
La iglesia es el misterio escondido en la economía eterna de Dios. En el mensaje anterior consideramos la economía eterna de Dios. En este mensaje abordaremos el misterio de Cristo.
El misterio del universo es Dios. El misterio de Dios, como revela el Nuevo Testamento, es Cristo (Col. 2:2). El misterio de Cristo es la iglesia (Ef. 3:4). En realidad éstas son simplemente tres etapas de un solo misterio. Dios ha de ser hallado en Cristo, y Cristo ha de ser hallado en la iglesia. La iglesia, por tanto, es el misterio de Cristo, quien a su vez, es el misterio de Dios, el mismo que es el misterio del universo.
En Efesios 3:4 Pablo habla acerca del misterio de Cristo. El misterio de Dios en Colosenses 2:2 es Cristo, mientras que el misterio de Cristo en Efesios 3:4 es la iglesia. Dios es un misterio, y Cristo, por ser la corporificación de Dios que lo expresa, es el misterio de Dios. Cristo también es un misterio, y la iglesia, por ser el Cuerpo de Cristo que lo expresa, es el misterio de Cristo.
Según Efesios 3:4, la iglesia tiene un título particular: el misterio de Cristo. Cuando consideramos Efesios 3:4 en su contexto podemos ver que el misterio de Cristo es la iglesia. Por tanto, Cristo es el misterio de Dios, y la iglesia es el misterio de Cristo. Dios es un misterio, Cristo es el misterio de Dios y la iglesia es el misterio de Cristo. Por tanto, la iglesia es en realidad un misterio dentro de otro misterio, pues la iglesia es un misterio en su tercera etapa. La primera etapa es Dios mismo como misterio del universo; la segunda etapa es Cristo como misterio de Dios; y la tercera etapa es la iglesia como misterio de Cristo.
En la economía de Dios revelada en el Nuevo Testamento hay principalmente dos misterios. El primer misterio, revelado en el libro de Colosenses, es Cristo como misterio de Dios. En Colosenses 2:2 Pablo se refiere al “pleno conocimiento del misterio de Dios, es decir, Cristo”. Cristo es el misterio de Dios. En Sí mismo, Dios es un misterio. Él es real, viviente y todopoderoso; sin embargo, Él es invisible. Debido a que nadie vio jamás a Dios, Él es un misterio. Este Dios misterioso está corporificado en Cristo. Por tanto, Cristo es el misterio de Dios. Cristo no solamente es Dios, sino que Él es Dios corporificado, Dios definido, Dios explicado y Dios expresado. Por tanto, Cristo es Dios hecho visible. El Señor Jesús dijo: “El que me ha visto a Mí, ha visto al Padre” (Jn. 14:9). El primer misterio en la economía de Dios es Cristo, Dios expresado, como misterio de Dios.
El segundo misterio, revelado y explicado en el libro de Efesios, especialmente en el capítulo 3, es el misterio de Cristo. Cristo también es un misterio. En Efesios 3:4 Pablo usa la expresión el misterio de Cristo. Además, Colosenses 1:27 dice: “A quienes Dios quiso dar a conocer las riquezas de la gloria de este misterio entre los gentiles; que es Cristo en vosotros, la esperanza de gloria”. Como creyentes, tenemos a Cristo que mora en nosotros. Pero este Cristo que tenemos es un misterio. Aunque Cristo vive en nosotros, la gente del mundo no comprende que Él está en nosotros. Para ellos, esto es un misterio. Pero aunque Cristo es misterioso, la iglesia es la manifestación de Cristo. Como Cuerpo de Cristo, la iglesia es la expresión de Cristo. Cuando vemos la iglesia, vemos a Cristo. Cuando entramos en la iglesia, entramos en Cristo. Cuando contactamos a la iglesia, contactamos a Cristo. La iglesia es verdaderamente el misterio de Cristo.
