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Mensajes del libro «Cómo ser un colaborador y un anciano y cómo cumplir con sus deberes»
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CAPITULO CUATRO

COMO CUMPLIR CON LOS DEBERES DE COLABORADORES Y DE ANCIANOS

(1)

BOSQUEJO

  1. Tenga cuidado con:
    1. La ambición:
      1. Para cumplir con los deberes de colaborador o de anciano usted necesita tener un corazón puro, que sea purificado de toda ambición sutil en su intención, su propósito, su motivo y su acción en el recobro del Señor.
      2. Nunca busque ser el primero en ningún aspecto de la obra del Señor.
      3. Como colaborador, nunca considere que está por encima de los ancianos ni trate de nombrar ancianos; nombrar ancianos requiere la madurez en vida, estar equipado adecuadamente de la verdad y no ser demasiado joven.
    2. El orgullo:
      1. El orgullo es de nacimiento un atributo de nuestra naturaleza caída.
      2. Aun en el caso de Pablo, el Señor se preocupó porque no se exaltara en exceso, así que le dejó un aguijón en la carne de parte de Satanás—2 Co. 12:7.
      3. Por lo tanto, el apóstol Pablo enseñó que un recién convertido no debe ser uno que vigile la iglesia, no sea que, cegado por el orgullo, caiga en la condenación preparada para el diablo—1 Ti. 3:6.
      4. Recuerde siempre que la humildad le salva de toda clase de destrucción y atrae la gracia de Dios—Jac. 4:6.
      5. El orgullo le hace el peor de los insensatos.
      6. La rivalidad en la obra del Señor no sólo es un indicio de ambición sino también de orgullo.
      7. Preocuparse por su prestigio y descuidar la dignidad de los demás son un indicio de su ambición sutil.
      8. Hablar de la capacidad, el éxito, la perfección y la virtud de uno, es ser orgulloso de una manera imprudente.
      9. Tener más alto concepto de sí que el que se debe es otro indicio del orgullo—Ro. 12:3.
      10. Cristo en Su humanidad se humilló a Sí mismo y lavó los pies de Sus discípulos, lo cual nos da un buen modelo de cómo humillarnos para escapar del orgullo—Jn. 13:3-5.
      11. Discutir sobre quién es el mayor es un aspecto desagradable del orgullo—Mr. 9:34.
      12. Desear ser grande y no querer ser un siervo, y desear ser el primero y no un esclavo, también son indicios del orgullo—Mt. 20:26-27.
      13. Tener señorío sobre los miembros de la iglesia que está bajo su pastoreo es una evidencia de su orgullo—1 P. 5:3.
      14. El modelo del apóstol Pablo:
        1. Predicó a Cristo como Señor y a sí mismo como esclavo de los creyentes por causa del Señor—2 Co. 4:5.
        2. Testificó que si alguno era débil, él también era débil, y que él se hacía débil a los débiles con el fin de ganar a los débiles—2 Co. 11:29; 1 Co. 9:22.
      15. Restaurar con mansedumbre (una expresión de gentileza y humildad) a un hermano que se encuentra enredado en alguna falta, también nos protege, para que no seamos tentados—Gá. 6:1.
      16. La jactancia personal, la autoexaltación, la autoglorificación y la concupiscencia de la vanagloria son expresiones bajas y viles del orgullo—Gá. 5:26.
    3. La autojustificación:
      1. La autojustificación indica que uno condena a los demás y se exalta a sí mismo.
      2. El Señor no vino para condenar a los hombres sino para salvarlos, al perdonar (olvidando) sus pecados—Jn. 3:17.
      3. La iglesia no es una comisaría de policía donde se arresta a la gente, ni un tribunal donde se juzga a la gente, sino un hogar donde se cultivan los creyentes, un hospital donde los creyentes son sanados y se recuperan, y una escuela donde se enseñan y se edifican los creyentes.

  Oración: Oh, Señor, te alabamos porque Tu misericordia abundante es nuestra canción diaria; al hablar de ella nunca podemos agotarla. Incluso esta noche, el hecho de que estemos sentados aquí se debe a Tu misericordia abundante. Sin Tu misericordia, somos las personas más miserables. Oh Señor, ten misericordia de nosotros, de cada uno de nosotros. Por más de setenta años, has estado cuidándonos y teniendo misericordia de Tu recobro, y has estado hablándonos hasta hoy. Oh, Señor, con Tus palabras, danos sin medida Tu Espíritu y derrámalo ricamente sobre nosotros para que podamos estar llenos de Tus Palabras y de Tu Espíritu, es decir, de Tu revelación y luz. Amén.

