En este mensaje trataremos el asunto de la enseñanza mutua en las reuniones de grupo por medio de preguntas y repuestas mutuas. En las reuniones de grupo no fomentamos que alguien en particular sea el maestro; más bien, deseamos animar a todos los miembros del grupo para que aprendan a enseñar.
Supongamos que un nuevo que ha leído Juan 8 viene a su reunión de grupo. Puede ser que él, por ser nuevo, tenga preguntas acerca de asuntos que no entienda, especialmente de los versículos 12-36. El versículo 12 comienza esta sección con “Yo Soy la luz del mundo,” y el versículo 36 termina la sección con “Así que, si el Hijo os libertare, seréis verdaderamente libres”. En esta porción de veinticinco versículos un nuevo creyente tal vez tenga preguntas en cuanto a varios asuntos. Primeramente, tal vez no entienda lo que dijo el Señor en el versículo 24: “Porque si no creéis que Yo Soy, en vuestros pecados moriréis”. ¿A qué se refiere “Yo Soy”? Luego, tal vez no sepa qué significa la luz de vida en el versículo 12. Quizá se preguntará qué es la verdad y cómo nos puede libertar la verdad (v. 32). En realidad, el punto crucial de esta porción de la palabra es que Cristo como el gran Yo Soy llega a ser la verdad como nuestra realidad, y éste es el mismo factor que nos libera de la esclavitud del pecado. ¿Cómo puede el gran Yo Soy llegar a ser nuestra realidad? Además del Yo Soy y de la realidad, en el versículo 12 está la luz de la vida. La luz de la vida es la clave para contestar esta pregunta. Es el medio por el cual podemos tener a Cristo, el gran Yo Soy, como nuestra realidad.
Todos necesitamos aprender a contestar preguntas como éstas. Primeramente, debemos aprender a no interpretar el título divino “Yo Soy” en forma doctrinal sino en forma viviente. “Yo Soy” es el significado del nombre Jehová (Ex. 3:14-15), y Jehová es el nombre de Dios (Gn. 2:7). El nombre Jehová significa “existir”. Su significado es similar al del verbo ser. El gran Yo Soy es simplemente el verbo ser. Nada es, pero El es. Yo no soy, usted no es; ninguno de nosotros es. Sólo El es. En todo el universo nada es; todo no es. Sólo Uno es; sólo Uno existe. Sólo Jesús, quien es Jehová el Salvador, existe. El existía en el pasado, existe hoy, y existirá en el futuro. Sólo El “es”. Por lo tanto, sólo El es real.
En todo el universo sólo hay uno que es, que existe. Indudablemente, es Dios, pero decir que es Elohim, Dios, el Fiel, el Todopoderoso, es algo doctrinal. En Juan 8 los fariseos le preguntaron al Señor Jesús quién era El (v. 25). La respuesta que el Señor les dio fue muy misteriosa. El les dijo: “Lo que desde el principio os he dicho”. El Señor es el Yo Soy, como les dijo a los fariseos en el versículo 24. El Señor es; sólo El es. Por lo tanto, El es real; El es verdadero; El es la realidad.
En Juan 8:12-36 tenemos al gran Yo Soy, la luz de la vida, al Hijo del Hombre que iba a ser levantado, y la realidad. La realidad llega a ser uno con el Hijo porque fue el Hijo quien llegó a ser Espíritu vivificante (1 Co. 15:45). Finalmente, el Hijo y la realidad son uno. El versículo 32 dice: “La verdad [la realidad] os hará libres”. El versículo 36 dice: “Si el Hijo os libertare”. Por lo tanto, el Hijo es la verdad, la realidad.
