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Mensajes del libro «Conocer la vida y la iglesia»
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CAPÍTULO DIEZ

LOS TIPOS DEL TABERNÁCULO, DEL ALTAR Y DEL ARCA VISTOS EN LA IGLESIA

  Lectura bíblica: 2 Cr. 1:1-13; 1 R. 3:4-12, 15

  En lo que hemos dicho con respecto a la iglesia, sólo hemos podido abarcar algunos puntos, ya que el conocimiento de la iglesia constituye un tema amplio. No obstante, los puntos que hemos abarcado son muy cruciales. Espero que todos captemos estos puntos cruciales ante el Señor y recibamos una luz clara al respecto.

EL CONTENIDO DE LA IGLESIA

  La iglesia es el Cuerpo de Cristo (Ef. 1:22-23) y está unida a Cristo como una unidad (5:31-32); ésta es una luz extraordinaria. Si queremos poner a prueba a cualquier grupo cristiano tomando la Biblia como base, debemos ver este punto crucial de que Cristo es el contenido de la iglesia. Además de esto, también hay otros puntos cruciales, tales como la realidad de la iglesia, la autoridad del Espíritu Santo, la administración de la iglesia y el mover de la iglesia. Cuánto más avancemos ante el Señor, más claros estaremos de que estos puntos constituyen grandes filtros para cualquier grupo cristiano e incluso para nosotros. Deberíamos preguntarnos: “¿Nos reunimos según la enseñanza de la palabra clara hallada en la Biblia? ¿Hay algo entre nosotros que se opone a la verdad hallada en la Biblia? ¿Realmente se basa nuestro mover intrínseco en el Cristo vivo, quien es todo en nosotros? ¿En verdad la administración y el mover que llevamos a cabo proceden de la operación y gobierno del Espíritu Santo?”. No deberíamos sólo examinar las reuniones de otros; también necesitamos examinar nuestras propias reuniones con base en estos puntos.

  Al considerar estos puntos llegaremos a esta conclusión: la iglesia es Cristo mismo. Por tanto, la iglesia requiere que nos despojemos de todo lo relacionado con el hombre, el mundo y la organización religiosa. Todo lo relacionado con el hombre, el mundo y el sistema religioso debe ser desechado por completo. Debemos deshacernos de toda confusión que emana del cristianismo, porque muchas cosas del hombre, del mundo y del sistema religioso se han introducido en la iglesia. La Biblia muestra que la iglesia requiere que nos despojemos de todo lo relacionado con el hombre, el mundo y la organización. Siempre que los elementos del hombre, del mundo o de la organización estén presentes en una iglesia local, ella pierde la posición y la naturaleza de Cristo. Espero que todos los hermanos y hermanas puedan captar firmemente estos puntos cruciales, estudiarlos uno por uno y ponerlos en práctica.

LA TIPOLOGÍA HALLADA EN EL ANTIGUO TESTAMENTO

  Necesitamos considerar un punto importante que se basa en la tipología del Antiguo Testamento de modo que podamos tener otra fuente que sirva para probar y examinar nuestro conocimiento de la iglesia. Durante el tiempo del Antiguo Testamento, el centro del servicio que los hijos de Dios le rendían a Él era el tabernáculo, y el centro del tabernáculo era el Arca del Pacto. Quienes han estudiado el Antiguo Testamento saben que el Arca tipifica a Cristo. En el texto original, el Arca del Pacto significa “el Arca del Testimonio”, y tipifica a Cristo en calidad de testimonio de Dios. Dentro del Arca del Pacto estaban las dos tablas del pacto, y es Cristo quien porta el pacto que Dios hizo con Su pueblo. El pacto que Dios hizo con nosotros está basado en la persona y la obra de Cristo. Así pues, Él es el Arca del Pacto y el Arca del Testimonio.

  También podemos ver las dos naturalezas de Cristo a partir del Arca en el Antiguo Testamento, las cuales incluían la naturaleza de la madera y la naturaleza del oro (Éx. 25:10-11). La madera se refiere a la humanidad de Cristo, y el oro se refiere a la divinidad de Cristo. Cuando la madera y el oro están unidos, representan a Cristo, quien tiene tanto divinidad como humanidad.