Como entidad que es un misterio, la iglesia está en el Dios Triuno, esto es, en el Padre, en el Hijo y en el Espíritu. En el caso de los creyentes hay cierto grado de misterio, pero no tanto como en el caso de la iglesia. El misterio divino es mucho mayor en el caso de la iglesia a nivel corporativo que en el caso de los creyentes a nivel individual. La iglesia es una entidad corporativa producida a partir de Cristo mismo, quien es el misterio de Dios. Este Cristo todo-inclusivo es el misterio del Dios misterioso, y tal Cristo como misterio de Dios produce una entidad que es la iglesia. Esto nos permite comprender que la iglesia es la continuación del misterio, el cual es Cristo. El misterio ciertamente produce misterio. Cristo, quien es el misterio de Dios, genera la iglesia, el misterio de Cristo.
En Efesios 3:9 Pablo menciona “la economía del misterio escondido desde los siglos en Dios, que creó todas las cosas”. El misterio de Dios es Su propósito escondido, el cual consiste en impartirse en Su pueblo escogido. Para esto existe la economía del misterio de Dios. Este misterio estaba escondido en Dios desde los siglos (esto es, desde la eternidad) y por todos los pasados siglos, pero ahora ha sido dado a conocer a los creyentes del Nuevo Testamento.
Si consideramos Efesios 3:9 en su contexto, hemos de ver que existe una relación entre la creación y la iglesia. Dios creó todas las cosas para la iglesia. Dios creó los cielos, la tierra y billones de cosas a fin de obtener la iglesia.
La intención de Dios al crear todas las cosas, incluyendo al hombre, era que el hombre se mezclase con Dios a fin de producir la iglesia. Zacarías 12:1 dice que el Señor extendió los cielos, puso los cimientos de la tierra y formó el espíritu del hombre dentro de él. Esto indica que los cielos son para la tierra, que la tierra es para el hombre y que el hombre, creado con un espíritu humano, es para Dios. La maravillosa creación de Dios, cuyo centro es el hombre, sirve al propósito de que la iglesia sea producida. Por tanto, Efesios 3:9 habla del misterio escondido en Dios, quien creó todas las cosas.
Según Efesios 1:5 y 9, la motivación de Dios al crear todas las cosas era Su deseo y beneplácito. Dios llevó a cabo la obra de creación a fin de cumplir Su deseo y satisfacer Su beneplácito. La creación de Dios cumple Su deseo y logra Su propósito; además, ella revela Su deseo en el universo y manifiesta Su propósito en la eternidad.
El fundamento para la obra de Dios en la creación fue Su voluntad y plan (vs. 10-11). Apocalipsis 4:11 dice que todas las cosas fueron creadas conforme a la voluntad de Dios. Dios es un Dios de propósito, el cual tiene una voluntad nacida de Su propio beneplácito. Él creó todas las cosas con miras a Su voluntad a fin de que Él cumpliese y lograse Su propósito. Dios tiene una voluntad, y en conformidad con esa voluntad Él concibió Su plan. Entonces, en conformidad con esa voluntad y plan, Él creó todas las cosas a fin de que Él pudiera obtener la iglesia.
El misterio de Cristo “en otras generaciones no se dio a conocer a los hijos de los hombres” (Ef. 3:5a). Este misterio estaba escondido en otras generaciones, pero ha sido revelado en la era del Nuevo Testamento.
El misterio de Cristo, la iglesia, la cual es Su Cuerpo, estaba escondido en tiempos del Antiguo Testamento. Ninguno de los santos del Antiguo Testamento conocía este misterio. Adán, Abel, Enós y Enoc no lo conocieron. Noé sabía cómo edificar el arca, pero no sabía cómo edificar la iglesia. Asimismo, Abraham, Isaac, Jacob y José no conocían el misterio de Cristo. Moisés sabía cómo edificar el tabernáculo pero, puesto que desconocía el misterio de Cristo, no sabía cómo edificar la iglesia. Este misterio también estaba escondido de Samuel, David y Salomón, quien sabía cómo edificar el templo pero no sabía cómo edificar el Cuerpo de Cristo. Ninguno de los profetas del Antiguo Testamento conocía este misterio.
