
Lectura bíblica: Ef. 4:14-15; Col. 2:19
Efesios 4:13 dice: “Hasta que todos lleguemos a la unidad de la fe y del pleno conocimiento del Hijo de Dios, a un hombre de plena madurez, a la medida de la estatura de la plenitud de Cristo”. Esto significa que debemos ayudar a los santos a que conozcan al Hijo de Dios a tal grado que la iglesia llegue a la medida de la estatura de la plenitud de Cristo. Debemos prestar atención al pleno conocimiento del Hijo de Dios y a la medida de la estatura de la plenitud de Cristo. Ésta es la meta del plan eterno de Dios y el propósito de Su obra. Una vez que Su voluntad se lleve a cabo, el propósito de Dios en cuanto al universo se cumplirá. Por consiguiente, no debemos pasar por alto este punto. El pleno conocimiento del Hijo de Dios y llegar a la medida de la estatura de la plenitud de Cristo en la iglesia son asuntos extremadamente cruciales y elevados. Debemos ver esto en el servicio que le rendimos a Dios en la iglesia. Ésta es la meta que Dios desea alcanzar en Su creación y en la iglesia de eternidad a eternidad.
En Efesios 4:14 encontramos muchas distracciones, entre las cuales están la astucia de Satanás, sus artimañas y su sistema. Los que tienen experiencia en la guerra espiritual conocen la sutileza de Satanás. En este versículo, los que caen en la astucia de Satanás son niños, aquellos que son inmaduros en vida. Si somos inmaduros en la iglesia, en algún momento seremos engañados. La enseñanza de Satanás es dada “en las artimañas de los hombres”. La palabra hombres aquí se usa de modo simbólico; de hecho, el énfasis aquí no son los hombres sino el adversario de Dios, Satanás.
Los versículos 12 y 13 muestran cómo el Espíritu Santo opera por medio de los dones para que podamos llegar a la medida de la estatura de la plenitud de Cristo y así cumplir el propósito eterno de Dios, y el versículo 14 revela la obra anuladora de Satanás en la iglesia. Por un lado, se halla la obra de edificación de Dios y, por otro, la obra anuladora de Satanás. Dios está haciendo que la estatura de Cristo crezca hasta su plena medida en la iglesia mediante el perfeccionamiento de los santos efectuado por las personas dotadas, pero Satanás también tiene un sistema y una maquinación, y está realizando una obra anuladora en la iglesia. El propósito de su obra es conducir a las personas a un sistema de error. Por lo tanto, no debemos tratar con ligereza las expresiones que se hallan en el versículo 14, como artimañas, astucia y sistema de error; en vez de ello, debemos reflexionar mucho acerca de ellas. Sólo cuando dediquemos el tiempo suficiente para estudiar estos versículos entenderemos lo que el Espíritu Santo nos quiere comunicar.
La obra que Satanás realiza en la iglesia proviene del sistema, plan y propósito de su confabulación, la cual consiste en conducir al hombre a un sistema de error mediante artimañas y astucia. Él lleva a cabo su maligna confabulación mediante los vientos de enseñanza. Debemos entender que los vientos de enseñanza han sido extensamente usados por Satanás en la iglesia; esto es algo muy serio. Efesios 4:12-13 revela que la obra que Dios realiza en la iglesia tiene como fin que el hombre conozca a Su Hijo y que la medida de la estatura de la plenitud de Cristo aumente en la iglesia; ésta es la meta eterna de Dios. Sin embargo, el versículo 14 muestra que el astuto, Satanás, conduce al hombre a un sistema de error mediante su astucia y artimañas y mediante los vientos de enseñanza. Es preciso que todos veamos este asunto.
Cristo es la meta de Dios, Él es el centro de la obra de Dios. Dios desea forjar a Cristo en el hombre, y esta clase de obra se lleva a cabo por medio de la cruz. Por la gracia de Dios, hemos venido realizando esta obra. Tenemos que confesar que esto no es algo que proviene de la imaginación o preferencia humana; más bien, es algo que el Espíritu nos ha motivado a hacer.
