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Mensajes del libro «Conocer la vida y la iglesia»
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Conocer la vida y la iglesia

PREFACIO

  Este libro se compone de mensajes liberados por Witness Lee en agosto de 1953 durante las reuniones de servicio en Taipéi. El libro consiste en veintitrés capítulos: los capítulos del 1 al 7 hacen hincapié en conocer la vida; los capítulos del 8 al 14 hacen hincapié en conocer la iglesia; los capítulos del 15 al 20 subrayan el conocimiento fundamental con respecto al servicio; y los capítulos del 21 al 23 contienen palabras de dirección en relación con la obra y el servicio que se llevan a cabo en todas las iglesias. Los mensajes han sido traducidos del chino, el idioma original.

SATANÁS CAUSA DAÑOS AL HACER QUE EL HOMBRE SE ALEJARA DE LA VIDA

  Puesto que la meta de la creación realizada por Dios es la vida y Dios desea que Su creación obtenga la vida, Satanás, Su adversario, intervino para causar daño y dificultades a este asunto de la vida. En el universo Satanás, el maligno, se opone a Dios, obstruye a Dios y daña el plan de Dios. Satanás siempre trata de dañar el asunto más crucial y poner en peligro el lugar de mayor importancia. Por consiguiente, cuando Dios puso al hombre frente al árbol de la vida, Satanás intervino para seducir al hombre alejándolo de la vida y llevándolo hacia otra meta: el árbol del conocimiento del bien y del mal. La meta de Dios es la vida, pero Satanás hizo que el hombre le prestara atención al bien y al mal. Satanás interrumpió el plan de Dios y alejó al hombre de la meta de Dios. Como resultado de ello, el hombre cayó en el ardid de Satanás y no prestó atención a la meta de Dios. En vez de ello, prestó atención a la meta en la cual se basaba la tentación de Satanás. Por consiguiente, el hombre no tuvo contacto con el árbol de la vida, sino que comió del fruto del árbol del conocimiento del bien y del mal (3:1-7). Dios está interesado en la vida, pero la tentación de Satanás lleva al hombre hacia la meta del bien y del mal. A partir de entonces, la meta para el hombre ante Dios cambió. Desde ese tiempo, el hombre perdió su camino delante de Dios.

  Dios presta atención a la vida, pero Satanás se centra en el bien y el mal. Desde que el hombre fue tentado y cayó, solamente ha prestado atención al asunto del bien y del mal. Puesto que a éste sólo le preocupaban el bien y el mal, Dios se vio obligado a darle la ley. Dios usa la ley para examinar y probar al hombre, de modo que éste se dé cuenta de que no puede hacer nada. Dios dio la ley para poner al hombre al descubierto (Ro. 7:7), y aun cuando el hombre tiene el firme deseo de guardar la ley, él falla totalmente. Aunque sabe que debería renunciar al mal y hacer el bien, él no tiene la capacidad ni los medios para hacer el bien (vs. 18-19). Todo lo que él puede hacer es inclinar su cabeza ante la ley y admitir su inutilidad para hacer el bien.

LA VIDA ESTÁ EN EL JESÚS ENCARNADO

  Dado que el hombre cayó por completo con respecto a la ley, Dios se hizo carne y entró en el hombre (Jn. 1:14). Aquel que vino a la humanidad y se hizo hombre era el Señor Jesús. En el Señor Jesús estaba la vida (v. 4). Debemos prestar especial atención a Juan 1 y a Génesis 2; hay que leer estos dos capítulos juntos. Sin Génesis, podríamos considerar muy extraño que el primer capítulo de Juan, que describe el propósito de Dios, comience diciendo: “En Él estaba la vida” (v. 4). Ciertamente preguntaríamos: “¿Qué es la vida? ¿Qué significa la frase en Él estaba la vida ?”. Génesis nos ayuda al mostrar que después que el hombre fue tentado y cayó, perdió la mayor bendición, la de la vida; él perdió un tesoro, que es el centro del universo. Después de Génesis 2, resulta difícil hallar este asunto de la vida hasta que vemos en Juan 1:4 que “en Él estaba la vida”.