¿Cómo puede Aquel que es, llegar a ser la realidad que nos libra del pecado? La clave es que El es la luz de la vida (v. 12). El puede ser la realidad que nos libra del pecado porque El es la luz de la vida. El poder del pecado no está fuera de nosotros sino dentro. La esclavitud del pecado está en nuestro interior; no es como una cadena exterior a nosotros. Cristo como el gran Yo Soy no nos libera del poder del pecado exteriormente, sino interiormente. Cuando fuimos salvos fue como si nuestras cadenas hubieran caído y hubiésemos sido librados del pecado temporalmente. Sin embargo, a la larga, cada día seguimos esclavizados del pecado, no encadenados exteriormente, sino esclavizados interiormente. Un esposo puede perder la paciencia con su esposa y ella reaccionar de la misma manera. Después de que ambos pierden los estribos, ellos se lamentarán. La causa de que ellos perdieron la paciencia no fue una cadena exterior sino un poder, una esclavitud, en su constitución intrínseca.
Cristo, el gran Yo Soy, ha llegado a ser nuestra realidad libertadora debido a que El es la vida (14:6; 11:25) y la luz dentro de nosotros. Esta luz no es una luz exterior; Juan 8:12 dice claramente que El es la luz de la vida. La luz de la vida no es una luz exterior sino interior. Juan 1:4 dice: “En él estaba la vida, y la vida era la luz de los hombres”. Cristo es vida, y El vino a darnos vida. El vino para que tuviéramos vida (10:10). El también es El dador de vida (6:63; 1 Co. 15:45). La vida misma que es Cristo nos ha sido dada, y esta vida ilumina y llega a ser la luz en nuestro interior. Esta luz nos libera. Entonces tenemos la realidad. Esta es la razón por la cual debemos tener una comunión instantánea y constante con El, no sólo a cada minuto sino a cada segundo. Cada segundo necesitamos ser uno con El y estar en comunión con El. Entonces El como vida operará dentro de nosotros. Cuando la vida opera, ilumina, y cuando ilumina, nos libera. En esta situación El, el gran Yo Soy, llega a ser nuestra realidad, y somos liberados de la esclavitud de nuestro enojo. La esclavitud de nuestro enojo no es una cadena sobre nuestros hombros; es algo que está en nuestra constitución intrínseca, en nuestro ser, en nuestra naturaleza caída. Nada exterior nos puede liberar de tal esclavitud. Unicamente la vida interior que es Cristo mismo nos puede liberar de tal esclavitud obrando y brillando dentro de nosotros.
Esta vida es el Espíritu vivificante, el Dios Triuno (Ef. 4:18). Esta es la razón por la cual Su nombre es Yo Soy. Yo Soy alude a Aquel que existe en Sí mismo y por siempre, Aquel que es el Dios Triuno: el Padre, el Hijo y el Espíritu. En Juan 8:16 y 29 el Señor dijo claramente que El no estaba solo, sino que el Padre estaba con El. Cuando el Hijo y el Padre están presentes, sin duda el tercero, el Espíritu, también está presente. Por lo tanto, el Padre, el Hijo y el Espíritu juntos son el gran Yo Soy. Ellos son el verbo ser. Ellos son Aquel que existe por siempre, Aquel que es real y verdadero. Por lo tanto, son la realidad. Cuando viven en nosotros, ésta es vida, y esta vida ilumina. Cuando nos ilumina, somos liberados del pecado, la oscuridad, la muerte, la falsedad y la mentira (vs. 24, 34, 44). Cuando el Dios Triuno como vida obra dentro de nosotros y cuando esta vida brilla, el brillo nos libera de todas estas cosas negativas. Entonces ya no somos esclavos del pecado, sino hijos de Dios. Como tales, podemos morar en la casa de Dios para siempre (vs. 35-36).
La clave de Juan 8 es la vida interior que opera en nosotros. Normalmente nosotros no le prestamos mucha atención a este asunto. Tal vez oremos así: “Señor, ayúdame a superar mi enojo. Señor, ayúdame a soportar la cara larga de mi esposa”. Esta es generalmente nuestra práctica, pero este tipo de oración nunca es contestada. Sin embargo, cuando Cristo llega a ser la vida operante que mora en nosotros, el vivir de esta vida es el resplandor de la luz. Esta iluminación nos libera de la falsedad, la muerte, la oscuridad y el pecado. Esta es la libertad gloriosa y la libertad maravillosa. Esta es la libertad de la esclavitud interna. En esta libertad tenemos la realidad y esta realidad como el gran Yo Soy es tanto el Hijo de Dios como el Hijo del Hombre.
