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Mensajes del libro «Busqueda del cristiano, La»
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CAPÍTULO DOS

CUATRO COSAS QUE POSEE UN CRISTIANO

  Después de que un cristiano es salvo, debe tener al menos cierto conocimiento en cuanto a algunos asuntos fundamentales: primero, Cristo; segundo, la Biblia; tercero, la iglesia; y cuarto, los cristianos. Además de conocer a Cristo, la Biblia y la iglesia, un buen cristiano también debe entender claramente lo que es un cristiano, cómo ser un cristiano, y qué clase de vida debe llevar un cristiano. Por lo tanto, podemos afirmar que Cristo, la Biblia, la iglesia y los cristianos son cuatro cosas que posee un cristiano. Estas cuatro cosas son indispensables.

  Un cristiano no tiene estas cosas simplemente en su mente; al contrario, él posee estas cuatro cosas porque el Señor Jesús vive en él. Muchos no tienen claridad en cuanto a este punto y, por tanto, no saben lo que es un cristiano. Un cristiano es el hombre más Dios. Los cristianos no sólo poseen el elemento humano; su elemento es el hombre más Cristo. Sólo aquellos a quienes se les ha añadido Dios se llaman cristianos. La diferencia fundamental entre los cristianos y los que no lo son, estriba únicamente en los elementos que están en su interior. Una persona que no es un cristiano es alguien simplemente humano, sino que es solamente un ser humano. Sin embargo, un cristiano, no es simplemente un ser humano, sino que tiene a Cristo, el Encarnado, en su interior.

  Todos sabemos que la iglesia como el Cuerpo de Cristo es el agrandamiento del principio establecido por Cristo y que los cristianos son los constituyentes de la iglesia. Todo cristiano es un miembro del Cuerpo, y el Cuerpo es la suma total de todos los miembros. Por consiguiente, desde la perspectiva del Cuerpo, su elemento es el agrandamiento de Cristo; desde la perspectiva de los miembros, su elemento también es Cristo. El elemento de la iglesia es el agrandamiento del principio de Cristo. El principio de Cristo es Dios añadido al hombre. Por lo tanto, los cristianos son aquellos que tienen a Cristo dentro de ellos. Si una persona se llama cristiano pero no tiene a Cristo como el elemento en su ser, entonces es sólo un cristiano de nombre pero no un cristiano en realidad.

UN CRISTIANO ES UNA PERSONA QUE TIENE A CRISTO EN SU INTERIOR

  Un cristiano es alguien que tiene a Cristo en su interior. La palabra griega traducida “cristiano” es cristianós, una palabra que se deriva del latín. El sufijo ianós significa “partidario de alguien” y se aplicaba a los esclavos de las grandes familias del Imperio Romano. Más tarde, algunos empezaron a llamar a los seguidores de Cristo cristianoi (cristianos), partidarios de Cristo. Hablando con propiedad, los cristianos son simplemente “Cristo-hombres”, esto es, los que pertenecen a Cristo.

  La mayoría de las personas piensan que ser un cristiano es ser un discípulo de Cristo, así como un confucionista es un discípulo de Confucio y un socrático es un discípulo de Sócrates. En realidad, ser un discípulo de Confucio o de Sócrates es diferente de ser un discípulo de Cristo Jesús. Todos aquellos que desean seguir a Cristo y ser Sus discípulos deben tener a Cristo en ellos. Únicamente aquellos que tienen a Cristo pueden ser discípulos Suyos. Si no tenemos la vida de Cristo, no podremos aprender a Cristo. Pero si tenemos Su vida, entonces podremos ser Sus discípulos y aprender de Él. Los discípulos de Cristo son aquellos que tienen a Cristo en su interior como su vida, su poder, sus preferencias y su todo. Tales personas son la expresión de Cristo.

  Por consiguiente, un cristiano es alguien que contiene a Cristo. Si una taza no contiene té, no podemos llamarla una taza de té; de hecho, sería un engaño llamarla así. Un cristiano es un Cristo-hombre, un hombre que tiene a Cristo. Durante la guerra, conocí a un hermano francés que hablaba un poco de mandarín. El día en que nos conocimos, la persona que nos presentó me dijo: “Éste es un hermano francés”. El hermano de Francia de inmediato respondió: “No soy francés, sino un ciudadano del reino celestial”. Por supuesto, una persona salva es un ciudadano del reino celestial. Sin embargo, esto es simplemente un conocimiento objetivo. Debemos saber que simplemente somos como tazas de té y que tenemos a Cristo en nosotros como el té. De manera que cuando otros nos vean, aunque por fuera seamos simplemente “tazas”, sin ningún sabor, después de que beban unos cuantos sorbos de nosotros, habrán bebido a Cristo como el “té”.

