A LA REUNIÓN PARA LEER LA BIBLIA

  Algunas localidades están realizando una buena labor en cuanto a la administración de la iglesia y el ministerio de la palabra. No obstante, en términos generales, en todas las iglesias la labor de administrar la iglesia es más deficiente que la del ministerio de la palabra. En cuanto a su función, el ministerio de la palabra es más importante que la administración de la iglesia. Por tanto, en todas las localidades existe una mayor necesidad por el ministerio de la palabra que por la administración de la iglesia.

  Los mensajes dados en el día del Señor son de índole común y general. Puesto que no son mensajes que imparten vida, éstos se han vuelto ordinarios, rutinarios e incapaces de producir un impacto. Por consiguiente, las iglesias deben prestar más atención a la palabra que se ministra en todas las reuniones, no sólo en el día del Señor. La palabra ministrada en las demás reuniones a menudo produce un determinado impacto. Por ejemplo, en cierta localidad, la reunión para leer la Biblia se ha estado desarrollando con éxito y se ha convertido en una reunión llena de la presencia del Señor.

Debe haber una persona responsable de la reunión

  Toda iglesia local debe esforzarse por infundir en los hermanos y hermanas el deseo de leer la Biblia, de tal manera que ellos amen y disfruten leer la Biblia. Si es posible, cada localidad debe esforzarse por tener una reunión en la cual los hermanos y hermanas leen la Biblia. La reunión para leer la Biblia en la localidad mencionada anteriormente cuenta con una persona responsable de dicha reunión. Por una parte, los que toman la delantera en la iglesia animan a los santos a que lean la Palabra; por otra parte, siempre hay una persona responsable de la reunión, a quien le asignan veinte o treinta minutos para que hable sobre algunos temas relevantes. Los hermanos y hermanas participan en la primera parte de la reunión; y en la segunda parte, el hermano responsable de la reunión desarrolla la porción que ellos han leído. Ésta es una característica de ese tipo de reuniones.

Debe ministrarse el suministro espiritual

  Otra característica de esta reunión es que cuando los hermanos y hermanas desarrollan la palabra, el énfasis no recae en una exposición lógica, sino en el suministro espiritual. Si bien los hermanos y hermanas estudian la Palabra, al desarrollarla, no se limitan simplemente a hacer una lectura bíblica; más bien, suministran la vida basándose en la iluminación espiritual que han obtenido de un versículo, de una frase o de un pasaje de la Palabra. En la reunión para leer la Biblia, existe la tentación de requerir que todos los asistentes entiendan y memoricen los bosquejos. No debemos caer en esta tentación, pues si lo hacemos, esto convertirá nuestra reunión en una práctica que trae muerte.

  Sin embargo, nuestras reuniones para leer la Biblia de alguna manera ya cayeron en esta tentación. Al ayudar a los hermanos a leer la Palabra, no debemos explicarles las diferentes secciones y sus divisiones, ni debemos tener comunión sobre el bosquejo; más bien, debemos impartirles la luz de la vida y el suministro espiritual. Un hermano que ha sido iluminado y conoce la Palabra deberá dar un resumen durante veinte o treinta minutos. La primera parte de la reunión le da la oportunidad al Espíritu Santo para liberar las riquezas a través de los hermanos y hermanas, dándoles la oportunidad de practicar esta clase de hablar. Pero la reunión para leer la Biblia no sólo depende de este compartir. El hecho de que el compartir de los hermanos sea rico o pobre no afectará la reunión, debido a que lo hablado al final abastece y alimenta a cada uno de los presentes.

  Si dependemos solamente de la comunión de los hermanos y hermanas, la reunión tal vez no sea tan prevaleciente y el apetito de los santos por dicha reunión podría decaer. La reunión para leer la Biblia ya no será importante para ellos, y su asistencia disminuirá. Por ejemplo, en Taipéi el número de los que atienden a la reunión para leer la Biblia ha ido decreciendo. Una razón podría ser que el compartir de la Palabra es deficiente. No debemos causar que la gente tase de insignificante la reunión para leer la Biblia. Si la gente asiste a la reunión con un estómago espiritualmente vacío y regresan a su casa tal como vino, ellos sentirán que la reunión para leer la Biblia es una pérdida de tiempo. Ellos vendrán a la reunión con mucha expectación, pero regresarán a casa desanimados.

