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Mensajes del libro «Conclusión del Nuevo Testamento, La (Mensajes 001-020)»
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LA CONCLUSIÓN DEL NUEVO TESTAMENTO

MENSAJE DIEZ

DIOS: SUS ATRIBUTOS

(3)

  En este mensaje continuaremos considerando los atributos de Dios.

J. FIDELIDAD

  En 1 Corintios 1:9 se nos dice: “Fiel es Dios, por el cual fuisteis llamados a la comunión de Su Hijo, Jesucristo nuestro Señor”. Lo dicho aquí es continuación de lo dicho en 1 Corintios 1:8, lo cual fortalece tal pensamiento con la certeza de la fidelidad de Dios. Dios, en Su fidelidad, confirmará a los creyentes hasta el fin para que sean irreprensibles en el día del regreso del Señor. En Su fidelidad Él nos llamó a la comunión de Su Hijo, a la participación en Su Hijo, y Él nos guardará en esta participación y disfrute en Su fidelidad. Su fidelidad es para nosotros la garantía de este disfrute.

  También en 1 Juan 1:9 se revela la fidelidad de Dios: “Si confesamos nuestros pecados, Él es fiel y justo para perdonarnos nuestros pecados, y limpiarnos de toda injusticia”. Dios es fiel a Su palabra (v. 10), la palabra de la verdad de Su evangelio (Ef. 1:13), la cual nos dice que Él perdonará nuestros pecados a causa de Cristo (Hch. 10:43). Si confesamos nuestros pecados, Él, conforme a Su palabra, nos perdona, debido a que Él tiene que ser fiel en relación con Su palabra.

  En 1 Corintios 10:13 Pablo dice: “No os ha sobrevenido ninguna tentación que no sea humana; pero fiel es Dios, que no os dejará ser tentados más de lo que podéis, sino que dará también juntamente con la tentación la salida, para que podáis soportar”. Por un lado, debemos cuidarnos de no ser tentados para no caer; por otro, Dios, en Su fidelidad, no permitirá que nos sobrevenga ninguna tentación que no podamos soportar, sino que siempre nos dará una salida. Estas palabras constituyen una promesa y son palabras de aliento.

  En 1 Tesalonicenses 5:23 y 24 se nos dice: “El mismo Dios de paz os santifique por completo; y vuestro espíritu y vuestra alma y vuestro cuerpo sean guardados perfectos e irreprensibles para la venida de nuestro Señor Jesucristo. Fiel es el que os llama, el cual también lo hará”. Aquí vemos que el Dios fiel, quien nos llamó, también nos santificará por completo y guardará todo nuestro ser perfecto. Éstas son las palabras con las que Pablo asegura a los creyentes respecto a la fidelidad de Dios. Ciertamente esta fidelidad divina es un dulce atributo de Dios.

K. VERACIDAD

  Además de fidelidad, Dios tiene el atributo de la veracidad. En Romanos 3:7 y 15:8 la palabra traducida “verdad” en realidad denota veracidad. Aunque la veracidad es un atributo muy parecido a la fidelidad, hay una diferencia entre estos dos atributos de Dios. La fidelidad tiene que tener una base, y la base de la fidelidad es la veracidad. La cualidad de Dios de ser veraz, genuino y fidedigno es un atributo divino que se manifiesta en el trato de Dios con nosotros.

L. SIMPLICIDAD

  En 2 Corintios 1:12 Pablo habla de la sencillez, o simplicidad, de Dios. ¿Se han percatado de que Dios es simple? La simplicidad es uno de Sus atributos.

  Dios es sabio y todopoderoso, pero Él también es sencillo y muy simple. Cuando hablamos con ciertos hermanos, descubrimos que ellos son muy complicados; pero nuestro Dios es simple con nosotros. Siempre que hablamos con nuestro Dios, descubrimos que Él no está lleno de complicaciones. Cuando Él dice “blanco” quiere decir blanco, y cuando dice “negro” quiere decir negro; en ningún caso quiere decir gris.