  Además, la apariencia externa del Arca, o el agrandamiento del Arca, era el tabernáculo. El tabernáculo y el Arca compartían muchas similitudes. El Arca estaba unida al tabernáculo, y el tabernáculo procedía del Arca. El Arca era el centro del tabernáculo, y el tabernáculo rodeaba el Arca. Desde la perspectiva de Dios y la perspectiva de la adoración ofrecida por los hijos de Dios, el Arca y el tabernáculo no podían estar separados. Los dos eran uno solo. Sin embargo, aun cuando eran uno, había una distinción, pero pese a esa distinción, no podían estar separados. Esto puede compararse al hecho de que la cabeza y el cuerpo son una unidad; tienen distinciones, pero no pueden separarse. Si ellos estuviesen separados, eso sería su fin.

  En circunstancias normales el Arca y el tabernáculo no podían estar separados cuando los hijos de Dios le adoraban a Él, ya que los dos eran una unidad. Los que leen el Antiguo Testamento concuerdan con que el Arca tipifica a Cristo mismo y que el tabernáculo tipifica al Cuerpo de Cristo, el cual es la iglesia; además, la iglesia es Cristo (1 Co. 12:12). La apariencia externa del Arca es el tabernáculo. Aunque hay distinciones entre el Arca y el tabernáculo, ellos están juntamente unidos; el tabernáculo es la expresión, la ubicación y la forma y apariencia externa del Arca. Por ende, el tabernáculo es el Arca. Asimismo, la iglesia es la expresión, la ubicación y la forma y apariencia externa de Cristo. Cristo está en la iglesia, de la misma manera que el Arca estaba en el tabernáculo. La iglesia está unida a Cristo, y Cristo está en la iglesia; por consiguiente, la iglesia es Cristo.

LA HISTORIA Y LA TIPOLOGÍA DE LA SEPARACIÓN QUE TUVO LUGAR ENTRE EL ARCA Y EL TABERNÁCULO

  En una situación normal el Arca y el tabernáculo siempre deben estar unidos, y no debería haber separación entre ellos. Esto significa que bajo circunstancias normales Cristo y Su forma y expresión externa no deben estar separados. Sin embargo, algo anormal ocurrió en el Antiguo Testamento: los hijos de Dios fracasaron, y los israelitas cayeron en desolación y degradación. Por consiguiente, el Arca fue capturada y llevada cautiva por los filisteos (1 S. 4:1-11). El cautiverio del Arca es una historia muy conocida en la historia de los hijos de Dios. El cautiverio del Arca representa la pérdida del testimonio de Dios debido a la caída de los hijos de Dios. Esto es verdad según la tipología del Antiguo Testamento y también según la realidad del Nuevo Testamento. Cuando la iglesia comenzó a degradarse y a sufrir derrotas, el testimonio de Dios en Cristo fue capturado y se perdió. Esto causó una separación entre el Arca y el tabernáculo, de tal manera que el tabernáculo estaba en un lugar y el Arca en otro lugar. Aunque el tabernáculo se movió de Silo a Gabaón (Jos. 18:1; 2 Cr. 1:3), el Arca no estaba en el tabernáculo (1 S. 4:3).

  Al principio la situación de los hijos de Dios era normal porque el tabernáculo estaba entre ellos, y el Arca estaba en el tabernáculo. El tabernáculo junto con el Arca, que estaba en el interior de éste, era el centro del servicio de los hijos de Dios, y ellos mantuvieron el testimonio de Dios sobre la tierra. La presencia de Dios se hallaba sobre el Arca que estaba en el tabernáculo. Cuando la condición general de los israelitas decayó, el Arca fue capturada. A partir de ese momento el Arca y el tabernáculo quedaron separados, y aun cuando la mayoría de los israelitas se enfocaba en el tabernáculo, el Arca estaba en otro lugar. La mayoría de los israelitas veía el tabernáculo externo, y siguieron ofreciendo sacrificios y sirviendo a Dios ahí. Sin embargo, hubo un pequeño grupo de personas que amaban a Dios y se hallaban en Dios. Sus ojos no estaban enfocados en el tabernáculo, sino en el Arca de Dios.

