Mostrar cabecera
Ocultar сabecera
+
!
NT
-
Navega rápidamente por los libros de vida del Nuevo Testamento
AT
-
Navega rápidamente por los libros de vida del Antiguo Testamento
С
-
Mensajes del libro «Conclusión del Nuevo Testamento, La (Mensajes 114-134)»
Чтения
Marcadores
Mis lecturas

LA CONCLUSIÓN DEL NUEVO TESTAMENTO

MENSAJE CIENTO DIECISÉIS

LOS CREYENTES: SU PASADO

  En los dos mensajes anteriores abordamos la vida y la naturaleza de los creyentes. Ahora, en este mensaje, consideraremos el pasado de los creyentes, tanto en la eternidad como en el tiempo.

A. EN LA ETERNIDAD

  Como creyentes, tenemos una historia muy larga. De hecho, tenemos una historia eterna, pues nuestra historia comenzó en la eternidad pasada. En la eternidad fuimos conocidos de antemano por Dios, escogidos por Dios y predestinados por Dios.

1. Conocidos de antemano por Dios

a. Según la presciencia de Dios

  Romanos 8:29a se refiere a los creyentes como aquellos que fueron conocidos de antemano por Dios. En la eternidad Dios nos conoció de antemano según Su presciencia (1 P. 1:2a). En el Nuevo Testamento la raíz de las palabras presciencia y conocimiento de antemano es “conocer”. A esta raíz se le añade el prefijo griego pro, que significa antes o anticipado. En el griego del Nuevo Testamento, los términos que se tradujeron “conocimiento de antemano” y “presciencia” implican más de lo que podríamos entender por las respectivas traducciones a nuestro idioma. La raíz griega para estas expresiones incluye acepciones tales como: estimar, aprobar y poseer. Si aprobamos algo, sentiremos estima por ello; después, desearemos apropiarnos de ello y poseerlo. La presciencia de Dios mencionada en 1 Pedro 1:2 implica que en la eternidad pasada Dios nos aprobó y nos tuvo en alta estima. También implica que en la eternidad pasada Él nos tomó, nos poseyó y se adueñó de nosotros. Podríamos incluso afirmar que así como José se desposó con María, Dios en Su presciencia “nos desposó” en la eternidad pasada. (Con Dios no existe el elemento del tiempo). Todo esto está incluido en la connotación de la palabra presciencia.

  La presciencia de Dios incluye también ordenar de antemano. En su traducción expandida del Nuevo Testamento, Kenneth S. Wuest usa la expresión ordenó de antemano en 1 Pedro 1:2, afirmando que los creyentes son los escogidos, cuya elección había sido determinada por Dios el Padre al ordenarlos de antemano. Por tanto, la presciencia de Dios significa no solamente que Él nos conoció en la eternidad pasada, sino también que Él nos ordenó de antemano. Todos fuimos ordenados de antemano por Dios el Padre en la eternidad pasada.

b. Según el beneplácito de Dios, el cual Él se propuso en Sí mismo

  En la eternidad pasada fuimos conocidos de antemano por Dios “según Su beneplácito, el cual se había propuesto en Sí mismo” (Ef. 1:9). El beneplácito de Dios es el deseo de Su corazón. El libro de Efesios habla desde el punto de vista del beneplácito de Dios, el deseo del corazón de Dios. Según 1:9, el beneplácito de Dios es lo que Él se propuso en Sí mismo. En términos humanos, el beneplácito de Dios es lo que le hace feliz. Hay algo en el corazón de Dios que le complace y le hace feliz. Éste es el beneplácito de Dios.

