
Para poder practicar la vida de iglesia en conformidad con la manera ordenada por Dios, necesitamos ser entrenados. En nuestra práctica de la vida de iglesia en el recobro del Señor, somos muy livianos. Si somos demasiado livianos en lo que hacemos, estamos acabados. Si queremos lograr algo debemos tener una meta definida y debemos llevarlo a cabo bajo un estricto control. Si cada uno de nosotros tuviera la libertad de trabajar de acuerdo a su parecer, la obra fracasaría.
En el recobro del Señor le prestamos mucha atención a la espiritualidad. El hermano Nee y yo hemos dado cientos de mensajes sobre este tema en los cuales hacemos hincapié en que no debemos hacer nada de acuerdo con nuestro método personal ni con nuestras energías, sino por medio de la oración y de nuestra confianza en el Señor. Esto es muy bueno, pero puede ser que usemos nuestra oración y nuestra confianza en el Señor como excusa para tomarnos la libertad de hacer las cosas como mejor nos parezca. Tal vez digamos que como pensamos que un asunto no proviene del Señor, no lo hacemos. Por tanto, tenemos la libertad de hacer lo que queremos. Hoy en el recobro hay mucha libertad.
Los Estados Unidos es un país donde hay libertad, pero los que están en el servicio militar de los Estados Unidos renuncian su libertad. Cuando uno entra al servicio militar, le cortan el cabello y le dan un nuevo atuendo. En el servicio militar, uno no puede escoger a su gusto, ni ejercitar su preferencia. No tiene la libertad de hacer lo que quiera. Aquellos que están en el servicio militar pierden su libertad por defender todo el país. Ellos están bajo un entrenamiento muy estricto. Para establecer los grupos vitales de manera adecuada, es necesario el entrenamiento. Hemos formado estos grupos vitales porque no tenemos forma de avanzar con la iglesia en general.
La reunión de entrenamiento no es una reunión de la iglesia. Puede uno llegar tarde a la reunión de la iglesia, y nadie le dice nada, pero uno está obligado a ser puntual en una reunión de entrenamiento. Tenemos que estar conscientes de la diferencia que hay entre las reuniones de entrenamiento y las de la iglesia. En el entrenamiento estamos dispuestos a renunciar a nuestra libertad para poder ser perfeccionados y serle más útiles al Señor.
En este mensaje quisiera empezar con un poco de entrenamiento práctico para los grupos vitales. La oración es muy necesaria. No solamente debemos orar cuando nos reunimos en los grupos vitales sino también en privado. Tenemos que aprender a usar nuestro tiempo para orar. Tal vez usemos la excusa de que estamos muy ocupados, pero todo el mundo está ocupado. Aun un mendigo puede decir que está ocupado. Tal vez pensemos que cuando una persona pierde su trabajo, ya no estará ocupada. Sin embargo, cuando una persona pierde su trabajo es posible que esté más ocupada.
Muchas cosas en esta tierra requieren y exigen nuestro tiempo. Ya que muchas cosas requieren nuestro tiempo, debemos ejercitarnos para redimirlo. Podemos desperdiciar tiempo en muchas pequeñeces. Para peinarse una persona puede tomar dos minutos o veinte. Todo depende de cómo lo haga. Algunos jóvenes desperdician veinticinco minutos para peinarse y hacerse cierto arreglo en su cabello. Este es un ejemplo de la manera como podemos desperdiciar nuestro tiempo.
Tal vez digamos que no tenemos tiempo para orar porque estamos muy ocupados. Sin embargo, cuando recibimos una llamada telefónica, parece que ya no estamos ocupados. Tenemos mucho tiempo para hablar por teléfono libremente. A menudo le digo a la gente que el teléfono es muy “pegajoso”. Parece que cuando la gente contesta el teléfono, no puede despegarse. Si amáramos la oración y consideráramos la oración de la misma manera que estimamos las conversaciones en el teléfono, tendríamos mucho tiempo para orar. Es una mentira decir que no tenemos tiempo para orar. Tenemos tiempo para hacer muchas otras cosas, pero tenemos una holgazanería habitual cuando llega el momento de orar.