  Independientemente de cómo Dios se sienta con respecto a nosotros en un determinado momento, Él siempre es simple con nosotros. Imaginen qué podría sucedernos si Dios no fuera simple y Él pensase con respecto a nosotros de una manera complicada. ¿Le gustaría a usted que Dios considere su situación y la examine de una manera complicada? Ninguno de nosotros podría recibir el favor de Dios si Él nos tratara de este modo. Pero debido a la simplicidad de Dios, Su sencillez, hemos recibido la bendición sin reservas de parte de Él todo el tiempo.

  La fuente de confusión y división entre los cristianos es las complicaciones halladas dentro de los creyentes. Si todos los cristianos se hicieran simples, no habría problemas. Los problemas en una iglesia local siempre se originan en las complicaciones. Ésta era la situación entre los corintios, a quienes Pablo escribió diciéndoles que él se conducía en la simplicidad de Dios. La simplicidad de Dios es un atributo divino, un atributo de lo que Dios es en Su fidelidad. Amar a Cristo y disfrutarle en sencillez (2 Co. 11:3) es experimentar a Dios en Su atributo de simplicidad.

M. SINCERIDAD

  En 2 Corintios 1:12 Pablo no solamente habla de la sencillez de Dios, sino también de la sinceridad de Dios. La sinceridad sigue a la simplicidad y procede de ella. Una persona sincera es siempre una persona simple. No confío en aquellos que son complicados, porque son demasiado sagaces. Sin embargo, puedo confiar en quienes son simples porque sé que, al ser simples, ellos son sinceros. Cuando tenemos la simplicidad, la sencillez, también tenemos la sinceridad. Debido a que Pablo se conducía en la simplicidad de Dios, él era verdaderamente sincero, pues vivía en el atributo divino de la sinceridad.

N. BONDAD

  En Lucas 18:18 un “hombre principal” le hizo una pregunta al Señor Jesús, diciéndole: “Maestro bueno, ¿qué he de hacer para heredar la vida eterna?”. Jesús le respondió: “¿Por qué me llamas bueno? Nadie es bueno, sino uno, Dios” (v. 19). Este versículo revela que Dios, y únicamente Dios, es bueno. La bondad es otro atributo de Dios.

  ¿Qué significa la palabra bueno en relación con Dios mismo? En el griego es la palabra agathos, la cual describe “aquello que, siendo bueno en su carácter o constitución, es beneficioso en sus efectos” (Vine). Por tanto, la bondad denota algo que es beneficioso de manera consumada, absoluta y esencial. Dios, por ser bueno, es beneficioso para el hombre de manera consumada, absoluta y esencial. Su bondad, en este sentido, es un aspecto hermoso de Sus atributos.

O. MISERICORDIA

  Romanos 9:16 dice: “Así que no es del que quiere, ni del que corre, sino de Dios que tiene misericordia”. La misericordia es el atributo de Dios que va más lejos. La misericordia va aún más lejos que la gracia. El amor de Dios no llega tan lejos como Su gracia, y Su gracia no llega tan lejos como Su misericordia. Si yo me encuentro en una buena condición y mi posición es igual a la suya, cuando usted me hace un regalo, esto es gracia. Pero si me encuentro en una condición lamentable y mi posición está muy lejos de la suya, cuando usted me da algo, esto es misericordia. Si vengo a usted como su querido amigo y usted me da un regalo, esto es gracia; pero si soy un mendigo pobre e inmundo, incapaz de hacer nada por mí, y usted me da un regalo, esto es misericordia. Este ejemplo sirve para ilustrar el hecho de que la misericordia de Dios llega mucho más lejos que Su gracia. La gracia sólo llega a una situación que corresponda a la gracia; pero la misericordia va mucho más lejos, pues llega a una situación que es deficiente e indigna de recibir gracia. Según nuestra condición natural, estábamos muy lejos de Dios, pues éramos totalmente indignos de recibir Su gracia; únicamente podíamos recibir Su misericordia.