Nuestra carga es mostrar a los santos que el perfeccionamiento de los santos, como se menciona en Efesios 4:12, tiene como fin que los hijos de Dios conozcan a Cristo, el Hijo de Dios, y que aumente en la iglesia la medida de la estatura de la plenitud de Cristo. Sin embargo, mientras servimos en las iglesias, es posible que demos mensajes que se originan en nosotros mismos. Ésta es la obra que el maligno, el astuto, realiza conforme a su maquinación y su sistema. Él pone en nuestra mente muchos mensajes atractivos, los cuales, aunque son interesantes, inspiradores y encantadores, no tienen a Cristo como centro ni la vida del Hijo de Dios como su contenido. Dichos mensajes son vientos de enseñanza producidos por las artimañas de Satanás, los cuales alejan a los santos de Cristo. De este modo, la obra de Dios es completamente anulada.
La mejor herramienta que Satanás utiliza para realizar su obra anuladora en la iglesia es los vientos de enseñanza. Por lo tanto, debemos oponernos a cualquier viento de enseñanza y guardarnos de ellos. ¿Qué es un viento de enseñanza? Es cualquier predicación que no tenga a Cristo como el centro y al Hijo de Dios como contenido. Independientemente de los versículos que alguien cite en su predicación y de la base bíblica que tenga su enseñanza, si su predicación no tiene a Cristo como centro ni al Hijo de Dios como contenido, es un viento de enseñanza. El contenido de la Biblia es Cristo, y Cristo es el centro de la Biblia. Si quitáramos a Cristo de la Biblia, la Biblia quedaría vacía. Hoy en día, muchas personas toman un versículo o pasaje de la Biblia y dan un mensaje tras otro, pero no toman la Biblia misma como contenido. Aunque seleccionan cierto material de la Biblia, no toman la Biblia como contenido. En consecuencia, su predicación se basa en la Biblia sólo en nombre, mas no en realidad. Cualquier predicación que verdaderamente se base en la Biblia debe tomar a Cristo como centro y al Hijo de Dios como contenido. De lo contrario, miles de mensajes supuestamente bíblicos, no lo serán, sino que en realidad serán vientos de enseñanza.
Cualquier mensaje que no tenga a Cristo como centro, que no tenga al Hijo de Dios como contenido, que no conduzca el hombre a Cristo y que no infunda a Cristo en el hombre es un viento de enseñanza. Efesios 4:14 nos habla de la astucia y las artimañas de Satanás; él utiliza los vientos de enseñanza como su herramienta. Todo lo que se hace con astucia, es hecho de manera fina y detallada. Los mensajes atractivos del cristianismo a menudo son producidos por Satanás después de un largo período de consideración, a fin de lograr su propósito. Satanás cumple su propósito mediante su sistema de error.
Si hemos visto esto, cuando escuchemos un mensaje no lo examinaremos usando el criterio de la elocuencia ni tampoco admiraremos las expresiones atractivas, la belleza del lenguaje usado ni el poder que se tiene para inspirar a los oyentes, porque aunque éste sea un mensaje muy atractivo, también puede ser un truco de Satanás para engañarnos. Cuando escuchamos un mensaje o un testimonio de alguno de los hermanos y hermanas, debemos tomar a Cristo como centro y al Hijo de Dios como contenido, y preguntarnos si dicho mensaje o testimonio nos hace tener contacto con Cristo y ser llenos de Él interiormente. Si no es así, entonces debemos tener claro que ese mensaje tan atractivo es nada menos que la astucia y las artimañas de Satanás. Si podemos tener esta clase de discernimiento, habremos dejado de ser niños.