EL AVANCE DE LA REVELACION DIVINA EN EL RECOBRO DEL SEÑOR

  En los tres capítulos anteriores, vimos el ministerio completo del Señor. Su ministerio no es pobre ni fragmentario sino pleno. Aunque este Cristo, quien es único en la historia, hizo muchas cosas en la tierra, parece que muchas personas realmente no le conocen. El cristianismo da a la gente una impresión muy superficial al decir simplemente que Cristo es Dios, el Creador de todas las cosas y que un día se hizo carne para ser el Salvador de los hombres. Hoy cualquier persona que haya recibido un poco de educación y que haya estudiado algo de la historia mundial, seguramente ha aprendido algo acerca de Jesucristo. Algunos dicen que sólo El es el Dios verdadero, y que El creó todas las cosas, y que se hizo un hombre como Salvador de los hombres. Estas cosas son verdaderas, pero no profundas.

  Entre nosotros, el hermano Nee tomó la iniciativa al amar la Biblia y al seguir la verdad. Puedo testificar firmemente que yo seguí al hermano Nee simplemente a causa de estas características que vi en él. Desde el momento que fui salvo, empecé a amar la Palabra y a buscar la verdad, así que, con regularidad leía publicaciones espirituales. Entre estas publicaciones de las cuales yo leía, había una que contenía en casi todos los números los escritos del hermano Nee. Cuando leí sus escritos, sentí que eran únicos. En aquellos tiempos, se puede decir que todos los escritos cristianos que existían en toda la China provenían de aquella publicación. Sin embargo, aunque muchos habían contribuido a ella, sólo unos cuantos eran únicos. Por lo tanto, comencé a tener comunión con el hermano Nee por correspondencia.

  Por la autoridad soberana del Señor, un día El me llevó a donde estaba el hermano Nee. En el momento que le vi, me atrajo su extraordinaria forma de hablar. El era sólo dos años mayor que yo. Nos conocimos por primera vez cuando él vino a mi pueblo natal. Considere esto: su pueblo natal estaba en Fucheu (al sur de China) y la mía estaba en Chifú, Shantong (al norte de China). Por lo tanto, si no hubiera sido por el arreglo de la soberanía del Señor, ¿cómo habríamos podido reunirnos? Más tarde, me pidió que trabajara con él, así que juntos trabajamos para el Señor por un total de dieciocho años. Más y más me doy cuenta de que verdaderamente él era un gran revolucionario de la Biblia; su interpretación de la Biblia era diferente de los demás. Quizás usted se pregunte si él entendía las interpretaciones de otras personas. El sí las entendían. El había leído lo que enseñaban los padres de la iglesia, lo que enseñaban los que buscaban con diligencia al Señor en los días subseguidos a los padres de la iglesia y antes del Concilio de Nicea en 325 a. de C., y las enseñanzas de Martín Lutero, de los místicos, de los que se dedicaban a la vida interior y de la Asamblea de los Hermanos. Me contó toda esta historia con el fin de perfeccionarme. Sin duda, para mí, él era un buen pastor. Puesto que recibí tal pastoreo, tal amoldamiento y tal perfeccionamiento de él, se desarrolló un entendimiento mutuo entre él y yo. En 1950 estábamos juntos en Hong Kong. El salió de la China continental y me pidió que fuese de Taiwán a Hong Kong. Estuvimos juntos por un mes y medio, desde mediados de febrero hasta principios de abril. Después de eso, con un entendimiento mutuo, nos separamos en Hong Kong.

  De 1950 a 1996, por cuarenta y seis años, dediqué mucho más tiempo y energía a la Palabra. En 1950, que fue un año después de que empecé a laborar en Taiwán, tenía yo una gran determinación de edificar sobre el fundamento que el hermano Nee había puesto. Gracias al Señor que por cuarenta y seis años, casi todos los años me lleva a ver algo nuevo.

  En 1951 publiqué en Taiwán una publicación mensual titulada El ministerio de la Palabra. Todos los mensajes que yo había dado fueron publicados en ella. Esa publicación duró más de treinta años. En 1960 el Señor comenzó a confirmar gradualmente, tanto en las circunstancias como en mí, que necesitaba tornarme del mundo de habla china al mundo anglohablante, es decir, a los Estados Unidos. Vine por primera vez a los Estados Unidos en 1958. En aquella ocasión me invitaron a dos lugares, Londres, en el Reino Unido y Copenhague, en Dinamarca, para que tuviera comunión con ellos y diera conferencias. Cuando hice el viaje a esos dos lugares, pasé por los Estados Unidos en abril y me quedé casi hasta octubre antes de irme a Londres. Cuando estuve en los Estados Unidos por cuatro o cinco meses, durante aquel tiempo tuve una profunda impresión en cuanto a la necesidad de los Estados Unidos. Después de un año, regresé una vez más. Luego, al final de 1961, volví otra vez. En 1962 me establecí en los Estados Unidos. Al final de aquel año, comencé mi trabajo formal en los Estados Unidos al dar la primera conferencia, en la cual di una serie de mensajes basados en Deuteronomio 8:7-9 referente a la buena tierra, los cuales se encuentran en El Cristo todo-inclusivo. No asistió mucha gente a las reuniones. Entre ellos había unos cuantos estadounidenses que recibieron los mensajes.

