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Mensajes del libro «Carácter»
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CAPÍTULO DOS

ENTENDER EL CARÁCTER

LA IMPORTANCIA DEL CARÁCTER

  Si consideramos que nuestras palabras representan nuestra persona, entonces nuestro carácter es nuestra persona misma. La utilidad de una persona, las cosas que se le pueden confiar, las responsabilidades que pueda asumir y las cosas que es capaz de lograr dependen por completo de su carácter. Un carpintero determina el uso de la madera basado en su calidad. La pereza arruina la utilidad de una persona. Por consiguiente, el carácter tiene mucho que ver con el servicio del Señor. Consideren las personas en la Biblia que Dios usó. Dios pudo usarlas debido a que poseían un carácter que era apropiado para Su uso. Su carácter era simplemente su persona misma. Llegaron a ser personas útiles a Dios debido a que su carácter pudo ser usado por Él. Debido a que Abraham, Moisés y Pablo, tenían un carácter excelente, Dios los usó grandemente. El destino de nuestra utilidad al Señor depende de nuestro carácter. La compatibilidad de nuestro carácter humano determina cuán útiles seamos delante de Dios.

LA CONSTITUCIÓN DEL CARÁCTER

  Nuestro carácter está constituido de nuestra naturaleza innata más los hábitos que hemos adquiridos. La manera de ser es innata, pero el carácter es algo que se cultiva. El carácter de una persona es treinta por ciento natural y setenta por ciento hábito. Por esta razón, un joven tiene que prestar mucha atención a la edificación de su carácter. Una persona de más de cincuenta años ya tiene una personalidad establecida con un patrón definido que ha sido desarrollado a través de toda su vida; mientras que en una persona joven, la naturaleza innata se manifiesta más que los hábitos adquiridos. Mientras más una persona crece, despliega menos de su naturaleza y más de sus hábitos. Por consiguiente, los hábitos adquiridos son más importantes que la naturaleza innata. En general, el carácter de una persona de más de veinte años ya es más hábitos que naturaleza. Nunca descuide su vivir diario, porque éste edifica sus hábitos. Por ejemplo, si un niño es puesto en un hogar chino, será echado en un molde chino. El mismo niño puesto en una familia de otra nacionalidad se parecerá a una persona de esa nacionalidad cuando crezca. Al considerar el asunto del carácter, tenemos que prestar atención a nuestra vida diaria, la cual es capaz de moldear nuestro carácter. Nuestra utilidad a Dios se determina por cuán compatible sea nuestro carácter con Él.

LO QUE ES ESENCIAL DEL CARÁCTER PARA EL SERVICIO DEL SEÑOR

1. Genuino: ser lo mismo por dentro y por fuera

  ¿Qué es ser genuino? Esto denota ser consistente por dentro y por fuera. Hay muchas ocasiones en que no se miente, pero tampoco se es genuino. Una persona que no es genuina es inservible en las manos del Señor. Moisés fue una persona muy genuina. Cuando bajó del monte de Sinaí, él rompió con ira las dos tablas de la ley. Él era igual por dentro y por fuera. Es imposible encontrar un caso en la Biblia donde Moisés no fuera completamente consistente en todo su ser. Una persona genuina es sólida y confiable. Sin embargo, esto no significa que tenga la libertad para perder la paciencia. Comportarse de una manera agradable cuando realmente se está irritado es fingir y es ser falso. Algunas personas pueden hablarle a dos personas sobre el mismo tema de dos maneras diferentes, y aunque no tengan la intención de engañar, no hablan genuinamente. Los que sirven al Señor tienen que cultivar un carácter genuino. Al enfrentar ciertos asuntos, tal vez nos abstengamos de hablar algo debido a nuestro temor de Dios. Sin embargo, cuando hablamos tenemos que ser genuinos.

2. Exacto: ser absolutamente preciso

  Es muy difícil ser exacto con respecto al tiempo, las palabras y los números. Muchas cosas son hechas sólo para salir del paso. Esta actitud de “más o menos” es muy dañina. Una persona no puede ser “más o menos”, sino que debe ser exacta. Lograr el noventa y nueve por ciento de una tarea, dejando un por ciento sin completar es lo mismo que no haberla hecho. Debemos desarrollar un carácter que no sea descuidado, sino absolutamente exacto. Tenemos que ser exactos tanto en palabra como en hecho.