Un día Juan el Bautista se manifestó y anunció a las personas tres cosas con respecto a Cristo. Primero, Juan proclamó: “¡He aquí el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo!” (Jn. 1:29). Segundo, Juan anunció a las personas que Cristo era Aquel que habría de bautizarlas en el Espíritu a fin de que pudieran ser regeneradas. Juan declaró: “Yo os bautizo en agua para arrepentimiento; pero el que viene tras mí, a quien yo no soy digno de llevarle las sandalias, es más fuerte que yo; Él os bautizará en el Espíritu Santo y fuego” (Mt. 3:11). Tercero, Juan les dijo a sus discípulos que Cristo es Aquel que obtendría la novia. “El que tiene la novia, es el novio; mas el amigo del novio, que está allí y le oye, se goza grandemente de la voz del novio” (Jn. 3:29). Esto indica que Juan el Bautista sabía más que todos los profetas que le antecedieron. Sin embargo, ni aun Juan tenía una visión clara con respecto al misterio de Cristo.
El misterio de Cristo, que en otras generaciones estuvo escondido en Dios —quien creó todas las cosas—, y que no había sido dado a conocer a los hombres en otras generaciones, ha sido revelado a los apóstoles y profetas en su espíritu por revelación en la era del Nuevo Testamento. La iglesia, algo particular escondido en Dios como un misterio, ha sido revelada a los apóstoles y profetas. Como veremos en el siguiente mensaje, esta revelación fue dada primero por Cristo en los Evangelios y después por el Espíritu Santo en las Epístolas.
En Efesios 3:3 Pablo dice: “Por revelación me fue dado a conocer el misterio”. El propósito escondido de Dios es el misterio, y quitar el velo de este misterio es la revelación. El ministerio que tenía el apóstol consistía en llevar a cabo esta revelación para que fuera producida la iglesia.
En Efesios 3:5b Pablo dice que este misterio “ahora es revelado a Sus santos apóstoles y profetas en el espíritu”. El misterio que estuvo escondido de los santos del Antiguo Testamento ha sido revelado en el Nuevo Testamento a todos los creyentes mediante los apóstoles y profetas. Efesios 3:5 dice que esta revelación es “en el espíritu”. Aquí la palabra espíritu se refiere al espíritu humano de los apóstoles y profetas, el espíritu regenerado y habitado por el Espíritu Santo de Dios. Puede considerarse como el espíritu mezclado, o sea, el espíritu humano mezclado con el Espíritu de Dios. Tal espíritu mezclado es el medio por el cual se revela a los apóstoles y profetas la revelación neotestamentaria acerca de Cristo y la iglesia. Necesitamos el mismo espíritu para ver tal revelación.
Cuando nuestro espíritu está mezclado con el Espíritu divino, nuestro espíritu llega a ser el órgano en el cual el misterio de Cristo es revelado.
La revelación recibida por los apóstoles y profetas en el espíritu no es mayormente una revelación de asuntos bíblicos secundarios. Es la revelación con respecto a Cristo y la iglesia.
Para ver y entender tal misterio, nuestra mentalidad humana es por completo inadecuada. A esto se debe que el apóstol Pablo orase a Dios pidiéndole que nos diese un espíritu de sabiduría y revelación (Ef. 1:17) a fin de que entendamos la iglesia, la cual es el misterio de Cristo.
