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Mensajes del libro «Base para la obra edificadora de Dios, La»
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CAPÍTULO SEIS

EL LUGAR ADONDE VAN LOS CREYENTES

UNA CREENCIA COMÚN QUE ES EQUIVOCADA

  Empezaremos a estudiar algunos pasajes de las Escrituras para ayudar a todos a conocer la verdad en cuanto al lugar adonde van los creyentes. En estos días hemos hecho mención del edificio de Dios, especialmente de la morada de Dios con los creyentes. Debido a esto, quisiéramos confrontar una creencia desacertada que existe en el cristianismo en cuanto al asunto de ir a una mansión celestial. El concepto de ir a una mansión celestial está firmemente arraigado en el catolicismo romano, incluso al grado de haberse convertido en una superstición extrema. Incluso en el protestantismo, el veneno de esta superstición del catolicismo todavía no ha sido completamente eliminado. Hasta el día de hoy, entre tantos hijos de Dios, todavía existe esta clase de concepto equivocado en cuanto a ir a una mansión celestial. Por lo tanto, siento que es necesario que nos reunamos para estudiar la Palabra en cuanto a este asunto.

  Pero antes que empecemos a estudiar la Biblia, quisiera hablar un poco sobre la creencia general que impera en el cristianismo. Yo creo que todos los hermanos y hermanas saben que entre los cristianos ortodoxos existe la creencia común de que cuando muere una persona que ha creído en el Señor y ha sido salva, aunque su cuerpo se queda en la tierra, su espíritu va a una mansión celestial, al lugar donde están Dios y el Señor Jesús. Por esa razón, en un funeral cristiano el pastor o predicador por lo general dice algo así: “No se turben ni se aflijan. El Señor se ha llevado a esta persona. Este hermano se ha ido a una mansión celestial y está en la casa de Dios disfrutando de la bendición eterna con Dios. En ese lugar hay puertas de perla, muros de jaspe y calles de oro. El lugar donde él está es mucho mejor que cualquier otro lugar. Por lo tanto, debemos sentirnos contentos y regocijarnos por él. Un día nosotros también tomaremos el mismo camino e iremos a aquel hermoso lugar”.

  Naturalmente, todo el que oye un mensaje así con palabras azucaradas tendrá una dulce sensación. Sin embargo, sabemos que las palabras engañosas casi siempre son agradables a nuestros oídos. El año pasado, cuando viajé al extranjero, leí las notas de un mensaje que dio un pastor en el funeral de una mujer muy anciana. Él decía repetidas veces que esa mujer se había ido a una mansión celestial. Mientras leía esto, me dije a mí mismo: “Eso es absurdo. Eso no es otra cosa que engañar a las personas. Afortunadamente, esa mujer anciana no puede regresar; pues si regresara, diría: ‘Eso es completamente falso. No estoy en una mansión celestial. Donde yo estoy, usted no lo sabe’”. Pareciera que estoy hablando de manera sarcástica, pero quiero que los hermanos y hermanas tengan una profunda impresión de que hoy en el cristianismo la enseñanza en cuanto a ir a una mansión celestial es equivocada.

LA REVELACIÓN DE LAS SANTAS ESCRITURAS

  Ahora quisiera que veamos adónde van el espíritu y el alma de una persona que ha sido salva si ella muere antes de la venida del Señor. Tenemos que estudiar este asunto claramente y no simplemente escuchar la enseñanza tradicional del cristianismo. Yo he dicho muchas veces que el cristianismo introdujo muchas cosas que son equivocadas, por lo cual debemos ejercitar nuestro discernimiento. Deseamos el evangelio, deseamos la Biblia, y también deseamos al Señor mismo, pero no queremos nada del cristianismo con su organización y doctrinas. Hemos decidido abandonar la teología tradicional del cristianismo con todos sus errores.

  Veamos ahora lo que la Biblia dice en cuanto a este asunto. Primero leamos Lucas 16:22: “Aconteció que murió el mendigo, y fue llevado por los ángeles al seno de Abraham”. Todos debemos concordar en que este mendigo Lázaro era una persona salva. Él no habría sido llevado por los ángeles al seno de Abraham a menos que fuera una persona salva. Ahora debo preguntarles: ¿Qué clase de lugar es el seno de Abraham? Cuando el seno se menciona, sabemos que ello significa consuelo. Todos sabemos que el seno de una madre es el lugar donde el niño halla más consuelo. El versículo 25 dice: “Pero Abraham le dijo [...] ahora éste es consolado aquí”. Por lo tanto, el seno de Abraham es un lugar de consuelo, y no de angustia.

  Regresemos y leamos desde la segunda mitad del versículo 22 hasta el versículo 23: “Y murió también el rico, y fue sepultado. Y en el Hades alzó sus ojos, estando en tormentos, y vio de lejos a Abraham, y a Lázaro en su seno”. Aquí dice claramente que el rico murió, que su cuerpo fue sepultado y que su espíritu descendió al Hades. Además, él alzó sus ojos y vio de lejos a Abraham, y también vio a Lázaro en su seno.