  Todos aquellos que no tienen a Cristo no pueden ser un Cristo-hombre. Si alguien dice ser un Cristo-hombre pero no tiene a Cristo en su interior, entonces es el engañador más grande del mundo. Es como si una persona que no tiene dinero dijera: “¡Soy un hombre adinerado! ¡Soy muy rico!”. Hoy en día sucede lo mismo en el cristianismo; muchos no tienen a Cristo en su interior, y aun así, se hacen llamar cristianos. Entonces, ¿cómo debe conducirse una persona que tiene a Cristo en su interior, y cómo debe vivir? La respuesta es muy sencilla. En todas las cosas debe inquirir al Señor y tener comunión con Él. Especialmente los nuevos creyentes deben poner esto en práctica. Todos los días, al relacionarse usted con los demás, ya sea con su esposa o con los hermanos y hermanas de la iglesia, debe preguntar constantemente: “Señor, ¿estás contento con lo que voy a hacer? ¿Te agrada lo que voy a decir?”. Estas palabras son muy sencillas pero a la vez muy preciosas.

  Puesto que hemos sido salvos y hemos llegado a ser Cristo-hombres, a menudo debemos preguntarnos en nuestra vida diaria: “Cuando digo esta palabra, ¿le agrada al Cristo que está en mi interior? Cuando hago esto, ¿se siente contento el Cristo que está en mí?”. Dos personas, antes de casarse, son independientes la una de la otra. Cada una puede decidir a su antojo a qué hora levantarse, a qué hora acostarse, qué va a comer y cuándo va a llegar a casa. No son controlados por otra persona. Pero una vez que se casan, deben preocuparse por el sentir de su cónyuge. La esposa debe considerar si su esposo se sentirá contento si ella llega tarde a casa y si le agrada la ropa que viste; asimismo, el esposo debe tener en cuenta a su esposa con respecto a los mismos asuntos. Si esto es así en la relación matrimonial, ¿cuánto más lo debe ser en nuestro andar y vivir, ahora que el Señor ha entrado en nosotros y se ha unido a nosotros?

UN CRISTIANO TIENE A CRISTO

  En primer lugar, una persona que es cristiana debe tener a Cristo. Una vez que tenemos a Cristo, siempre debemos consultar con el Señor, buscando Su aprobación en todo lo que hacemos en nuestra vida diaria. Esto es necesario porque cuando tenemos a Cristo, nosotros lo representamos a Él en todo lo que hacemos. Es muy importante que Él esté contento y que nos dé Su aprobación. Recuerden que el hecho de que el Señor esté en nosotros es una gran protección para nosotros y es nuestra inmensa sabiduría. Todos los verdaderos cristianos pueden testificar que muchas veces mientras le consultaban algo al Señor, en su interior recibían sabiduría, iluminación y la presencia del Señor. Muchas personas insensatas cometen actos de necedad porque no le prestan atención al Señor, quien vive en ellos, y únicamente buscan satisfacer sus propias preferencias y deseos. Una persona es insensata si actúa independientemente del Señor y aparte de Él. Sin embargo, obtendrá sabiduría si está dispuesta a olvidarse de sí misma y a preguntarle al Señor: “¿Quieres que haga esto? ¿Estarías contento si no lo hago?”.

  En la generación torcida actual y en esta época en que la situación de la iglesia es tan oscura, una persona que desee servir a Dios apropiadamente encontrará muy difícil tomar una decisión cada vez que se encuentre con algún problema. Es como si casi todos los días se encontrara en una encrucijada o en un dilema. Su única salvación es orar sin cesar y preguntar: “Señor, ¿qué camino prefieres Tú? Señor, ¿es esto lo que te agrada?”. Puedo testificar que a veces durante toda la noche, aunque estaba acostado en mi cama, mi corazón estuvo delante del Señor. A fin de resolver una situación difícil estuve delante del Señor toda la noche, preguntándole: “Señor, ¿estarás contento si tomo esta decisión? ¿Te sentirías más contento si decido hacer algo distinto?”. En muchas ocasiones la respuesta del Señor ha sido: “No estoy contento”, pero otras veces me ha dicho: “Me siento contento”.

