
En este mensaje abordaremos dos aspectos del futuro de los creyentes en la etapa de compleción de la salvación completa de Dios: primero, que los creyentes son invitados a la fiesta de bodas del Cordero y que ellos son Su novia; segundo, que los creyentes constituyen los ejércitos celestiales que siguen a Aquel que es el Fiel y el Verdadero, la Palabra de Dios, el Rey de reyes y el Señor de señores.
En la etapa de compleción de la salvación completa de Dios, los creyentes vencedores, los mismos que serán recompensados al comparecer ante el tribunal de Cristo, serán invitados a la fiesta de bodas del Cordero. Estos invitados también serán la novia de Cristo. Por tanto, a Su regreso, Cristo se casará con los creyentes vencedores. Esto es descrito en Apocalipsis 19:7-9. El versículo 7 dice: “Gocémonos y alegrémonos y démosle gloria; porque han llegado las bodas del Cordero, y Su esposa se ha preparado”. Las bodas del Cordero son el resultado de la compleción de la economía neotestamentaria de Dios. La economía de Dios en el Nuevo Testamento consiste en obtener una novia, la iglesia, para Cristo por medio de la obra redentora y la vida divina de Cristo. Mediante la obra continua del Espíritu Santo a lo largo de los siglos, esta meta será obtenida al final de esta era. Entonces la novia, formada por los creyentes vencedores, estará lista.
Las palabras Su esposa en Apocalipsis 19:7 se refieren a la iglesia (Ef. 5:24-25, 31-32), la novia de Cristo (Jn. 3:29). Sin embargo, según Apocalipsis 19:8-9, durante el milenio la esposa, la novia de Cristo, estará formada solamente por los creyentes vencedores, mientras que en 21:2, después del milenio y por la eternidad, la novia, la esposa, estará formada por todos los santos que fueron salvos.
Como Aquel que es el Cordero, Cristo requiere de una boda. Este asunto escapa completamente a la esfera de la religión. El Evangelio de Juan revela que Cristo es el Cordero, quien vino a quitar el pecado (1:29), y que Él también es el Novio, quien vino a obtener una novia para Sí. La meta final de Cristo no es quitar el pecado, sino obtener a la novia. En el libro de Apocalipsis vemos que Cristo, nuestro Redentor, es el Cordero y el Novio que viene. Como Aquel que es el Novio, Él tiene que tener una boda.
Aunque el concepto del matrimonio de Cristo y Su novia es ajeno a la religión, debemos recalcarlo a fin de que sepamos que nuestra posición es la de la novia y que la posición del Cristo que viene es la del Novio. Nosotros estamos en la tierra preparándonos para llegar a ser la novia que salga a Su encuentro, y Él está en el trono en el tercer cielo, listo para venir a nuestro encuentro como Novio. Por tanto, Él viene como Novio, y nosotros vamos como novia. La novia y el Novio no se reunirán en el cielo ni en la tierra, sino en el aire. Cuando nos reunamos con Él en el aire, hemos de tener una boda.
Las bodas del Cordero tendrán lugar después del arrebatamiento de la mayoría de los creyentes (1 Ts. 4:15-17) y también después del juicio (2 Co. 5:10). Después de todos los arrebatamientos y antes de la boda, habrá un juicio en el tribunal de Cristo para determinar cuáles creyentes reúnen los requisitos para participar en la fiesta de bodas del Cordero. Si en el tribunal de Cristo somos recompensados, hemos de ser invitados a la fiesta de bodas; sin embargo, si en aquel tribunal no somos recompensados, sino que somos desaprobados por el Señor, no habremos de ser invitados a Su fiesta de bodas. Aquellos que han sido escogidos en aquel tribunal para ser invitados a la fiesta de bodas del Cordero, serán tanto invitados en la fiesta como también la novia. Los invitados se convertirán en la novia corporativa.
En Juan 3:29 Juan el Bautista declaró: “El que tiene la novia, es el novio”. Apocalipsis 19:7b dice: “Su esposa se ha preparado”. La preparación de la novia depende de la madurez en vida de los vencedores. Además, los vencedores no son individuos separados unos de otros, sino una novia corporativa. Para este aspecto, se necesita la edificación. Los vencedores no solamente son maduros en vida, sino que también son edificados para formar una sola novia.