  Prosigamos y leamos los versículos del 24 al 26: “Entonces él, dando voces, dijo: Padre Abraham, ten misericordia de mí, y envía a Lázaro para que moje la punta de su dedo en agua, y refresque mi lengua; porque estoy atormentado en esta llama. Pero Abraham le dijo: Hijo, acuérdate que recibiste ya tus bienes en tu vida, y Lázaro también males; pero ahora éste es consolado aquí, y tú atormentado. Además de todo esto, una gran sima está puesta entre nosotros y vosotros, de manera que los que quieran pasar de aquí a vosotros, no pueden, ni de allá cruzar a nosotros”. Aquí dice que Lázaro era consolado en el seno de Abraham, pero que el rico era atormentado en el Hades. Estando en el Hades el rico vio de lejos a Lázaro en el seno de Abraham. Esto nos muestra que una distancia grande los separaba; más aún, había una gran sima puesta entre ellos, de modo que no podían cruzar de un lado a otro. Sabemos que el rico estaba en el Hades. Ahora debemos preguntarnos dónde estaban Lázaro y Abraham.

  Para ello debemos ir a la Palabra para encontrar la respuesta. Génesis 25:8 dice: “Y Abraham expiró, y murió en buena vejez, anciano y lleno de días; y fue reunido a su pueblo”. Los versículos 34 y 35 del capítulo 37 dicen: “Entonces Jacob rasgó sus vestidos, puso cilicio sobre sus lomos y guardó luto por su hijo muchos días. Y se levantaron todos sus hijos y todas sus hijas para consolarlo; mas él rehusó ser consolado y dijo: Ciertamente descenderé enlutado al Seol, donde está mi hijo”. Luego 42:38 dice: “Pero él dijo: No descenderá mi hijo con vosotros, pues su hermano ha muerto, y él solo ha quedado; y si le acontece alguna desgracia en el camino por donde vais, haréis descender mis canas con dolor al Seol”. Por último, 47:29-30 dice: “Se acercaba ya para Israel el tiempo de morir, y llamó a su hijo José y le dijo [...] cuando me acueste con mis padres”. El abuelo de Jacob era Abraham, y el padre de Jacob era Isaac. Aquí, “cuando me acueste” significa cuando muera. Jacob dijo que su muerte equivalía a descender al Seol. También dijo que el tiempo de su muerte sería el tiempo cuando se acostaría con sus padres. Esto nos permite ver claramente que los espíritus de Abraham, Isaac y Jacob, y de los santos del Antiguo Testamento también, iban al Hades cuando morían.

  Probablemente se asusten cuando se hace mención de Hades y exclamen: “¡Uy, qué terrible es que una persona muera y se vaya al Hades! ¿No es eso lo mismo que ir al infierno?”. Por favor, no se asusten; no es tan sencillo. Si tenemos el tiempo, podemos leer todos los versículos del Antiguo Testamento en cuanto al Hades; entonces entenderemos esto más claramente. Muchos pasajes del Antiguo Testamento nos dicen claramente que Abraham, Isaac y Jacob, y todos los demás santos que recibieron la promesa, descendieron al Hades (el Seol) después de morir.

  En Lucas 16 el Señor dijo que después que Lázaro murió, su espíritu estaba en el seno de Abraham para ser consolado. Por lo tanto, él estaba en un lugar donde era consolado. Aunque descendió al Hades, el Hades donde estaba era diferente del “Hades” como comúnmente lo conoce la gente.

  Conforme a Lucas 16, el Hades claramente se divide en dos secciones. Entre estas dos secciones hay una gran sima que ha sido puesta de modo que los que están en una sección no pueden cruzar a la otra, y viceversa. Una sección es la sección de tormento, mientras que la otra es una sección de consuelo. La sección de tormento es para la gente del mundo que perece, mientras que la sección de consuelo es para los santos que son salvos. Esto es bastante claro.

  En cuanto al Hades, quisiera añadir algo más. ¿Qué es el Hades? El Hades es el lugar donde los espíritus incorpóreos, los espíritus que no tienen cuerpo, son guardados. Debemos saber que cuando un ser humano abandona su cuerpo y llega a ser simplemente un espíritu, eso es anormal. La Biblia dice que eso es como una persona que está desnuda, sin ropa. Hoy todos estamos sentados aquí en este salón de reunión. Si un hermano entrara aquí desnudo, ¿lo dejarían estar aquí de pie? Creo que todos lo enviarían a un cuarto pequeño, y le pedirían que espere allí por un momento, le darían algo de ropa y luego le dirían que salga una vez que se vista. Éste es un pequeño ejemplo. Cuando una persona muere, su espíritu se despoja de su cuerpo. El cuerpo de una persona es su vestido; un espíritu sin un cuerpo está desnudo. Por lo tanto, cuando alguien muere y se despoja de su cuerpo, llega a ser un espíritu incorpóreo. Esta condición es muy anormal. Es por esa razón que Dios ha preparado un lugar donde son guardados los muertos hasta el tiempo de su resurrección cuando se vestirán con un cuerpo. Este lugar de espera es el Hades. Todos los muertos —cuyos cuerpos han quedado en la tierra y sus espíritus, ya separados de sus cuerpos, han llegado a estar desnudos— van al Hades donde estarán esperando.