El Señor como Hijo del Hombre tenía como fin Su crucifixión (ser levantado, v. 28). Si El no hubiera sido el Hijo del Hombre, nunca habría sido crucificado, y si no hubiera sido crucificado, nunca habría llevado a cabo la redención del pecado por nosotros.
El Señor como Hijo de Dios tiene como meta Su resurrección. Sin la resurrección El nunca habría sido el Espíritu vivificante. Por medio de la resurrección El llegó a ser el Espíritu vivificante, quien es la vida misma (Ro. 8:2). Hoy, El en resurrección mora en nosotros como el Espíritu vivificante, como la vida. Esta vida obra e ilumina, y esta vida nos salva y nos libera del poder, de la esclavitud, del pecado por medio de la iluminación. Por lo tanto tenemos al gran Yo Soy, quien es el Dios Triuno como la realidad que nos libera del pecado. Esta es la respuesta apropiada para la pregunta de cómo Cristo, el gran Yo Soy, puede ser nuestra realidad y librarnos de la esclavitud del pecado.
Cuando hablamos de Cristo como el gran Yo Soy que llega a ser la realidad que nos libera, necesitamos poner énfasis en el asunto de la iluminación. La vida sin la iluminación no opera. La vida opera mediante la iluminación. Juan 1:1 dice: “En el principio era el Verbo, y el Verbo era con Dios, y el Verbo era Dios”. El versículo 3 nos dice que todas las cosas llegaron a ser por medio de la Palabra. Después, el versículo 4 nos dice: “En él estaba la vida, y la vida era la luz de los hombres”. Cuando la vida llega a ser la luz, la vida opera, y esta operación es simplemente la iluminación. El versículo 4 del capítulo 1 gobierna y controla enteramente los veintiún capítulos de Juan. En esta persona que es la Palabra, que está con Dios, que es Dios, a través de quien todas las cosas vinieron a existir, estaba la vida, y la vida era la luz de los hombres. Cuando la vida alumbra, opera.
Tal vez pensemos que aprender a enseñar de esta forma es muy difícil. Sin embargo, permítanme asegurarles que esto no es difícil. Cuando un niño aprende matemáticas, cada lección parece difícil, pero después de completar las lecciones, éstas parecen muy fáciles. Todos hemos sido afectados por el cristianismo y llevados a creer que no estamos capacitados para hacer nada para el Señor. Se nos ha dicho que sólo el papa o el pastor son competentes para hacer algo para el Señor. Sin embargo, debemos cambiar nuestro concepto. Tenemos que creer que podemos hablar por el Señor. De lo contrario, no tenemos manera de continuar.
En 1934 el hermano Nee comenzó a ver la luz que hay en 1 Corintios 14. El nos dijo que vio la luz, pero no había manera de poner aquello en práctica. Eso se debió a que teníamos demasiada influencia del cristianismo. El cristianismo había convencido y reprimido a los santos al máximo, haciéndoles creer que no podían hacer nada. Cuando fuimos levantados por el Señor en China, nosotros hablamos en cuanto a la luz que el hermano Nee había recibido en 1 Corintios 14, pero la gente discutía con nosotros, diciendo que ellos no estaban capacitados como el apóstol Pablo. En esos días el hermano Nee en China batalló solo.