Apocalipsis 19:8 dice: “A ella se le ha concedido que se vista de lino fino, resplandeciente y limpio; porque el lino fino es las acciones justas de los santos”. Aquí “limpio” se refiere a la naturaleza, mientras que “resplandeciente” se refiere a la expresión. La expresión griega aquí traducida “las acciones justas” también podría traducirse “las justicias”. Estas acciones justas no son la justicia (quien es Cristo) que recibimos para ser salvos (1 Co. 1:30). La justicia que recibimos para ser salvos es objetiva, de modo que podamos cumplir los requisitos del Dios justo. Las acciones justas de los santos vencedores mencionadas en Apocalipsis 19:8 son subjetivas, de modo que sean aptos para cumplir los requisitos del Cristo vencedor. Por tanto, el lino fino denota nuestra vida vencedora, nuestro vivir vencedor. En realidad es el Cristo que, desde el interior de nuestro ser, se expresa en nuestro vivir.
El lino fino, con el cual están vestidos los creyentes vencedores, corresponde al vestido de bodas mencionado en Mateo 22:11-12. Según la revelación contenida en las Escrituras, los creyentes debemos tener dos vestimentas: una para nuestra salvación y otra para nuestra recompensa. Para nuestra salvación requerimos una vestimenta que nos cubra. Esta vestimenta corresponde al vestido que le fue puesto al hijo pródigo en Lucas 15. A su regreso, el hijo pródigo le dijo a su padre: “Padre, he pecado contra el cielo y ante ti, y ya no soy digno de ser llamado tu hijo” (v. 21). Pero el padre dijo a sus esclavos: “Sacad pronto el mejor vestido, y vestidle” (v. 22). Este vestido representa a Cristo como nuestra justicia y sirve al propósito de que seamos justificados por Dios en Su presencia. Todos los creyentes en Cristo poseemos este vestido, el primer vestido, el cual es Cristo como nuestra justicia, nuestra justificación, que nos permite estar firmes delante del Dios justo.
Sin embargo, también tenemos necesidad del segundo vestido, el cual es el vestido de bodas mencionado en Mateo 22:11-12 y el lino fino en Apocalipsis 19:8. Este vestido no es para nuestra salvación, sino para nuestra recompensa, la cual nos hace aptos para asistir a la fiesta de bodas del Cordero. El primer vestido nos hace aptos a fin de reunirnos con Dios para nuestra salvación; el segundo vestido nos hace aptos a fin de ir al encuentro de Cristo para nuestra recompensa. El segundo vestido es la obra del Espíritu Santo dentro de nosotros. Es el propio Cristo al que vivimos y el cual es expresado por medio nuestro en nuestro diario vivir. Éstas son las acciones justas de los santos mencionadas en Apocalipsis 19:8.
El segundo vestido es también la justicia a la que se hace referencia en Mateo 5:20. Allí el Señor Jesús dice: “Si vuestra justicia no supera a la de los escribas y fariseos, no entraréis en el reino de los cielos”. Esta justicia no es el Cristo objetivo que recibimos como nuestro vestido para nuestra salvación. Esta justicia es el Cristo subjetivo a quien expresamos en nuestro diario vivir. En Cristo, quien es nuestra justicia, hemos sido justificados y salvos; pero después de recibir a Cristo debemos expresarlo en nuestro vivir. Debemos vivir por Cristo a fin de que Él pueda llegar a ser nuestra justicia subjetiva. Esta justicia subjetiva, el propio Cristo que expresamos en nuestro diario vivir, es el lino fino, el segundo vestido, el vestido de bodas, el cual nos hace aptos para participar en la fiesta de bodas del Cordero.
Se hace referencia al segundo vestido en Apocalipsis 3:4, 5 y 18. En 3:4-5, el Señor le dijo a la iglesia en Sardis que quienes no contaminaron sus vestiduras andarán con Él en vestiduras blancas y que los vencedores serán vestidos “de vestiduras blancas”. Éste es el vestido para la fiesta de bodas. En 3:18 el Señor aconsejó a la iglesia en Laodicea que comprase de Él “vestiduras blancas”. Con base en estos versículos podemos ver que en el libro de Apocalipsis se recalca el tema del segundo vestido. Si no tenemos este vestido —el lino fino, resplandeciente y limpio— no participaremos en la fiesta de bodas del Cordero.
