
Oración: Señor, acudimos a Ti buscando más orientación acerca de las reuniones de grupo. Necesitamos que nos guíes paso a paso. Señor, nos damos perfectamente cuenta de la necesidad de hacer algo, sin embargo no sabemos qué hacer. Nos preocupa todo lo relacionado con el liderato y tememos caer en algo mecánico. Señor, acudimos a Ti para que Tú nos rescates. Muéstranos algo práctico que necesitamos ahora para seguir adelante. Señor, te damos gracias por Tu recobro, que estamos disfrutando desde hace más de setenta años. Gracias por Tu revelación. Gracias por abrirnos Tu palabra. Aun hoy la Palabra está todavía abierta. Gracias Señor, por Tu hablar. Gracias por Tu oráculo en el recobro. Señor amado, ahora no sabemos cómo seguir adelante en procura del incremento, la extensión, de Tu recobro. Confiamos en Ti y te buscamos en estos días. Amén.
En este mensaje, tendremos más comunión acerca de las reuniones de grupo. El asunto del liderato en los grupos es muy práctico. Nos resultará muy difícil tener la práctica adecuada de las reuniones de grupo si no tenemos ningún liderato. No obstante, no queremos tener ningún tipo de liderato organizado en los grupos. Cuando fui a Taiwán en 1984, les dije a los santos que no queríamos ningún tipo de arreglo ni de liderato oficial en la vida de iglesia. Antes de eso, y durante muchos años tuvimos en alto el liderato y promovimos el cuerpo de ancianos. En las reuniones no se puede evitar que los ancianos o los que llevan la delantera se acomoden en la primera fila para poder ocuparse de la reunión. Esta es la única razón por la cual ellos se sientan en la primera fila. George Muller, quien fundó un orfanato en Inglaterra por fe, era un hombre muy piadoso. Junto con John Nelson Darby, era uno de los líderes principales entre la Asamblea de los Hermanos. En las reuniones, él acostumbraba sentarse en las últimas filas y no le gustaba venir al frente. No obstante, hoy en día sentimos que resulta más práctico que los ancianos se sienten en la primera fila en las reuniones. Por esta razón los que llevan la delantera se han sentado en frente. En realidad, no deberíamos ser legalistas. El hecho de ser anciano no significa que debe sentarse en la primera fila. Algunos ancianos no necesitan sentarse al frente. Sin embargo, antes de ser nombrados ancianos, algunos acostumbraban sentarse en las últimas filas pero una vez que llegaron a ser ancianos se sientan sistemáticamente en la primera fila. Esto demuestra que dentro de nosotros existe el concepto de que el liderato es algo sobresaliente.
En Mateo 20:20-28 y 23:6-12 el Señor exhortó a los discípulos a que no anhelaran el liderato entre ellos. En 23:8 El les dijo que todos eran hermanos. Algunas veces, cuando un marido llegaba a ser anciano, su esposa festejaba el evento. Cuando hablé acerca de Mateo en 1977, exhorté a las hermanas que eran esposas de ancianos a que no se consideraran “primeras damas”. El Señor nos exhortó a ser esclavos, y no señores (20:25-27; 23:11). La esposa de un anciano no es la “primera dama” sino la esposa de un esclavo. En aquel tiempo la situación entre nosotros me obligó a hablar de esta manera, y este hablar aclaró la situación.
A los ojos del Señor el concepto erróneo del liderato es abominable. En los siete años y medio que llevamos de estudiar las reuniones de grupo, hemos seguido el principio de no arreglar ni organizar nada. Las reuniones de grupo deben ser orgánicas. Del mismo modo, hemos adoptado el principio de no tener un liderato oficial. Repetidas veces dije que todos y cada uno son líderes en las reuniones de grupo. Sin embargo, los que empiezan y forman los grupos deben proveer algún tipo de liderato práctico.
Muchos hermanos han recibido mi palabra con agrado, sin embargo nadie ha empezado algo concreto en la practica de las reuniones de grupo. Hasta ahora he sido un entrenador que sólo está dando instrucciones pero que no juega en el terreno. Estuve esperando que otros tomaran mi palabra y mi carga, pero no he visto el resultado que esperaba. Esto me ha obligado a tomar el camino laborioso del Señor y a ayudar a las iglesias a empezar las reuniones de grupo. Sin las reuniones de grupo no hay manera de extendernos, de incrementar y multiplicarnos.
El recobro es una familia que ya tiene mas de setenta años de historia y que tiene una situación actual. Aunque el número de santos no es considerable, de momento existen aproximadamente mil trescientas iglesias en el recobro del Señor en la tierra. Hoy tenemos una carga clara y definida de empezar de nuevo a practicar las reuniones de grupo con miras a cuidar de todas estas iglesias. Después de formar las reuniones de grupo, debemos salir en una manera sencilla para ganar personas. Después de engendrar a los nuevos, tenemos que nutrirlos. Luego debemos perfeccionarlos. Perfeccionar a las personas consiste principalmente en enseñarles. Para ello, tenemos las Lecciones de vida (publicadas por Living Stream Ministry), las Lecciones de la verdad (publicadas por Living Stream Ministry), y muchas otras publicaciones. Si utilizamos estos materiales adecuadamente, podemos edificar a los nuevos en un plazo de un año para que ellos hagan lo mismo que nosotros. Sin embargo entre nosotros son pocos los que saben nutrir y enseñar a los nuevos. Por esta razón, los nuevos no son perfeccionados.
