Mostrar cabecera
Ocultar сabecera
+
!
NT
-
Navega rápidamente por los libros de vida del Nuevo Testamento
AT
-
Navega rápidamente por los libros de vida del Antiguo Testamento
С
-
Mensajes del libro «Cómo disfrutar a Dios y cómo practicar el disfrute de Dios»
1 2 3 4 5 6 7 8 9 10
11 12 13 14 15 16 17 18 19 20
21
Чтения
Marcadores
Mis lecturas

Cómo disfrutar a Dios y cómo practicar el disfrute de Dios

PREFACIO

  Este libro se compone de mensajes dados por el hermano Witness Lee en 1958 en Taipéi. La primera sección, del capítulo 1 al 14, trata de cómo disfrutar a Dios, y la segunda sección, del capítulo 15 al 21, trata de cómo practicar el disfrute de Dios. Estos mensajes han sido traducidos del chino.

Dios es nuestro Marido

  La Biblia dice que Dios es un Marido para nosotros. Como personas creadas y redimidas, nosotros somos una esposa para Dios. Hay muchas parejas de casados entre nosotros. Los jóvenes entre nosotros que aún no están casados pueden ver en sus padres la relación entre un esposo y su esposa. Si leemos la Biblia de principio a fin, notaremos que la Biblia empieza y concluye con la vida. Después de la vida, el segundo asunto que se menciona es el matrimonio; Adán se casó con Eva. También se mencionan unas bodas al final de la Biblia. El Cordero de Dios se casa con una esposa; es decir, Cristo se casa con Sus redimidos. Hay muchos pasajes de la Biblia que presentan a Dios como nuestra vida. Asimismo hay muchos pasajes que nos muestran a Dios como nuestro Marido, y a nosotros, los creyentes, como Su esposa (Is. 54:5; 62:5; Jn. 3:29; 2 Co. 11:2). La relación que Dios tiene con nosotros no es solamente la de ser vida para el hombre, sino también la de ser un esposo para una esposa.

  Examinemos este asunto. Una esposa depende del esposo para todo. Su suministro proviene de su esposo; su protección depende de su esposo; y asimismo su gozo, consuelo y satisfacción dependen de su esposo. Nosotros sabemos lo que un esposo es para una esposa. No hay palabras adecuadas que describan la intimidad, la unión y la unidad entre los dos.

  Cuando el Señor Jesús vino a la tierra, Su precursor, Juan el Bautista, declaró: “¡He aquí el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo!” (Jn. 1:29). También lo presentó como el Novio, Aquel que viene a recibir la novia (3:29). Cristo es Dios encarnado; Él es el Cordero que cargó con el pecado del mundo. Él es también el Novio que nos está haciendo Su novia y que está haciendo de los dos uno solo. Según la Biblia, nuestra unión con el Señor es igual a la unión que existe entre una esposa y su esposo. Dios es nuestro Marido, y nosotros somos Su esposa. Él es nuestra satisfacción, y nosotros, Su satisfacción. Una relación matrimonial nos habla de disfrute y deleite.

Dios es nuestra comida y bebida

  La Biblia usa la comida y la bebida para referirse a la relación entre Dios y el hombre. El hombre necesita alimento y bebida para sobrevivir, es decir, necesita comer y también necesita beber. Todos los días dependemos de estas dos cosas. Si no comiéramos ni bebiéramos, moriríamos. La Biblia nos muestra que Dios es nuestra comida y que Él es nuestra agua viva. Él viene a nosotros para ser nuestro pan.

  En el Antiguo Testamento vemos estos tipos. Cuando los hijos de Israel empezaron su travesía por el desierto, no tenían alimento ni bebida. Entonces Dios hizo un milagro y les proveyó comida y bebida. Su alimento no crecía en la tierra, sino que provenía del cielo. Su bebida no provenía de las cisternas, las cuales ellos cavaban, sino de la roca hendida. Quienes vivieron en la época del Antiguo Testamento no entendieron el significado de esto. Sin embargo, un día el Señor Jesús vino. Él era Dios encarnado, Dios entre los hombres. Su meta era ser recibido por el hombre y llegar a ser el disfrute de éste. Él dijo que el maná en el Antiguo Testamento era solamente un tipo y que Él era el pan que descendió del cielo (6:48-51). Él es el verdadero maná. Él puede satisfacer el hambre del hombre y llenarlo interiormente. El Señor también dijo que sería levantado y que Su cuerpo sería quebrantado y que de Su interior correría el agua viva. El agua viva es el Espíritu Santo. Cuando el Espíritu Santo entra en el hombre, sacia la sed del hombre y después fluye de su interior como un río de agua viva para calmar la sed de otros (7:37-38). Estos versículos muestran que Cristo, como Dios, llega a ser el disfrute del hombre. Él desea entrar en nosotros para ser nuestra comida y nuestra agua viva. Él desea que nosotros le comamos y bebamos cada día.

