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Mensajes del libro «Conclusión del Nuevo Testamento, La (Mensajes 254-264)»
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LA CONCLUSIÓN DEL NUEVO TESTAMENTO

MENSAJE DOSCIENTOS CINCUENTA Y SEIS

LA NUEVA JERUSALÉN

(3)

  En los dos mensajes anteriores vimos que la Nueva Jerusalén es la Jerusalén de arriba, la cual representa el nuevo pacto y es la madre de los creyentes. En este mensaje procederemos a ver que la Nueva Jerusalén es la ciudad del Dios vivo.

II. LA CIUDAD DEL DIOS VIVO

  Hebreos 12:22 hace referencia a “la ciudad del Dios vivo, Jerusalén la celestial”. Ésta es “la Jerusalén de arriba” (Gá. 4:26), “la santa ciudad, la Nueva Jerusalén” (Ap. 21:2; 3:12), la cual Dios ha preparado para Su pueblo (He. 11:16). Ella también es “el tabernáculo de Dios”, donde Dios morará con el hombre por la eternidad (Ap. 21:3). Los patriarcas esperaban con anhelo esta ciudad, y nosotros también debemos buscarla así.

A. La Jerusalén celestial

  Según Hebreos 12:22, la ciudad del Dios vivo es la Jerusalén celestial. Este versículo no dice que Jerusalén está en los cielos, sino que ella es celestial. Esta ciudad es celestial en cuanto a naturaleza.

B. La ciudad que tiene fundamentos

  La Nueva Jerusalén es la ciudad del Dios vivo y, como tal, es la ciudad que tiene fundamentos (He. 11:10). Estos fundamentos, que son sólidos e inconmovibles, están compuestos por piedras preciosas de doce clases representadas por los doce apóstoles (Ap. 21:19-20). Como seres humanos creados por Dios, los apóstoles eran originalmente barro, pero fueron regenerados y transformados en piedras preciosas para el edificio eterno de Dios. Efesios 2:20 dice que la iglesia está edificada sobre el fundamento de los apóstoles y profetas. En Hebreos 11:10 vemos que esta ciudad tiene fundamentos, y en Apocalipsis 21:19-20 vemos los doce fundamentos de la ciudad.

1. Preparada por Dios

  La ciudad del Dios vivo, la ciudad que tiene fundamentos, ha sido preparada por Dios. Hebreos 11:16b dice: “Les ha preparado una ciudad”. Esta preparación es el proceso por el cual ha pasado el Dios Triuno procesado, el cual incluye la encarnación, la crucifixión, la resurrección y la ascensión. Esta preparación también tiene por finalidad producir a los creyentes neotestamentarios como hijos de Dios para que sean los componentes de la madre, quien es la ciudad, y para que sean conjuntamente edificados con el elemento divino del Dios Triuno y la obra espiritual que realiza el Espíritu del Dios Triuno. Esta preparación es simplemente la redención eterna efectuada por nuestro Dios en Su Trinidad Divina mediante el proceso por el cual pasó y la obra que Él consumó conforme a Su economía eterna.

2. Diseñada y edificada por Dios

  Esta ciudad fue diseñada y edificada por Dios. Hebreos 11:10 dice que el Arquitecto y Constructor de esta ciudad es Dios. La palabra griega traducida en este versículo “Arquitecto” también puede ser traducida “edificador” o “artífice”. Esto indica que Dios es un diestro proyectista y un perito artífice.

  Efesios 2:10 dice que la iglesia es la obra maestra de Dios. La palabra griega aquí traducida “obra maestra” es póiema, la cual significa algo que ha sido escrito o compuesto como poema. La iglesia es un poema escrito por Dios. Puesto que la poesía expresa la sabiduría del escritor y puesto que la iglesia es el poema de Dios, Su multiforme sabiduría es dada a conocer por medio de la iglesia (3:10). La Nueva Jerusalén, la ciudad del Dios vivo, como máxima consumación de la iglesia, está llena de sabiduría. Dios diseñó la Nueva Jerusalén con Su sabiduría, y esta ciudad exhibe Su sabiduría. Afirmar que la Nueva Jerusalén es apenas una ciudad material sería menospreciar la sabiduría de Dios y a Él mismo como Arquitecto eterno y sabio. Dios es un sabio proyectista y artífice que ha diseñado la Nueva Jerusalén de modo que ella sea la manifestación plena de Su multiforme sabiduría.

  El diseño de Dios es revelado en el libro de Efesios. En esta epístola Pablo hace referencia al diseño concebido por Dios para Su ciudad. En los capítulos 1 y 3 Pablo presenta la economía de Dios, la cual es el plan de Dios con su correspondiente diseño. Ciertamente, Dios no ha diseñado una ciudad material ni tampoco tiene la intención de edificar una ciudad material. Lo que Dios ha diseñado y edificado es una entidad espiritual con miras a Su expresión corporativa.

