
Para 1984 el recobro había llegado al punto de estar adormecido. En ese entonces sentí la carga de ir a Taiwán a estudiar nuestra situación. Estaba haciendo lo posible por que entráramos en la manera ordenada por Dios, la forma bíblica de reunirnos y servir para la edificación de la iglesia como Cuerpo de Cristo. El Señor claramente nos mostró, a través de cinco años de estudio, desde 1984 hasta 1989, la manera ordenada por Dios.
Inventamos la expresión la manera ordenada por Dios, y vimos que dicha manera, la cual está revelada en las Escrituras, consta de cuatro etapas: engendrar, alimentar, perfeccionar y edificar. Debemos engendrar, producir, nuevos creyentes. Luego debemos alimentarlos para que puedan crecer. Después debemos perfeccionarlos, no por medio de un maestro, sino por la enseñanza mutua en los grupos. En los grupos todos son maestros y cada maestro es un estudiante. Por la enseñanza mutua en los grupos, los nuevos son perfeccionados para la obra del ministerio como se ve en Efesios 4:12. Esto los capacita para profetizar, es decir, para hablar por el Señor con miras a la edificación de la iglesia. Por medio de estas cuatro etapas tomamos la manera ordenada por Dios, pero ¿cómo las ponemos en práctica? Nos dimos cuenta de que sólo podemos llevar a cabo estas cuatro etapas por medio de los grupos vitales.
En 1949 empezamos a laborar en Taipéi con unos trescientos o quinientos santos. En menos de cinco años aumentamos a cincuenta mil. Durante ese período, sentí que necesitábamos los grupos. Tener salones sólo para la obra en los distritos no era adecuado; por lo tanto, organizamos los grupos. Decidimos tener veinte santos por grupo, pero los grupos aumentaron de cincuenta a sesenta santos y de sesenta a setenta. Algunos incluso llegaron a cien. Los líderes de los grupos eran los más activos en la vida de iglesia.
Sin embargo, de 1958 a 1984 la iglesia de Taipéi fue dejando gradualmente la práctica de reunirse en grupos, e inconscientemente se desviaron y se concentraron en el mensaje dado en la reunión del día de Señor, donde una sola persona habla y los demás escuchan. En cada salón había un predicador que se ocupaba del mensaje de la reunión. Poco a poco nos habíamos desviado de la práctica de las reuniones de grupo a una especie de culto dominical en el que teníamos un orador.
Tenemos que darnos cuenta de que la mejor y más grande ventaja de las reuniones de grupo es que fomentan que todos funcionen. Nuestros grupos vitales aún no han llegado al nivel donde cada uno funciona de acuerdo con la manera ordenada por Dios en sus cuatro etapas: engendrar, alimentar, perfeccionar por la enseñanza mutua, y profetizar para la edificación de la iglesia.
Después que se publicó la verdad acerca de las reuniones de grupo, las iglesias intentaron poner aquello en práctica. Pero lo que obtuvieron finalmente no fueron los grupos vitales, sino en su mayoría grupos adormecidos. Pude ver claramente en mi interior que para poder salir de nuestra condición adormecida debíamos hacer hincapié en la práctica de las reuniones de los grupos vitales.
Recientemente sentí la carga de usar la expresión grupos vitales. Mi entendimiento al usar la palabra vital es que un grupo vital es un grupo vivo y lleno de actividad. Es posible que usted sea una persona avivada, pero si no sabe tomar la iniciativa, usted no es vital. Los niños de cinco a siete años de edad son vitales porque están llenos no sólo de vida sino también de actividad. En el campo espiritual, tal vez seamos avivados pero tal vez no seamos vitales debido a que no estamos vivos ni llenos de actividad. Ser vitales es estar llenos de vida y ser muy activos, es estar llenos de actividad. Los grupos vitales son grupos que están llenos de vida y de actividad. Si los santos que tienen la carga de estar en los grupos vitales no se mueven, si no actúan, en ninguna reunión, la iglesia no puede avanzar.