  Sin embargo, los espíritus de los que están en el Hades se dividen en dos grupos. Un grupo se compone de los que son salvos, y el otro de los que perecen. Por lo tanto, el Hades se divide en dos secciones, una para los espíritus que perecen y la otra para los espíritus que son salvos. Sin embargo, aunque se divide en dos secciones, como un todo se llama en la Biblia el Hades. Esto se debe a que independientemente de si son espíritus que son salvos o espíritus que perecen, todos ellos son espíritus incorpóreos; como tales, están desnudos y no deben ser vistos. Por esta razón, tienen que ser llevados a un lugar donde esperarán a que llegue el tiempo de la resurrección para ser vestidos con un cuerpo; todo se resolverá en ese entonces. Por consiguiente, el Hades se divide en dos secciones: una es un lugar de tormento, y la otra es un lugar de consuelo. Ambas secciones son llamadas el Hades. No debemos tener temor cuando escuchemos hablar del Hades, pues tiene más implicaciones de lo que nos imaginamos.

  Prosigamos a leer Lucas 23:42, que son las palabras que habló el ladrón que fue crucificado con el Señor y que fue salvo: “Jesús, acuérdate de mí cuando entres en Tu reino”. Este ladrón no conocía la verdad; pero debido a que había oído que el Señor Jesús sería el Rey y que recibiría un reino, esperaba que el Señor se acordara de él cuando viniera en Su reino. Aunque su oración fue muy confusa, la respuesta que le dio el Señor fue muy clara. El versículo 43 dice: “Entonces Jesús le dijo: De cierto te digo: Hoy estarás conmigo en el Paraíso”. Observen que el Señor no dijo: “Después de tres días estarás conmigo en el Paraíso”, sino que le dijo: “Hoy estarás conmigo en el Paraíso”. Eso por supuesto se refiere al día de la crucifixión del Señor. Por lo tanto, es evidente que el Paraíso es el lugar adonde el Señor fue después de Su crucifixión y antes de Su resurrección.

  Mateo 12:40 dice: “Porque como estuvo Jonás en el vientre del gran pez tres días y tres noches, así estará el Hijo del Hombre en el corazón de la tierra tres días y tres noches”. Ahora quisiera preguntarles esto: ¿es el Paraíso una mansión celestial? Si ustedes juntan estos dos pasajes de la Palabra, sabrán dónde está el Paraíso. Antes de ser crucificado, el Señor le dijo al ladrón que fue salvo: “Hoy estarás conmigo en el Paraíso”. Luego, del primer día al tercer día después de Su muerte, el Señor estuvo en el corazón de la tierra. Por lo tanto, esto nos muestra claramente que el Paraíso está en el corazón de la tierra. Quizás algunos dirán que cuando el Señor dijo que estaría tres días y tres noches en el corazón de la tierra se refería a que Su cuerpo sería sepultado en la tierra. Pero no es así, pues el texto griego aquí dice “el corazón de la tierra” y no se refiere al lugar debajo de la superficie de la tierra. Por lo tanto, no se refiere a la sepultura de Su cuerpo.

  Leamos otro pasaje, y después de esto nos quedará más claro que después de Su muerte el Señor estuvo en el Hades por tres días. Hechos 2:24-32 dice:

  Al cual Dios levantó, sueltos los dolores de la muerte, por cuanto era imposible que fuese retenido por ella. Porque David dice de Él: “Veía al Señor siempre delante de mí, porque está a mi diestra, para que yo no sea conmovido. Por lo cual mi corazón se alegró, y exultó mi lengua, y aun mi carne descansará en esperanza [una referencia a ser sepultado en la tumba, estando lleno de esperanza y en espera de la resurrección]; porque no abandonarás mi alma en el Hades, ni permitirás que Tu Santo vea corrupción. Me hiciste conocer los caminos de la vida; me llenarás de gozo con Tu presencia”. Varones hermanos, os puedo decir con franqueza del patriarca David, que murió y fue sepultado, y su sepulcro está con nosotros hasta el día de hoy. Por consiguiente, siendo profeta y sabiendo que con juramento Dios le había jurado que del fruto de sus lomos levantaría a uno para que se sentase en su trono, viéndolo antes, habló de la resurrección de Cristo, que no fue abandonado en el Hades, y Su carne no vio corrupción. A este Jesús resucitó Dios.

  Este pasaje claramente nos dice que después de la muerte del Señor y antes de Su resurrección, Su cuerpo fue sepultado en la tierra, pero Su espíritu y alma fueron al Hades. “Hoy estarás conmigo en el Paraíso”. “Así estará el Hijo del Hombre en el corazón de la tierra tres días y tres noches”. “No abandonarás mi alma en el Hades”. Cuando juntamos estos tres pasajes de la Palabra, de inmediato vemos claramente que el Paraíso adonde el Señor fue después de Su muerte es el corazón de la tierra en el Hades. Ese paraíso es el lugar donde Abraham está, el lugar en el Hades donde las personas salvas son consoladas. Aunque es el Hades, éste es un lugar de consuelo; es por ello que es el Paraíso.

