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CAPÍTULO TRECE

LOS REQUERIMIENTOS ESPIRITUALES DEL CRISTIANO Y LA NORMA PARA EXAMINAR ESTOS REQUERIMIENTOS

  Lectura bíblica: Ro. 12:3-5

LOS REQUERIMIENTOS ESPIRITUALES DEL CRISTIANO

  Todo el que sigue al Señor debe comprender que hay ciertos requerimientos espirituales en todo asunto espiritual. Algunos requerimientos se derivan de la enseñanza externa de la Biblia, y otros provienen del sentir interior de vida. Un cristiano que es viviente y que es según la norma apropiada será muy sensible a estos requerimientos. Si se nos ha mostrado misericordia y amamos al Señor, y si estamos dispuestos a aprender a vivir delante del Señor, entonces espontáneamente nuestro corazón se volverá al Señor y lo amará a Él. También querremos complacer al Señor. De esta manera estaremos interiormente en comunión con el Señor. En nuestra comunión a menudo encontramos ciertos requerimientos espirituales que se derivan de las enseñanzas externas de la Biblia y del sentir interior de vida.

El requerimiento de la Palabra de la Biblia

  Antes que una hermana sea salva y comience a ir en pos del Señor, es posible que ella siempre se imponga sobre su esposo y lleve la delantera en todo en su casa. Con sus opiniones ella puede regir sobre su esposo e ignorar por completo las opiniones de éste. En tal situación el líder y la cabeza del hogar es ella. Sin embargo, cuando ella comienza a seguir al Señor y a tener comunión con Él, ella lee Efesios 5:22, que dice: “Las casadas estén sujetas a sus propios maridos, como al Señor”. Cuando ella lee esta palabra, la enseñanza de la Biblia estará llena de poder y conmoverá su ser, y la luz resplandecerá e iluminará todo su ser. En este momento la enseñanza de la Biblia le requerirá que ella esté sujeta a su esposo. Si ella en verdad ama y busca al Señor, le será difícil ignorar tal requerimiento y no aceptarlo.

  Todos los hermanos y hermanas que han tenido esta clase de experiencia entienden lo que estoy diciendo. Si no aceptamos cierto requerimiento, de inmediato percibimos que hay una barrera entre nosotros y el Señor, y sentimos como si algo estuviera mal. A veces recibimos cierto requerimiento en la mañana. Si no estamos de acuerdo con el Señor, nos sentiremos intranquilos el resto del día; parece como si algo nos faltara. Sólo cuando respondemos al requerimiento del Señor podemos estar en paz y disfrutar de reposo interior. Entonces nuestra relación con el Señor se vuelve muy agradable y cómoda, y tenemos un dulce sentir delante del Señor porque estamos de acuerdo con lo que Él requiere en Su Palabra.

El requerimiento del sentir de vida

  En el pasado a muchos de nosotros nos gustaba chismorrear acerca de otros y éramos muy parlanchines. Antes de ser salvos, no teníamos ninguna sensación y no nos preocupaba nuestra naturaleza parlanchina. Sin embargo, después de ser salvos, comenzamos a ir en pos del Señor y a tener comunión con Él. En nuestra comunión percibimos cierta exigencia que nos obligaba a restringir nuestro hablar. Aunque tal vez no hayamos leído en la Biblia ninguna enseñanza al respecto, sentimos una exigencia de parte de la vida que está en nosotros, la cual restringía nuestra lengua y las palabras de nuestra boca. Tal exigencia nos requería hablar menos. Ésta es una exigencia que procede de la vida interior. Si no estamos de acuerdo con esta exigencia, sentiremos que hemos ofendido al Señor, y nuestra conciencia de inmediato nos condenará. Seguiremos bajo condenación hasta que nos sometemos a dicha exigencia, confesamos nuestro pecado respecto a decir chismes y aceptamos que estamos dispuestos a aprender a restringir nuestro hablar mediante la gracia del Señor. Después de aceptar esto, de inmediato nos sentimos radiantes, refrescados y a gusto, y tenemos la presencia interior del Señor.