  Tenemos que prestar atención a tres puntos. Debemos preguntarnos dónde estaba el Arca durante el tiempo que estuvo separada del tabernáculo. El Arca estaba en manos de David, y finalmente permaneció en una tienda que éste había erigido en la ciudad de David (2 S. 6:16-17). David no sólo era rey; también era una persona que conocía el corazón de Dios. Aunque la mayoría de los hijos de Dios se hallaban en desolación, prestándole atención sólo al tabernáculo externo, había unas cuantas personas que conocían el corazón de Dios y le prestaban atención al Arca más que al tabernáculo externo. David representa a estas personas. Él era diferente de los miles de israelitas que ofrecían sacrificios en el tabernáculo que estaba en Gabaón. David no se centró en el tabernáculo, porque él conocía a Dios; en cambio, él trajo el Arca de regreso y la puso en la ciudad de David. Éste es el primer punto.

  Cuando los hijos de Dios están en una condición apropiada, el Arca y el tabernáculo nunca están separados. Además, no debería haber distinción entre la casa de los israelitas y la casa de David; todos los hijos de Dios deberían adorar y servir a Dios juntos, de modo que el Arca esté en el tabernáculo y Dios esté con ellos. Cuando los hijos de Israel cayeron en una condición anormal, caída y de desolación, el Arca fue capturada y quedó separada del tabernáculo. En ese tiempo sólo quedó el tabernáculo externo, mas el Arca no se hallaba en él. En otras palabras, cuando los hijos de Dios se hallan en desolación, pueden tener una forma externa sin tener la realidad interna. En términos de la situación actual, también podemos tener la iglesia exteriormente, sin tener a Cristo como la realidad. Éste es el segundo punto.

  Durante el período de desolación, la mayoría de los hijos de Dios servía a Dios donde estaba ubicado el tabernáculo en Gabaón. No obstante, ellos le sirvieron de manera descuidada, pues sólo tenían una forma externa de servicio que se relacionaba con el tabernáculo físico. Sólo un pequeño grupo de personas —como David, que conocía a Dios, que era según Dios y que agradaba a Dios— le prestaba atención al Arca. Esto significa que ellos no se enfocaban en la apariencia de la iglesia, sino en Cristo, la realidad. Sus ojos no estaban enfocados en las cosas externas, sino en Cristo. Éste es el tercer punto. Espero que todos podamos captar firmemente estos tres puntos.

  Cuando David murió, su hijo Salomón vino a ser el rey; sin embargo, al igual que un niño, él no conocía a Dios adecuadamente. Después de ser rey, le estaba agradecido a Dios. Sin embargo, él tomó los bueyes y las ovejas de todos los líderes para ofrecer sacrificios a Dios en Gabaón (2 Cr. 1:3). Escogió el tabernáculo que estaba muy lejos de él en vez del Arca que estaba muy cerca de él; él no comprendió que su casa estaba en Jerusalén y que el Arca también estaba en Jerusalén. Salomón fue a Gabaón porque el tabernáculo de Jehová y el altar de bronce estaban allí.

  Exteriormente, el tabernáculo se veía exactamente igual que como era cuando Moisés vivía. Salomón llevó a todos los líderes a Gabaón y ofreció miles de sacrificios. Es interesante que, según el relato de la Biblia, esa noche Dios viniera a Salomón y le diera una visión y un sueño. Dios habló a Salomón en el sueño, y Salomón le pidió a Dios sabiduría; por eso, Dios le concedió sabiduría. Después que Salomón recibió sabiduría, inmediatamente regresó a Jerusalén, el lugar donde estaba el Arca, y allí adoró a Dios (v. 13). Antes de encontrarse con Dios, Salomón tenía una visión ordinaria de servir a Dios según una forma externa. Es por esto que él fue a Gabaón para ofrecer sacrificios. Después que recibió sabiduría y una visión de parte de Dios, él inmediatamente regresó al Arca en Jerusalén y ofreció sacrificios allí. De ahí en adelante, la Biblia no dice nada más acerca de la relación entre Salomón y el tabernáculo; sólo habla de los asuntos relacionados con Salomón y el Arca.