Es posible que alguien sea un orador muy elocuente, al grado en que sea capaz de hacer derramar lágrimas a su audiencia, aunque no hable nada de Dios ni de Cristo. Aunque esta clase de predicación sea inspiradora, según Efesios 4:13-14, no es otra cosa que las artimañas del maligno. Satanás usa el hablar elocuente para crear vientos de enseñanza que sacuden a los santos y los alejan de Cristo. Tal vez algunos digan que están derramando lágrimas porque aman al Señor; no obstante, amar al Señor es algo que puede diferir en grado. Algunos tal vez amen al Señor por muchos años sin conocer a Cristo como vida y sin vivir en Él. Esta clase de persona puede fácilmente ser conmovida cuando escucha mensajes debido a su parte afectiva. Independientemente del centro o contenido de los mensajes, él es fácilmente conmovido. Si hablamos acerca de los números en la Biblia, como por ejemplo, el número seiscientos sesenta y seis y las setenta semanas, él será conmovido; y si hablamos acerca de los himnos, también será conmovido. Tales personas son conmovidas debido a la elocuencia y el lenguaje usado. Por lo tanto, aunque aman al Señor y son fervientes en la iglesia, aún pueden ser sacudidos y desviados, incluso después de diez o veinte años de ser cristianos. Los vientos de enseñanza se refieren a mensajes que aparentemente son puros y apropiados pero no toman a Cristo como centro ni al Hijo de Dios como su contenido.
A menudo oímos a los santos testificar de cuánto el Señor ha contestado sus oraciones, sanando sus enfermedades. Esta clase de experiencia no es mala, pero puede ser usada por el maligno como un viento de enseñanza. Algunos entre nosotros han aprendido las lecciones de oración por muchos años, pero todavía no conocen a Cristo como vida. Lo único que saben es que Dios contesta sus oraciones, pero no han visto que el Hijo de Dios que contesta sus oraciones está ahora viviendo en ellos como su vida. Ellos únicamente ven al Dios que está en el trono, quien es fiel y misericordioso. Cuando le piden a Él conforme a Su Palabra, es decir, cuando le piden por medio de la sangre de Su Hijo, muchas veces Él contesta su oración. Sin embargo, aún no han visto que el Dios que contesta la oración está ahora en Su Hijo y vive en ellos como vida. Lo más importante no es si Dios contesta sus oraciones, sino el hecho de que Dios desea forjar a Su Hijo en ellos a fin de que posean Su vida y Su naturaleza y así Él pueda vivir en ellos.
En la Biblia, ni Pablo, ni Pedro ni Juan dieron jamás un testimonio de cómo Dios había contestado sus oraciones. En vez de ello, en Efesios 1:17 Pablo oró, diciendo: “Para que el Dios de nuestro Señor Jesucristo, el Padre de gloria, os dé espíritu de sabiduría y de revelación en el pleno conocimiento de Él”. En los versículos del 16 al 19 del capítulo 3 él dobló sus rodillas ante el Padre y oró: “Para que os dé, conforme a las riquezas de Su gloria, el ser fortalecidos con poder en el hombre interior por Su Espíritu; para que Cristo haga Su hogar en vuestros corazones por medio de la fe, a fin de que, arraigados y cimentados en amor, seáis plenamente capaces de comprender con todos los santos cuál sea la anchura, la longitud, la altura y la profundidad, y de conocer el amor de Cristo, que excede a todo conocimiento, para que seáis llenos hasta la medida de toda la plenitud de Dios”.
El Señor claramente dijo que no debíamos estar ansiosos por el alimento, la bebida y el vestido, pues los gentiles buscan todas estas cosas con afán (Mt. 6:31-32). Si cierto hermano no puede encontrar una casa, quizás ore de esta manera: “Oh Señor, no quiero una casa que sea demasiado grande; será suficiente si sólo tiene trescientos pies cuadrados. Oh Señor, por favor no permitas que nada les falte a Tus hijos”. Podría orar una y otra vez e incluso recordar un versículo de la Biblia para aferrarse a éste en sus oraciones. Dos semanas más tarde, después que encuentre un lugar más grande de trescientos pies cuadrados, se pondrá en pie y testificará en la reunión. Citará el salmo 23 y alabará al Señor por haber sido un buen Pastor para con él, pues ahora no le falta nada. También testificará que los que buscan a Jehová no tendrán falta de ningún bien (34:10). Dos meses más tarde cuando este hermano pierda su trabajo, le pedirá a la iglesia que ore por él, y él y su esposa ayunarán y orarán en casa. Días más tarde, después de haber encontrado un buen trabajo, testificará nuevamente que ha aprendido la lección de la oración. Dios ciertamente se preocupa por Sus hijos, pero las cosas por las que este hermano pide son las mismas cosas que los gentiles buscan con afán. El Señor desea que nosotros busquemos Su reino y Su justicia (Mt. 6:33). ¿Qué es Su reino y Su justicia? Sólo conoceremos el reino de Dios y Su justicia cuando conozcamos que el Cristo de Dios es el centro y que el Hijo de Dios es el contenido.