  Además, al compartir y dar el resumen, debemos hacerlo sin depender del bosquejo. Cuando los hermanos y hermanas empiezan a leer la Biblia, podemos ayudarles usando el bosquejo a fin de que entiendan cómo los capítulos están seccionados. Pero a medida que la reunión avanza, no debemos enfocarnos en el bosquejo; de otra manera, nuestra reunión llegará a ser muerta.

No debemos abarcar demasiado material

  En la reunión para leer la Biblia, lo mejor es leer un capítulo por semana. No es aconsejable abarcar material en exceso. Podemos comparar esta práctica con el comer. Si ingerimos mucho alimento sin masticar bien, no saborearemos la comida. Podríamos considerar que un capítulo por semana es ir demasiado lento. Debido a que los santos se reúnen sólo una vez por semana, en algunas iglesias se les recomienda leer un capítulo al día en sus hogares. De este modo ellos leerían seis capítulos por semana. Esto es muy beneficioso. Sin embargo, no se deben abarcar los seis capítulos cuando se congreguen para tener comunión. Lo mejor es abarcar un solo capítulo. Ya sea al dar un mensaje o al leer la Palabra, nunca debemos tratar de extendernos en el material seleccionado. Éste es un gran principio. Lo más provechoso es compartir de un solo punto en cada reunión. Compartir acerca de dos o más puntos puede causar que la reunión pierda el enfoque y sea arruinada. Por lo tanto, nunca es bueno abarcar demasiado material en una sola comunión.

  Si leemos seis capítulos de la Biblia por semana, leeremos más de trescientos capítulos en cincuenta y dos semanas; sin embargo, no podremos recordar mucho de lo que hayamos leído. Pero si leemos un capítulo en nuestra reunión semanal, siendo iluminados y recibiendo el suministro espiritual, abarcaremos cincuenta y dos capítulos en un año. ¡Qué enriquecedor será esto! Esto impresionará a los santos y fomentará su interés por la lectura de la Biblia, animándoles a leer las Escrituras por sí mismos. Tal vez lleguen a leer hasta seis capítulos en un día. De este modo, ellos cultivarán el hábito personal de leer la Biblia.

Debemos hacer que la Palabra de Dios tenga sabor para los demás

  Inmediatamente después de ser salvo, amé la Biblia y fui perfeccionado en la lectura de la misma. Debemos extraer el suministro de vida que se halla en la Biblia a fin de alimentar a los hermanos y hermanas. De esta manera, lograremos que ellos gusten su sabor, anhelen el suministro espiritual y disfruten la lectura de la Biblia. Ellos incluso disfrutarán leer la Biblia por sí solos.

  Si insistimos en abarcar seis capítulos en cada reunión semanal de la lectura de la Biblia, se perderá el disfrute, y los hermanos no tendrán más interés y se aburrirán. Así que, no debemos leer demasiados capítulos, no sea que nuestra prisa nos cause pérdida en lugar de lo opuesto. Es más provechoso leer un solo capítulo y extraer las riquezas de dicha porción para alimentar a los santos. Entonces ellos sentirán que la Biblia es tan rica y dulce, y continuarán asistiendo a la reunión. Ellos incluso leerán la Biblia en sus hogares. En conclusión, nunca es bueno abarcar muchos capítulos en las reuniones para leer la Biblia. No obstante, los santos deben leer uno o más capítulos diariamente por sí mismos.

  Los responsables de ministrar la palabra deben estudiar cómo conducir la reunión para leer la Biblia. Primero debemos contar con un alimento sólido y nutritivo para los hermanos y hermanas. Luego debemos hacerles sentir que la reunión tiene un rico “sabor”. Por supuesto que no debemos valernos de artilugios, pero sí debemos transmitir a los santos el sentir de que han obtenido algo. Así ellos también invitarán a otros a venir y escuchar la Palabra del Señor. De modo que, la reunión para leer la Biblia y el ministerio de la palabra están íntimamente relacionados.

  Recientemente una iglesia inició una reunión para estudiar la serie titulada Crucial Truths in the Holy Scriptures [Las verdades cruciales contenidas en las Escrituras]; esto lo hacen el día del Señor por la tarde. El número de asistentes a esta reunión es mayor que el número de asistentes a la reunión del día del Señor por la mañana. Asisten entre ciento cuarenta y ciento cincuenta hermanos, a pesar de que el salón sólo tiene capacidad para ciento treinta. Incluso algunos se sientan en el patio. Otra iglesia del sur de Taiwán inició una reunión para leer la Biblia en donde la asistencia se incrementó de sesenta a ciento cuarenta. Los santos obtuvieron un suministro espiritual sólido. Es de mucho provecho estudiar juntos.