  El beneplácito de Dios es lo que Él se había propuesto en Sí mismo. Esto significa que Dios mismo es la iniciación, el origen y la esfera de Su propósito. Dios tiene un plan, un deseo, y conforme a Su plan Él tiene un propósito. La existencia del universo se conforma al propósito de Dios. Los cielos, la tierra, millones de cosas y el linaje humano existen todos conforme al deseo que Dios se propuso cumplir. A la postre, todas estas cosas resultarán en aquello que Dios desea. En el universo hay un deseo, el deseo de Dios. Debido a que Dios se ha propuesto cumplir este deseo, nadie ni nada podrá subvertir tal propósito. Todo cuanto ocurre sobre la tierra tiene por finalidad este propósito. Nosotros, los que hemos creído en Cristo, somos el enfoque central del propósito de Dios y, por ende, todas las cosas operan en pro de nosotros. Dios se propuso este deseo en Sí mismo. Él no buscó consejo de nadie con respecto a ello.

2. Escogidos por Dios el Padre

  En la eternidad pasada fuimos escogidos por Dios el Padre. “Según nos escogió en Él antes de la fundación del mundo, para que fuésemos santos y sin mancha delante de Él en amor” (Ef. 1:4). Que Dios nos escogiera equivale a Su elección. De entre innumerables personas Dios nos eligió. La palabra escogidos implica que algunos fueron elegidos y otros no. ¡Alabamos al Señor por estar entre los escogidos!

  El hecho de que fuimos escogidos en la eternidad significa que nuestra salvación comenzó en la eternidad, que empezó antes de la creación y antes del tiempo. Si nos volvemos a nuestro espíritu y contactamos al Señor sobre este asunto, comprenderemos que así como Dios es eterno, también Su elección al escogernos está relacionada con la eternidad. Todos debemos dar gracias a Dios el Padre por Su elección eterna, la elección que Él realizó en la eternidad pasada con miras a la eternidad futura.

a. Antes de la fundación del mundo

  Fuimos escogidos por Dios el Padre antes de la fundación del mundo. Antes de crearnos, Dios nos escogió según Su presciencia infinita. La expresión antes de la fundación del mundo implica no solamente la tierra, sino el universo en su totalidad. Esto indica que el universo fue fundado para la existencia del hombre a fin de que el propósito eterno de Dios sea cumplido. Sin tal universo, sería imposible que el hombre existiera. La existencia del hombre tiene por finalidad el cumplimiento del propósito eterno de Dios. Por tanto, el universo fue fundado de tal modo que el hombre pudiera existir con miras al cumplimiento del propósito eterno de Dios. Dios nos escogió antes de la fundación del mundo, esto es, antes de la creación del universo. Esto indica que la elección de Dios no fue hecha en el tiempo, sino en la eternidad. Dios nos conoció de antemano antes que naciéramos y nos eligió antes de la fundación del mundo.

b. En Cristo

  En Efesios 1:4 también vemos que, en la eternidad, Dios nos escogió en Cristo. Cristo es la esfera en la cual fuimos elegidos por Dios. Fuera de Cristo no somos objeto de la elección de Dios.

c. Para ser santos y sin mancha delante de Él

  Dios nos escogió para que seamos santos y sin mancha delante de Él. Ser santo equivale a ser apartado de todo lo que no sea Dios. Esto significa ser distinto, diferente, de todo lo que no es Dios mismo. En el universo únicamente Dios es santo. Él es diferente a todo lo demás y distinto de ello. Por tanto, ser santo significa ser uno con Dios.

  Para ser santos primero tenemos que ser apartados para Dios en cuanto a nuestra posición. Normalmente, una vez que una persona es salva, ella también debe ser apartada para Dios. Ésta es la razón por la cual a los creyentes se les llama santos. Ser santo en el sentido de ser apartado para Dios está relacionado con nuestra posición. Debido a que hemos creído en Cristo, fuimos apartados para Dios mediante la sangre redentora de Cristo (He. 9:14), por el Espíritu Santo (1 Co. 6:11; 1 P. 1:2; Ro. 15:16) y en el nombre del Señor Jesús (1 Co. 6:11).