El maligno puede usar toda clase de mensajes y testimonios como vientos de enseñanza. Incluso algo como aprender una lección de oración puede ser un viento de enseñanza. Es posible que hayamos tenido varias experiencias en las que Dios haya respondido a nuestras oraciones, pero quizás todavía no conozcamos a Cristo como vida ni sepamos que la obra singular de Dios consiste en operar en nosotros hasta el grado en que Cristo sea el todo en nosotros. Ésta es la única meta de Dios. El maligno desea anular la obra que cumple la meta eterna de Dios. Si nosotros hemos sido cristianos por treinta años y sólo hemos aprendido la lección de que nuestras oraciones son contestadas, pero no tenemos la experiencia de que Cristo vive en nosotros ni la experiencia en la que Él se forja en nuestro ser hasta que llegue a ser nuestra propia constitución, Dios aún no ha logrado Su propósito en nosotros.
En lo que se refiere a nuestra oración, podría ser que Dios haya contestado nuestra oración de verdad; sin embargo, al mismo tiempo, con respecto al propósito eterno de Dios, no haya ninguna diferencia entre nosotros y un incrédulo. Así como el propósito eterno de Dios no se puede cumplir en un incrédulo, tampoco se puede cumplir en aquellos que sólo han aprendido la lección de la oración. Así como un incrédulo no conoce la vida de Cristo, es posible que tampoco nosotros la conozcamos. Ésta es la manera en que opera el maligno, y esto es lo que se revela en Efesios 4:14. Incluso cosas tales como las oraciones que son contestadas pueden ser algo del sistema de Satanás que desvía nuestra atención de la meta. Tal vez pensemos que hemos aprendido la lección de la oración sin darnos cuenta de que Satanás nos ha introducido en su sistema de error. Por consiguiente, debemos ser muy cuidadosos, no sólo al escuchar los mensajes, sino también al hablar. Si no lo somos, lo que hablemos podrá ser un viento de enseñanza que distrae a las personas de Cristo.
Algunos santos verdaderamente aman al Señor y saben que el precioso deseo del Señor es vivir en ellos y ser el Señor y Rey en ellos, por lo cual están dispuestos a tomarlo como el todo y a entregarse a Él. Esto no es un asunto de oración ni de fervor, sino un asunto de que el “yo” se pierda en el Señor. Cuando ellos aman al Señor de esta manera, experimentan la crucifixión con Cristo. “Ya no vivo yo, mas vive Cristo en mí” (Gá. 2:20). Debido a que el Señor nos amó y se dio a Sí mismo por nosotros, nosotros también lo amamos y nos damos a Él. La manera en que Él se dio a nosotros fue morir en la cruz; y la manera en que nosotros nos damos a Él es entregarnos a Él. Sólo esta clase de amor es apropiada y necesaria. ¿Cuántos en la iglesia aman al Señor de esta manera? A veces cuando los predicadores hablan acerca de amar al Señor, el mensaje que dan se convierte en un viento de enseñanza. Su intención original era motivar a los santos a amar al Señor, pero al final acaban por distraer a los santos de Cristo, pues no toman a Cristo como el centro cuando los exhortan a amar al Señor. En lugar de ello, toman como centro el celo, la diligencia y el servicio a la iglesia. Por lo tanto, los santos no aman a Cristo mismo. Incluso mensajes sobre el amor, el celo, la diligencia, la mansedumbre y la perseverancia pueden convertirse en vientos de enseñanza que alejan a las personas de Cristo.