  Si tenemos esta luz, exclamaremos entusiasmados: “Ahora veo que la vida en Génesis 2 está realmente en Él. En Él está la vida que Adán perdió a causa del pecado. La vida que a Dios le interesa está en Él. El centro y propósito del universo está en el Señor Jesús, a quien conocemos”. Un día Él dijo a Sus discípulos: “Yo soy [...] la vida” (Jn. 14:6). Él es el “Yo soy” (8:24); cualquier cosa que necesitemos, Él es. La vida está en Él. Él es la Palabra que era en el principio. Él es Dios mismo, y todas las cosas por medio de Él llegaron a existir (1:1-3).

  Puesto que todas las cosas llegaron a existir por medio de Él, hemos sido traídos de regreso al propósito de la creación que vemos en Génesis. En la creación Él es el Creador, y un día este Creador se hizo carne. El primer capítulo de Juan habla acerca del principio (v. 1), de la creación (v. 3) y de que la Palabra se hizo carne (v. 14). La frase en el principio se refiere a la eternidad pasada antes que el tiempo comenzara. Todas las cosas por medio de Él llegaron a existir se refiere a la creación, y se hizo carne se refiere a la encarnación. El Jesús encarnado es el Dios que era en el principio y quien también es el Creador. La vida que estaba en el árbol de la vida en el capítulo 2 de Génesis se refiere a la vida que estaba en Él. Si deseamos tocar esta vida, esta vida está en Él. Si deseamos obtener esta vida, esta vida está en Él. Él es la vida. Si tocamos a Él, tocamos la vida; si obtenemos a Él, obtenemos la vida. Si no tenemos a Él, no tenemos la vida (1 Jn. 5:11-12).

LA VIDA ES LA META DE LA CREACIÓN Y DE LA REDENCIÓN

  Toda la Biblia muestra que la vida es la meta. La vida es la meta de la creación en el Antiguo Testamento y también es la meta de la redención en el Nuevo Testamento. El propósito de la creación de Dios es introducir al hombre en la vida; asimismo, el propósito de la redención de Dios es introducir al hombre en la vida. Los cristianos tenemos a Cristo como nuestra vida (Col. 3:4). Él está en nosotros para salvarnos y ser nuestra vida. Esta vida es Cristo mismo, el cual es Dios mismo. Esta vida nos llevará a la eternidad, lo cual significa que aun en la eternidad todo se relacionará con la vida.

  Apocalipsis muestra que en la eternidad tendremos contacto con el río de agua de vida y con el árbol de la vida. El río de agua de vida sale del trono de Dios y del Cordero, y a uno y otro lado del río está el árbol de la vida (22:1-2). En la eternidad contactaremos y veremos la vida. El río de agua de vida y el árbol de la vida pueden compararse a un cable eléctrico. A un extremo del cable está la central eléctrica, o sea Dios, y al otro extremo se halla el foco, o sea el hombre, y entre ambos fluye la corriente. El foco y la central eléctrica son uno en virtud de la corriente de la electricidad. Todos los creyentes están conectados a Dios mediante la vida; así pues, los creyentes y Dios son uno en Su vida. En otras palabras, así como la vida está en Dios, la vida está también en nosotros.

EL SIGNIFICADO DEL UNIVERSO ESTÁ CONTENIDO EN LA VIDA

  Todo el universo es una historia acerca de la vida porque nuestro gran universo se origina a partir de la vida. Si los seres vivos fuesen removidos del universo, éste carecería de significado y perdería su propósito. La belleza del universo yace en la vida; sin la vida, el universo estaría vacío y feo. En una familia la esposa ama a su esposo porque él tiene vida y es una persona viviente. Cuando la vida que está en él se va y sólo permanece un cascarón vacío, ni siquiera a la esposa le agradaría ese cascarón. La vida le da significado a una familia; sin vida, una familia está vacía y carece de significado. La belleza de los seres vivos yace en la vida. La historia de todo el universo depende de la presencia de los seres vivientes, y la realidad de los seres vivientes depende de la presencia de la vida que está en ellos.