  Ser santo significa no solamente ser apartado para Dios en cuanto a posición, sino también ser saturado de Dios en cuanto a nuestra manera de ser. Esto es más profundo y más subjetivo que la santificación posicional. En la santificación subjetiva somos saturados de Dios en nuestra manera de ser. La separación posicional puede ocurrir con relativa facilidad y en un tiempo bastante breve; pero ser saturados de Dios en nuestra manera de ser requiere de un largo período de tiempo. Dios se ha propuesto saturarnos consigo mismo, y este proceso requiere de tiempo. Él nos escogió en la eternidad con el propósito de saturarnos consigo mismo. Él desea forjarse en nuestro ser a fin de que seamos santos, tal como Él lo es.

  Todos los creyentes han sido escogidos por Dios el Padre para que sean santos. Primero, somos apartados para Dios; segundo, somos saturados con Dios mismo; finalmente, llegamos a ser uno con Dios. Un día seremos exactamente iguales a Él. Esto marcará la compleción de nuestra santificación, el cual es un proceso que se inicia con la separación, continúa con la saturación y es completado con la plena redención de nuestro cuerpo. Entonces, desde adentro hacia fuera, hemos de ser iguales a Él. Seremos santos. Es con este propósito que fuimos escogidos por Dios el Padre antes de la fundación del mundo.

  Efesios 1:4 también dice que fuimos escogidos por Dios para ser personas sin mancha. Una mancha es como una partícula ajena en una piedra preciosa. Los escogidos de Dios deben estar saturados únicamente de Dios mismo, sin ninguna partícula ajena, tal como el elemento humano natural y caído, la carne, el yo o las cosas mundanas. Esto es no tener mancha, ni mezcla alguna, ni otro elemento que sea ajeno a la naturaleza santa de Dios. Dios nos ha escogido para que seamos tan santos y puros que en nosotros no haya mancha alguna, es decir, no haya ningún elemento foráneo, sino que únicamente tengamos el elemento divino.

  Seremos santos y sin mancha “delante de Él”. Esto significa que seremos santos y sin mancha a los ojos de Dios conforme a Su estándar. Esto nos hace aptos para permanecer en Su presencia y disfrutarla. Hemos de ser santos y sin mancha no conforme a nuestro estándar ni ante nuestros ojos, sino conforme al estándar de Dios y delante de Sus ojos.

3. Predestinados por Dios el Padre

  En la eternidad también fuimos predestinados por Dios el Padre (Ro. 8:29b; Ef. 1:4b, 5). La palabra griega traducida “predestinándonos” en Efesios 1:5 también podría traducirse “marcándonos de antemano”. Marcar de antemano es el proceso, mientras que la predestinación es el propósito según el cual se determina cierto destino de antemano. Primero Dios nos escogió y luego nos marcó de antemano, es decir, antes de la fundación del mundo, para un determinado destino.

  Todos debemos saber que fuimos marcados de antemano por Dios para la realización de Su economía. Debido a que Dios puso Su marca sobre nosotros, no podemos escapar de Él. Fuimos marcados por Dios antes de nacer, incluso antes de la fundación del mundo. Puesto que fuimos marcados de antemano, no tenemos otra opción sino entregarnos al Señor para Su recobro e, incluso, dedicarnos absolutamente a la vida de iglesia.

  Otros seres humanos no pueden ver la marca que Dios puso sobre nosotros, pero todos los seres pertenecientes al mundo espiritual pueden ver esta marca. Los ángeles, los demonios y el propio Satanás saben que hemos sido marcados por Dios. Esta marca no es meramente externa, sino también algo muy interno. Fuimos escogidos y marcados de antemano. Esto fue realizado por Dios en la eternidad pasada.

