
Probablemente muchos hermanos y hermanas aun no tengan claro lo que es estudiar la Biblia conforme al principio de la vida. En este mensaje abordaremos nuevamente el tema de disfrutar a Dios mediante la lectura de la Palabra. Primeramente, les mencionaré algunos puntos cruciales y luego les daré algunos ejemplos para que podamos entenderlos mejor.
La Biblia contiene asuntos centrales como también asuntos periféricos. En otras palabras, algunas cosas en la Biblia pueden ser comparadas a las raíces de un árbol y otras a las hojas. Un árbol tiene raíces y un tronco, pero también tiene ramas y hojas. Hay una diferencia fundamental entre las raíces y el tronco, y las ramas y las hojas. Podemos también usar el ejemplo de un pollo cocinado, que tiene carne y piel. Si no se despluma completamente el pollo antes de cocinarlo, puede ser que se queden algunas plumas. Lo que es central, fundamental, con respecto al pollo cocinado es la carne, mientras que la piel y las plumas son periféricas. De manera semejante, hay asuntos centrales en la Biblia así como asuntos periféricos. Que todos nosotros tengamos en cuenta la distinción entre los dos.
¿Cuál es el asunto central, la raíz y el tronco, de la Biblia, y cuáles son los asuntos periféricos, las ramas y las hojas? En el capítulo anterior señalamos que el asunto central, la raíz y el fundamento, de la Biblia es Dios en el Hijo que viene a ser vida para el hombre. Estas sencillas palabras hablan de la esencia misma de la Biblia. El tema de la Biblia es Dios que llega a ser vida para el hombre en la persona de Su Hijo. Dios está corporificado en Su Hijo, y ha dado Su Hijo al hombre. En cuanto el hombre recibe al Hijo de Dios, el Espíritu Santo entra en el hombre para ser vida para él. Dios llega a ser vida para el hombre al llegar a ser su alimento. Cuando el hombre le recibe como alimento y lo digiere, Dios llega a ser el propio elemento en el hombre. Al vivir conforme a esta vida y por esta vida, el hombre vive delante de Dios. Ésta es la raíz, el fundamento y el asunto central, de la Biblia.
Al comienzo de la Biblia, en Génesis 1, el hombre fue puesto frente al árbol de la vida. Al final de la Biblia, en Apocalipsis, el árbol de la vida aún está delante del hombre. Todos los estudiantes de la Biblia, que han recibido el adiestramiento apropiado, están de acuerdo en que el árbol de la vida simboliza a Dios que se revela y presenta al hombre como vida en forma de alimento para que éste le coma, permitiéndole a Dios así ser vida para el hombre. La manera en que esta meta se cumple se halla descrita de Génesis 3 a Apocalipsis 20. Dios ahora ha entrado en el hombre y ha llegado a ser vida para él. Dios entró en el hombre en Su Hijo y por medio del Espíritu Santo. Él ahora está siendo digerido por el hombre para ser la satisfacción y la vida del hombre, de modo que éste viva por Él. Aunque la Biblia habla de muchos asuntos, el centro de la revelación contenida en ella es este tema. Sin embargo, esto es sólo un esquema muy breve. Hay muchos otros asuntos que están relacionados con este tema central, pero por ahora no los estudiaremos.
Los asuntos periféricos, la piel y las plumas, de la Biblia se pueden agrupar en cuatro categorías.
