Mostrar cabecera
Ocultar сabecera
+
!
NT
-
Navega rápidamente por los libros de vida del Nuevo Testamento
AT
-
Navega rápidamente por los libros de vida del Antiguo Testamento
С
-
Mensajes del libro «Arbol de la vida, El»
1 2 3 4 5 6 7 8 9 10
11 12 13 14 15 16
Чтения
Marcadores
Mis lecturas

El árbol de la vida

PREFACIO

  Este libro se compone de mensajes dados por el hermano Witness Lee durante el verano de 1965 en Los Angeles, California

CAMBIAR NUESTRO CONCEPTO DE HACER A COMER

  Espero que el Señor cambie el concepto de usted de hacer a comer. Sería maravilloso si usted llegara a ser no sólo un cristiano que obrara sino uno que comiera. En el cristianismo de hoy el énfasis siempre se pone en hacer y obrar. El cristianismo se ha degradado hasta ser una religión, una religión de obras y labores. Pero la primera intención de Dios no es que el hombre labore, sino que le disfrute como banquete y le coma, que el hombre disfrute a Dios mismo. Juan 4:24 nos dice que tenemos que adorar a Dios, pero debemos preguntar lo que significa la palabra “adorar”. Según todo el contexto de Juan 4, el Señor quiere decir que el beber de El como el agua viviente en el versículo 14 equivale a adorarle en el versículo 24. Cuando bebemos de El como el agua viviente, esto quiere decir que le adoramos. Cuanto más bebamos de El, más seremos llenos de El y más le adoraremos. La mejor manera de adorar al Señor es beber de El, alimentarnos de El, disfrutarle y recibirle.

  Puede ser fácil decir que no debemos ser cristianos que obren, sino cristianos que coman. Es posible que usted lo diga, pero puede ser que las oraciones que usted haga al Señor no hayan cambiado. Tal vez siga orando: “Señor, ayúdame hoy a hacer lo correcto. Señor, Tú conoces mi debilidad. Sabes cuán fácilmente pierdo la paciencia”. Esta oración demuestra que usted todavía tiene el concepto del hacer. Si estuviera dispuesto a ser liberado del hacer, eso sería un “verdadero milagro”. Necesita la visión. Una vez que el Señor lo ilumine, usted dirá: “Señor, no quiero tener nada que ver con el hacer, así que no voy a pedir que me ayudes a hacer nada. Pero ayúdame a alimentarme de Ti, a comerte”. He estado aprendiendo esta lección por más de cincuenta años. A veces lo hacía como antes. Cuando empezaba a pedir al Señor que me ayudara, inmediatamente tenía que detenerme y decir al Señor: “Oh Señor, me abro a Ti. Tú eres mi disfrute”.

  Podemos comprender que debemos olvidarnos del hacer, pero no es fácil olvidarnos de ello. El hacer corre en nuestras venas. Es muy difícil deshacernos de ello. Debemos ver que justamente después de que el Señor creó al hombre, le puso ante El y se le presentó a Sí mismo como árbol de la vida en forma de alimento. Todos debemos aprender a alimentarnos del Señor, a comerle. En China para los que creen en las enseñanzas de Confucio es muy difícil olvidarse del hacer. Todos tenemos que entender primero que el Señor no tiene intención de que hagamos algo para El. Su intención es presentarse a nosotros como alimento día tras día. En el Evangelio de Juan, el Señor se ve primero como la vida (1:4), como el pan de vida (6:35), como el agua de vida (4:14), y como el aliento de vida, el aire (20:22). El es vida, alimento, bebida y aire, y no para que usted sea un cristiano que obra, sino uno que le disfruta. Usted debe disfrutar al Señor como vida, como alimento, como agua y como aire. Debe respirarle, beberle y alimentarse de El para poder vivir por El y en El.