Para poder ser miembros útiles y activos del Cuerpo de Cristo, tenemos que aprender a redimir nuestro tiempo (Ef. 5:16). Día a día, perdemos nuestro tiempo; por lo tanto tenemos que redimirlo. Tenemos que abreviar nuestras largas conversaciones telefónicas. Más aun, cuando estamos en oración con el Señor, es mejor desconectar el teléfono. Nuestro tiempo de oración es muy importante; por consiguiente, durante ese tiempo no deberíamos recibir llamadas telefónicas. En los grupos vitales, lo primero que debemos aprender es a orar. Para redimir nuestro tiempo necesitamos orar sin cesar (1 Ts. 5:17). Si no oramos, nuestros grupos no serán vitales.
Primero, necesitamos aprender a orar. Segundo, tenemos que cambiar nuestro concepto, el concepto de que la gente puede ser salva y traída a la vida de iglesia de una manera rápida. Por supuesto, la gente puede ser regenerada en un instante. Sin embargo, es difícil encontrar un creyente apropiado que no haya tenido el cuidado adecuado. Como miembros de los grupos vitales, tenemos que despojarnos del concepto de obtener resultados rápidos y fáciles.
Necesitamos el tiempo y la labor adecuados para criar a los nuevos creyentes. Debemos estar preparados a dedicar dos años en la salvación de una persona, en su nutrición, alimentación, cuidado y, hasta cierto punto, en perfeccionarlo para que sea uno que esté de lleno en la vida de iglesia. Si usted puede ganar un pecador hasta el punto de que, en dos años, se dé plenamente a la vida de iglesia como un miembro normal, será maravilloso. Tenemos que prepararnos psicológicamente para seguir el camino de laborar.
No debemos pensar que ganaremos una “fortuna” en el evangelio de la noche a la mañana. Tal vez pensarán que están siendo entrenados para ser “magos” que pueden producir instantáneamente grandes resultados, pero ése es un concepto erróneo. Estamos siendo entrenados para ser obreros. Ganar a alguien y cuidarle hasta que esté plenamente establecido en la vida de iglesia, no es cosa fácil. Tenemos que darnos cuenta de que probablemente necesitaremos más de dos años para que esa persona sea salva y alimentada, y crezca de tal manera que permanezca en la vida de iglesia. Ustedes tienen que prepararse. No vayan con la esperanza de hacer una fortuna instantánea.
Cuando alguien es salvo por medio de usted, esa persona pasa a ser su hijo espiritual, su bebé. Si usted no lo considera así, no podrá mantener a esa persona en la vida de iglesia. En enero de 1993, esperamos empezar a salir a predicar el evangelio. No debemos esperar que en 1993 ganaremos una persona que esté sólidamente establecida en la vida de iglesia. No estoy hablando meramente de obtener a alguien que crea en Cristo y sea bautizado en un período de un año. Eso no es muy difícil. Pero no es cosa fácil ganar a alguien que permanezca bajo su cuidado, que aprenda las enseñanzas de la Biblia, que esté deseoso de ser alimentado por usted, y que sea introducido de lleno en la vida de iglesia.
Necesitamos ganar a alguien que consideremos como nuestro hijo. Esto hace una gran diferencia. Tal vez nos hayamos preguntado cómo sería posible que algunas hermanas, antes de que tuvieran hijos, pudieran tener la habilidad de criar hijos. Pero cuando los tienen, cambian. Cuando tienen un hijo, ellas se entregan totalmente al cuidado de ese niño. Debemos cuidar de los nuevos considerándolos como nuestros bebés.
Pablo dijo a los tesalonicenses que él era como una nodriza que cuida con ternura a sus propios hijos (1 Ts. 2:7). El les dijo a los corintios que él era su padre espiritual y que los había engendrado por medio del evangelio (1 Co. 4:15). Su epístola a Filemón nos muestra la forma de cuidar a un nuevo. Tenemos que cambiar nuestro concepto. En la obra del Señor no debemos esperar resultados rápidos. En realidad, en la esfera física, se requieren 18 años para cuidar de un niño. Entonces ese niño será considerado un adulto. Puesto que toma todo este tiempo criar a un niño en la esfera física, ¿cómo esperamos criar a un hijo de Dios, un cristiano, en medio año? Si queremos el aumento y fruto que permanezca, debemos saber dos cosas: primero, necesitamos orar por nuestros hijos; luego tenemos que cuidar de ellos.