  Estos dos ejemplos nos muestran dos requisitos espirituales. Hablando con propiedad, nosotros vamos en pos del Señor, siendo tales personas, tenemos un requerimiento espiritual como la norma de nuestro andar, pero ¿cómo sabemos si estamos andando en el camino correcto? ¿Cómo sabemos qué camino debemos tomar? La norma de nuestro andar se basa en un requerimiento espiritual, y hay dos clases de requisitos espirituales. El primer requisito proviene de la clara enseñanza de la Biblia, y el segundo procede del sentir de vida. A menudo experimentamos estos requisitos al mismo tiempo, y ellos corresponden a un requerimiento interno y externo. Esto se puede comparar a un compás que nos dirige en el camino correcto para andar en la senda del Señor. Este compás nos dice qué debemos hacer y a dónde debemos ir. En otras palabras, nuestra vida cristiana debe corresponder a estos requerimientos espirituales y siempre coincidir con ellos. Espero que todos los santos se adhieran firmemente a este principio y comprendan que nuestra vida cristiana debe ser una vida que esté en concordancia con estos requerimientos espirituales.

  Tal vez seamos cristianos apenas por una semana, un mes, o incluso un año, pero si nunca hemos percibido estas exigencias espirituales, probablemente no seamos salvos, y si lo somos, probablemente no amemos mucho al Señor ni tengamos comunión con Él. Si en verdad somos salvos y tenemos comunión con el Señor, percibiremos ciertos requerimientos espirituales en nosotros cada día. Cada día deberíamos reconocer los requerimientos del Señor en Su Palabra y los requerimientos que provienen del sentir de vida. Si ha pasado mucho tiempo desde que percibimos algún requerimiento espiritual, deberíamos comprender que algo anda mal con nosotros. Esto muestra que en la vida de un cristiano la frustración fundamental está relacionada con estos requisitos espirituales. No podemos desatender tales requerimientos espirituales.

LOS REQUERIMIENTOS ESPIRITUALES RELACIONADOS CON LA IGLESIA

La vida nos requiere tener comunión con todos los santos

  Toda persona salva que vive delante del Señor ciertamente tiene interiormente algunos requerimientos espirituales. Con base en este principio, necesitamos conocer los requerimientos que se relacionan con la iglesia. En cuanto comenzamos a vivir delante del Señor, podemos sentir interiormente una exigencia espiritual de tener comunión con otros santos. Esto es un hecho real, y no podemos evadirlo. El Señor y Su vida en nuestro ser nos exigen tener comunión con otros santos. La vida que hemos recibido, la cual está en cada uno de nosotros, no es una vida individual; más bien, es la vida del Señor, una vida excepcional. No somos los únicos que hemos recibido esta vida; muchos otros también la han recibido. Esta vida en nuestro ser nos exige tener comunión con otros santos.

  En la iglesia en Taipéi, los santos se congregan todo el tiempo, y se ven frecuentemente. Por tanto, puede ser que ellos no tengan mucha conciencia del hecho de que la vida requiere comunión, y quizás hasta sientan que tienen demasiada comunión. Algunos santos han dicho que hay demasiadas reuniones, pero que si ellos no van a la reunión, no tienen paz. Algunos colegas de los hermanos y de las hermanas les dicen: “Ustedes están muy ocupados. En la mañana tienen prisa por irse al trabajo. En la tarde tienen prisa por irse a casa. Luego, después de la cena tienen prisa por irse a la reunión. Cada noche de la semana siempre andan con prisas, pero es como si nunca se cansaran de reunirse. Esto sí que es extraño”. En realidad, esto tiene que ver con la vida en nosotros.

  Recientemente, más de diez hermanos y hermanas fueron a visitar a la iglesia en Manila. Los santos allí eran muy afectuosos, y cada día invitaban a los hermanos y hermanas a probar los platillos más exquisitos. Como resultado, los hermanos se cansaron de tal gastronomía. Sin embargo, esto no eliminó su necesidad de alimentarse. La vida humana necesita del alimento, pero la gente no puede comer demasiado; si lo hacen, su cuerpo no será capaz de tolerarlo. Pero si alguien se queda sin alimento por tres o cuatro días, de inmediato sentirá que su cuerpo necesita comida. En esos momentos, a él no le importará si la comida es arroz simple o un platillo gourmet. Siempre que exista la necesidad y el producto sea comestible, le sabrá muy bien.