Efesios 4:15 dice: “Asidos a la verdad en amor, crezcamos en todo en aquel que es la Cabeza, Cristo”. Después que el versículo 14 habla de las artimañas de los hombres, la astucia y un sistema de error, el versículo 15 habla de estar “asidos a la verdad”. El versículo 15 dice que nosotros debemos asirnos a la verdad porque la situación de la que se nos habla en el versículo 14 no es apropiada.
¿Qué es la verdad? La verdad es Dios mismo manifestado en la carne, Dios hecho carne. Asirnos a la verdad es estar asidos al hecho de que Dios fue manifestado en la carne. Si la predicación de un hermano es inspiradora pero no hace que las personas contacten a Cristo, debemos rechazarla por atractiva que sea. Asirnos a la verdad significa que sólo queremos una sola clase de predicación, la cual es Dios manifestado en la carne; eso es lo que significa asirnos a la verdad en amor. A fin de hacer frente a los vientos de enseñanza, debemos asirnos a la verdad, la cual es la manifestación de Dios en la carne.
Alguien una vez me presentó un libro acerca de la restauración de la nación judía durante cierto período de tiempo en la tierra de Judea. Cuando leí este libro por primera vez, me pareció muy importante lo que decía; pero, de hecho, aun este libro puede ser peligroso, pues puede convertirse en un viento de enseñanza, porque es posible que yo no permanezca en comunión con Cristo mientras lo estudio. Aunque no contiene ninguna herejía, puede ser utilizado por Satanás como un viento de enseñanza que desvía a las personas y no las lleva a asirse de la verdad.
La palabra verdad se usa en el Antiguo Testamento pero no con la misma frecuencia que en el Nuevo Testamento. En el Nuevo Testamento, la palabra verdad no se refiere simplemente a la doctrina sino a Dios hecho carne. La verdad es la realidad, la cual vino por medio de Jesucristo (Jn. 1:17). Esta persona encarnada dijo: “Yo soy [...] la realidad” (14:6). El apóstol Juan es el que más habla de la verdad. La palabra verdad en la Biblia es un sustantivo particular que específicamente se refiere al asunto de Dios hecho carne. La palabra griega traducida verdad denota realidad, no doctrina. Dios es real; si quitáramos a Dios del universo, todo sería vanidad.
Cuando una pareja está por casarse, prepara una cámara nupcial. Si el novio y la novia no estuvieran allí el día de la boda, la cámara nupcial sería vana. La realidad de la cámara nupcial depende del novio y la novia. No olviden que Dios es la realidad del universo; sólo el Dios que se hizo carne es real. Una persona que no ha sido salva carece de realidad, pero cuando es salva y recibe a Dios, la realidad entra en ella. Entonces está llena de realidad. Asimismo, hoy en día muchos santos están llevando una vida que no es real porque ellos no tienen ninguna realidad en su vivir. Sólo Dios es real; asirnos a la verdad no significa asirnos a las doctrinas de la Biblia, sino a que Dios fue manifestado en la carne. Hablando con propiedad, en el sentido más estricto, asirnos a la verdad significa asirnos al hecho de la manifestación de Dios en la carne.
En el pasado cuando llegaban a mis manos libros que explicaban las profecías, yo tenía la intención de estudiarlos, pero también en mi interior percibía que debía asirme a la verdad. Como resultado, rechazaba dicho deseo. Debemos predicar solamente a Cristo y la cruz. “Porque los judíos piden señales, y los griegos buscan sabiduría; pero nosotros predicamos a Cristo crucificado” (1 Co. 1:22-23). Algunos predican señales, pero nosotros predicamos a Cristo; algunos predican sabiduría, pero nosotros predicamos a Cristo crucificado. Si yo fuera un avivador, podría ir a muchos lugares a dar mensajes en campañas de avivamiento, donde muchos podrían sentirse conmovidos y al mismo tiempo no contactar a Cristo. Por lo tanto, ¿de qué serviría escuchar tales mensajes? Debemos asirnos a la verdad y no caer en la astucia y las artimañas del maligno. No debemos ser conducidos a un sistema de error ni ser sacudidos por vientos de enseñanza. Un viento de enseñanza puede ser una doctrina saludable o incluso una doctrina bíblica, pero no es la verdad porque no les muestra a las personas que el Hijo de Dios está en ellas como vida y que el Cristo que está en ellas es su todo.