A la larga, no es beneficioso tener muchos hijos en forma rápida. Dios ordenó que la gente tuviera hijos de una manera lenta. Dios creó sólo un hombre y le dijo a este hombre que fuera fructífero, que se multiplicara y llenara la tierra (Gn. 1:28). El hombre ha llenado la tierra hasta tal punto que muchas personas están preocupadas por el aumento de la población. Sin embargo, espiritualmente hablando, estamos faltos de hijos porque no practicamos la manera ordenada por Dios para ganar el aumento. Lo que practicamos sólo concuerda con nuestra preferencia y gusto.
Es posible que salgamos a predicar el evangelio y salvemos a alguien; sin embargo, después de dedicarle algún tiempo a esta persona puede que no tenga ningún deseo de continuar con el Señor. Entonces puede que salgamos y salvemos otro, pero después de tres meses éste se mude. Estas experiencias pueden ser desalentadoras y quizá nos hagan perder el deseo de ganar el aumento. Puede ser que ya no queramos esforzarnos por ganar el aumento porque hemos tratado y hemos fracasado. Por esta razón necesitamos el entrenamiento. Este entrenamiento nos preparará para ganar a la gente para el aumento y la edificación de la iglesia. Si tomamos el camino de trabajar, laborando y laborando sin concentrarnos en los resultados, seremos fructíferos. Si a un hermano de treinta años el Señor le da cuarenta años más, podría ganar cincuenta personas como fruto permanente en estos cuarenta años. Necesitamos laborar y laborar de acuerdo a la manera que aprendimos en el entrenamiento.
Otro punto que me gustaría resaltar es que debemos dejar nuestro propio método. Si alguien quiere aprender el oficio de carpintería, debe dejar su método y adoptar el sistema de entrenamiento. Debe aprender el oficio de carpintería de acuerdo a la manera en que el instructor hace las cosas. De lo contrario, fracasará. No debemos pensar que es fácil predicar el evangelio para salvar pecadores. Debemos predicar el evangelio, pero no de acuerdo con nuestra forma natural. Debemos aprender a predicar el evangelio de acuerdo con la forma en que hemos sido entrenados, no según nuestra manera de ser, carácter y rasgos peculiares.
Todos tenemos nuestra propia manera de ser, carácter y rasgos peculiares. Estas tres cosas nos anulan en todo. Algunas hermanas entre nosotros son enfermeras. Ellas no pueden ser buenas enfermeras si trabajan de acuerdo a su manera de ser, carácter y sus rasgos peculiares. Dependiendo de la manera de ser de las enfermeras, los pacientes pueden ser ayudados o perjudicados por ellas. Una enfermera con una manera de ser apropiada puede hacer feliz al paciente. Sin embargo, muchas enfermeras no hacen sentir a sus pacientes felices y cómodos debido a su manera de ser particular. Esto nos muestra que al cuidar a la gente para el evangelio, debemos aprender a negar el yo, el cual incluye nuestra manera de ser, carácter y rasgos peculiares. Debemos aprender a predicar el evangelio, no en conformidad con nuestro modo personal de obrar sino según la manera en que hemos sido entrenados.
En nuestras oraciones en estos días, necesitamos orar por tres cosas. Primero, necesitamos orar: “Señor enséñame cómo redimir mi tiempo”. La única forma de redimir nuestro tiempo es orar. Le agradecemos al Señor que no hay nada tan fácil como la oración. Podemos orar en cualquier parte. Podemos orar mientras conducimos nuestro automóvil. Podemos redimir el tiempo a lo largo del día orando.
Segundo, necesitamos orar para que nuestra mentalidad sea cambiada. Debemos estar preparados y entender que tomará tiempo traer personas que sean fruto permanente en la vida de iglesia. Existe el principio en todo el universo de que mientras prediquemos, la gente creerá. Este es un principio establecido por Dios. Así que, tenemos que orar y predicar de una manera laboriosa.
Tercero, necesitamos orar para que no prediquemos en conformidad con nuestro propio método, sino de acuerdo con la manera en que fuimos entrenados.