  Los santos en la iglesia en Taipéi asisten a las reuniones todo el tiempo; tal vez asisten a una reunión hoy y otra mañana, y a veces asisten a varias reuniones el mismo día. Por tanto, posiblemente ellos no sientan que haya una exigencia interna por la comunión. Sin embargo, si ellos se fueran a un sitio aislado donde no pueden ver a un solo hermano o hermana por una semana, ni pueden asistir a una sola reunión por dos semanas, en lo profundo de su ser se hará evidente la exigencia por disfrutar de comunión con otros santos.

  En el primer año de la guerra sino-japonesa, algunos hermanos y hermanas y yo visitamos cierto lugar en el norte de China. Antes de ir allí, a menudo partíamos el pan con muchos hermanos y hermanas para hacer memoria del Señor. Dado que frecuentemente partíamos el pan, lo dábamos por sentado y no sentíamos que era algo muy especial. Sin embargo, cuando estábamos al norte de China, tuvimos que esperar mucho tiempo antes de poder acudir a una reunión para partir el pan en el día del Señor. Todos nosotros interiormente añorábamos esa reunión del partimiento del pan. Este sentir estaba relacionado con el requisito de la vida. Debemos comprender que la vida cristiana no es una vida individual; la vida cristiana es una vida corporativa. Los cristianos no podemos estar solos. Esto puede compararse al hecho de que las abejas les gusta estar juntas. Si hay un enjambre de abejas, todas las demás quieren estar con ellas; ésta es una exigencia de la vida abejera.

  Por favor, tengan en mente la razón por la que necesitamos la iglesia. Un cristiano necesita reunirse porque la vida que hay en él le requiere tener comunión con todos los santos. Esto es una realidad. Si nos separamos de los santos, si no fuésemos a las reuniones ni tuviésemos contacto con los santos por tres o seis meses, ¿cómo nos sentiríamos interiormente? ¿Nos sentiríamos alegres o tristes? De inmediato detectaríamos cierta exigencia en nosotros. Esto puede compararse a una persona que quiere comer porque está hambriento. Esta exigencia en nuestro ser requiere que participemos en la iglesia y tengamos comunión con los santos. Éste es el primer requerimiento de la vida con respecto a la iglesia.

La vida requiere que los cristianos sirvan a otros

  Si vivimos delante del Señor y tenemos comunión con los santos, nos será impuesta cierta condición que nos requerirá servir y suministrar a otros. Ésta es la razón por la que algunos incrédulos piensan que somos insensatos cuando ven que vamos a las reuniones en las noches, que limpiamos el salón de reunión o que visitamos a los santos en sus casas pese a que podemos estar exhaustos después de haber laborado todo el día. Ellos no ven que esto no es insensatez, sino un requerimiento que la vida en nuestro ser nos exige. Los incrédulos nos considerarán como insensatos, pero nosotros nos sentimos muy gozosos por dentro.

  Todos podemos testificar que la vida en nosotros es efectivamente una vida de servicio. En Shanghái, alrededor de 1946, había una hermana cuyo esposo era el gerente de un banco. Dado que era la esposa de un gerente, ella tenía varios sirvientes en su casa, y no necesitaba hacer ninguna labor doméstica. Sin embargo, a ella le gustaba ir al salón de reunión a trapear el piso y limpiar las ventanas. Después de un tiempo, su esposo empezó a preguntarse por qué ella iba al salón de reunión cada día. Esto le pareció algo inusual, y se preguntaba qué podía estar haciendo ella ahí. Un día él llegó al salón de reunión y descubrió que su esposa estaba limpiando el piso. Él no podía entender el comportamiento de ella y se disgustó mucho. Puesto que él era gerente de un banco, sintió que era degradante el hecho de que su esposa hiciera esa labor tan servil. Él no podía entender por qué su esposa iba al salón de reunión a limpiar el piso si ellos tenían varios sirvientes en casa.