  A muchas personas les resulta difícil creer que Dios existe, pero para nosotros es aún más difícil creer que no existe. En los pasados días, un hermano que es albañil estuvo reparando mi casa. Un día le pregunté: “Tú trabajas, y has estado haciendo esto todos los días. ¿Es esto lo que quieres hacer en tu vida?”. Después de suspirar, dijo: “Yo trabajo porque soy pobre, pero sería muy bendecido si fuera rico”. Le dije: “Tú en realidad no conoces a Cristo. El dinero no es necesariamente una bendición. Ser rico no necesariamente significa ser bendecido. Nosotros somos cristianos. Únicamente los que tienen a Cristo son bendecidos”. Lamentablemente, son muchas las personas que, siendo cristianas y teniendo a Cristo en ellas, viven como si no tuvieran a Cristo debido a que no tienen lo suficiente de Él. No le llevan al Señor ninguno de sus problemas. Pareciera que fuera lo mismo tener o no tener al Señor.

  Hubo una pareja que recientemente se había casado, y el esposo empezó a quejarse de su esposa ante los demás, diciendo: “No hay nadie como ella. Se va adonde quiere y hace lo que le place; a ella no le importa en lo más mínimo lo que yo pienso”. Muchos cristianos son así. Con respecto a ellos, prácticamente no hay ninguna diferencia entre tener a Cristo y no tenerlo, pues hacen lo que les place, e ignoran completamente el hecho de que Cristo existe. Aunque tienen a Cristo en su interior, no le prestan ninguna atención. Dicen lo que les agrada, se comportan diplomáticamente como les place y tratan a los demás como se les antoja; parece que no les importara en lo más mínimo cómo se siente Cristo. La única diferencia entre ellos y los incrédulos es que los incrédulos se comportan desenfrenadamente y de forma abierta, mientras que ellos, como son cristianos, se preocupan por su prestigio y por ello no se comportan desenfrenadamente sino de manera oculta. Sin embargo, recuerden que nosotros, los que tenemos a Cristo, no debemos tomar la moralidad como nuestra norma de conducta, sino a Cristo, debido a que la norma de Cristo es mucho más elevada que la norma de la moralidad. Muchas veces lo que la moralidad nos permite hacer, Cristo no nos lo permite. Por lo tanto, espero que todos aprendamos a consultar al Señor. Incluso al escoger la ropa que vamos a vestir, debemos aprender a consultarle al Señor. Esto es lo que realmente significa permitir que Cristo reine en nosotros.

UN CRISTIANO TIENE LA BIBLIA

  En segundo lugar, un cristiano ciertamente tiene la Biblia. Lamentablemente, muchos tienen la Biblia en sus manos o en sus estantes pero no en sus corazones. Algunos han sido salvos por muchos años, pero sólo han leído hasta el capítulo 20 de Génesis en el Antiguo Testamento o hasta el capítulo 2 de Mateo en el Nuevo Testamento. Un día les dije a unos cristianos que Mateo 28 dice que el Señor Jesús resucitó y que el capítulo 29 dice que Él ascendió a los cielos, y todos asintieron con la cabeza. Entonces les dije: “¡Qué lástima! La Biblia de ustedes es diferente de la mía. La de ustedes tiene 29 capítulos en el Evangelio de Mateo, mientras que la mía tiene sólo 28”. Entonces se quedaron mirándome sorprendidos. Esto muestra que muchos cristianos no tienen la Biblia en su ser debido a que no la leen.

  Además de Cristo, los cristianos necesitan tener la Biblia, y tienen que leerla diligentemente. Dios nos mostró Su misericordia al darnos, no sólo a Su Hijo unigénito, sino también al darnos la Biblia. Por lo tanto, además de Cristo, tenemos la Biblia. En el universo además de nuestro querido Señor, nada es más precioso que la Biblia. Todos los que somos Cristo-hombres debemos siempre meditar en las palabras de la Biblia a fin de ser sabios para salvación, y ser resguardados y protegidos. Espero que todos los que valoran las palabras del Señor dediquen tiempo para leer la Biblia y aprendan a consultarlo todo con la Biblia para averiguar qué es lo que ella dice.