Los miembros de todos los grupos vitales tienen que asistir a las reuniones regulares de la iglesia. En particular todos nosotros tenemos que esforzarnos por asistir a la reunión de oración. Tenemos que hacer algo por rescatar la reunión de oración. Hemos estado practicando la vida de iglesia en los Estados Unidos por alrededor de treinta años. Durante este período se ha formado un mal hábito. Este mal hábito consiste en que la mayoría de los miembros de la iglesia menosprecian las reuniones de oración.
Todos nosotros debemos hacer lo posible por ir a la reunión de oración. Debido a este entrenamiento con los grupos vitales, la reunión de oración de la iglesia aquí ha recibido ayuda y ha sido rescatada en gran medida. Yo he estado orando cada semana para que el Señor aumente la asistencia a la reunión de oración.
Además, cuando vamos a la reunión de oración, estamos obligados a orar y a orar no sólo una vez. No haga largas oraciones. Usted no necesita fabricar nada. Simplemente dígale al Señor lo que quiere. Las oraciones de algunos santos son demasiado elaboradas. Sus oraciones no son espontáneas. Nunca olvide que es más fácil obtener una repuesta a una oración corta. La mejor oración es la que está compuesta de frases cortas. Algunos santos usan frases largas en sus oraciones. No necesitamos darle al Señor razones ni explicaciones en nuestra oración. El ya sabe estas cosas, así que simplemente digámosle lo que queremos.
Algunos santos entre nosotros son muy osados en las reuniones. Son osados al dirigir a otros a cantar ciertos himnos, y luego los dirigen a cantar una y otra vez. Pero el himno que ellos eligieron y pidieron que los santos cantaran una y otra vez era el himno equivocado. Si les pedimos a los santos que hagan esto, debemos ser sensibles a la atmósfera de la reunión, y ver si a los santos les gustaría cantar este himno nuevamente. Entonces cuando se les pide a los santos que lo canten de nuevo, ellos estarán muy contentos. Tenemos que aprender a discernir la atmósfera y el sabor de la reunión. Si algunos de los osados acortaran sus largas oraciones y dejaran de dar instrucciones en las reuniones hasta que aprendieran a percibir el sabor y la atmósfera de la reunión, sus espíritus serían edificados.
Los hermanos que son atrevidos entre nosotros tienen que negar su osada manera de ser. De la misma manera, los tímidos entre nosotros tienen que negar su tímida manera de ser. Su timidez anula en gran parte su función. Cuando hablan, deben ser osados para hacerlo en un tono más fuerte. Cuando ellos hablan y ejercen su función quedamente, no edifican su espíritu. Si ellos tratan de funcionar hablando en voz más alta, edificarán su espíritu y esto los hará crecer.
Tenemos que darnos cuenta de que las reuniones son el agrupamiento de todos los hijos de Dios para adorarle. Juan 4:24 dice que Dios es Espíritu y que todos aquellos que le adoran deben adorarle en espíritu. Cada reunión de la iglesia es una ocasión para actuar en el espíritu, porque ése es el momento de adorar a Dios. El único principio, el principio básico y estricto en la adoración de Dios, es que tenemos que ejercitar nuestro espíritu.
Debemos ejercitar nuestro espíritu siempre en las reuniones. Sea que hablemos o no, debemos ejercitar nuestro espíritu. Si no hablamos, debe ser porque el Espíritu nos guía a no hablar. Cuando hablamos, hablamos porque el Espíritu nos guía. Así que todo lo que hacemos en las reuniones debe ser el resultado del ejercicio de nuestro espíritu. Pero somos muy negligentes en este asunto. Puede que ejercitemos nuestro espíritu sólo cuando sintamos que debemos orar o decir algo, pero debemos ejercitar nuestro espíritu a toda hora. Yo me alimento en cada reunión sea que funcione o no; estoy en la reunión en el Espíritu con el ejercicio de mi espíritu. Debido a que ejercito mi espíritu, disfruto de los espíritus de otros. Cuando usted está en el espíritu, yo percibo eso. Cuando usted no está en el espíritu, también me doy cuenta. Todos necesitamos aprender a desarrollar el hábito de ejercitar nuestro espíritu todo el tiempo.