La primera categoría se relaciona con los sufrimientos, con el consuelo en medio de las pruebas y con ser librados de las dificultades. Podemos encontrar muchas cosas en esta categoría en la Biblia. Aunque el pensamiento central de Dios y Su meta es forjarse en el hombre para ser la vida del hombre, desde la perspectiva humana hay muchas cosas que el hombre debe afrontar. La primera de ellas es el sufrimiento. La vida humana está siempre acompañada de los sufrimientos. Por ejemplo, yo puedo predicarle el evangelio a un amigo y exhortarlo, diciendo: “Usted tiene que creer en el Señor Jesús. Él quiere salvarlo y entrar en usted para ser su vida”. Sin embargo, él quizás responda: “Mi esposa ha tenido tuberculosis por tres años. ¿Puede usted venir y orar por ella? Si ella es sanada a causa de su oración, yo creeré en Jesús”. Aunque Dios desea forjar a Su Hijo en mi amigo para que sea su vida, mi amigo no entiende nada de esto ni tampoco le importa. Lo que a él más bien le interesa es que su esposa sea sanada de la tuberculosis. Dios desea entrar en él para ser su vida, pero él quiere que su esposa sea sanada. Así que hay un conflicto de intereses. En tal situación Dios quizá se compadezca y ceda un poco, y me lleve a contestarle, diciendo: “¿Su esposa ha tenido tuberculosis por tres años? Dios es un Dios compasivo. Su nombre es Jehová-Rofeka, Jehová que sana (Éx. 15:26). Él puede sanar. Mientras usted y su esposa oren a Él, ella podrá ser sanada”. Es posible que estas palabras consuelen a mi amigo, y él regrese a su esposa, diciendo: “Hablé con un predicador hoy. Aunque no entendí ni me importó mucho lo que dijo, me dijo que hay un Dios vivo y verdadero que puede sanarte. Si oramos, puedes ser sanada de tu enfermedad. ¿Por qué no lo intentamos?”. Así que los dos pueden orar por sanidad, pero mientras oran, también le proveen al Señor una entrada en ellos y le dan al Espíritu Santo la oportunidad de entrar y operar en ellos. El Espíritu Santo probablemente los convenza de sus pecados y los lleve a confesarlos. Ellos tal vez invoquen al Señor Jesús sin entender mucho lo que ello significa y lo confiesen como Su Salvador. Aunque quizás no entiendan claramente quién es el Señor Jesús, al invocarlo, ellos serán salvos por la misericordia de Dios. Así que, por un lado, la esposa es sanada, y, por otro, Dios ha entrado en ellos.
Aunque la esposa ha sido sanada, es posible que el esposo esté desempleado. Así que cuando nos volvemos a ver, yo podría decirle: “Dios te ha mostrado Su cuidado. Él conoce tus problemas y contesta tus oraciones. Ve y ora con tu esposa nuevamente”. Mientras su única preocupación sea sus problemas, los que traten de ayudarlo únicamente podrán ayudarlo a resolver sus problemas; es decir, no podrán ayudarlo a conocer a Dios de una manera sencilla ni a experimentarlo como vida.
La vida humana está llena de sufrimientos. Dios lo sabe, y por eso está en cierto modo obligado a ayudar al hombre antes de poder ser vida para él. Creo que el Señor me permite decir que “en cierto modo está obligado”, porque ésta no es la principal obra de Dios. Pero el hombre no entiende a Dios y piensa que Él únicamente desea sanar a las personas y encontrarles trabajo. Es como si Dios fuera un doctor que presta un servicio gratuito o un excelente agente de una oficina de empleos. Las personas creen que Dios no tiene otra cosa que hacer que encontrarles trabajos, escuelas y un lugar donde vivir. Muchas personas empiezan su vida cristiana pidiéndole a Dios que haga muchas cosas por ellos y le dan gracias y alaban cuando sus oraciones son contestadas. Sin embargo, cuando Él ya no contesta sus oraciones, enseguida lo cuestionan, diciendo: “¿Qué sucede que Jesús no contesta mi oración? ¿Por qué Dios parece favorecer a algunos y a otros no? Tal vez Dios no es un Dios fiel, o tal vez no sea tan fidedigno”. Así que se molestan y dejan de asistir a las reuniones o de orar en casa, pensando que Dios no es fiel ni fidedigno. Hay muchos ejemplos de cristianos así. Muchos de entre nosotros incluso pueden ser de esta clase de cristianos.