  Debemos ver que cuando la iglesia se halla en una condición normal, Cristo, quien es la realidad interior, y la iglesia, que es la forma externa, son uno solo; el Cristo interior es expresado mediante la iglesia exterior. Sin embargo, la iglesia cayó en desolación, y el testimonio de Dios se perdió. Como resultado, el tabernáculo y el Arca quedaron separados. Desde ese momento, los que no tienen una visión, que constituye la mayoría de la gente, miran sólo la apariencia externa de la iglesia y pasa por alto la realidad de Cristo. Sólo unos cuantos, como David, no se centran en la forma o apariencia externa del tabernáculo, sino que sólo les interesa el Arca, o sea, Cristo. Asimismo, los ojos de Dios no están interesados en la forma externa, sino en la realidad; Dios no mira el tabernáculo, sino el Arca. Él no toma en cuenta la apariencia externa de la iglesia, sino la realidad de Cristo. Desde el comienzo de la degradación de Israel, Dios estaba interesado en el Arca y su ubicación, y no en el tabernáculo. Asimismo, Dios está interesado en el lugar donde Cristo puede ser hallado, no en la apariencia externa de la iglesia.

  Que Dios tenga misericordia de nosotros y nos muestre que cuando hablemos acerca del asunto de la iglesia, no podemos desatender a Cristo. No podemos hacer las cosas de manera apropiada según el tabernáculo, pero sin tener el Arca por dentro. No podemos tener meramente una apariencia externa de la iglesia que es según la Biblia, sin tener a Cristo interiormente. Necesitamos examinar a la iglesia en nuestra localidad. Con base en la forma y la apariencia externa, podría parecer que ella es un tabernáculo completo que no se desvía en ninguna manera de las Escrituras. Probablemente no tiene nada que procede del mundo, ni de una organización ni del hombre. Además, tampoco tiene un nombre especial, una creencia especial ni una comunión especial. Por otra parte, puede tener presente la verdad de la muerte de Cristo en la cruz, y el evangelio es propagado con gran eficacia. No obstante, podría ser que en su interior ella no tiene el Arca, que es Cristo. Esto es similar a la situación que se dio en Gabaón, donde había un tabernáculo y un altar de bronce, pero no la realidad del Arca. Éste es un problema muy serio. El tabernáculo, el altar de bronce y el Arca eran igualmente importantes.

ES NECESARIO EXAMINAR A LAS IGLESIAS

  Si queremos examinar a la iglesia que está en nuestra localidad, los mejores medios son el tabernáculo, el altar de bronce y el Arca. El tabernáculo alude a la expresión externa de Cristo, o sea, a la iglesia. El altar de bronce alude a la cruz, la cual es la verdad de la redención, y el Arca se refiere a Cristo mismo. En una situación normal estos tres están juntamente unidos. Sin embargo, si sólo tenemos un tabernáculo y un altar de bronce, la situación no es normal.

  Exteriormente, una iglesia verdaderamente podría verse igual que el tabernáculo, pues no tiene defectos, y además de esto, puede tener el altar de bronce, el cual representa el evangelio de la redención. Esta iglesia puede predicar el evangelio, conducir a las personas a adorar a Dios, e incluso les ayudan a recibir la redención, gracia y salvación de Cristo. Por consiguiente, tanto el tabernáculo como el altar de bronce están presentes y todo se ve apropiado exteriormente. Aun así, siempre debemos examinar si en su interior ella también tiene el Arca, esto es, Cristo.

  Según la tipología un tipo es como un cuadro; no es como un escrito que puede entenderse claramente. Si hemos de entender un cuadro, necesitamos tener cierta perspicacia e intuición. Anteriormente, el tabernáculo con el altar tipificaban a Cristo, pero cuando el Arca desapareció, todo lo que quedó fue una forma externa sin la realidad interna. Estas cosas externas pueden permanecer, como por ejemplo, la verdad de la redención puede permanecer, pero la realidad puede desaparecer. Anteriormente, estas tres cosas eran una sola, pero ahora frecuentemente hace falta el Arca. Este cuadro muestra que es posible tener las formas externas de Cristo y la redención de Cristo, pero no tener a Cristo como centro y realidad.