Efesios 4:15 dice: “Asidos a la verdad en amor”. Nos asimos a la verdad en amor. En el Nuevo Testamento los que viven ante Dios deben amarlo; quienes solamente le temen no pueden vivir ante Él. Una pareja se casa en amor, no en temor. Las parejas que han estado casadas por mucho tiempo se parecen en su comportamiento y conducta porque viven en amor.
Pablo dice: “Por todos murió, para que los que viven, ya no vivan para sí, sino para Aquel que murió por ellos y fue resucitado” (2 Co. 5:15). También dice: “Ya no vivo yo, mas vive Cristo en mí [...] el cual me amó y se entregó a Sí mismo por mí” (Gá. 2:20). Las palabras del Señor Jesús también dicen: “El que me ama, Mi palabra guardará; y Mi Padre le amará, y vendremos a él, y haremos morada con él” (Jn. 14:23). Al final del Evangelio de Juan, el Señor le preguntó a Pedro: “¿Me amas más que éstos?” (21:15), y luego le preguntó la segunda y tercera vez: “¿Me amas?” (vs. 16-17). En estos versículos podemos ver que es en amor que debemos asirnos a la verdad. Debemos decirle a Dios: “No importa dónde me pongas, no tengo ningún temor; yo estoy asido a la verdad, no por temor sino por amor”.
El Cantar de los Cantares en el Antiguo Testamento es un libro que empieza con amor, prosigue por medio del amor y finalmente llega al amor. Al comienzo la buscadora dice: “¡Que me bese con los besos de su boca!” (1:2). Si usted ama a alguien, ésta es la mejor manera de expresar su amor. Si su esposa lo ama a usted, ella no será ella misma, sino que será usted. Si usted ama a su esposa, usted no será usted mismo, sino que será ella. El verdadero amor se manifiesta en el hecho de que usted es ella y ella es usted. El amor supremo consiste en que usted no sea usted mismo, sino la persona que ama. Muchas parejas que han estado enamoradas por décadas son casi idénticas en su comportamiento y conducta.
El Señor se hizo carne para ser como nosotros porque nos ama. La expresión más elevada del amor de Dios para con nosotros es que se hiciera un hombre como nosotros. Dios no permaneció como Dios, sino que vino a la tierra para ser un hombre. En esto consiste la encarnación. Podemos comparar esto a un esposo que ya no sigue siendo el esposo solamente, sino que también se convierte en la esposa. Si un esposo estima solamente su posición, esto muestra que no ama en absoluto a su esposa. El que verdaderamente ama a su esposa está dispuesto a renunciar a su estatus de esposo y mostrarse acomodadizo a su esposa. Así, cuando las personas lo vean, se preguntarán si él es el esposo o la esposa. Ésta es la historia del Jesús encarnado, el nazareno. ¿Es Él Dios o es un hombre? Él se hizo hombre para ser como nosotros porque Él nos ama a lo sumo. Igualmente, cuando nosotros lo amamos a lo sumo, también debemos ser como Él. Desde la perspectiva de la esposa, nosotros debemos llegar a ser el esposo; y desde la perspectiva del esposo, debemos llegar a ser la esposa. Aunque no seamos exactamente iguales, debemos ser casi iguales al menos en un cincuenta por ciento. Dios vino del cielo; la Palabra se hizo carne para ser como nosotros. Si queremos responder a Su amor, la carne debe llegar a ser la Palabra; no debemos ser más el hombre sino Dios.