LA VIDA MÁS ELEVADA ES LA VIDA DIVINA

  Sin embargo, la vida más elevada del universo no es la vida humana, sino la vida divina. La historia del vasto universo depende de la vida divina. Las plantas muestran muchos colores y formas. Algunas tienen flores rojas, y otras tienen hojas verdes; pero todas ellas son producidas por la vida. Las diferentes características de cada animal se derivan de la vida. Un gato salta y un gallo cacarea debido a la vida. Aun las características de los niños, que cuando quieren se vuelven chillones, enojados o contentos, son asuntos pertinentes a la vida. Un niño actúa como un niño, y un hombre de edad avanzada actúa como un hombre de edad avanzada; estos hechos no cambian según la nacionalidad. Todas estas características están relacionadas con la vida.

  Todas las historias a lo largo del vasto universo son fruto de la vida. Por ejemplo, cada una de nuestras casas es diferente. El mobiliario de algunas casas, desde las sillas hasta la mesa de centro, es de color amarillo. Esto muestra que al propietario le gusta el amarillo. En otras casas todo es blanco, y esto muestra que al dueño le gusta el blanco. Aunque podemos diseñar el mobiliario de una casa, no podemos diseñar el universo. El universo no es producido por la vida del hombre; más bien, la historia del universo procede de la vida de Dios. La vida de Dios es más elevada que la vida humana. Sabemos que las diferentes clases de árboles producen diferentes clases de frutos según su especie. De igual manera, una vida más elevada produce una vida más elevada, una vida mejor genera una vida mejor, y una vida más baja produce una vida más baja. Todas las historias del universo tienen que ver con la vida, y esta vida es la vida de Dios.

DIOS ES LA VIDA VASTA EN NOSOTROS

  La iglesia es una entidad corporativa de vida. Las características y el misterio intrínseco de la iglesia, así como lo maravilloso que es, dependen de la vida de Dios. La iglesia es la iglesia porque ella tiene la vida de Dios. Si la vida le fuese quitada, la iglesia se convertiría en algo feo, marchito y muerto. Toda la belleza, poder, esplendor y capacidad de la iglesia se debe al hecho de que su contenido interno es la vida de Dios. Esta vida es la vida de Cristo; Cristo es Dios que se hizo carne y entró en nosotros mediante el Espíritu Santo para ser nuestra vida. La vida de Dios está en el Espíritu Santo, y esta vida es el Dios que era en el principio y el Creador que existía en el principio. Mediante el Espíritu Santo, la vida que estaba en el Dios encarnado se introdujo en nosotros. Así pues, tenemos la vida que creó el universo y la vida que es capaz de realizar grandes cosas en nosotros. Ésta es la vida más excelente, más elevada y la más vital.

  Como creyentes que somos, tenemos la vida de Dios en nosotros, pero aún debemos preguntarnos respecto a la condición de esta vida. ¿Se halla en una condición superficial y pobre? El niño, cuando es pequeño, puede rodar y gatear en el piso. Puede llorar o reír cuando quiere llorar o reír. Sin embargo, a un adulto no se le permitiría hacer eso mismo. Esto es porque hay varios grados de vida. Un adulto no puede hacer lo que le place, al igual que un niño, porque la vida que está en él es madura. En contraste, dado que la vida que está en un niño es inmadura, muchas veces él hace lo que le place. Esto puede compararse a un adulto que posee cinco metros cúbicos de vida y un niño que sólo tiene dos metros cúbicos. Por consiguiente, con frecuencia debemos preguntarnos: “¿Cuánta medida tengo de la vida de Dios? ¿Son dos o cinco metros cúbicos?”.