No debemos creer que somos incapaces de hablar por el Señor. Todos tenemos la vida divina. Cada vida tiene una capacidad. Aun la vida de un mosquito tiene su capacidad. Nosotros tenemos la vida divina y la capacidad divina. Necesitamos creer en la capacidad de esa vida. También necesitamos invocar el nombre del Señor Jesús y tener comunión con El; necesitamos inhalarle. Entonces nos daremos cuenta de la capacidad de la vida divina. También necesitamos ejercitar esta capacidad sin estar preocupados por cometer errores. Cometer errores es una manera de aprender. Debemos estar dispuestos a cometer errores y nunca creer las cosas negativas. Sólo Jesucristo nunca cometió un error. Pablo, Moisés y David cometieron errores. Debemos abandonar completamente la influencia y el trasfondo del cristianismo.
Nos gusta ser los mejores en todo lo que hacemos. Si no podemos ser los mejores en cierta cosa, no la hacemos. Esta es una actitud equivocada. Nosotros debemos hacer las cosas sin importarnos si somos los peores. Después de un tiempo quizás mejoremos y lleguemos a ser uno de los mejores.
La mejor enseñanza siempre implica dos cosas: la más alta revelación y la experiencia rica de vida. Puede ser que usted hable por sólo dos minutos, sin embargo en su hablar puede haber la más alta revelación y también una experiencia muy rica de vida. Esta es la mejor enseñanza. El hablar de algunos maestros cristianos está lleno de astucia, elocuencia y anécdotas interesantes, pero carece de revelación y de la experiencia de vida. Necesitamos aprender a enseñar con la más alta revelación y con una rica experiencia de vida.
La práctica de la nueva manera en Rusia es muy alentadora. La iglesia en San Petersburgo fue establecida hace poco más de seis meses. Recientemente, tuvieron allí una reunión general en la cual los cinco distritos se reunieron, y el número de los que asistieron fue de mil ciento treinta y uno. Hemos recibido un buen número de cartas de San Petersburgo diciendo que aunque los nuevos han estado en la vida de iglesia por menos de medio año, pueden hablar como si hubieran estado en la vida de iglesia por muchos años.
Nosotros nos hemos demorado. El enemigo, Satanás, ha estado peleando y atacando desde el principio del recobro en los Estados Unidos en 1962. Desde entonces el recobro en este país ha pasado por muchos problemas. Varios hermanos muy valiosos vinieron al recobro y fueron absolutos por un tiempo, pero después cambiaron. Si desde el principio todos los que vinieron al recobro en los Estados Unidos hubieran permanecido hasta el día de hoy, tendríamos mucha más mano de obra para llevar a cabo la obra en Rusia. Sin embargo, en este momento estamos cortos de mano de obra. Parte de la mano de obra en el recobro ha sufrido daño.
En las reuniones de grupo debemos practicar la enseñanza por medio de preguntas y respuestas mutuas. Tenemos que considerar cómo contestar preguntas sobre temas como la economía de Dios, el recobro del Señor, la justificación objetiva, la reconciliación, la santificación subjetiva y el terreno de la iglesia. Parece que entendemos las doctrinas, pero cuando se trata de la enseñanza quizá pensemos que es muy difícil. Sin embargo, si no hacemos lo posible por enseñar, los grupos vitales no tendrán manera de continuar. Lo principal en los grupos vitales es perfeccionarnos y equiparnos los unos a los otros por medio de la enseñanza. Si no practicamos la enseñanza mutua, los grupos vitales no serán útiles. Tarde o temprano tenemos que aprender a enseñar en las reuniones de grupo. De lo contrario, cuando nos reunamos con los nuevos, nadie tendrá nada que preguntar y nadie tendrá nada que contestar. Si nadie tiene nada que hablar, los grupos vitales serán de menos utilidad. Tenemos que preocuparnos por hacer que los grupos vitales sean muy activos, con mucho tráfico. Esto depende de nuestras preguntas y respuestas; depende de nuestra enseñanza. Si los nuevos no preguntan nada, tenemos que proponer alguna pregunta nosotros.