  Luego empecé a recibir invitaciones de diferentes lugares. Desde entonces he estado trabajando en los Estados Unidos por más de treinta y tres años, y los mensajes que he dado, que son de tres mil a cuatro mil, han sido publicados como libros. En estos treinta y tres años, todos los años el Señor me ha guiado a ver nueva luz y a entrar en ella. Le alabo porque en estos dos o tres últimos años, desde que escribí el nuevo himno: “¡Milagro tal! ¡Misterio es! / ¡Que Dios y el hombre uno son!” (Himnos, #500), mis palabras han entrado a una esfera más elevada. Sabía que Satanás me atacaría, y al mismo tiempo, también sabía que necesitaba tal ataque, el cual sería para mi cuerpo un aguijón, para que no me enorgulleciera. Si usted ha prestado atención, habrá notado que desde aquel tiempo, mis mensajes han cambiado y se han renovado. Espero que todos ustedes, hermanos, se pongan al día en cuanto a estos nuevos mensajes.

  En el entrenamiento de verano de este año, por ejemplo, tuvimos doce mensajes sobre el estudio de cristalización del Evangelio de Juan, y en el pasado ya se habían dado cincuenta y un mensajes del Estudio-vida de Juan. Además de esos cincuenta y un mensajes, se dieron en otras ocasiones varios mensajes sobre el Evangelio de Juan.

  Todos los miércoles, en mi comunión en el entrenamiento de tiempo completo, tengo un mensaje que quiero dar a los que están en el entrenamiento en cuanto a Cristo como Hijo del Hombre que nos cuida con ternura en Su humanidad y a Cristo como Hijo de Dios que nos sustenta en Su divinidad. Efesios 5 dice que Cristo sustenta y cuida la iglesia con ternura (v. 29). Cuidar con ternura es alegrar a la gente y hacerles sentir bien. Suponga que cuando un niño está inquieto y se niega a comer, la madre intenta entretenerle para que esté contento; esto es cuidar con ternura. Después de que el niño está contento, la madre le pone la comida en su boca; esto es sustentar. Cristo vino como Hijo del Hombre para cuidarnos con ternura, alegrarnos, y después, como Hijo de Dios, nos sustenta para que estemos satisfechos en Su vida.

  En los capítulos uno, tres, cuatro y ocho de Juan hay ejemplos que nos demuestran que Cristo como Hijo del Hombre vino para cuidar a la gente con ternura y como Hijo de Dios vino para sustentar a la gente. Juan 1:29 dice: “¡He aquí el Cordero de Dios!”. Vino como el Hijo del Hombre, para ser el Cordero que quita el pecado del mundo. El versículo 32 dice: “...al Espíritu que descendía del cielo como paloma, y permaneció sobre El”. Aquí, El es una paloma, el Espíritu, lo cual indica que El es el Hijo de Dios. El Hijo del Hombre redime de los pecados, mientras que el Hijo de Dios da vida y transforma.

  Juan 3:14 y 15 dice: “...Moisés levantó la serpiente en el desierto, así es necesario que el Hijo del Hombre sea levantado, para que todo aquel que en El cree, tenga vida eterna”. El fue levantado como la serpiente de bronce; esto demuestra que El es el Hijo del Hombre. “Para que todo aquel que en El cree, tenga vida eterna”, nos dice que El es el Hijo de Dios. El versículo 34 dice: “Porque el que Dios envió, habla las palabras de Dios; pues no da el Espíritu por medida”. Esto también demuestra que El es el Hijo de Dios.

  En el capítulo cuatro el Señor vino al pozo que estaba en Sicar, una ciudad de Samaria y conoció a una mujer que vino a sacar agua. Esto nos muestra que El es el Hijo del Hombre. Sin embargo, El podía dar de beber a la mujer agua viva. El Hijo de Dios es el que puede dar de beber a la gente agua viva.