En Romanos 16:25 y 26 Pablo se refiere a “la revelación del misterio, mantenido en silencio desde tiempos eternos, pero manifestado ahora, y que mediante los escritos proféticos, según el mandato del eterno Dios, se ha dado a conocer a todos los gentiles para la obediencia de la fe”. Este misterio, el cual fue mantenido en silencio en tiempos eternos pero que ha sido revelado en la era del Nuevo Testamento, consta principalmente de dos aspectos. Uno es el misterio de Dios, el cual es Cristo, quien está en los creyentes como la vida de ellos y como su todo, para que sean los miembros de Su Cuerpo; el otro es el misterio de Cristo, que es la iglesia como Su Cuerpo para expresar Su plenitud (Ef. 1:22-23). Por tanto, Cristo y la iglesia son el gran misterio (5:32). El libro de Romanos primero nos presenta cómo los creyentes han sido bautizados en Cristo (6:3), cómo Cristo ha sido forjado en los creyentes (8:10) y cómo los creyentes se visten de Cristo (13:14). Después, Romanos revela cómo los creyentes son juntamente edificados en un solo Cuerpo (12:4-5) para expresar a Cristo en las iglesias locales que han llegado a existir en muchas ciudades de manera práctica, donde todos los santos se aman unos a otros y tienen comunión unos con otros entre todas las iglesias a fin de expresar el Cuerpo de Cristo con miras al cumplimiento del misterio de Dios. El Dios eterno, mediante los apóstoles y profetas, ha dado a conocer este misterio a todas las naciones para la obediencia de la fe.
El misterio de Cristo tiene por finalidad dar a conocer la multiforme sabiduría de Dios a los principados y autoridades en los lugares celestiales (Ef. 3:10). Hay una diferencia entre sabiduría y conocimiento. La sabiduría es más elevada y más profunda que el conocimiento. La sabiduría es vista en la iniciación de algo, por ejemplo, cuando un nuevo invento es formulado, y el conocimiento se ve en la aplicación práctica. Dios es el único Iniciador. Él ha iniciado muchas cosas, no por Su conocimiento sino por Su sabiduría. Cuando Él interviene para aplicar lo que ha iniciado, Él exhibe Su conocimiento.
Efesios 3:10 habla de la multiforme sabiduría de Dios. La palabra griega traducida “multiforme” indica que la sabiduría de Dios tiene muchas facetas, aspectos y direcciones. La sabiduría de Dios es multiforme y encierra diversos significados.
La multiforme sabiduría de Dios ha de ser dada a conocer a los principados y autoridades en los lugares celestiales. Estos principados y autoridades son los principados y autoridades angelicales, tanto buenos como malos. Efesios 3:10 se refiere especialmente a los principados y autoridades malignos, esto es, Satanás y sus ángeles. Según el Nuevo Testamento, Satanás tiene su reino, sus ángeles y su esfera de gobierno. La esfera en la que Satanás ejerce dominio está en el aire y en la tierra. El libro de Daniel indica que todas las naciones en la tierra están bajo el gobierno de Satanás en el aire. Dios desea mostrar ante las potestades de Satanás cuán sabio es Él. Por tanto, por medio de la iglesia Dios muestra Su sabiduría no principalmente a los seres humanos, sino a esos ángeles rebeldes que son seguidores del enemigo de Dios.
Incluso la rebelión de Satanás se encuentra dentro del ámbito de la sabiduría de Dios. Si no fuera por la rebelión de Satanás, la sabiduría de Dios no podría ser dada a conocer en plenitud. Satanás ha creado muchas oportunidades para que la sabiduría de Dios sea manifestada de manera multiforme, esto es, de diversas maneras, en diversos aspectos y desde muchas perspectivas.
La sabiduría de Dios es manifestada en la creación. Dios creó todas las cosas teniendo al hombre como centro de dicha creación a fin de que exprese a Dios y le represente. Al reflexionar sobre la creación comprendemos cuánto de la sabiduría de Dios es exhibida en ella. “¡Cuán numerosas son Tus obras, oh Jehová! / Has hecho todas ellas con sabiduría” (Sal. 104:24). ¡Cuán grande fue la sabiduría de Dios al diseñar las galaxias, los planetas, la tierra, las flores, las aves, los animales y al hombre!