El suministro de la Palabra es general pero tiene un enfoque específico

  Cuando los hermanos que toman la delantera en la reunión para leer la Biblia perciben cierta necesidad de la iglesia, deben considerar cómo recalcarles el punto en cuestión a los hermanos y hermanas. No deben abordar este punto a la ligera, sino que deben repetirlo enfáticamente hasta que los santos lo asimilen. En el norte de la China, invertí cerca de cinco años hablando acerca de la cruz. Cada día traté de estampar esta carga en los santos. Yo solía aprovechar cada oportunidad para hablar acerca de la cruz. Le hablaba a cada hermano y hermana de una manera continua, una y otra vez, para inculcarles el tema de la cruz. Esta práctica es buena; sin embargo, no debemos llevarla a cabo tan rígidamente.

  Además, la carga debe enfatizarse de una manera general, de modo que las demás necesidades puedan ser satisfechas. Una iglesia local debe enfocarse en el ministerio de la palabra, y también debe tomar cuidado de otros aspectos. Por ejemplo, cuanto estuve en el norte de China e hice hincapié en el asunto de la cruz, también hablaba para satisfacer otras necesidades. Debemos observar toda la situación y encargarnos de todos los asuntos que se presenten. Debemos tomar cuidado de los ancianos, de los diáconos, de aquellos que visitan a las personas y de aquellos que tienen la carga de predicar el evangelio. Si no tomamos cuidado de todas estas necesidades, nuestra localidad tal vez sea perfeccionada en cierta área, pero estará carente en otras áreas. Por ejemplo, si un hermano habla continuamente en cuanto al asunto de nuestra carne, pero desatiende otras necesidades, la reunión del partimiento del pan puede llegar a perder su frescura, debido a que todos están preocupados por el problema de la carne. De igual modo, la predicación del evangelio se detendría, porque todos hablarán únicamente del problema de la carne. Incluso los servicios de la iglesia pueden extinguirse. Así que, debemos tomar cuidado de las distintas necesidades.

SUMINISTRAR LA PALABRA EN REUNIONES DE MUTUALIDAD

  Existe otra necesidad a la cual no le hemos prestado atención en el pasado. Debemos aprovechar la oportunidad en cada reunión de mutualidad para ministrar a otros con la palabra. Esto puede llevarse a cabo en las reuniones de oración, en la reunión para partir el pan y en la reunión de comunión. En algunas localidades no se ministra la palabra en las reuniones de oración. En lugar de ello, los santos cantan algunos himnos y oran un poco. Después de esto, la reunión termina. Tal situación no es ni normal ni apropiada.

  Es posible que algunos hermanos y hermanas que asisten a la reunión de oración sean nuevos creyentes, otros no sepan cómo orar, y otros no tengan el estado de ánimo para orar. Así que, si no existe el ministerio de la palabra, la reunión será “desabrida” y los santos perderán el deseo de asistir a la reunión. Hay reuniones de oración en las que no se ministra la palabra ni se les guía a los santos a orar. Esa reunión de oración será semejante a un barco sin timón, el cual es llevado por el viento en diferentes direcciones. Si los vientos soplan del este, la reunión será llevada hacia el oeste; si los vientos soplan del oeste, la reunión será llevada hacia el este. Esta clase de reunión no es atractiva, y después de ocupar el tiempo orando sin rumbo fijo, la reunión simplemente acaba abruptamente. Tal clase de reunión no atraerá a los hermanos; además, dicha clase de oración se convierte en una ofensa para el Señor y para los hermanos.

  Por lo tanto, en reuniones tales como la reunión del partimiento del pan, la reunión de oración y la reunión de comunión, debe impartirse el suministro que procede del ministerio de la palabra. Los servidores no deben irse a dormir pacíficamente; deben considerar continuamente cómo avivar las reuniones. Las reuniones deben ser avivadas por el ministerio de la palabra y por la dirección dada a los santos en cuanto a escoger los himnos, orar, hablar y en cuanto a dar anuncios. Los corazones de los hermanos y hermanas deben ser alentados, y cada uno de ellos debe ser ayudado a abrir su boca para orar en las reuniones.

