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Mensajes del libro «Conclusión del Nuevo Testamento, La (Mensajes 172-188)»
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LA CONCLUSIÓN DEL NUEVO TESTAMENTO

MENSAJE CIENTO SETENTA Y TRES

LOS CREYENTES: SU PRESENTE

(58)

  En este mensaje consideraremos otros aspectos relacionados con el provecho obtenido por los creyentes de todo cuanto forma parte de sus circunstancias y su entorno mediante la experiencia que ellos tienen de la impartición de la Trinidad Divina.

(10) Para ellos es gracia sufrir aflicción, padecer injustamente y soportar sufrimientos por hacer lo bueno, pues para esto fueron llamados

  En 1 Pedro 2:19 y 20 se nos dice: “Esto es gracia, si alguno por tener conciencia de Dios sufre aflicción padeciendo injustamente. Pues ¿qué gloria es si pecando sois abofeteados, y lo soportáis? Mas si haciendo lo bueno sufrís, y lo soportáis, esto es gracia delante de Dios”. Aquí Pedro dice que si, por tener conciencia de Dios, estamos dispuestos a sufrir aflicción y padecer injustamente, o sea, a sufrir un trato injusto, esto es gracia. La palabra griega traducida “gracia” en el versículo 19 es karis, que se refiere a la motivación de la vida divina dentro de nosotros y a su expresión en nuestro vivir, la cual en nuestro comportamiento llega a ser grata y aceptable ante el hombre y ante Dios. En realidad la gracia es el Dios Triuno que llega a ser nuestra vida para nuestra experiencia y disfrute. Con base en este entendimiento de la gracia podemos afirmar que en el versículo 19 la gracia es la motivación de la vida divina dentro de nosotros y su expresión en nuestro vivir. Por tanto, esto llega a ser en nuestro vivir algo grato y aceptable ante Dios y ante el hombre.

  Según el versículo 20, si somos abofeteados por haber pecado, esto no es ningún mérito; pero si haciendo lo bueno sufrimos y lo soportamos, esto es gracia delante de Dios. Tal situación indica que nuestro vivir expresa la operación de la gracia de Dios dentro de nosotros y a través de nosotros. Por tanto, con respecto a este asunto de vida, Pedro dice: “Esto es gracia delante de Dios”.

  En 2:21 Pedro procede a decir: “Pues para esto fuisteis llamados; porque también Cristo padeció por vosotros, dejándoos un modelo, para que sigáis Sus pisadas”. El llamamiento de Dios no solamente incluye disfrute, sino también sufrimientos. Bajo el llamamiento de Dios, nuestro destino incluye el disfrute de Cristo como corporificación del Dios Triuno procesado y también el propio sufrimiento de Cristo. Hemos sido llamados a sufrir juntamente con Cristo, a padecer Sus sufrimientos.

  En el versículo 21 Pedro dice: “Para esto fuisteis llamados”. El pronombre esto aquí se refiere a los padecimientos injustos, los sufrimientos a causa de hacer lo bueno, como se mencionan en los versículos 19 y 20. Esto significa que hemos sido llamados a padecer injustamente a fin de que en tales sufrimientos experimentemos el disfrute de Dios como gracia y le expresemos. Sean cuales fueren nuestras circunstancias, Dios es nuestra gracia, nuestro disfrute interno. Este disfrute nos motiva y luego llega a ser nuestra expresión externa, una expresión que los demás pueden ver. Aquellos que contemplen esta gracia expresada desde nuestro interior podrán ver algo atractivo en nuestro semblante, en nuestra actitud o en la impresión que dejamos en otros. Tal expresión será para ellos algo placentero y grato. Esto es gracia.

(11) Se designó que padecieran tribulaciones

  Por ser creyentes, se nos han designado padecer tribulaciones. Padecer tribulaciones es nuestro destino, pues es lo dispuesto por Dios. Dios designó, dispuso, que padeciéramos tribulaciones.

  En 1 Tesalonicenses 3:3 Pablo alienta a los creyentes a no dejarse mover “por estas tribulaciones; porque vosotros mismos sabéis que para esto estamos puestos”. Si somos confirmados en la fe, las tribulaciones resultarán en nuestro bien conforme al propósito que Dios tuvo al designarnos. De otra manera, las tribulaciones podrían ser usadas por el tentador (v. 5) para sacudirnos. La palabra griega traducida “puestos” en el versículo 3 también significa destinados, colocados. Dios ha destinado, ha designado, que pasemos por tribulaciones. Por tanto, las tribulaciones son la porción que Dios nos ha asignado, y Él nos ha puesto, nos ha colocado, en situaciones de aflicción.