  En la reunión del partimiento del pan todos tomamos un trozo del pan que está sobre la mesa y lo comemos. Asimismo, tomamos la copa y bebemos de ella. Debemos entender claramente el significado de lo que hacemos. El Señor dijo: “Tomad, comed; esto es Mi cuerpo” (Mt. 26:26). Después de esto también dijo en cuanto a la copa: “Bebed de ella todos; porque esto es Mi sangre del pacto, que por muchos es derramada para perdón de pecados” (vs. 27-28). Al parecer estaba diciendo: “Vosotros debéis recibirme como vuestro disfrute. La manera en que verdaderamente hacéis memoria de Mí es que me disfrutéis. Cuando vosotros permitís que Yo sea vuestro alimento y vuestra bebida, estáis haciendo memoria de Mí. Anhelo entrar en vosotros para ser vuestro todo”. El Señor desea entrar en nosotros para ser nuestra vida. Él también desea ser nuestro Marido, nuestra comida e incluso nuestra bebida.

Dios es nuestra morada

  La Biblia habla de otra clase de relación que existe entre Dios y el hombre. En esta relación Dios es nuestra morada. Todo creyente es una morada de Dios, un templo de Dios, una casa de Dios. Dios mora en su interior. La Biblia también dice que Dios desea ser nuestra morada. Esto es maravilloso. Dios mora en nosotros y permite que también nosotros moremos en Él. Nosotros somos Su morada, y Él es nuestra morada. Por lo tanto, la Biblia dice que nosotros permanecemos en Él, y Él en nosotros (Jn. 15:4). Cuando nosotros permanecemos en Él, disfrutamos de todo lo que Él es; y cuando Él permanece en nosotros, Él disfruta de todo lo que nosotros somos.

  Todos sabemos lo que es una morada, y todos necesitamos un lugar donde morar. Sin esto, no tenemos una habitación, no tenemos un lugar donde descansar, donde poner nuestros pies ni donde trabajar. A fin de descansar, estar relajados y poder trabajar, necesitamos una morada, una habitación. Dios no simplemente está en nosotros como nuestra comida y bebida; Él también es nuestra morada. Nosotros podemos morar en Él, y Él puede morar en nosotros. Nosotros hallamos descanso eterno en Él.

Dios es nuestra luz de vida

  La Biblia dice que Dios entra en nosotros para ser nuestra luz de la vida (8:12). La luz es necesaria para la existencia del hombre. No podríamos vivir sin luz. Durante el día tenemos la luz del sol y en la noche tenemos la luz de la luna, de las estrellas y también de las lámparas. No podemos existir sin luz. La luz es un elemento muy necesario para nosotros. Sin luz, el hombre queda sumido en las tinieblas, lo cual es un castigo insoportable. Sería una experiencia muy dolorosa si nos encerraran en un lugar oscuro por veinticuatro horas. Por esta razón, la Biblia dice que las tinieblas es una especie de castigo. El hombre necesita la luz a fin de existir, vivir y trabajar.

  La Biblia dice que Dios es nuestra luz. El que le sigue jamás andará en tinieblas, sino que tendrá la luz de la vida. Esto significa que sin Él, aparte de Él o separados de Él, estamos en tinieblas. Él es tantas cosas de las cuales nosotros disfrutamos. Él es nuestra vida, nuestro Marido, nuestra comida y bebida, nuestra morada y también nuestra luz. Él es luz y desea que nosotros andemos en la luz.

Dios es nuestra fuerza

  La Biblia también dice que Dios es nuestra fuerza (Sal. 18:1). No es suficiente que solamente tengamos vida. Aunque necesitamos tener vida para vivir, la vida que poseemos necesita poder. Debido a que algunas personas carecen de fuerza, son débiles y seniles aun cuando poseen vida. Por lo tanto, necesitamos que Dios sea nuestro poder, nuestra fuerza.

Dios es nuestro amor, gozo y consuelo

  A fin de vivir, el hombre también necesita amor, gozo y consuelo. La Biblia claramente dice que Dios es amor (1 Jn. 4:8). Él también es nuestro gozo y nuestro consuelo (Neh. 8:10; Is. 51:12). Él es todo lo que necesitamos.