  Todos podemos testificar que cuando esta hermana trapeaba el piso, su rostro estaba radiante. Cuanto más ella trapeaba, tanto más la presencia del Señor estaba con ella. No podíamos hacer que ella dejara de trapear el piso. Este cuadro muestra que el requisito de la vida que mora en los cristianos es muy maravilloso. Esta vida nos exige servir a otros. Quizás algunos piensen que la esposa del gerente era tonta, pero de hecho, si le preguntaran a ella, les diría que ella no podría estar contenta a menos que sirviera a otros. Su deseo de servir a los demás era como el hambre que existe en la humanidad por el alimento. Cuando ella servía a otros, se sentía satisfecha. Éste es un requisito de la vida en los cristianos. Este requisito exige que los cristianos se congreguen y se sirvan los unos a los otros. Aparte de este requerimiento, los cristianos no pueden reunirse ni servir juntos.

La vida requiere que los cristianos sean servidos y suplidos

  La vida también exige que seamos servidos y abastecidos por otros. Esto es muy natural. La razón por la cual venimos para partir el pan, orar, tener comunión o escuchar un mensaje se debe a que la vida en nosotros tiene el requerimiento de recibir un suministro. Si vamos a una reunión o escuchamos un mensaje, y si la reunión está llena del suministro de la vida y de la presencia del Señor, sentimos satisfacción, dulzura y la presencia interior del Señor. Ésta es la vida en nosotros que requiere el suministro.

  Cuando asistimos a la reunión del partimiento del pan, cantamos himnos o escuchamos las oraciones, nos sentimos satisfechos interiormente. Teníamos un amigo del evangelio que asistió a nuestra reunión del partimiento del pan, y se quedó desconcertado a causa de lo que vio. Él conocía casi a todos los que estaban en la reunión —algunos eran catedráticos y otros eran estudiantes universitarios. La reunión duró una hora y media, pero no se dio ningún mensaje, ni exhortación, ni se contó ninguna historia. En lugar de ello, la gente sólo cantaba himnos y hacía oraciones. Por consiguiente, él no podía entender por qué cuando se terminó la reunión todos se veían contentos y gozosos. ¿Estaban ellos realmente satisfechos o sólo eran supersticiosos? Él tenía muchas preguntas porque conocía a la mayoría de los santos, muchos de los cuales estudiaban ciencias y tenían doctorados en química, pero él no podía entender la situación.

  Esta situación es como ir a comer a un famoso restaurante de Taipéi. Cuando la gente va ahí a comer, ellos tienen que esperar en línea. Incluso los gerentes y directores ejecutivos esperan en línea, pero están dispuestos a hacerlo porque la vida en ellos necesita recibir un suministro. Cuando asistimos a la reunión del partimiento del pan, tal vez sólo entonemos unos cuantos himnos o digamos algunas oraciones, pero interiormente sentimos que estamos en los lugares celestiales; nos sentimos satisfechos y contentos. Esto muestra que la vida requiere un suministro.

La vida requiere que los cristianos sean espirituales

  Además, la vida que está en cada uno de los santos requiere que seamos espirituales. Cuando estamos en el espíritu, nos sentimos complacidos interiormente. En otras palabras, cuando seguimos los requisitos internos de abandonar el mundo, rechazar la carne y negarnos a nuestro yo, de inmediato nos sentimos contentos interiormente. Sin embargo, si damos rienda suelta a nuestra carne, amamos al mundo y tratamos de preservar nuestro yo, nos sentiremos muy incómodos interiormente. Esto comprueba que la vida en nosotros nos requiere ser espiritual. Este requisito, sin embargo, no solo se aplica a nosotros, sino también a otros.

  En nuestras reuniones cuando una persona actúa en su carne y en su yo, no es necesario decir nada porque la vida en los santos se siente muy incómoda ante tales actividades carnales. Asimismo, cuando un santo actúa según el Espíritu Santo mientras ora, habla o elige un himno, todos los santos sienten que están tocando al Espíritu interiormente. Esto es un hecho definitivo. Si a alguno se le ha mostrado misericordia, él ha tenido esta experiencia hasta cierto grado.

La vida requiere que los cristianos exalten a Cristo

  La vida en nosotros siempre requiere que exaltemos a Cristo y ensalcemos a Jesús. Si en nuestra vida cotidiana nos encontramos con un santo que vive delante de Dios, que exalta a Cristo, que ha sido quebrantado en su yo y que le permite a Cristo florecer, nos sentiremos gloriosos, radiantes, gozosos y afables. También nos sentimos complacidos en nuestro espíritu. Sin embargo, si nos encontramos con un santo que se gloría de sí mismo y que expresa a su yo y su carne, nos sentiremos incómodos. Esto corresponde al requisito de la vida.