  Debido a que fuimos marcados por Dios en la eternidad, hemos sido salvos. Un día creímos en el Señor Jesús. Tal vez nos parezca que creímos en Él sin mediar razón alguna. La razón por la cual creímos en Cristo es que fuimos predestinados, marcados de antemano, por Dios el Padre.

a. En amor

  La frase en amor de Efesios 1:4 podría modificar el verbo predestinándonos del versículo 5. Dios el Padre nos predestinó en amor para que fuésemos Sus muchos hijos. El amor divino es Su motivación para obtener muchos hijos con miras a la realización de Su economía divina.

b. Para filiación

  Efesios 1:5 revela que Dios nos predestinó para filiación. Esto significa que la predestinación de Dios tiene por meta la filiación. Debido a que fuimos predestinados para ser hijos de Dios aun antes de ser creados, nosotros, como criaturas de Dios, necesitamos ser regenerados por Él de manera que participemos de Su vida para ser Sus hijos. La filiación implica tanto la vida como la posición de hijo. Quienes fueron marcados por Dios tienen la vida requerida para ser Sus hijos y también la posición que les permite heredar a Dios mismo.

  Según Efesios 1:4, Dios nos escogió para que fuésemos santos. Sin embargo, ser hechos santos es el procedimiento, no la meta final. La meta es la filiación. Dios nos escogió para que fuésemos santos a fin de que seamos Sus hijos. Por tanto, ser hechos santos es el proceso, el procedimiento, mientras que ser hijos de Dios es la meta. Dios no solamente desea un grupo de personas santas, sino que Él desea tener muchos hijos. Dios nos escogió para que fuésemos santos con un propósito, y este propósito es que seamos hijos de Dios.

c. Por medio de Jesucristo

  Efesios 1:5 también nos dice que fuimos predestinados para filiación por medio de Jesucristo. La frase por medio de Jesucristo significa por medio del Redentor, quien es el Hijo de Dios. Por medio de Él fuimos redimidos para ser hijos de Dios, quienes tienen la vida y posición de hijos de Dios.

d. Según el beneplácito de Su voluntad

  Finalmente, Dios el Padre nos predestinó para filiación según el beneplácito de Su voluntad. Dios tiene una voluntad, en la cual está Su beneplácito. Fue conforme a Su placer, conforme al deleite de Su corazón, que Dios nos predestinó para que fuésemos Sus hijos.

B. EN EL TIEMPO

1. Creados por Dios

  Después que Dios nos conoció de antemano, nos escogió y nos predestinó en la eternidad, fuimos creados por Dios en el tiempo. Hechos 17:26a dice: “De uno solo ha hecho todo el linaje de los hombres, para que habiten sobre toda la faz de la tierra”.

  Zacarías 12:1 dice que Dios extendió los cielos, puso los cimientos de la tierra y formó el espíritu del hombre dentro de él. Esto indica que en el universo hay tres asuntos importantes: los cielos, la tierra y el espíritu del hombre. Los cielos fueron hechos para la tierra, la tierra fue hecha para el hombre y el hombre tiene un espíritu, el cual es para Dios mismo. Por tanto, el hombre es el centro del universo, y el centro del hombre es su espíritu. En cuanto a Dios concierne, si no hubiera espíritu dentro del hombre, éste sería un cascarón vacío. Si no hubiera hombre en la tierra, la tierra estaría vacía y los cielos no tendrían sentido. En la creación de Dios, los cielos están al servicio de la tierra, la tierra está al servicio del hombre y el hombre tiene un espíritu para recibir a Dios.

a. Por medio de Cristo

  Dios nos creó por medio de Cristo (Jn. 1:3). Todos los creyentes comprenden que fueron salvos por medio de Cristo. También debemos ver que fuimos creados por medio de Cristo. Cristo es el instrumento activo mediante el cual fue procesada la creación de la humanidad.

b. A imagen de Dios

  Por medio de Cristo, Dios nos creó a Su imagen (Ro. 5:14b; 2 Co. 4:4b). Estrictamente hablando, la imagen de Dios es Cristo. En 2 Corintios 4:4 se nos habla acerca de Cristo como imagen de Dios. Que el hombre fuese creado a la imagen de Dios, la cual es Cristo, significa que fuimos creados no solamente por medio de Cristo, sino también según Cristo. La intención de Dios al crearnos de este modo era que un día Cristo, conforme a quien fuimos creados y por medio de quien fuimos creados, entrara en nuestro ser. Esto significa que habiendo sido creados a la imagen de Dios, fuimos creados como vasos para contener a Cristo. Por tanto, fuimos creados por medio de Cristo y según Cristo a fin de que pudiéramos contener a Cristo.