Apocalipsis 19:9 dice: “Bienaventurados los que son llamados a la cena de las bodas del Cordero”. La cena de las bodas del Cordero es el banquete de bodas mencionado en Mateo 22:2. Será una recompensa para los creyentes vencedores. Solamente los vencedores, no todos los salvos, serán invitados. Las vírgenes insensatas mencionadas en Mateo 25:8-13 se perderán esta cena. Sin embargo, después de ser disciplinadas por el Señor en la era del reino, tendrán parte en la Nueva Jerusalén por la eternidad. Por tanto, ser invitado a la fiesta de bodas de Cristo por la cual los creyentes vencedores son introducidos al deleite del milenio, es una bienaventuranza. Los creyentes vencedores, quienes serán invitados a la cena de las bodas del Cordero, también serán la novia del Cordero. Esto significa que la novia y los invitados serán las mismas personas. Por tanto, a Su regreso Cristo se casará con los creyentes vencedores que conforman Su novia.
En la etapa de compleción de la salvación completa de Dios, los creyentes vencedores también serán los ejércitos celestiales que seguirán a Cristo, Aquel que es el Fiel y el Verdadero, la Palabra de Dios, el Rey de reyes y el Señor de señores (Ap. 19:11-21). El versículo 11 dice: “Vi el cielo abierto; y he aquí un caballo blanco, y Aquel que lo montaba se llamaba Fiel y Verdadero, y con justicia juzga y hace guerra”. El versículo 14 procede a referirse a los santos vencedores como ejércitos. Este versículo dice: “Los ejércitos de los cielos, vestidos de lino finísimo, blanco y limpio, le seguían en caballos blancos”.
Los creyentes vencedores siguen a Aquel llamado “Fiel y Verdadero”. Cristo será fiel en lo concerniente a destruir al anticristo y será verdadero en llevar a cabo la economía de Dios.
Como Aquel que derrota al anticristo, Cristo es llamado “la Palabra de Dios” (v. 13). La Palabra de Dios es la definición, explicación y expresión de Dios. En calidad de la Palabra de Dios, Cristo habla por Dios no solamente al impartir vida como gracia al pueblo escogido de Dios, sino también al ejecutar el juicio de Dios sobre el anticristo y sus seguidores. Incluso al combatir, el Señor habla por Dios y expresa a Dios. Dios es justo y soberano; Él es también un Dios de orden que no puede tolerar el desorden y la rebelión. Al combatir contra el anticristo, Cristo declarará que Dios es soberano, justo y ordenado, que Dios está sobre todos y que Él no tolera la rebelión contra Su autoridad. Por tanto, que Cristo combata contra el anticristo será un hablar poderoso.
Apocalipsis 19:16 dice: “En Su vestidura y en Su muslo tiene escrito este nombre: REY DE REYES Y SEÑOR DE SEÑORES”. El hecho de que este nombre sea escrito sobre la vestidura de Cristo y sobre Su muslo indica que el mismo será públicamente revelado y dado a conocer a todos. La vestidura simboliza los atributos de Cristo, especialmente Su justicia en Su humanidad, y el muslo representa Su fuerza para mantenerse firme, Su estabilidad. Su título Rey de reyes y Señor de señores se exhibe en Su justicia y Su estabilidad.
Apocalipsis 19:14 hace referencia a que los ejércitos del Señor le siguen. Estos ejércitos son Sus llamados, Sus escogidos y los que le son fieles. Apocalipsis 17:14 dice: “Él es Señor de señores y Rey de reyes; y los que están con Él, los llamados y escogidos y fieles”. Aquí vemos que quienes están con el Cordero son los llamados, escogidos y fieles. Nótese que “escogidos” se menciona después de “llamados”. Ser llamado es ser salvo, pero ser escogido es ser aprobado por el Señor en base a una vida vencedora. Hoy en día muchos son los llamados, pero en el futuro pocos serán los escogidos (Mt. 22:14). Todos hemos sido llamados. A fin de estar entre los escogidos en el futuro, debemos llevar una vida vencedora en la actualidad. En Apocalipsis 17:14 los escogidos son aquellos que le son fieles al Señor, quienes conformarán Su ejército.
Debemos ser impresionados con el hecho de que ser llamados es una cosa y ser escogidos es otra. Aquellos que siguen al Señor como Rey de reyes y Señor de señores no solamente serán llamados, sino también escogidos. Aunque tenemos la certeza de haber sido llamados, todavía no tenemos la certeza de haber sido escogidos. Esto será determinado en el tribunal de Cristo. Después que hayamos sido arrebatados, hemos de comparecer ante el Señor en el tribunal, y Él determinará si somos aptos o no para ser escogidos. Únicamente quienes son escogidos conformarán Sus ejércitos para combatir contra el anticristo.