  En particular, aquellos que sirven en el ministerio de la palabra deberían liberar una palabra en cada reunión de oración. Pero esto no debe ser llevado a cabo de manera rígida. También debería liberarse una palabra en la reunión del partimiento del pan, pero esto tampoco debe hacerse de una manera rígida. Debemos ser flexibles. Alguien puede hablar algo antes de partir el pan o después de partir el pan. Incluso se puede dar una palabra corta de comunión mientras el pan o la copa están siendo distribuidos. Debemos simplemente seguir el fluir del Espíritu. Aquellos que ministran la palabra deben estar siempre preparados para liberar la palabra en las reuniones.

En cuanto a la reunión del partimiento del pan

  Muchos nuevos creyentes carecen de conocimiento sobre el significado del partimiento del pan. Por lo tanto, debemos hablar continuamente para inspirarlos en este respecto. Sin embargo, esta clase de inspiración no es de naturaleza educativa. Podemos hablar de algún punto educacional en las reuniones de oración, pero no debemos hacer esto en la reunión del partimiento del pan. El enfoque y significado de esta reunión es diferente. En la reunión del partimiento del pan no debe haber ningún elemento educacional. Impartir un elemento educacional traerá muerte a la reunión. Si sentimos la necesidad de dar una palabra educacional, ésta deberá liberarse después de que el pan ha sido partido. Antes de partir el pan o al distribuir el pan o la copa nunca se debe liberar una palabra en una manera educacional; si lo hacemos, esto apagará al Espíritu de la reunión. Toda palabra que conlleve un tono educacional con fines de corrección, instrucción o explicación deberá impartirse después de la reunión de partir el pan; pero debemos evitar hablar de un tema educacional antes o durante dicha reunión, debido a que ello distraerá a los santos del Señor. Siempre debemos dar una palabra que introduzca a los santos en el Señor, y no una que los aleje del Señor.

Conducir a las personas a apreciar la dulzura y la belleza del Señor

  Cuando iniciamos las reuniones en el norte de China, la palabra era ministrada en todas las reuniones del partimiento del pan. Todo el hablar tenía el propósito de conducir a los santos a entrar en la dulzura, gloria y belleza del Señor. En una ocasión, cuando estábamos a punto de partir el pan, yo me levanté y compartí una breve palabra acerca de cómo el Señor es dulce y adorable para aquellos que le conocen y valoran. Cité varias porciones de los Evangelios para mostrar que el Señor fue ungido desde Su cabeza (Mt. 26:6-7), que también Sus pies fueron ungidos (Lc. 7:36-38), que en Su nacimiento le ofrecieron olíbano y mirra (Mt. 2:11), y que fue ungido con especias para Su sepultura (Jn. 19:39-40). De manera que, el Señor es dulce y adorable, desde Su cabeza hasta Sus pies, y desde Su nacimiento hasta Su muerte. Este hablar causó que los hermanos y hermanas conocieran más al Señor del cual estaban haciendo memoria.

  En otra reunión para partir el pan, leí parte de Isaías 53, donde dice: “Verá descendencia, prolongará Sus días [...] / Verá el fruto de la aflicción de Su alma, / y quedará satisfecho” (vs. 10-11). Entonces continué con un pasaje del libro de Salmos, que dice: “Al despertar, estaré satisfecho con Tu semejanza” (17:15). Estos dos pasajes hablan de una satisfacción en dos aspectos. Entonces en palabras sencillas les expliqué, diciendo: “Nuestra reunión aquí es el fruto de la labor del Señor. Él está satisfecho de vernos. No sólo esto, sino que cuando venimos a la reunión de la mesa del Señor, somos como aquellos que han despertado del sueño. En el mundo somos aturdidos, pero cuando venimos a disfrutar del pan y de la copa, somos despertados. Somos despertados en Él, contemplamos Su rostro y somos satisfechos. Ésta es una historia de satisfacción desde dos perspectivas. Nosotros le satisfacemos a Él, y Él nos satisface a nosotros”. Entonces pedí un himno relacionado a este tema. Tuvimos numerosos momentos parecidos a éste, en donde el hablar no fue educacional, aunque sí transmitía educación en sobremanera.

  En otra ocasión, me puse de pie y dije que al Señor se le había dado un nombre que es sobre todo nombre (Fil. 2:9). Y entonces hablé por quince minutos acerca del nombre del Señor, mostrando a los hermanos y hermanas que somos salvos en este nombre, hemos sido introducidos dentro de este nombre, oramos en este nombre y vencemos a Satanás por medio de este nombre. Este hablar introdujo a los santos en el nombre del Señor. Después de esto todos fuimos tocados cuando cantamos un himno concerniente al nombre del Señor.