Puesto que el hombre no conoce a Dios, piensa que Dios es un Dios bondadoso y de buen corazón, que a ciegas imparte Su amor y misericordia. Bajo el velo de esta idea equivocada, no puede entender el deseo de Dios. Sencillamente no entiende los pensamientos de Dios, y sus sufrimientos ocupan toda su atención. Algunos predicadores incluso dicen que el hombre sufre porque le falta religión y que sólo la religión puede resolver los problemas del sufrimiento humano. Hasta predican que el cristianismo resuelve los problemas de la vida humana, dando ejemplos de familias cuyos problemas fueron resueltos cuando creyeron en Jesús. Dicen esto con el fin de atraer a las personas y satisfacer la psicología del hombre, porque saben que la vida humana está llena de problemas; sin embargo, no conocen los pensamientos de Dios.
La Biblia en efecto muestra que Dios es compasivo y que se preocupa por el hombre. Él está dispuesto a consolar a los que sufren y a sanar a los enfermos. Aunque la Biblia menciona muchas preciosas promesas acerca de esto, dichas cosas no son la meta central en el corazón de Dios. La meta central de Dios no es sanar nuestras enfermedades ni eliminar nuestros sufrimientos. Su meta central es entrar en nosotros para ser nuestra vida. Debido a que tenemos sufrimientos, enfermedades y necesidades, Él nos consuela, sana y cumple las promesas que están en la Biblia. Sin embargo, promesas como éstas son asuntos periféricos en la Biblia; no son los asuntos centrales. No son la raíz ni el tronco, sino las ramas y las hojas. Desafortunadamente, a menudo sólo encontramos estas cosas superficiales y externas en la Biblia, y no vemos las cosas centrales y fundamentales.
La segunda categoría de cosas que se hallan en la Biblia está relacionada con la moralidad. Cuando Dios entra en el hombre para ser Su vida, no puede permitir que el hombre siga siendo una persona malvada. Como vaso que es, el hombre debe ser recto y apropiado a fin de corresponder a Dios y Dios pueda llegar a ser su vida. Por esta razón, la Biblia habla mucho acerca de la moralidad. Si yo quiero beber de un vaso, primero tengo que lavarlo completa y apropiadamente. Aunque mi meta final es llenar el vaso de un líquido, primero tengo que limpiarlo. De la misma manera, cuando Dios quiere hacernos Su vaso y entrar en nosotros como vida, primero tiene que limpiar nuestro vaso de pecado y maldad. Sin embargo, esto es sólo una obra periférica de preparación.
El hombre también está lleno de conceptos acerca de la moralidad. Por lo tanto, cuando lee la Biblia y encuentra algo sobre la moralidad, de buen grado responde a lo que lee y lo aprueba. La mayoría de las personas sólo subrayan en sus Biblias aquellos pasajes que hablan de amarnos unos a otros, como también aquellos pasajes acerca de la mansedumbre, la humildad, la justicia y la equidad. Todos los que encuentran pasajes como éstos sienten que estas palabras son excelentes y alentadoras.
Eso no significa que estas enseñanzas en la Biblia sean malas. Dichas enseñanzas son buenas, pero debemos entender que son asuntos periféricos. No son asuntos centrales en la voluntad de Dios. Si sólo encontramos este tipo de asuntos en la Biblia, entonces la Biblia no se diferenciará en nada de los escritos de otras religiones ni de las enseñanzas de los sabios. Tales cosas no son en absoluto el pensamiento central de la Biblia.