COMO DISFRUTAR A CRISTO

  También necesitamos aprender a disfrutarle. El es vida, alimento, agua y aire para nosotros, pero ¿cómo podemos disfrutarle? Si queremos disfrutar al Señor, tenemos que abrirnos, no de manera superficial sino de forma profunda. No debemos abrir nuestra mente solamente, o nuestro corazón; debemos abrir nuestro espíritu. Tal vez usted diga que está muy abierto al Señor. Pero ¿cuán abierto está usted y cuán profundamente se abre al Señor? Es posible que les parezca a muchos que un hermano esté muy abierto, pero puede ser que esté abierto de manera superficial. No está abierto de manera profunda. Muchas veces cuando nos acercamos al Señor, sólo abrimos nuestra mente pero no todo nuestro corazón. A veces abrimos nuestro corazón, pero puede ser que una parte muy profunda de nuestro ser esté cerrada. Tenemos que abrirnos desde lo más profundo de nuestro ser. Si queremos aprender a disfrutar al Señor, debemos aprender esta lección: cómo abrirnos. Debemos abrir nuestra mente, nuestro corazón y finalmente nuestro espíritu. Tenemos que abrir lo profundo de nuestro ser al Señor.

  Yo pensaba que beber del Señor significaba que el Señor estaba fuera de mí. Pero más tarde, por mi experiencia y al leer la Palabra, especialmente Juan 4, descubrí que beber del Señor no es así. Desde el momento en que recibimos al Señor, El como el manantial de agua viva está dentro de nosotros. No considere que el manantial está en los cielos, ni que es algo que está fuera de usted. Debe entender que el Señor como agua viviente está dentro de usted como el manantial vivo en la parte más recóndita de su ser. El está en su espíritu. Juan 4:14 dice: “El agua que yo le daré será en él un manantial de agua que salte para vida eterna”. En este versículo debemos subrayar las palabras “en él”. Este manantial está “en él”, o sea en nosotros. ¿En cuál parte de nosotros? Juan 4:24 dice: “Dios es Espíritu; y los que le adoran, en espíritu ... es necesario que adoren”. Si leemos todo el contexto de Juan 4, nos daremos cuenta de que esta agua viviente, el manantial que está en nosotros, está en nuestro espíritu. Si usted quiere beber del Señor, no considere que el Señor va a entrar en usted como si fuese alguien que está fuera de usted. El Señor ya está dentro de usted en su espíritu. Ahora tiene que aprender a abrirse. Abra la mente, el corazón y el espíritu al Señor. Luego el manantial brotará. Cuando este manantial brote y salte, le dará agua y usted beberá de El.

  Este manantial no es algo externo, sino algo que brota de su interior, de lo profundo de su ser, su espíritu. Usted tiene el manantial viviente en usted, pero tal vez esté cerrado, escondido, limitado dentro de usted. No es necesario que el Señor entre en usted, pero sí es menester que usted se abra para que El brote. Cuando El brote desde su interior, usted estará saciado. El problema hoy radica en que nosotros los cristianos no tenemos esta visión. Sólo pensamos que el Señor es el Creador, el propio Dios, a quien debemos temer, amar y servir; que es necesario que hagamos algo para agradarle y que le adoremos. No comprendemos que El lo es todo para nosotros: nuestra vida, nuestro suministro de vida, nuestra comida, nuestra bebida, y nuestro aire, y como tal lo podemos disfrutar. Ahora el árbol de la vida no está fuera de nosotros sino adentro. Tenemos un suministro viviente en nuestro interior, así que debemos aprender a abrirnos al Señor, quien es nuestro suministro viviente e interior de vida.

  Debemos orar: “Señor, ayúdame a abrirme a Ti”. Abrirnos no es muy fácil. Si usted trata de hacerlo, va a descubrir dónde está usted. Tal vez sólo esté abierto hasta cierto punto. Quizá no se abre de manera profunda. Tiene que aprender a abrirse. Ser salvo de manera sólida depende de cuánto uno se arrepiente. Esto significa que depende de cuán profundamente se abre al Señor. Es posible que hayamos sido salvos hace muchos años, y tal vez hayamos aprendido del Señor muchas lecciones, pero aun ahora necesitamos aprender una lección más: abrirnos desde lo más recóndito de nuestro ser. Si usted va al Señor y ora: “Señor, ayúdame a abrirme a Ti”, entonces verá que el agua viviente brotará dentro de usted y saldrá fluyendo. El fluir del agua viviente le trae a usted el suministro de vida. No trate de hacer lo correcto, pero sí debe tratar de abrirse al Señor desde lo profundo de su ser.

