
En Apocalipsis 14:14-16 vemos que para nuestra experiencia y disfrute, Cristo es el Hijo del Hombre como Segador. En el Antiguo Testamento, después de cosechar las primicias se cosechaba la mies. Asimismo, en Apocalipsis 14 vemos primero el arrebatamiento de las primicias, los creyentes vencedores que maduran más temprano, antes de la gran tribulación, y después vemos el arrebatamiento de la mies, la cosecha de la mayoría de creyentes que están en la tierra, lo cual tiene lugar al final de la gran tribulación. Un pequeño número de santos del Nuevo Testamento que maduraron temprano llegarán a ser las primicias a fin de ser ofrecidas directamente a Dios en el monte Sion, el tercer cielo. Cristo entonces regresará con los vencedores y cosechará a la mayoría de los santos en la tierra como mies de Dios. Cuando las primicias asciendan al monte Sion, a los cielos, Cristo estará con ellos (v. 1). Pero en el tiempo de la cosecha, Cristo, el Hijo del Hombre, desciende de los cielos a los aires y es visto por otros al descender sobre una nube.
Como Hijo del Hombre, Cristo será el Segador. La mies fue sembrada por Cristo en los cuatro Evangelios, y tal siembra resultó en una buena cosecha en la tierra, la cual Él segará en Apocalipsis 14. Mateo 13 es la siembra de la semilla, y Apocalipsis 14 es la siega de la mies, lo cual es resultado del crecimiento de la semilla. Todo lo que Cristo sembró en Mateo 13 será cosechado por Él en Apocalipsis 14.
Apocalipsis 14:14 dice: “Miré, y he aquí una nube blanca; y sobre la nube uno sentado semejante al Hijo del Hombre, que tenía en la cabeza una corona de oro, y en la mano una hoz aguda”. Cristo vino como Hijo del Hombre para sembrar la semilla, y vendrá nuevamente como Hijo del Hombre para cosechar lo que sembró. Cuando el Señor Jesús regrese, seguirá siendo el Hijo del Hombre. Como Hijo del Hombre, Él es apto para ejecutar el juicio de Dios sobre todos (Jn. 5:27). En este tiempo, Él ya no estará envuelto u oculto por una nube, sino que estará sentado sobre la nube. Antes, Su venida estaba escondida, pero en este momento será pública y visible. En Apocalipsis 10:1 Cristo todavía está vestido de una nube, mientras que en el capítulo 14 Él está sobre la nube. Esto corresponde a 1 Tesalonicenses 4:17 e indica que el regreso del Señor se hace visible.
Sabemos con certeza que en el tercer cielo, donde Dios mora, no hay nubes. Pero en la atmósfera que rodea la tierra hay muchas nubes. En Apocalipsis 10:1 el Señor está vestido con una nube, pero en 14:14 Él está sentado sobre una nube. Esto indica que en ese momento Él se encuentra en el aire.
Apocalipsis 14:14 además dice que Él tendrá “en la cabeza una corona de oro, y en la mano una hoz aguda”. La corona de oro en la cabeza del Señor indica que Jesús es el Señor y que el Señor es el que fue coronado de gloria (He. 2:9). La hoz aguda en la mano del Señor indica que Él es el que siega el campo de Dios.
Apocalipsis 14:15-16 dice: “La mies de la tierra está madura. Y el que estaba sentado sobre la nube arrojó Su hoz en la tierra, y la tierra fue segada”. La mies de la tierra es el pueblo de Dios en la tierra, los que creen en Cristo (1 Co. 3:9). En Su primera venida a la tierra, el Señor se sembró en Sus creyentes (Mt. 13:3-8, 24). Desde aquel entonces todos los creyentes, o sea, los que han recibido a Cristo como simiente de vida, han venido a ser la mies de Dios en la tierra. Los que maduren primero serán segados como primicias para Dios antes de la gran tribulación, como lo indica Apocalipsis 14:1-5. La mayoría de ellos madurará con la ayuda de los sufrimientos en la gran tribulación y será segada, arrebatada, al final de la gran tribulación.
A la luz de la verdad con respecto al arrebatamiento de los santos, debemos prepararnos y alistarnos para la venida del Señor velando y orando. Debemos velar y orar a fin de que podamos crecer y madurar en la vida divina. Entonces maduraremos más temprano y seremos arrebatados antes de la hora de la prueba: la gran tribulación (3:10).
La tribulación puede compararse al sol abrasador y calcinante. Los sufrimientos de la gran tribulación “secarán” las aguas terrenales de los creyentes que hayan quedado a fin de que éstos maduren. Estar maduro significa estar “seco”, carente de toda agua terrenal. Esto significa que todos tenemos que crecer a fin de que lleguemos a estar maduros antes que el Señor regrese.
Al final de Apocalipsis 14:15 se nos indica que el requisito para ser cosechado es haber madurado, pero antes de la gran tribulación, la mies en general todavía estará verde. Ningún agricultor segaría mieses verdes; por tanto, todas las mieses tienen que madurar. Cuando las mieses hayan madurado, habrá llegado el tiempo de la siega. La siega mencionada en Apocalipsis 14:16 ocurrirá después que el anticristo obligue a la gente a adorarlo a él y a su imagen (v. 9). Por tanto, se refiere al arrebatamiento de la mayoría de los creyentes, aquellos que sean dejados en la tierra a fin de que pasen por la gran tribulación.