  Una iglesia local puede tener la forma de la iglesia exteriormente y también puede predicar el evangelio, pero si Cristo está presente dependerá de si el elemento de los hermanos que sirven proviene de Cristo o de su propio ser natural. Si en una iglesia sólo tienen el elemento del hombre y nada del elemento de Cristo, o si tienen muy poco del elemento de Cristo, entonces dicha iglesia no tiene el Arca; ha perdido el Arca. Esta clase de iglesia podrá tener la forma externa de Cristo, la redención de Cristo en virtud de Su cruz y el nombre de Cristo por el cual las personas son salvas, pero interiormente no tiene a Cristo como su realidad, vida y centro.

NECESITAMOS RECIBIR LUZ Y REVELACIÓN PARA CONOCER LA IGLESIA

  Si hemos de hablar sobre el tema de la iglesia, debemos ver que el tabernáculo requiere el Arca. Sin el Arca, el tabernáculo es un lugar que no tiene la presencia de Dios. Su presencia está con el Arca, y no con el tabernáculo. Si los que buscan a Dios con un corazón puro llegan al tabernáculo, aun así Dios puede darles visión, revelación y luz para que vayan al Arca. Ésta fue la experiencia de Salomón. Él fue al tabernáculo en Gabaón para ofrecer sacrificios; él tenía una visión ordinaria, una visión general, como la de la mayor parte de los israelitas. Según su concepto, el único lugar para ofrecerle sacrificios a Dios estaba en Gabaón. Cuando Salomón fue a Gabaón para ofrecer sacrificios a Dios y adorarle, él fue iluminado y vio que la presencia de Dios no estaba allí, sino en Jerusalén. Por consiguiente, inmediatamente regresó a Jerusalén y ofreció sacrificios allí (1 R. 3:4-5, 15). Una vez que una persona es iluminada, le presta atención al asunto del Arca. El Arca tipifica a Cristo, quien es el centro de la iglesia. La realidad de la iglesia es Cristo.

  Que Dios tenga misericordia de nosotros, de modo que no seamos un pueblo común y corriente sino un pueblo extraordinario. No debemos tener una perspectiva común y corriente; debemos tener la revelación de Dios. Aun si todos le prestan atención al tabernáculo, nosotros deberíamos prestarle atención al Arca. La Biblia es de gran valor, y nos muestra que el Arca no estaba en manos de cualquiera, sino en las manos de David. Aun cuando los hijos de Dios estaban desolados, David conocía el corazón de Dios. Su perspectiva era diferente de la que tenían las multitudes de gente, quienes podrían haber dicho: “¿No es éste el tabernáculo? ¿No es éste el altar para ofrecer sacrificios?”. Esto puede compararse con decir: “¿No hablamos de la cruz? ¿No predicamos de la cruz? ¿No hablamos de la sangre preciosa de Cristo?”. Éste es un cuadro que muestra nuestra condición actual. Las multitudes le prestan atención al tabernáculo y al altar, pero los que conocen el corazón de Dios le prestan atención al Arca, a Cristo. El testimonio viviente de Dios es Cristo (Ap. 1:5).

  Que el Señor nos conceda una gran luz para que conozcamos genuinamente la verdad tocante a la iglesia. Agradecemos al Señor que el tabernáculo y el altar están en la iglesia, pero ¿qué diremos con respecto al Arca? Nuestro testimonio en todo lugar no puede ser sólo el tabernáculo y el altar; también es necesario tener el Arca. No podemos tener sólo la forma externa de la iglesia y la doctrina de la redención de la cruz; también es preciso tener a Cristo como nuestro centro, nuestra vida y nuestra realidad. Es imprescindible que tengamos a Cristo, en quien se ubica la presencia de Dios.