  En términos del tiempo, la vida de Dios abarca desde la eternidad pasada hasta la eternidad futura. Él es eterno, sin principio ni fin. En cuanto a espacio, la vida de Dios incluye los cielos, la tierra y el universo entero. Él es omnipresente. Esta vida es demasiado grandiosa; trasciende el tiempo y el espacio en el universo. Esta vida trascendente y excelente está en nosotros. Ser un cristiano no tiene que ver con la cultivación humana, sino con la vida divina. Puedo testificar que muchas veces no me enojo, porque la vida que está en mí no está enojada; y tampoco discuto con otros, porque la vida que está en mí no está discutiendo. La vida que está en mí, la cual trasciende tiempo y espacio, es tan extraordinaria que me impide perder la paciencia y argumentar con otros.

  Muchas personas pierden la paciencia porque sólo poseen dos metros cúbicos de vida. Pueden permanecer enojados por varios meses, y su enojo no decae porque sólo tienen una pequeña medida de vida. En algunas hermanas la vida sólo llega a dos pulgadas cúbicas; ellas no hacen nada más que enojarse cuando se enfrentan a ciertas situaciones. No tienen otra respuesta excepto salirse de control, porque les hace falta crecer en vida. Por eso, también critican a otros, diciendo que alguien no es bueno o que está equivocado. La condición interior de su vida es expresada exteriormente en el entorno que las rodea. Dado que un gato salta porque es algo inherente a su naturaleza, maullará si le prohíben saltar. Tal restricción es igual que quitarle la vida. ¿Qué más puede hacer una hermana de sólo dos pulgadas cúbicas de vida, sino perder los estribos y criticar?

  Esta clase de persona no sólo pierde la paciencia; también provoca que los demás hagan lo mismo, pues éste es su talento natural. Cuando la medida de la vida aumente en ella y la transforma de ser como la vida de un gato pequeño a aquella de un elefante, espontáneamente dejará de ser como un “gato” que salta y llora cuando quiere. A medida que la vida crece, espontáneamente ella deja de perder la paciencia y es capaz de ser restringida. Así pues, cierta clase de vida produce cierta clase de resultado.

  Una vez que somos salvos, tenemos la vida de Dios en nuestro ser. Esta vida necesita crecer en nosotros cada día. Pero ¿exactamente cuánta vida tenemos? ¿Tenemos dos o cinco metros cúbicos? El Dios que conocemos y a quien servimos tiene una vida excelente. Esta vida tiene una medida que sobrepasa la del universo. Por consiguiente, la vida en nosotros es un asunto extraordinario. La iglesia es la iglesia debido a la vida. La producción de la iglesia depende de la salvación que Dios nos otorga, y esta salvación depende de la vida. Después que somos salvos, asistimos a las reuniones, leemos la Biblia y oramos a fin de obtener más vida. Si no conocemos esta vida, no llevaremos la vida que corresponde a los cristianos. El vivir cristiano depende de nuestra experiencia de Cristo como vida.

  ¿Qué es la iglesia? La iglesia consiste en Cristo, quien es la vida más elevada. El contenido de Cristo y la realidad de la iglesia dependen de Cristo como vida; esta vida es Dios mismo. Ahora esta vida ha entrado en nosotros para ser nuestra vida. Si conocemos esta vida, nuestra medida incrementará y nuestra visión será más elevada. Si conocemos esta vida, nuestra vida humana experimentará un gran cambio maravilloso.

  La vida excelente que entró en nosotros no está meramente interesada en ganancia o pérdida. Esta vida no requiere que nos preocupemos si podemos o no podemos hacer el bien y mejorarnos a nosotros mismos. Esta vida que está en nosotros es real y de peso. Tal como Dios creó el universo y todo lo que existe en él, esta vida, que es Cristo mismo, puede realizar muchas cosas en nosotros. Dios se reviste de nosotros a fin de vivir y moverse en nosotros; Dios creó un pequeño universo, un pequeño mundo, en nosotros, y Él se puso a Sí mismo allí en primer lugar. Que Dios tenga misericordia de nosotros para que podamos ver esta visión.

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