  Ahora vemos claramente que el seno de Abraham está en el Paraíso, y que el Paraíso es la sección placentera del Hades, el lugar donde los hombres son consolados después que mueren. Esto lo reconocen los expositores ortodoxos de la Biblia en el cristianismo, e incluso lo reconocen algunos que dicen que los creyentes van a una mansión celestial después que mueren. Algunos dicen que los santos del Antiguo Testamento, los santos que murieron antes de la resurrección del Señor Jesús, fueron al Paraíso en el Hades, que incluso el Señor Jesús fue allí por tres días y tres noches, y que el ladrón que fue salvo también fue allí. Sin embargo, dicen que el día de la resurrección del Señor Jesús, la sección placentera —el Paraíso— fue trasladado al cielo por el Señor Jesús.

  La Biblia de Estudio Scofield dice algo al respecto. La nota de Lucas 16:23 separa el Hades en dos etapas: el Hades antes de la ascensión de Cristo y el Hades desde la ascensión de Cristo. Antes de la ascensión de Cristo, el Hades tenía dos secciones ocupadas por los que son salvos y por los que perecen, respectivamente, como hemos dicho antes. Al presente los muertos que no son salvos todavía son atormentados en el Hades mientras esperan el juicio final en el futuro. Pero, después de la ascensión de Cristo, los espíritus y las almas de los que son salvos fueron trasladados por el Señor Jesús del Paraíso al cielo. Por lo tanto, el Paraíso ahora está en el cielo donde está Dios. Los salvos que mueren hoy en la era de la iglesia abandonan su cuerpo para estar con el Señor. Por consiguiente, ellos están en el Paraíso en el cielo.

  ¿Es esta interpretación acertada? ¿Ha sido trasladado el Paraíso? ¿Ha sido trasladado del Hades al tercer cielo? Debemos estudiar este asunto. La base principal de aquellos que afirman que el Paraíso fue trasladado es Efesios 4. El versículo 8 dice: “Subiendo a lo alto, llevó cautivos a los que estaban bajo cautiverio, y dio dones a los hombres”. ¿Quiénes son “los que estaban bajo cautiverio”? ¿No son ellos (algunos preguntarán) las almas de los que fueron salvos en la era del Antiguo Testamento? Ellos fueron llevados cautivos al Hades por Satanás. Ellos fueron redimidos y no tenían que morir; no obstante, fueron llevados cautivos por Satanás por medio de la muerte. Ahora el Señor Jesús ha abolido la muerte y destruido al diablo, aquel que tiene el imperio de la muerte; así que por haber resucitado el Señor de los muertos, la muerte ya no tiene más poder sobre estos santos. Estas almas que habían sido llevadas cautivas por la muerte fueron capturadas de nuevo por el Señor. Los que sostienen esta clase de interpretación preguntan: “Puesto que estas almas han sido llevadas cautivas y regresan, ¿en qué lugar deben mantenerse?”. Sin lugar a dudas —afirman ellos— el Señor las llevó consigo al cielo.

  Esta clase de interpretación es descabellada. En cuanto al pasaje de la Palabra en Efesios 4, se libra un gran debate sobre la traducción. Los expositores de la Biblia que son expertos en el idioma griego han dicho que el significado aquí es que el Señor capturó el poder de captura del enemigo. Satanás, aquel que siempre lleva cautivas a las personas, tiene el poder de captura. Sabemos que el poder con que las captura es el poder de la muerte; la muerte es el poder con el cual Satanás captura a las personas. Según estos expositores, en el tiempo de la resurrección y ascensión del Señor, Satanás fue desarmado de su poder de muerte; su poder para capturar a las personas fue despojado y llevado cautivo por el Señor. Esto concuerda con el pensamiento de las Escrituras. Sin embargo, no importa cuál traducción usemos, meramente basarnos en Efesios 4 para afirmar que el Paraíso fue trasladado es realmente descabellado.

  Los que afirman que el Paraíso fue trasladado usan 2 Corintios 12 como su segunda base. Ellos dicen: “¿No se nos dice allí claramente que el Paraíso está en el tercer cielo?”. Ahora leamos 2 Corintios 12, comenzando con el versículo 1: “Es necesario gloriarse, aunque ciertamente no conviene; no obstante, vendré a las visiones y a las revelaciones del Señor”. Recuerden que el tema de este capítulo no es el Paraíso ni una mansión celestial, sino las visiones y revelaciones del Señor. “Conozco a un hombre en Cristo, que hace catorce años (si en el cuerpo, no lo sé; o fuera del cuerpo, no lo sé; Dios lo sabe) fue arrebatado hasta el tercer cielo. Y conozco al tal hombre (si en el cuerpo, o fuera del cuerpo, no lo sé; Dios lo sabe), que fue arrebatado al Paraíso” (vs. 2-4). Los que son de la opinión de que el Paraíso fue trasladado se basan firmemente en este pasaje. Ellos dicen: “Si el Paraíso no hubiese sido trasladado, ¿cómo puede estar en el tercer cielo? Cuando el Señor murió, es claro que el Paraíso estaba en el Hades, pero el Paraíso aquí está en el tercer cielo. ¿No indica esto que el Paraíso fue trasladado?”. Los versículos del 4 al 7 continúan: “Que fue arrebatado al Paraíso, donde oyó palabras inefables que no le es dado al hombre expresar. De tal hombre me gloriaré; pero de mí mismo en nada me gloriaré, sino en mis debilidades. Porque si acaso quisiera gloriarme, no sería insensato, porque diría la verdad; pero lo dejo, para que nadie piense de mí más de lo que en mí ve, u oye de mí. Y para que la excelente grandeza de las revelaciones no me exaltase desmedidamente, me fue dado un aguijón en mi carne [...] a fin de que no me enaltezca sobremanera”.