En el mensaje anterior mencionamos el asunto de tratar con nuestra manera de ser, nuestro carácter y nuestras peculiaridades. En este mensaje quisiera hablar acerca de nuestros rasgos peculiares. Varios santos entre nosotros tienen peculiaridades muy marcadas. Hasta cierto punto, esos rasgos han perjudicado a esos santos. Para tratar con nuestras peculiaridades, todos necesitamos recibir el quebrantamiento de la cruz. El hermano Nee habló mucho con respecto al carácter y al quebrantamiento de la cruz. Los rasgos peculiares son las características particulares de nuestro carácter. Un buen carácter es aquel que no tiene rasgos particulares. El hermano Nee dijo que si los rasgos peculiares de una persona no eran quebrantados antes de los cincuenta años de edad, sería casi imposible quebrantarlos después.
Una persona peculiar es siempre diferente a los demás; no es una persona común. Todos tienen algunos rasgos peculiares, pero no son tan marcados, mientras que en otros son muy notorios. En nuestra vida matrimonial lo más problemático son nuestros rasgos peculiares. Es difícil que una persona con rasgos peculiares marcados tenga una buena vida matrimonial, a menos que su cónyuge siempre ceda y le permita ser lo que es. Ya que ambos esposos tienen rasgos peculiares, los dos tienen que aprender a ceder. Cada vez que cedemos a otros, nuestras peculiaridades son anuladas. Sin embargo, si insistimos en nuestra preferencia o en nuestros hábitos, seremos más peculiares. Nuestra utilidad al Señor depende principalmente del grado en que recibamos el quebrantamiento de la cruz. El quebrantamiento de la cruz tiene como fin principal quebrantar nuestra manera de ser, nuestro carácter y nuestros rasgos peculiares. Todos excusamos nuestras peculiaridades al decir que nacimos así. Sin embargo, nunca debemos decir esto. No debemos excusarnos por nuestras peculiaridades. No debemos creer que nuestras excusas estén bien. En realidad, ninguna excusa está bien.
La práctica de hacer oraciones largas tal vez sea también un rasgo peculiar. En cierta ocasión el hermano Nee tuvo la osadía de decir que con frecuencia hacemos oraciones que en sí no son oraciones genuinas. Aun en nuestra manera de orar, nuestras peculiaridades son notorias. Tenemos que aprender a seguir el sentir que haya en la reunión de la iglesia y no insistir en nuestro método o nuestra costumbre.
La vida cristiana es una vida en la cual tenemos que negarnos. Si hacemos todo negándonos a nosotros mismos, estamos bien. En Mateo 16:24 el Señor dijo: “Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo y tome su cruz y sígame”. Negarnos es estar en contra de nosotros mismos. Algunos hermanos tienen la peculiaridad de que usan muchas palabras al hablar. Piensan que cuanto más oraciones, frases y cláusulas usen, mejor entendidos serán por los demás. Al fin, después de su conversación, la gente tal vez no sepa ni de qué hablaron.
Algunos santos son incapaces de orar sin la “muleta” de la descripción o la explicación. Si consideramos las dos oraciones de Pablo en Efesios 1 y 3, veremos que no contienen explicaciones. En 3:14-17 Pablo oró: “Por esta causa doblo mis rodillas ante el Padre ... para que os dé ... el ser fortalecidos con poder en el hombre interior por Su espíritu; para que Cristo haga Su hogar en vuestros corazones por medio de la fe”. Pablo le dijo al Señor lo que quería, sin añadir explicaciones. Una gran parte de nuestra vida y nuestra obra cristianas ha sido consumida por causa de nuestras peculiaridades.
Tenemos que prepararnos considerando cómo enseñaremos todos los temas que hemos aprendido en el recobro. Tenemos que considerar cómo enseñar la redención, la justificación y la reconciliación. Si usted no sabe enseñar estos temas puede leer nuestras publicaciones para que se prepare. Cuando los grupos se reúnan, deben practicar esta clase de preguntas y respuestas mutuas y la enseñanza en mutualidad. Necesitaremos esto y lo utilizaremos mucho.