Una tercera categoría de asuntos periféricos hallados en la Biblia es los secretos acerca del vivir humano. Es decir, ¿cómo debemos nosotros como seres humanos vivir en la tierra? ¿Cómo debemos desenvolvernos en las relaciones humanas? ¿Cómo debemos comportarnos como padres y como hijos? ¿Cómo debemos relacionarnos con nuestra esposa? ¿Cómo hacemos amigos? ¿Cuál debe ser nuestra actitud hacia el dinero? ¿Cómo deben comportarse los ricos? ¿Cómo deben vivir los pobres? Podemos encontrar muchas cosas como éstas en diferentes pasajes de la Biblia. El libro de Proverbios está lleno de este tipo de consejos. Éstas son las cosas que muchos consideran preciosas cuando acuden a la Biblia. Sin embargo, son asuntos periféricos, comparables a la piel y las plumas.
La cuarta categoría de asuntos periféricos que se hallan en la Biblia están relacionados con el celo por la religión. Todo cristiano tiene celo por servir a Dios, por estar entregado a Él, por amarle y serle fiel. Éstas no son cosas malas; todas son cosas buenas, pero son conceptos religiosos. Son asuntos periféricos que no tienen nada que ver con el asunto central de la Biblia.
Aunque la Biblia contiene estas cuatro categorías de cosas periféricas, el asunto central de la Biblia tiene que ver con que Dios llegue a ser nuestra vida. Los asuntos periféricos de la Biblia tratan de soluciones a los sufrimientos, exhortaciones por la conducta moral, orientación con respecto al vivir humano y el celo por la religión. Cuando el hombre acude a la Biblia, puede estar lleno de conceptos y necesidades relacionados con estas cuatro áreas, y al mismo tiempo no tener ningún conocimiento de que Dios desea llegar a ser nuestra vida. Por esta razón, únicamente capta las cosas periféricas, y pierde de vista el asunto central, el tronco y las raíces. Ésta es una gran carencia que tenemos en nuestra lectura de la Biblia.
Supongamos que un hermano pierde su trabajo y se preocupa continuamente sobre su empleo. Cuando lee Filipenses 4, aunque no entiende los versículos del 1 al 3, probablemente le llame la atención parte del versículo 4, que dice: “Regocijaos en el Señor siempre. Otra vez diré: ¡Regocijaos!”. Este versículo está en contraste con su situación porque él no siente ningún regocijo y está descontento por haber perdido su trabajo. Por consiguiente, le llama la atención la palabra regocijaos, pero pasa por alto las palabras en el Señor. Es como si el versículo dijera: “Regocijaos siempre. Otra vez diré: ¡Regocijaos!”. Al continuar la lectura, no le impresiona el versículo 5 pero sí las palabras del versículo 6, que dicen: “Por nada estéis afanosos”. Puesto que ha estado muy ansioso por su trabajo, estas palabras le parecen preciosas. Siente que el Señor le ha hablado y ha conmovido su ser interior con estas palabras. Después de esto lee: “Sino en toda ocasión sean conocidas vuestras peticiones delante de Dios”. Este versículo es aún mejor; así que empieza a orar, diciendo: “Señor, te doy gracias y te alabo porque puedo darte a conocer mis peticiones por medio de oración y súplica, con acción de gracias. Mi petición es que me des un trabajo. Necesito un trabajo. Tú dijiste que en nada debo estar afanoso. Ya no estoy afanoso. Te entrego mi ansiedad”. Finalmente, se siente consolado cuando lee el versículo 7: “Y la paz de Dios, que sobrepasa todo entendimiento, guardará vuestros corazones y vuestros pensamientos en Cristo Jesús”. Inmediatamente después de esto le da gracias a Dios y lo alaba por darle la paz que guardará su corazón y sus pensamientos. Aparentemente él lee la Biblia conforme al principio de la vida, pues ha ejercitado su espíritu, no su mente, y ha digerido la palabra por medio de la oración, comiendo a Dios por medio de la Palabra. Así que se siente alimentado y satisfecho.