3. Estricto: tomar las cosas en serio

  Ser genuino hace a una persona firme y la exactitud la hace fuerte. Ser estricto es la práctica de ser genuino y exacto. Alguien que es descuidado nunca puede practicar ser genuino y exacto. Para hacer todo de forma genuina y exacta se requiere de un carácter estricto. Todo lo que pasa por las manos de una persona descuidada se hace inexacto y le falta el elemento de ser genuino. Debido a que una persona descuidada no es estricta, se debe descartar todo lo que diga. Aun su estudio de la Biblia es descuidado. Los que son estrictos reciben luz mientras estudian la Biblia. Ellos nunca dejan pasar las cosas. Cuando surgen los problemas, proceden a resolverlos y llegan siempre a la raíz del asunto. Una persona descuidada, quien por lo general es curiosa y vive en su imaginación, nunca puede resolver problemas. Una persona estricta nunca se entromete en los asuntos que no le conciernen, ni tampoco abriga pensamientos ociosos, sino más bien ejecuta su tarea seria y exactamente.

4. Diligente: no perezoso

  Una persona estricta siempre es diligente. La diligencia es la característica más importante de un siervo del Señor. La Biblia está llena de enseñanzas con respecto a la diligencia. En Romanos 12 Pablo menciona la consagración, servir en coordinación y los dones, y continúa su palabra con “en el celo, no perezosos” (v. 11). Se debe ser diligente en el servicio. La diligencia es crucial, porque edifica nuestra reserva espiritual y así nos enriquece. La riqueza espiritual proviene de la diligencia. La pereza siempre produce pobreza. El que es diligente siempre tiene una mente sobria, mientras que el que es perezoso generalmente está despistado. Todas las cosas existen en el tiempo, por lo que una persona exitosa es aquella que aprovecha su tiempo. Tenemos que redimir el tiempo que perdemos. La pereza es detestable porque causa que nuestro ser se derroche. La pereza se traga nuestro tiempo y finalmente devorará toda nuestra vida.

  Sin embargo, la diligencia no puede ser un asunto de legalidad o de regulación, sino que debe practicarse espontáneamente. Sea que seamos vistos por otros o no, debemos ser los mismos. A medida que una persona se hace diligente, requerirá mucho más de sí mismo. El perezoso nunca hará una limpieza cabal, porque es de espalda tiesa y ni siquiera doblará su cintura para barrer el piso. Alguien despreocupado es perezoso, pero el que se preocupa y aun así no toma las medidas necesarias para realizarlo, es una persona que no ha sido disciplinada. Sólo el que es diligente sabe trabajar. El siervo del Señor tiene que cultivar un carácter diligente y nunca debe permitirse ser suelto. Entonces podrá manejar todo lo que Dios le confíe. Sólo los que son diligentes pueden hacer la obra del Señor. Cuanto más trabaja una persona, más humilde, más práctica y más cuidadosa será; y más controlará su temperamento y rechazará su carne. Esto es de mucho beneficio delante de Dios. El que es diligente termina completamente todo el trabajo que está a su alrededor y todo lo que se le ha encomendado.

  D. L. Moody dijo: “Todavía tengo que ver que una persona perezosa se salve”. Algunas personas son en realidad demasiado perezosas para creer y para pedir; por ende, pierden un asunto tan grande como su salvación. Es difícil encontrar una persona perezosa que tenga mucha búsqueda espiritual.

5. Amplio: que tiene una perspectiva ancha

  Alguien que practica ser genuino, exacto, estricto y diligente puede convertirse fácilmente en alguien estrecho. Por naturaleza todas las personas descuidadas son amplias. Sin embargo, los que sirven al Señor necesitan ser amplios en su carácter. El corazón de Salomón era tan amplio como la arena de la playa. Ya que la arena rodea el mar, tiene que ser más ancha que el mar. Tenemos que practicar ser amplios. Sólo la gente que es amplia puede descubrir las grandes cosas en la Biblia. Una persona estrecha sólo puede estudiar los asuntos triviales y dar mensajes de temas menores; además, puede hacer que un mensaje de un tema principal sea insignificante. Un obrero tiene que aprender a ser amplio para estudiar la Biblia con una perspectiva amplia y para estudiar los puntos importantes en las Escrituras; tiene que aprender a prestar atención a las cosas importantes y debe ser magnánimo para con la gente. Una persona así posee una perspectiva amplia, y su manera de guiar a otros y su conocimiento del Señor también son amplios.