  En otra reunión del partimiento del pan, hablé sobre el pan y la copa. Di un mensaje sencillo para mostrarles que el pan representa una historia de vida y que la copa es una historia de bendición. La vida del Señor, simbolizada por el pan, es para nuestro disfrute. También, Dios mismo y todo lo que Él es han llegado a ser nuestra bendición en la copa. En un mensaje anterior, yo me enfoqué en la copa y empecé a hablar sobre el significado de la copa según se revela en Salmos 16:5, que dice: “Jehová es la porción [...] de mi copa”. Una copa representa la porción que nos es asignada. Originalmente, nuestra porción era la copa de la ira de Dios. Esta porción es el lago de fuego. Apocalipsis 14 habla de un grupo de personas cuya porción es el lago de fuego que arde con fuego y azufre (v. 10). La porción que Dios asignó para ellos es el lago de fuego, que es la copa de Su ira. Cuando el Señor fue a la cruz, Él tomó la copa de la ira de Dios. El Señor dijo: “La copa que el Padre me ha dado, ¿no la he de beber?” (Jn. 18:11). Él bebió la copa de la ira en lugar nuestro. Cuando Él estaba muriendo en la cruz, Él dijo que tenía sed, debido a que el fuego de la ira de Dios estaba quemándole. Esto corresponde a las palabras del Señor en el salmo 22, donde dice: “Todos mis huesos están descoyuntados. / Mi corazón es como cera; / se derrite dentro de mí [...] / mi lengua se ha pegado a mi paladar” (vs. 14-15). Esto describe la sed del Señor. En la cruz la sangre del Señor fue derramada, la cual constituye la copa de salvación para nosotros. Esta copa rebosa de bendición.

  Al hacer memoria de Él, cuando vemos la copa, debemos comprender que Él bebió en lugar nuestro la copa de la ira, la cual era nuestra porción. Después, Él nos dio la copa de salvación que rebosa de bendición. Cuando partimos el pan para recordar al Señor, estamos recibiendo la copa de bendición. Si hablamos acerca del pan y la copa cuando nos reunimos para tener comunión o en la reunión de oración, nuestro hablar no captará la atención de los hermanos; pero cuando les hablamos esta palabra en la reunión para partir el pan, nuestro hablar llegará a ser muy atractivo para ellos.

  En la reunión del partimiento del pan, no debemos hablar en una manera educacional acerca de la persona y la obra del Señor Jesús; más bien, debemos hablar de ello en una manera simple y con amor. Debemos hablar como alguien que cuenta una historia de amor. Les diremos cuán maravillosa es la persona que amamos. Por ejemplo, podemos leer una porción del Cantar de los Cantares que lo describe a Él como “resplandecientemente blanco pero rubicundo, / distinguido entre diez mil” (Cnt. 5:10). Entonces podemos decir algo en cuanto a las palabras blanco y rubicundo. También podemos señalar la hermosura y la belleza del Señor, de tal manera que otros puedan tener un conocimiento dulce y real acerca de Él. La reunión del partimiento del pan tiene como finalidad recordar la obra del Señor y glorificar y exaltar Su nombre. Por lo tanto, podemos incluso decir algo acerca de Su retorno. Ya que la mesa del Señor implica que Él viene de nuevo, esta palabra puede ser muy dulce. Todas las veces que comemos del pan y bebemos de la copa, la muerte del Señor anunciamos hasta que Él venga (1 Co. 11:26). El Señor dijo que después de beber la copa con Sus discípulos, Él no bebería más de ella, hasta aquel día en que lo bebería de nuevo con ellos en el reino de Su Padre (Mt. 26:29). Una breve palabra como ésta puede conducir a los santos a contemplar la venida del Señor. Mientras los hermanos hacen memoria del Señor, ellos están esperando Su regreso. Una palabra llena de sentimiento dada desde nuestro corazón anima a los demás.

Es necesario el suministro proporcionado por el ministerio de la palabra

  Todo creyente ama al Señor. Cuando su amor por el Señor es despertado, él esperará deseoso la siguiente reunión para partir el pan. Si en dicha reunión recibe un rico sabor y suministro, seguramente querrá venir de nuevo. Si cada hermano y hermana fuera como el apóstol Pablo, no habría necesidad de animar su corazón; pero muchos de los santos son nuevos creyentes, quienes ciertamente necesitan recibir la ayuda y el suministro. Si ellos vienen a la reunión una y otra vez, pero no saben cómo cantar los himnos ni cómo orar como los demás, sólo estarán ahí para escuchar a otros. Si ellos siguen escuchando la misma cosa, sentirán que la reunión no tiene mucho sabor y les parecerá larga y tediosa. En ocasiones la atmósfera de una reunión puede descender lentamente, como lo hace un anciano al descender las escaleras; hace que las personas empiecen a sudar frío y nadie sabe qué hacer. No es posible que tales reuniones logren elevar el espíritu de ningún hermano ni brindar satisfacción a nadie. No causan que los hermanos estén dispuestos a pagar el precio para volver otro día a la reunión.