  En el capítulo ocho la mujer que fue sorprendida en adulterio fue llevada a Jesús (vs. 3-11), que era sin duda el Hijo del Hombre. El se inclinó hacia el suelo para escribir en la tierra, y cuando los fariseos y los escribas le insistieron en que confrontara a la mujer, se enderezó y les dijo: “El que de vosotros esté sin pecado sea el primero en arrojar la piedra contra ella”. Entonces, salieron uno a uno, comenzando por los más viejos. Más tarde, el Señor preguntó a la mujer: “¿Ninguno te condenó?”. Ella dijo: “Ninguno, Señor”. E inmediatamente el Señor le dijo: “Ni Yo te condeno”. El que hablaba era el Hijo del Hombre. Entonces dijo: “Vete, y no peques más”. Sólo el Hijo de Dios puede hacer que el hombre no peque más. Luego el Señor dijo: “Porque si no creéis que Yo soy, en vuestros pecados moriréis” (v. 24). Sin duda, el gran “Yo soy” es el Hijo de Dios. Esto es lo que se quiere decir estudiar el Evangelio de Juan según la manera de cristalización. ¡Cuán diferente es esto del estudio general de la Biblia!

LAS TRES ETAPAS DE CRISTO EN EL NUEVO TESTAMENTO

  En años recientes el Señor ha estado dándonos nuevos mensajes, y los más nuevos son los primeros tres mensajes que di en esta conferencia internacional de colaboradores y de ancianos. El título de estos tres mensajes “Cómo ser un colaborador y un anciano” parece muy sencillo, pero el contenido es muy elevado y profundo, y no se comprende fácilmente. Los primeros tres mensajes nos muestran principalmente las tres etapas del ministerio de Cristo. En el mundo muchos saben que hace dos mil años Jesucristo vino a la tierra, pero muy pocos saben lo que El realizó en la tierra. Por ejemplo, el Nuevo Testamento revela claramente que este Cristo, quien era Dios que llegó a ser un hombre, no era solamente Dios hecho carne, sino el postrer Adán que llegó a ser el Espíritu vivificante. Luego en Apocalipsis, el último libro de la Biblia, se nos muestra que El llegó a ser los siete Espíritus. La teología cristiana enseña incorrectamente que Cristo sólo tuvo un “llegar a ser”, y que no tenía un segundo “llegar a ser” ni mucho menos un tercero. Tal enseñanza viene de la teología atrasada del cristianismo degradado y deformado. Hasta hoy aún tenemos en nosotros rastros de estos errores. Algunos se han desviado tanto que dicen que el Señor Jesús se hizo hombre sólo por treinta y tres años y medio, y que después de Su muerte y resurrección dejó de ser un hombre, sino que regresó a Su condición original de Dios único. ¡Es absurdo decir esto!

  El Nuevo Testamento nos demuestra claramente que tres veces nuestro Señor llegó a ser algo. Primero, como Dios, se hizo carne; es decir, como el Dios infinito, llegó a ser el hombre finito. Después, como el postrer Adán, un hombre en la carne, llegó a ser el Espíritu vivificante. Tercero, como el Espíritu vivificante, el Cristo pneumático, llegó a ser los siete Espíritus. Vemos en el Nuevo Testamento que Cristo pasa por estas tres etapas. La mayoría de los cristianos sólo han visto una era, la era del Nuevo Testamento; ellos no han visto que hay tres etapas dentro de esta era. En la primera etapa, El era el Hijo del Hombre en la carne; ésta es la etapa de encarnación, que se encuentra en los cuatros evangelios. En la segunda etapa, El es del todo el Espíritu; ésta es la etapa de inclusión, que va desde Hechos hasta Judas, los veintidós libros que hablan del Espíritu vivificante. En la tercera etapa, el Espíritu vivificante llega a ser los siete Espíritus, el Espíritu siete veces intensificado; ésta es la etapa de intensificación, que vemos en Apocalipsis. Estas son los tres “llegar a ser” de Cristo en Sus tres etapas. Su primer llegar a ser se halla en la etapa de encarnación, Su segundo llegar a ser se halla en la etapa de inclusión, y Su tercer llegar a ser, en la etapa de intensificación. Esto es el Nuevo Testamento.

  Les ruego, colaboradores y ancianos, que desde hoy ustedes dejen a un lado sus conocimientos del pasado en cuanto al Nuevo Testamento y lo estudien de nuevo desde la perspectiva de estos tres mensajes, como lo están haciendo los hermanos de Taiwán. Ellos han aprendido la clave de orar-leer y estudiar los bosquejos, memorizarlos y recitarlos, y luego, hablarlos. Después de pasar por este ejercicio, todos ellos pueden decir desde lo profundo de su ser que estos mensajes son la enseñanza de los apóstoles del Nuevo Testamento.