Hemos dejado en claro que la manera de producir los grupos vitales es que cada uno de nosotros debe tomar la iniciativa para ser vital. Para poder ser vitales, primeramente necesitamos tener comunión de manera detallada con el Señor. Luego esa comunión hará que nos demos cuenta de que somos totalmente pecaminosos. Entonces seremos llevados a tener una confesión minuciosa de nuestros pecados. Espontáneamente nos consagraremos de nuevo. Oraremos así: “Señor, hoy me quiero consagrar a Ti de nuevo”. Esto nos conducirá a una vida de oración. Nadie puede orar sin cesar a menos que haya alcanzado esta etapa. Cuando pasamos por las etapas de comunión, confesión y consagración entramos a una vida de oración. Es en esta vida de oración donde oramos para estar en el Espíritu, el Espíritu esencial, el Espíritu económico, el Espíritu todo inclusivo. Luego aprendemos a seguir a este Espíritu ejercitando nuestro espíritu. Si hacemos esto seremos verdaderamente vitales. En realidad, todo esto es revelado en el Nuevo Testamento, especialmente en las epístolas de Pablo.
Los vencedores son los miembros vitales. Si leemos las siete cartas a las iglesias en Apocalipsis 2 y 3, podemos ver que los vencedores son vitales. En la economía de Dios son los vencedores los que le proporcionarán a Dios el camino para consumar esta edad, para traer a Cristo de regreso y para recobrar Su título y derecho sobre la tierra con el reinado de Cristo. Cristo va a reinar y los vencedores reinarán con El como Sus correyes. Debemos recordar que ser vitales es vencer.
Cuando somos vitales, tenemos la carga de llegar a otros. Esto no será algo que hagamos solamente porque los ancianos lo decidieron. Es posible que los ancianos dividan a los santos de la iglesia en grupos y los llamen grupos vitales, pero tal vez sean grupos inactivos. Si únicamente organizamos a los santos en grupos y los llamamos grupos vitales, esto es una mera formalidad; es sólo un movimiento. Con el tiempo, estos grupos serán igual que los de antes. Esta no es la manera de tener los grupos vitales. Tenemos que dejar eso y seguir el camino vital.
No seremos vitales a menos que pasemos por las etapas de comunión, confesión de pecados, consagración, vida de oración y ser llenos del Espíritu. También necesitamos una comunión cabal e íntima el uno con el otro. Quizá nos reunamos en grupos, pero aun en ese caso es posible que no tengamos este tipo de comunión y que seamos muy reservados. Nos abrimos hasta cierto punto pero de ahí no pasamos. Nos gusta cubrir y esconder muchas cosas acerca de nosotros. Como resultado, no existe una comunión completa. Cuando no hay una comunión completa, no hay una compenetración completa. Entonces no vemos ni intercesión, ni cuidado, ni pastoreo mutuos y apropiados. Esto demuestra que no somos tan vitales.
Durante el transcurso de mi ministerio, nunca he tenido tanta carga como la que tengo en estos días acerca de la manera de proseguir con iglesia. Recientemente tuve la certeza de que debemos comenzar a actuar, sin preocuparnos por si estamos preparados adecuadamente o no. Si no existe una carga para obrar, es difícil tener una carga para orar. Lo primero que debemos hacer es ir a los santos que no están actualmente en los grupos. Algunos de los santos tal vez sean débiles y de bastante edad, y no tengan la capacidad de participar mucho ni de estar en los grupos vitales. A ellos no debemos hablarles primero; debemos ir a los que sentimos que pueden llegar a ser vitales y que pueden venir a nuestro grupo vital. El primer paso que debemos tomar no es ir a los pecadores incrédulos, ni a nuestros familiares o vecinos, sino a los miembros que se reúnen y que aún no son vitales. Debemos orar y escoger a alguien con quien nos podamos relacionar.
Puede ser que también sintamos la dirección del Señor de ir a recobrar a algunos hermanos descarriados. Algunos de nosotros deben tomar la carga de recobrarlos y de hacerlos vitales. Para recobrar a un hermano descarriado, no debemos hablar mucho; debemos ir a visitarlo una y otra vez. Debemos estar preparados para emplear un año en recobrar a una persona. En estos días necesitamos ir a los que pueden llegar a ser vitales, incluyendo a algunos de los que están descarriados. Es posible que cuando ellos lleguen a ser vitales, sean más vitales que nosotros.