Los hermanos y hermanas que quieren formar grupos deben ser entrenados. No todos están calificados para formar una reunión de grupo. Podríamos comparar la formación de las reuniones de grupo con tocar el piano. Cualquiera puede tocar el teclado de un piano, pero no cualquiera sabe tocar piano. Para tocar piano, uno necesita ser entrenado. Hemos compartido muchos puntos acerca de las reuniones de grupo, pero es posible que todavía los santos no sepan cómo llevarlas a cabo. Si practicamos las reuniones de grupo de una manera natural, no necesitamos entrenar a los santos. Pero, para practicar los grupos vitales según la manera bíblica, vamos a necesitar muchas reuniones para entrenar a los principiantes, a los colaboradores, y a los voluntarios en la formación de los grupos. Si dejamos que los santos formen grupos libremente, sin ningún entrenamiento, puede ser que los grupos formados no sean apropiados. Si queremos que los grupos sean formados de una manera adecuada, es posible que cada grupo necesite uno o dos líderes.
Podemos decir que como principio no necesitamos la enseñanza del hombre ya que tenemos al Espíritu Santo (1 Jn. 2:27). En principio esto es cierto, pero en realidad no es así. El apóstol Pablo estaba lleno del Espíritu, y tenía mucha experiencia del Espíritu. No obstante, aparte de la obra orgánica del Espíritu, él también se encargaba del arreglo en la obra. En 1 Timoteo él nos explicó cómo establecer ancianos y diáconos (cap. 3). El no dijo que mientras el Espíritu esté en nosotros y amemos al Señor y oremos mucho, el Espíritu nos guiará a saber quiénes deberían ser los ancianos y los diáconos. Después de predicar el evangelio en varias ciudades, Pablo regresó para visitar a las iglesias y nombrar ancianos allí (Hch. 14:21-23). A pesar de que Pablo practicaba esto, él no escribió nada en cuanto al nombramiento de ancianos y diáconos en los primeros días de su ministerio. Lo que él enseñaba al respecto fue dado más tarde porque para aquel entonces había aprendido que donde no había un nombramiento apropiado de ancianos, aparecían la confusión y los problemas en la iglesia.
La práctica y la enseñanza de Pablo indican el principio de encarnación: el Espíritu obra, pero El lo hace a través del hombre. Queda claro y definitivo que debemos depender del Espíritu para Su obra orgánica, pero aun así en el lado humano necesitamos algún tipo de entrenamiento y arreglo. Si dejamos que los voluntarios salgan a buscar un compañero y a formar reuniones de grupo a su manera, nos daremos cuenta de que esto no dará los debidos resultados. Es muy importante que los santos sean entrenados al principio porque de ello se producirán los grupos en una manera adecuada.
Primero, los voluntarios para los grupos vitales deben ser formados por grupos, y entonces ser entrenados y regulados. Esto proveerá una fundación. Cada uno de estos grupos puede crecer y dividirse en dos grupos a los seis meses o a más tardar al año. Esto representa un incremento del ciento por ciento según el número de grupos, pero no según el número total de santos en la iglesia, porque no todos los miembros de la iglesia estarán en los grupos. Prevemos que la tercera parte de la iglesia estará en las reuniones de grupo.
Es preferible empezar una reunión de grupo con un pequeño número de personas. Si empezamos con muchas personas resultará difícil conocerse a fondo el uno al otro, de manera personal y cariñosa. Sin embargo, con sólo dos a cinco miembros será difícil practicar la función adecuada del grupo, el cual es visitar a los pecadores y ganarlos para el Señor. Es preferible ser siete u ocho en un grupo. Después de cierto tiempo todos se conocerán perfectamente. Antes de que esto ocurra no deberíamos salir a predicar. Primero debemos conformar un grupo activo al conocernos unos a otros, y al ser edificados y entrenados. Entonces podemos empezar a funcionar visitando a la gente y predicándole el evangelio. De esta manera se puede ganar a los nuevos progresivamente, uno por uno. Si el grupo gana personas poco a poco, no resultará difícil hacerles el seguimiento a los nuevos y cuidarlos.