  Hermanos, por favor, dejen a un lado todo lo que han aprendido en el pasado. Desde hoy empiecen de nuevo y aprendan esta nueva cultura y nuevo lenguaje. No crean que ya lo saben todo. Me temo que no lo saben realmente. No pueden entender estas cosas sólo con escucharlas una vez, ni pueden entenderlas en nueve días. Necesitan por lo menos nueve meses, el tiempo que se requiere para que un niño nazca; ésta es la ley de Dios. Para cualquier clase de aprendizaje se necesita tiempo. Espero que ustedes dediquen mucho tiempo y energía a orar, estudiar, memorizar y hablar, de manera que entren en la realidad de estos mensajes.

  Ahora vayamos al mensaje de este capítulo. En los tres mensajes siguientes, veremos cómo cumplen con los deberes de colaboradores y de ancianos.

I. TENGA CUIDADO CON:

  Para cumplir con los deberes de colaboradores y de ancianos, primero necesitamos tener cuidado con ciertas cosas. La palabra cuidado nos dice que ciertas cosas están contra nosotros y nos perjudican; por lo tanto, necesitamos estar alerta y tener cuidado con lo que sigue.

A. La ambición

  Primero, debemos tener cuidado con la ambición. La ambición es una cosa terrible. Por supuesto, todas las personas tienen ambiciones. Una persona que no sea ambiciosa no es humana. Sin embargo, cuando usted viene a servir como colaborador o anciano, no debe venir con su ambición. Cuando uno llega a ser profesor, quiere ser un profesor prominente; cuando uno se dedica a los negocios, seguramente quiere que su negocio sea el más destacado; y cuando uno abre un banco, definitivamente quiere abrir el banco más grande. Esto es ambición. Cuando criamos a nuestros hijos les animamos incluso desde muy pequeños a que tengan ambiciones. Sin ambición, nuestros hijos no estudiarían ni podrían graduarse. Les enseñamos que después de graduarse en la escuela primaria, deben tener la ambición de ir a la escuela secundaria, a la universidad y luego a la escuela para graduados. De esta manera les infunden la ambición. Sin embargo, para cumplir con los deberes de colaboradores y de ancianos, usted no debe traer su ambición. La ambición anula sus deberes como colaboradores y ancianos. Una vez que usted tenga ambición, está acabado.

1. Para cumplir con los deberes de colaborador o de anciano, usted necesita tener un corazón puro

  Para cumplir con los deberes de colaborador o de anciano, usted necesita tener un corazón puro, que sea purificado de toda ambición sutil en su intención, su propósito, su motivo, y su acción en el recobro del Señor. Por más de sesenta años, conforme con mi observación, entiendo y percibo la sutileza en lo que la gente dice. Algunos hermanos que son útiles en la iglesia se comportan por fuera de una manera muy humilde, pero en el corazón son soberbios. Eso es la ambición sutil, y eso es una pequeña zorra que les impide tener progreso alguno. El Señor no dará más a tal persona, porque si lo hace, más soberbio será. Sólo los que son humildes y no tienen ambición pueden ser utilizados por el Señor, recibir el don de Dios y la encomienda del ministerio del Señor.

2. Nunca busque ser el primero en ningún aspecto de la obra del Señor

  Nunca debemos buscar ser el primero en ningún aspecto de la obra del Señor. En la iglesia a veces necesitamos asignar a ciertas personas que tomen responsabilidades. Tal vez los que no reciben encomienda actúen como si no les importara, manifestando nada en el tono de sus voces ni en sus expresiones, sin embargo, están deprimidos y tristes por dentro. Esta es la obra insidiosa de la ambición oculta que compite con otros por ser el primero.

  Para esta conferencia tengo una carga doble. Por un lado, quiero mostrarles la visión elevada, que es el contenido de los primeros tres mensajes, los cuales incluyen un extracto del entero Nuevo Testamento. Por otro lado, quiero exponer las cosas viles que están en nuestra naturaleza, tales como amar o querer ser el primero. Espero que seamos iluminados para ver nuestra condición verdadera.

3. Como colaborador, nunca considere que está por encima de los ancianos ni trate de nombrar ancianos

  Como colaborador, usted nunca debe considerar que está por encima de los ancianos ni tratar de nombrar ancianos; nombrar ancianos requiere la madurez en vida, estar equipado adecuadamente de la verdad y no ser demasiado joven.

  Conforme a las santas Escrituras, los apóstoles son colaboradores, y los apóstoles son los que nombran ancianos. De este modo, algunos colaboradores jóvenes se consideran apóstoles que están por encima de los ancianos. Esta clase de consideración es errónea y absurda. De hecho, no todos los que son colaboradores pueden nombrar ancianos. Sin duda yo sé que algunos colaboradores han ido a ciertas localidades y allí intentaron nombrar ancianos, pero fueron rechazados por las personas de esas localidades. No es apropiado ni es adecuado que uno intente nombrar ancianos simplemente por el hecho de que ha llegado a ser un colaborador. Nombrar ancianos requiere la madurez en vida y estar equipado adecuadamente de la verdad.