La sabiduría de Dios también es exhibida en Su redención del hombre caído. Dios sabía de antemano que Su enemigo habría de rebelarse contra Él, y Dios estaba preparado para confrontar tal situación. Dios también sabía de antemano que el hombre creado a Su imagen para Su propósito habría de ser inducido por Satanás a pecar, y Él también estaba preparado para confrontar tal situación. Aparentemente, la caída del hombre representaba un gran problema para Dios. Sin embargo, esto simplemente le dio la oportunidad de expresar Su sabiduría en Su obra redentora.
Debido a que el hombre había sido envenenado por Satanás y corrompido por el pecado, Dios no solamente lo redimió, sino que también lo regeneró con Su vida. Dios redimió al hombre para que Él pudiera regenerarlo con la vida divina. Ahora Dios trabaja de continuo para santificar a Su pueblo regenerado con Su naturaleza santa y transformarlo con Su elemento. La vida divina sirve al propósito de la regeneración, la naturaleza santa sirve al propósito de la santificación y el elemento divino sirve al propósito de la transformación. Además, el pueblo regenerado, santificado y transformado será conformado por Dios a la imagen de Su Hijo. A la postre, Él los glorificará consigo mismo. Por tanto, la vida divina, la naturaleza divina, el elemento divino, el ser divino y la gloria divina serán todos usados para hacer que los hombres que cayeron y fueron corrompidos lleguen a formar un solo Cuerpo para expresar a Cristo, la corporificación del Dios Triuno. ¡Cuánta sabiduría se requiere para esto!
No hay palabras humanas para describir la grandeza de la sabiduría de Dios al efectuar la redención, la regeneración, la santificación, la transformación, la conformación y la glorificación. No obstante, por Su misericordia y gracia, en nuestro espíritu podemos aprehender con todos los santos tal sabiduría maravillosa. En nuestro espíritu podemos comprender que Dios usa todo lo que Él es y tiene para producir Su familia, de modo que Él tenga un Cuerpo preparado y formado para Su Hijo a fin de que el Hijo sea expresado como corporificación del Dios Triuno. Tal Cuerpo es preparado y formado mediante la regeneración por la vida divina, la santificación por la naturaleza divina, la transformación por el elemento divino, la conformación por el ser divino y la glorificación por la gloria divina.
Según 1 Corintios 1:30, Cristo es nuestra sabiduría en relación con la justicia, la santificación y la redención. Como nuestra justicia, Cristo se ha encargado de nuestro pasado, el cual era por completo inicuo. Con respecto a nuestra situación actual, Cristo es nuestra santificación; y con respecto a nuestro futuro, Él es nuestra redención. Para que Cristo sea nuestra justicia, santificación y redención se requiere de mucha sabiduría por parte de Dios.
A fin de entender esto adecuadamente, debemos ver todo lo que abarca la economía de Dios. Después de la creación del hombre y su caída, Dios se hizo carne mediante la encarnación. Después, el Señor Jesús fue a la cruz y allí crucificó la carne. Habiendo pasado por la muerte y resurrección, Él ascendió a los cielos y luego descendió para entrar en nosotros como Espíritu vivificante a fin de vivificar nuestro espíritu que estaba sumido en muerte y, de este modo, regenerarnos. Habiéndonos regenerado, Él ahora mora en nuestro espíritu como vida. En esta vida, la vida divina, tenemos la ley de vida, el sentir de vida y la comunión de vida. El Señor es también la unción dentro de nuestro ser, y diariamente Él nos sella, satura, unge y empapa. Mientras esto tiene lugar, nosotros le vivimos a Él espontáneamente y Él llega a ser nuestra justicia. Ésta es la sabiduría de Dios.
Debido a Su sabiduría, Dios puede jactarse ante Satanás de lo que Él ha realizado con el hombre que había sido corrompido y arruinado. Por tanto, lo que en la actualidad somos como creyentes procede de la sabiduría de Dios. Únicamente Dios tiene la sabiduría para iniciar algo tan maravilloso, esto es: hacer de personas pecaminosas y corruptas miembros de Cristo.