  Por lo tanto, no podemos quejarnos de que la asistencia a las reuniones vaya en descenso. Los que toman la delantera en las reuniones, particularmente los que ministran la palabra, son los que llevan mayor responsabilidad en esto. Necesitamos ministrar la palabra en todas las reuniones a fin de dar suministro e instrucción a los santos. Por ejemplo, una vez que los nuevos creyentes en el norte de China hubieron recibido ayuda en los asuntos básicos durante cinco años, su manera de orar y alabar en la reunión del partimiento del pan representó una gran ayuda para otros nuevos creyentes recién llegados. Ellos alababan al Señor por Su dulzura y por el fruto de Su labor, declarando que el Señor los satisfacía plenamente. Esto santos oraban: “Señor, Tú eres tan dulce. Desde Tu cabeza hasta Tus pies Tú eres digno de ser ungido por nosotros. Señor, desde Tu nacimiento hasta Tu muerte Tú eres digno de ser ungido. Señor, Tú eres satisfecho cuando ves el fruto de Tu labor. Hoy estamos en Tu presencia y somos satisfechos al mirarte a Ti”. Muchas personas estaban abiertas cuando escuchaban tales oraciones. Hay oraciones que nos imparten cierto suministro a causa de que ministran la palabra. Las oraciones que son llenas de luz pueden brindar suministro a otros.

  Si nuestra reunión del partimiento del pan no abastece a las personas mediante el ministerio de la palabra, ésa será una reunión muy pobre. Los nuevos creyentes sentirán que la reunión no tiene significado alguno, si ellos no reciben el suministro adecuado ni escuchan ningún hablar con contenido espiritual. No solamente debemos permanecer sobre el terreno apropiado de la unidad, sino que también debemos tener una condición apropiada.

Servir en el ministerio de la palabra requiere invertir tiempo para estudiar

  Aquellos que ministran la palabra deben invertir tiempo diariamente delante del Señor estudiando y preparándose para ministrar la palabra en la reunión del partimiento del pan. Nuestro hablar en la reunión del partimiento del pan no debe ser igual que un mensaje dado desde un podio. No debe tener una naturaleza educacional; más bien, debe ser un hablar con sentimiento, que cause que la audiencia pueda mirar la belleza del Señor, adorar y apreciar al Señor y ser atraída hacia Él. Nuestro hablar no debe hacer que se olviden del Señor; por el contrario, debe lograr que ellos vean al Señor y entren en Su presencia. Debemos hablar acerca de la obra y persona del Señor, acerca de que Él fue exaltado, y acerca de Su nombre, Su gloria y Su segunda venida. Podemos incluso decir algo acerca de Su poder, pero esto depende de la manera en que ministremos. Siempre debemos hablar con sentimiento, mencionando el hecho de que el amor de Dios tiene poder, y que Su poder se manifiesta en Su amor. Tal clase de hablar es muy dulce.

  Si simplemente decimos que el poder del Señor es muy grande, aún más grande que el poder nuclear, los hermanos y hermanas se pueden olvidar de cuán adorable Él es. Por esta razón, debemos considerar la manera en que hemos de hablar. Podemos decir: “El poder del Señor reside en Su amor. Algunas madres aman a sus hijos, pero no tienen el poder para cuidar de ellos apropiadamente. Pero nuestro Señor no es así. En Su amor hay poder, y Su poder se manifiesta a través de Su amor”. Cuando hablamos de esta manera, los santos sentirán que el Señor es tanto poderoso como amoroso. Ellos serán conducidos al Señor e introducidos en Él. Además, esta clase de hablar no frenará el espíritu de adoración de los santos.