Debemos ser diligentes para llevar a cabo esto. Esto va a requerir mucho trabajo y también el trabajar juntos. Un grupo de siete personas puede ganar uno más y llegar a ser ocho. Entonces estos ocho pueden trabajar juntos y traer otro nuevo. A los ocho les resultará fácil cuidar a un nuevo y así llegar a ser nueve. Gradualmente, después de seis meses de trabajo, el grupo puede llegar a tener quince o dieciséis personas. Para aquel entonces, cada uno conocerá al otro y estará entrenado. Entonces el grupo se puede dividir en dos. Después de constituir dos grupos, cada cual podrá trabajar porque ya se habrán conocido y habrán recibido práctica y entrenamiento. Cada grupo empezará con personas entrenadas, y no con nuevos principiantes. Estos serán la fundación para la siguiente generación, y esa generación estará lista para seguir adelante. Debemos pasar los primeros cinco o seis meses en los grupos para ser edificados. Después de eso podemos duplicar nuestro número en los seis meses siguientes. Esto duplicará el número en los grupos. Cuando se duplique este número dos veces más, toda la iglesia se habrá multiplicado por dos cuando menos. Tal vez nuestro progreso sea menor, pero confiamos en tener éxito en este camino si todos laboran.
Después de formar nuevos grupos y de salir a ganar nuevas personas, necesitamos considerar cuándo y cómo introducir a los nuevos a las reuniones de la iglesia. Puede ser preferible esperar algunas semanas antes de traer a un nuevo a las reuniones de la iglesia. Sin embargo, después de bautizar a un nuevo, ¿qué haremos con él en el día del Señor? Si nos reunimos solamente con los nuevos, desatenderemos la reunión de la iglesia. Si formamos grupos y cuidamos de los nuevos sin ir a las reuniones de la iglesia, la iglesia sufrirá a raíz de eso. Sin embargo, si no llevamos a los nuevos a la reunión de la iglesia en el día del Señor, y si vamos nosotros, descuidaremos a los nuevos. Por lo tanto, este problema es difícil de solucionar. No obstante, para los nuevos de tipo caucásico puede resultar más conveniente tener una reunión separada en el día del Señor aparte de la reunión habitual de la iglesia.
No deberíamos prestar mucha atención a la previa manera de reunirnos, pero de todos modos debemos asistir a la reunión de la iglesia en el día del Señor y a la reunión de oración. Aparte de esto, disponemos todavía de otras noches en la semana y de la tarde y noche del día del Señor para practicar reunirnos y servir en los grupos. De este modo, la práctica de las reuniones de grupo no afectará las reuniones de la iglesia. Debemos respetar las reuniones de la iglesia, y debemos seguir asistiendo a ellas.
Cuando los grupos hayan ganado varios nuevos, las iglesias deberían dejar que los grupos se reúnan separadamente para la reunión de la mesa del Señor en el día del Señor. Un grupo o dos pueden reunirse juntos en el día del Señor para tener la mesa del Señor con los nuevos. De esta manera podemos traer a los nuevos a la vida de iglesia. Después de medio año estos nuevos podrán venir espontáneamente con nosotros a las reuniones de la iglesia. Entonces cuando lleguen a las reuniones de la iglesia no estarán sorprendidos, porque ya habrán experimentado la manera apropiada de reunirse. Para tener la mesa del Señor en las reuniones de grupo, es preciso enseñarles a los nuevos acerca de la mesa del Señor.
Tal vez sea preferible no traer a los nuevos a la reunión de la iglesia antes de haber tenido la mesa del Señor con ellos en las reuniones de grupo. Cuando el grupo esté listo para dividirse en dos, podemos llevar a los nuevos a la reunión de la iglesia. En aquel momento serán como nosotros. Puede ser que asistan tanto a las reuniones de la iglesia como a las reuniones de grupo, o quizá tengan la capacidad de asistir solamente a las reuniones de grupo. En este último caso, podemos aconsejarles que asistan algunas veces a las reuniones de la iglesia para recibir más ayuda. Esto es ser flexible.
Además de tener la mesa del Señor en las reuniones de grupo con los nuevos, debemos también enseñarles otros asuntos, tales como funcionar y profetizar. Después de ser edificados, podrán venir a las reuniones de la iglesia. Entonces ejercerán una influencia benéfica en las reuniones.
Puesto que necesitamos asistir a la reunión de la iglesia en el día del Señor, es preferible tener la mesa del Señor con los nuevos por la tarde o por la noche del día del Señor. Además podríamos bautizar a los nuevos principalmente en el día del Señor. Para esto tal vez resulte más conveniente encontrarnos con los nuevos en el local de reunión, donde hay un bautisterio. Así cada local puede ser usado dos veces en el día del Señor, una vez por la mañana y de nuevo por la tarde o por la noche. Muchos nuevos considerarán más apropiado reunirse y ser bautizados en el día del Señor en el local de reunión. Pueden desalentarse si la reunión del día del Señor no está en un lugar apropiado o si se cambia de lugar continuamente.
Necesitamos orar y reflexionar sobre todos los puntos de nuestra comunión en este mensaje. Lo que estamos practicando nos puede causar algunas complicaciones; no va a ser fácil porque tendremos las reuniones de la iglesia y las reuniones de grupo llevadas a cabo al mismo tiempo. Finalmente esperamos que dentro de unos pocos años toda la iglesia practique las reuniones de grupo.