La vida requiere que los cristianos hagan la voluntad de Dios

  La vida también requiere que hagamos la voluntad de Dios. Cuando seguimos la voluntad de Dios y deseamos hacer la voluntad de Dios, la vida en nosotros se siente muy dulce y placentera. A veces desobedecemos la voluntad de Dios y nos oponemos a ella, pero aun así la vida en nosotros nos exige que sigamos la voluntad de Dios. Este requerimiento es tan fuerte que aun si fallamos y no seguimos la voluntad de Dios, nos sentimos tristes y deprimidos en nuestro espíritu cuando vemos que otros no siguen la voluntad de Dios. Éste es un requisito de la vida en nosotros.

La vida requiere que la iglesia exprese a Cristo en su vivir y permita que el Espíritu Santo gobierne

  El requerimiento más elevado de la vida es que expresemos a Cristo en nuestro vivir, dejemos que el Espíritu Santo opere en nosotros y permitamos que Cristo gobierne en nosotros en el Espíritu Santo. Todos los requerimientos de la vida están relacionados con la iglesia. Si atendemos a estos requerimientos, no nos será difícil tocar la senda de la iglesia y ver su verdadera condición. Si atendemos al sentir de vida, podemos discernir fácilmente si un grupo cristiano se halla verdaderamente en la realidad de la iglesia; éste es un asunto crucial.

LA NORMA PARA EXAMINAR LOS REQUERIMIENTOS DE LA VIDA

Examinar el requerimiento de la vida en cuanto a la comunión

  Ahora tenemos que ver algo respecto a la norma para examinar los requerimientos propios de la vida. Ya hablamos del hecho de que la vida nos exige tener comunión. Sin embargo, cuando vamos a un grupo cristiano, con frecuencia, la gente con que nos encontramos no concuerda con nosotros, pese a que estamos abiertos y deseosos de tener comunión. No tenemos comunión con ellos, e incluso nos es imposible tener comunión con ellos. En tales momentos deberíamos examinar el motivo de esto. Deberíamos examinar esto desde dos ángulos. Primero, deberíamos verificar si hay algún problema con nosotros que nos impida tener comunión con otros. Si no tenemos problemas, tales como amar el mundo, vivir en pecado u ocuparnos de la carne, entonces el problema no es de nuestra parte. Aunque en este grupo la gente puede decir que ellos son cristianos, necesitamos constatar si ellos permiten que el Señor gobierne en ellos y si ellos viven en el Señor. Éste es un asunto muy práctico.

  En la primavera de 1937, un grupo cristiano me invitó a que diera una palabra. Después que di el mensaje, me invitaron a tener comunión con ellos. En aquel tiempo me sentí como si estaba en el Océano Ártico, porque ellos no me entendían y yo no los entendía a ellos; éramos totalmente incompatibles unos con otros. No obstante, ellos me festejaron un banquete, y algunos incluso dijeron: “Señor Lee, el mensaje que nos dio de verdad nos ayudó. Realmente le apreciamos”. Sin embargo, en lo profundo de mi ser yo estaba sufriendo porque realmente no podíamos compenetrarnos ni tener comunión entre nosotros. Si bien ellos se llamaban cristianos y eran un grupo cristiano, comprendí que ellos no vivían en el Señor ni le seguían lo suficiente, pese a que algunos tenían la vida del Señor. Regresé al norte de China después de la reunión, y más tarde oí que un anciano y algunos de los diáconos y predicadores de ese grupo no habían entendido mis palabras. Entonces entendí por qué no había nada de la cual podíamos tener comunión ni habíamos podido disfrutar de comunión unos con otros, aun cuando ellos habían elogiado mi mensaje.