(12) No deben temer a quienes matan el cuerpo, mas no pueden matar el alma; tienen los cabellos de su cabeza contados por su Padre, a cuyos ojos valen más que muchos pajarillos, ninguno de los cuales cae a tierra sin permitirlo el Padre de ellos

  En Mateo 10:28-31 el Señor Jesús dice: “No temáis a los que matan el cuerpo, mas el alma no pueden matar; temed más bien a Aquel que puede destruir el alma y el cuerpo en la Gehena. ¿No se venden dos pajarillos por un asarion? Con todo, ni uno de ellos cae a tierra sin vuestro Padre. Pues aun los cabellos de vuestra cabeza están todos contados. Así que, no temáis; más valéis vosotros que muchos pajarillos”. Sólo Dios puede destruir el alma y el cuerpo en la Gehena. Esto implica que si los apóstoles que el Señor envía no están dispuestos a sufrir persecución, serán disciplinados por Dios. Esto tendrá lugar en la era venidera, después del juicio ante el tribunal de Cristo, cuando los creyentes reciban su premio o su castigo (2 Co. 5:10; Ap. 22:12).

(13) En sus aflicciones disfrutan la paz de Cristo, quien ha vencido al mundo

  En sus aflicciones los creyentes, al experimentar la impartición del Dios Triuno procesado, disfrutan la paz de Cristo, quien ha vencido al mundo. El Señor Jesús dijo: “Estas cosas os he hablado para que en Mí tengáis paz. En el mundo tendréis aflicción; pero tened valor, Yo he vencido al mundo” (Jn. 16:33). Tenemos paz en el Señor. Si bien Él murió y resucitó, nosotros seguimos estando en el mundo, donde no hay paz. En este mundo sólo tendremos problemas; pero el Señor mismo será nuestra paz, y podemos tener paz en Él. Independientemente de cuánto este mundo nos cause aflicción y nos persiga, el Señor ha vencido al mundo. No tenemos que preocuparnos ni temer al mundo. Dejemos que el mundo nos persiga y aflija. El Señor es nuestra paz. Él ha vencido al mundo.

(14) Sus sufrimientos los conducen a la perfección y la gloria

  El sufrimiento que padecen los creyentes los conduce a la perfección y la gloria (1 P. 5:10). Este sufrimiento nos conduce a la perfección en la actualidad y a la gloria en el futuro. Sin embargo, a nosotros nos gustaría lograr la perfección y recibir la gloria sin tener que sufrir; pero Dios es soberano y sabe cuánto tenemos que sufrir. Por tanto, Él dispone soberanamente todas las cosas de modo que padezcamos sufrimientos a fin de ser perfeccionados en esta era y glorificados en la era venidera.

  En 1 Pedro 5:10 se nos dice: “El Dios de toda gracia, que os llamó a Su gloria eterna en Cristo Jesús, después que hayáis padecido un poco de tiempo, Él mismo os perfeccione, confirme, fortalezca y cimiente”. En este versículo la frase toda gracia se refiere a las riquezas del abundante suministro de la vida divina en muchos aspectos, ministrado a nosotros en los muchos pasos de la operación divina efectuada sobre nosotros y dentro de nosotros en la economía de Dios. El paso inicial consiste en llamarnos, y el paso final consiste en glorificarnos. Entre estos dos pasos se encuentran el amoroso cuidado de Dios mientras nos disciplina y Su obra de perfeccionarnos, confirmarnos, fortalecernos y cimentarnos. En todos estos actos divinos, el abundante suministro de la vida divina nos es ministrado como gracia en diversas experiencias. El Dios de esta gracia perfeccionará, confirmará, fortalecerá y cimentará a los creyentes que estén bajo persecución después que hayan padecido un poco de tiempo. Por tanto, los creyentes que padecen sufrimientos debieran sentirse alentados por el hecho de que, si bien están sufriendo, su Dios es el Dios de toda gracia. Además, Él nos ha llamado a Su gloria eterna, una gloria ilimitada en el espacio y en el tiempo.

  Según lo dicho por Pedro en 5:10, nuestros padecimientos se extienden por apenas poco tiempo, pero la gloria de Dios es eterna. Después que hemos sufrido por un poco de tiempo, el Dios de toda gracia personalmente nos perfeccionará, confirmará, fortalecerá y cimentará. Al padecer persecución somos perfeccionados y, a la postre, seremos introducidos en la gloria.