  El hermano Nee dijo que un apóstol debe estar capacitado para decidir el significado de las doctrinas a fin de determinar si cierta verdad concuerda con las santas Escrituras. Decidir cuál es el significado de las doctrinas y nombrar ancianos no son asuntos sencillos. Para esto se requiere que la persona esté equipada adecuadamente y que no sea demasiado joven. Supongamos que una persona joven de veintiséis años nombre como anciano a una persona de cincuenta y ocho años; esto estaría fuera de tono. Por lo tanto, no piense que sin usted no se puede nombrar ancianos. Es mejor que no se nombre ningún anciano que dejar que una persona joven lleve a cabo el nombramiento. Este problema debe evitarse entre nosotros.

B. El orgullo

1. El orgullo es de nacimiento un atributo de nuestra naturaleza caída

  Para cumplir con los deberes de colaboradores y de ancianos, primero necesitamos tener cuidado con la ambición y, segundo, necesitamos tener cuidado con el orgullo. El orgullo es de nacimiento un atributo de nuestra naturaleza caída. Dios tiene Sus atributos, y nosotros tenemos los nuestros. Somos seres humanos caídos y, como tales, el primer atributo que tenemos es el orgullo. ¿Quién no es orgulloso? Quien no sea orgulloso no sirve para nada. Sin embargo, en la obra del Señor, necesitamos hacer lo posible por protegernos del orgullo.

2. Aun en el caso de Pablo, el Señor se preocupó porque no se exaltara en exceso, así que le dejó un aguijón en la carne de parte de Satanás

  Aun en el caso de Pablo, el Señor se preocupó porque no se exaltara en exceso, así que le dejó un aguijón en la carne de parte de Satanás (2 Co. 12:7). En cuanto a este aguijón, Pablo rogó al Señor tres veces que le fuese quitado. Pero el Señor le dijo: “Bástate Mi gracia” (v. 9). Parece que el Señor estuviera diciendo: “Pablo, no te quitaré el aguijón, porque Mi gracia te basta. Te daré gracia suficiente”. ¿Por qué podría Pablo enaltecerse? Porque nadie ha visto una visión y revelación tan elevada como la que tuvo Pablo. El no solamente estuvo en el mundo, sino que también estuvo en el Paraíso del Hades e incluso estuvo en el tercer cielo. Puesto que las visiones y las revelaciones que Pablo recibió eran tan prominentes, tan grandiosas y tan numerosas, el Señor, al estar preocupado, permitió que se le dejara un aguijón en su cuerpo.

  Ahora también temo que las visiones que yo he recibido sean demasiada elevadas, de manera que diariamente oro: “Oh Señor, me humillo ante Tus pies; yo soy un esclavo, y Tú eres el Señor soberano. Señor, verdaderamente estoy en temor y temblor”. Tengo temor y tiemblo de que yo me pueda enaltecer. Algunas veces cuando recibo numerosas cartas de agradecimiento, también tengo temor de que la gente me estime demasiado. Por lo tanto, tengan cuidado; no alaben a la gente descuidadamente. Sus elogios pueden dañarlos.

3. Un recién convertido no debe ser uno que vigile la iglesia, no sea que, cegado por el orgullo, caiga en la condenación preparada para el diablo

  Por lo tanto, el apóstol Pablo enseñó que un recién convertido no debe ser uno que vigile la iglesia, no sea que, cegado por el orgullo, caiga en la condenación preparada para el diablo (1 Ti. 3:6). El recién convertido, literalmente recién plantado, denota una persona que ha recibido recientemente la vida del Señor pero que aún no ha crecido ni se ha desarrollado en dicha vida. Cegado por el orgullo literalmente significa nublado con humo. Aquí el orgullo es asemejado al humo que nubla la mente, así cegándola. Este es un asunto serio. Cuando una persona es orgullosa, sigue a Satanás y, consecuentemente, es juzgada con él al sufrir el juicio que Dios tiene preparado para él.

4. Recuerde siempre que la humildad le salva de toda clase de destrucción y atrae la gracia de Dios

  El orgullo representa la destrucción. Una vez que usted se vuelva orgulloso, su familia estará destrozada; una vez que se vuelva orgulloso, su vida matrimonial será destruida, y de igual manera sucederá con su trabajo. Recuerde siempre que la humildad le salva de toda clase de destrucción y atrae la gracia de Dios (Jac. 4:6). Dios resiste a los soberbios, pero da gracia a los humildes. Si usted es humilde, la gracia vendrá. Si usted es soberbio u orgulloso, la gracia se irá; usted ha impedido que la gracia venga.