  Cierto colaborador fue muy usado por Dios porque desde joven él se consagró a Dios para hacer absolutamente todo conforme a la Biblia. Él dijo: “De ahora en adelante no pertenezco al mundo, ni tampoco pertenezco a ningún hombre. Yo simplemente quiero agradar a Dios; así que no haré nada que no le agrade”. En la Biblia él leyó algo acerca de cómo uno debe vestirse pero no pudo encontrar nada acerca de usar sombreros. Por consiguiente, sin importar cuán frío estuviera el clima, él no se ponía sombrero. Esto puede parecer una broma; pero en principio, es correcto. Sin embargo, no deben malentender esto y pensar que les estoy diciendo que no se pongan sombreros. Lo que este hermano hizo indica el absoluto respeto que le tenía a la Biblia.

  El principio del vivir cristiano no se basa en lo que dicen los hombres, sino en lo que dice la Biblia. Si encontramos el principio del vivir cristiano en los ejemplos y modelos que se encuentran en la Biblia, sabremos cómo conducirnos en nuestra vida familiar y en nuestra vida social. Por lo tanto, en nuestra vida diaria, en los asuntos grandes y pequeños, debemos escudriñar la Biblia para ver qué dice de las cosas que debemos hacer. Las personas más bendecidas y sabias son aquellas que conocen la Biblia. La Biblia es el libro que mejor puede alumbrar a las personas en el mundo. Todos tenemos muchos problemas que no podemos resolver, pero una vez que los traemos a la Biblia, se resuelven fácilmente.

UN CRISTIANO TIENE LA IGLESIA

  Tercero, un cristiano tiene la iglesia. La iglesia se refiere a la iglesia que ha sido recobrada a su condición original, a la condición de la iglesia primitiva donde las cosas no se hacían según los métodos humanos, sino conforme a la Biblia. Un cristiano no puede ser cristiano a solas; necesita estar en la iglesia y tener la vida de iglesia. Si un árbol está solo en una montaña, no será fácil que permanezca; pero si crece en medio de un bosque denso, no se caerá fácilmente. A Satanás le encanta ver que los cristianos están aislados. Un cristiano normal en una localidad debe tomar el terreno de esa localidad como la esfera en la cual se reúne y sirve con los santos de ese lugar. Mientras dichos santos se reúnan conforme a la Biblia y a la práctica de la iglesia primitiva, ellos representarán a la iglesia de esa localidad. Por lo tanto, todos los cristianos de esa localidad deberán estar incluidos. Así pues, cuando tengamos problemas, debemos consultar no sólo al Señor y a la Biblia, sino también a los santos. Debemos considerar los asuntos con ellos para hallar soluciones, ya sea en las reuniones de la iglesia o en una comunión privada. Esto ciertamente es una gran protección y una verdadera ayuda para nosotros.

  Algunas veces, debido a que la iglesia es grande, no es fácil para los hermanos que toman la delantera tomar decisiones en asuntos relacionados con los hermanos y hermanas. Normalmente, cuando alguien tiene un problema prefiere buscar el consejo de personas que sean íntegras. En la iglesia nosotros somos muy bendecidos de que el Señor nos haya provisto con un grupo de creyentes devotos. Si alguien de la iglesia en Taipéi piensa ir a Taichung, debe preguntar dónde se reúne la iglesia en Taichung. Debe ir únicamente al lugar donde están Cristo, la Biblia y la iglesia. La iglesia es una gran ayuda para nosotros. A veces nos parece que las reuniones son demasiado largas y aburridas, y no nos damos cuenta de que en realidad son una gran bendición para nosotros. Otras veces cuando estamos lejos de casa, no tenemos la oportunidad de reunirnos con los santos para tener comunión y partir el pan con ellos, y nos sentimos vacíos interiormente; ciertamente extrañamos a los santos y anhelamos partir el pan con ellos. Este sentimiento es semejante al que tenemos cuando estamos escasos de alimento. Todos los días comemos, pero no nos damos cuenta de lo preciosa que es la comida hasta que nos toca aguantar hambre por tres días. Cuando tenemos hambre, no somos exigentes con la comida; en esos momentos todo nos sabe delicioso.