6. Fino: no descuidado ni negligente

  Aunque no debemos ser estrechos, sí debemos ser finos. En los últimos dos mil años, los que han sido grandemente usados por el Señor fueron amplios y finos, mientras que los que fueron estrechos y toscos invariablemente fueron de poco uso. El Señor nos guía según la gracia que Dios nos da. Sin embargo, a menudo, Su guianza depende de nuestro carácter. Algunos hermanos y hermanas pueden estudiar la Biblia y orar, pero no pueden asumir responsabilidades. Debido a su carácter, no nos atrevemos a confiarle los negocios del Señor. Ellos reciben mucha gracia y saben cómo orar, pero no han edificado el carácter apropiado que los capacite para llevar a cabo las cosas. A pesar de que pueden ser colocados en algunas áreas de servicio, no se les puede confiar el servicio. El servicio del Señor requiere que una persona sea amplia y fina. Para estudiar bien la Biblia, uno tiene que buscar la base bíblica de cualquier asunto con un ojo amplio y fino.

7. Estable: firme, no se conmueve ni cambia fácilmente y no es dominado por el pánico

  Ser estable equivale a ser firme, inconmovible e incambiable. ¡Qué vida tan estable vivió el Señor en la tierra! Él no fue incitado por la sugerencia de Sus hermanos de que subiera a Jerusalén a ganar reputación, y cuando Sus opositores trataron de apedrearlo, Él salió caminando de en medio de ellos. Si nosotros hubiéramos estado en esa situación, hubiéramos sido apedreados o hubiéramos salido huyendo rápidamente. Cuando el Señor supo que Lázaro estaba enfermo, permaneció en el mismo lugar por dos días más. Nuestro Señor nunca actuó de modo vacilante. Él fue estable. Los que conocen la voluntad de Dios no serán dominados por el pánico. Una persona inestable es como una caña en el desierto soplada por el viento. Una persona así, que nunca es firme o estable, se inclina hacia el oeste cuando sopla el viento del este y hacia el este cuando sopla el del oeste. Una persona que fluctúa nunca puede entender la voluntad de Dios. No puede trabajar con otros ni puede servir a la iglesia.

  Sin embargo, ser estable no es ser lento. La estabilidad incluye no hablar de forma incierta o hacer cosas de las cuales uno no está seguro. Una persona estable no es cambiada fácilmente por su entorno; controla bien su tiempo y actúa sólo después que ha esperado y está seguro de la voluntad de Dios. Ser estable no es ser terco, testarudo u obstinado, sino tener una cualidad interna que es inmovible e inmutable. Lutero fue una persona estable y fuerte; por lo tanto, Dios pudo usarlo. La estabilidad es un requisito importante para servir al Señor y al seleccionar a un colaborador. El tiempo trabaja, pero sólo trabaja con una persona estable. Una vez que una persona estable entiende la voluntad de Dios, actuará inmediatamente sin importar el costo. Pero hasta que llegue el tiempo de Dios, nadie la puede influenciar. Por esto, necesitamos aprender a ser estables. Dejarse dominar por el pánico no ayuda. Tenemos que permanecer estables en medio de la tormenta, sabiendo que cuando termine, las dificultades también cesarán. Los que han viajado en un bote comprenden la importancia de la estabilidad. Cuando se está en un bote pequeño en el mar tormentoso, uno simplemente no puede darse el lujo de ser dominado por el pánico.

8. Profundo: que busca más abajo y cava de manera profunda, que no es superficial

  El libro de Proverbios dice que un tonto es superficial. La observación que hace una persona superficial no es precisa; su entendimiento de la iglesia, las personas, los asuntos y las cosas es superficial. Ser profundo está íntimamente relacionado a ser cabal y serio. Una persona superficial siempre hace observaciones superficiales, mientras que una persona profunda siempre examina y profundiza cuando mira las cosas. A una persona superficial, le puede parecer que nada hay que hacer, aun si se le ha encomendado una iglesia. Mientras que otros tienen mucho que decir en un mensaje, tal persona no tiene nada que decir. Mientras otros laboran para obtener luz al estudiar la Biblia, él simplemente está satisfecho con un entendimiento literal. Al escuchar a la gente, una persona profunda no cree fácilmente lo que otros dicen y escucha más allá de las palabras. Sin embargo, una persona superficial cree rápidamente en las palabras de otros, y su transmisión de información es a menudo incoherente e incompleta. Como resultado se crean chismes. Los que sirven al Señor tienen que ser profundos en la verdad, en experiencia y al guiar a otros. Una persona superficial no puede servir al Señor, porque hará superficial la obra de Dios. Aquellos a quienes les gusta representar a otros son personas superficiales. La persona profunda no es complicada ni superficial. Tal persona es tridimensional, siempre está investigando y estudiando.