  Antes de empezar a exponer este pasaje, quisiera hacer esta pregunta: ¿Por qué el apóstol dice dos veces que él conocía a tal hombre, que si era en el cuerpo o fuera del cuerpo, no lo sabía, pero que Dios sí lo sabía? Con base en la traducción al chino, es difícil contestar esto; pero si ustedes estudian el texto original, de inmediato entenderán esto claramente. Hubo una palabra muy importante que fue omitida en la versión de la Biblia en chino: la conjunción y al comienzo del versículo 3: “Fue arrebatado hasta el tercer cielo. Y conozco al tal hombre [...] que fue arrebatado al Paraíso”. Aquí la frase fue arrebatado representa otro gran problema. Esta frase puede ser traducida: “fue llevado arriba” o “fue arrebatado”, como lo tienen algunas versiones del inglés. Según el contexto, resulta claro que la traducción que dice “fue llevado arriba al Paraíso” difícilmente es aceptable, porque implica ir de abajo hacia arriba.

  Además, un buen número de versiones ponen entre paréntesis “si en el cuerpo, o fuera del cuerpo, no lo sé; Dios lo sabe”, lo cual facilita la lectura, puesto que estas palabras son simplemente para dar énfasis. Ahora leamos este pasaje nuevamente de esta manera: “Conozco a un hombre en Cristo, que hace catorce años [...] fue arrebatado hasta el tercer cielo. Y conozco al tal hombre [...] que fue arrebatado al Paraíso”. Si lo leen de esta manera, no insistirán más en que el Paraíso está en el tercer cielo. Por ejemplo, yo sé que el hermano Chang estuvo sentado en el cuarto de los ancianos hace dos horas, y sé que ahora se encuentra sentado en este salón de reunión. ¿Dirían ustedes que este salón de reuniones es el cuarto de los ancianos? Yo creo que el tercer cielo es el tercer cielo y que el Paraíso es el Paraíso. Si el Paraíso y el tercer cielo fueran el mismo lugar, no habría necesidad de usar la conjunción y. Ya que se usa la conjunción y, éstos deben ser dos lugares diferentes. Ésta es una explicación lógica basada en el texto original.

  Tenemos que entender que aquí el apóstol no está diciendo que el Paraíso está en el tercer cielo. Aquí él está hablando de las revelaciones que él recibió. Las revelaciones que Dios le dio eran tan grandes que a él le fue mostrada la situación de todo el universo. Dios le mostró al apóstol Pablo todas las “historias” del universo en cuanto a Dios y el hombre.

  Las historias de Dios y el hombre en el universo ocurren en tres lugares: en el cielo, en la tierra y debajo de la tierra. En el cielo se refiere al tercer cielo, en la tierra ya todos sabemos, y debajo de la tierra se refiere al Hades, el lugar donde están los espíritus de las personas que han muerto. Todas las historias de Dios y del hombre en el universo ocurren en estos tres lugares. Filipenses 2:9-11 dice que cuando Dios exalte al Señor a lo sumo, los que están en el cielo, en la tierra, y debajo de la tierra doblarán sus rodillas, y todos confesarán públicamente que Jesucristo es el Señor. Por lo tanto, hay tres lugares distintos en el universo.

  Dios le dio al apóstol Pablo una gran revelación para que entendiera todo lo relacionado con Dios y el hombre. Debemos creer que Pablo entendía claramente lo relacionado con las cosas de la tierra; por lo tanto, lo que Dios necesitaba mostrarle eran las cosas del tercer cielo y las cosas del Paraíso, debajo de la tierra. Dios le dio una revelación completa llevándolo al tercer cielo para que echara allí un vistazo y después llevándolo al Paraíso debajo de la tierra para que también mirara las cosas allí. Fue por ello que Pablo dijo que él fue arrebatado al tercer cielo y que también fue arrebatado al Paraíso, donde oyó palabras inefables. Él era un hombre que estaba en la tierra, pero había estado en el cielo y también en el Paraíso debajo de la tierra. Por consiguiente, las revelaciones que él había recibido fueron en verdad sumamente grandes. Así pues, lo que el apóstol quiso decir aquí fue: “Yo soy una persona nacida en la tierra, pero fui arrebatado al cielo, y también fui arrebatado al Paraíso, que está debajo de la tierra. Conozco las cosas de la tierra, conozco las cosas del cielo y también conozco las cosas en el Paraíso debajo de la tierra. Por lo tanto, las revelaciones que recibí son grandes sobremanera”. Esto nos muestra que el Paraíso no está en el tercer cielo. Al contrario, si ustedes leen este pasaje cuidadosamente, verán que el tercer cielo está en el cielo y que el Paraíso está debajo de la tierra. Por lo tanto, después de la ascensión del Señor, el Paraíso no fue trasladado, sino que sigue estando debajo de la tierra. (Este Paraíso no es el mismo que se menciona en Apocalipsis 2:7. El primero está en el Hades mientras que el segundo es la Nueva Jerusalén venidera, porque en medio de él está el árbol de la vida).