  La misericordia de Dios no depende de que el hombre se encuentre en una condición buena; más bien, la misericordia de Dios es manifestada cuando el hombre se encuentra en una condición lamentable. Su misericordia va más lejos que Su gracia.

  Es la misericordia de Dios la que llegó hasta nosotros. Ninguno de nosotros estaba en una condición que correspondiera a Su gracia. Estábamos en una condición de extrema deficiencia y muy lamentable, por lo cual era necesaria que la misericordia de Dios llegara hasta nosotros en nuestra condición caída. La misericordia de Dios nos ha introducido en Su gracia. ¡Cuánto necesitamos comprender esto y adorar a Dios por Su misericordia! Incluso ahora, después de ser salvos y tener parte en las riquezas de la vida de Dios, nosotros todavía, en cierto modo, estamos en una condición que requiere que la misericordia de Dios nos alcance. Ésta es la razón por la cual Hebreos 4:16 dice que primero debemos recibir misericordia, y sólo entonces podremos hallar gracia para el oportuno socorro. ¡Oh, cuánto necesitamos de la misericordia de Dios! Debemos estimar como un tesoro Su misericordia tanto como estimamos Su gracia. Siempre es la misericordia de Dios la que nos hace aptos para participar de Su gracia.

  En Romanos 9:16 Pablo dice que “no es del que quiere, ni del que corre, sino de Dios que tiene misericordia”. Nuestro concepto es que aquel que quiere obtendrá lo que quiere obtener y que aquel que corre logrará aquello en pos de lo cual corre. Si éste es el caso, entonces la elección de Dios sería determinada por nuestro esfuerzo y labor. Pero no es así. Por el contrario, la elección de Dios es efectuada por el Dios que tiene misericordia. No es necesario querer ni correr, pues Dios tiene misericordia de nosotros. Si conocemos la misericordia de Dios, no pondremos nuestra confianza en nuestros esfuerzos; tampoco nos sentiremos decepcionados por nuestros fracasos. La esperanza que tenemos ante nuestra condición miserable estriba en la misericordia de Dios.

  Romanos 11:32 dice: “Porque Dios a todos encerró en desobediencia, para tener misericordia de todos”. La desobediencia del hombre le da una oportunidad a la misericordia de Dios, y la misericordia de Dios trae salvación al hombre. ¡Cuán maravillosa es la misericordia de Dios!

  La misericordia de Dios y Su gracia son ambas la expresión de Su amor. Cuando estamos en una condición lamentable, Su misericordia nos alcanza y nos lleva a un estado donde Él puede mostrarnos Su favor con Su gracia. Lucas 15:20-24 dice que cuando el padre vio regresar al hijo pródigo, tuvo compasión de él. Ésta es la misericordia más profunda, una expresión del afectuoso amor del padre. Después, el padre vistió a su hijo con el mejor vestido y le alimentó con el becerro gordo. Ésta es la gracia, la cual también manifiesta el amor del padre. La misericordia de Dios llega más lejos que Su gracia, cerrando la brecha que había entre nosotros y la gracia de Dios.

  Con frecuencia, debido a nuestra condición lamentable, debemos recibir misericordia antes de poder hallar gracia. Venimos al trono de la gracia (He. 4:16) como mendigos, de cierto modo en la misma condición en que estaba el hijo pródigo al regresar a su padre. Un mendigo, como el hijo pródigo, necesita de misericordia. Cuando venimos al trono de la gracia, tal vez tengamos el sentir de que estamos en un estado lastimoso y digamos: “Padre, no soy digno de nada”. Pero el Padre tal vez nos responda: “No eres digno, pero Yo soy misericordioso. Mi misericordia llega hasta donde tú estás y te hace apto para recibir mi favor. Mi misericordia hace que Yo llegue a ti y te vista con el mejor vestido”. La misericordia de Dios siempre está disponible para nosotros.