2. Caídos

  En el tiempo no solamente fuimos creados, sino que también llegamos a ser seres caídos. Romanos 5:12 dice: “Como el pecado entró en el mundo por medio de un hombre, y por medio del pecado la muerte, y así la muerte pasó a todos los hombres, por cuanto todos pecaron”.

a. En Adán

  Dentro de toda persona caída destacan dos cosas. La primera es que estamos en Adán y poseemos la naturaleza adámica. A los ojos de Dios hay únicamente dos hombres: Adán y Cristo. Todas las personas caídas están en Adán. Además, aquellos que están en Adán forman parte de Adán.

  En Adán hay tres cosas principales: el pecado, la muerte y el ser constituidos pecadores (v. 19). En Adán heredamos la muerte, estábamos bajo el imperio de la muerte (vs. 12, 14) y fuimos constituidos pecadores.

b. De pecado

  La segunda cosa destacada con respecto a la humanidad en la caída es que todos los seres humanos caídos son de pecado. Mediante la desobediencia de Adán, el pecado —la naturaleza maligna de Satanás— entró en la humanidad. Después que el pecado entró en el linaje humano, el pecado hizo su morada en el cuerpo caído del hombre (7:17, 18, 21, 23). Debido a que el elemento del pecado fue inyectado dentro del hombre, el hombre caído es ahora de pecado, o sea, está constituido de pecado. Por esta razón las personas caídas son pecadoras por constitución intrínseca. Esto significa que en la caída somos pecadores por naturaleza.

3. Muertos en delitos y pecados

  En el tiempo no solamente fuimos creados por Dios y después caímos, sino que además llegamos a estar muertos en delitos y pecados. Efesios 2:1 revela que en el pasado estábamos muertos en nuestros delitos y pecados, y 2:5 dice que estábamos “muertos en delitos”. Además, Colosenses 2:13 dice que estábamos muertos en nuestros delitos y en la incircuncisión de nuestra carne. Los delitos son aquellos actos que sobrepasan los límites de nuestros derechos, y los pecados son actos malignos. Antes de ser salvos, estábamos muertos en tales delitos y pecados. La palabra muertos en Efesios 2:1 y 5 y Colosenses 2:13 se refiere a la condición de muerte de nuestro espíritu, muerte que domina todo nuestro ser. Por la transgresión de Adán, el pecado entró en el mundo, y por medio del pecado entró la muerte. Ahora la muerte reina sobre todos los hombres (Ro. 5:14, 17); por tanto, “en Adán todos mueren” (1 Co. 15:22).

  En la eternidad Dios nos conoció de antemano, nos escogió y nos predestinó. Después, en el tiempo, fuimos creados por Dios. Sin embargo, después llegamos a ser seres caídos y, finalmente, llegamos a estar muertos en delitos y pecados. Ésta era nuestra situación en el pasado.

  Por estar muertos en delitos y pecados, perdimos la función que nos permitía tener contacto con Dios. La muerte espiritual anuló la función propia de nuestro espíritu. Independientemente de cuán activos hayamos sido en nuestro cuerpo y en nuestra alma, nuestro espíritu estaba en una condición de muerte, en la cual no podíamos contactar a Dios.

Biblia aplicación de android
Reproducir audio
Búsqueda del alfabeto
Rellena el formulario
Rápida transición
a los libros y capítulos de la Biblia
Haga clic en los enlaces o haga clic en ellos
Los enlaces se pueden ocultar en Configuración