  Prosigamos a leer Apocalipsis 6:9-11: “Cuando abrió el quinto sello, vi bajo el altar las almas de los que habían sido muertos por causa de la palabra de Dios y por el testimonio que tenían. Y clamaban a gran voz, diciendo: ¿Hasta cuándo, Señor, santo y verdadero, no juzgas y vengas nuestra sangre en los que moran en la tierra? Y a cada uno se le dio una vestidura blanca; y se les dijo que descansasen todavía un poco de tiempo, hasta que se completara el número de sus consiervos y sus hermanos, que habían de ser muertos como ellos”. Este pasaje de la Palabra dice que las almas de los que habían sido muertos por causa de su testimonio por el Señor, las almas de los mártires del Señor, estaban bajo el altar. El altar está en el atrio exterior del tabernáculo. Todos los estudiantes de la Biblia concuerdan en que el tabernáculo representa la tierra y el altar representa la cruz. La cruz no es algo que está en el cielo, sino algo que está en la tierra. Por lo tanto, las almas bajo el altar son las almas que están bajo la tierra. Esto nos muestra que para el tiempo de Apocalipsis 6, las almas de los mártires del Señor todavía estarán bajo el altar y que aún no habrán ido al cielo. Por lo tanto, esto también demuestra que incluso después de la ascensión del Señor, el Paraíso todavía estará bajo la tierra y que no habrá sido trasladado al cielo.

  Hechos 2:34 dice: “Porque David no subió a los cielos”. Los que son de la opinión de que el Paraíso fue trasladado al cielo dicen que para el tiempo de la resurrección y ascensión del Señor Jesús, Él trasladó el Paraíso del Hades a los cielos. No hay duda de que David debía estar en el Hades. Si el Paraíso hubiese sido trasladado a los cielos, David ciertamente también se habría ido al cielo. Sin embargo, incluso después de la ascensión del Señor, hasta el día de Pentecostés, Pedro se puso en pie y aún en ese entonces dijo que David no había subido a los cielos.

  Por lo tanto, quisiera decirles confiadamente a los hermanos y hermanas que hasta el día de hoy sólo una persona ha ascendido a los cielos, y esa Persona es Jesús de Nazaret. Tal vez algunos digan: “¿No ascendieron también a los cielos Elías y Enoc?”. Sin embargo, el Señor Jesús le dijo a Nicodemo: “Nadie subió al cielo, sino el que descendió del cielo; el Hijo del Hombre, que está en el cielo” (Jn. 3:13). Nunca había habido un hombre en el cielo. Ahora en el cielo hay un solo hombre, el Señor Jesús, quien murió y resucitó. Él no es un espíritu incorpóreo, sino un hombre perfecto que fue vestido con un cuerpo resucitado. La Biblia nos dice que David aún no ha subido a los cielos. Su cuerpo quedó en la tierra, y su alma está siendo consolada en el Paraíso, la sección placentera del Hades.

  Prosigamos ahora a leer 2 Corintios 5:1-3: “Porque sabemos que si nuestra morada terrestre, este tabernáculo, se deshace, tenemos de Dios un edificio, una morada no hecha de manos, eterna, en los cielos. Y en este tabernáculo también gemimos, deseando ser revestidos de nuestra habitación celestial; para que, estando así vestidos, no seamos hallados desnudos”. Aquí el tabernáculo terrenal se refiere a nuestro cuerpo, mientras que la morada eterna en los cielos se refiere a nuestro cuerpo resucitado, nuestro cuerpo transfigurado, el cual será arrebatado. Permítanme que les haga esta pregunta: ¿está Pablo revestido de este cuerpo resucitado? ¿Y Pedro? ¿Y qué dirán de todos los que fueron salvos y murieron a través de los siglos? Es claro que ninguno de ellos ha sido revestido de un cuerpo resucitado. ¿Qué sucedería si fuesen hallados desnudos? Como dijimos anteriormente, los espíritus incorpóreos son anormales. Por lo tanto, los que han muerto y no han resucitado no pueden ser llevados a los cielos. Los espíritus incorpóreos, que todavía portan el olor de la muerte, no pueden estar en los cielos. Dios los puso en otro lugar donde serán consolados y esperarán a ser revestidos de un cuerpo resucitado.

  Por esta razón, Pablo dijo: “Y en este [tabernáculo] también gemimos, deseando ser revestidos de nuestra habitación celestial; para que, estando así vestidos, no seamos hallados desnudos. Porque asimismo los que estamos en este tabernáculo gemimos abrumados; porque no quisiéramos ser desnudados, sino revestidos” (vs. 2-4a). Ser desnudado significa morir, y ser revestido significa ser transfigurado. El deseo de Pablo no era que no fuese desnudado, sino revestido, esto es, que lo mortal fuese absorbido por la vida (v. 4b).