Aunque esto es bueno, debemos preguntarnos si el hermano ha comido la carne o las plumas. ¿Ha tocado él los asuntos centrales de la Biblia o los asuntos periféricos? Estos pocos versículos contienen asuntos centrales y también asuntos periféricos. Los asuntos periféricos están ligados a los asuntos centrales. Lamentablemente, este hermano únicamente encontró los asuntos periféricos; no tocó los asuntos centrales. El versículo 4 dice: “Regocijaos en el Señor siempre”. Las palabras en el Señor significan que tenemos una unión de vida con el Señor, que permitimos que el Señor sea nuestra vida. Con base en que estamos en el Señor y con base en esta unión de vida que tenemos con Él, podemos regocijarnos, y espontáneamente nos regocijaremos. El versículo 7 dice: “La paz de Dios, que sobrepasa todo entendimiento, guardará vuestros corazones y vuestros pensamientos en Cristo Jesús”. El asunto básico se halla en las palabras en Cristo Jesús. Éste es el asunto central. Guardar es simplemente el resultado de estar en Cristo Jesús. Pero nuestro hermano únicamente capta las palabras paz y guardará, no las palabras en Cristo Jesús. Él capta únicamente las cosas que no son del Señor y no entiende el asunto central, sino que únicamente ve los asuntos periféricos. Estos asuntos periféricos pertenecen a la primera categoría: el consuelo y la liberación de los sufrimientos.
Luego el hermano lee el versículo 8, que dice: “Por lo demás, hermanos, todo lo que es verdadero, todo lo honorable, todo lo justo, todo lo puro, todo lo amable, todo lo que es de buen nombre; si hay virtud alguna, si alguna alabanza, a esto estad atentos”. Nuevamente él se siente conmovido. Este versículo está relacionado con la categoría de la ética y la moralidad. Dios requiere que el hombre sea apropiado. El hombre no debe ser maligno. Por eso Dios dice que debemos estar atentos a lo que es verdadero, lo honorable, lo justo, lo puro, lo amable y lo que es de buen nombre. Debemos pensar en cosas buenas, no en cosas malas; en cosas puras no en cosas sucias; en cosas amables no en cosas aborrecibles. Sin embargo, éstos son asuntos periféricos; no son los asuntos centrales. Debido a que la mente de nuestro hermano está llena de conceptos éticos, responde inmediatamente a estas palabras sobre la moralidad y la ética.
Luego nuestro hermano continúa leyendo el versículo 12, que dice: “Sé estar humillado, y sé tener abundancia; en todas las cosas y en todo he aprendido el secreto, así a estar saciado como a tener hambre, así a tener abundancia como a padecer necesidad”. Éstas palabras le llaman aún más la atención porque hablan del secreto del vivir humano, el secreto relacionado con tener abundancia como de padecer necesidad. Después de esto, lee: “Todo lo puedo en Aquel que me reviste de poder” (v. 13), y exclama: “¡He hallado el secreto del vivir humano! Es confiar en el Señor”. Muchos cristianos dicen estas palabras sin saber lo que significa confiar en el Señor. Las palabras más importantes en este versículo son en Aquel. Podemos hacerlo todo “en Aquel”. Aquel que nos reviste de poder mora en nosotros. Si aprendemos a vivir en Él, hallaremos el secreto del vivir humano. Es sólo cuando estamos en Él que podemos hacerlo todo.
Quizás otro día este hermano lea Gálatas 1. Aunque no le llaman la atención los versículos del 1 al 9, se siente conmovido con el versículo 10, que está relacionado con el celo por la religión: “Pues, ¿busco ahora el favor de los hombres, o el de Dios? ¿O trato de agradar a los hombres? Pues si todavía tratara de agradar a los hombres, no sería esclavo de Cristo”. Él es conmovido nuevamente, y debido a que cree que un cristiano debe ser fiel a Dios, expresa este sentimiento en oración, diciendo: “Señor, perdóname por temer a los hombres y tratar de agradarlos. Fortaléceme para que siempre te agrade a Ti y no me interese agradar a los hombres. Deseo vivir delante de Ti y no delante de los hombres”. La oración le permite a él tocar su espíritu, y cuanto más toca su espíritu, más es lleno y satisfecho.