  Si hemos de servir a Dios en Su economía neotestamentaria, debemos saber que ello depende por completo de la soberana misericordia de Dios. A través de muchos años de experiencia he llegado a convencerme de manera definitiva y profunda que todo cuanto nos ocurre procede de la misericordia de Dios. Todo está determinado por la misericordia de Dios. Cuanto más veamos esto, más tomaremos nuestra responsabilidad delante del Señor espontáneamente. Sin embargo, incluso el tomar responsabilidades procede de la misericordia de Dios. ¿Por qué es que algunos creyentes están dispuestos a tomar responsabilidades y otros no? La respuesta estriba en la misericordia de Dios. En Romanos 9:15 Pablo cita las palabras del Señor: “Tendré misericordia del que Yo tenga misericordia”. Fue debido a la misericordia de Dios que nosotros respondimos al evangelio cuando los demás no lo hicieron, recibimos la palabra con respecto a Cristo como vida mientras que otros se negaron a recibirla y tomamos el camino del recobro del Señor cuando otros se apartaron de este camino.

  Con respecto a Su recobro, Dios tiene misericordia de quien tiene misericordia. No estamos en el recobro del Señor porque seamos más inteligentes que los demás o porque busquemos al Señor más que los demás. Que estemos aquí es por completo debido a la misericordia de Dios. Si ustedes consideran cómo el Señor los trajo a la vida de iglesia en el recobro del Señor, le adorarán por Su misericordia. Con respecto al evangelio, el ministerio de vida y la vida de iglesia, Dios ha tenido misericordia de nosotros. ¡Cuánto debemos alabarle por Su misericordia soberana y adorarle por tal misericordia!

  Efesios 2:4 dice: “Dios, que es rico en misericordia, por Su gran amor con que nos amó”. Aquí vemos que Dios es rico en misericordia debido a Su gran amor para con nosotros. El objeto del amor debe estar en una condición que inspire amor, pero el objeto de la misericordia siempre se encuentra en una situación lastimosa. Así que, la misericordia de Dios va más allá que Su amor. Dios nos ama porque somos el objeto de Su elección. Pero debido a que caímos, llegamos a ser despreciables, incluso a estar muertos en nuestros delitos y pecados; por tanto, necesitábamos de la misericordia de Dios. Debido a Su gran amor, Dios es rico en misericordia para salvarnos de nuestra posición miserable y traernos a una condición que sea propicia para Su amor. Este atributo de Dios que llega tan lejos debiera hacer que nuestros corazones respondan al amor de Dios.

P. COMPASIÓN

  Romanos 9:15 menciona tanto la misericordia de Dios como Su compasión: “Pues a Moisés dice: ‘Tendré misericordia del que Yo tenga misericordia, y me compadeceré del que Yo me compadezca’”. Además, 2 Corintios 1:3 dice: “Bendito sea el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, Padre de compasiones y Dios de toda consolación”. ¿Cuál es la diferencia entre la misericordia y la compasión? Es un tanto difícil diferenciarlas. Aunque la compasión es muy parecida a la misericordia, la compasión es más profunda, más fina y más rica que la misericordia. La misericordia es, de cierto modo, externa, pero la compasión es interna; además, la compasión es más duradera que la misericordia. Por tanto, la compasión es a la vez más profunda y más duradera que la misericordia.

  La palabra griega para misericordia, éleos, se refiere a aquella clase de respuesta motivada por la condición miserable de la otra parte en pobreza. La misericordia hace más énfasis en la acción o manifestación en respuesta a la condición miserable del otro. La palabra griega para compasión, usada en Romanos 9:15 y 2 Corintios 1:3, es oiktirmós. La raíz de esta palabra se refiere a los órganos internos del hombre que eran considerados el centro de los sentimientos tiernos y afectuosos del hombre. Por tanto, esta palabra griega traducida “compasión” se refiere al sentimiento interno que se origina en el corazón de quien proceden los sentimientos afectuosos. Este sentimiento no es moderado, sino profundamente afectuoso. La compasión, por tanto, se refiere al sentimiento interno que reside en aquel que observa la miseria del otro. Es el término de mayor profundidad para referirse al afecto interno de Dios por el hombre en su condición lastimosa.