  Sin embargo, esto no significa que no necesitemos el tabernáculo y el altar. Si leemos el Antiguo Testamento de manera cabal, podemos ver que Dios le reveló a Salomón que él debía edificar para el Arca un tabernáculo más sólido, esto es, el templo (1 R. 5:3-5). Además de esto, también hizo un altar de bronce y un gran mar de bronce fundido. Esto significa que no deberíamos descuidar el altar; esto es, no deberíamos ignorar las enseñanzas con respecto a la cruz y la redención. Sin embargo, si sólo tenemos la forma externa de la iglesia y la doctrina de la redención sin tener a Cristo como nuestro centro y vida, entonces según la perspectiva de Dios, la iglesia seguirá vacía y carente de realidad. Esto se debe a que se ha pasado por alto el centro, el cual es Cristo.

  Debemos ver que el Arca, ubicada en el centro del tabernáculo, es la mezcla de la madera de acacia con el oro. La madera de acacia representa la humanidad, y el oro representa la divinidad. El centro de la iglesia es la mezcla de Dios con el hombre: es el hombre que se somete ante Dios, se mezcla con Cristo, toma a Cristo como su vida y su persona, toma el corazón de Cristo como su propio corazón, toma la parte emotiva de Cristo como su propia parte emotiva y toma la voluntad de Cristo como su propia voluntad. La iglesia no está constituida simplemente por el hombre, sino que es el hombre mezclado con Cristo. Ésta es el Arca.

  Si toda acción e idea que tiene cierta iglesia solamente procede del hombre, esta iglesia no tiene el Arca. Si los hermanos sirven a Dios al ponerse ellos mismos en el Cristo encarnado y si toman como su propia mente la mente de Cristo, Su voluntad como la voluntad de ellos, Su parte emotiva como la parte emotiva de ellos y la vida de Cristo como la vida de ellos, cediéndole terreno para que Él sea el centro y el todo para ellos y sometiéndose al Cristo viviente, entonces dicha iglesia tiene el Arca.

  El tabernáculo equivale a la forma externa de la iglesia, el altar equivale a la verdad de la cruz y la propagación del evangelio, y el Arca representa a Cristo como la vida y realidad de la iglesia. Nunca debemos menospreciar el tabernáculo y el altar. Aun si solo tuviésemos el Arca, siempre tendríamos que preparar un templo mejor para ella. Tener meramente el Arca sin el tabernáculo, sin la forma externa, no es suficiente. Todavía tendremos que preparar una forma externa para el Arca que sea más grande y más sólida y segura, la cual es el templo. Es preciso que veamos los dos lados de la verdad.

  En el cristianismo actual hay mucha gente que sólo está interesada en Cristo, y no en la forma externa. En otras palabras, a ellos no les interesa la iglesia; sólo les interesa Cristo. A causa de la desolación de la iglesia, ellos creen que si se interesan por la iglesia, perderán la presencia de Cristo. No obstante, si leemos 2 Crónicas 3 y 4, descubriremos que el Arca requiere una forma externa; el Arca no está completa sin el tabernáculo. Tal como Salomón necesitaba edificar un templo para el Arca, nosotros necesitamos los dos lados de la verdad, a saber: la forma externa y la realidad.

  En la situación actual que prevalece entre las iglesias, su mayor escasez reside en el aspecto del Arca. La única excusa para semejante descuido es la ignorancia. El tabernáculo de la iglesia constituye la forma externa, y en la iglesia el altar representa la redención de la cruz. Sin embargo, la raíz, el centro, de la iglesia es Cristo como vida y realidad. Él es el Arca.

EL TABERNÁCULO, EL ALTAR Y EL ARCA TIENEN IGUAL IMPORTANCIA

  Hoy en día los cristianos ortodoxos pueden dividirse en tres grupos principales: un grupo se enfoca en el tabernáculo, otro grupo se enfoca en el altar, y hay otro grupo que se enfoca en el Arca. Sin embargo, no hay muchos que presten atención al Arca.

  Un hermano nos dijo recientemente que cincuenta jóvenes de los Estados Unidos de improviso se ofrecieron voluntariamente para ir a Japón a predicar el evangelio. Estos jóvenes le prestaban atención al altar. Otra organización juvenil también vino a Taiwán varias veces. Como máximo, su labor se relacionaba con el altar. Ellos intentaron conducir a las personas al Señor mediante el baloncesto. Sin embargo, si se puede traer personas al Señor al jugar baloncesto, también es posible que ellos se alejen del Señor por un juego de baloncesto.