Dios es nuestra sanidad

  Si necesitamos sanidad, Dios es la mejor sanidad para cualquier enfermedad en nuestra parte sicológica, en nuestra alma o en nuestro cuerpo. Él es Jehová-Rofeka, que significa “Jehová tu Sanador” (Éx. 15:26). Él es Jehová, el Dios que nos sana. Si lo tenemos a Él, tenemos sanidad.

Dios es nuestra orientación

  Además, necesitamos orientación para nuestro andar personal. Necesitamos saber cuándo actuar y cuándo detenernos, cuándo ir adelante y cuándo retroceder, cuándo ir a la izquierda o a la derecha. Gracias a Dios, Él es nuestra orientación. Cuando tenemos contacto con Él, recibimos orientación y dirección, y encontramos un camino para proseguir.

Dios es nuestro todo

  Cuando leemos la Biblia de principio a fin y nos damos cuenta de que ella nos presenta a Dios como nuestro todo, no podemos evitar alabarlo a Él. Dios desea ser nuestra vida, nuestro Marido, nuestra comida, nuestra bebida, nuestra morada, nuestra luz, nuestra fuerza, nuestro amor, nuestro gozo, nuestro consuelo, nuestra sanidad y nuestra orientación. Lo que Él es corresponde a lo que necesitamos, y Él se suministra a nosotros conforme a ello. Todo lo que necesitamos, Él es, y Él se suministra a nosotros conforme a eso mismo.

DIOS SE HUMILLÓ PARA SER NUESTRO DISFRUTE

  Lamentablemente, los cristianos hoy están llenos de conceptos comunes y religiosos en cuanto a Dios. Saben que hay un Señor soberano en el universo que es muy grande, santo y resplandeciente. También saben que como criaturas deben adorar al Creador soberano. Si bien éste no es un concepto equivocado, es completamente religioso; no refleja la verdadera revelación que nos presenta la Biblia. Si entendemos la Biblia, nuestros ojos serán abiertos para ver que este Señor tan grande, santo, resplandeciente y soberano se humilló a Sí mismo para encontrarse con hombres pequeños, bajos, sucios y pecaminosos como nosotros. Así como Él estuvo contento de hablar con aquella mujer inmoral samaritana junto al pozo de Sicar (Jn. 4:5), Él está contento de poder contactarnos a nosotros, pecadores menospreciables. Él desea impartirse a nosotros. Aunque Él es nuestro Redentor en la cruz y el Señor de todo en el trono, Él ha condescendido y se ha humillado para ser tan pequeño y humilde como nosotros, a fin de que le recibamos.

  A veces mientras medito en el Señor me viene un pensamiento maravilloso, y digo: “Señor, Tú te hiciste tan pequeño que incluso eres como yo. Tú no te hiciste más grande que yo, sino que, en lugar de ello, te hiciste tan pequeño como yo. Te humillaste para ser hallado en Tu porte exterior como hombre. Si fueras cinco pies más alto que yo, no podría alcanzarte. Yo sé que Tú eres tan bajo como yo. Es por ello que puedo tener comunión contigo y ser lleno de dulzura y gozo, y no de temor”. Mi comunión con el Señor es más dulce y más íntima que el tiempo que paso con mi propia madre. Cuando yo era joven, un afecto especial y un consuelo invadían mi corazón cada vez que veía a mi madre. De la misma manera, cuando tengo contacto con el Señor no siento ningún temor. Puedo decir: “Señor, mientras tengo contacto contigo, experimento una intimidad y una dulzura muy superiores a los sentimientos que tengo hacia mi madre”. Esto no se debe a que yo haya llegado a ser tan grande como el Señor, sino porque Él se ha hecho tan bajo. Yo no puedo llegar a ser alto; así que, en vez de ello, Él se ha hecho pequeño. Yo sigo siendo la misma persona; no he cambiado. Mi naturaleza pecaminosa aún está conmigo; soy una persona perversa, depravada, que está en la vieja creación y en el mundo maligno. Pero alabo al Señor porque a pesar de mi situación puedo tener comunión con Él. No tengo el menor sentimiento de que Él está en el cielo y que es más grande que yo; más bien, siento que Él es pequeño y bajo, que es igual a mí. Por lo tanto, puedo tener comunión con Él, tocarle y disfrutarle.

  La Biblia nos revela a este Señor. Él es nuestro disfrute. Nosotros podemos disfrutarlo a Él como nuestra vida, nuestro Esposo, nuestra comida, nuestra bebida, nuestra habitación, nuestra morada, nuestra fuerza, nuestro amor, gozo, consuelo, sanidad y todo lo que necesitamos.