  Teniendo en mente estas definiciones, podemos considerar nuevamente Romanos 9:15 a fin de hacer el debido contraste traduciendo el versículo de este modo: “Mostraré Mis bondadosas acciones de misericordia en aquellos a quienes les mostraré Mis bondadosas acciones de misericordia, y tendré el sentimiento más profundo de compasión con respecto a aquellos por quienes tenga el más profundo sentimiento de compasión”. La primera parte de esta afirmación se refiere a las acciones externas de Dios motivadas por nuestro estado miserable; la segunda parte de esta afirmación se refiere al afecto interno que se origina en la amorosa esencia de Dios. Todos debemos tener en alta estima tan dulce y afectuoso atributo de Dios.

Q. GRACIA

  Efesios 2:7 dice: “Para mostrar en los siglos venideros las superabundantes riquezas de Su gracia en Su bondad para con nosotros en Cristo Jesús”. En 1 Corintios 15:10 Pablo testifica: “Pero por la gracia de Dios soy lo que soy; y Su gracia para conmigo no ha sido en vano, antes he trabajado mucho más que todos ellos; pero no yo, sino la gracia de Dios conmigo”. La gracia de Dios reviste enorme significado. Es importante que descubramos el significado verdadero y correcto de la gracia de Dios en el Nuevo Testamento. Si entendiéramos qué es la gracia de Dios conforme a lo revelado en el Nuevo Testamento, entonces obtendríamos una clara visión del Nuevo Testamento en su conjunto.

  Cuando era joven, se me enseñó que la gracia significa que nosotros no hacemos nada y que Dios lo hace todo por nosotros. Según esta enseñanza, todo cuanto hacemos nosotros es un trabajo mas no es gracia; pero todo cuanto Dios hace por nosotros es gracia. Sin embargo, según el Nuevo Testamento, en realidad la gracia consiste en lo que Dios es para nosotros a fin de ser disfrutado por nosotros (Jn. 1:16-17; 2 Co. 12:9). La gracia, en realidad, es Dios en Cristo impartido en nuestro ser para nuestro disfrute en nuestra experiencia. La gracia no es principalmente el trabajo u obra que Dios hace para nosotros; la gracia es el propio Dios Triuno impartido en nuestro ser y experimentado por nosotros para nuestro disfrute. En síntesis, la gracia es el Dios Triuno experimentado y disfrutado por nosotros. El Nuevo Testamento revela que la gracia es nada menos que Dios en Cristo impartido en nuestro ser para nuestro disfrute.

  Juan 1:17 dice que la gracia vino por medio de Jesucristo. Esto indica que la gracia es, en cierto sentido, como una persona. La personificación de la gracia es Dios mismo. Pablo comprendió esto cuando dijo: “No yo, sino la gracia de Dios conmigo” (1 Co. 15:10). Para Pablo, la gracia era una Persona viviente. En Pablo, esta Persona llegó a ser la misma gracia por la cual él laboraba. Por tanto, la gracia es Dios mismo; equivale a lo que Dios es para nuestro disfrute. Cuando Dios es disfrutado por nosotros, eso es gracia. La gracia es Dios mismo en Su Hijo Jesucristo que llega a ser nuestra porción a fin de que podamos disfrutar todo lo que Él es.

  Debemos recalcar el hecho de que la gracia es Dios como nuestro disfrute. Cuando Dios llega a ser nuestra porción para nuestro disfrute, eso es gracia. No consideren la gracia como algo menor a Dios mismo. La gracia es nada menos que el Dios Triuno disfrutado por nosotros de manera práctica como nuestra porción. Con respecto a esta definición de la gracia, la primera estrofa de Himnos, #211 dice:

  Gracia, en su mayor definición Es Dios en Cristo siendo mi porción; No sólo es algo hecho a mi favor, Sino Dios mismo como bendición.