  La vida en nosotros requiere efectivamente que otros vivan en el espíritu para que pueda haber comunión. Por lo tanto, nunca deberíamos asumir que basta con que algunos digan que ellos son cristianos o que son un grupo cristiano. Esto no basta para que les creamos y concluyamos que ellos son una iglesia según la Biblia. Tenemos que aplicar los requerimientos de nuestra vida interior, uno de los cuales es el requisito de la comunión. Con base en esta exigencia, tenemos que comprobar cuál es la verdadera condición del grupo. ¿Cuál es su condición delante del Señor? Si vivimos delante del Señor, si amamos al Señor y rechazamos al mundo y el pecado, pero nos sentimos incómodos y no podemos tener comunión con ellos, esto muestra que ellos han perdido a Cristo y el terreno de la iglesia, y que el Espíritu Santo no está rigiendo en ellos. Ellos pueden tener la Biblia en sus manos, pero la palabra de la Biblia no tiene mucha cabida entre ellos o en ellos. El requisito de la comunión nos permite probar si un grupo cristiano está tomando el camino que le agrada al Señor.

Examinar el requerimiento de la vida en cuanto a que los cristianos sirvan a otros

  El segundo requerimiento de la vida es que servimos a otros. A veces cuando vamos a un grupo cristiano, no podemos servir pese a que la vida en nosotros quiere servir. Queremos servir, pero es posible que no se nos permita hacerlo o que nuestro servicio sea rechazado. Por una parte, toda persona salva tiene el deseo de ejercer su don y suministrar a otros según el requerimiento de la vida. Por otra parte, algunos grupos cristianos pueden impedir que los creyentes manifiesten su verdadera función según el requerimiento de la vida. Quizás estemos en cierta iglesia y sintamos que la vida nos exige servir a otros, pero si no se nos permite ejercer nuestra función y servicio, ciertamente hay algunos problemas en dicha iglesia.

  Sin embargo, antes de llegar a tal conclusión, necesitamos verificar si tenemos algunos motivos ocultos en nuestro servicio. ¿Estamos codiciando algo? ¿Estamos sirviendo por nuestra carne, por nuestras preferencias o por nuestro yo? Si cualquiera de estas cosas está presente en nosotros, la iglesia hace bien en rechazar nuestro servicio. Sin embargo, si la iglesia nos rechaza a nosotros y a nuestro servicio, pese a que no tenemos nada de la carne ni del yo, ni ningún motivo, codicia, o preferencia en nuestro servicio, podemos concluir que esta iglesia no es según el Espíritu Santo. Ella es meramente una organización del cristianismo. Una iglesia que le permite al Espíritu Santo ejercer la autoridad y que tiene la presencia de Cristo estará deseosa de dejar que los santos desempeñen su función y su servicio. Esta clase de iglesia permite que los santos tengan la mayor oportunidad para ministrar la gracia que han recibido. A medida que ellos manifiestan sus funciones en la iglesia, ellos le son de beneficio.

  Es imposible manifestar nuestra función espiritual en el cristianismo sistematizado. En 1938 estuve en el norte de China, y conocí a un misionero occidental de La Misión al Interior de la China, el cual era un poco más joven que yo y amaba mucho al Señor. Él era norteamericano y vivía en una gran casa de huéspedes que era propiedad de la misión. También vivían allí otros misioneros occidentales, que eran mayormente de Inglaterra. Nosotros no nos conocíamos, pero después de tener comunión un par de veces, comenzamos a conocernos el uno al otro en el Señor. Un día él vino para tener comunión conmigo y dijo: “Hermano Lee, hay algo que no puedo decirle a cualquiera, pero siento que puedo decirlo a usted. En lo profundo de mi ser, estoy claro de cómo el Señor desea que yo sirva, pero todos en la misión se levantan en contra mía. Aunque le digo estas cosas a usted, no puedo hablar demasiado”. Me dijo que él había recibido algunos asuntos espirituales y que quería impartir y ministrar a las personas lo que él había recibido en el Espíritu Santo. Sin embargo, él encontraba dificultades y persecución en la misión a la cual pertenecía; estaba tan turbado que tuvo que venir y tener comunión conmigo, y me pidió que orara por él. En aquel momento vi claramente que había algunos problemas en dicha misión, puesto que el servicio que él rendía a los santos mediante el Espíritu encontraba oposición y estaba siendo bloqueado. La misión a la que él pertenecía no se hallaba bajo la autoridad del Espíritu Santo, y había perdido la presencia de Cristo y la operación del Espíritu Santo.