(15) Tienen por sumo gozo hallarse en diversas pruebas

  Jacobo 1:2 dice: “Hermanos míos, tened por sumo gozo cuando os halléis en diversas pruebas”. El mundo entero yace en poder del maligno, Satanás (1 Jn. 5:19). Satanás se opone a Dios continuamente de todas las maneras posibles; él se siente contrariado cada vez que las personas se vuelven a Dios y no habrá de tolerarlo. Una vez que alguien se vuelve a Dios, Satanás instigará a otros a perseguir a tal persona. Una vez Pablo dijo que los cristianos están destinados a padecer persecución (Fil. 1:29). Por tanto, la persecución es la porción destinada a nosotros como creyentes en Cristo. Así que, un aspecto de la perfección cristiana práctica (el tema del libro de Jacobo) es pasar por pruebas; pruebas es una palabra que incluye padecer persecución.

  Padecer persecución es sufrir; sin embargo, pasar por pruebas no es meramente sufrir, pues las pruebas son un sufrimiento que sirve al propósito de examinarnos o ponernos a prueba. Nuestro Padre celestial dispone diferentes pruebas para nosotros. Todas estas pruebas son buenas para nosotros. Tal como los exámenes son buenos para los estudiantes, así también las diversas pruebas que enfrentamos como cristianos son de provecho para nosotros.

  Tal vez después que usted ha creído en el Señor Jesús haya llegado a pensar que en la vida cristiana no tendrá que enfrentar sufrimientos o pruebas. Tal vez usted tuviera el concepto que por ser usted un hijo de Dios, el Padre no habrá de permitir que nada malo le suceda. Éste es el concepto de muchos creyentes; pero con el tiempo sobrevienen las pruebas. Las diversas pruebas por las cuales tenemos que pasar como creyentes sirven al propósito de ponernos a prueba, examinarnos y probarnos. Estas pruebas son una ayuda en términos de nuestra perfección cristiana práctica, pues Dios se vale de ellas para perfeccionarnos.

  Si comprendemos que Dios usa las pruebas para perfeccionarnos, hemos de agradecer a Dios por perfeccionarnos mediante las pruebas. Las pruebas no solamente nos ayudan en asuntos relacionados con nuestra educación espiritual y la experiencia de vida, sino también nos ayudan con nuestro carácter y nuestra conducta en nuestro diario vivir. Muchos creyentes pueden testificar que por medio de las pruebas ellos han sido perfeccionados por Dios de una manera práctica en su vida cristiana.

  Jacobo incluso nos anima a tener “por sumo gozo” el hallarnos en diversas pruebas. La razón por la cual podemos considerar que esto es de gozo se debe a que estas pruebas nos perfeccionan. Nótese que en 1:2 Jacobo no sólo habla de las pruebas, sino de “diversas pruebas”. Esto indica que debemos considerar que todas las pruebas, y no solamente ciertas pruebas, son motivo de gozo para nosotros. Por un lado, no nos gustan las pruebas, la oposición ni la persecución; por otro, debemos tener por sumo gozo el experimentar tales cosas porque Dios, mediante la impartición divina, las usa para perfeccionarnos.

(16) Están oprimidos en todo, mas no son estrechos; aunque su hombre exterior se va desgastando, no obstante, su hombre interior se renueva; su leve tribulación momentánea produce en ellos un eterno peso de gloria

  En 2 Corintios 4:8 Pablo dice: “Estamos oprimidos [o, afligidos] en todo aspecto, mas no somos estrechos; en apuros, pero no sin salida”. La palabra griega traducida “oprimidos” también puede traducirse “bajo presión por todos lados”. La palabra estrechos también significa restringidos. Aquí estar “en apuros” denota literalmente estar sin escapatoria. La palabra traducida “sin salida” literalmente significa “completamente incapaces de encontrar una salida”, es decir, el camino de salida está completamente cerrado. Aquí Pablo dice que ellos estaban en apuros, sin escapatoria, pero que no estaban desesperados, es decir, que no eran completamente incapaces de encontrar una salida.

  A continuación, en el versículo 9, Pablo dice: “Perseguidos, mas no abandonados; derribados, pero no destruidos”. La palabra griega traducida “perseguidos” también significa acosados por enemigos. Ser “abandonados” es ser dejados, ser desamparados; literalmente, significa ser dejados atrás en alguna situación terrible. Ser “derribados” también significa ser abatidos, y “destruidos” también significa perecer, esto es, ser muertos.