Los cristianos debemos ser como Cristo; nosotros los que amamos a Dios debemos ser como Dios. Al final del Cantar de los Cantares, la sulamita y Salomón se parecen, y están en una unión de amor que es tan fuerte como la muerte (8:6). Por lo tanto, cuando su amor mutuo alcanza su punto culminante, Salomón es como la sulamita y la sulamita es como Salomón; esto significa que Dios es como el hombre y el hombre es como Dios (1 Jn. 3:2). Cuando el amor de los dos alcanza su punto culminante, su unión en amor es tan fuerte como la muerte. Debemos asirnos a la verdad con un amor tal como éste.
Cuando nos asimos a la verdad en amor, el resultado será que creceremos en todo en Aquel que es la Cabeza, Cristo (Ef. 4:15). Dios nos ama y desea ser como nosotros; nosotros amamos a Dios y queremos ser como Él. La verdad consiste en que Dios se hace hombre, y también consiste en que el hombre llega a ser Dios. En amor nosotros nos asimos a la verdad para que Él llegue a ser nosotros y nosotros lleguemos a ser Él. Él nos ama, y nosotros le amamos a Él. De este modo, creceremos en Él en todas las cosas; esto significa que creceremos en todo en Aquel que es la Cabeza, Cristo. ¡Cuán precioso es esto!
Cuando crezcamos en todo en Aquel que es la Cabeza, Cristo, el resultado será que todo lo que hagamos procederá de Cristo, la Cabeza, y será Él mismo. Nosotros amamos a nuestro Señor de la misma manera que Él nos amó cuando se hizo carne. El resultado de asirnos a la verdad en amor es que creceremos en todo en Aquel que es la Cabeza, Cristo.
La manera en que nos relacionamos con los hermanos y hermanas quizás sea natural y provenga de la tradición que se halla en el cristianismo, de la sociedad o del mundo, mas no del Señor. Sin embargo, un día después de recibir misericordia, amaremos al Señor Jesús y nos entregaremos a Él; de esta manera, nos asiremos a la verdad en amor y, como resultado, creceremos. Cuando veamos que la manera en que nos relacionamos con los hermanos y hermanas se halla fuera de Cristo y que no es agradable al Señor, desarraigaremos nuestras relaciones de esa esfera y las plantaremos en Cristo. Desde ese momento en adelante, la manera en que nos relacionamos con los hermanos y hermanas provendrá de Cristo y estará en la verdad.
Nos asimos a la verdad al amar a Cristo y al tener comunión con Él continuamente. Cuando vivamos en Cristo continuamente, todas nuestras acciones procederán de Él, y creceremos al grado de crecer en Él en todas las cosas; éste es el verdadero crecimiento. Obtenemos este verdadero crecimiento, no escuchando muchas doctrinas ni entendiendo muchas enseñanzas, sino al amar más a Cristo y al tener más del elemento del amor por la verdad. Cuando nos asgamos a la verdad de este modo, desecharemos todo lo que no sea la verdad.
Debemos entender que la verdad se refiere a la unión de Dios con el hombre; debemos rechazar todo lo que no esté relacionado con esta unión. Con respecto a nuestro modo de vestir, no debemos usar nada que no provenga de nuestra unión con Dios; tampoco debemos relacionarnos con otros de modo que no proceda de nuestra unión con Dios. Debemos asirnos a la verdad de la unión de Dios y el hombre en todo aspecto, a fin de crecer en todo en Cristo, la Cabeza.
Efesios 4:14 y 15 nos presentan un contraste. En el versículo 14 los creyentes, por ser niños, han sido engañados, han caído debido a la astucia, y han sido zarandeados por vientos de enseñanza. Como resultado, se hallan en un sistema de error. En cambio, en el versículo 15 los creyentes están asidos a la verdad en amor y crecen en todo en Aquel que es la Cabeza, Cristo. En la primera situación, los creyentes son zarandeados por los vientos de enseñanza y han caído en la astucia del enemigo; y en la segunda situación, ellos están asidos a la verdad en amor. En la primera, han ingresado en el sistema satánico de error; pero en la segunda, están creciendo en Cristo, la Cabeza.