  Cuando lo adoramos, no debemos considerarlo a Él como un Señor grande y soberano que está sentado muy por encima de todo. No debemos tener temor de acercarnos a Él. No es necesario que oremos a Él con temor y miedo. Si nos acercamos a Él de esta manera, eso demuestra que no tenemos ninguna revelación ni el debido conocimiento de Él; no tenemos luz y estamos llenos de conceptos religiosos. Si tenemos revelación, veremos que aunque Él es alto y sublime, el Señor de gloria y santidad, Él también se complace en impartirse a nosotros. Él desea que nos acerquemos a Él. Si permaneciera en el cielo, nosotros no podríamos ser salvos ni recibirlo como vida. Si permaneciera en el trono, no podríamos contactarlo ni disfrutarlo. Pero ahora Él ha dado un paso adelante; Él se ha humillado, ha dejado el trono y ha venido hasta nosotros. Él ahora está donde nosotros estamos. Él es tan bajo como nosotros, y es igual a nosotros. Él ha condescendido y ha venido a nosotros, haciéndose disponible a fin de que lo disfrutemos.

  Todo hijo de Dios necesita entender que el Dios a quien adoramos y servimos no es el Dios que entendimos según nuestro concepto religioso. Aunque nuestro Dios es el Señor de todos, Él ha descendido, se ha humillado a Sí mismo, al grado de hacerse igual a nosotros. Él es igual a nosotros en todo, salvo con respecto al pecado. Él hizo esto a fin de hacerse disponible a nosotros para nuestro disfrute y a fin de que podamos ganarlo a Él y experimentarlo. Su deseo es que nosotros lo recibamos como nuestro todo.

CÓMO DISFRUTAR A DIOS

  Algunos quizá ahora estén ansiosos por saber cómo disfrutar a Dios. Dado que Dios es la vida, el alimento, la bebida, la luz, la fuerza y el todo para nosotros, ¿cómo podemos contactarlo? Consideremos estos dos puntos.

Volvernos a nuestro ser interior

  En primer lugar, Dios está dentro de nosotros. Si queremos disfrutarlo a Él, tenemos que aprender a volvernos a nuestro ser interior. Debemos hacer esto a fin de ejercitar nuestro ser interior. Dios no está fuera de nosotros; aunque hoy nos fuéramos al cielo, no lo encontraríamos allí porque Él está dentro de nosotros. Él mora en nuestro espíritu. No debemos buscarlo fuera de nosotros. Él está muy cerca de nosotros; de hecho, está dentro de nosotros.

Estar calmados

  En segundo lugar, debemos aprender a estar calmados delante de Él y orar a Él. En otras palabras, debemos tener comunión con Él. Aunque Dios está en nuestro interior, con frecuencia somos atraídos al mundo exterior por medio de las distracciones que nos ocupan. Estar ocupados consiste en que nuestro corazón sea atraído por tales distracciones. Cuando nuestro hombre exterior está ocupado, nuestro corazón está muerto para con Dios. El carácter chino correspondiente a la palabra ocupado se compone de las raíces de las palabras corazón y muerto. Cuando una persona está ocupada, su corazón está muerto. Aunque nuestro corazón no esté muerto, es posible que esté adormecido. El carácter chino que corresponde a la palabra olvidar también está compuesto de las raíces de las palabras corazón y muerto, sólo que el carácter correspondiente al corazón está acostado. Esto indica que está dormido. El olvido significa que el corazón está adormecido. Esto no es una broma. El corazón no debe estar muerto, ni debe estar adormecido. No queremos ninguna de estas dos situaciones. Debemos ser normales y ejercitar nuestro ser interior permaneciendo quietos a fin de absorber a Dios. La mejor oración es aquella en la cual absorbemos a Dios. La oración no tiene nada que ver con el número de palabras que expresamos, sino con el hecho de encontrar un tiempo calmado para tornar nuestro activo corazón a la cámara interior, a fin de tener comunión con Dios y absorber Su propio ser. Entonces comprenderemos que Él es nuestra vida, comida, bebida, luz, fuerza, gozo y consuelo. Él es la respuesta a todo lo que necesitamos. Esto es lo que significa ser un cristiano. No somos personas religiosas que adoran a un Dios que está muy encumbrado y lejos de nosotros. Un cristiano no adora de esta manera; en vez de ello, permanece quieto en la cámara interna y tiene contacto con Dios. Tiene comunión con Dios y lo absorbe en su espíritu. De este modo, Dios permanece en él y llega a ser su todo.

Biblia aplicación de android
Reproducir audio
Búsqueda del alfabeto
Rellena el formulario
Rápida transición
a los libros y capítulos de la Biblia
Haga clic en los enlaces o haga clic en ellos
Los enlaces se pueden ocultar en Configuración