  Cuando hablemos, debemos prestar atención a la atmósfera que prevalece en la reunión. En ocasiones debemos hablar al comienzo de la reunión, o cuando el pan y la copa están siendo distribuidos. Es algo extraordinario y lleno de significado cuando nuestras palabras parecen seguir el fluir de la distribución del pan. Cuando el pan está siendo distribuido a los hermanos y hermanas, podemos hablar alguna palabra alusiva al pan mismo. Y cuando el pan ya ha sido distribuido, podemos hablar concerniente a la copa. Esto producirá en los hermanos un sentimiento dulce. Ellos incluso no se concentrarán en nosotros mientras hablamos; más bien, ellos se sentirán envueltos en una atmósfera que los introduce en la presencia del Señor. Tal vez tengan el dulce sentir de que el Señor está derramando Su sangre en presencia de ellos y que el fluir de Su sangre es con el propósito de que ellos la beban. Tal hablar les provee un suministro lleno de sabor espiritual. Esto muestra que para hablar de parte del Señor se requiere que le dediquemos mucho estudio.

EL MINISTERIO DE LA PALABRA REQUIERE UNA DEDICACIÓN ABSOLUTA

  Por esta razón, aquellos que administran la iglesia y ministran la palabra no pueden ser personas simples. Debemos dedicar todo nuestro ser a lo que estamos haciendo. Esto puede ser comparado a un ingeniero experimentado quien continuamente está considerando el diseño de un edificio. Aun mientras duerme, él está contemplando el diseño. Así que, el hecho de diseñar un proyecto no es algo tan simple. Sin embargo, pareciera que nosotros consideramos que nuestro servicio es algo muy sencillo.

  Por ejemplo, los hermanos responsables usualmente llegan a la reunión del partimiento del pan cuando está por comenzar. Ellos no consideran cómo guiar la reunión sino hasta que ésta ya ha comenzado. Es en este momento que ellos empiezan a pensar en escoger un himno, y uno de ellos busca algún himno, hojeando el himnario página por página. Después que entonan el himno, elevan una oración, y luego se continúa con otro himno. Esta situación les da a los santos el sentir de que los hermanos responsables simplemente están buscando que pase el tiempo. Después que el pan y la copa son distribuidos, quizás un hermano se ponga en pie y diga que tiene una comunión que dar; pero debido a que él no invirtió el tiempo necesario para prepararse, nadie entiende lo que él está diciendo.

  Aquellos que conducen las reuniones no deben sentirse en paz si no se imparte un suministro apropiado en la reunión del partimiento del pan; ellos incluso no deberían tener paz ni para comer ni para dormir. Antes bien, deberían ocupar todo su tiempo en considerar cómo mejorar la reunión. No debieran poder dormir pacíficamente. Ésta debe ser la actitud apropiada de los hermanos responsables de esta reunión.

  Algunos pueden quejarse de que no hay suficiente material para preparar un mensaje. Cuando yo empecé a servir al Señor, realmente no había material. Y no había nadie que me pudiera ayudar. Cuando por primera vez establecimos la reunión para partir el pan, simplemente partíamos el pan; pero mientras yo consideraba este asunto, sentí que debíamos abandonar la manera rutinaria que siguen las denominaciones. Después de mucha consideración recibí luz, y encontramos la manera de avanzar. Yo invertía mucho tiempo buscando e investigando, debido a que no tenía paz. Por ejemplo, consideraba: “¿La reunión de oración debe de llevarse a cabo de esta manera? Cuando los cristianos nos reunimos para orar, ¿es ésta la manera correcta?”. Si nos ponemos a pensar de esta manera, creo que el Señor nos hará saber lo que debemos hacer.

  Los hermanos y hermanas necesitan conocer el significado de la oración, acerca de qué debemos orar, y cómo debemos orar en las reuniones. Esto debe llevarse a cabo de acuerdo con la Biblia. Luego necesitamos encontrar algún material para ministrarles a ellos. Si hacemos esto, la reunión de oración cambiará, y el número de los que asisten se incrementará. Cuando vengan a la reunión de oración, los santos la disfrutarán por cuanto reciben la suministración espiritual. Este asunto requiere mucha consideración. Cuanto más nos dediquemos a esto, más vivientes llegarán a ser las reuniones de oración.

AQUELLOS QUE SIRVEN EN EL MINISTERIO DE LA PALABRA TIENEN UNA COMISIÓN ESPECIAL

  Aquellos que sirven en el ministerio de la palabra deben estudiar cómo ministrar la palabra en la reunión del partimiento del pan y en la reunión de oración. Debemos ministrar la palabra en las reuniones de oración, sin extendernos mucho, sin apagar el espíritu de oración ni perturbar la atmósfera de la oración. Por el contrario, nuestro hablar debe fortalecer y alimentar el espíritu de oración y animar a todos a la oración. Es una señal muy positiva si aquellos que normalmente no oran lo hacen una vez que se ha liberado la palabra.