Según Apocalipsis 19, los ejércitos consisten de aquellos que son tanto la novia como los llamados invitados a la cena de bodas del Cordero. Los llamados que han sido invitados a la fiesta de bodas y la novia son los mismos. La novia está conformada por los llamados que han sido invitados, y éstos son quienes conforman la novia. Después de la boda, todos los llamados que fueron invitados llegarán a conformar el ejército.
Apocalipsis 19:14 dice que quienes conforman los ejércitos del Señor están “vestidos de lino finísimo, blanco y limpio”. Este lino finísimo es las vestiduras de los creyentes vencedores que los hacen aptos para asistir a la cena de las bodas del Cordero y para combatir junto con el Señor contra Su enemigo. Este lino fino es el segundo vestido de los vencedores. Por tanto, el vestido de bodas se convierte en el vestido para combatir. El segundo vestido nos hace aptos no solamente para asistir a la boda, sino también para conformar el ejército. Los vencedores que siguen a Cristo a fin de combatir contra Su enemigo constituirán el ejército celestial debidamente formado.
Los ejércitos celestiales que siguen al Señor combatirán contra el anticristo y contra el falso profeta y sus ejércitos, y los destruirán. Apocalipsis 19:19 se refiere a los enemigos de Cristo: “Vi a la bestia, a los reyes de la tierra y a sus ejércitos, reunidos para guerrear contra Aquel que montaba el caballo, y contra Su ejército”. Los enemigos de Cristo son la bestia, el anticristo (lo cual incluye, sin duda, a su socio, el falso profeta) y los reyes de la tierra junto con sus ejércitos. Los reyes de la tierra incluyen especialmente a los diez reyes que están sujetos al anticristo (17:12-14), y los ejércitos incluyen a los doscientos millones de jinetes procedentes de donde sale el sol (9:16; 16:12). Cristo y Sus ejércitos derrotarán al anticristo y sus ejércitos. Apocalipsis 19:20 dice: “La bestia fue apresada, y con ella el falso profeta [...] Estos dos fueron lanzados vivos dentro del lago de fuego que arde con azufre”. El anticristo y el falso profeta serán los primeros que perecerán en el lago de fuego. Todos los demás serán muertos “con la espada que salía de la boca de Aquel que montaba el caballo” (v. 21). Éste es Cristo como Rey de reyes y Señor de señores que viene con Sus ejércitos a derrotar al anticristo, al falso profeta y a sus ejércitos.
El anticristo y su falso profeta y sus ejércitos serán los más fuertes que se hayan levantado contra Dios y combatirán directamente contra Él. Dios mismo en Cristo como Su corporificación vendrá junto con todos Sus escogidos y fieles para combatir físicamente contra el anticristo, el falso profeta y sus ejércitos. Esto tendrá lugar en Armagedón. Apocalipsis 16:14 dice: “Son espíritus de demonios, que hacen señales, y van a los reyes de toda la tierra habitada, para reunirlos a la batalla de aquel gran día del Dios Todopoderoso”. Por medio de las señales que ellos hacen, estos espíritus de demonios irán a los reyes de toda la tierra habitada a fin de congregarlos para la guerra. El versículo 16 dice: “Los reunió en el lugar que en hebreo se llama Armagedón”. Al final de la gran tribulación, tres espíritus inmundos que saldrán de la boca de Satanás, del anticristo y del falso profeta (v. 13), irán a los gobernadores de toda la tierra habitada y los instigarán a unir sus fuerzas —incluyendo a los doscientos millones de jinetes mencionados en Apocalipsis 9:14-16— para la batalla de Armagedón, la cual será la última batalla entre la humanidad antes del milenio. Allí la intención de Satanás será destruir a Israel (Zac. 14:2) y pelear contra Cristo y Su ejército. Con este fin usará a toda la humanidad rebelde (Ap. 17:12-14; 19:11-19). En Armagedón Cristo y Sus vencedores escogidos los derrotarán y los destruirán a todos (vs. 20-21; Zac. 14:3, 12-15; 12:4, 9) y salvarán a la nación de Israel (vs. 3-8; 14:4-5; Jl. 3:14-17). Así será pisado el lagar, lo cual se describe en Apocalipsis 14:17-20, Isaías 63:1-6 y Joel 3:9-13.