  Predicar el evangelio al jugar baloncesto sólo puede conducir a un cristiano al altar; él nunca podrá entrar en la experiencia del Arca. No nos atrevemos a decir que nadie puede ser salvo mediante esta clase de predicación del evangelio con baloncesto, pero una cosa es cierta: raras veces hallaremos a alguien que sea salvo de esta manera y que esté dispuesto a abandonar el mundo, llevar la cruz, tomar la vida del Señor como su vida y seguir al Señor para andar en el camino de la cruz. Esto es lo que significa tener el altar sin el Arca.

  Hoy en día hay muchas instituciones misioneras que predican el evangelio celosamente; sin embargo, ellos no tienen el tabernáculo ni el Arca. Sólo tienen el altar. Nos humillamos ante el Señor al decir que no es nuestra intención criticar a los otros en lo absoluto. Necesitamos mencionar estos ejemplos porque nuestro deseo es ayudarles a todos a entender el camino del Señor.

  La iglesia, en su debida condición, debe tener el tabernáculo, el altar y el Arca al mismo tiempo; es decir, debe tener la iglesia, la redención de la cruz y al Cristo glorioso como su centro. Deberíamos tener estos tres al mismo tiempo y deberíamos recalcarlos por igual. No deberíamos ignorar a ninguno de ellos, ni poner demasiado énfasis en ninguno de ellos. En la isla de Taiwán, especialmente en la iglesia en Taipéi, no tienen problema alguno respecto al tabernáculo, y tratan el asunto del altar de forma adecuada. Sin embargo, el asunto del Arca nos preocupa mucho. Espero que todos los que tienen oídos para oír abran su corazón y su espíritu por el bien del Arca. Nunca debemos menospreciar el evangelio del Señor, y deberíamos exaltar la redención efectuada por el Señor a fin de hacer que el altar de bronce brille intensamente. Es más, nunca debemos menospreciar los asuntos relacionados con la iglesia, tales como nuestra coordinación en el servicio y el reunirnos y adorar juntos, pero tenemos que prestarle atención a Cristo, quien es nuestro centro y realidad.

  La historia muestra que cuando los hijos de Dios están desolados y confusos, existe el peligro de que muchos que tienen un corazón para Dios se enfoquen solamente en el tabernáculo y en el altar y pasen por alto el Arca, la cual es el deseo del corazón de Dios. Ésta es la razón por la cual queremos ayudar a los hermanos y hermanas a conocer el Arca, a Cristo. Esto no significa que menospreciemos el tabernáculo y el altar. Más bien, esto quiere decir que la realidad depende de que tengamos el Arca, la cual es Cristo, como nuestro centro y nuestra vida.

  En conclusión, hay tres puntos notables en este mensaje. Que el Espíritu Santo nos ilumine para ver que cuando los hijos de Dios se hallan en desolación y cuando el testimonio de Dios se ve afectado por el hombre, debemos prestar atención simultáneamente a estas tres cosas: el tabernáculo, el altar y el Arca. Según la tipología, tenemos que centrarnos al mismo tiempo en la iglesia, en la redención y en Cristo como vida.

  Si consideramos la condición actual de las iglesias en las localidades, nuestra condición es satisfactoria en lo que respecta al tabernáculo y el altar, pero estamos muy escasos en lo que respecta al Arca. Esto significa que las iglesias no tienen problema alguno con la forma externa de la iglesia y la redención de Cristo, pero su conocimiento de Cristo es muy deficiente e inadecuado. Que el Señor tenga misericordia de nosotros de modo que conozcamos más a Cristo, tengamos el Arca como nuestro centro y no menospreciemos el asunto de la iglesia junto con su coordinación y servicio. Además, no deberíamos despreciar la redención efectuada por el Señor en la cruz, ni Su evangelio. Tenemos que predicar el evangelio en todas partes, ayudar a las personas a creer en el Señor y a obtener a Cristo como vida. No deberíamos tener parcialidad alguna; en lugar de ello, debemos prestarle la misma atención al tabernáculo, al altar y al Arca.

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