  Debemos aprender a acercarnos al Señor de una forma nueva. Tenemos que aprender a tener contacto con el Señor abriéndonos interiormente. Usted tiene que decir: “Señor, ayúdame a abrirte a Ti mi mente, mi corazón e incluso mi espíritu, o sea todo mi ser, lo más recóndito de mi ser. Señor, revélame Tus riquezas e impártete en mí para que pueda disfrutarte”. Si usted se abriera al Señor de tal forma, vería cuán real y precioso es el Señor y cuán disponible está. Percibirá interiormente Su presencia, y será lleno de El. No sólo El es la vida para usted, sino también la comida (el pan de vida), la bebida (el agua de vida), y el aire (el aliento de vida). Todas estas cosas están relacionadas con el Señor, quien es el árbol de la vida. Tiene que aprender a recibirle, disfrutarle, alimentarse de El, beberle y aun a recibirle como aliento. La única manera de hacer esto es aprender a abrirse.

  Abrase al Señor y aprenda a permanecer con El por un rato. Durante este tiempo, olvídese de sus necesidades, su negocio, su familia, sus asuntos caseros, su trabajo y todo lo demás. Simplemente ábrase al Señor y disfrútele por un período de tiempo. Aliméntese de El, beba de El, y recíbale como aliento. Por muy ocupados que estemos, debemos tomar tiempo tres veces al día para sentarnos a comer. La práctica más saludable es prestar toda la atención a lo que uno come y nada más. Si uno trata de atender otras cosas mientras está comiendo, no va a disfrutar mucho la comida y es posible que no la digiera bien. A veces no me gusta recibir las llamadas telefónicas mientras estoy comiendo. Del mismo modo, mientras oro y paso tiempo con el Señor, no me gusta recibir las llamadas. Todos necesitamos dedicar algún tiempo, libre de todo disturbio, en el cual podamos abrir todo nuestro ser al Señor sólo con el fin de disfrutarle.

  Aprenda a tocar al Señor sabiendo que El es su comida, su bebida y su aire. Debe disfrutarle. Tiene que alimentarse de El, beber de El y respirarle. Luego su vida cristiana será saludable, y usted será normal. Nosotros somos un poco anormales porque somos muy activos con respecto a los quehaceres y el trabajo, pero muy pasivos en el comer y el disfrutar al Señor. No disfrutamos al Señor tanto, así que no expresamos ni representamos al Señor de manera adecuada. Si nos alimentáramos del Señor de manera propia y adecuada, bebiéramos de El rica y profundamente, y le respirásemos todo el tiempo y desde lo más profundo de nuestro ser, seríamos una expresión y representación muy sólida del Señor.

  Debemos renunciar al hacer, al trabajar, al esforzarnos y al laborar. Tenemos que jubilarnos en el Señor y resignarnos a El. Aprenda a acercarse al Señor para pasar un tiempo. Jubílese de su trabajo para el Señor; renuncie a todas sus actividades para El. Yo descubrí el secreto: si uno quiere jubilarse de todo para estar con el Señor, tiene que abrirse, cuánto más, mejor. Tiene que abrirse desde lo más profundo de su ser. Aprenda a hacer sólo esto. Luego la imagen del Señor y Su autoridad estarán con usted por medio de la vida. El agua viva podrá brotar de su interior cuando usted se abra. Usted es la barrera, usted es el estorbo, la tierra. Tiene que excavar para que el manantial de agua viva brote de su interior.

  Aprenda a abrirse. Así disfrutará al Señor como el árbol de la vida. Junto con el árbol de la vida tenemos el fluir del agua viva y el aire fresco como aliento de vida. Si usted se abre al Señor, El brotará de su interior. Entonces su interior será nutrido, regado, refrescado y fortalecido. Estará bien en cuanto a su persona, a su ser, a lo que usted es, y no solamente en cuanto a lo que usted hace. Que el Señor nos traiga a Su intención, es decir, que le disfrutemos como nuestra vida y nuestro suministro de vida para expresarle en Su imagen y le representemos con Su autoridad en la tierra.

Biblia aplicación de android
Reproducir audio
Búsqueda del alfabeto
Rellena el formulario
Rápida transición
a los libros y capítulos de la Biblia
Haga clic en los enlaces o haga clic en ellos
Los enlaces se pueden ocultar en Configuración