  Creo que ahora los hermanos y hermanas entienden esto más claramente. Sin embargo, hay otros dos versículos en las Escrituras que fácilmente suscitan discusiones y, por tanto, merecen nuestra atención. Uno es Filipenses 1:23. Allí Pablo dice que él tenía el “deseo de partir y estar con Cristo, pues esto es muchísimo mejor”. Basados en este versículo, algunos han dicho: “Si esto no se refiere a ir a una mansión celestial, ¿entonces a qué se refiere? Usted dice que los creyentes están en el Hades después que mueren, pero Pablo dijo que cuando los creyentes mueren están con Cristo y que esto es muchísimo mejor. ¿Cómo explica usted esto? ¿Puede alguien estar con Cristo y al mismo tiempo no estar en la mansión celestial?”

  Ésta es nuestra respuesta: una persona puede estar con el Señor sin ir a una mansión celestial. Estar con el Señor es una cuestión relativa, y no absoluta. Incluso hoy en día, nosotros estamos con el Señor. Por lo tanto, aquí se refiere a una cuestión de grado. No podemos usar el hecho de que una persona está con el Señor para concluir que ella está en una mansión celestial. A fin de sacar una conclusión con respecto a este asunto tenemos que volver a las palabras de toda la Biblia.

  Todos sabemos que nuestro cuerpo es físico y que nuestro espíritu es espiritual. Mientras nuestro espíritu está en nuestro cuerpo, estamos en el mundo físico. Ahora, si bien tenemos la presencia del Señor en nuestro espíritu, esta presencia es muy limitada debido a la restricción del mundo físico. Sin embargo, después que muramos y seamos liberados del mundo físico, llegaremos a ser, por un lado, espíritus incorpóreos, pero por otro seremos liberados de la restricción del mundo físico y entraremos en el mundo espiritual. Para entonces, obviamente estaremos con el Señor mucho más cerca que en el mundo físico.

  Por lo tanto, estar con el Señor no sirve para demostrar que estaremos en una mansión celestial con el Señor. Lo que esto quiere decir es que partiremos del mundo físico y entraremos en un mundo espiritual para disfrutar aún más el estar con el Señor. Permítanme usar el siguiente ejemplo. Hoy todos estamos en China, pero quizás el próximo mes ustedes vayan a los Estados Unidos. En los Estados Unidos hay muchas ciudades, como por ejemplo, Nueva York y San Francisco. Aunque usted esté en los Estados Unidos, es posible que no esté en Nueva York, sino en San Francisco. En términos generales, usted está en los Estados Unidos; pero hablando específicamente, usted está en uno de los muchos lugares de los Estados Unidos. De la misma manera, cuando partimos del mundo físico y entramos en el mundo espiritual, eso no necesariamente significa que estemos en un lugar específico.

  Otro versículo de las Escrituras es 1 Tesalonicenses 4:14, que dice: “Porque si creemos que Jesús murió y resucitó, así también traerá Dios con Jesús a los que durmieron por medio de Él”. Algunos tal vez respondan y digan: “Usted dice que las personas salvas que murieron no se fueron al cielo, pero aquí dice claramente que el Señor Jesús los traerá consigo a Su venida. Cuando el Señor Jesús regrese, ¿no va a venir Él del cielo? Por lo tanto, según este versículo, hoy ellos ya están con el Señor en el cielo”.

  Para resolver este problema, quisiera pedirles que lean el texto del siguiente versículo: “Por lo cual os decimos esto en virtud de la palabra del Señor: que nosotros que vivimos, que habremos quedado hasta la venida del Señor, no precederemos a los que durmieron. Porque el Señor mismo con exclamación de mando, con voz de arcángel, y con trompeta de Dios, descenderá del cielo” (vs. 15-16a). Sin lugar a dudas, cuando el Señor regrese, Él vendrá del cielo. El versículo 16 concluye, diciendo: “Y los muertos en Cristo resucitarán primero”. Aquí el texto griego dice “se levantarán”, no “resucitarán”. Tengan en cuenta que el versículo 14 dice que ellos serán traídos con el Señor Jesús, mientras que este versículo dice que ellos “se levantarán” primero. El versículo 17 dice: “Luego nosotros los que vivimos, los que hayamos quedado, seremos arrebatados juntamente con ellos en las nubes al encuentro del Señor en el aire, y así estaremos siempre con el Señor”.

  Creo que al leer estos versículos, ustedes, hermanos y hermanas, entenderán claramente que cuando el Señor regrese, los que durmieron en el Señor (los que están muertos) se levantarán primero, y entonces ellos serán arrebatados junto con los creyentes que estén vivos. Si los creyentes que han muerto ya estuvieran en el cielo esperando a que el Señor los traiga con Él a Su regreso, ¿aún necesitarían ser levantados? Eso no implicaría el hecho de subir, sino de descender.

  El significado verdadero de este pasaje de la Palabra es que, hasta el tiempo de la venida del Señor, los cuerpos de todos los santos que murieron todavía estarán dentro de la tierra, y sus espíritus estarán en el Paraíso, en el corazón de la tierra. Por ello, cuando el Señor Jesús descienda del cielo en Su segunda venida, sus cuerpos se levantarán de la tierra, y sus espíritus también saldrán del Paraíso en el Hades para ser revestidos de un cuerpo resucitado. Entonces ellos, junto con los santos que aún viven y hayan sido transfigurados, serán llevados arriba a las nubes para ir al encuentro del Señor. Como pueden ver, aquí todavía dice que ellos van al encuentro del Señor. Esto también demuestra que ellos no se han encontrado con el Señor antes de Su venida.