  La gracia es Dios no en doctrina, sino en nuestra experiencia, pues la gracia es Dios en Cristo con todo lo que Él es para nuestro disfrute. Esto incluye vida, fortaleza, consuelo, descanso, luz, justicia, santidad, poder y los demás atributos divinos. Cuando disfrutamos a Dios y participamos de Él, eso es gracia.

  Hicimos notar que en Efesios 2:7 Pablo indica que Dios ha de “mostrar en los siglos venideros las superabundantes riquezas de Su gracia en Su bondad para con nosotros en Cristo Jesús”. Mostrar las riquezas de la gracia de Dios es exhibirlas al universo entero. Las riquezas de la gracia de Dios exceden todo límite, pues son las riquezas de Dios mismo destinadas a ser disfrutadas por nosotros. Las riquezas de la gracia de Dios serán exhibidas públicamente por la eternidad.

  En Efesios 2:8 Pablo procede a decir que somos salvos por gracia. En Efesios la gracia denota al Dios impartido en nuestro ser. Por tanto, ser salvos por gracia significa ser salvos mediante la impartición de Dios en Cristo a nuestro ser. Sin embargo, la mayoría de cristianos consideran que la gracia es una cosa, no una persona. Para ellos, la gracia es meramente un regalo que les ha sido dado gratuitamente. Según este concepto referente a la gracia, nosotros éramos pecadores que no merecían la salvación de Dios, pero Dios nos salvó gratuitamente al concedernos Su inmerecido favor. Sin embargo, éste es un entendimiento superficial de lo que significa ser salvos por gracia. Efesios revela que la gracia que nos salva es Dios en Cristo forjado en nuestro ser. Por tanto, ser salvos por gracia en realidad significa ser salvos mediante la impartición del Dios Triuno en nosotros.

  Según el libro de Efesios, la salvación consiste en la transmisión de Dios a nuestro ser como gracia. Ciertamente no fue un asunto sencillo que Dios pudiera ser transmitido a nuestro ser como gracia. Para ello fue necesario que Él fuese procesado mediante Su encarnación, crucifixión, resurrección y ascensión. De este modo, habiendo sido procesado, Él ahora puede transmitirse a nuestro ser. Cuando el Dios procesado es transmitido a nuestro ser, Él llega a ser para nosotros la gracia salvadora en nuestra experiencia. Esta gracia no solamente es la gracia asombrosa; también es la gracia abundante. La gracia es el Dios procesado transmitido a nuestro ser.

  Si usted lee con mucha oración Efesios 1 y 2, verá que el Dios procesado y transmitido a nuestro ser es la gracia salvadora y la gracia abundante. Hemos sido salvos mediante la transmisión de este Dios procesado. En Su bondad para con nosotros en Cristo Jesús, Dios nos salvó por Su gracia. En las eras venideras —en el milenio y por la eternidad—, Dios exhibirá públicamente esta gracia ante el universo entero.

  En 1 Corintios 15:10 Pablo menciona tres veces la gracia. Dos veces él habla de la gracia de Dios, y una vez, de “Su gracia”. En este versículo la gracia es el Dios Triuno que llega a ser nuestra vida y nuestro todo. Es por esta gracia que Saulo de Tarso, el primero entre los pecadores (1 Ti. 1:15-16), llegó a ser el apóstol principal, que trabajaba mucho más que todos los apóstoles.

  En 1 Pedro 4:10 se nos habla de la multiforme gracia de Dios: “Cada uno según el don que ha recibido, minístrelo a los otros, como buenos mayordomos de la multiforme gracia de Dios”. La multiforme gracia de Dios es el rico suministro de la vida divina, el cual es el Dios Triuno ministrado a nosotros en muchos aspectos. Como buenos mayordomos, según el don que hemos recibido, debemos ministrar a los santos y a la iglesia tal gracia, y no mera doctrina.