9. Paciente: que puede esperar sin tener ansiedad

  Según el capítulo 5 de Jacobo, el agricultor que desea obtener el fruto de la tierra no debe estar ansioso (v. 7), sino que tiene que esperar por el tiempo señalado. Una persona paciente puede esperar. Contrario al entendimiento común, la paciencia es diferente a la perseverancia. Ser paciente no es ser perezoso y descuidado, sino trabajar diligentemente sin tener ansiedad. Todo lo que hacemos toma tiempo. La cantidad de esfuerzo empleado determinará cuánto se puede lograr. Ningún trabajo puede hacerse con poco esfuerzo. Los que esperan logros instantáneos nunca pueden hacer la obra de Dios. A fin de hacer la obra de Dios, una persona tiene que trabajar diariamente pero sin ansiedad. Una persona paciente no se distrae por algo temporal porque conoce su comisión. Esto es como el agricultor para quien esperar es normal; por un lado, trabaja en el campo; por otro lado, espera. Frecuentemente, uno se desalienta al guiar a otros, pero los que son pacientes nunca pierden la esperanza. Cuando nuestro trabajo sufre retraso, tenemos que ser pacientes. El tiempo probará y el tiempo dirá; el tiempo vindicará y manifestará la verdad. La manifestación de la gloria de Dios tal vez esté sólo a medio minuto más.

  Una persona debe tener empuje y dinamismo, pero no debe ser ansiosa. Para lograr esto se requiere práctica. Un carácter producido por la paciencia es invaluable. No debemos llegar rápidamente a conclusiones con respecto a personas y asuntos, ya que después de esperar, sólo por unos días más, surgirá la verdadera situación. Tenemos que aprender a ser pacientes cuando estamos en necesidad. Si somos pacientes cuando estemos en necesidad, nunca tendremos que solicitar un préstamo. Cuando Pablo le escribió a los corintios, aunque se sintió cargado y presionado, no obstante fue paciente. Los que sirven al Señor tienen que poseer tal cualidad. Muchas personas hacen un gran clamor al pasar por pequeños maltratos, dando a conocer hasta el más mínimo de sus problemas, y hacen un juicio instantáneo con respecto a cualquier asunto que se les presente. Las personas así son inútiles. Ser pacientes es esperar. Es diferente de ser lento. Ya sea que alguien tenga una manera de ser rápida o lenta, tiene que aprender a ser paciente. Ser lento es dejar pasar las oportunidades; y esto es algo por lo cual hay que tomar medidas para dejar de ser lento. Una persona paciente es presta y ágil. Tenemos que ser pacientes antes de que la oportunidad surja, y debemos aprovecharla inmediatamente que se presente. Mientras servimos diariamente a la iglesia, debemos esperar pacientemente con respecto a todas las situaciones que enfrentamos y a los resultados de nuestra obra. No debemos estar ansiosos antes de que llegue el tiempo de la cosecha ni tampoco debemos relajarnos y ser perezosos. Debemos estar llenos de sentimientos hacia la gente y los asuntos con los que nos involucramos. Debemos ser sensibles y preocuparnos, y debemos tener una previsión apropiada. Debemos terminar cualquier obra que tengamos que hacer y dejarle el resto al tiempo. En muchos aspectos el tiempo representa a Dios.

  Los que deseen ser personas correctas, y especialmente ser personas de peso en la mano del Señor, tienen que poseer todas las nueve características mencionadas anteriormente. Sin estas nueve cualidades, no seremos iluminados al estudiar la Biblia; ni tampoco cumpliremos los requisitos de la vida espiritual al tratar con la gente, los objetos y la obra del Señor. Además, es muy probable que no tengamos mucho crecimiento espiritual. Nuestro ser debe corresponder con el trabajo que queremos llevar a cabo, y nuestro carácter tiene que ser una pareja a los asuntos que planeamos hacer. En un carácter que es apropiado para el uso del Señor, los hábitos adquiridos son mucho más importantes que la naturaleza innata. Pero todo esto depende de la edificación de un carácter que sea apropiado para el Señor.

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