5. El orgullo le hace el peor de los insensatos

  Este es mi entendimiento en cuanto al orgullo. Una persona orgullosa es el peor de los insensatos, y la persona humilde es la persona más sabia de todas. Ser orgulloso es ser el más insensato.

6. La rivalidad en la obra del Señor no sólo es un indicio de ambición sino también de orgullo

  A menudo estamos en rivalidad con las personas que están en la obra del Señor. Por ejemplo, cierto lugar comenzó con treinta personas reunidas y ahora han alcanzado a ciento treinta. Su localidad comenzó con cuarenta personas, pero ahora sólo tiene sesenta. Puesto que usted no puede soportar que alguien haya tenido más éxito que usted, la rivalidad surge en su corazón. En el mundo, la competición trae progreso. Pero en el recobro del Señor, la rivalidad no debe existir; pues ésta mata. Necesitamos decir humildemente al Señor: “Oh Señor, soy un esclavo inútil. Aunque haya más personas reunidas aquí conmigo que con el otro hermano, sigo siendo un servidor inútil”. En el Evangelio de Lucas, el Señor nos dijo que después de que un esclavo del Señor hace muchas tareas durante el día y vuelve a casa por la tarde, aún tiene que decir a su amo: “Esclavo inútil soy” (17:10). Todos nosotros tenemos que admitir que somos esclavos inútiles. No debemos compararnos ni competir con otros. Si hay aumento en la iglesia donde estamos sirviendo, se debe exclusivamente a la misericordia del Señor.

  En mi oración lo que más me deleita es alabar al Señor por Su misericordia abundante. El tendrá misericordia del que tenga misericordia, y se compadecerá del que se compadezca. Usted tiene muchas personas en su localidad; esto se debe a la misericordia que el Señor tiene para con usted. Yo tengo muy pocas personas en el lugar donde yo estoy; esto tal vez se deba a que soy orgulloso delante de Dios; así que necesito la misericordia de Dios. Recuerde siempre la misericordia y la bendición del Señor. El hermano Watchman Nee dijo que no debemos tener temor de cometer errores, sino de no tener la bendición del Señor. Si tenemos la bendición del Señor, aunque hayamos cometido un error, de todos modos recibiremos la bendición.

7. Preocuparse por su prestigio y descuidar la dignidad de los demás son un indicio de su ambición sutil

  Preocuparse por su prestigio y descuidar la dignidad de los demás son un indicio de su ambición sutil. Los colaboradores y los ancianos de más edad son más propensos a cometer el error de preocuparse mucho por su prestigio. A menudo tal persona dice que ha laborado por el Señor muchos años, que ha establecido iglesias en ciertos lugares y que ha sustentado ciertas localidades. Siempre se preocupa de su prestigio. Toda persona tiene su dignidad, así que usted no debe reprender a ninguna persona descuidadamente. Si lo hace, da a entender que está exhibiendo su prestigio descuidando la dignidad de la otra persona. Esto también es un indicio de la ambición sutil.

8. Hablar de la capacidad, el éxito, la perfección y la virtud de uno, es ser orgulloso de una manera imprudente

  Hablar de la capacidad, el éxito, la perfección y la virtud de uno, es ser orgulloso de una manera imprudente. No hable descuidadamente de su éxito, su capacidad, su perfección y su virtud. Más bien, diga siempre al Señor: “Señor, no quiero tener capacidad alguna ni éxito alguno en Tu obra. Además, no tengo perfección alguna; todo lo que tengo es imperfección. Tampoco tengo virtud alguna; todo lo que tengo es fracaso”. Esto le preservará de llegar a enorgullecerse.

9. Tener más alto concepto de sí que el que se debe es otro indicio del orgullo

  Pablo nos dijo que si deseamos llevar la vida del Cuerpo de Cristo, no debemos tener más alto concepto de nosotros mismos que el que debemos tener (Ro. 12:3). Nunca se valore demasiado; es prudente rebajarse. Tener más alto concepto de sí que el que se debe es otro indicio del orgullo.

10. El modelo de Cristo

  Cristo en Su humanidad se humilló a Sí mismo y lavó los pies de Sus discípulos (Jn. 13:3-5), lo cual nos da un buen modelo de cómo humillarnos a nosotros mismos para poder escapar del orgullo.

11. Discutir sobre quién es el mayor es un aspecto desagradable del orgullo

  En la iglesia discutir sobre quién es el mayor (Mr. 9:34) es un aspecto desagradable del orgullo.