  Cuando fui a Manila por primera vez, los hermanos y hermanas tenían temor de la reunión de oración y de la reunión del partimiento del pan, aunque estas dos reuniones son las más importantes en la vida cristiana. Por esta razón, les pedí a los hermanos responsables que establecieran una reunión del partimiento del pan para celebrarse por las tardes. Los hermanos responsables sentían que nadie vendría si esta reunión se llevara a cabo por la tarde. Traté de ayudarlos a ver esto, y gradualmente la reunión del partimiento del pan llegó a tener una gran asistencia. Actualmente, el número de santos que asisten a la reunión del partimiento del pan en Manila es mayor que aquellos que asisten a la reunión matutina del día del Señor. Los santos dicen que esto se debe al suministro que se imparte en la reunión del partimiento del pan.

  Lamentablemente, no me fue posible laborar por largo tiempo en ese lugar. Por tanto, el efecto de mi labor no correspondió con lo que logramos en el norte de China. En el norte de China tuvimos mucho éxito debido a que laboramos por muchos años y nos concentramos en una sola iglesia local. Sin embargo, en Manila había muchos asuntos que atender, y no era apropiado que me encargara de una iglesia local e hiciera la obra por mí mismo. Ahí, pude servir solamente como un consejero. A pesar de esto, se pudo lograr cierto avance.

  Todos deberíamos poner en práctica los asuntos presentados en esta comunión. No debemos prestar atención al mensaje que se imparte el día del Señor por la mañana solamente. Debemos realmente esforzarnos por elevar el nivel de la reunión del partimiento del pan. También debemos esforzarnos por elevar el nivel de la reunión de oración. Debería haber siempre el suministro de la palabra en estas reuniones. Debemos estudiar y considerar la forma de ministrar una palabra específica. Necesitamos excavar y encontrar el oro y extraer todos los tesoros.

APRENDER A HACER AJUSTES EN LA REUNIÓN

  Además, debemos guiar a los santos a participar activamente en las reuniones. Esto requiere cierto estudio. Por ejemplo, ¿cuándo debemos seleccionar un himno? ¿Cuándo y cómo deben ser dados los anuncios? ¿Cuándo debemos ponernos de pie para cantar, o cuándo debemos arrodillarnos para cantar? Estos asuntos requieren una consideración esmerada. En ocasiones, cantar de rodillas puede hacer que se eleve una reunión. Y a veces cantar de pie puede avivar el espíritu. Éste es un asunto misterioso.

  No debemos ser legalistas en cuanto al asunto de ponernos de pie o sentarnos en la reunión. En ocasiones, la manera en que una persona practica el ponerse de pie en la reunión puede llegar a ser monótona; pero si la criticamos, probablemente no esté dispuesta a volverse a poner de pie en la reunión durante los siguientes seis meses. No debemos ser tan rígidos. En ocasiones nuestro cuerpo necesita sentarse, estar de pie, caminar o incluso recostarse. Por esta razón, debe haber algunos que puedan guiar apropiadamente las reuniones y hacer los ajustes debidos. Sin embargo, los que hacen dichos ajustes no deben reemplazar a los hermanos y hermanas, sino ayudarlos. El Espíritu Santo a menudo se mueve a través de las personas. Si no hay nadie haciendo ajustes en las reuniones, será difícil que el espíritu de los hermanos y hermanas sea elevado. Si ellos reciben dichos ajustes en cuanto al uso de su espíritu, éste puede avivarse. Así que, debemos aprender a seguir el espíritu.

  Necesitamos aprender cómo hacer ajustes y elevar la reunión de oración y la reunión del partimiento del pan. Esto también puede aplicarse a la reunión de comunión y a otras reuniones. Nosotros tenemos la responsabilidad de suministrar la palabra a los hermanos y hermanas. Siempre debe haber alguien que haga ajustes en la reunión dirigido por el Espíritu Santo. También debe haber una ministración de la palabra que sea breve a fin de brindar ayuda a los santos. Después de asistir a una reunión de esta índole, los santos estarán dispuestos a regresar. En tanto que ellos tengan el deseo de ganar más del Señor y tengan la capacidad de recibir el suministro espiritual en las reuniones, ellos estarán dispuestos a venir a las reuniones. Espero que los hermanos y hermanas presten la debida atención a este asunto.

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