Apocalipsis 14 indica que el arrebatamiento ocurrirá por partes. En la tipología física, las primicias son cosechadas temprano, y la mies en general podría ser segada unas semanas después. Las primicias son los frutos que han madurado primero. Debido a que el resto de la mies está verde, es dejada en el campo hasta que las aguas terrenales, el suministro terrenal, se hayan secado. Entonces la mies estará madura y lista para ser segada. Mientras que los vencedores como primicias son arrebatados directamente al templo de Dios, la mayoría de los creyentes como mies es arrebatada al aire (1 Ts. 4:17), es decir, al granero, que se encuentra en el trayecto entre los campos y la casa del labrador. En Mateo 13:39 el Señor Jesús indicó que la mies será cosechada a la conclusión de esta era, tiempo que todavía no ha llegado. Antes que llegue este tiempo de la siega, las primicias habrán madurado y serán arrebatadas.
En Apocalipsis 14:15 un ángel dice: “Mete Tu hoz, y siega”; y el versículo 16 dice: “El que estaba sentado sobre la nube arrojó Su hoz en la tierra, y la tierra fue segada”. En estos versículos la hoz representa a los ángeles enviados por el Señor para segar la mies (Mt. 13:39). En el tiempo de Su venida, el Señor Jesús enviará a Sus ángeles para sacar a los creyentes del campo, el mundo. Los ángeles primero atarán la cizaña, los falsos creyentes, para echarla al fuego y después recoger todo el trigo, los verdaderos creyentes, en el granero. Esto corresponde con 1 Tesalonicenses 4:17, donde se nos dice que los creyentes nos reuniremos con el Señor en el aire.
Apocalipsis 17:14 indica que también podemos experimentar y disfrutar a Cristo como Cordero vencedor. Cristo venció, continúa venciendo y vencerá.
Apocalipsis 17:14 dice que debido a que Cristo es el “Señor de señores y el Rey de reyes”, como Cordero Él vencerá al anticristo con sus diez reyes, los cuales reinan en los diez reinos del Imperio romano reavivado (vs. 12-13). Cristo, quien es Dios, se hizo hombre, vivió en la tierra, murió en la cruz por nuestros pecados como nuestro Redentor, fue sepultado, resucitó al tercer día, ascendió a los cielos y ha sido entronizado como Señor y Cabeza de todos. Ahora Cristo es el soberano Señor de señores y Rey de reyes. Un día Él regresará para gobernar sobre la tierra y establecer Su reino juntamente con los creyentes vencedores como co-reyes.
A continuación el versículo 14 dice: “Los que están con Él, los llamados y escogidos y fieles, también vencerán”. “Los que están con Él” son los santos vencedores que llegan a ser el ejército celestial. Éstos son los santos vencedores en la era del Nuevo Testamento, quienes serán el ejército celestial que se une a Cristo para combatir al anticristo y sus reyes. El Señor no quiere librar la batalla por Sí mismo. En principio, cuando el Señor confronta a Su enemigo, Él requiere de los santos como Su ejército. Por tanto, a fin de ser vencedores, debemos disfrutar a Cristo como el verdadero Vencedor en la actualidad para que a Su venida lo disfrutemos como nuestro Líder con miras a combatir al enemigo de Dios y aniquilarlo.
La palabra escogidos en el versículo 14 se menciona después de llamados. Ser llamado es ser salvo, mientras que ser escogido es ser aprobado por el Señor en virtud de una vida vencedora. Hoy en día muchos son los llamados, pero en el futuro pocos serán los escogidos (Mt. 22:14). Hemos sido llamados, pero a fin de estar entre los escogidos en el futuro debemos llevar una vida vencedora en la actualidad. Los escogidos son los que son fieles al Señor y llegarán a ser Su ejército. Éstos son los seguidores de Cristo, aquellos que han sido arrebatados, quienes librarán la batalla contra el anticristo y su ejército en Armagedón.
Estos vencedores son la novia de Cristo, quienes descenderán del cielo con su Marido para combatir contra el anticristo. Quienes han vencido cada obstáculo serán quienes combatan juntamente con Cristo en la batalla final contra el anticristo. Ellos llegan a ser los que combaten juntamente con Cristo en virtud de que Cristo les ministra el rico suministro de vida.
La carga del ministerio en el recobro del Señor es la de presentar un banquete lleno de las riquezas de Cristo reveladas en el Nuevo Testamento. El Nuevo Testamento revela las riquezas del Cristo todo-inclusivo, y cada uno de los veintisiete libros del Nuevo Testamento puede considerarse como un manjar todo-inclusivo que contiene Sus riquezas. El Nuevo Testamento revela tal abundancia de aspectos de este rico Cristo que los mismos exceden nuestra capacidad de aprehensión. Aunque las riquezas de Cristo son inagotables, es maravilloso que nos sean reveladas para nuestra experiencia y disfrute. El grado en que podremos apropiarnos de las riquezas de Cristo dependerá de nuestra capacidad. Que continuemos viendo cuán rico es nuestro Cristo y disfrutándolo a Él en todas Sus riquezas.