A la mañana siguiente, este hermano lee: “Pero cuando agradó a Dios [...] revelar a Su Hijo en mí” (vs. 15-16). Aunque éstos son versículos centrales, su ser interior es como el papel manteca que no permite que la tinta penetre en su corazón. Su ser interior no es capaz de absorber estas palabras. Así que este hermano recibe la piel del pollo, pero no la carne. A Dios le agrada revelar a Su Hijo en nosotros para que Él sea nuestra vida y llegue a ser la plenitud de Dios en nosotros. Éste es el asunto más central. Sin embargo, cuando él lee, no hay ninguna respuesta en su interior; es como si estas palabras no existieran. Las únicas palabras de Gálatas 1 que lo conmueven tienen que ver con ser un esclavo de Cristo y no agradar a los hombres. Esto es la piel. Sin embargo, él no se da cuenta de que la carne en Gálatas 1 es la frase agradó a Dios revelar a Su Hijo en mí. Aunque ésta es la meta de Dios, él está completamente ocupado con el celo y los conceptos religiosos. Así que siente que debe ser celoso por Dios y fiel a Dios, pero pasa por alto la meta central de Dios.
El tercer día este hermano lee el capítulo 2 de Gálatas y no ve nada significativo en los versículos del 1 al 10. En el versículo 11 lee sobre cómo Pablo reprendió a Pedro, y hay una respuesta en su interior. Él considera que Pablo era un hombre fiel que no transigía en nada a fin de conservar la pureza del evangelio. Así que es “iluminado” y ora, diciendo: “Señor, en el pasado algunos hermanos han hablado erróneamente en público. Te pido que me perdones por no haberlos corregido inmediatamente. No he sido fiel. Te ruego que me fortalezcas para ser fiel en defender Tu evangelio a fin de que la verdad se conserve entre nosotros”. Éste es un concepto religioso. Sin embargo, a él no le llama la atención el versículo 20 a pesar de que es un pasaje central muy precioso, que dice: “Con Cristo estoy juntamente crucificado, y ya no vivo yo, mas vive Cristo en mí”.
Los anteriores ejemplos nos ayudan a ver que una persona que acude a la Palabra puede hallar palabras de consuelo para los momentos de prueba, palabras que cultivan las virtudes humanas, palabras sobre los secretos para la vida humana y palabras en cuanto al celo religioso. Sin embargo, no le resulta fácil encontrar los asuntos centrales en cuanto a que Dios entra en el hombre para ser su vida. Es preciso que el hombre esté en Dios si ha de tener verdadero gozo, si la paz de Dios ha de guardar en verdad su corazón y sus pensamientos, si ha de conocer el secreto del vivir humano y si ha de poder hacerlo todo y experimentar al Señor como su fuerza en todas las cosas. Las palabras en Él son cruciales y están relacionadas con el hecho de que Dios llega a ser vida para el hombre en el Hijo. Ésta es la meta central de Dios.