  Si nos pusieran en un lugar donde no hay iglesia, después de un mes de estar sin Cristo y de dos meses de estar sin otros cristianos, tendríamos el sentir de que estamos en el lugar más miserable. A veces un simple ágape donde podemos comer y tener comunión con otros santos nos transmite una sensación muy dulce. Esto es lo que la iglesia nos provee. Tal vez algunos digan que pueden reunirse por su propia cuenta en su casa. Y puede ser cierto, pero el sabor será diferente porque la iglesia no está presente. Recuerden que la iglesia es un asunto extremadamente crucial y nos imparte un tremendo suministro. Permítanme ponerme de ejemplo. Yo soy una persona que habla por Dios. Si ustedes me mandaran a una montaña por un mes, al regresar ya no tendría nada que predicar. Sin embargo, estando en la iglesia, después de que les hablo hoy, tendré más de qué hablarles mañana, y después de mañana, tendré aún más de qué hablarles pasado mañana. Nunca se me agotan las palabras porque en la iglesia encuentro una fuente muy rica.

  Todos aquellos que hablan por Dios saben lo preciosa que es la iglesia. Todas las riquezas de la iglesia provienen de la iglesia y son infundidas nuevamente en la iglesia. Los que recientemente han sido salvos no entienden esto completamente, pero todos los santos que han experimentado la vida de iglesia tienen esta clase de experiencia. Muchas veces no sabemos qué decir ni qué hacer pero por medio de la iglesia y por estar unidos al Espíritu que está en nosotros, tenemos las palabras y la dirección para proseguir. Por lo tanto, cada vez que tocamos el tema de la iglesia, tocamos un asunto extremadamente crucial; esto afectará el camino que tomemos por el resto de nuestra vida cristiana.

UN CRISTIANO TIENE COMPAÑEROS CRISTIANOS

  Cuarto, además de Cristo, la Biblia y la iglesia, un cristiano necesita a otros cristianos. Esto significa que un cristiano debe tener por lo menos a dos hermanos o hermanas como compañeros espirituales. Como cristianos, no debemos ser independientes unos de otros; en lugar de ello, debemos tener siempre seis o siete compañeros espirituales. Entre ellos, algunos deben ser físicamente mayores que nosotros mientras que otros deben ser mayores que nosotros en términos espirituales; ellos deben ser nuestros mejores amigos a lo largo de nuestra vida. Nuestro crecimiento delante del Señor depende de su ayuda y apoyo. Hace poco un hermano mayor partió a la presencia del Señor. Aunque nos habíamos conocido por veinte años, no teníamos una amistad mundana; al contrario, vivimos delante del Señor teniendo un aprecio mutuo. Mientras él vivía, cada vez que me pasaba algo importante, siempre le consultaba; asimismo, él me consultaba todo. Hubo muchas ocasiones cuando yo prefería conversar las cosas con él en vez de mi esposa; y de la misma manera, él hablaba conmigo sobre cosas que no necesariamente le contaba a su esposa. Al consultarnos el uno al otro, ciertamente experimentamos la presencia y la bendición del Señor. El Señor es testigo de que gran parte de mi tiempo delante del Señor lo pasé con este hermano.

  Todo cristiano necesita tener compañeros espirituales. En la iglesia un hermano debe buscar como compañeros espirituales a uno o dos hermanos, mientras que una hermana debe buscar a una o dos hermanas. Sin embargo, debemos estar alertas para que dicha relación no se convierta en una simple amistad o relación social. El amor es apropiado, pero no la intimidad. Aunque la intimidad no es pecado, recuerden que la intimidad trae muerte a nuestro espíritu y nos hace perder la presencia del Señor. Perdónenme por decirles que especialmente las hermanas tienden a sobrepasar el límite en su mutuo contacto y comunión, y a veces llegan al punto en que pierden su simplicidad en el Señor. No se olviden que debe haber un límite: la cruz. Una vez que ustedes sobrepasen ese límite, y su relación con los santos se convierta en una amistad, deben abandonar dicha relación. Sin embargo, es una necesidad que un cristiano tenga a otros cristianos como compañeros espirituales, así como Moisés tuvo a Josué, David a Jonatán y Daniel a sus tres compañeros. En el Nuevo Testamento, Pedro tuvo a Jacobo, y Pablo tuvo a Timoteo; todos ellos tuvieron compañeros en el Señor. Asimismo, todo cristiano debe tener algunos compañeros espirituales en la iglesia. Entonces será un cristiano fuerte, gozoso y apropiado.

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