Cada uno de nuestros grupos tiene un promedio de ocho personas. Cuando usted trae a uno a su grupo, esto no quiere decir que éste ya está vitalizado. El aún no está vitalizado, pero quizá a él le guste venir a la reunión de grupo vital. Cuando traemos a otros a que se unan a nuestro grupo y nuestro grupo llega a tener diez santos, debemos dividir nuestro grupo en dos grupos de cinco cada uno.
Algunas veces la persona apropiada puede revivir a otro al hablar con él una sola vez. Puede ser que un hermano haya estado laborando por tres años en un hermano descarriado sin que nada haya acontecido. Sin embargo, otro puede ir a ese hermano descarriado y tal vez éste desee ir a la reunión de grupo debido simplemente a ese contacto.
Anteriormente dijimos que necesitamos considerar y esperar que el tiempo sea oportuno para traer a los nuevos a la reunión de grupo. En estos días yo pienso que no debemos esperar. Si quieren venir a nuestras reuniones de grupo, tráiganlos. Cuando ya haya diez santos en un grupo, debemos dividirnos en dos grupos de cinco. Cuando un grupo de cinco trae un nuevo, todos deben laborar en él para recobrarlo y revivirlo completamente y hacerlo vital. Esta es una labor que se hace en común.
Tal vez un hermano que está siendo recobrado venga a nuestra reunión y pregunte: “¿Por qué se ha adormecido la iglesia?”. Uno de los santos podría decir: “Yo confieso que es mi responsabilidad; la iglesia está dormida por mi culpa. Sin embargo, aleluya, hace tres días fui revivido”. Esto es una especie de enseñanza y de comunión. Luego otros pueden compartir sus experiencias en cuanto a ser avivados o de la necesidad de ser avivados. Esta es nuestra reunión mutua, nuestro grupo vital. Si los cinco miembros de un grupo laboran así en un santo, éste puede ser recobrado y vitalizado. Tal vez él al regresar a su hogar después de la reunión, le diga a su esposa cuán impresionado estuvo con la función de todos los santos y cómo lo tocó el Señor.
Tenemos que predicar el evangelio de la misma manera. Podemos traer al grupo las personas con las que hemos tenido contacto por medio del evangelio. Cuando vengan a nuestra reunión de grupo, tenemos que aprender a comportarnos de tal modo que no causemos tropiezo. Tal vez ellos no sepan hacer preguntas, pero nosotros podemos hacer preguntas por ellos, y todos nosotros podemos contestarlas para que así les ayudemos a ser salvos.
Actualmente cada uno de nuestros grupos vitales tiene cerca de ocho miembros. Cuando nuestro grupo llegue a diez miembros, debemos dividirnos. Debemos dedicar una noche a la semana para reunirnos, y debemos traer nuestros nuevos contactos a la reunión. No importa cuántos contactos tenga usted, tráigalos a su reunión. Entonces usted necesita aprender; necesita aprender a no estar callado, sino a ser activo, a ser vital, a hablar. No tenga temor de cometer errores. Si no comete errores, nunca aprenderá. Si entre los cinco miembros del grupo nadie dice nada, la reunión estará muerta y callada. Todos nosotros tenemos que aprender a estar activos sin preocuparnos por los errores que podamos cometer. Todos nosotros tenemos que funcionar y debemos estar preparados para cometer errores y para aprender de éstos a fin de ser perfeccionados. En estos días necesitamos orar desesperadamente con una carga genuina. Ahora es el tiempo de pelear la batalla y de ganar a aquellos que todavía no son vitales en la iglesia.
Creo que ir a otros es la manera que nos ayudará a ser más vitales. Si seguimos esperando para ponernos en contacto con otros, nunca seremos vitales. Cada semana debemos apartar un día para ir a otros. También necesitamos tener una reunión de grupo vital una noche por semana además de las reuniones regulares de la iglesia. Además tenemos que ir a la reunión del día del Señor y a la reunión de oración.