  En 1 Pedro 5:10 se nos habla de “el Dios de toda gracia”. En este versículo, “toda gracia” se refiere a las riquezas del abundante suministro de la vida divina en muchos aspectos, ministrado a nosotros en los muchos pasos de la operación divina en la economía de Dios. La expresión el Dios de toda gracia es única; en el Nuevo Testamento, esta expresión es hallada únicamente en 1 Pedro 5:10. Pedro no nos dice meramente que Dios es el Dios de gracia; él dice que Dios es el Dios de toda gracia. Como creyentes, debemos ser alentados por el hecho de que nuestro Dios es el Dios de toda gracia. Esta gracia divina es un atributo destacado de nuestro Dios, quien nos ha mostrado Su favor con tal gracia en Cristo.

R. PAZ

  Otro atributo de Dios es la paz. El Nuevo Testamento habla tanto de la paz de Dios como del Dios de paz. Con respecto al Dios de paz, Romanos 16:20 dice: “El Dios de paz aplastará en breve a Satanás bajo vuestros pies”. Con respecto a la paz de Dios, Filipenses 4:7 dice: “Y la paz de Dios, que sobrepasa todo entendimiento, guardará vuestros corazones y vuestros pensamientos en Cristo Jesús”. La paz de Dios es en realidad Dios como paz infundido en nuestro ser mediante nuestra comunión con Él por medio de la oración; esta paz contrarresta los problemas y es el antídoto para los afanes (Jn. 16:33). El Dios de paz, en Cristo Jesús, monta guardia sobre nuestros corazones y pensamientos. Él patrulla nuestros corazones y pensamientos en Cristo.

  La paz de Dios y el Dios de paz son uno solo. Cuando Dios está con nosotros, la paz está con nosotros. La paz genuina de la cual disfrutamos es Dios mismo. La manera de disfrutar al Dios de paz consiste en orar a fin de tener comunión con Él.

  En 1 Tesalonicenses 5:23 Pablo dice: “Y el mismo Dios de paz os santifique por completo”. Aquí vemos que el Dios de paz es el Santificador. Su santificación trae la paz. Cuando somos íntegramente santificados por Él desde nuestro interior, entonces disfrutamos Su paz en todo aspecto.

  En nuestra experiencia la paz es una condición resultante de la gracia, a saber, es el resultado de disfrutar a Dios nuestro Padre. Cuando disfrutamos a Dios como gracia, estamos en una condición de pleno reposo y satisfacción. Esto es paz. La gracia es una sustancia, mientras que la paz es una condición. La sustancia de la gracia es Dios mismo, y la condición de paz es lo que resulta de nuestro disfrute de Dios como gracia. Todos podemos testificar de la paz que tenemos cuando disfrutamos a Dios como gracia. Tenemos la sustancia divina como nuestro disfrute y tenemos la condición celestial. Ésta es la paz que disfrutamos.

  Que la paz sea resultado de la gracia está indicado por la manera en que Pablo saluda a los santos en Efesios 1:2 y en sus otras epístolas: “Gracia y paz a vosotros, de Dios nuestro Padre y del Señor Jesucristo”. Esta paz resulta del disfrute de Dios como gracia y es también un atributo del Dios que disfrutamos en Cristo.

S. GOZO

  Romanos 15:13 dice: “El Dios de esperanza os llene de todo gozo y paz”, lo cual indica que el gozo es uno de los atributos de Dios. Dios es el Dios de disfrute. En nuestra experiencia, si disfrutamos a Dios como gracia, tendremos paz, y si tenemos paz, tendremos gozo.

T. ESPERANZA

  Romanos 15:13 menciona dos veces la esperanza como uno de los atributos de Dios: “El Dios de esperanza os llene de todo gozo y paz en el creer, para que abundéis en esperanza por el poder del Espíritu Santo”. Dios es el Dios de esperanza. Cuando Él nos llena de gozo y paz, abundamos en esperanza. Quienes carecen de gozo y paz no pueden tener esperanza. Pero si disfrutamos a Dios como gracia, y esto nos trae paz y gozo, entonces estaremos llenos de esperanza.

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