Después que hayamos experimentado Efesios 4:15, cada hermano y hermana saldrá de su cultura y de la carne, y crecerá en Cristo. Entonces, a partir de la Cabeza, todo el Cuerpo cumplirá su función, lo cual causará el crecimiento del Cuerpo; de este modo, el Cristo que está en el Cuerpo crecerá. Esta clase de crecimiento hará que el Cuerpo se edifique a sí mismo en amor. Tal crecimiento y edificación hará que todo el Cuerpo sea Cristo, esté lleno del Hijo de Dios y llegue a la medida de la estatura de la plenitud de Cristo. Entonces todo el Cuerpo será la Palabra hecha carne y la carne hecha la Palabra; en otras palabras, todo el Cuerpo estará lleno de la verdad. A fin de que el Cuerpo se edifique a sí mismo en amor, se necesita la función de todas las coyunturas del rico suministro.
Colosenses 2:19 dice: “Todo el Cuerpo, recibiendo el rico suministro y siendo entrelazado por medio de las coyunturas y ligamentos”. Esto nos muestra que las coyunturas le proveen al Cuerpo el suministro y que los ligamentos entrelazan mutuamente los miembros del Cuerpo. Por consiguiente, cuando Colosenses habla de las coyunturas y ligamentos, se refiere tanto al suministro como al hecho de ser entrelazados. Efesios también habla del suministro. En la iglesia algunos de los hermanos y hermanas son como las coyunturas y ligamentos del Cuerpo, quienes pueden brindar un suministro a los demás y ser entrelazados con otros. Debido a que son las coyunturas y ligamentos, el Cuerpo puede ser apropiadamente coordinado y entrelazado.
Los hermanos y hermanas que son las coyunturas de suministro en la iglesia no deben ministrar vientos de enseñanza. Si ellos ministran vientos de enseñanza, el Cuerpo a la postre será desmembrado. Ellos necesitan recibir las riquezas de la Cabeza y el rico suministro de vida que proviene de la Cabeza a fin de abastecer a todos los miembros. Sólo así los miembros podrán coordinar unos con otros y llegar a la unidad del Cuerpo. En el Cuerpo, no todos los hermanos y hermanas son coyunturas; sin embargo, hay ciertos hermanos y hermanas que son coyunturas de suministro. La edificación del Cuerpo no sólo se lleva a cabo por medio de las coyunturas del rico suministro, sino también mediante la función de cada miembro en su medida. Cada uno de los miembros del Cuerpo tiene su correspondiente función, vida, operación y actividad, y todos los miembros necesitan ser coordinados unos con otros y estar unidos al Cuerpo. Tal Cuerpo, por un lado, procede de la Cabeza y, por otro, está coordinado y se mantiene unido por medio de las coyunturas de suministro y por la función de cada miembro. Este Cuerpo se edifica a sí mismo y gradualmente crece hasta que interiormente es lleno del Hijo de Dios y del Cristo de Dios. Ésta es la meta a la cual debemos llegar en nuestro servicio.
Colosenses 2:19 muestra que el crecimiento de la iglesia se debe al crecimiento de Dios. Cuando Dios crezca en la iglesia, el Cuerpo también crecerá. El contenido de la iglesia será Cristo, y el resultado del crecimiento será que Cristo crecerá en la iglesia. Ésta debe ser la meta de nuestro servicio en la iglesia.
Mientras hablamos de la administración de la iglesia, no debemos simplemente prestar atención al aspecto técnico, como si estuviésemos dando un curso administrativo. La iglesia no es una organización gubernamental; la iglesia necesita a Cristo interiormente. Si queremos administrar la iglesia, sólo hay una manera de hacerlo: expresar a Cristo en nuestro vivir y ministrar a Cristo; sólo esto es el verdadero servicio en la iglesia. Espero que oremos más para que los vientos de enseñanza sean eliminados y así podamos asirnos a la verdad en amor y crecer en todo en Cristo, la Cabeza. Entonces, a partir de la Cabeza y por medio del suministro que proveen las coyunturas y por la función de cada miembro en su medida, el Cuerpo crecerá y se llevará a cabo la edificación del Cuerpo.