  Aquí dice que Dios los traerá con Jesús. Eso tampoco es difícil de entender. Cuando el Señor Jesús regrese, ése será también el tiempo de la resurrección de los creyentes que murieron, y, por tanto, ellos también vendrán con el Señor Jesús. Cuando el Señor Jesús regrese, ése será también el momento en que ellos vendrán. A la venida del Señor Jesús, así como Dios traerá al Señor Jesús, traerá también con Él a los creyentes que han muerto. Estas cosas nos aportan aún menos prueba de que los creyentes que han muerto están con el Señor Jesús en el cielo. Supongamos que su padre está en los Estados Unidos y que su madre está en Japón. El día en que su padre regrese, su madre también regresará con él. ¿Es el hecho de que regresen juntos una prueba de que su madre estaba en el mismo lugar que su padre? La respuesta es obvia.

  Además, aquí dice claramente que el Señor Jesús y los creyentes que han muerto están en dos lugares. Por un lado, dice que el Señor Jesús descenderá del cielo y, por otro, dice que Él vendrá con los creyentes que murieron. Él no descenderá inmediatamente a la tierra, sino que primero descenderá al aire, y entonces los creyentes que han muerto se levantarán de la tierra para ser resucitados y transfigurados, y entonces ellos serán llevados arriba a las nubes junto con los creyentes que viven, para ir al encuentro del Señor. Por consiguiente, ustedes pueden ver las dos venidas de dos direcciones. El Señor Jesús descenderá de los cielos, y los creyentes que han muerto se levantarán y saldrán de la tierra.

  Creo que ahora los hermanos y hermanas deben tener claro que hoy los creyentes que han muerto todavía están en el Paraíso, en el corazón de la tierra, aguardando la venida del Señor. Cuando el Señor regrese, ellos se levantarán del corazón de la tierra y serán revestidos de un cuerpo resucitado para llegar a ser una persona completa. Ese día, delante de Dios, ellos serán completamente librados de la muerte, revestidos de un cuerpo glorioso, y llevados arriba a los cielos para estar siempre con el Señor. Sin embargo, no olviden que el arrebatamiento a los aires en aquel tiempo será algo transitorio, pues la Nueva Jerusalén descenderá del cielo (Ap. 21:2). Por lo tanto, nuestra morada eterna no es el cielo.

PALABRAS DE CONCLUSIÓN

  Es imprescindible ver que la morada que Dios nos ha preparado en la salvación que Él efectúa no está en el cielo. La morada que Dios nos ha preparado es Dios mismo. Dios desea salvarnos para introducirnos en Él mismo, de modo que le tomemos como nuestra morada. A diferencia del cristianismo degradado y deformado de hoy, Dios no le da mayor importancia a una mansión celestial. En el texto original de la Biblia, tenemos cielo, y no “mansión celestial”. En la versión de la Biblia en chino, la frase mansión celestial se menciona dos veces, una vez en Hebreos 9:24 y otra vez en 1 Pedro 3:22. En ambos lugares el texto original dice “cielo”. El cielo se menciona muchísimas veces en las Escrituras, pero no sé por qué los traductores de la versión de la Biblia en chino tradujeron esta palabra “mansión celestial” en estos dos pasajes específicos. La frase mansión celestial es una expresión que se usa en el budismo. En las santas Escrituras sólo tenemos el cielo, que es el tercer cielo, la morada actual de Dios. Un día todos los creyentes que han muerto serán resucitados, y los que aún viven serán transfigurados, y todos ellos serán revestidos de un cuerpo glorioso y estarán con el Señor. Después, la Nueva Jerusalén descenderá del cielo, y Dios morará con nosotros en la Nueva Jerusalén por la eternidad. Por consiguiente, la Nueva Jerusalén será la morada eterna de Dios y nosotros.

  Esto es un asunto misterioso que no podemos comprender cabalmente. Nuestra morada es Dios mismo, y la morada de Dios son los salvos. Si ustedes leen Apocalipsis 21, verán que una ciudad está allí, pero no vemos a las personas que moran en ella, porque los moradores son la ciudad misma. Pedro es uno de los cimientos, y también lo es Juan. Los doce apóstoles son los doce cimientos. Por lo tanto, ustedes pueden ver que los que moran en la ciudad son la ciudad misma. Dios es nuestra morada, y nosotros también somos Su morada.

  Que Dios tenga misericordia de nosotros para que veamos que el deseo de Dios es salvarnos para introducirnos en Él mismo a fin de que le tomemos como nuestra morada. Al mismo tiempo, Dios también desea morar en nosotros y tomarnos como Su morada eterna. Por consiguiente, ya sea que estemos en esta tierra o en el Paraíso, eso es algo temporal. Así como la tierra es un lugar donde peregrinamos, del mismo modo, el Paraíso en el Hades es un lugar donde recibimos consuelo temporalmente. Incluso el día en el que seamos revestidos de un cuerpo glorioso y seamos arrebatados a los aires, será pasajero. Nuestra morada eterna es la Nueva Jerusalén, la cual es producida mediante la mezcla de Dios y el hombre.

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