12. Desear ser grande y no querer ser un siervo, y desear ser el primero y no un esclavo, también son indicios del orgullo

  El Señor en Su viaje a Jerusalén dijo explícitamente a Sus discípulos que El sufriría y moriría, y que después, resucitaría. Sin embargo, los discípulos discutían sobre quién era el mayor y no les importó lo que el Señor dijo en cuanto a Su muerte y resurrección. El Señor les enseñó diciéndoles: “El que quiera hacerse grande entre vosotros será vuestro servidor, y el que quiera ser el primero entre vosotros será vuestro esclavo” (Mt. 20:26-27). Desear ser grande y no querer ser un siervo, y desear ser el primero y no un esclavo, también son indicios del orgullo.

13. Tener señorío sobre los miembros de la iglesia que está bajo su pastoreo es una evidencia de su orgullo

  Tener señorío sobre los miembros de la iglesia que está bajo su pastoreo es una evidencia de su orgullo. Con frecuencia los ancianos tienen el problema de considerar que “yo soy un anciano, y usted debe escucharme”. Debido a esto Pedro dijo firmemente: “...los ancianos que están entre vosotros ... no como teniendo señorío sobre lo que se os ha asignado, sino siendo ejemplos del rebaño” (1 P. 5:1-3).

14. El modelo del apóstol Pablo

  El apóstol Pablo no solamente predicó a Cristo como Señor sino también a sí mismo como esclavo de los creyentes por causa del Señor (2 Co. 4:5). También testificó que si alguno era débil, él también era débil, y que él se hacía débil a los débiles con el fin de ganar a los débiles (2 Co. 11:29; 1 Co. 9:22). Pablo era humilde. Cuando alguien era débil, él no pensaba que él era el único fuerte y que la otra persona era débil. Para servir al Señor y para ministrar a la gente él era un modelo.

15. Restaurar con mansedumbre (una expresión de gentileza y humildad) a un hermano que se encuentra enredado en alguna falta, también nos protege, para que no seamos tentados

  A veces cuando usted va a restaurar a una persona, sabiendo que ha cometido un pecado, usted no tiene una actitud de humildad y de gentileza; más bien, ocultamente está orgulloso. Consecuentemente, después de unos días, es posible que usted sea tentado con el mismo pecado que esa persona cometió. Por lo tanto, restaurar con mansedumbre (una expresión de gentileza y humildad) a un hermano que se encuentra enredado en alguna falta, también nos protege, para que no seamos tentados (Gá. 6:1).

16. La jactancia personal, la autoexaltación, la autoglorificación y la concupiscencia de la vanagloria son expresiones bajas y viles del orgullo

  Además, debemos ver que la jactancia personal, la autoexaltación, la autoglorificación y la concupiscencia de la vanagloria son expresiones bajas y viles del orgullo (Gá. 5:26).

C. La autojustificación

  La tercera cosa con la cual los colaboradores y los ancianos deben tener cuidado es la autojustificación, o sea el justificarse a sí mismo.

1. La autojustificación indica que uno condena a los demás y se exalta a sí mismo

  Todos los que se autojustifican siempre condenan a los demás y se exaltan a sí mismos.

2. El Señor no vino para condenar a los hombres sino para salvarlos, al perdonar (olvidando) sus pecados

  En Juan 3:17 el Señor dijo: “Porque no envió Dios a Su Hijo al mundo para condenar al mundo, sino para que el mundo sea salvo por medio de El”. El Señor no vino para condenar a los hombres sino para salvarlos, al perdonar (olvidando) sus pecados.

3. La iglesia no es una comisaría de policía donde se arresta a la gente, ni un tribunal donde se juzga a la gente, sino un hogar donde se cultivan los creyentes, un hospital donde los creyentes son sanados y se recuperan, y una escuela donde se enseñan y se edifican los creyentes

  La iglesia no es una comisaría de policía donde se arresta a la gente a fin de encontrar sus errores. Tampoco es un tribunal donde se juzga a la gente, a fin de decidir si son culpables o no lo son, sino que, es un hogar donde se cultivan los creyentes, a fin de que lleguen a su pleno desarrollo. Además, la iglesia es un hospital donde los creyentes son sanados y se recuperan. Cuando el Señor estaba en la tierra, El comía con los recaudadores de impuestos y los pecadores, y por esto fue criticado por los fariseos. El Señor dijo a los fariseos: “Los que están fuertes no tienen necesidad de médico, sino los enfermos” (Mt. 9:12). Parece que el Señor dice: “Ustedes los fariseos no me necesitan. Vine como Médico para establecer un hospital, a fin de recibir y sanar a los enfermos”. La iglesia también es una escuela donde se enseñan y se edifican los creyentes.

  Nosotros los colaboradores y los ancianos necesitamos estudiar cuidadosamente los puntos mencionados, para que podamos evitar estos errores comunes.

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