  Si sólo vemos a una iglesia externamente, es probable que no encontremos nada que se oponga a la Biblia externamente; no obstante, al mismo tiempo tenemos que analizar su condición interior para ver si ella es regida por el hombre, o si el mundo tiene terreno alguno en ella. Cuando vivimos en virtud de la vida divina, dicha vida nos exigirá servir, pero si encontramos oposición y dificultades en cierto lugar, podemos concluir que éste ha perdido la presencia de Cristo. Si vivimos delante del Señor, rechazamos nuestra carne y permitimos que el Espíritu gobierne, pero aun así no se nos permite servir, podemos concluir que ese grupo cristiano no está en el Espíritu Santo ni exalta a Cristo. Es preciso que veamos los diversos aspectos de los requerimientos de la vida.

  En una ocasión estaba en Taiyuan, en la provincia de Shanxi, y comí algo muy ácido. Pensé que era vinagre, pero después de probar el verdadero vinagre, comprendí que eran dos cosas diferentes. Hay muchas cosas que parecen ser lo mismo, y no son lo que pensamos que son; sólo al probarlas podemos saber si hay alguna diferencia. Necesitamos ver que el sabor de la vida es exacto. Cierta clase de vinagre se ve muy similar al jugo de uva, pero si los probamos conoceremos la diferencia, uno es dulce, y el otro es ácido.

  La iglesia no es meramente un asunto de letras o doctrinas según la Biblia; también es un asunto de la vida divina. Cuando vivimos en el Espíritu y en la vida, el sentir de vida, la exigencia de la vida y el sabor de la vida en nuestro interior nos dirá si la actividad de nuestro grupo cristiano pertenece a la vida, a Cristo y a la realidad espiritual. Sabremos esto interiormente; éste es un principio.

Examinar el requerimiento de la vida en cuanto a que los cristianos deben ser servidos por otros

  Aunque la vida nos requiere que suministremos a otros y que seamos abastecidos por otros, a veces en algunas reuniones no podemos recibir ningún suministro ni impartirles un suministro a otros. Por ejemplo, podemos asistir a una reunión de la Santa comunión, pero el elemento de las ordenanzas y la atmósfera religiosa puede ser mucho mayor que el suministro que recibimos. Y puede ser tan fuerte que no recibimos ningún suministro en lo absoluto. También podemos estar en una reunión de oración y escuchar varias oraciones larguísimas, y no percibir ninguna realidad espiritual en ellas. Por lo cual, podemos concluir que esta iglesia no es apropiada.

Otras pruebas con respecto a los requerimientos de la vida

  Aunque algunos grupos se llaman a sí mismos cristianos, todo lo que percibimos es la actividad del hombre, el gobierno del hombre y la posición del hombre. Los requerimientos de la vida exigen algo espiritual, pero allí nada es espiritual. La vida en nosotros nos requiere exaltar a Cristo, pero allí Cristo no es exaltado. En estos grupos no hay nada espiritual; en vez de ello, sólo podemos ver los métodos, organizaciones, relaciones y posiciones humanos e incluso la capacidad, piedad y reputación del hombre. Allí no podemos tocar a Cristo ni la obra del Espíritu Santo. Esto indica que estos grupos no tienen la presencia de Cristo y que no están bajo la autoridad del Espíritu Santo. Por tanto, podemos concluir que ellos no son iglesias según la vida de Dios.

CONCLUSIÓN

  Tenemos que ver un principio: no importa a donde vayamos, no debemos juzgar si un grupo cristiano es la iglesia, si le agrada al Señor y si permanece en el terreno de la iglesia meramente por la apariencia o por las cosas externas. Necesitamos amar al Señor, volvernos a Él, rechazar la carne y no amar al mundo. Cuando vivimos de esta manera delante del Señor, seremos capaces de discernir mediante el sentir de vida si un grupo permite que el Espíritu Santo rija en ellos, si ellos tienen la presencia de Cristo y si ellos en verdad son la iglesia.

  También necesitamos discernir la iglesia según la Biblia. De esta manera, no importa a donde vayamos, siempre tendremos un compás y una norma que nos ayuda a conocer si una iglesia tiene la presencia del Señor y el gobierno del Espíritu, y si ella está en la posición y en la senda de la iglesia.

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