3. Vista desde lejos, anhelada y esperada por los santos del Antiguo Testamento

  La ciudad del Dios vivo fue vista desde lejos, anhelada y esperada por los santos del Antiguo Testamento (He. 11:13b, 16a, 10a). Refiriéndose a Abraham y a los otros patriarcas, Hebreos 11:13 dice: “En la fe murieron todos éstos sin haber recibido las promesas, sino mirándolas de lejos, y saludándolas con gozo, y confesando que eran extranjeros y peregrinos sobre la tierra”. La palabra griega traducida “peregrinos” también puede traducirse transeúntes, exiliados, expatriados. Abraham fue el primer hebreo (Gn. 14:13), un cruzador de ríos, quien salió de Caldea, la tierra maldita de idolatría, cruzó el río (Jos. 24:2-3) y llegó a Canaán, la buena tierra, una tierra de bendición. No obstante, él no se estableció allí, sino que habitó en la tierra de la promesa como peregrino, como un exiliado o expatriado, anhelando una patria mejor, una patria celestial (He. 11:16). Isaac y Jacob siguieron las pisadas de Abraham, viviendo en la tierra como extranjeros y peregrinos y esperando la ciudad que tiene fundamentos, cuyo Constructor es Dios.

  En la eternidad pasada el Dios Triuno concibió un plan y, a lo largo de los siglos, ha estado llevando a cabo Su economía. El Hijo vino mediante la encarnación, vivió sobre la tierra por treinta y tres años y medio, murió en la cruz, resucitó y, finalmente, ascendió. Desde Su ascensión, el Espíritu ha estado realizando muchas cosas maravillosas. Con toda certeza, en base a todo lo dicho anteriormente podemos llegar a la conclusión de que Dios no edificará una ciudad material para que Su pueblo redimido viva en ella. La Nueva Jerusalén es una ciudad, pero no una ciudad física y material. No obstante, algunos creyentes todavía insisten en que la Nueva Jerusalén es una ciudad material edificada con verdadero oro, perlas y piedras preciosas.

  Aquellos que profesan este concepto deberían reflexionar sobre lo dicho por Pablo en 1 Corintios 3. En este capítulo Pablo dice que él puso a Cristo como único fundamento y, luego, nos insta a que miremos cómo sobreedificamos sobre ese fundamento (vs. 10-12). No debemos edificar con madera, hierba u hojarasca, sino con oro, plata y piedras preciosas. En la era actual, la era de la iglesia, debemos edificar la iglesia con oro, plata y piedras preciosas. En la era venidera, la plata se convierte en perlas, y los materiales de la Nueva Jerusalén se convierten en oro, perlas y piedras preciosas. En la actualidad debemos edificar la iglesia con oro, plata y piedras preciosas. Esto, por supuesto, no significa que edificamos literalmente con oro, plata y piedras preciosas; estos materiales mencionados no son materiales físicos, sino señales que representan las varias experiencias de Cristo en relación con las virtudes y los atributos del Dios Triuno. El oro representa la naturaleza divina, la naturaleza del Padre con todos los atributos de ésta. La plata representa al Cristo redentor con todas las virtudes y atributos de Su persona y obra. Las piedras preciosas representan la obra transformadora del Espíritu Santo con todos los atributos de dicha obra. Todos estos materiales, por tanto, son producto de la experiencia y disfrute que tenemos de Cristo en nuestro espíritu por medio del Espíritu Santo. Como señales, estos materiales representan la obra divina que realiza la Trinidad Divina, quien es forjada en nuestro ser mediante Su obra divina. En la actualidad estamos edificando la iglesia con la naturaleza de Dios el Padre, con la redención de Dios el Hijo y con la obra transformadora de Dios el Espíritu.

  Este mismo principio se aplica a la Nueva Jerusalén, la cual es la consumación de la edificación descrita en 1 Corintios 3. En 1 Corintios 3 la obra de edificación se encuentra en proceso y todavía no ha alcanzado su consumación. La Nueva Jerusalén en Apocalipsis 21 es la consumación de esa edificación. Ésta es la ciudad que Abraham esperaba con anhelo. Él no esperaba una ciudad material, sino una ciudad maravillosa edificada con la naturaleza del Padre, la redención del Hijo y la transformación efectuada por el Espíritu.

4. Los creyentes neotestamentarios han venido a ella

  Los creyentes neotestamentarios ya han venido a la ciudad del Dios vivo. Hebreos 12:22a dice: “Os habéis acercado al monte Sion, a la ciudad del Dios vivo, Jerusalén la celestial”, lo cual hace referencia a la habitación de Dios y al centro de Su administración universal.

  Hebreos 11:14-16 revela que los santos del Antiguo Testamento anhelaban una patria mejor, una patria celestial, y que Dios había preparado para ellos una ciudad. Sin embargo, en 12:22 el escritor de Hebreos dice que nos hemos acercado al monte Sion, a la ciudad del Dios vivo, Jerusalén la celestial. Este versículo no dice que vendremos a la Jerusalén celestial, sino que ya nos hemos acercado a esta ciudad. Si el monte Sion y la Jerusalén celestial mencionados en 12:22 fueran entidades materiales, ¿cómo podríamos habernos acercado a ellas en la actualidad? Esto sería imposible.

  El hecho de que, según Hebreos 12:22, ya nos hemos acercado a la ciudad del Dios vivo, la Jerusalén celestial, indica que ésta no es una ciudad material. Muchos cristianos están a la espera de poder ir a la Nueva Jerusalén, pero debemos darnos cuenta de que ya hemos llegado a la Nueva Jerusalén. La iglesia es la casa del Dios viviente (1 Ti. 3:15). Por tanto, la iglesia es el hogar de Dios y también nuestro hogar en la actualidad. Cuando la iglesia sea agrandada para llegar a ser una ciudad, entonces se convertirá en una patria celestial. Nuestra patria celestial es una ciudad —la Jerusalén celestial—, a la cual ya hemos llegado.

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