Tenemos que apartar un día por semana con el propósito de ganar a otros. Si tenemos carga por recobrar a alguien que hace mucho tiempo no viene a las reuniones, debemos orar por él. Tal vez tengamos que ayunar y orar. Entonces recibiremos la dirección del Señor para ponernos en contacto con dicha persona ya sea por teléfono o visitándola. Si se quiere ganar personas, se pueden ganar. Creemos esto. Tenemos que pedirle al Señor que nos dé a alguien para ganarlo para el Señor. No podemos estar ociosos. Tenemos que ganar a alguien que todavía no esté vitalizado. Tenemos que tener la carga de vitalizarlo, de hacerlo vital. Entonces nos daremos cuenta de que primeramente nosotros necesitamos ser vitalizados.
Después de que hayamos ido a todos los miembros no vitales, y a los miembros descarriados, podemos empezar a ir a los pecadores, incluso a nuestros familiares, vecinos y colegas. Tenemos que orar y pedirle al Señor que nos dé a alguien en quien laborar. Si tenemos ese deseo, el Señor nos dará las personas apropiadas. Necesitamos orar desesperadamente a medida que obramos con el Señor yendo a otros. Debemos decirle al Señor que nosotros no queremos estar dormidos ni queremos que otros en la iglesia estén inactivos. Tenemos que ser vitalizados por el Señor, y después ir a vitalizar a otros.
Tenemos que hacer de nuestras reuniones de grupo, reuniones interesantes. Si nuestras reuniones vitales están llenas de la verdad, son vivientes y si en el grupo nos amamos íntimamente, muchos será atraídos. Debemos tener un grupo vital lleno de vida y activo. Luego debemos hacer lo posible por ganar a los de mediana edad.
El hermano Watchman Nee recalcaba que el sacerdocio del Nuevo Testamento es universal, así que él animaba a todos los santos a servir, a que fueran sacerdotes. Nosotros todavía no hemos tenido un éxito total en esto. Después que vine a los Estados Unidos, el Señor nos enseñó que debemos orar-leer Su Palabra e invocar Su nombre. También comenzamos a dar tiempo en la reunión para que los santos compartieran después del mensaje. Esto ayudó a que los santos ejercitaran más su función. Sin embargo, la manera más prevaleciente de que todos los santos funcionen es que ingresen en las reuniones de grupo de una manera viviente y activa.
Nuestros grupos no deben ser inactivos, sin vida ni fríos. Si nuestros grupos son así, nadie querrá asistir a ellos. Tenemos que mantener nuestras reuniones de grupo muy interesantes, vivientes y muy atractivas. La gente necesita una vida social apropiada, pero ser sociable de una manera mundana conduce al pecado. La vida social de la iglesia en el recobro conduce a luz, a las verdades más profundas y elevadas, y a la vida divina. Creo que si podemos exponer nuestra práctica a otros, ellos serán atraídos. Las reuniones de grupo que sean vivientes, atractivas, y llenas de actividades, serán usadas por el Señor con el fin de ganar a otros para el aumento y la edificación de la iglesia.
Cada uno de nosotros debe tener carga por los grupos vitales. No menosprecie su carga ni su porción. Si un recién convertido viene al grupo, y todos los miembros del grupo hablan, él quedará sorprendido y será atraído. Nuestras reuniones de grupo deben ser vivientes y activas, donde todos los miembros del grupo hablen.
Según mi experiencia, lo más atractivo es una comunión completa. En nuestros grupos vitales, uno siempre debe practicar una comunión completa e íntima. Esto trae consigo el cuidado mutuo en amor. Si un recién convertido viene a nuestro grupo y ve esta clase de comunión íntima, abierta, completa y el cuidado mutuo, él será impresionado. El dirá que nunca ha visto personas tan unánimes, que se amen tanto, que estén tan abiertas y que se cuiden mutuamente. El dirá: “Este es el lugar donde yo debo estar. Yo tengo que estar entre esta gente”. Esta clase de comunión íntima y el cuidado mutuo atrae a la gente. Por lo tanto, tenemos que practicar esto.
Debemos hacer todo lo posible por fortalecer los grupos vitales. Debemos usar hasta la última gota de nuestra sangre, toda nuestra energía, y cada minuto de nuestro tiempo para fortalecer los grupos vitales, haciendo que éstos sean muy hermosos, elevados y atractivos. Esto es lo único que debemos recalcar para llegar a la gente. Muchas cosas pueden atraer a la gente, pero no tan efectivamente como los grupos vitales.