Mediante la obra del Espíritu de vida, se está operando un cambio en nuestra naturaleza misma. Es un cambio metabólico, un cambio que nos santifica y transforma. Por tanto, Cristo no solamente es nuestra justicia, sino también nuestra santificación. Además, estamos siendo redimidos diariamente y, a la postre, hemos de ser glorificados. Con base en esto podemos ver que Cristo es nuestra justicia, santificación y redención no solamente de manera objetiva, sino de una manera muy subjetiva, es decir, de manera que Él mismo se mezcla con nosotros y nos cambia metabólicamente. Todo esto testifica de la multiforme sabiduría de Dios. Muchos aspectos de la sabiduría de Dios son manifestados en el hecho de que Él hiciera a Cristo nuestra justicia, santificación y redención. Nuestra experiencia de Cristo en estos asuntos es conforme a la multiforme sabiduría de Dios.
Finalmente, Satanás, el enemigo de Dios, será subyugado y llegará a conocer la multiforme sabiduría de Dios. Dios no lamenta que exista en el universo alguien tan maligno como Satanás, pues sin tal clase de ser no podría haberse manifestado en plenitud la multiforme sabiduría de Dios. Mediante los problemas que se originan en Satanás, Dios ha tenido la oportunidad de exhibir Su sabiduría. El universo entero ha sido dañado por Satanás, pero Dios requiere de tal clase de ser a fin de que Su sabiduría pueda ser exhibida. Cuando todos los creyentes estén en la Nueva Jerusalén y Satanás esté en el lago de fuego, él comprenderá que todo cuanto hizo en realidad ayudó a Dios. En Su sabiduría Dios incluso se vale de las obras malignas de Satanás a fin de obtener la Nueva Jerusalén.
Es por medio de la iglesia como misterio de Cristo que la multiforme sabiduría de Dios será dada a conocer a los principados y autoridades en los lugares celestiales. Efesios 3:10 dice: “A fin de que la multiforme sabiduría de Dios sea ahora dada a conocer por medio de la iglesia a los principados y autoridades en los lugares celestiales”. Como lo revela el versículo 8, la iglesia se produce de las inescrutables riquezas de Cristo. Cuando los escogidos de Dios participan de las riquezas de Cristo y las disfrutan, son constituidos de esas riquezas para ser la iglesia, mediante la cual se da a conocer la multiforme sabiduría de Dios a los principados y autoridades angélicos en los lugares celestiales. Por tanto, la iglesia es la sabia exhibición que Dios hace de todo lo que Cristo es.
La iglesia es el Cuerpo de Cristo, los coherederos y copartícipes (v. 6). La iglesia está compuesta de aquellos que una vez fueron personas arruinadas, corruptas y dañadas. Antes de ser salvos, estábamos muertos en delitos y pecados, y estábamos dispersos y divididos, absolutamente incapaces de ser uno. Todos nos encontrábamos en una situación sin esperanza. No obstante, en Su sabiduría Dios puede hacer de nosotros la iglesia. Ahora no solamente hemos sido redimidos, salvos, lavados, libertados, liberados y regenerados, sino que además hemos sido hechos uno con Dios y los unos con los otros. Por tanto, somos la iglesia por medio de la cual la multiforme sabiduría de Dios es dada a conocer a los principados y autoridades en los lugares celestiales.
La iglesia, mediante la cual la sabiduría de Dios es exhibida tan maravillosamente, es la obra maestra de Dios (2:10). A los ojos de Dios, no hay nada más maravilloso en el universo que la iglesia, pues la multiforme sabiduría de Dios es dada a conocer a Satanás y sus ángeles mediante la iglesia. Viene el día cuando, por medio de la iglesia, Satanás y sus ángeles serán avergonzados. Ellos comprenderán que todo cuanto hicieron ha dado a Dios la oportunidad de manifestar Su sabiduría.