Lamentablemente, los conceptos del hombre se centran en encontrar soluciones para los sufrimientos, en cultivar las virtudes, en resolver los problemas de la vida humana y en tener celo religioso. Por esta razón, cuando el hombre acude a la Biblia, únicamente le interesa recibir algo que esté relacionado con estas cuatro categorías de cosas: el consuelo en medio de las pruebas, cómo cultivar las virtudes humanas, los secretos del vivir humano y el celo religioso. Nunca se le ha ocurrido que Dios desea entrar en él para ser su vida. Dios desea ser todo para él. Sin embargo, el hombre capta únicamente las cosas superficiales de la Biblia, y no puede entender los asuntos centrales. Hermanos y hermanas, Dios nos consuela en medio de nuestras pruebas conforme a Sus promesas. Él puede cultivar nuestras virtudes y enseñarnos los secretos del vivir humano. Él incluso desea que nosotros le seamos fieles y seamos celosos por Él, pero todos estos asuntos son periféricos; son la piel y las plumas, son las ramas y las hojas. Dios principalmente desea entrar en nosotros para ser nuestra vida. Él quiere ser nuestra comida y satisfacción. Cuando somos satisfechos, Él llega a ser nuestra fuerza interna que nos guía a través de todas nuestras pruebas y dificultades. Cuando somos satisfechos, Él llega a ser nuestra sabiduría interna y nuestro secreto para el vivir humano; y nosotros espontáneamente expresamos Sus virtudes en nuestro vivir. Cuando somos satisfechos, podemos ser fervientes por el Señor y también serle fieles. La Biblia gira en torno a este asunto central. Si tenemos este asunto central, espontáneamente tendremos los asuntos periféricos, tendremos las ramas y las hojas.
Sin embargo, cuando leemos la Biblia, escogemos los asuntos principalmente de las cuatro categorías periféricas: el consuelo y la liberación de las tribulaciones, el hecho de cultivar las virtudes, los secretos del vivir humano y el celo religioso. Muchos de nosotros probablemente nos sentimos conmovidos esta mañana al leer palabras relacionadas con el consuelo y las promesas para los momentos de prueba. Un hermano podría decir: “Mi hijo está lejos, y lo extraño mucho. Esta mañana leí un versículo que dice: ‘Por nada estéis afanosos’, y oré diciendo: ‘Amén, Señor, ahora echo sobre Ti todos mis afanes’”. Otra hermana podría testificar lo siguiente: “He estado muy preocupada por la salud de mi esposo. Mientras leía la Biblia esta mañana, me encontré con estas palabras: ‘Ciertamente llevó Él nuestras enfermedades, y cargó con nuestros dolores’ y ‘por Sus llagas fuimos nosotros sanados’. Estas palabras fueron un gran consuelo para mí”. Es posible que entre nosotros haya muchos testimonios como éstos. Muchos de nosotros probablemente nos sentimos conmovidos con palabras que estaban relacionadas con cultivar virtudes humanas tales como la humildad, la paciencia, el amor, la sumisión para con los esposos y el amor para con las esposas. Quizás no a todos les hayan impresionado los pasajes relacionados con los secretos del vivir humano, pero creo que esto sí les llamó la atención a algunos esta mañana. Tal vez muchos de nosotros también nos hayamos sentido conmovidos con versículos acerca del celo y el fervor religiosos. Algunos quizás hayan sido alentados con estas palabras: “Hermanos, os exhorto por las compasiones de Dios, que presentéis vuestros cuerpos en sacrificio vivo” (Ro. 12:1). Otros quizás hayan sido conmovidos al leer: “Id por todo el mundo y proclamad el evangelio a toda la creación” (Mr. 16:15). También es posible que otros hayan sido guiados a confesar su falta después de leer: “No dejando de congregarnos, como algunos tienen por costumbre” (He. 10:25). Quizás hasta le hayan pedido al Señor que los perdone por no haber asistido a las reuniones por más de medio año. Con respecto a muchos de nosotros es posible que nuestra lectura haya confirmado nuestros sentimientos religiosos. Sin embargo, es posible que a muy pocos de nosotros nos haya impresionado que Dios viene a nosotros como vida en Su Hijo.
Debemos recordar que las promesas, el consuelo, la liberación en las pruebas, la acción de cultivar las virtudes humanas, los secretos del vivir humano y el celo religioso por servir a Dios, todos ellos, son asuntos superficiales y periféricos, es decir, son las ramas y las hojas, son la piel del pollo. Solamente la carne del pollo es crucial. Palabras tales como: “Agradó a Dios [...] revelar a Su Hijo en mí” (Gá. 1:15-16), “ya no vivo yo, mas vive Cristo en mí” (2:20), “en Cristo” (3:26) y “permaneced en Mí, y Yo en vosotros” (Jn. 15:4) son palabras centrales. Ésta es la quinta categoría de palabras en la Biblia. Es lamentable que aunque hay muchos pasajes como éstos en la Biblia, no nos demos cuenta de que están ahí. En vez de ello, captamos los asuntos periféricos y perdemos de vista los pasajes centrales que nos dicen que Dios viene a nosotros como vida en el Hijo.