  En el versículo 10 Pablo procede a decir: “Llevando en el cuerpo siempre por todas partes la muerte de Jesús, para que también la vida de Jesús se manifieste en nuestros cuerpos”. Aquí la muerte denota matar, dar muerte, esto es la obra de la muerte, la operación de la cruz, que el Señor Jesús padeció y por la cual pasó. Cuando el Señor estuvo en la tierra, Él estaba diariamente bajo este efecto aniquilador. Día tras día Él experimentó ser muerto. Los apóstoles también experimentaron esto. Diariamente estuvieron bajo este efecto aniquilador; diariamente eran muertos.

  Los apóstoles experimentaron esta obra aniquiladora “para que también la vida de Jesús se manifieste en nuestros cuerpos”. El aniquilamiento efectuado por la cruz da por resultado la manifestación de la vida de resurrección. Esta muerte diaria tiene como fin la liberación de la vida divina en resurrección. La vida mencionada en el versículo 10 es la vida de resurrección, la cual el Señor Jesús vivió y expresó por medio de la operación de la cruz.

  En 2 Corintios 4:16 Pablo dice: “Aunque nuestro hombre exterior se va desgastando, el interior no obstante se renueva de día en día”. El hombre exterior se compone de nuestro cuerpo y nuestra alma, donde el cuerpo es su órgano físico y el alma es su vida y persona. El hombre interior consta de nuestro espíritu regenerado y de nuestra alma renovada, donde el espíritu regenerado es su vida y persona, y el alma renovada es su órgano. Se debe negar la vida del alma (Mt. 16:24-25), pero las facultades del alma, es decir, la mente, la voluntad y la parte emotiva, deben ser renovadas y llevadas a un nivel más alto al ser puestas en sujeción (2 Co. 10:4-5) a fin de que el espíritu, la persona, pueda valerse de tales facultades.

  La palabra griega traducida “desgastando” también significa consumiendo, desmoronando, acabando. Debido al efecto continuo, la operación ininterrumpida, de la muerte en nuestro ser, nuestro hombre exterior, esto es, nuestro cuerpo físico y el alma que lo anima (1 Co. 15:44) se va consumiendo y desgastando.

  Nuestro hombre interior es renovado al ser nutrido con el suministro fresco de la vida de resurrección. Mientras nuestro cuerpo mortal, nuestro hombre exterior, está siendo consumido por la operación de la muerte, nuestro hombre interior, es decir, nuestro espíritu regenerado, junto con las partes internas de nuestro ser (Jer. 31:33; He. 8:10; Ro. 7:22, 25), es renovado metabólicamente de día en día con el suministro de la vida de resurrección.

  En 2 Corintios 4:17 Pablo dice: “Porque esta leve tribulación momentánea produce en nosotros un cada vez más excelente y eterno peso de gloria”. Aquí la tribulación se refiere a hacer morir, o sea, la operación de la cruz. La frase cada vez más excelente significa literalmente excesivamente, hasta el extremo. El eterno peso de gloria está en contraste con lo leve y momentáneo de la tribulación. Aquí la gloria es la expresión de Dios como vida de resurrección y está en contraste con la tribulación. La leve tribulación momentánea produce en nosotros un eterno peso de gloria.

(17) Aceptan con gozo el despojo de sus bienes, sabiendo que tienen una mejor y perdurable posesión

  Al experimentar la impartición del Dios Triuno procesado, los creyentes pueden aceptar con gozo el despojo de sus bienes. Hebreos 10:34 hace referencia a quienes aceptan con gozo el despojo de sus bienes, sabiendo que tienen una mejor y perdurable posesión. Esta posesión mejor y perdurable es “la herencia eterna” (9:15), “una herencia incorruptible, incontaminada e inmarcesible, reservada en los cielos para vosotros” (1 P. 1:4). Bajo el antiguo pacto el pueblo judío heredó las cosas terrenales como su posesión; pero bajo el nuevo pacto, los creyentes heredan las riquezas celestiales como su posesión. Esta posesión mejor y perdurable fue un gran incentivo para que los creyentes soportasen la pérdida de las cosas terrenales, incluso al grado de aceptar tales pérdidas con gozo.

(18) Son partícipes del reino de Jesús en Su tribulación y perseverancia por causa de la palabra de Dios y el testimonio de Jesús

  Al experimentar la impartición divina, los creyentes también son partícipes del reino de Jesús en Su tribulación y perseverancia por causa de la palabra de Dios y el testimonio de Jesús (Ap. 1:9). Los creyentes son partícipes del reino de Jesús en Su tribulación y perseverancia. A la postre, en la era venidera, ellos serán recompensados al ser hechos partícipes del reino del Señor en gloria y disfrute. En la actualidad somos partícipes del reino en tribulación y perseverancia; cuando el Señor venga seremos partícipes del reino en gloria y disfrute a manera de recompensa.