No debemos sentirnos desanimados. Aunque todavía no identifiquemos los asuntos centrales en nuestra lectura, debemos continuar leyendo. Necesitamos leer la Biblia. Aun podemos ser alimentados si sólo encontramos las palabras de consuelo. Versículos tales como: “Por nada estéis afanosos, sino en toda ocasión sean conocidas vuestras peticiones delante de Dios por medio de oración y súplica, con acción de gracias” (Fil. 4:6), “echando toda vuestra ansiedad sobre Él, porque Él se preocupa por vosotros” (1 P. 5:7), o “la caña cascada no quebrará, y el pábilo humeante no apagará” (Mt. 12:20) no son nada malos. Es mejor comer algo que no tener nada que comer. A algunas hermanas quizás les impresione Efesios 5:22-23 que habla de reconocer a su esposo como su cabeza; y a algunos hermanos quizás les impresione el versículo 25, que los exhorta a amar a sus esposas y a cuidar de ellas porque son los vasos más frágiles. Un hermano que no se ha estado reuniendo por medio año quizás se arrepienta y sea recobrado nuevamente a las reuniones después de leer Hebreos 10:25. No es que la piel no sirva para nada, puesto que lo ha ayudado. Otro hermano quizás se arrepienta después de leer Filipenses 2:3-4. Estos santos pueden después testificar en las reuniones de lo que han leído, y las reuniones serán vivientes y estarán llenas de la presencia del Señor. Si no podemos encontrar la carne, no está nada mal que comamos un poco de piel. Nunca debemos dejar de leer; si dejamos de leer, pasaremos hambre.
Sin embargo, todos gradualmente debemos pasar de los asuntos periféricos al asunto central. Pronto aprenderemos a identificar la carne. Espero que nunca nos sintamos desanimados con nuestra lectura ni tampoco nos sintamos satisfechos con ella. Debemos discernir entre el centro y la circunferencia, entre la carne y la piel. Debemos entender que la Biblia contiene palabras centrales y palabras periféricas. Las palabras centrales son la meta de Dios, y las palabras periféricas satisfacen nuestras necesidades. Si únicamente buscamos satisfacer nuestras necesidades, sentimientos y deseos psicológicos, únicamente recibiremos de la Biblia las cosas superficiales. Sin embargo, si somos librados de esto para interesarnos por la meta de Dios y el deseo de Su corazón, encontraremos los asuntos centrales. Hasta que eso suceda, debemos continuar recibiendo los asuntos periféricos a fin de mantener una vida apropiada delante del Señor de modo que lo contactemos, absorbamos y digiramos un poquito cada día. No debemos pensar que los asuntos centrales son imposibles de captar. Nunca debemos desanimarnos al punto de dejar de leer la Biblia; no debemos tener esta actitud jamás. En vez de ello, debemos hacer lo posible por continuar leyendo, aunque por ahora no podamos encontrar los asuntos centrales. Debemos continuar aprendiendo a leer con nuestro espíritu, a rechazar nuestros propios pensamientos y a convertir en oración todas las palabras que más nos impresionen. Debemos aprender a recibir el alimento, aun en las cosas superficiales. Entonces recibiremos un poco de ayuda. Si somos fieles, Dios abrirá nuestros ojos, y poco a poco iremos descubriendo los asuntos centrales. Que el Señor nos conceda Su gracia de modo que leamos la Palabra con más claridad, agudeza y destreza, y podamos sumergirnos en las cosas más profundas.