  Que los creyentes sean partícipes del reino de Jesús en tribulación y perseverancia sirve al propósito de ministrar la palabra de Dios y de presentar el testimonio de Jesús. Todo cuanto hagamos en la actualidad tiene que ser hecho con el propósito de ministrar la palabra de Dios y de presentar el testimonio de Jesús. Si hacemos estas dos cosas, ciertamente estaremos en el reino. Además, con este propósito padeceremos tribulaciones y tendremos que ejercitarnos en la perseverancia.

  Apocalipsis 1:9 dice: “Yo Juan, vuestro hermano, y copartícipe vuestro en la tribulación, en el reino y en la perseverancia en Jesús, estaba en la isla llamada Patmos, por causa de la palabra de Dios y el testimonio de Jesús”. La frase en Jesús modifica las palabras tribulación, reino y perseverancia. Cuando nos referimos a la salvación, la gracia, el disfrute y todas las otras cosas buenas, decimos que estamos “en Cristo”, pues esta frase hace referencia a todo lo relacionado con el aspecto positivo de la salvación provista por Dios. Pero afirmar que somos copartícipes en la tribulación, en el reino y en la perseverancia en Jesús significa que estamos padeciendo sufrimientos. Según los hechos de la vida que llevó el Señor en la tierra, Su nombre —Jesús— denota una persona que sufre, un varón de dolores (Is. 53:3). Por tanto, cuando decimos que estamos en Cristo, esto significa que somos salvos, que disfrutamos la bendición de Dios, que tenemos paz con Dios y que estamos bajo Su bendición. Pero cuando decimos que somos copartícipes en la tribulación, en el reino y en la perseverancia en Jesús, esto significa que estamos sufriendo y siendo perseguidos al seguir a Jesús el Nazareno.

  Si somos copartícipes en la tribulación en Jesús, entonces somos copartícipes en el reino. Ser partícipes de la persecución en Jesús equivale a ser partícipes del reino. Si no conocemos la persecución, entonces no sabemos qué es el reino. En la actualidad, estar en el reino en Jesús no es una gloria. Cuando el reino en Jesús llegue a ser el reino en Cristo, ése será el tiempo de gloria. En la actualidad, el reino en Jesús es un reino de sufrimientos. En Mateo 5:10-12 el Señor dijo que Sus creyentes padecen persecución por causa del reino. Cuanto más estamos en el reino, más sufrimos y somos perseguidos. Pero este sufrimiento es un claro indicio de que estamos en el reino. Estar en el reino en la actualidad se relaciona con estar en el sufrimiento de Jesús.

  Apocalipsis 1:9 también habla de ser copartícipes en la perseverancia en Jesús. Tanto para la tribulación como para el reino es necesaria la perseverancia. Muchos han escuchado acerca del poder de Jesús, del amor de Jesús, de la santidad de Jesús y de la justicia de Jesús, pero no acerca de la perseverancia de Jesús. Al vivir en Cristo, no solamente somos partícipes de Su vida y santidad, sino también de Su perseverancia. Al permanecer en Cristo, somos partícipes de Su perseverancia y tenemos la perseverancia requerida para soportar el sufrimiento y la oposición por causa de la palabra de Dios y el testimonio de Jesús.

(19) Son bienaventurados por soportar las pruebas para que reciban la corona de vida, la cual el Señor ha prometido a los que le aman

  Jacobo 1:12 dice: “Bienaventurado el varón que soporta la prueba; porque una vez aprobado, recibirá la corona de vida, que el Señor ha prometido a los que le aman”. Jacobo 1:2-12 abarca el asunto de las pruebas. Las pruebas proceden de las circunstancias de los creyentes y ponen a prueba su fe (vs. 2-3) por medio del sufrimiento (vs. 9-11). Los creyentes deben perseverar bajo las pruebas con todo gozo (v. 2) debido a su amor por el Señor, para recibir la bendición de la corona de vida. En el versículo 12 la palabra aprobado se refiere a la aprobación de la fe de los creyentes (v. 3).

  La corona de vida es la gloria, la expresión, de la vida. Los creyentes soportan las pruebas por la vida divina, lo cual llegará a ser su gloria, su expresión, la corona de vida, como galardón para ellos en la manifestación del Señor a fin de que lo disfruten en el reino venidero (2:5). Jacobo 1:12 dice que la corona de vida ha sido prometida a los que aman al Señor. Creer en el Señor es recibir la vida divina para ser salvos. Amar al Señor es crecer en la vida divina para madurar, a fin de estar calificados para recibir un galardón —la corona de vida— con miras a disfrutar la gloria de la vida divina en el reino.

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